LA RURALIDAD Y BRECHAS DE GÉNERO
EN LA ACTIVIDAD AGRÍCOLA
RURALITY AND GENDER GAPS IN
AGRICULTURAL ACTIVITY
Iván González Lazalde
Tecnológico Nacional de México
Mayela del Rayo Lechuga Nevárez
Tecnológico Nacional de México
María Quetzalcihuatl Galván Ismael
Tecnológico Nacional de México

pág. 3920
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i1.16129
La Ruralidad y Brechas de Género en la Actividad Agrícola
Iván González Lazalde1
igonzalez@itdurango.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-6728-4381
Tecnológico Nacional de México/I. T. Durango
México
Mayela del Rayo Lechuga Nevárez
mlechuga@itdurango.edu.mx
https://orcid.org/0000-0003-3221-0742
Tecnológico Nacional de México/I. T. Durango
México
María Quetzalcihuatl Galván Ismael
qgalvan@itdurango.edu.mx
https://orcid.org/0000-0003-3117-5121
Tecnológico Nacional de México/I. T. Durango
México
RESUMEN
La actividad agrícola rural es un elemento fundamental para el desarrollo rural en donde la mujer
actualmente está incursionando. El objetivo es analizar el contexto agrícola con perspectiva de género
en el estado de Durango. La metodología utilizada tiene un enfoque cuantitativo, con un diseño
descriptivo, explicativo, no experimental, correlacional y de corte longitudinal. La muestra de 242
unidades productivas familiares dirigidos por hombres y mujeres productores agrícolas. La técnica para
la recopilación de la información fue la encuesta y como instrumento el cuestionario. Los resultados
muestran una relación entre la edad, la educación y la posesión de tierras de cultivo entre hombres y
mujeres; el análisis realizado a las variables demográficas edad y escolaridad; así como las variables de
las características principales de sus UPF: total de hectáreas, nivel de capitalización, valor del tractor
utilizado para su proceso productivo, así como el modelo de éste, determinó que no existen diferencias
estadísticamente significativas entre las muestras de agricultores hombres y la muestra de agricultoras
mujeres; las brechas de género en el acceso a la actividad agrícola se está reduciendo, sin embargo, aún
existe disparidad en los diferentes factores usados para este estudio en donde la mujer sigue estando en
desventaja.
Palabras clave: desigualdad, desarrollo rural regional, unidades de producción familiar, capitalización,
tecnología agrícola
1 Autor principal
Correspondencia: igonzalez@itdurango.edu.mx

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Rurality and Gender Gaps in Agricultural Activity
ABSTRACT
Rural agricultural activity is a fundamental element for rural development in which women are currently
making inroads. The objective is to analyze the agricultural context from a gender perspective in the
state of Durango. The methodology used has a quantitative approach, with a descriptive, explanatory,
non-experimental, correlational and longitudinal design. The sample of 242 family productive units led
by men and women agricultural producers. The technique for the collection of information was the
survey and the questionnaire was used as an instrument. The results show a relationship between age,
education and ownership of farmland between men and women; the analysis made to the demographic
variables age and schooling; as well as the variables of the main characteristics of their UPFs: total
hectares, level of capitalization, value of the tractor used for their productive process, as well as the
model of the latter, determined that there are no statistically significant differences between the samples
of male farmers and the sample of female farmers; the gender gaps in access to agricultural activity is
narrowing, however, there is still disparity in the different factors used for this study where women
continue to be at a disadvantage.
Keywords: gender inequality, rural development, family production unit, capitalization, agricultural
technology
Artículo recibido 05 enero 2025
Aceptado para publicación: 25 enero 2025

