Los impactos de la din�mica del mercado de trabajo sobre

�la actividad econ�mica en Puerto Rico

 

Wilfredo Toledo*

[email protected]

Econometrics and Stat Research,

San Juan, Puerto Rico

 

RESUMEN

El objetivo de este art�culo fue determinar la importancia relativa de cambios inesperados en la oferta y la demanda de trabajo sobre �la trayectoria �del empleo en una econom�a con estancamiento en el mercado laboral. Para esos prop�sitos se calibr� un modelo de equilibrio general de ciclos econ�micos reales� con �datos de Puerto Rico. Los resultados de ese modelo revelaron que los impulsos de las preferencias por ocio pueden tener un efecto importante en las fluctuaciones del insumo laboral.� Adem�s, se estimaron dos modelos SVAR utilizando restricciones de signos en uno de ellos y restricciones de largo plazo en otro, para identificar las perturbaciones mencionadas.� Las estimaciones de esos modelos sugieren que los impulsos de la demanda de trabajo (productividad y/o choques de la inversi�n) explican entre 50 y� 70 por ciento de las desviaciones del empleo en la isla de su tendencia de crecimiento.� Tambi�n �implican que los impulsos de la oferta de trabajo son responsables de al menos 30% de las fluctuaciones en el empleo de la isla en el largo plazo. Por tanto, aun en� econom�as� con altas tasas de desempleo existe la posibilidad de estimular �el empleo, mejorando �las compensaciones y las condiciones de trabajo de los empleados para promover la participaci�n laboral, adem�s de las pol�ticas convencionales del lado de la demanda de trabajo.

 

Palabras clave: modelo de equilibrio general din�mico y estoc�stico;� impulsos de la oferta� y demanda de trabajo; modelo svar con restricciones de signos; �Puerto Rico

 

 

 

The impacts of labor market dynamics on economic activity

in Puerto Rico

 

ABSTRACT

 This article seeks to determine the importance of labor supply and demand shocks on employment dynamics in an economy with a stagnant labor market. A DSGE model was calibrated using data from Puerto Rico. The simulation of this model revealed that preference shocks to leisure might significantly impact cyclical variations of the labor input. Further evidence was obtained by imposing sign and long-run restrictions on two SVAR models to identify the aforementioned disturbances. The estimation of these models showed that labor demand disturbances accounted for 50 percent to 70 percent of employment fluctuations in the island. It was also found that labor supply shocks explained at least 30 percent of the forecast error variance of the labor input. Hence, even in economies with high unemployment rates, there is a possibility of stimulating employment by raising workers' compensation and improving job quality to promote labor force participation, besides the traditional labor demand policies.

 

Keywords: dsge model; labor supply and demand shocks; svar model with sign restrictions; Puerto Rico

 

JEL Codes: C32, E24, E32

 

Art�culo recibido:� 20 diciembre. 2021

Aceptado para publicaci�n: 10 enero 2022

Correspondencia:  [email protected]

Conflictos de Inter�s: Ninguna que declarar

 

 

 

 

 

 

 

1.         INTRODUCCI�N

La actividad econ�mica no siempre determina el comportamiento del empleo �a trav�s del ciclo econ�mico. En ocasiones las empresas� no reducen el n�mero de empleados ante perturbaciones agregadas que reducen la demanda por sus productos. �La existencia de costos asociados al despido y contrataci�n de empleados y expectativas de una pronta recuperaci�n son algunas de las razones que se han expuesto para explicar esas decisiones de las firmas.� Si las empresas subestiman la duraci�n de la recesi�n pudieran mantener trabajadores en exceso para evitar �los costos mencionados.

Tambi�n, se ha observado que el desempleo no se reduce� r�pidamente cuando la econom�a se mueve del r�gimen de recesi�n al de expansi�n.� La explicaci�n del p�rrafo anterior puede servir� como una causa de este fen�meno: si las empresas mantuvieron un n�mero de empleados superior al �ptimo en los per�odos de contracci�n econ�mica, entonces� al expandir la producci�n incrementan la productividad de estos y no su nivel. Esto es, reducen el tiempo de ocio que los trabadores disfrutan en sus� horas laborables.� Sin embargo, las transferencias p�blicas que reciben, a trav�s de distintos� programas sociales, los trabajadores por per�odos prolongados de tiempo tambi�n pueden conducir a �ese comportamiento observado en las series de empleo y desempleo.��

En los art�culos sobre este �tema desde el punto de vista microecon�mico se modelan las decisiones de los individuos con respecto a su participaci�n en el mercado laboral.� Por otro lado, las investigaciones que examinan el asunto con datos agregados utilizan� principalmente la tasa de desempleo como el �indicador de la situaci�n del �mercado del trabajo. En este art�culo se �utiliza un enfoque agregado, pero se examina �el comportamiento del empleo y los salarios como las variables principales de inter�s.� Algunos autores se concentran en los factores del lado de la oferta de trabajo, mientras que �otros examinan aquellos que impactan la demanda de ese insumo de producci�n.�� En esta investigaci�n se examinan los impactos sobre el empleo de perturbaciones de la demanda y oferta de trabajo. En el estudio se utilizan datos de Puerto Rico, que un es un pa�s que ha manifestado altas tasas de desempleo y bajas tasas de participaci�n laboral por varias d�cadas. ��En ese pa�s, por ejemplo, los promedios de la tasa de participaci�n,� la tasa de empleo y� �la tasa de �desempleo, de 2015 a 2019, fueron de cerca 40,� 36 y 11 por ciento,� respectivamente (v�ase Cuadro 1). Por lo que la isla resulta ser un buen ejemplo de econom�as con estancamiento en el mercado laboral.� Para realizar el an�lisis del tema se utiliz� un modelo estoc�stico din�mico de equilibrio (DSGE, por sus siglas en el ingl�s) y la estimaci�n de dos modelos autorregresivos estructurales (SVAR): un modelo principal y otro que se utiliza para examinar la sensibilidad de los resultados del primero con respecto a �las restricciones impuestas y a la omisi�n de variables.

El examen de la din�mica del mercado de trabajo es importante para el dise�o de pol�ticas econ�micas antic�clicas.� En la delineaci�n de esas pol�ticas no� siempre� se debe tener como objetivo final� reducir el desempleo, sino que� pudiera, en algunas instancias, ser m�s importante enfocarse en un indicador de la oferta de trabajo. como� la tasa de participaci�n. Por lo que es relevante determinar la importancia relativa de las perturbaciones de la oferta y demanda de trabajo en el desempe�o del mercado laboral.� Los resultados de esta investigaci�n pueden servir como base para el desarrollo de medidas de pol�ticas p�blicas dirigidas a mejorar la situaci�n del� mercado de trabajo en econom�as con estancamiento econ�mico.�

Cuadro 1

Estad�sticas Descriptivas de Tres Indicadores del Mercado de Trabajo �en Puerto Rico

( Porcentajes, 2015-2019)

 

Tasa de Participaci�n

Tasa de Empleo

Tasa de Desempleo

 Media

40.08

35.67

10.98

 Mediana

40.10

35.54

11.50

 Valor M�ximo

40.60

37.10

12.80

Valor  M�nimo

39.60

34.54

8.50

 N�mero de Observaciones

5

5

5

Fuente: Elaboraci�n propia

 

La organizaci�n del resto del art�culo es como sigue. La pr�xima secci�n se dedica a la exposici�n de� una muestra de los trabajos sobre el tema estudiado. La secci�n 3 presenta un modelo de ciclos econ�micos reales que puede ser utilizado para determinar algunos aspectos de los efectos de distintas perturbaciones sobre el empleo y otras variables que definen el estado de la econom�a. La metodolog�a de la investigaci�n est� contenida en la secci�n 4, mientras que en la 5 se examinan los resultados �de una simulaci�n del modelo de equilibrio general. En la secci�n 6 se analizan �los hallazgos de la estimaci�n de los modelos SVAR, y la �ltima secci�n contiene las conclusiones de la investigaci�n.

