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INTRODUCCIÓN
La contaminación del agua se erige como uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta la ingeniería
ambiental y la sostenibilidad a nivel global (Laura Parker 2024). Las actividades industriales, agrícolas
y urbanas han elevado significativamente la concentración de contaminantes en cuerpos acuáticos, lo
que repercute negativamente en la salud pública y en la integridad de los ecosistemas (Herrera-Morales,
Cabezas-Andrade 2022). En diversas partes del mundo, en particular en áreas vulnerables como la
Amazonía ecuatoriana, las fuentes de agua se ven amenazadas por la descarga de aguas residuales sin
tratamiento, las cuales están cargadas de metales pesados en niveles importantes (Nancy Patricia
Gutiérrez, Lucila Reyes Sarmiento, Diego Vera 2023). Entre estos contaminantes se encuentran el
plomo (Pb), cadmio (Cd), cromo (Cr) y mercurio (Hg), todos ellos reconocidos por su toxicidad, su
persistencia en el medio ambiente y su capacidad para acumularse en los organismos vivos (Sucoshañay
Villalba, Evelio Gutiérrez Hernández, Rivero, Ledesma Acosta, Kuásquer, Elías, Valenzuela, 2015).
Un caso preocupante es en la subcuenca del río Pambay, ubicado en la región amazónica de Ecuador,
que ha experimentado un notable deterioro a causa de la contaminación por metales pesados. Estos
elementos no solo afectan la calidad del agua, sino que también alteran ciclos biogeoquímicos cruciales
para la salud del ecosistema acuático, amenazando así la biodiversidad. Esto representa un peligro tanto
para los seres humanos como para la fauna y flora que dependen de estos recursos hídricos. La
exposición prolongada a tales contaminantes puede provocar una serie de efectos adversos en la salud
humana, incluyendo problemas neurológicos, insuficiencia renal y afecciones cardiovasculares. A su
vez, en los organismos acuáticos, puede dar lugar a mutaciones genéticas y trastornos reproductivos, lo
que a su vez afecta la seguridad alimentaria y la economía local que se basa en la explotación de recursos
acuáticos (Abril Saltos, Armas Chugcho, Chamorro, Salazar, Villalva, Rodrìguez 2021).
Los biofiltros son sistemas avanzados de tratamiento de aguas que emplean un medio filtrante biológico
para la remoción de contaminantes presentes en efluentes líquidos. Este proceso se fundamenta en la
interacción entre el agua contaminada y un lecho de material adsorbente, donde se optimizan los
mecanismos de adsorción y biodegradación, facilitando la captura de diversos contaminantes, incluidos
metales pesados y compuestos orgánicos. El tratamiento de aguas residuales contaminadas con metales
pesados necesita la adopción de tecnologías que sean tanto económicamente accesibles como