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INTRODUCCIÓN
Históricamente, la ruralidad ha estado relacionada con actividades económicas que dependen del uso
de los recursos naturales y llevadas a cabo en lugares remotos (Obando & Meléndez, 2022).
Adicionalmente, esta se ha visto cómo un concepto y un imaginario dependiente de lo urbano, ya que
es solamente porque este no lo es; conceptos donde lo rural es explicado como lo restante, lo que
empieza cuando lo urbano termina (Orozco, 2020).
El mundo rural es un concepto complejo y multidimensional que es percibido de forma diferente según
las disciplinas. Sin embargo, hay cierto consenso en que dicho concepto se sustenta en tres pilares
básicos: un espacio físico, otro asociado a la producción de bienes primarios y, por último, unas
relaciones socio-ambientales que se producen en determinados lugares no urbanos (Cerdá & Mateo,
2020). La ruralidad se construye a partir de unas bases territoriales, culturales y productivas
heterogéneas, lo que pone en evidencia que no existe una sola ruralidad. De esta forma cada territorio
posee especificidades que deben ser consideradas en los análisis sociales (Larrubia-Vargas & Navarro-
Rodríguez, 2020).
En este contexto, la definición del espacio rural no resulta fácil, ya que los propios límites entre lo
urbano y lo rural son difusos. No existe una definición universal de lo rural, ni definiciones oficiales
compartidas por todos los países, ya sea por el tipo de criterios, o los límites cuantitativos (Larrubia-
Vargas & Navarro-Rodríguez, 2020). Destacan, además, las diferencias existentes en los marcos
conceptuales y analíticos utilizados y en la calidad de los sistemas de información disponibles
(Faiguenbaum, 2011).
El art. 3 de la Ley 45/2007 define a) el “medio rural” como “el espacio geográfico formado por la
agregación de municipios o entidades locales menores definido por las administraciones competentes
que posean una población inferior a 30.000 habitantes y una densidad inferior a los 100 habitantes por
km2”; b) la “zona rural” como el “ámbito de inferior (Fernández, 2023) a los 100 habitantes por km2”;
b) la “zona rural” como el “ámbito de aplicación de las medidas derivadas del Programa de Desarrollo
Rural Sostenible regulado por esta Ley, de amplitud comarcal o subprovincial, delimitado y calificado
por la Comunidad Autónoma competente”; y c) el “municipio rural de pequeño tamaño” como aquel
que “posea una población residente inferior a los 5.000 habitantes y esté integrado en el medio rural”.

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aplicación de las medidas derivadas del Programa de Desarrollo Rural Sostenible regulado por esta Ley,
de amplitud comarcal o subprovincial, delimitado y calificado por la Comunidad Autónoma
competente”; y c) el “municipio rural de pequeño tamaño” como aquel que (Regaña, 2022) “posea una
población residente inferior a los 5.000 habitantes y esté integrado en el medio rural” (Fernández, 2023).
Las zonas rurales se caracterizan por tener un desarrollo menor en infraestructura urbana y se dedican
a las actividades agrícolas, ganaderas, forestales y con un gran entorno natural.
La ruralidad puede estar vinculada a una serie de valores, tradiciones y modos de vida específicos, que
a menudo difieren de los que se encuentran en entornos urbanos. En este sentido, el contexto rural
siempre ha está experimentando cambios, de ahí que la nueva ruralidad ha dado paso a las necesidades
de reconocer la multifuncionalidad de las zonas rurales y la pluriactividad de las familias rurales, viendo
así oportunidades para el desarrollo desde las diferentes dimensiones, ambiental, económico, cultural,
político, institucional y social (Panca, Roldán y Márquez, 2021).
La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el medio rural se ha convertido en tema
central de la agenda de desarrollo rural y ha pasado a formar parte de los discursos y de las políticas a
escala local, nacional y europea (Motta y Teixeira, 2023).
La relación entre la ruralidad y el género se refiere a cómo las cuestiones de género se manifiestan en
contextos rurales, y cómo las características específicas de las zonas rurales pueden afectar a mujeres y
hombres de manera diferente. Esta relación se puede mostrar a partir de diversas acciones como, la
cultura tradicional en los pobladores rurales en donde los roles son asignadas responsabilidades
específicas a hombres y mujeres. Las mujeres a menudo están asociadas con tareas domésticas y la
agricultura de subsistencia, mientras que los hombres pueden tener roles más prominentes en
actividades agrícolas a gran escala; las mujeres en áreas rurales pueden enfrentar desafíos particulares
en términos de acceso a recursos como tierra, crédito y educación. Las prácticas culturales y las normas
de género a menudo influyen en la distribución desigual de estos recursos. En esta línea, las mujeres
rurales pueden enfrentar barreras para participar en la toma de decisiones a nivel comunitario. Esto
incluye la participación en asambleas locales, comités de desarrollo y otros procesos que afectan la vida
en las áreas rurales.