2.         REVISI�N BIBLIOGR�FICA�

En esta secci�n se exponen los resultados de los art�culos m�s relacionados con este estudio. Primero se discuten investigaciones que proveen explicaciones te�ricas para el estancamiento �observado en las variables que definen el mercado laboral, y m�s adelante se presentan trabajos con contenidos emp�ricos. Clark �y �Summers (1982) plantean �que en Estados Unidos la tasa de desempleo exhibe una tendencia �de largo plazo ascendente. De acuerdo a esos autores, algunas �posibles explicaciones para ese comportamiento son: las transferencias por seguro de desempleo, reducci�n en la intensidad del proceso de b�squeda de empleo a trav�s del tiempo, �la existencia de salarios de reserva altos y la no disposici�n de aceptar ofertas de empleo con salarios bajos, y la provisi�n de informaci�n falsa por parte de los encuestados (estos pudieran aseverar falsamente que est�n buscando empleo para obtener los beneficios dirigidos a �los desempleados, lo que incrementa la tasa de desempleo).� De estos factores, ellos hacen �nfasis en �el rol de �los beneficios que reciben �los desempleados en algunos pa�ses �como uno de los principales determinantes de la decisi�n de buscar y dejar empleos. La posibilidad de calificar para los pagos del seguro por desempleo atrae a algunas personas a incorporarse a la fuerza laboral, con el objetivo ulterior de abandonarla una vez cumplan con los requisitos para recibir la compensaci�n por desempleo, plantean Clark y Summers. En teor�a, entonces, �los pagos a los �desempleados pueden aumentar la fuerza laboral y la tasa de desempleo.

El problema del desempleo creciente y persistente (hist�resis) �que Europa Occidental ha experimentado desde los mil novecientos setenta es analizado por Blanchard y� Summers (1986). ��Ese fen�meno, indican ellos, es muy dif�cil de explicar utilizando tanto las �teor�as cl�sicas �como las keynesianas. �Rigideces en salarios y precios, como en los modelos keynesianos, �pudieran ser causa de altos niveles de desempleo,� pero es muy poco probable �que puedan explicar su persistencia.� Por otro lado, �argumentan los autores �que la sustituci�n intertemporal en el ocio, como aparece en los modelos de los nuevos cl�sicos, no parece tampoco arrojar luz sobre el origen de �esa situaci�n.�� Aseveran Blanchard y� Summers que la hip�tesis del club pudiera ser �til �para analizar �la alta autocorrelaci�n que muestra la serie de desempleo. �En ese contexto se pudiera pensar en los empleados como los miembros del club (insiders) �y los �desempleados (outsiders) los que no pertenecen al mismo. �En el� proceso de establecer los salarios participan s�lo los empleados �no los desempleados (que necesitan empleos) por lo que existe una asimetr�a: los que no son �miembros �del club �pudieran estar en la disposici�n de aceptar salarios� m�s bajos, para salir del desempleo, ��que los que reciben los miembros, �pero no tienen poder en la toma de esas decisiones.� Por lo que se pudiera establecer un nivel de salario que no les permita ser reclutados. ����

Los �cambios estructurales que expanden ciertos sectores econ�micos y contraen �otros� pueden generar parte del desempleo observado en los Estados Unidos, se�ala Summers (1986). ��La especializaci�n del recurso humano hace que �su movimiento entre sectores sea costoso. Por ejemplo, los individuos que pierden empleos de alta calidad esperan obtener ese mismo tipo de puesto de� trabajo y no aceptan salarios bajos. Esos salarios altos pueden explicarse bajo la teor�a de salarios eficientes: las �empresas mantienen salarios altos -en cierto recorrido- incluso si hay exceso de oferta laboral, porque tal acci�n incrementa la productividad del trabajo, aumenta la moral de los empleados y puede reducir su �rotaci�n, por lo que disminuyen los costos asociados a despidos y contrataciones. ��As� que, los empleados pudiesen atrapar parte de las ganancias de las empresas. Adem�s, un factor que no menciona el autor, pero que puede promover la persistencia del desempleo en este tipo de trabajadores, son los h�bitos de consumo �y los compromisos econ�micos contra�dos.� Los individuos que pierden salarios altos pueden tener gastos fijos elevados como �hipotecas, pr�stamos de autom�viles y otros, que no pueden satisfacer con salarios bajos, por lo que les puede tomar mucho tiempo en obtener una oferta de empleo aceptable. Tambi�n, como menciona �Summers, el que� los individuos accedan a recibir salarios bajos �pudiera ser interpretado como falta de �competencia o baja productividad. �En �base a este an�lisis se puede conjeturar �que perturbaciones sectoriales que impactan sectores con salarios altos pueden ser responsables de cambios en la relaci�n vacantes-desempleo, porque algunos desempleados no est�n dispuestos a trabajar por salarios inferiores a los que recib�an antes.

En una l�nea un poco distinta Goettle et at. �(2008) afirman que la oferta laboral �depende �principalmente de factores demogr�ficos y tecnol�gicos. �De acuerdo con esos autores cuando se reduce el n�mero de las personas en la edad de trabajo, la p�rdida �se compensa parcialmente con incrementos continuos en la calidad del trabajo o en la productividad.� Ese aumento en la productividad pudiera ser el resultado de reclutar personas con niveles mayores de educaci�n, reduciendo el tiempo de ocio que los individuos disfrutan en las horas laborables, o utilizando una nueva tecnolog�a que utilice menos insumo laboral.� Autor (2007), ampl�a� ese punto al mencionar que existe� un tipo de �tecnolog�a que es segada hacia ciertas destrezas de los trabajadores, lo que pudiera propiciar desempleo de largo plazo para ciertos tipos de ocupaciones.��

Por otra parte, Uhlig (2003) afirma que la din�mica de las horas trabajadas y la productividad, adem�s de depender de los avances en tecnolog�a, pueden verse afectada por cambios en las actitudes sociales hacia el trabajo.� Modificaciones en la estructura de impuestos sobre los ingresos provenientes del capital alteran los niveles �ptimos de ese insumo y por consiguiente la productividad del trabajo y su valor de equilibrio. Por ejemplo, un incremento en ese tipo de gravamen disminuye el ahorro y aumenta los niveles de ocio y de otros bienes y por consiguiente se reducen las horas trabajadas.

Un planteamiento innovador en esta literatura, esgrimido por Uhlig, es la importancia de cambios en las visiones que tengan los individuos sobre el trabajo. Los trabajadores pudieran considerar una fracci�n de horas laborables como tiempo de interacci�n social u ocio. Ejemplo de este tipo de actividades son acceso a la internet, viajes de negocios, y uso de facilidades recreativas. Si los patronos determinan la tasa salarial en �base a las �horas que aportan a la producci�n y no de acuerdo con las horas contratadas, pudieran retener m�s empleados que los necesarios. As� que, adelantos tecnol�gicos, que incrementan la productividad del trabajo, pudieran no aumentar las horas trabajadas, sino simplemente reducir el tiempo de ocio en el empleo.�

En el aspecto emp�rico,� Gal� (1999) utiliza las restricciones de largo plazo en un sistema VAR para descomponer los impulsos que afectan la productividad y el insumo laboral, en innovaciones tecnol�gicas y de otro tipo. �Para el estudio se utilizan datos trimestrales de los Estados Unidos para el per�odo de 1948:1 a 1994:4� y para el per�odo de posguerra para los otros pa�ses del G-7[1].� El autor construye dos modelos uno donde el indicador del insumo laboral son horas trabajadas y otro usando el empleo. Los dos sistemas se estiman en las primeras diferencias de las variables. Las funciones de impulso-respuesta de los sistemas estimados por dicho autor revelan que los cambios tecnol�gicos inesperados aumentan la productividad� y� reducen el trabajo. Hallazgos similares sobre el efecto negativo de los shocks tecnol�gicos sobre el empleo son obtenidos por Shea (1999) Francis y Ramey (2002) y Basu, Fernald y Kimball (2006). Por otro lado, ��an�lisis realizados por Christiano, Eichenbaum y Vigfusson (2003) �sugieren �que los avances tecnol�gicos ocasionan alzas en �las horas trabajadas en ��Estados Unidos, lo que implica que� esos impulsos estimulan la demanda de trabajo. Pesavento y Rossi (2003) llegan a esa misma conclusi�n.

