Feminizaci�n del magisterio ecuatoriano

 

 

Carlos Calder�n-Guevara

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-7408-8733

 

Jesica Pricila Carrera-Pillalazo

[email protected]

 

 

RESUMEN

El presente trabajo investigativo se desarrolla alrededor de la problem�tica de la feminizaci�n en el campo de la docencia, con el objetivo principal de explicar el proceso de la feminizaci�n del Magisterio ecuatoriano, entendido como el crecimiento del n�mero de mujeres, que llega incluso a ser mayor�a. La metodolog�a es de car�cter cualitativa con el nivel de profundidad descriptivo, que responde a una investigaci�n documental-bibliogr�fica. El procesamiento de la informaci�n se lo realiz� mediante la utilizaci�n de la t�cnica del fichaje y la ficha de trabajo como instrumento para la recolecci�n y an�lisis de los datos obtenidos. El an�lisis y discusi�n de resultados muestra los hallazgos m�s significativos que se construyen alrededor de la influencia de los roles de g�nero, brechas de desigualdad entre hombres y mujeres en el campo laboral y los aportes m�s sobresalientes de educadoras ecuatorianas al pa�s. Finalmente, se establecen conclusiones que dan respuesta a la problem�tica identificada en el estudio realizado.

 

Palabras clave:� roles de g�nero; estereotipos; magisterio; feminizaci�n docente; Ecuador.

 


Feminization of the ecuadorian teaching

 

ABSTRAC

The present investigative work is developed around the problem of feminization in the field of teaching, with the main objective of explaining the process of feminization of the Ecuadorian Teaching, understood as the growth of the number of women, which even reaches the majority. The methodology is qualitative in nature with a descriptive level of depth, which responds to a documentary-bibliographical investigation. The processing of the information was carried out through the use of the recording technique and the work sheet as an instrument for the collection and analysis of the data obtained. The analysis and discussion of results shows the most significant findings that are built around the influence of gender roles, inequality gaps between men and women in the labor field and the most outstanding contributions of Ecuadorian educators to the country. Finally, conclusions are established that respond to the problem identified in the study carried out.

 

Keywords: gender roles; stereotypes; teaching; teacher feminization; Ecuador.

 

 

Art�culo recibido:� 15 enero 2022

Aceptado para publicaci�n: 08 febrero 2022

Correspondencia: [email protected]

Conflictos de Inter�s: Ninguna que declarar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.      INTRODUCCI�N

�Lo m�s revolucionario que una persona puede hacer es decir siempre en voz alta lo que realmente est� ocurriendo.�

��������������������������������������������������������������������������������������������������� Rosa Luxemburgo

El involucramiento de la mujer en el escenario social es sin duda el resultado de un largo proceso inclusivo, donde �reas que en un inicio fueron netamente planteadas como masculinas, con el paso del tiempo perciben una participaci�n de las mujeres que continuamente va en ascenso. La feminizaci�n, como afirma Aguilar (2011) �connota una acci�n�, �el proceso de volverse m�s femenino� o �m�s com�n� o �extendido entre las mujeres�� (p. 129). Paulatinamente los aportes de las mujeres toman m�s fuerza y son m�s reconocidos, pues en sectores clave como la salud y la educaci�n su incidencia es mayor al representar a la mayor cantidad de personas que ejercen actividades afines.

La educaci�n para Le�n (2007) presupone una visi�n del mundo y de la vida, una concepci�n de la mente, del conocimiento y de una forma de pensar; una concepci�n de futuro y una manera de satisfacer las necesidades humanas� (p. 598). La educaci�n es uno de los principales derechos que tiene el ser humano, pues es base fundamental para su desarrollo y una manera eficaz para reducir los niveles de pobreza, as� como la mejora en materia de igualdad, la salud, la paz y estabilidad (Banco Mundial, 2018, p. 1). La educaci�n tiene un sentido hist�rico social, responde a realidades concretas de una �poca espec�fica, sus caracter�sticas no �nicamente se ven reflejadas en el campo pedag�gico sino en toda la realidad socioeducativa inmersa. Es en este escenario donde la actividad docente se construye como un espacio sujeto a varios cambios, desde sus estructuras formacionales hasta la concepci�n misma de la profesi�n.

