EL LIDERAZGO EDUCATIVO DE LOS DIRECTIVOS
EN LA IMPLEMENTACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS
ADAPTADAS CONTEXTOS LOCALES
EDUCATIONAL LEADERSHIP OF MANAGERS IN THE
IMPLEMENTATION OF PUBLIC POLICIES ADAPTED TO LOCAL
CONTEXTS
Johanna Paola García García
Universidad de Baja California
pág. 10929
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i6.15820
El liderazgo educativo de los directivos en la implementación de políticas
públicas adaptadas contextos locales
Johanna Paola García García1
johannagarcia88@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-9388-9669
Universidad de Baja California
México
RESUMEN
El objetivo del presente artículo es analizar cómo el liderazgo educativo se establece como un eje
fundamental en la implementación local de las políticas educativas públicas. Lo anterior teniendo en cuenta
que uno de los principales problemas que existen en el desarrollo de las políticas educativas cuyo fin es
mejorar la calidad educativa se refiere concretamente a la implementación, ya que en muchos casos se
desconocen las realidades particulares de las escuelas. Para ello, se plantea una revisión de literatura,
incluyendo artículos publicados entre el 2014 y el 2024 que hayan analizado las funciones y roles del líder
educativo en los procesos de adaptación de las políticas públicas a las particularidades del contexto. En los
resultados se observa que, teniendo en cuenta la complejidad de los escenarios educativos y de las
comunidades de aprendizaje, los líderes deben tener un conjunto integral de competencias y habilidades,
dentro de las cuales se destacan la adaptación, resiliencia, inteligencia emocional, comunicación,
articulación de ideas, buenos enfoques relacionales con el entorno y la posibilidad de fomentar la
participación. De esta manera, se puede mejorar la adaptación de la escuela a las políticas públicas,
aportando significativamente en su implementación efectiva. Se concluye que es preciso avanzar en
procesos de formación para los directivos, haciendo uso de nuevas tecnologías que les ayuden a mejorar el
uso de la información, promoviendo además el desarrollo de un liderazgo transformacional como elemento
central de apoyo en la toma de decisiones que incidan realmente en la práctica.
Palabras clave: liderazgo educativo, políticas públicas educativas, calidad educativa
1
Autor principal
Correspondencia: johannagarcia88@gmail.com
pág. 10930
Educational leadership of managers in the implementation of public policies
adapted to local contexts
ABSTRACT
The objective of this article is to analyze how educational leadership is established as a fundamental axis
in the local implementation of public educational policies. This is taking into account that one of the main
problems that exist in the development of educational policies whose purpose is to improve educational
quality refers specifically to implementation, since in many cases the particular realities of schools are
unknown. To do so, a literature review is proposed, including articles published between 2014 and 2024
that have analyzed the functions and roles of the educational leader in the processes of adaptation of public
policies to the particularities of the context. The results show that, taking into account the complexity of
educational scenarios and learning communities, leaders must have a comprehensive set of competencies
and skills, among which adaptation, resilience, emotional intelligence, communication, articulation of
ideas, good relational approaches with the environment and the possibility of encouraging participation
stand out. In this way, the adaptation of the school to public policies can be improved, contributing
significantly to their effective implementation. It is concluded that it is necessary to advance in training
processes for managers, making use of new technologies that help them improve the use of information,
also promoting the development of transformational leadership as a central element of support in decision-
making that really impacts practice.