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El acceso a la educación también puede ser diferente para mujeres y hombres en áreas rurales. Las
distancias a las escuelas y las expectativas culturales pueden afectar la participación y el rendimiento
de género.
Las actividades económicas que desarrollan las mujeres rurales son diversas, como: la agropecuaria o
forestal, las que son asalariadas o también las no agrícolas tal que el comercio, la artesanía o el turismo,
e incluso otras como técnicas y directivas; lo cual se asocia con la modernización y pluriactividad
que caracteriza la economía rural en las últimas décadas, que está siendo promovida mayormente
por las mujeres, en particular por las más jóvenes, incluso en oficios tradicionales de varones, como
los servicios técnicos (Pérez, 2018)., (Villafuerte et al., 2022); “...ya no es el espacio exclusivo
de la producción agropecuaria...”.Lo que se percibe es “...la intensificación de la articulación
entre la actividad agraria y los demás sectores económicos...” (Fuller, 2010, p.294). Así, también,
Morales et al. (2019) encuentra presencia femenina en labores directivas, y no solo en las típicas rurales.
De acuerdo con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (2018), la
extensión rural es una estrategia que busca dinamizar y difundir procesos de gestión de
conocimiento, adaptación y adopción de prácticas innovadoras en pequeños productores, con el objetivo
de mejorar su productividad, sus condiciones de vida y garantizar externalidades positivas (Muñoz-
Rodríguez, et al., 2018).
Comprender la intersección entre la ruralidad y el género es crucial para desarrollar políticas y
programas que aborden las desigualdades de género de manera efectiva en contextos rurales. El enfoque
debe ser holístico, teniendo en cuenta las dinámicas sociales, económicas y culturales específicas de
cada comunidad rural.
El desarrollo y progreso de cualquier nación se fortalece con la intervención de la mujer en completa
igualdad de condiciones en el desarrollo de cualquier actividad económica. Sin embargo, las
condiciones actuales en las que las mujeres trabajan distan de ofrecer buenas condiciones. En su
mayoría las mujeres que trabajan en el sector agroalimentario están a cargo de labores no remuneradas
de cuidado de personas, los esquemas a nivel mundial presentan desmedidas diferencias de género en
relación al tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (ONU, 2024).

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La mano de obra agrícola femenina representa más del 40% a nivel mundial, enfrentando limitaciones
como acceso restringido a insumos agrícolas, tecnologías, financiamiento y redes, sin embargo, se
concibe erróneamente que las actividades de las agriculturas son parte de sus tareas domésticas, lo que
restringe la apertura a mercados, cooperativas y organizaciones agrícolas. Al tener un papel informal o
no reconocido las mujeres agrícolas no forman parte de la comercialización y venta, ésta la realizan con
hombres, lo que provoca la limitación de recursos y bases de clientes poco desarrolladas. Los programas
de igualdad de género benefician por igual a mujeres y hombres al evaluar las discrepancias y precisar
oportunidades elaborando los programas de género adaptados según corresponda (Hoffmann, N., 2017).
El 15 de octubre del 2008 se celebró el primer Día Internacional de las Mujeres rurales establecido por
la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 62/136 de fecha 18 de diciembre de 2007,
donde se reconoce el papel de la mujer rural e indígena en el desarrollo agrícola y rural para el
mejoramiento de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural. Dicha resolución
establece el que se deben implementar estrategias desarrollando programas de asistencia y asesoría
estimulando destrezas económicas, procedimientos comerciales y financieros, para mejorar la vida de
estas mujeres, invirtiendo en ellas y detectando sus necesidades, así como la promulgación de leyes
promoviendo la igualdad a la propiedad (Naciones Unidas, 2024).
La brecha de género tardaría 170 años en cerrarse debido a las actitudes que muchos hombres muestran
ante mujeres de éxito, sigue persistiendo la idea de que la mujer es la responsable ante la familia y que
por tanto este compromiso las limita. También las mismas mujeres obstaculizan los papeles que los
hombres deberían asumir ante la obligación familiar (World Economic Forum, Christine Lagarde, 2017)
Debido a la migración del campo a las ciudades las mujeres se han dedicado a las actividades rurales
preponderantemente en los países en desarrollo, tienen entre sus responsabilidades brindar alimentos y
nutrición. Implementando programas de apoyo en capacitación de conocimientos técnicos y gestión de
proyectos para hacer frente al cambio climático, apoyo en investigación y desarrollo de productos
agrícolas y de nuevas tecnologías y técnicas para aumentar la productividad agrícola, así como
programas donde se interese a los jóvenes a participar en dichas actividades, además de incentivar a las
generaciones mayores para que transmitan los conocimientos y técnicas adicionales (Banco Mundial,
2017).