Otro trabajo significativo es el de Shapiro y Watson (1988) quienes, utilizando datos�� para los Estados Unidos en el per�odo de posguerra, encuentran ��que los choques de la oferta de trabajo explican cerca de 60% de las variaciones en las horas trabajadas en el corto plazo y el 100% en el largo plazo. Esos resultados son compatibles con los de �Foroni, Furlanetto y Lepetit (2016) que utilizan restricciones de signos, basados en un modelo nuevo keynesiano,� para identificar los choques de la oferta de trabajo en un modelo de vectores autorregresivos (VAR).� �De acuerdo con sus an�lisis las perturbaciones de la oferta de trabajo explican cerca del 50% de las variaciones en la tasa de participaci�n laboral de Estados Unidos. �En contraposici�n, Erceg y Levin (2014) y Aaronson et al. �(2014)� concluyen que la tasa de participaci�n �depende principalmente de cambios en la demanda de trabajo.�

En otros �art�culos relevantes para el tema de esta investigaci�n se examinan los efectos de impulsos de la demanda y oferta agregada sobre distintos indicadores que describen del estado de la econom�a. Las perturbaciones del lado de la oferta� pueden ser el resultado de� avances tecnol�gicos que incrementan la productividad de los insumos.� Por ejemplo, Blanchard and Quah (1989), utilizando datos de Estados Unidos, de 1950 a 1987, �hallan evidencia de que la tasa de desempleo experimenta alzas leves como respuesta a cambios inesperados en la� oferta agregada, pero despu�s de unos pocos trimestres, se contrae hasta que alcanza valores negativos y luego vuelve a su nivel de equilibrio. Seg�n los autores, este hallazgo sugiere la existencia de rigideces en los salarios reales,� lo que hace que los aumentos de la productividad marginal no se reflejen en los mismos y por tanto no se estimule el empleo en respuesta a los impulsos favorables de tecnolog�a. No obstante, ellos se�alan �que la tasa de desempleo depende principalmente de impulsos de lado de la demanda agregada. �En la misma l�nea �Braun, Bock y DiCecio (2009), usando datos para el mismo pa�s para el per�odo de 1954 a 2004, �plantean �que �existe� una respuesta positiva de la demanda laboral a� las perturbaciones de productividad, pero que las horas trabajadas dependen tanto de impulsos de la oferta como de la demanda �agregada. ����������

3.         �UN MODELO TE�RICO

En esta secci�n se presenta una descripci�n de una econom�a donde se puede �examinar el tema planteado en �este art�culo. Para esos prop�sitos se utiliza una modificaci�n de un modelo simple �ampliamente utilizado en la literatura� de los ciclos econ�micos reales[2], seg�n presentado por Collard (2009), al que se le a�ade una perturbaci�n que afecta la oferta de trabajo. En esta econom�a el consumidor representativo maximiza la siguiente� funci�n de preferencias:

Donde; �es el factor de descuento, � es un proceso estoc�stico �que� impacta �, un par�metro que mide la reducci�n en utilidad que genera el trabajo, Ct es consumo, Lt �es trabajo,� y v es la elasticidad de la oferta de trabajo de Frish. ��

 

La forma de introducir el impulso a la oferta laboral ( �) en la funci�n de utilidad, implica que el mismo se relaciona en forma inversa con las horas de trabajo ofrecidas en el mercado. Por lo que puede ser interpretado como cualquier tipo de pol�tica o evento que desaliente el empleo o reduzca el costo del ocio. Pero tambi�n, pudiera reflejar cambios demogr�ficos que afecten la oferta de trabajo de los hogares, o impulsos que alteren la tasa de sustituci�n entre ocio y consumo. La evoluci�n de ese shock �que impacta la oferta laboral se puede representar como:

 

��

 

Donde �es un elemento estoc�stico con media cero y varianza constante, y .

Los individuos �se confrontan con la siguiente restricci�n presupuestaria:

Esta restricci�n implica que los recursos (la producci�n, Y) �se dedican al consumo y a incrementar el capital el pr�ximo per�odo (i es inversi�n).� Si � es la tasa de depreciaci�n, la� evoluci�n �del capital est� dada por:

�

Donde � es un proceso estoc�stico que afecta la formaci�n de capital.

En esa econom�a las empresas contratan el trabajo, alquilan el capital y producen los bienes finales de acuerdo con:

�

Siendo, �es un elemento �estoc�stico de tecnolog�a que sigue un proceso AR(1).

Los procesos estoc�sticos que afectan �la formaci�n de capital y la producci�n se suponen que est�n correlacionados y se describen por:�

�

�

Donde �y� �son elementos estoc�sticos con media cero y varianza constante, y .

Las condiciones del primer orden del proceso de maximizaci�n del �modelo y �las de equilibrio constituyen �el siguiente sistema de ocho �ecuaciones:

�������������������������������������������������������������������������������������������������� �(1)

������������������������������������������������������������������������ ���(2)

���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� (3)

����������������������������������������������������������������������������������������������� ����(4)

�������������������������������������������������������� ��������������������������������������������������������������������������(5)

��������������������������������������������������������������������������������� ��������������������������������(6)

�������� ��������������������������������������������������������������������������������������������(7)

���������������������������������������������������������������������������������������� �����(8)

Esas ecuaciones definen el estado de la econom�a.� La primera ecuaci�n contiene la din�mica del trabajo que se afecta directamente por la perturbaci�n de la oferta de trabajo y a trav�s de la producci�n por la de tecnolog�a. �La ecuaci�n de Euler se define en� (2) y contiene informaci�n sobre decisiones de consumo y capital (decisiones intertemporales). Las dem�s ecuaciones ya han sido explicadas.

 

4.         METODOLOG�A� Y DATOS

El tema planteado en este art�culo se examina con dos metodolog�as distintas.�� El modelo descrito en la secci�n anterior se calibr� con datos trimestrales de Puerto Rico y se �resolvi� para examinar la din�mica de las variables de inter�s ante perturbaciones de tecnolog�a y de la oferta laboral.� Se utilizaron los �programas Dynare y Matlab para esos prop�sitos. Adem�s, se estim� un modelo de vectores autorregresivo estructural (SVAR por sus siglas en ingl�s), utilizando datos anuales, al que se impusieron restricciones de signos.

�4.1 ��Especificaci�n del Sistema SVAR

����������� El modelo presentado en la secci�n anterior� parte de una econom�a real, donde la producci�n se utiliza para el consumo y los gastos de capital.�� Esa condici�n se puede modificar ��para un tipo de econom�a en que los hogares suplen la fuerza laboral a un salario (de W). Para completar el sistema es necesario identificar alg�n indicador del insumo laboral. �En este este estudio se utiliza el empleo �total, ya que no cuenta con datos de las horas trabajadas para la econom�a examinada.� En el� modelo SVAR� se modelan expl�citamente los impulsos de la oferta y demanda por trabajo utilizando restricciones de signos. El sistema se representa como:

� � ��������������������������������������������������������(9)

�����������

Donde: L �el empleo agregado y �� �es el salario real,� �es� un polinomio en el operador de rezagos L, ЄLD� y ЄLS son los shocks �de la demanda y oferta� por trabajo, respectivamente.� Se �incluyeron variables binarias para� modelar los cambios estructurales que afectaron las series durante el per�odo de an�lisis.