Keywords: educational leadership, educational public policies, educational quality
Artículo recibido 02 diciembre 2024
Aceptado para publicación: 28 diciembre 2024
pág. 10931
INTRODUCCIÓN
Los líderes educativos desempeñan un papel sumamente importante en las instituciones educativas, ya que
son quienes se encargan de favorecer la articulación entre un conjunto de políticas educativas externas, con
las características, necesidades, recursos y posibilidades particulares de cada una de las instituciones en las
cuales trabajan, favoreciendo de esta manera una interacción adecuada entre las visiones locales con las
orientaciones y planteamientos nacionales y/o mundiales (Ahumada et al., 2016). De acuerdo con Aparicio-
Molina et al., (2020) los líderes educativos cumplen funciones relevantes de planeación y orientación
estratégica, que tienen como finalidad satisfacer a cada uno de los actores que hacen parte de las
instituciones educativas, teniendo en cuenta las necesidades educativas de los estudiantes, las expectativas
de los padres de familia y el bienestar general del personal docente. Por ello, deben tener como capacidad
central un liderazgo desde el cual se promueva la gestión del cambio, la buena comunicación y el desarrollo
de un pensamiento crítico que ayude a promover una mejora continua de los procesos de enseñanza y
aprendizaje.
En palabras de Esguerra y Contreras (2016), analizar el papel del director educativo es esencial por dos
razones distintas. En primer lugar, porque la literatura generalmente se enfoca en considerar y analizar
aspectos asociados con el rol del docente, sus metodologías de clases y las estrategias de enseñanza, además
de la forma en la cual el estudiante participar en dichas actividades y desarrolla nuevos conocimientos y
habilidades. Los enfoques, de esta manera se centran en las dinámicas que ocurren en el aula de clases, sin
tener en cuenta el importante papel de la dirección como una instancia que no solo posibilita y promueve
las prácticas educativas que se dan dentro del aula, sino que además también impone limitaciones y
restricciones, en medio de su necesidad de cumplir con unas políticas externas.
En segundo lugar, porque si bien a nivel mundial el desarrollo de las políticas educativas ha experimentado
una transformación significativa, centrada en la posibilidad de promover la calidad educativa, de favorecer
la cobertura y la equidad como aspectos esenciales, la realidad es que la implementación de dichas políticas
en la práctica siempre ha sido limitada, y por ende se establece como un reto constante, especialmente en
el caso de los países en desarrollo.
En este sentido, es importante tener en consideración las apreciaciones de autores como Gento y González
(2014), quienes encuentran una desarticulación constante entre las políticas diseñadas a nivel nacional, que
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muchas veces desconocen las particularidades de los contextos locales, razón por la cual los directivos
deben desarrollar adaptaciones específicas. De esta manera, se puede decir que los directores son un eje de
conexión, un eslabón ente las políticas educativas y las dinámicas particulares que se presentan en un
contexto local, razón por la cual sus funciones son sumamente significativas y deben estar orientadas por
buenos principios de liderazgo que les permitan gestionar recursos de manera adecuada, coordinar esfuerzos
entre los diversos actores que hacen parte de la comunidad educativa, y enfrentar diversas situaciones de
cambio y presión que pueden afectar el desarrollo de una educación de calidad (Iranzo et al., 2014).
La descentralización de las políticas públicas educativas genera como resultado una mayor autonomía en
las escuelas, razón por la cual el papel de los líderes o directivos, como actores que interpretan las
situaciones, que se anteponen a los cambios y que comprenden mejor que nadie las realidades particulares
de cada institución, resulta ser esencial es la implementación efectiva de los principios mediante los cuales
se busca mejorar la calidad de la educación (Darling-Hammond et al., 2017).
Sin embargo, como lo señalan Listiningrum et al., (2020) el punto es que el desarrollo de la autonomía
implica también una mayor responsabilidad, un conjunto de desafíos importantes que implican desarrollar
diversas capacidades ligadas al liderazgo para interpretar los cambios, para entender las percepciones y
necesidades de la comunidad educativa, para usar las políticas no como camisas de fuerza que limiten la
acción y que impongan paradigmas de enseñanza descontextualizados, sino más bien para articular el
contenido de las políticas a las particularidades locales.
