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lectura, el acompañamiento en los primeros años y la motivación intrínseca y extrínseca hacia la lectura.
Por otro lado, existen diversas teorías de enseñanza de la lectura, donde el profesor tiene una idea clara,
aunque no sabe muy bien la orientación en que se encuentre, pero, sí seleccionar los recursos y
estrategias que faciliten el aprendizaje. Rubio et. al (2013). Así, se desarrolla la lectura como estrategia
en las escuelas.
Dentro de las estrategias para fomentar el hábito lector, los clubes de lectura se destacan como una
herramienta innovadora y efectiva. Los clubes de lectura consisten en espacios diseñados para promover
la lectura en grupo, fomentando el diálogo, la reflexión y la interacción social a partir de textos
compartidos. Estas dinámicas no solo aumentan la motivación hacia la lectura, sino que también
fortalecen habilidades comunicativas y sociales (Saltos et al., 2023). Además, permiten que los
participantes desarrollen una relación más positiva con los libros, al convertir la lectura en una
experiencia placentera y significativa.
El rol de los clubes de lectura en el fomento del hábito lector es fundamental, especialmente en contextos
educativos. Según Yildiz (2020), estas actividades generan interés y compromiso hacia la lectura,
mejorando la comprensión lectora y fortaleciendo el pensamiento crítico. Asimismo, fomentan una
cultura de aprendizaje colaborativo, involucrando a estudiantes, docentes y familias en un proceso
educativo más inclusivo y dinámico. En síntesis, el hábito lector y los clubes de lectura son elementos
esenciales para el desarrollo integral de los estudiantes, especialmente en contextos con limitaciones de
recursos. Su implementación contribuye no solo al aprendizaje académico, sino también a la formación
de una sociedad lectora y crítica.
Investigar esta problemática es importante, ya que los profesores siguen pensando que la lectura en las
escuelas es una actividad calificada, obligatoria y de castigo en muchos casos, más no, como recreación,
habito y gusto por conocer y aprender, como afirma Dubois (1995) “La escuela nos enseñó que la lectura
no es para vivirla, sino para estudiarla, y eso es lo que seguimos repitiendo como docentes con nuestros
alumnos” (p. 5). Por lo que es necesario que los profesores mismos corrijan tal práctica en las escuelas,
ya que el hábito lector no solo enriquece el aprendizaje de los estudiantes, sino que también fomenta el
pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de comunicación, herramientas esenciales para su
desarrollo personal y social (Muñoz, 2022). A partir de esta necesidad, se ha propuesto la