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Urgiles, Tixi y Allauca (2022) y Riveros (2020), afirman que la enseñanza de esta disciplina desde los
primeros años escolares o dentro del nivel de educación básica del sistema educativo, abre excelentes
espacios de trabajo y mediación didáctica para que el docente desarrollo procesos de enseñanza que
fortalecezcan hábitos, procesos cognitivos, participación, autonomía y capacidades en el estudiante para
aprender a aprender ciencias naturales, de allí su importancia de transformar la enseñanza de ciencias
en los niños que año tras año llegan a las instituciones educativas con una serie de habilidades y actitudes
para aprender.
Los estudios desarrollados sobre educación, particularmente en educación básica primaría señalan un
punto común al afirmar que existen falencias o divergencias en el trabajo didáctico que cumplen los
docentes en torno a los establecido en los proyectos curriculares, sus objetivos y logros esperados, pues
en ese nivel educativo el docente se enfrenta a situaciones que trascienden el desarrollo de contenidos,
es decir, también deben enfocar su labor en la atención, motivación, el desarrollo de hábitos de estudio,
la disciplina en el aula, así como situaciones vinculadas con el desarrollo de procesos cognitivos. Desde
allí se evidencia la necesidad docente por asumir nuevos esquemas metodológicos más activos,
participativos, creativos y que permitan al estudiante enfocarse al trabajo que desarrolla dentro y fuera
del aula, al tiempo que también les permita mitigar tales situaciones.
Desde allí, se precisa una enseñanza enfocada en el estudiante la cual permita que los estudiantes sean
participes de su propio aprendizaje y con la cual se trascienda del esquema memorístico, repetitivo y
tradicional que comúnmente usa el docente en educación básica primaria para controlar a sus estudiantes
y desarrollar contenidos, Ronqui, Sánchez y Trías (2021), Núñez y González (2020), hacia una
comprensión de los fenómenos naturales. Una manera de afrontar esta realidad pudiera estar presente
en el uso de metodologías activas, así los afirma Domínguez y Palomares (2020), particularmente, la
metodología de aula invertida, pues tal como plantean Concha y Bodero (2022), Castro y Villegas
(2021), Mafla (2019), esta se enfoca en invertir la forma en como desarrollamos el trabajo en el aula, es
decir se invierte el tiempo y el trabajo desarrollado por docentes y estudiantes, al punto que el estudiante
debe indagar, buscar y organizar información o contenidos antes de llegar a clases y el docente se ocupa
en preparar secuencias didácticas para optimizar las discusiones, demostraciones, aplicaciones y
construcciones de conocimiento dentro y fuera del aula, situaciones que se pueden apoyar en trabajo