De esta manera, se plantea como objetivo del presente artículo analizar cómo el liderazgo educativo se
establece como un eje fundamental en la implementación local de las políticas educativas públicas. El
desarrollo de este objetivo es esencial para entender cómo los directivos en las escuelas desempeñan un
papel clave en la adaptación de las políticas nacionales a sus contextos locales, aportando de esta manera
en una discusión sobre la calidad educativa que generalmente se ha restringido al papel de los docentes y
de los estudiantes, olvidando el impacto decisivo que tiene la gestión escolar en la implementación exitosa
de las políticas.
Para el desarrollo del artículo se plantea una metodología de tipo cualitativa, fundamentada en una revisión
de literatura publicada en los últimos 10 años. En primer lugar, se analiza cuál es la relación del liderazgo
educativo con una educación de calidad. Posteriormente, se reconocen cuáles deben ser las características
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y habilidades de un líder educativo que sepa articular la realidad local con las políticas públicas. Finalmente,
a la luz de las variables desarrolladas previamente, se plantean un conjunto de estrategias que pueden ayudar
a los líderes educativos a mejorar esta articulación, reconociendo los diversos enfoques que se han
planteado en la literatura.
METODOLOGÍA
Se plantea el desarrollo de una investigación cualitativa, centrada en relacionar un conjunto de ideas y
perspectivas sobre un tema específico, de tal manera que se pueda reconstruir la forma en la cual se ha
venido documentado un problema particular, el cual corresponde, en este caso, al rol del líder educativo en
la articulación que debe existir entre las políticas públicas educativas con las realidades locales de las
escuelas. Teniendo en cuenta que la investigación tiene como objetivo reconstruir y documentar cómo se
ha venido abordando este tema, se plantea el desarrollo de una investigación descriptiva y relacional, ya
que se busca entender las relaciones concretas entre las políticas públicas educativas y las realidades locales
que se presentan en las escuelas.
Para la revisión y selección de los artículos se siguieron los principios esenciales de la guía PRISMA
(preferred reporting ítems for systematic reviews and meta-analyses). Esta guía presenta los procedimientos
puntuales que se deben desarrollar para una revisión de artículos, definiendo una serie de filtros, dentro de
los cuales se destacan los siguientes:
Fecha: para este caso, se seleccionaron únicamente artículos publicados entre el 2014 y el 2024.
Idioma: textos publicados en inglés y español, con versión disponible en texto completo
Palabras clave y título: Fue clave que el título y las palabras clave guardaran relación con los
términos de búsqueda, que en este caso fueron: “liderazgo educativo” y “políticas públicas educativas”, en
español y en inglés.
Duplicidad: Se eliminaron artículos o investigaciones similares que presentaban los mismos
resultados.
Resumen: Se realizó una lectura detallada del resumen para revisar la pertinencia del trabajo.
Conclusiones y discusión. Se desarrolló también la lectura de las conclusiones y discusión para
determinar si los hallazgos permitían responder a los objetivos planteados.
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La búsqueda se desarrolló en 4 bases de datos: Redalyc, Elsevier, Academic Search Complete y Scopus. Al
aplicar los filtros que se mencionaron previamente, se obtuvieron un total de 22 artículos, los cuales fueron
leídos en su totalidad y fueron organizados de acuerdo con las secciones presentes en el desarrollo del
artículo.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Relación del liderazgo educativo con una educación de calidad
Uno de los factores esenciales en el desarrollo de la calidad educativa, es la presencia de un liderazgo
asertivo, democrático y efectivo, mediante el cual se integren las diversas perspectivas de la comunidad
educativa, se alineen las diferentes experiencias y conocimientos, se tomen dediciones que involucren al
personal docente en los planes de trabajo, y a los estudiantes en los modelos de aprendizaje y en el desarrollo
de pautas para promover mejores hábitos de estudio (Gómez-Leal et al., 2021). El liderazgo educativo, por
tanto, debe ser participativo, debe partir de buenos procesos de comunicación como medio para generar
nuevas ideas y procesos de cambio, de tal manera que se pueda concebir la calidad como el resultado de un
conjunto de interacciones particulares que movilizan la construcción continua de los conocimientos
(Listiningrum et al., 2020)
En este sentido, se puede decir que la figura de los líderes es fundamental para promover el desarrollo del
liderazgo educativo, en la medida en la cual son los responsables de integrar los diversos intereses y
canalizarlos de acuerdo con los contenidos y principios de las políticas públicas (González Fernández et
al., 2016). Por ello, la OCDE (Pont et al., 2018) ha reconocido que el liderazgo educativo es esencial en la
calidad educativa, y que el desarrollo y aplicación de buenos procesos por medio de los cuales se obtengan
mejores resultados en las instituciones, exige de la existencia de deres auténticos, de líderes que sean
capaces de entender las diversas dinámicas y los procesos naturales de cambio y evolución que se van
generando en las institucione.