Al� �sistema� (9) hay que imponerle algunas restricciones para identificar las perturbaciones de la demanda y la oferta de trabajo. ���Una perturbaci�n �desfavorable a la oferta de trabajo disminuye el nivel de empleo y aumenta los salarios, mientras que los adelantos de tecnolog�a aumentan la productividad del insumo laboral estimulando su demanda, lo que ocasionan alzas en los salarios y� empleos. La disparidad en la respuesta de los salarios ante los dos tipos de impulsos se puede utilizar para identificar los mismos.� Por tanto, para �extraer los impulsos �estructurales �del sistema (1) se imponen �restricciones sobre �los signos de la respuesta de las variables del sistema ante los cambios no anticipados (Faust (1998),� Uhlig (2005), �Canova y� De Nicol� (2002) son algunos de los art�culos que utilizan ese tipo de identificaci�n). Se supone, adem�s, �que los dos tipos de innovaciones son ortogonales.� El Cuadro 2 resume la identificaci�n.

En s�ntesis, en esta metodolog�a se identifican econom�tricamente impulsos del lado de la oferta y la demanda de trabajo. Los primeros� provienen de varias fuentes� como: aumentos en la preferencia por ocio, modificaciones en los pagos de transferencias a individuos y� cambios en los impuestos sobre salarios.�� Por otra parte, las perturbaciones del lado de la demanda de trabajo est�n asociadas principalmente a cambios tecnol�gicos que incrementan la productividad del insumo laboral.

Cuadro 2

Esquema de Identificaci�n de los Impulsos en el Sistema (9)

con Restricciones de Signos

Variable

Perturbaci�n de

la oferta de trabajo

(Alzas en las Preferencias por Ocio)

Perturbaci�n de

la demanda de trabajo

(Alzas en Productividad)

Empleo (L)

-

+

Salario real (W/P)

+

+

 

4.2         Datos y An�lisis Preliminares

En esta investigaci�n se utilizaron datos anuales de Puerto Rico para el per�odo comprendido entre 1950 y� 2019. Los datos se obtuvieron de la Junta de Planificaci�n de Puerto Rico. Se usaron todas las observaciones disponibles de las variables. El Cuadro 3 �contiene algunas estad�sticas descriptivas del empleo y el salario real. Se encontr�, como era anticipable, �que �las dos variables se mueven conjuntamente, el coeficiente de correlaci�n� de Pearson entre las misma �fue 0.88. �Una prueba de causalidad de Granger (utilizando dos rezagos seg�n determinado por el criterio de informaci�n de Akaike) �arroj� que el salario real causa el empleo con un nivel de significancia (Valor-P) �de 0.013 cuando se usan los niveles de las series y de �0.019 al utilizar las primeras diferencias.�

Las estimaciones con datos de a trav�s del tiempo requieren que las series sean estacionarias. El Cuadro� 4 contiene los resultados de la prueba de Dickey-Fuller aumentada que se utiliz� para examinar esa propiedad. Como es evidente, las dos series son I(1)[3].� Ese resultado se valid� tomando en cuenta la tendencia determinista lineal y de segundo grado, y considerando los cambios estructurales en las series.� Se realizaron pruebas de cointegraci�n para las series y se� encontr� que las mismas no est�n cointegradas (v�ase Cuadro 5).� Para esta prueba se consideraron tendencias lineales y de segundo grado en el modelo VAR y en las relaciones de cointegraci�n y los resultados se mantuvieron.� Estos hallazgos sugieren que� la especificaci�n del modelo (9) en las primeras diferencias� de las variables es correcta.

Cuadro 3

Estad�sticas Descriptivas de las Variables Utilizadas para el Estimar el Modelo SVAR� (1950-2019)

Estad�stico

Salario real anual por empleado,

en d�lares de 1954

Empleo en miles

 Media

2,896

846

 Mediana

3,096

766

 Valor M�ximo

4,205

1,264

 Valor M�nimo

740

539

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Cuadro 4

Resultados de las Pruebas de Ra�ces Unitarias

(Tendencia Determinista Lineal)

Variable

Estad�stico-ADF

Valor-P

Salario Real (W/P)

 

 

����� Niveles

-1.247

0.8916

����� Primera Diferencia

-6.626

0.0000

Empleo (L)

 

 

�� Niveles

-1.845

0.6718

Primera Diferencia

-4.148

0.0085

Fuente: Elaboraci�n propia

 

 

Cuadro 5

Prueba de Cointegraci�n de Johansen

(Tendencia Determinista Lineal)

Muestra (ajustada): 1953-2019;� Rezagos: 2

Prueba de Cointegraci�n irrestricta (traza)

N�mero. de relaciones de cointegraci�n en H0

Valor Propio

Estad�stico-Traza

Valor Critico a 0.05

Valor�P*

 

Ninguna

0.112

9.891

15.494

0.289

 

Al menos una

0.028

1.916

3.841

0.166

 

 La prueba de la traza indica que no existen relaciones de cointegraci�n a un nivel de� significancia de 0.05.

Prueba de Cointegraci�n Irrestricta (valor propio m�ximo)

N�mero de relaciones de cointegraci�n en H0

Valor propio

Estad�stico-valor propio m�ximo

Valor Critico a 0.05

Valor�P*

 

Ninguna

0.112

7.975

14.264

0.381

 

Al menos una

0.028

1.916

3.841

0.166

 

La prueba del valor propio-m�ximo� indica no cointegraci�n a un nivel de 0.05. * Valores-P� de MacKinnon-Haug-Michelis (1999).�

Fuente: Elaboraci�n propia

 

En la estimaci�n del modelo SVAR� se tomaron en cuenta los cambios estructurales que afectaron las series. La prueba de Quandt-Andrews fue utilizada para identificar las fechas de los quiebres. Para la calibraci�n del modelo de equilibrio general se utiliz� el promedio de los �ltimos cinco a�os de los datos de la isla y se tomaron algunos par�metros de la literatura� cuando no exist�a� informaci�n para Puerto Rico. El modelo de equilibrio general, contrario al modelo SVAR, se ajust� en frecuencia trimestral.

5. ����SIMULACI�N� DEL MODELO DSGE

En esta secci�n se presenta la� simulaci�n� del modelo para �examinar sus propiedades din�micas. El modelo fue calibrado en frecuencia trimestral, como se mencion�. Los par�metros utilizados para calibrar el modelo se detallan en el Cuadro 6. �Por otro lado, el Cuadro 7 contiene los coeficientes de autocorrelaci�n hasta el orden cuatro para las variables generadas por el modelo. Como se observa, existe una alta correlaci�n contempor�nea entre las series principales, como sucede en las econom�as capitalistas.� Como la variable de inter�s en esta investigaci�n es el insumo laboral (L) se estim� la funci�n de autocorrelaci�n (ACF, por sus siglas en ingl�s)� para la serie de empleo observada� en Puerto Rico para el per�odo total y un subper�odo reciente, m�s cercano a los a�os usados para calibrar el modelo, pero con la longitud necesaria para estimar la ACF.� Como es evidente en el Cuadro 8, los coeficientes de autocorrelaci�n de L hasta el tercer orden en� el per�odo de 1999-2019� son� muy similares a los estimados con la serie generada en la simulaci�n del modelo.

Cuadro 6

�Valores de los par�metros utilizados en la calibraci�n

Par�metro

Descripci�n

Valor

Efecto en la utilidad de la reducci�n en el trabajo (>0)

2.95

Exponente del capital en la funci�n de producci�n (k share)

0.40

Factor de descuento en preferencias intertemporales

0.99

Tasa de depreciaci�n

0.03

Persistencia de dos� procesos AR(1):� el de tecnolog�a que afecta Y & el que afecta la inversi�n.