El prop�sito de este art�culo es analizar las causas o factores qu� producen la feminizaci�n de la profesi�n docente en el Ecuador, crear un puente entre la feminizaci�n y la docencia, al comprender el car�cter cambiante del involucramiento de las mujeres en las filas del Magisterio nacional. Por este motivo se plantea encontrar respuestas a la pregunta central: �Porque existe feminizaci�n dentro del Magisterio ecuatoriano?

En este sentido se busca relacionar los factores que generan el proceso de feminizaci�n de la docencia, que devela y profundiza la problem�tica en el contexto de la sociedad ecuatoriana.

Es importante precisar las limitaciones del estudio, particularmente referido a su alcance y profundidad, pues al tratarse de una investigaci�n documental, se tiene como desventaja que la informaci�n obtenida sea limitada, es decir no est�n disponibles para confrontarlos te�ricamente o para reforzar el argumento de los investigadores.

En cuanto a la estructura y contenido del art�culo, en la secci�n 2 se presenta los conceptos relacionados con la investigaci�n. En la secci�n 3, se especifica la metodolog�a del estudio. En la secci�n 4 se realiza an�lisis y discusi�n de resultados, y finalmente, en la secci�n 5, se establecen las conclusiones de acuerdo con los resultados obtenidos.

1.1 Conceptos relacionados

El abordaje inicial sobre el tema central de la feminizaci�n en el campo docente debe comenzar desde la caracterizaci�n de elementos fundamentales para su adecuada comprensi�n, como son estereotipos de g�nero, roles y etiquetas sociales. Para Cook & Cusack (2009) �los estereotipos de g�nero hacen referencia a la construcci�n o comprensi�n de los hombres y las mujeres, debido a la diferencia entre sus funciones f�sicas, biol�gicas, sexuales y sociales� (p. 2). En este sentido, dichas diferenciaciones marcan una l�nea espec�fica de comportamiento, pues se concibe a un individuo enmarcado en caracter�sticas determinadas dependiendo de su sexo de nacimiento, de esta manera se limita el accionar y la apreciaci�n integral de la persona como ser humano.

Se debe tomar en consideraci�n que los estereotipos van de la mano con los prejuicios, los cuales despiertan comportamientos degradantes que afectan directamente a las personas; mujeres y hombres son v�ctimas constantes de la estereotipaci�n, que a su vez desemboca en la generaci�n de limitaciones en distintos aspectos, educativos, laborales, participativos, entre otros.

Sobre los roles de g�nero Herrera (2000) se�ala que �a lo largo del desarrollo de la sociedad los individuos fueron aprendiendo, a trav�s del proceso de socializaci�n, el comportamiento que cada uno debe asumir seg�n fuera hombre o mujer� (p. 568). As� el comportamiento de una persona se construye de manera social, lo positivo, lo negativo, lo correcto e incorrecto, lo �esperado� se transforma en sin�nimo de la acumulaci�n de caracter�sticas normalizadas a lo largo del tiempo.

Como �ltimo elemento, Kaplan (2009) afirma que �las etiquetas o pre-juicios (juicios previos, t�citos) se asocian al proceso de estigmatizaci�n y funcionan all� como met�foras sociales que simbolizan lo marginal��(p. 17). Las etiquetas tienen la tarea irrefutable de segmentar y englobar a las personas por rasgos compartidos, de esta manera se generan grupos superiores e inferiores, grupos con posibilidades y grupos con limitaciones; lo marginal se ata�e a los grupos menos favorecidos que se mueven contra corriente, profesando actitudes diferentes y fuera de lo normal.

Es necesario que se realice un an�lisis de estos tres elementos mencionados, las etiquetas, los roles y los estereotipos; como es que se han posicionado de manera casi invisible pero ejerciendo a su vez un poder sorprendente dentro de toda sociedad, en la toma de decisiones, en lo econ�mico, laboral, pol�tico, educativo, cultural, en fin, en cada aspecto de vida de los seres humanos; el cuestionamiento llega al momento de preguntarnos si es correcto continuar con las concepciones aceptadas como �normales� como si fuesen la �nica respuesta y dejar de lado caminos diferentes.