De esta manera, es posible promover la autonomía escolar, mejorar la participación, establecer nuevos
enfoques de desarrollo centrados en la construcción del proyecto de vida por parte de los estudiantes,
preparándolos no solo para responder adecuadamente a las pruebas y para cumplir con los logros
académicos, sino también para orientarlas en la vida. Así, es posible que se conviertan en mejores personas,
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capaces de aportar en la sociedad y de ofrecer soluciones concretas a las problemáticas que se presentan en
su entorno (Pont et al., 2018).
El líder educativo debe implementar y promover un liderazgo de carácter pedagógico, es decir, un liderazgo
orientado a la mejora continua de la educación, considerando para ello los diversos recursos humanos,
desafíos, carencias, posibilidades y capacidades con las que cuentan las personas (Hallinger, 2018), además
de una serie de consideraciones particulares sobre temas de infraestructura, recursos físicos y materiales,
tecnología (Gurr, 2015); y enfoques de comunicación e integración de las diversas personas que hacen parte
de las comunidades (Iranzo et al., 2014).
Esto quiere decir que si bien los líderes educativos deben poseer un conjunto de rasgos comunes, como
cualquier otro tipo de líder, dentro de los cuales se destacan la planificación, la capacidad de comunicar
ideas y de entender las diversas percepciones que se van generando en un entorno particular, la
preocupación fundamental del líder educativo es, por tanto, la mejora continua de la calidad educativa por
medio de enfoques que le permitan potencializar las capacidades de cada uno de los miembros del equipo
de trabajo (Pont et al., 2018).
Se trata, por tanto, de un liderazgo integral, ya que el líder educativo debe poseer importantes capacidades
de gestión de la información, desarrollo de tareas administrativas y gerenciales, visión a futuro para
anteponerse a los cambios, buenos principios de gestión de los recursos financieros y humanos, y
capacidades que le permitan promover el aprendizaje en cada una de sus actividades. Por otro lado, explica
Hallinger (2019), en un contexto en el cual los centros educativos tienen una autonomía cada vez mayor,
es esencial que el líder desarrolle también una serie de capacidades de tipo profesional y anticipatorio, las
cuales deben estar promovidas por constantes procesos de formación y profesionalización, que le permitan
al líder estar atento a los cambios, mejorar la eficiencia en los procesos de toma de decisión, y generar de
esta manera actuaciones que garanticen una mejora continua en la calidad educativa.
Ya que se ha analizado la importante relación que existe entre liderazgo y calidad educativa, a continuación,
es importante considerar cuáles son esas características y atributos con los que debe contar un líder en una
escuela del siglo XXI para promover estos procesos de articulación efectiva ente las realidades y
necesidades locales con los contenidos de las políticas públicas educativas. De esta forma, es posible,
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finalmente, plantear una serie de estrategias que pueden ayudar a mejorar el liderazgo educativo como
elemento esencial en el desarrollo de la calidad de la educación.