0.95

Persistencia cruzada del proceso� de� tecnolog�a & el que afecta la inversi�n.

0.025

Persistencia de proceso que afecta la oferta de trabajo

0.90

Elasticidad de Frisch

0.35

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Cuadro 7

Autocorrelaciones� de las Variables Generadas por el� Modelo

Variable

Orden

 

1

2

3

4

 

Y

0.98

0.96

0.95

0.93

 

K

0.99

0.99

0.99

0.99

 

C

0.99

0.99

0.98

0.98

 

L

0.88

0.78

0.69

0.61

 

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Cuadro 8

Autocorrelaciones del Empleo en Puerto Rico

( Datos anuales)

Per�odo

Orden

1

2

3

4

1950-2019

0.98

0.96

0.93

0.89

1999-2019

0.91

0.77

0.60

0.41

Fuente: Elaboraci�n propia


Para analizar la din�mica del modelo se utilizan las funciones de impulso-respuesta� y la descomposici�n de la varianza del error de predicci�n. Las funciones de impulso respuesta de Y y L se presentan en�� las Gr�ficas 1� y 2, respectivamente (las Gr�ficas de C y K no se presentan para ahorrar espacio, pero siguen el movimiento de Y). En la econom�a ficticia se definieron tres perturbaciones, dos que afectan el lado de la producci�n (una que afecta Y directamente y otra a trav�s de la inversi�n) y una tercera que aumenta las preferencias por ocio. Por lo que es necesario determinar si los indicadores macroecon�micos seleccionados tienen la respuesta esperada ante esas innovaciones. Es evidente� en� la Gr�fica 1, que la producci�n real� se incrementa como resultado de los impulsos de tecnolog�a que aumentan la productividad de los insumos de producci�n y ampl�an las posibilidades de consumo en esa econom�a.� Por otro lado, Y se reduce como consecuencia del alza inesperada en las preferencias por ocio.

Las respuestas de las horas trabajadas ante los tres impulsos se muestran en la Gr�fica 2. El trabajo se incrementa como resultado inmediato de� los impulsos de tecnolog�a e inversi�n. Sin embargo,� en el largo plazo (horizonte 39 en adelante) experimenta una leve reducci�n.� Eso podr�a implicar el uso m�s intensivo del capital por el incremento en �su productividad generado� por los shocks mencionados. Adem�s, como era anticipado, las horas trabajadas merman como consecuencia del incremento en las preferencias por ocio.

El Cuadro� 9 contiene los resultados de la estimaci�n de la funci�n �de la descomposici�n de varianza del error de predicci�n.� Los impulsos de tecnolog�a �y de capital parecen ser m�s importantes que el de la oferta de trabajo para la din�mica de la producci�n (Y), el capital (K) y el consumo (C). La relevancia �de cambios tecnol�gicos inesperados en la econom�a de la isla ha sido se�alada anteriormente por �Toledo (2006) y Alemar y Rodr�guez (2020).

En contraposici�n la� perturbaci�n� de la oferta de trabajo� se le puede atribuir un impacto menor sobre Y, K y C. �Sin embargo, ese tipo de shock� es responsable de cerca de� 43% de las fluctuaciones en las horas trabajadas. Ese porcentaje se reduce a 30% cuando el coeficiente de AR(1) del shock en la preferencia por ocio es 0.75 en lugar de 0.90. Lo que indica que la importancia de los impulsos a la oferta de trabajo depende cr�ticamente de ese par�metro. Es de esperarse que estos impulsos de preferencia persistan a trav�s del tiempo, por lo que ese coeficiente debe ser considerablemente alto.

 

 

 

Esta simulaci�n sugiere que pueden existir econom�as donde la din�mica de las horas trabajadas dependa de caracter�sticas del mercado laboral que afecten la valoraci�n del consumo y �el ocio. Sin embargo, en este experimento se encontr� que cerca de la mitad de las fluctuaciones en L dependen de impulsos permanentes, asociados principalmente a la demanda de trabajo.

Cuadro 9

Descomposici�n de la Varianza del Error de Predicci�n

(Modelo DSGE)

Variable

Porcentaje de la varianza atribuible a impulsos en:

Tecnolog�a

La productividad del capital

La oferta laboral

Y

62

24

5

C

57

28

3

K

53

38

2

L

26

20

43

Nota: Las cifras no suman hasta 100 debido a �la existencia de �correlaci�n entre los �choques simulados en muestras peque�as y la �no linealidad. Esta es la descomposici�n asint�tica.

Fuente: Elaboraci�n propia

 

6. ����RESULTADOS DE LA ESTIMACI�N DEL MODELO SVAR

En este modelo la identificaci�n de los impulsos estructurales se obtuvo imponiendo la �restricci�n principal de �que alzas en las preferencias por ocio[4] aumentan �los salarios reales y reducen el nivel de empleo de equilibrio, ya que reducen la oferta de trabajo. Las restricciones se impusieron s�lo al primer impacto de las perturbaciones utilizando el enfoque bayesiano. Las funciones de impulso-respuesta de los salarios reales y el empleo� ante choques de la oferta de trabajo se presentan en la Gr�fica 3 y 4. Como es evidente, �la respuesta �inicial de las dos variables ante perturbaci�n bajo an�lisis refleja las restricciones de signos �impuestas.�

Para evaluar la importancia de los impulsos de la oferta de trabajo explicando las desviaciones de las variables del sistema de su trayectoria de largo plazo se estimaron las funciones de descomposici�n del error de predicci�n (FDEP), las mismas se resumen en el Cuadro �10. Los impulsos de la oferta de trabajo explican� cerca de un tercio de las fluctuaciones experimentadas �por el empleo total en la isla[5]. ��Este resultado coincide con los hallazgos de �Chang y Schordifheid (2003) �para el caso de Estados Unidos.� Su estudio �concluye que 30% de las fluctuaciones en las horas trabajadas en ese pa�s �pueden explicarse por �impulsos de la oferta de trabajo. �Smets y Wouters (2007), tambi�n se�alan la relevancia de ese tipo de shock para la din�mica de las horas de trabajo. Esa misma conclusi�n es alcanzada por Hall (1997), que utilizando datos de EE. UU. de 1947 a 1993, examina los efectos de cambios en las preferencias por ocio� en la actividad econ�mica. Su trabajo revel��� que la tasa de sustituci�n de consumo por ocio es la principal fuerza que mueve las fluctuaciones econ�micas en ese pa�s, en el per�odo examinado.� Ese autor, afirma que las recesiones son per�odos de tiempo en que los individuos reducen el consumo de bienes y servicios y por consiguiente reducen las horas de trabajo.� Foroni, Furlanetto y Lepetit (2016), por otro lado,� utilizan restricciones de signos, basados en un modelo nuevo keynesiano,� para identificar los choques de la oferta de trabajo en un modelo de vectores autorregresivos (VAR).� Los autores informan que las perturbaciones de la oferta de trabajo explican cerca del 50% de las variaciones en� la tasa de participaci�n de Estados Unidos para el per�odo de 1985 a 2014.

