INCORRECTOS HÁBITOS QUE GENERAN
HIPERTENSIÓN MAL CONTROLADA EN ADULTOS
MAYORES DE 65 AÑOS EN EL CARMEN MANABÍ
INCORRECT HABITS THAT GENERATE POORLY
CONTROLLED HYPERTENSION IN ADULTS OVER 65 YEARS
OF AGE IN EL CARMEN MANABÍ
Guerrero Pachacama José Andrés
Distrito 13d05 El Carmen, Ecuador
Loza Cedeño Dayanara Michelle
Distrito 13d05 El Carmen, Ecuador
Cevallos Medranda Jessica Gabriela
Dirección Distrito 23d01 Santo Domingo, Ecuador
Morales Castro Ginger Briggitte
Dirección Distrito 09D17 Milagro, Ecuador
Bermúdez Almeida Yandri Jose
Distrito 13d05 El Carmen, Ecuador
pág. 3738
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i1.16118
Incorrectos Hábitos que Generan Hipertensión Mal Controlada en Adultos
Mayores de 65 años en el Carmen Manabí
Guerrero Pachacama José Andrés1
jgpachacama2000@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2977-4697
Enfermero Del Distrito 13d05 El Carmen
Salud
Ecuador
Loza Cedeño Dayanara Michelle
michelle.1611@hotmail.es
https://orcid.org/0009-0003-3555-5823
Enfermero Del Distrito 13d05 El Carmen
Salud
Ecuador
Cevallos Medranda Jessica Gabriela
gaby1j18@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-2025-2607
Enfermera Del Dirección Distrito 23d01 Santo
Domingo -Salud
Ecuador
Morales Castro Ginger Briggitte
gingermoralescastro@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-2848-6104
Enfermera Del Dirección Distrito 09D17
Milagro Salud
Ecuador
Bermúdez Almeida Yandri Jose
ybermudezalmeida@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-8029-0295
Enfermero Del Distrito 13d05 El Carmen
Salud
Ecuador
RESUMEN
Este estudio examina los hábitos que contribuyen al mal control de la hipertensión en adultos mayores
que asisten a Centros de Salud. Utilizando un enfoque cualitativo, exploratorio y fenomenológico, se
realizaron entrevistas semiestructuradas con diez participantes (siete mujeres y tres hombres) de 65 años
o más. Los hallazgos revelan diferencias significativas de género en los hábitos de vida. Las mujeres
exhibieron principalmente un comportamiento sedentario, junto con una dieta alta en alimentos fritos y
sodio y baja en frutas y verduras. Estos patrones se atribuyeron a limitaciones económicas, normas
culturales y conciencia limitada sobre la salud. Los hombres informaron un historial de consumo
excesivo de alcohol y tabaco en sus años más jóvenes y una baja participación en la actividad física
fuera del trabajo agrícola. El estudio subraya el papel de los hábitos arraigados y los contextos sociales
en el manejo de la hipertensión. Los resultados destacan la necesidad de intervenciones específicas,
incluida la educación para la salud y programas comunitarios accesibles, para promover
comportamientos más saludables y mejorar la calidad de vida entre los adultos mayores.
Palabras clave: hipertensión, hábitos, adultos mayores, Ecuador
1
Autor principal
Correspondencia: jgpachacama2000@gmail.com
pág. 3739
Incorrect Habits that Generate Poorly Controlled Hypertension in Adults
Over 65 Years of Age in El Carmen Manabí
ABSTRACT
This study examines the habits contributing to poorly controlled hypertension in older adults attending
health center. Using a qualitative, exploratory, and phenomenological approach, semi-structured
interviews were conducted with ten participants (seven women and three men) aged 65 and older. The
findings reveal significant gendered differences in lifestyle habits. Women primarily exhibited sedentary
behavior, coupled with a diet high in fried foods and sodium and low in fruits and vegetables. These
patterns were attributed to economic constraints, cultural norms, and limited health awareness. Men
reported a history of excessive alcohol and tobacco consumption in their younger years and low
engagement in physical activity outside agricultural work. The study underscores the role of ingrained
habits and social contexts in hypertension management. The results highlight the need for targeted
interventions, including health education and accessible community programs, to promote healthier
behaviors and improve quality of life among older adults.