Características de un líder educativo que sepa articular la realidad loca con las políticas públicas
En el análisis de literatura sobre las capacidades y competencias que debe tener un líder educativo en el
desarrollo de una gestión estratégica efectiva, que alinee las necesidades locales con los principios de
desarrollo nacional, se encuentran diversos enfoques que es preciso reconocer. Para empezar, autores como
Pak et al., (2020) señalan que, en medio de los nuevos retos de la educación, en un mundo globalizado en
el cual parecen desdibujarse más las fronteras entre lo local y lo mundial, los líderes educativos deben
poseer una serie de capacidades enfocadas en la adaptación como medio para abordar los problemas que se
presentan en la práctica cotidiana.
En particular, los autores reconocen que la adaptación se establece como una habilidad esencial para que
los currículos educativos se alineen no solo con los lineamientos generales en las leyes y políticas públicas
de educación, sino también con las necesidades locales, las expectativas y modos de ser de la comunidad
educativa. Se establece, de esta manera, un desafío adaptativo que obliga a los directivos a encontrar
estrategias continuas para alinear la práctica educativa a los estándares planteados, sin desconocer la
importancia de satisfacer las necesidades de todos los estudiantes.
También se destacan los resultados de investigaciones como la de Gómez-Leal et al., (2021), quienes
encuentran que la inteligencia emocional se establece como una de las habilidades o competencias
esenciales de un líder educativo, que le permite desarrollar buenos procesos de toma de decisión, los cuales
integren los intereses particulares de la comunidad educativa y los lineamentos establecidos por los
gobiernos para orientar las actividades educativas. En su revisión de literatura, Gómez-Leal et al., (2021)
encuentran que la inteligencia emocional es esencial para un liderazgo efectivo, ya que le permite al líder
desarrollar habilidades como la empatía, lo cual es esencial para promover buenos procesos de
comunicación.
La inteligencia emocional interviene directamente en la forma en la cual el líder construye relaciones de
confianza con los miembros que hacen parte de la comunidad educativa, lo cual incide favorablemente en
aspectos como la satisfacción de los docentes y el bienestar de los estudiantes. En particular, la inteligencia
emocional ayuda también a articular ideas, a gestionar el conflicto y a tomar decisiones más equitativas,
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pues le permite al líder ser consciente de sus propias emociones y las de los demás, lo cual facilita una
gestión más inclusiva y comprensiva de las dinámicas escolares.
Por su parte, Komalasari et al., (2020) plantean que los directivos educativos deben contar con la capacidad
para tomar decisiones éticas y balanceadas, es decir, para tomar decisiones complejas por medio de las
cuales puedan equilibrar la justicia y la equidad, con los factores que son decisivos en los procesos de
formación de los estudiantes y con la calidad educativa. El director educativo, por tanto, debe encontrar la
manera de construir sistemas educativos sostenibles que respondan a las necesidades de los estudiantes, de
los adultos involucrados en el proceso y de las autoridades gubernamentales. Para ello, deben tener una
visión integral que le permita comprender las diversas consecuencias que se desprenden de dilemas de tipo
ético y procedimental, de tal manera que puedan, en cada caso, priorizar el bienestar y el desarrollo integral
de todos los miembros de la comunidad escolar.
Otro aporte importante es planteado por Coleman (2022), quien expresa que los líderes deben ser capaces
de fomentar el desarrollo de una cultura de colaboración en medio de la cual los docentes, estudiantes y
familiares trabajen juntos para construir una comunidad educativa sólida, que se fortalezca a misma,
continuamente, gracias al desarrollo de múltiples espacios de reflexión y de participación. La posibilidad
de promover la colaboración, por tanto, se establece como un eje esencial para la implementación exitosa
de los principios que orientan la calidad educativa, y para fomentar además una red estructurada de
aprendizaje compartido.
