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INTRODUCCIÓN
La enfermedad de membrana hialina (EMH), también conocido como el síndrome de dificultad
respiratoria neonatal, constituye una de las principales causas de morbimortalidad en recién nacidos
prematuros (Birihane et al., 2021; Fernandez-Gonzalez et al., 2022; Yadav & Lee, 2023). Esta patología
se caracteriza por la insuficiencia en la producción de surfactante pulmonar que reducen la tensión
superficial en la interfaz aire-líquido del alvéolo, generando estabilidad y adecuados procesos de
oxigenación del neonato, evitando el colapso al final de la exhalación. Esta condición afecta
principalmente a los recién nacidos prematuros, estableciendo mayor incidencia a menor edad
gestación, de tal manera compromete aproximadamente al 1% de todos los recién nacidos y al 10% de
los prematuros a nivel global (Fernandez-Gonzalez et al., 2022; Grappone & Messina, 2014; Yadav &
Lee, 2023). Sin embargo, en neonatos extremos, la prevalencia alcanza entre el 80% y el 90%,
estableciendo retos para la salud pública y aumentando la demanda de atención en unidades de cuidado
intensivo neonatal (UCIN) (Lauweryns, 1970; Peppiatt et al., 2024). Desde la perspectiva de salud
pública, la EMH es un problema de gran relevancia por el alto riesgo de complicaciones neonatales y
por las cargas económicas para sistemas de salud, en virtud de las estancias hospitalarias prolongadas
en UCIN, los costos de la ventilación mecánica y los cuidados especializados en salud. Además, de las
potenciales secuelas a largo plazo, entre las que se destacan la displasia broncopulmonar, enfermedades
respiratorias crónicas, retinopatías y daños neurológicos que elevan las necesidades sanitarias de este
grupo de pacientes (Lall et al., 2007; Minuye Birihane et al., 2021; Zavaleta-Gutierrez et al., 2019).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la EMH representa una de las principales
causas de muerte en el primer mes de vida. En países de altos ingresos, la incidencia de la EMH ha
disminuido considerablemente gracias a avances en obstetricia, perinatología y neonatología, así como
al uso rutinario de surfactante exógeno y la ventilación mecánica (Donoghue, 2008; García Arias et al.,
2005; Grappone & Messina, 2014; Vargas et al., n.d.; Yadav & Lee, 2023). Particularmente, en Estados
Unidos, la mortalidad por EMH ha disminuido de 5,498 defunciones en 1979 a 1,460 en 1995, con una
disminución adicional en años posteriores (Sánchez–Mendiola et al., 2005; Zavaleta-Gutierrez et al.,
2019). Sin embargo, la EMH sigue siendo una causa significativa de morbilidad principalmente en
neonatos prematuros, generando una mortalidad mayor a 50% en ausencia de intervenciones adecuadas