Keywords: hypertension, habits, older adults, Ecuador
Artículo recibido 03 enero 2025
Aceptado para publicación: 07 febrero 2025
pág. 3740
INTRODUCCN
La hipertensión arterial se ha convertido en una patología prevalente que ha provocado el incremento
de problemas cardiovasculares cuyas afecciones se han visto de manera significativa dentro de los
adultos mayores, incrementado de esta manera el riesgo para que este grupo etario desarrolle
enfermedades cardiovasculares, renales y cerebrales. En este sentido, la hipertensión ha pasado a ser un
problema de salud pública que afecta la calidad de vida e incrementa las tasas de morbilidad, a tal punto
que la hipertensión es una de las principales causas de muerte prematura en el mundo (OMS, 2023).
Desde un punto de vista conceptual, los hábitos son un conjunto de patrones de comportamiento que se
adquieren a lo largo del tiempo, los cuales cumplen con un papel esencial dentro de la salud del ser
humano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los hábitos son considerados como
positivos si estos contribuyen al bienestar de una persona y negativos cuando promueven la presencia
de una enfermedad o empeoramiento de la salud (OMS, 2023). Por otra parte, la hipertensión hace
referencia a una enfermedad que se caracteriza por el aumento de la presión arterial por encima de los
valores normales, lo cual puede conducir a la presencia de alteraciones de la salud y en el peor de los
casos la muerte de un individuo por las afecciones que puede producir (Arellano et al., 2023).
A pesar que varios estudios han probado que el estrés, la falta de actividad física, el sedentarismo, la
mala alimentación y el consumo de bebidas alcohólicas y de cigarrillo; son factores desencadenantes en
la presencia de hipertensión arterial (Carrión et al., 2023; Castro et al., 2023). El planteamiento del
problema se enmarca en la carencia de datos e investigaciones desarrolladas con adultos mayores y por
consiguiente se desconoce los hábitos de los adultos mayores y especialmente si dichos hábitos son los
desencadenantes para que los casos de hipertensión en estos pacientes se hayan incrementado. Por lo
tanto, la relevancia del estudio se basa en la necesidad de desarrollar un estudio cualitativo que a través
de entrevistas semiestructuradas identifique los hábitos incorrectos que conllevan a la presencia de este
problema de salud y plantear soluciones que contrarresten sus efectos negativos.
En consideración de lo manifestado, el presente ensayo tiene como objetivo identificar los incorrectos
hábitos que generan hipertensión arterial mal controlada en adultos mayores de 65. Con la finalidad de
dar cumplimiento al objetivo anteriormente planteado, el estudio busca brindar respuesta a la siguiente
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pregunta de investigación ¿Cuáles son los hábitos de los adultos mayores que tienen problemas de
hipertensión arterial?
DESARROLLO
Desde el punto de vista teórico, este estudio se basa en la Teoría conductual de Pablov la cual explora
cómo los comportamientos individuales y las elecciones de estilo de vida influyen directamente en los
resultados de salud. La teoría conductual destaca que la salud no está determinada únicamente por
factores biológicos o genéticos, sino que también está significativamente determinada por las elecciones
personales, las circunstancias ambientales, las presiones sociales y comportamientos pasados (Cerón et
al., 2022). Esta perspectiva teórica proporciona una base para analizar el papel de los hábitos, ya sean
positivos o negativos, en el control o la exacerbación de la hipertensión, especialmente en las
poblaciones de mayor edad.
Según Pablov, los hábitos se forman a través de comportamientos repetidos a lo largo del tiempo,
creando patrones que pueden ser beneficiosos o perjudiciales para la salud. Por ejemplo, el consumo de
una dieta alta en sodio, la falta de actividad física, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son
comportamientos que se vuelven habituales y son factores de riesgo bien documentados para la
hipertensión (Mazorra et al., 2022). Estos hábitos, en particular entre los ancianos, interactúan con los
procesos fisiológicos de envejecimiento, lo que dificulta el manejo de la hipertensión (OMS, 2023). Por
lo tanto, la teoría conductual analizada dentro de los contextos de la salud también destaca que estos
hábitos no son aislados, sino que a menudo son el resultado de factores sociales y psicológicos más
amplios, como el estrés, las normas culturales y el acceso limitado a recursos que promueven la salud
(Riaño et al., 2022).
Desde una mirada conceptual, los hábitos son definidos como el conjunto de patrones automáticos de
comportamiento que se desarrollan a través de la repetición y que están influenciados por factores
ambientales y psicológicos. Mientras que, la hipertensión, es concebida como una afección crónica que
se caracteriza por una presión arterial constantemente elevada por encima de los niveles normales.