Lo anterior implica que los líderes educativos deben ser flexibles, y deben también estar abiertos a adaptarse
a diferentes situaciones, contextos y necesidades, de manera tal que puedan no solo aprender de las
experiencias de otros sino también a hacer uso de esa información como medio para mejorar los programas
en sus propias instituciones (Iranzo et al., 2014). De esta manera, se puede decir con Kyndt et al., (2016)
que la capacidad para gestionar el cambio y para enfrentar los desafíos de implementar programas
educativos en entornos diversos se debe mejorar constantemente por medio de la colaboración como
aspecto determinante en el desarrollo de la educación.
Por su parte, Listiningrum et al., (2020) encuentran que los directivos cumplen un papel cada vez más
complejo en el desarrollo de una educación de calidad, que los obliga a poseer un rol dinámico, por medio
del cual puedan integrar diversos tipos de ideas y promover la participación y la comunicación, sin olvidar
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que ellos son los principales tomadores de decisiones y que sobre ellos mismos recae la responsabilidad de
las mismas. En este sentido, el directivo debe gestionar y coordinar múltiples perspectivas y enfoques
dentro de la comunidad educativa, promoviendo además el desarrollo de una visión estratégica, capaz de
anticipar desafíos y oportunidades, y de dirigir los esfuerzos de su equipo hacia objetivos comunes.
El rol del director, por tanto, implica que pueda al mismo tiempo ser un líder orientado al cambio y a la
innovación, mientras que al mismo tiempo vela y protege la estabilidad institucional. La toma de decisiones,
en este este sentido, debe estar respaldada por una reflexión constante sobre las necesidades y el bienestar
de los estudiantes, asegurando que las políticas implementadas se encuentren alineadas con los valores
fundamentales de la educación, con las necesidades de la comunidad, y con el desarrollo integral de todos
los alumnos.
En resumen, de acuerdo con el análisis que se ha planteado, se puede decir que los líderes educativos deben
integrar competencias éticas, evaluativas, colaborativas y adaptativas para mejorar esa relación y
articulación efectiva que debe existir entre las políticas públicas y las necesidades del contexto local. El
líder, además, debe poseer habilidades asociadas con la inteligencia emocional, teniendo en cuenta que
trabaja con grupos con diversas necesidades, experiencias y expectativas, razones por la cual la empatía y
las buenas estrategias de comunicación son esenciales para establecer acuerdos. De esta manera, a través
de enfoques integrales, los directivos pueden logar que los programas sean sostenibles, que sean eficaces
y, sobre todo, que se puedan ajustar y adaptar a las necesidades cambiantes que se presentan en sus
comunidades educativas (Bernal Martínez de Soria e Ibarrola, 2015).
Teniendo en cuenta los diversos elementos que se han señalado en este apartado, a continuación, es
importante definir una serie estrategias concretas que se deben implementar para mejorar las capacidades
de los directivos en la alienación de las políticas públicas con las realidades de las escuelas en las cuales
trabajan.
Estrategias para mejorar el liderazgo educativo para
Un componente esencial para mejorar la calidad del liderazgo educativo es la formación. En la literatura se
destacan los aportes de González et al., (2015), quienes plantean que la formación se establece como un
factor fundamental que les permite a las personas experimentar previamente los efectos de sus decisiones,
a través de un seguimiento estricto y de un continuo proceso de análisis sobre sus creencias y percepciones,
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a la luz de diversos componentes teóricos que inciden favorablemente en procesos de construcción del
conocimiento. La formación de los líderes educativos, por tanto, se establece como un eje esencial en
actividades de reflexión que le permitan a cada uno de ellos evaluar su propia práctica, generar reflexiones
sobre las diversas decisiones que toman, y asumir una postura crítica que les permita mejorar
constantemente y entender cuáles son las debilidades que deben ser afrontadas para convertirse en mejores
líderes (Maya et al., 2019).