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En las actividades agropecuarias de México para mayo del 2023 la población ocupada representó el
11%, 6.4 millones de personas. En el subsector agricultura los trabajadores para el segundo trimestre
del 2023 fueron 2.97 millones de personas, distribuyéndose en 88.4% de hombres y 11.6% de mujeres
(INEGI, 2023). El campo mexicano presenta situaciones similares a las del resto del mundo en cuanto
a las brechas de desigualdad y discriminación en términos de acceso a la tierra, educación, salario digno
y justo para las mujeres, aunado a las ideas retrogradas donde prevalece la invisibilidad de la mujer ya
que se considera que las actividades del campo son para hombres, así como las facilidades de apoyo y
tenencia de la tierra (RIMISP, 2021).
Las mujeres en México que realizan actividades en el sector primario son 992 mil trabajadoras, de las
cuales el 83.9% efectúan labores agrícolas, 13.3% actividades ganaderas, 1.1 pesqueras y 1.7% otras
actividades. El 64% de las mujeres rurales tienen entre 14 y 64 años, 27.1% de 0 a 13 años, en cuanto
a la escolaridad el 33.9% cuenta con nivel primaria, el 30.5% tiene secundaria, en el nivel educación
media superior se encuentra el 16.9% y en educación superior el 6.0%. La mayoría de estas mujeres
96.7% además de las actividades agropecuarias efectúan quehaceres domésticos, cuidado de otras
personas, suministro de insumos para el hogar como leña y agua, servicio comunitario, asistencia a la
escuela o conservación y cuidado del hogar (SAGDR, 2021).
Con el objetivo de analizar el contexto agrícola con perspectiva de género en el estado de Durango, se
hizo una caracterización demográfica de los perfiles de los productores agrícolas hombres y mujeres y
de sus Unidades de Producción Familiar (UPF) que dirigen haciendo énfasis en las diferencias de las
muestras conformadas por mujeres y hombres, planteando hipótesis sobre las diferencias estadísticas
que pueden existir en variables demográficas como edad y nivel de escolaridad; las hipótesis planteadas
relacionadas con la UPF fueron la superficie que ocupa, el valor y antigüedad de la principal maquinaria
como es el tractor, la capitalización de la UPF y el nivel de tecnología de material vegetativo y
fertilización utilizados en sus cultivos exponiendo los hallazgos de la estadística inferencial desde una
perspectiva de género.
METODOLOGÍA
Este estudio tiene un enfoque cuantitativo, de tipo descriptivo, con diseño explicativo, no experimental,
correlacional y de corte longitudinal.

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El esquema metodológico tuvo sustento en el instrumento diseñado por la FAO-SAGDER para el
monitoreo del Programa de Concurrencia de Entidades Federativas (PCEF), (SADER, 2019) en
Durango. El lugar de estudio contempló tres de los seis distritos agrícolas elegidos por ser los que
contienen mayor superficie de hectáreas sembradas y mayor producción agrícola. Del distrito 1 se
levantó información de los productores agrícolas en los municipios de Durango, Nombre de Dios,
Poanas, Canatlán, Nuevo Ideal y Vicente Guerrero. Del distrito 3 conocido como la región de los Llanos
se consideraron productores de los municipios de Peñón Blanco, Guadalupe Victoria, San Juan del Río
y Cuencamé. Del distrito 6 conocido como la región Laguna se consideraron los municipios de Mapimí,
San Luis del Cordero, Gómez Palacio, Tlahualilo, San Pedro del Gallo y Lerdo. La muestra levantada
consideró los ciclos O-I 2022 y P-V 2023 con un total de 240 entrevistas efectivas levantadas cara a
cara. Se consideraron los dos principales cultivos de las UPF para determinar el nivel tecnológico de
material vegetativo y el nivel tecnológico de fertilización utilizando la propuesta de FAO-SAGDER
(González-Lazalde, Galván-Ismael, Soto-Cabral, Rivas-Barraza, y Pérez-Canales, 2019). Para el
cálculo de la capitalización de UPF no se consideró el valor de las tierras de cultivo, solamente el valor
de la infraestructura, maquinaria y equipo utilizado en la UPF, desde la perspectiva de valor en el
mercado que considera el productor, es decir, si quisiera adquirir o vender esa maquinaria y/o equipo.
Para el análisis descriptivo se consideraron los estadísticos de tendencia central como la media y la
mediana, y de dispersión la desviación estándar. Se hizo una comparación entre los agricultores varones
y las agricultoras, de sus características demográficas como edad, escolaridad, haciendo énfasis en
grupos de edades de menos de 40 años, de 41 a 50 años y más de 60 años de edad para determinar la
composición de la muestra en estos rangos. De la misma forma se analizó la composición de la muestra
tanto de hombres como de mujeres en los grupos de escolaridad primaria trunca/ primaria, secundaria
trunca/ secundaria, preparatoria trunca/ preparatoria, y licenciatura trunca y más. Se observó las
características de las UPF dirigidas por hombres y mujeres haciendo énfasis en las diferencias que se
pudieran presentar, se comparó el tamaño de las UPF a través de las hectáreas cultivables, el nivel
tecnológico del material vegetativo utilizado y el nivel tecnológico de la fertilización, además el nivel
de capitalización de la UPF y el valor de la principal maquinaria considerándose el tractor.