La OMS (2023) clasifica los hábitos en categorías positivas y negativas, según su impacto en la salud
individual. En este sentido, los hábitos positivos, como una dieta equilibrada y la actividad física regular,
mejoran los resultados de salud, mientras que los hábitos negativos el sedentarismo, la mala
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alimentación, y el consumo de cigarrillo y alcohol; aumentan el riesgo de enfermedades crónicas como
la hipertensión (García et al., 2024). Por lo tanto, entre los adultos mayores, los hábitos negativos tienden
a acumularse con el tiempo, lo que genera importantes riesgos para la salud.
En consideración de lo manifestado, las malas prácticas alimentarias, incluida la ingesta elevada de sal
y grasas, se encuentran entre los factores que más contribuyen a la hipertensión (Arellano et al., 2023),
como también los estilos de vida sedentarios agravan aún más el problema, ya que el ejercicio regular
es esencial para mantener la salud cardiovascular (Castelo et al., 2022; Castelo et al., 2023; García et
al., 2024). Así mismo, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol también tienen un impacto
directo, ya que provocan daños arteriales y aumentan los niveles de presión arterial (Castro et al., 2023).
Estos hábitos suelen derivar de comportamientos de larga data y se ven reforzados por normas sociales
y culturales.
Varios estudios destacan el papel de los hábitos en la hipertensión. Por ejemplo, Arellano et al. (2023)
documentaron que el sedentarismo a largo plazo y las dietas ricas en sodio son factores críticos en el
control deficiente de la presión arterial entre los pacientes de edad avanzada. De manera similar, Castro
et al. (2023) identificaron que los hábitos inducidos por el consumo de alcohol, aumentan
significativamente la prevalencia de hipertensión en las poblaciones de mayor edad.
En consideración de las bases conceptuales y teóricas anteriormente descritas, el comprender el papel
de los hábitos en la hipertensión proporciona una base para diseñar intervenciones para mejorar los
resultados de salud en los adultos mayores. Se ha demostrado que los programas educativos centrados
en la promoción de hábitos más saludables, como dietas equilibradas y mayor actividad física, reducen
los niveles de presión arterial de manera eficaz. Al abordar los hábitos negativos arraigados, los
proveedores de atención médica pueden mejorar el manejo de la hipertensión y mejorar la calidad de
vida de los ancianos (Carrión et al., 2022).
Para la recolección de datos, se utilizó un método de entrevista semiestructurada aplicada a diez adultos
mayores de 65 años o más, los cuales asistieron a centros de salud y fueron identificados como personas
con niveles altos de presión arterial (Revisar anexo A). La entrevista consistió en cuatro preguntas
abiertas diseñadas para abordar las dimensiones del estudio: (a) estilo de vida sedentario, (b) consumo
de tabaco, (c) consumo de alcohol, y (d) mala alimentación (Ver anexo B). La flexibilidad del formato
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semiestructurado permitió a los participantes proporcionar respuestas detalladas y reflexivas al tiempo
que se garantizaba la coherencia al abordar las dimensiones centrales de la investigación. Este enfoque
facilitó una comprensión integral de los hábitos y comportamientos que contribuyen a la hipertensión
mal controlada en los participantes.
Tomando en consideración que los estudios cualitativos que adoptan un diseño fenomenológico
describen las conductas y comportamientos de un fenómeno de investigación y con la finalidad de
facilitar la comprensión de los resultados del presente estudio. A continuación, se presenta de manera
textual un resumen que compila los patrones de respuestas comunes determinadas por los diez
entrevistados.
Con base a las respuestas obtenidas en la primera pregunta de la entrevista, se evidenció que los hábitos
alimentarios de los entrevistados revelan patrones que contribuyen significativamente a la prevalencia
de la hipertensión. La mayoría de las mujeres entrevistadas informaron de una dieta consistente que
incluía alimentos fritos, comidas con alto contenido de sodio y una baja ingesta de frutas y verduras.
