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acceso a la conectividad. La llamada «brecha digital» es el desequilibrio de la Europa del siglo xxi, que se
añade a las muchas desigualdades que se arrastran de la concatenación de crisis anteriores.
En su doble papel de tecnología de propósito general y herramienta para la innovación, la IA ha logrado
protagonismo en los debates en múltiples esferas bajo la promesa de cambiar la forma en que vivimos y
nuestra percepción del mundo. Dado que se trata de un concepto en constante evolución, resulta difícil
ofrecer una definición que contemple sus múltiples facetas.
Desde la perspectiva del transhumanismo, la IA se plantea como una alternativa que permite el
mejoramiento humano pues es una filosofía considerada como la cosmovisión de la era postmoderna donde
se atiende con especial énfasis a la técnica que se reviste de un carácter utópico en el sentido que busca un
constante progreso donde todo se puede mejorar; de acuerdo a Damour (citado en Diéguez, 2017) “el
transhumaismo se sitúa en la frontera entre lo real y lo imaginario, y desde allí propone un programa
metafísico de investigación y al mismo tiempo un repertorio de conceptos y de valores que impulsan
prácticas concretas encaminadas a la consecución de una nueva era” (p. 32).
La noción evolutiva social ascendente de lo humano no plantea una involución, lo cual se presenta como
una opción que presenta el transhumanismo en contraposición de ese evolucionismo ascendente.
Se puede afirmar que la IA es un campo de estudio que enfatiza en las capacidades de los sistemas
computacionales para favorecer el desarrollo de las tareas que anteriormente habían sido contempladas solo
para el razonamiento de la inteligencia humana. Esta evolución de ese sistema tecnológico que va siempre
en busca de un perfeccionamiento de la técnica, ha modificado el entorno en un ecosistema en red donde
todo está interconectado y los objetos tecnológicos se han convertido en una extensión del cuerpo humano
en los diferentes aspectos de la vida diaria (trabajo, educación, ocio, salud, etc.) y se advierten como unas
entidades algorítmicas que son mediadoras de las interacciones de las personas dentro y fuera de esa red.
Es así como actualmente, una caída en la plataforma de las redes sociales en el mundo incide abruptamente
a escalas globales en materia comercial, económica, productiva, política, educativa, financiera, etc. Esto
ocurre, porque progresivamente esos sistemas y entidades tradicionales han sido sustituidos por
ensamblajes tecnológicos más complejos que, si bien involucra de alguna manera a las personas éstos son
capaces de ejercer acciones de monitoreo con la finalidad de prever eventos específicos basados solo en la
técnica, es decir, el deber ser, sin que existan elementos o factores externos e internos que le permitan