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INTRODUCCIÓN
La educación socioemocional ha emergido como una dimensión crítica en el ámbito educativo
contemporáneo, destacando por su capacidad para influir en el desarrollo integral de los estudiantes. Este
enfoque educativo se centra en el fortalecimiento de competencias como el autoconocimiento, la
autorregulación, la conciencia social, las habilidades de relación y la toma de decisiones responsable
dentro del entorno educativo. Estas competencias son esenciales no solo para el bienestar emocional y
social de los estudiantes, sino también para su rendimiento académico y su capacidad para enfrentar los
desafíos de la vida cotidiana.
La incorporación de la educación socioemocional en el sistema educativo se fundamenta en la premisa de
que el aprendizaje no se limita únicamente a la adquisición de conocimientos académicos, sino que
también abarca el desarrollo de habilidades emocionales y sociales. Diversos estudios han demostrado
que los programas de la educación socioemocional pueden mejorar significativamente el rendimiento
académico, reducir los problemas de comportamiento y promover actitudes positivas hacia uno mismo y
hacia los demás (Durlak, 2017). Los estudiantes que participan en programas de educación
socioemocional tienden a tener mejores calificaciones, una mayor asistencia escolar y una mayor
probabilidad de graduarse, lo que subraya la importancia de integrar estas competencias en el currículo
escolar dentro de las instituciones educativas.
La educación socioemocional se define como el proceso mediante el cual los individuos aprenden a
comprender y gestionar sus emociones, establecer y alcanzar metas positivas, sentir y demostrar empatía
hacia los demás, establecer y mantener relaciones positivas, y tomar decisiones responsables. Estos
componentes son fundamentales para el desarrollo integral de los estudiantes, ya que les proporcionan las
herramientas necesarias para navegar por un mundo cada vez más complejo e interconectado (Chávez,
2019).
El autoconocimiento implica la capacidad de los estudiantes para reconocer sus propias emociones,
pensamientos y valores, y cómo estos influyen en su comportamiento. La autorregulación se refiere a la
capacidad de manejar el estrés, controlar los impulsos y motivarse a sí mismos para alcanzar sus
objetivos. La conciencia social es la capacidad de entender las perspectivas y sentimientos de los demás,
y mostrar empatía hacia ellos.