Tabla 1

Estereotipos de g�nero, roles de g�nero y etiquetas sociales

 

Concepci�n

Ejemplo para hombre

Ejemplo para mujer

Estereotipos de g�nero

Caracterizaciones sociales y culturales que se construyen a trav�s del tiempo e historia tanto para hombres como para mujeres.

Los hombres no lloran.

Las mujeres siempre son delicadas y consideradas.

Roles de g�nero

Comportamiento que se espera debe tener una persona de manera diferenciada sea hombre o mujer dentro de las normas sociales establecidas. Momento en el que se ejerce los lineamientos de los estereotipos de g�nero.

Los hombres no deben llora, eso es para mujeres.

Las mujeres no deben hablar groser�as.

Etiquetas sociales

Concepci�n, y catalogaci�n que la sociedad tiene ante un individuo o grupo de individuos.

�Act�as como mujer�

�Marimacho�

Fuente: Elaboraci�n propia

En la Tabla 1 se sintetiza y ejemplica los estereotipos de g�nero, roles y etiquetas sociales que evidencian las concepciones y pr�cticas equivocadas con relaci�n a hombres y mujeres.

Abduca, P�rez & Ainora (2007) afirman que �todo lo que es conforme a la regla o a los preceptos de la autoridad est� bien, todo lo que no se ajusta a estas condiciones, est� mal, no hay disociaci�n entre bien y el deber� (p. 5). Seg�n este criterio, es pertinente entender que encasillar al ser humano en categor�as preestablecidas en base a suposiciones altera su desarrollo socio emocional; adicionalmente, cuando no se siguen las reglas ya establecidas a nivel de la sociedad se dar� un fen�meno de rechazo y ridiculizaci�n de esas personas.

1.2. Feminizaci�n de las profesiones

El mercado laboral se encuentra en un cambio constante al adquirir matices modernos que responden a necesidades de la sociedad vigente. V�squez (2010) asegura que la feminizaci�n evidencia modificaciones en las diferentes profesiones donde la incorporaci�n de mujeres es palpable (p. 12). En este sentido la incorporaci�n de mujeres en las distintas profesiones supone cambios estructurales que significan la feminizaci�n de las mismas.

La feminizaci�n de las profesiones es un apartado que se puede analizar dentro de dicho mercado laboral. Ocupaciones y profesiones que en el pasado ten�an una participaci�n total masculina cambian y se observa que en la actualidad la participaci�n de mujeres aumenta; as�, campos como el ej�rcito y seguridad, que por mucho tiempo se guardaba para ser exclusivamente masculina, ya cuenta con elementos femeninos que realizan un desempe�o sobresaliente; de la misma manera, la salud, donde portar el simb�lico mandil de m�dico �nicamente era privilegio para hombres, con el paso del tiempo crece el n�mero de mujeres que se abren campo y sobresalen en la labor que realizan; la educaci�n tambi�n es una ejemplificaci�n bastante clara del paulatino ingreso de mujeres, donde la facultad de impartir clases quedaba exclusivamente en manos masculinas y en d�as actuales el grupo docente femenino es mayor al setenta por ciento del total de docentes a nivel nacional.

Ahora bien, la inserci�n de la mujer en el mundo laboral es el resultado de un sinn�mero de condiciones y exigencias econ�micas, pol�ticas, sociales y culturales que jugaron en pro de la inclusi�n femenina, expres�ndose m�s acelerado el proceso en los �ltimos a�os, ya que se quiebra los estigmas que marcaban el dinamismo de los pueblos arraigados en las caracter�sticas �adecuadas� que se correspond�a a las mujeres y a los hombres. Como afirman Mac�as & Cede�o (2014):

Las mujeres son formadas con una ideolog�a que sustenta su inferioridad y dependencia de los hombres y que plantea como valores fundamentales de su g�nero la pasividad, la delicadeza, la ternura, la debilidad f�sica y psicol�gica, la sumisi�n y obediencia, base de sus roles tradicionales de esposa y madre; muy contrarios a la fuerza, la agresividad, la competencia, la fortaleza corporal y psicol�gica, considerados valores intr�nsecos y natos de los hombres, basados en sus roles de g�nero como eran garantizar el sustento econ�mico de la familia y la defensa del patrimonio. (p. 2)