 

 

 

Cuadro 10

Descomposici�n de la Varianza del Error de Predicci�n del Empleo

(Modelo SVAR)

Horizonte de Predicci�n

Porcentaje de la varianza atribuible a impulsos en la oferta

de trabajo

 

 

 

 

1

34

2

33

3

33

4

36

8

39

9

39

10

39

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Por otra parte, a la luz de la informaci�n presentada en el Cuadro 10, los impulsos de �la demanda de trabajo explican un poco m�s del 60 por ciento� de las fluctuaciones en el empleo total de Puerto Rico en el corto y largo plazo. As� que, los impulsos de productividad parecen ser m�s importantes que los de las preferencias por ocio �para la din�mica del insumo laboral en la isla. �Ese es un resultado que se ha sido destacado en la literatura de los ciclos econ�micos reales (CER)� siendo los trabajos pioneros Kydland y Prescott (1982� ), Long y Plosser (1983), King y Plosser (1984 ) y� Long� y� Plosser� (1987). En los� modelos construidos de acuerdo con los preceptos de los CER, los choques de tecnolog�a, que afectan la productividad marginal del trabajo, son las fuentes principales del ciclo econ�mico.� ���

Para el caso de Puerto Rico las perturbaciones de la demanda de trabajo� pudieran estar asociados a las limitaciones en inversiones de capital en el �rea de manufactura que est� experimentado la isla desde 2006, que han impactado la productividad del insumo laboral. La salida de empresas manufactureras estadounidenses de la isla, ante la perdida de incentivos de impuestos, pudiera ser una explicaci�n para el rol prominente de este tipo de innovaci�n �en la din�mica del empleo en la isla (v�ase Toledo (2017)). Este punto se examina en el pr�ximo apartado.

�6.1 ���An�lisis de Robustez

Para examinar la robustez de los resultados informados en la secci�n anterior con respecto a las variables consideradas y a la identificaci�n de los impulsos estructurales se a�adi� al modelo SVAR la primera diferencia del capital (K) y se impusieron restricciones de largo plazo. Este sistema permite evaluar los tres tipos de impulsos del �modelo DSGE.� Las restricciones de largo plazo son similares a �las utilizadas por Gal� (1999)[6]. El vector de las variables del modelo ampliado se puede representar como , donde It ( ) es la inversi�n total en t�rminos reales[7]. �Este modelo permite examinar el impacto de �la perturbaci�n que afecta la acumulaci�n del capital, adem�s de las otras ya examinadas, sobre el empleo. El vector de las perturbaciones esta dado por: , donde, � ,� , y �son impulsos, de tecnolog�a, no tecnol�gicos y los asociados a la inversi�n, respectivamente. �

Para lograr, la identificaci�n de los impulsos estructurales se imponen las siguientes restricciones (basadas en Gal� (1999)): 1. En el largo plazo los salarios reales� son impactados s�lo por los �impulsos de tecnolog�a, 2. L se ve afectado permanentemente por las perturbaciones tecnol�gicas y no tecnol�gicas �3. �Los tres tipos de shocks tienen efectos permanentes sobre la �inversi�n.� �La primera restricci�n implica �que los salarios reales se afectan permanente �nicamente como resultado de cambios �en la productividad proveniente de los impulsos tecnol�gicos. As� que, los impulsos tecnol�gicos son los �nicos que afectan la productividad en el largo plazo. ��La segunda restricci�n permite �que los impulsos no tecnol�gicos afecten el empleo en el largo plazo, pero no �la productividad. Saltari y Travaglini (2009)� asocian este tipo de perturbaci�n� a regulaciones institucionales que afectan la �oferta de trabajo, como cambios en los beneficios marginales de los trabajadores o leyes de salario m�nimo.� Sin embargo, otros factores no relacionados con la oferta del insumo laboral que hayan afectado permanentemente al empleo est�n recogidos en ese shock. �Para el caso de Puerto Rico, y otros pa�ses con limitaciones de capital, el gobierno es un ��motor importante en la �creaci�n �y promoci�n de empleos, por lo que cabe la posibilidad de que dicha perturbaci�n recoja los efectos de la pol�tica p�blica sobre la estructura econ�mica. �Esas dos primeras restricciones s�lo permiten efectos transitorios[8] de la inversi�n sobre las sobre L y � y tienen como resultado que la ra�z unitaria de L provenga de los impulsos idiosincr�ticos del mercado de trabajo.

�La tercera restricci�n �asegura que la inversi�n se vea afectada permanente por los impulsos de tecnol�gicos �y no tecnol�gicos y es compatible con el modelo desarrollado por Hall (1997). �El impulso de la inversi�n al no tener impacto permanente sobre el salario real ni el empleo se puede interpretar como una perturbaci�n de la demanda agregada.

Es relevante se�alar, que una porci�n importante de la inversi�n en Puerto Rico ha provenido �de EE. UU. y depende, en parte, �de las leyes de impuestos de ese pa�s �y cambios en la �competitividad global, por lo que su� permanencia siempre est� en cuestionamiento, lo que justifica el que sus impactos sobre el salario real (un indicador de la productividad) �y el empleo sean de car�cter transitorio. Adem�s, de 30 a 40 por ciento de la inversi�n en la isla �es en la actividad de construcci�n que genera muchos puestos de trabajo temporeros. �No obstante, se realiz� una estimaci�n permitiendo que los impulsos de la formaci�n de capital tuvieran impactos permanentes sobre el empleo, y los hallazgos var�an ligeramente, pero las conclusiones se mantienen.

El modelo se estim� con dos rezagos que es el orden �ptimo �determinado utilizando el criterio de Akaike.� El mismo ajust� bien los datos y sus �residuos constituyen procesos puramente aleatorios: el estad�stico-Q multivariable� de orden 5 fue de 31.00 y su Valor-P igual a 0.27, por lo que no existe evidencia de �autocorrelaci�n en los residuos hasta ese orden.�� El examen de las ra�ces del polinomio caracter�stico del sistema� revel� que el mismo es estable.�

El Cuadro 11 contiene la descomposici�n del error de predicci�n del empleo, bajo este nuevo modelo ampliado. �Como se observa, los choques no tecnol�gicos, que incluyen cambios en �la oferta de trabajo, explican �m�s de 50% de las variaciones de L en el corto plazo y de 47% en el largo plazo. El impacto de largo plazo es cuatro� puntos porcentuales �mayor �al obtenido en la descomposici�n asint�tica del modelo de equilibrio general que fue 43% y excede por ocho unidades el estimado del SVAR con restricciones de signos en ese horizonte de predicci�n. �Sin embargo, �en ese �ltimo modelo mencionado en el corto plazo las innovaciones de la oferta de trabajo explican 34% de las variaciones del empleo lo que representa una diferencia significativa al compararlo con el modelo ampliado. Esto pudiera implicar, como se mencion� antes, �que esa perturbaci�n incluye otras innovaciones que afectan L permanentemente, adem�s de la de preferencia por ocio. Para el �caso de Italia y Francia, Salteri y Travaglini (2009) encuentran que m�s de 75% de la variancia del error de predicci�n del empleo es explicada por impulsos no tecnol�gicos.�

Como es evidente en el Cuadro 11, los impulsos tecnol�gicos son responsables de cerca de 12 por ciento de las fluctuaciones en el empleo en el corto plazo. En el largo plazo, esas perturbaciones explican un poco m�s de un quinto de las desviaciones del insumo laboral de su tendencia de crecimiento. En el modelo de equilibrio general calibrado para Puerto Rico este tipo de shock explica el 26% de la variancia del error de predicci�n de L. Salteri y Travaglini (2009) hallan que los choques de tecnolog�a explican entre 7% y 15% de las variaciones en el insumo laboral en �Italia y Francia, respectivamente.