En este sentido, se destacan también las apreciaciones de Weinstein et al., (2019), quienes sistematizan un
conjunto de elementos esenciales en la formación de los líderes educativos. Dentro de dichos elementos o
dimensiones se destaca, por ejemplo, la actualización constante de los materiales de trabajo, la promoción
de relaciones con diversos agentes formativos que ayuden a promover una interacción constante y una
retroalimentación sobre los conocimientos y las experiencias; el fortalecimiento de intercambios
profesionales que promuevan la investigación y la posibilidad de implementar ideas en espacios simulados
para prever los cambios que se pueden presentar en una institución determinada.
Por otro lado, autores como Pak (2020) señalan que un elemento esencial en la formación de los líderes
educativos es la obtención y búsqueda de ayudas a la investigación, y la participación en espacios de debate
sobre temas asociados al presente y al futuro de la educación. Sepúlveda y Aparicio-Molina (2019), por su
parte, reconocen que el apoyo a la innovación se establece como un eje central en la formación, que les
permite a los directivos estar atentos a los cambios que se presentan en el entorno, además de impactar
favorablemente el desarrollo de los procesos de análisis.
También se destacan los aportes de autores como Arnold y Sangrá (2018); quienes señalan que el liderazgo
de los directivos educativos debe potenciarse a través de esquemas de colaboración e integración entre el
gobierno, las autoridades locales y los mismos directivos, para generar de esta manera sinergias que incidan
en la calidad educativa por medio de procesos en los cuales se relacionen los diversos conocimientos y
experiencias que existen sobre la educación, articulando así conocimientos y prácticas locales con los
principios universales que orientan los enfoques nacionales para la promoción de la calidad educativa.
En este sentido, la integración y el intercambio de conocimientos es esencial para que los líderes educativos
cuenten con una amplia información sobre el entorno, sobre la realidad nacional y sobre las particularidades
del contexto local, lo cual es esencial para que puedan desarrollar nuevas estrategias de mejora que se
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correspondan con la realidad y que integren también las visiones del gobierno sobre la educación (Aravena
y Hallinger, 2018)
Por su parte, autores como Inttoré et al., (2019) reconocen que el liderazgo en los centros educativos puede
fortalecerse y mejorar continuamente gracias al uso de nuevas tecnologías que les permitan a los directivos
mejorar procesos de gestión de la información, fortalecer enfoques de gestión del cambio a través de una
mejor organización y difusión de datos y conocimientos que se comuniquen de una manera adecuada a lo
largo de toda la institución. En particular, reconocen que la tecnología puede ser importante para contar con
una información sistematizada sobre el conjunto de políticas públicas que se presentan en el entorno, para
entender cómo las necesidades y posibilidades locales se articulan a dichas políticas, y para orientar de esta
manera enfoques de cambio que mejoren la adaptación entre el personal docente y los estudiantes, sin
perder con ello los valores locales y las tradiciones que son esenciales en el desarrollo de cada institución
educativa.
Se destaca también la importancia de promover el desarrollo de un liderazgo transformacional, a través del
cual se puedan integrar conocimientos e ideas como medio para promover el desarrollo de cambios en la
práctica cotidiana y en la forma en la cual se hacen las cosas (Díaz y Díaz, 2021). De esta manera, es preciso
evadir el desarrollo de liderazgos pasivos, mediante los cuales se acumulan conocimientos que nunca son
usados en la práctica y que no tienen una trascendencia real en la intervención de las problemáticas que se
presentan en los contextos de aprendizaje. En este sentido, explican Díaz y Díaz (2021), el liderazgo
transformacional en el caso de los directivos de las escuelas es esencial para inspirar a la comunidad
educativa a adoptar una visión compartida del futuro, en medio de las cual se fomente también un ambiente
de innovación y mejora continua.