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El análisis inferencial se realizó a través del análisis de varianza de un sentido ANOVA, del grupo
hombres y mujeres y las variables edad del agricultor, escolaridad del agricultor, total de hectáreas de
la UPF, capitalización de la UPF, valor del tractor y modelo del tractor, con una significancia de 5%.
Por último, se muestran diagramas de dispersión haciendo un análisis por cuartiles del total de hectáreas
de la UPF y el nivel de capitalización de la UPF con perspectiva de género.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En este apartado se exponen los hallazgos, lo trascendente del estudio expresado con cierto detalle en
la exposición que sostenga el porqué del trabajo: justificando las conclusiones a las que se arribó. Los
resultados deben ser objetivos y claros demostrando que son la consecuencia lógica de la metodología
utilizada.
No se debe ser reiterativo, es decir, no debe de exponer un mismo dato o conjunto de datos en màs de
un formato, ya sea texto, cuadros o gráficas. Es suficiente sólo una forma de presentación. Así también
los datos deben presentarse estableciéndose un orden lógico y sistemático, que a su vez permitan la
discusión con la teoría que sustenta el trabajo, así como con antecedentes de otras investigaciones
resaltando similitudes y contraposiciones.
También durante la discusión se podrá exponer las interpretaciones del autor, como explicaciones de
principios, regularidades y las consecuentes generalizaciones del trabajo, en los casos que amerite.
Finalmente, debe subrayarse la novedad científica, lo controversial, las perspectivas y prospectivas
teóricas, las aplicaciones prácticas y la pertinencia del trabajo en relación a la línea de investigación.
La edad promedio de las personas que se dedican a la actividad agrícola analizados es de 56.14 años; la
media de la escolaridad es de 9.78 años lo que muestra que su preparación académica es de preparatoria
trunca.
En relación con el género el 16.6% son mujeres mientras que el 83.4% hombres, los datos de forma
específica se muestran en la tabla 1.

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Tabla 1. Características sociodemográficas de los campesinos estudiados
Indicador Características Valor
Género Mujer 16.6%
Hombre 83.4%
Edad promedio 56.1452
Edad por grupos Menos 40 12.5%
41 – 50 21.7%
51 – 60 23.8%
Más de 61 42.1%
Escolaridad Primaria / primaria trunca 44.4%
Secundaria / secundaria trunca 29.5%
Preparatoria / preparatoria trunca 13.7%
Licenciatura trunca o + 12.4%
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la encuesta
En la caracterización de la muestra la escolaridad es un factor significativo para la investigación
realizada, observándose que los campesinos que se encuentran en los grupos de edades de menos de 40
años con una media de 9.78 y el grupo de 51 a 60 años con una media de 9.78 son los que mayor
preparación académica, esto equivale a preparatoria trunca, mientras que los campesinos que tiene más
de 61 años son los menos preparados con una media de 5.97, equivalente a primaria trunca.
Caracterización de la muestra con perspectiva de género
En relación a la edad, la figura 1 muestra la gráfica de Intervalo a un nivel de confianza del 95% los
hombres de la muestra se encuentran un intervalo de edad de 54.8 a 58.5 años, mientras que las mujeres
en un rango de edad de 49.2 a 58 años, esto muestra una mayor dispersión en la edad de las mujeres
dedicadas a la agricultura.
Figura 1. Edad con perspectiva de género
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la encuesta
Edad del agricultor
Edad Hombres Edad Mujeres
5
5
5
5
5
Género agricultor
56.65
53.57