 

 

 

 

 

Cuadro 11

Descomposici�n de la Varianza del Error de Predicci�n del Empleo

(Modelo SVAR Ampliado)

Horizonte de Predicci�n

Porcentaje de la varianza atribuible a impulsos:

 

De Tecnolog�a

(Con efectos permanentes

sobre W/P)

No Tecnol�gicos

(Con efectos transitorios

sobre W/P)

De la Inversi�n

1

13

56

31

2

11

57

32

3

19

52

29

4

20

51

29

8

21

47

32

9

21

47

32

10

21

47

32

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Las innovaciones de inversi�n, por su parte, dan cuenta� de cerca de un tercio de las fluctuaciones del empleo de su tendencia de largo plazo.� Este resultado concuerda con Rodr�guez (2018) quien usando datos mensuales para el per�odo de 1976 al 2010, estima que los choques del lado de la demanda (externos y locales) son responsables de� cerca del 35% de la varianza del error de predicci�n del desempleo en Puerro Rico. Para el caso de EE. UU. Justiniano, Primiceri y Tambalotti (2010), utilizando datos trimestrales de 1954 a 2004, ���hallan que los impulsos de inversi�n explican entre 20 y 60%� de las variaciones en el insumo laboral en la frecuencia del ciclo econ�mico (entre� 1.5 a 8 a�os). Por otra� parte,� un an�lisis que realiza� Fisher (2006)� con� datos de 1955 al 2000 de ese mismo pa�s, indica que entre 25 y 59% de la varianza del error de predicci�n de las horas trabajadas son el resultado de� los shocks de la inversi�n.

Para examinar c�mo los tres tipos de impulsos han afectado la serie de empleo a trav�s del tiempo se utiliza la descomposici�n hist�rica de la serie de empleo para el per�odo de 1953 a 2019. Ese tipo de an�lisis provee� una interpretaci�n de las fluctuaciones de la variable analizada tomando como base los impulsos estructurales identificados. La representaci�n MA del modelo SVAR� (VMA) implica que cada una de las series del modelo se puede expresar como una combinaci�n lineal de los choques que la han impactado en el pasado, tres en este caso. Por tanto, es posible evaluar lo que hubiera sucedido si s�lo uno de los impulsos hubiera actuado sobre la serie bajo an�lisis. Es como si se apagaran los efectos de dos de las perturbaciones a la vez y se dejara s�lo uno encendido. Entonces es posible� comparar las fluctuaciones que son generadas por el shock que se dej� encendido sobre� el empleo, en este caso, con las que sucedieron. Haciendo ese ejercicio para cada de los tres tipos de impulsos, se puede determinar en cada per�odo cu�l de los impulsos� tuvo un� impacto mayor sobre la variable analizada. La representaci�n de estas descomposiciones para distintos subper�odos se presenta en las Gr�ficas 5, 6, y 7. La partici�n� de las series� se realiz� para facilitar la interpretaci�n del an�lisis y no refleja necesariamente una periodizaci�n de la historia econ�mica de Puerto Rico.

En el primer subper�odo examinado, de 1953 a 1970, los impulsos no tecnol�gicos son los que mejor explican las desviaciones del empleo de su tendencia de crecimiento, como se muestra en la Gr�fica 5. Los choques de inversi�n tambi�n reproducen bastante bien �el movimiento general de las fluctuaciones de la serie examinada, pero no explican mucho de las reducciones en las mismas.� En ese per�odo, de la industrializaci�n de la isla, los avances tecnol�gicos parecen tener su mayor poder explicativo sobre las variaciones de L de 1956 a 1966. ��

Las perturbaciones tecnol�gicas, durante los a�os de 1971 a 1999, en t�rminos generales, se mueven en la misma direcci�n que L. Sin embargo, su capacidad predictiva es baja en el ciclo econ�mico, como se aprecia en la Gr�fica 6. �Se observa, por ejemplo, que los per�odos recesionarios de los mil novecientos setenta, ochenta y noventa no parecen ser el resultado de ese tipo de impulso. �Por otro lado, las innovaciones en la inversi�n real explican tanto el movimiento general de la serie como una proporci�n alta las fluctuaciones c�clicas de 1971 hasta 1994, antes de la eliminaci�n de los incentivos de impuestos de las empresas estadounidense (conocida como la secci�n 936 del c�digo de rentas internas de EE. UU., �cuyo cese comenz� en 1996 y finaliz� en el 2006).� Se puede observar que en la recesi�n de los 1980[9], que se plantea ��fue causada por la pol�tica monetaria restrictiva de Estados Unidos que increment� considerablemente las tasas de inter�s,� los impulsos de la inversi�n son los que mejor explican las reducciones en el nivel de empleo. Es evidente, en la Gr�fica 6, que los impulsos no tecnol�gicos tambi�n juegan un rol relevante en la din�mica del empleo de Puerto Rico durante ese per�odo. �En la recesi�n de los setenta, ese �ltimo tipo de perturbaci�n mencionada explica una proporci�n mayor de las fluctuaciones en el insumo laboral que las asociadas a la inversi�n y lo mismo sucede en la expansi�n del �ltimo lustro del siglo 20.

La descomposici�n hist�rica del empleo para la �ltima subdivisi�n del �per�odo utilizado en la estimaci�n del modelo, 2000 a 2019, se encuentra en la Gr�fica 7. Los impulsos de tecnolog�a identificadas en el modelo son los m�s que parecen haber influenciado la serie bajo an�lisis �entre 2006 y 2015: el per�odo luego del cese de los incentivos de impuestos para �las firmas de EE. UU. bajo la secci�n 936. La reducci�n en el empleo de manufactura, producto de la salida de algunas empresas intensivas en capital puede ser una explicaci�n para este resultado. �Los choques no tecnol�gicos, por su parte, explican una proporci�n significativa de las desviaciones del empleo del 2000 al 2007, y de 2013 hasta 2017. �Los impulsos de inversi�n, por otro lado, explican las fluctuaciones del empleo del 2005 al� 2012. Durante esos a�os �esas �innovaciones son capaces de explicar una parte considerable de las bajas en los niveles del empleo. �Es evidente en la Gr�fica 7, que luego del impacto del hurac�n Mar�a sobre la isla (2017), las innovaciones en la inversi�n son las que se mueven en la misma direcci�n que las oscilaciones del empleo. Estas innovaciones, no obstante,� �predicen un nivel mayor del empleo que el que sucedi�. Esa cifra de empleo �tal vez hubiera sido posible sin la devastaci�n de la infraestructura que experiment� el pa�s como consecuencia del hurac�n mencionado.

�

�

�

�

 

7. ���CONCLUSIONES

Este art�culo tuvo como prop�sito comparar los efectos de impulsos de la oferta y demanda de trabajo sobre la trayectoria del empleo agregado en Puerto Rico. Se calibr� un modelo de equilibrio general de ciclos econ�micos reales� utilizando valores para los par�metros lo m�s cercanos posible a los impl�citos en las series que describ�an el estado de la econom�a de la isla en el �ltimo lustro.�� Los resultados de la simulaci�n de ese modelo revelaron que los impulsos de las preferencias por ocio pueden tener un efecto importante en las fluctuaciones del insumo laboral.� Adem�s, se estimaron dos modelos SVAR utilizando restricciones de signos en uno de ellos y la descomposici�n Blanchard-Quah en el otro, para identificar perturbaciones de la demanda y oferta de trabajo que han afectado la serie de empleo y otras variables del pa�s para el per�odo de 1950 a 2019. �Los resultados de la estimaci�n de esos modelos sugieren que los impulsos de la demanda de trabajo (productividad y/o choques de la inversi�n) se les puede atribuir �entre cerca del 50 y� 70% de las fluctuaciones �que ha experimentado el empleo en la isla.� Tambi�n implican �que los impulsos de la oferta de trabajo son responsables �de al menos 30% de las desviaciones del insumo laboral de su tendencia de largo plazo. No obstante, la importancia de los tres tipos de perturbaciones en la din�mica del empleo agregado vari� para diferentes per�odos. De 1953 a 1970, los impulsos no tecnol�gicos (que incluyen los de la oferta de trabajo) fueron los que mejor explicaban� las� desviaciones de ese indicador macroecon�mico de� su tendencia de crecimiento. En el� per�odo de 1971 a 1999 a las� innovaciones de la inversi�n se les pueden atribuir una proporci�n alta tanto del movimiento general de la serie de empleo como de sus fluctuaciones c�clicas,� pero los cambios no anticipados en la oferta laboral (choques no tecnol�gicos)� tambi�n tienen una alta contribuci�n en� esa din�mica.� En a�os m�s recientes, entre 2006 y 2015, los impulsos de tecnolog�a son los que parecen haber impactado� m�s la serie bajo an�lisis, mientras que los choques no tecnol�gicos, explican una proporci�n significativa de las desviaciones del empleo del 2000 al 2007 y de 2013 hasta 2017.� Por su parte, los cambios inesperados en la inversi�n son los que explican mejor� los per�odos de reducciones en el empleo en las primeras dos d�cadas del� siglo 21.�

