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Se estima que hasta un 30% del alimento no aprovechado se convierte en materia orgánica en el fondo
del estanque, generando zonas anaerobias y afectando parámetros como pH y oxígeno disuelto (Colette
et al., 2023; Navarrete et al., 2022; Hasibuan et al., 2023). Esto provoca el deterioro del suelo, afectando
la calidad del agua y la producción en general (Drózdz et al., 2020; Hasibuan et al., 2023). Para evitarlo,
es clave aplicar prácticas de manejo adecuadas, ya que el porcentaje de materia orgánica en sedimentos
acuícolas no debe superar el 3-4% (Guerrero, 2023).
La biorremediación desarrollada en la década de 1960 por George M. Robinson, es una técnica que
emplea microorganismos para transformar compuestos contaminantes en productos menos nocivos
(Barman, 2020). Se basa en dos enfoques: la bioestimulación, que añade nutrientes para estimular el
crecimiento microbiano, y la bioaumentación, que introduce cepas específicas (Castro, 2021). Su
eficacia depende de factores como temperatura, pH y disponibilidad de oxígeno (Alori et al., 2022;
Mishra et al., 2021; Jiménez-Delgadillo et al., 2018; Soltani et al., 2019).
Las bacterias Bacillus son esenciales en biorremediación debido a su capacidad para formar esporas y
resistir condiciones extremas. La utilización de Bacillus spp. mejora tanto la calidad de los sedimentos
y del agua, disminuyendo los niveles tóxicos de compuestos nitrogenados y fósforo (Chaverra-Garcés,
2022).
La selección de cepas como Bacillus subtilis y Bacillus amyloliquefaciens optimiza el proceso de
degradación de residuos orgánicos y restaura suelos acuícolas (Colette et al., 2023; Husain et al., 2022;
Pal et al., 2020). La incorporación de Bacillus spp. en la biorremediación no solo mejora la calidad
ambiental, sino que también favorece el crecimiento de especies acuáticas al mejorar condiciones del
sedimento y agua (Pedraza et al., 2020). Además, estos microorganismos pueden formar biopelículas,
facilitando la colonización y degradación de contaminantes (Galicia-Jiménez et al., 2011).
Para su cultivo, se requieren medios con carbono, nitrógeno y otros nutrientes esenciales (Correa et al.,
2023; Rodríguez et al., 2021). Gracias a su capacidad para formar endosporas y su versatilidad
metabólica, Bacillus spp. es una opción prometedora para la biorremediación en acuicultura y otros
ecosistemas contaminados (Chhetri et al., 2022).
Este estudio es relevante para la industria acuícola porque propone una alternativa biorremediadora
sostenible que aborda los problemas críticos de la camaronicultura y contribuye al tratamiento ecológico