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INTRODUCCIÓN
La industria petrolera es una actividad de gran relevancia a nivel mundial, según la Organización para
la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) (2022) la producción mundial de petróleo asciende a
86,152 miles de barriles diarios (mbd), lo que genera significativos ingresos y empleos para los países
productores, contribuyendo al desarrollo económico, además es una fuente de energía fundamental para
la sociedad, utilizado en la producción de combustibles, fertilizantes, plásticos, medicamentos y otros
productos. En México esta industria es considerada motor de la economía del país, por la derrama
económica que representa (Badillo, 2023).
Sin embargo, la actividad de la industria petrolera también puede tener consecuencias negativas para el
medio ambiente y la salud humana. Los derrames de petróleo son uno de los principales riesgos
asociados a esta actividad. Estos derrames pueden ocurrir durante la extracción, transporte y refinación
del petróleo, planteando riesgos adversos para los ecosistemas acuáticos y terrestres, así mismo para la
salud humana, pueden tener efectos devastadores en la vida marina, la calidad del agua y el equilibrio
ecológico, lo que representa una preocupación mundial que requiere soluciones urgentes (Boran, 2017;
Medina-Moreno et al., 2014; Tormoehlen et al., 2014).
En la actualidad, México se enfrenta a varios desafíos relacionados con el derrame de petróleo. Estos
incidentes, en su mayoría accidentales, ocurren durante diversas operaciones como exploración,
almacenamiento, refinamiento y transporte. Sin embargo, el transporte de hidrocarburos presenta un
mayor riesgo debido a los factores externos y de operación que pueden desencadenar estos desastres
(Tiselius y Magnusson, 2017). Además, durante las últimas dos décadas, el país ha sido afectado por
acciones terroristas dirigidas a oleoductos e instalaciones petroleras. Aunque estos ataques han
disminuido en la actualidad, los impactos ambientales persisten en los diferentes ecosistemas. Se estima
que aproximadamente dos millones de barriles de crudo y sus derivados han sido expuestos al medio
ambiente en territorio nacional, afectando fuentes hídricas, suelos, aire, fauna y vegetación.
En la actualidad, existen diversas técnicas utilizadas para la remoción del petróleo en el agua, aunque
muchas de ellas presentan limitaciones. Algunas de estas técnicas incluyen el uso de barreras y
dispersantes en el derrame de petróleo.