Los hallazgos �que se obtuvieron en esta investigaci�n sobre �la importancia de los choques de la� demanda de trabajo y la inversi�n sobre las fluctuaciones del empleo, en una econom�a con limitaciones de capital como la de Puerto Rico, �no son sorprendentes. No obstante, la aportaci�n �de los impulsos de la oferta a esas variaciones no era un hallazgo anticipado, por lo que merece algunas reflexiones. Esos impulsos del lado de la oferta laboral pudieran estar asociados a tres categor�as, no necesariamente mutuamente excluyentes, a saber, cambios en: las preferencias por ocio,� en la productividad de actividades sin remuneraci�n o en la brecha entre el salario y la tasa de sustituci�n de consumo por ocio. �Algunas fuentes de �los impulsos para esas categor�as� son los beneficios de desempleo, pagos de transferencias p�blicas y privadas, cambios en las regulaciones laborales y leyes de salario m�nimo entre otras (v�ase Foroni et al. �( 2016)). Por ejemplo,� �si ocurre una reducci�n en los beneficios marginales de los empleados, disminuye �el costo del ocio lo que impacta las decisiones sobre la selecci�n consumo/ocio que toman los individuos, lo que puede ocasionar que algunos individuos salgan de la fuerza trabajadora, tal vez, �acogi�ndose a la jubilaci�n temprana. De igual forma pudiera implicar que ciertos miembros de los hogares (trabajadores secundarios) �se dediquen a tareas tales como estudiar o participar en actividades� de organizaciones �sin fines de lucro, lo que mermar�a �las horas dedicadas a trabajar o buscar empleo en la econom�a.� Adem�s, �esas bajas en los beneficios marginales de los empleados� afectan la diferencia entre la compensaci�n recibida por el trabajo (W) y la tasa de sustituci�n de ocio por consumo (MRSocio/consumo) o las unidades de ocio que los individuos� est�n dispuestos a ceder por una unidad adicional �de consumo. Si el incremento en la utilidad que los individuos recibir�an por el alza �en consumo que pueden obtener ��del ingreso que proviene del salario de �una hora adicional de trabajo� no compensa por la p�rdida �de utilidad asociada a la reducci�n en el tiempo de ocio, �las personas �no se ver�n motivados a incrementar sus horas de trabajo. Obs�rvese que la �MRSocio/consumo� depende de la valoraci�n que hagan los individuos sobre el consumo y el ocio. La etapa del ciclo de vida en que las personas se encuentren afecta esa tasa de sustituci�n, por lo que factores demogr�ficos impactan la brecha de salario (wage markup: W - MRSocio/consumo ). ��

As� que, est�mulos a la oferta de ese insumo de producci�n, aun en econom�as con alto nivel de desempleo, pudiera tener efectos en el nivel del empleo. Por ejemplo,� pudiera� ser que algunos sectores econ�micos que utilizan mano de obra semicualificada y no calificada� tengan� puestos de trabajo vacantes y� que les resulte dificultoso la contrataci�n de los recursos id�neos, por lo que ese tipo de medida pudiera tener, al menos, un impacto marginal sobre la trayectoria del empleo. Por tanto,� aunque los an�lisis realizados �sugieren que el dise�o de pol�ticas p�blicas dirigidas a promover la creaci�n de puestos de empleo tendr�a el impacto mayor sobre la din�mica del empleo en el pa�s, como se ha planteado anteriormente (v�ase por ejemplo Liard-Muriente y Schenck (2020)), el impacto de �la participaci�n laboral en el nivel de empleo no parece ser tan insignificante como para que se pueda descartar. As� que, �medidas dirigidas a mejorar las condiciones de empleo de los trabajadores pudieran ser efectivas para promover la actividad econ�mica en la isla. �Estas pol�ticas del mercado laboral pudieren incidir sobre la productividad del trabajo y las preferencias sobre consumo y ocio,� dos factores que de acuerdo con Bergstrom y Dodds (2021) afectan la desigualdad de ingresos en los Estados Unidos.

Es menester se�alar que este estudi� tuvo la ��limitaci�n principal �de que no se cont� con informaci�n sobre las horas de trabajo y en su lugar �se utiliz� el empleo como la variable principal del an�lisis en los modelos SVAR. �Medir el insumo laboral con el n�mero de empleados tiene la dificultad de que esa variable pudiera aumentar, aunque el total de horas trabajadas no se incremente, por el efecto de la sustituci�n de trabajadores a tiempo parcial por los que laboran a jornada completa. Por tanto, los resultados de la estimaci�n pudieran variar al utilizar las horas trabajadas en lugar del empleo. Sin embargo, como los hallazgos de este trabajo son compatibles con otros de la literatura sobre el tema y lo encontrado en el modelo de equilibrio general calibrado para Puerto Rico, �es de esperarse �que en t�rminos cualitativos los hallazgos se mantengan. �

8. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Alemar, E. A. y Rodr�guez-Ramos, C.A. (2020). Efectos Reales de Impulsos Tecnol�gicos: El Caso de Puerto Rico. Estudios Econ�micos, aparecer� pr�ximamente.

�Autor, D. H. (2007). Structural demand shifts and potential labor supply responses in the new century.� Federal Reserve Bank of Boston,� Monograf�a, 52.

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* Investigador/Consultor, doctor en econom�a y estad�stico profesional acreditado (PStat�) por la American Statistical Association.

[1] Los pa�ses son Canad�, el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, y Jap�n. El per�odo del an�lisis vari� para cada pa�s por la disponibilidad de datos.

[2] V�ase, por ejemplo, McCallum (1988).�

.

[3] Se lleg� a la misma conclusi�n al utilizar la prueba de estacionariedad de Kwiatkowski-Phillips-Schmidt-Shin (KPSS test).

[4] Cambios demogr�ficos, tambi�n pueden afectar la oferta de trabajo, pero es de esperarse que impacten principalmente su tendencia de crecimiento y no sus fluctuaciones c�clicas.

[5] Este resultado se mantiene cuando se sustituyen las primeras diferencias de las variables con las series filtradas para remover las� tendencias deterministas.

[6] Gal� utiliza un sistema con� la productividad del trabajo� y las horas trabajadas. Francis y Ramey (2002) y Gamber y Joutz (1993) sustituyen la productividad del trabajo por el salario real.

[7] Fisher (2006) incluye el precio real de la inversi�n,� en lugar de la primera diferencia de K, para identificar choques tecnol�gicos espec�ficos asociados a la inversi�n, mientras que Watanabe (2012) utiliza la raz�n inversi�n-producci�n agregada real, basados en modelos te�ricos diferentes al utilizado en esta investigaci�n. Justiniano, Primicery y Tambalotti (2010) utilizan la inversi�n como en este art�culo. �

[8] Esta identificaci�n es similar a la utilizada por Saltari y Travaglini (2009), pero ellos utilizan el PIB en lugar de la inversi�n.

[9]Conocida como la recesi�n Reagan (en referencia al Presidente de Estados Unidos en ese momento, Ronald Reagan)� o la recesi�n Volcker refiri�ndose a Paul Adolph Volcker presidente del banco central de EE. UU., la Reserva Federal,� de 1979 a 1987.