Estos hábitos se describieron como normas culturales que adoptaron durante la infancia y continuaron
durante toda su vida. Las limitaciones económicas se identificaron como una barrera crítica, ya que
muchas de las participantes expresaron que las frutas y verduras se consideraban caras, lo que las llevaba
a priorizar alimentos asequibles, procesados y ricos en calorías. Esto coincide con estudios que indican
que un nivel socioeconómico más bajo se correlaciona con un acceso limitado a opciones de alimentos
saludables, lo que aumenta el riesgo de hipertensión. Por otra parte, los tres participantes masculinos,
aunque un poco más conscientes de las recomendaciones dietéticas, admitieron que sus esfuerzos por
reducir los alimentos fritos y salados han sido inconsistentes. Sus dietas anteriores estaban influenciadas
por comidas ricas en calorías destinadas a mantener la energía para el trabajo físico, pero no incluían
alimentos ricos en nutrientes como las verduras frescas. Con el tiempo, aunque informaron haber
realizado pequeños ajustes en la dieta, estos cambios fueron insuficientes para mitigar los efectos a largo
plazo de sus hábitos en la salud. Esto resaltan la importancia de las mejoras dietéticas sostenidas para
controlar la hipertensión.
Con base a las respuestas obtenidas en la segunda pregunta de la entrevista se evidenció que los niveles
de actividad física entre los participantes fueron generalmente bajos. Las siete mujeres describieron su
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estilo de vida como en gran medida sedentario, con el esfuerzo físico limitado a las tareas domésticas
rutinarias. Ninguna de las mujeres realizó actividad sica estructurada, como caminar, clases de
ejercicio o deportes. Atribuyeron esta inactividad a la falta de conciencia sobre la importancia del
ejercicio para prevenir la hipertensión, así como a las expectativas culturales que priorizan los roles
domésticos sobre la aptitud física personal. Este patrón es consistente con la literatura académica que
ha determinado que las mujeres en áreas rurales a menudo tienen niveles más bajos de actividad física
debido a las normas sociales y la falta de instalaciones de ejercicio accesibles. Por otra parte, los tres
participantes masculinos, aunque físicamente activos a través del trabajo agrícola, indicaron que no
realizan ejercicios adicionales fuera de su trabajo. Sus rutinas diarias implican un esfuerzo físico
significativo, como plantar, cosechar y transportar bienes, pero informaron que estas actividades no se
complementan con esfuerzos conscientes para mejorar la salud cardiovascular. Esto es significativo,
como lo demostrado por la literatura académica que destaca que, si bien el trabajo físico contribuye a
los niveles generales de actividad, no necesariamente aborda las necesidades específicas de la salud
cardiovascular, como el ejercicio aeróbico constante.
Con base a las respuestas obtenidas en la tercera pregunta de la entrevista El comportamiento sedentario
fue predominante entre las mujeres, quienes informaron pasar de 5 a 8 horas diarias sentadas o acostadas,
sin contar el sueño. Las actividades sedentarias comunes incluían mirar televisión, tejer o participar en
conversaciones sociales ligeras. Las limitaciones económicas y la falta de programas comunitarios que
promuevan la actividad física contribuyeron a sus períodos prolongados de inactividad. Muchas
participantes desconocían el impacto negativo del comportamiento sedentario en el control de la presión
arterial, lo que se hace eco de los hallazgos de estudios que destacan el papel de los estilos de vida
sedentarios en la exacerbación de los riesgos de hipertensión, particularmente en adultos mayores. Por
otra parte, los hombres informaron un comportamiento menos sedentario durante el día debido a su
participación en tareas agrícolas. Sin embargo, admitieron que sus tardes a menudo las pasaban sentados
y socializando, lo que contribuía a aproximadamente 3 a 5 horas de tiempo sedentario diario. Esto
concuerda con estudios que han indicado que, si bien las poblaciones rurales masculinas pueden tener
un menor tiempo sedentario en general debido a trabajos intensivos en mano de obra, su falta de
actividad física estructurada en el tiempo libre aún plantea riesgos para el manejo de la hipertensión.
pág. 3745
Estos hallazgos subrayan la necesidad de realizar intervenciones dirigidas tanto a la actividad física en
el tiempo libre como a la reducción del comportamiento sedentario en esta población.