Los directivos, explican Sepúlveda y Aparicio-Molina (2019) no solo deben dirigir de una manera adecuada
a su equipo de trabajo, sino que además deben también ayudarles a los docentes y estudiantes a desarrollar
sus propios talentos, en medio de un proceso en el cual asumen también un rol activo en la toma de
decisiones y en los cambios que se deben implementar en el proceso educativo. De esta manera, se puede
decir con Tintoré et al., (2019) que el líder educativo debe promover continuamente la motivación para que
la comunidad escolar trabaje conjuntamente en propósito común que trascienda las tareas cotidianas y que
articule una serie de experiencias significativas sobre la educación.
pág. 10941
Por tanto, la meta central de un directivo en una escuela debe ser la de promover cambios reales y
sostenibles, que apoyen el desarrollo de las políticas públicas y que generen nuevos aportes a partir de las
comprensiones sobre la realidad local. La incidencia en la práctica real es clave, además, para superar los
desafíos emergentes, para configurar una visión clara de lo que se quiere logar en los entornos de
aprendizaje, para motivar a las personas en procesos de cambio centrados en la inspiración, la confianza y
el apoyo continuo.
También se destacan los aportes de Duarte (2020), quien destaca que los directivos en las escuelas precisan
del desarrollo de prácticas innovadoras, teniendo en cuenta que trabajan en entornos complejos en los cuales
existen intereses diversos. En este sentido, el autor destaca la importancia de promover un liderazgo
distribuido, dándoles la posibilidad a los demás miembros de la comunidad educativa para que se conviertan
en actores centrales de sus propios procesos de mejora y de desarrollo. De esta manera, es posible que la
escuela mejore sus vínculos con la comunidad, desde el desarrollo de una gestión socio-comunitaria
eficiente, en medio de la cual cada persona aporte mediante un proceso participativo que le permita incidir
favorablemente en la calidad de vida educativa.
Como se puede apreciar, la formación de los líderes educativos es un factor clave para mejorar la calidad
del liderazgo en los contextos educativos. Los estudios que se han revisado permiten entender que más allá
de los conocimientos técnicos, los directivos deben contar con un conjunto integral de competencias y
habilidades que les permitan enfrentar los desafíos emergentes y adaptar las políticas educativas públicas a
las realidades locales. Además. Proceso de formación continua en áreas como la inteligencia emocional, la
comunicación, la resiliencia y la adaptabilidad, son esenciales para que los directivos puedan realizar una
gestión efectiva y tomar decisiones informadas que impacten positivamente en la comunidad educativa.
Además, se destacan los aportes sobre el liderazgo transformacional y distribuido como elementos centrales
para ayudarles a los directivos a crear y promover un ambiente de innovación, participación y colaboración
dentro de la escuela, involucrando a todos los actores en la toma de decisiones.
CONCLUSIONES
La implementación de las políticas públicas educativas se establece como un reto esencial en el desarrollo
de la calidad educativa, pues de nada sirven los espacios de planeación y diseño de estrategias de mejora
en las instancias gubernamentales, si en la práctica no se encuentran los medios para aplicar de manera
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efectiva el conjunto de soluciones y mejoras estratégicas que son propuestas. En este sentido, el directivo
o líder educativo cumple un rol fundamental que media los espacios de planeación y diseño de políticas
con su implementación, razón por la cual debe poseer un conjunto integral de capacidades y de
competencias que le permitan comprender con detalle el contenido de dichas políticas, apropiarlo para el
caso de la realidad en la cual participa, y adaptarlo de manera efectiva a las necesidades particulares de las
comunidades.
En este sentido, el directivo debe poner en práctica el desarrollo de un liderazgo transformacional, a través
del cual pueda generar cambios relevantes en la práctica educativa por medio de enfoques centrados en la
comunicación, la gestión de la información, el uso de tecnologías, la inteligencia emocional y la adaptación,
como elementos centrales que pueden incidir en la construcción conjunta de nuevos conocimientos que
partan de la reflexión, la integración y la participación. De esta forma, es posible generar buenos esquemas
de apropiación reflexiva en el desarrollo de las políticas públicas, para que realmente generen los cambios
que se requieren en las instituciones educativas, a partir de enfoques centrados en la colaboración y en
continuos procesos de articulación de ideas.
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