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141 mujeres indígenas, es decir que por cada 100 mujeres hay 95.8 hombres, esta relación se le conoce
como índice de masculinidad, lo que representa una importante población indígena a nivel nacional con
diversidad de cultura y tradiciones, que son organizadas con apego a las prácticas reiterativas de roles y
conductas en el entorno familiar basadas en la costumbre.
En el panorama indígena, se reconoce la inequidad de género en donde las mujeres viven diversas
situaciones de discriminación y violencia, que pueden llegar a ser imperceptibles, el poder para tomar
decisiones, en primera instancia ocupa la atención de las desigualdades de género plasmadas en las
disparidades de oportunidades y elecciones, en dimensiones de poder y participación social. Las mujeres
indígenas del Municipio de Xochiatipan Hidalgo, viven de manera aún más intensa, dichas
desigualdades e inequidades por el desconocimiento a sus derechos fundamentales materializados en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. A la complejidad de la problemática se agrega
el bajo nivel académico de la población objetivo, en virtud de que las mujeres del Municipio de
Xochiatipan, Hidalgo no cuentan con las oportunidades de preparación académica que ofrecen las
instituciones educativas en el nivel medio superior y superior, por diversos factores, el estilo de vida, el
entorno familiar, las costumbres, las tradiciones y el difícil acceso a la urbanización, contando solo con
la enseñanza básica, la cual se considera insuficiente para poder identificar prácticas de violencia
cometidas en su agravio.
Las condiciones anteriores influyen para que las estadísticas del problema en instituciones de
procuración de justicia, no sean confiables pues por lo general no captan las situaciones de violencia, ya
sea porque las mujeres no las denuncian, o porque durante muchos años el problema se mantuvo en el
ámbito privado, y no era una problemática a considerar en las estadísticas institucionales. También
existen dificultades sociales y culturales en la identificación de la violencia.
Si bien es cierto que, en centros urbanos, existe cada vez un mayor número de instituciones dirigidas a
la atención y prevención de violencia, también es cierto que los datos podrían carecer de confianza
debido a la falta de cultura de denuncia, lo cual hace que no se dimensione el problema. Esto se acentúa
aún más en zonas rurales e indígenas, en donde la escasez de servicios se conjuga con el entramado de
relaciones culturales que “naturalizan y justifican” la violencia hacia las mujeres.