Con base a las respuestas obtenidas en la cuarta pregunta de la entrevista, los hombres del estudio
revelaron antecedentes de consumo excesivo de alcohol y tabaco durante sus años de juventud, hábitos
que se normalizaron en su entorno social y cultural. El consumo de alcohol se asoció particularmente
con los descansos laborales y las reuniones sociales, lo que a menudo resultó en un consumo excesivo
de alcohol con regularidad. Si bien la mayoría de los hombres informaron haber reducido o abandonado
estos hábitos debido a problemas de salud, los efectos a largo plazo de su comportamiento pasado
continúan afectando su manejo de la hipertensión. Estos hallazgos coinciden con la literatura académica
que ha señalado que el consumo excesivo de alcohol y tabaco en la adultez temprana puede provocar
problemas de salud crónicos, incluida la hipertensión mal controlada, en años posteriores. Por el
contrario, las mujeres informaron un consumo mínimo de alcohol y cigarrillos, y un consumo ocasional
de alcohol limitado a pequeñas cantidades durante las celebraciones. Esta diferencia de género en el
consumo de sustancias refleja normas culturales más amplias, donde los hombres son más propensos a
participar en conductas de riesgo para la salud. Varios expertos en salud enfatizan la importancia de
abordar estos patrones específicos de género en las intervenciones de salud. Si bien el consumo limitado
de sustancias por parte de las mujeres puede mitigar algunos riesgos para la salud, sus estilos de vida
sedentarios y sus malos hábitos alimentarios siguen siendo áreas críticas de preocupación para el manejo
de la hipertensión. Estos hallazgos resaltan la necesidad de programas de educación sanitaria
personalizados que aborden los desafíos únicos que enfrentan tanto los hombres como las mujeres en
esta comunidad.
CONCLUSIÓN
Este estudio identificó que los hábitos que contribuyen al mal control de la hipertensión en adultos
mayores incluyen (a) los estilos de vida sedentarios, (b) las malas elecciones alimentarias y (c) uso de
sustancias en el pasado. Las mujeres mostraron predominantemente un comportamiento sedentario y
malos hábitos alimentarios, impulsados por limitaciones económicas e influencias culturales. Los
hombres, aunque físicamente activos a través del trabajo agrícola, mostraron una baja participación en
el ejercicio estructurado y tenían antecedentes de consumo excesivo de alcohol y tabaco. Estos hábitos
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arraigados reflejan factores sociales y económicos más amplios que desafían el manejo de la
hipertensión. En términos de las dimensiones analizadas, los hábitos alimentarios revelaron una
dependencia constante de alimentos fritos y ricos en sodio, con una ingesta mínima de frutas y verduras.
La actividad física fue limitada, y la mayoría de los participantes informaron que los estilos de vida
sedentarios o el trabajo físico relacionado con el trabajo eran insuficientes para la salud cardiovascular.
El comportamiento sedentario fue generalizado, especialmente entre las mujeres, que pasaban muchas
horas en actividades pasivas. Por último, el consumo de sustancias, particularmente en los hombres,
tuvo implicaciones a largo plazo para su salud cardiovascular, a pesar de un consumo reducido en años
posteriores. Estos hallazgos enfatizan la necesidad de intervenciones de salud personalizadas para
abordar estas dimensiones específicas y mejorar el manejo general de la hipertensión en esta población.
En consideración de los hallazgos evidenciados a través del presente ensayo, se recomienda la
implementación de programas comunitarios accesibles y personalizados que promuevan estilos de vida
saludables entre los adultos mayores. También se sugiere establecer talleres de educación nutricional
donde se enseñe a preparar alimentos saludables y económicos, ajustados a los recursos locales. Además,
deben crearse espacios gratuitos o de bajo costo para la práctica de actividades sicas adecuadas a la
edad, como caminatas guiadas o ejercicios aeróbicos ligeros, involucrando al personal de los centros de
salud y voluntarios comunitarios. Estas iniciativas contribuirán a reducir el sedentarismo y mejorar el
manejo de la hipertensión en la comunidad.
A nivel social y económico, se recomienda que fomenten campañas de sensibilización que involucren a
las familias de los adultos mayores, destacando la importancia de un entorno de apoyo para el desarrollo
de hábitos saludables, incentivando la participación de líderes comunitarios como elementos clave para
romper barreras culturales y promover cambios sostenibles en la dieta y actividad física de las
comunidades de adultos mayores. Por otra parte, en el ámbito académico, es fundamental realizar
investigaciones adicionales que analicen la efectividad de las intervenciones comunitarias propuestas,
ante lo cual se recomienda que universidades y centros de investigación colaboren con el centro de salud
para diseñar más estudios que midan el impacto de las mejoras en los hábitos de los adultos mayores.
pág. 3747
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