Los cambios que el mundo ha sufrido y los roles cambiantes que las personas han adquirido se lo puede percibir claramente en el cambio del feudalismo al capitalismo; mientras que el feudalismo elev� en gran medida el rol protag�nico de los hombres como afirman Mac�as y Cede�o, su fortaleza corporal y mental, as� como el elevado sentido de competitividad se consideraron como caracter�sticas �nicas para la supremac�a masculina, ante la delicadeza, pasividad, sumisi�n y obediencia cultivada en las mujeres. Pero con el cambio de modo de producci�n al capitalista entra en escena una nueva forma de concepci�n social, donde se abren m�s formas de sustento que las conocidas tradicionalmente, por tal motivo vacantes que poco a poco quedan libres son asumidas bajo tutela femenina, aunque no bajo las mismas condiciones o privilegios anteriores. La creaci�n de f�bricas provee de puestos de trabajos a hombres tanto del campo como de la ciudad ofreci�ndoles un mejor pago, aunque con tratos m�s crudos.

Si bien es cierto el ingreso de mujeres no se realiz� de manera inmediata, con el paso de los a�os es posible ver como las actividades en su gran mayor�a son compartidas entre hombres y mujeres. Esto no quiere decir que nos encontremos en un estado de equilibrio o bienestar absoluto, pues a�n falta mucho trabajo para hablar de un mercado laboral ecuatoriano equitativo y en condiciones �ptimas en materia inclusiva, particularmente por el car�cter del Estado y sociedad ecuatoriana.

A continuaci�n, se muestra una serie de cifras a modo de estad�sticas de la realidad situacional ecuatoriana, de manera espec�fica se toma como referencia el libro Mujeres y Hombres del Ecuador en cifras III donde, se presenta la poblaci�n ecuatoriana dividida en ramas de actividad en torno al g�nero.

Tabla 2

�Poblaci�n ocupada, seg�n rama de actividad

Rama de actividad

Mujeres (%)

Hombres (%)

Hogares privados con servicio dom�stico

94,1

5,9

Actividades de Servicios sociales y de salud

68,3

31,7

Hoteles y restaurantes

65,8

34,2

Ense�anza

61,9

38,1

Otras actividades comunitarias, sociales y personales

60,2

39,8

Organizaciones y �rganos extraterritoriales

53,4

46,6

Comercio, reparaci�n vehicular

51,5

48,5

Intermediaci�n financiera

49,6

50,4

Industrias manufactureras

37,2

62,8

Actividades inmobiliarias, empresariales y alquiler

32,6

67,4

Agricultura, ganader�a, caza y silvicultura

30,8

69,2

Administraci�n p�blica y defensa; seguridad socia

29,7

70,3

Suministros de electricidad, gas y agua

22,6

77,4

Pesca

11,4

88,6

Transporte, almacenam. y comunicaciones

11.0

89,0

Explotaci�n de minas y canteras

9,7

90,3

Construcci�n

5,3

94,7

Fuente: Ferreira et al. (2014) Mujeres y Hombres del Ecuador en cifras III

 

En la Tabla 2, los porcentajes de participaci�n masculina y femenina es diversa, pues seg�n el tipo de actividad las cifras cambian, por ejemplo, los servicios dom�sticos corresponden al 94,1% de mujeres, caso contario ocurre en la construcci�n, donde el 94,7% corresponde �nicamente a hombres. Estos casos en particular son los polos m�s opuestos en la lista de actividades presentada al variar enormemente el grado de involucramiento dependiendo del g�nero.

Si se recuerda las caracter�sticas que se ata�e tanto a hombres como a mujeres espec�ficamente, es posible reconocer que dichas caracter�sticas guardan estrecha relaci�n con las cifras anteriores. Por ejemplo, las mujeres por �naturaleza� son consideradas delicadas, serviciales, cari�osas, emp�ticas, responsables, en fin, madres y esposas; as� las ramas de actividad con predominancia femenina son de servicio dom�stico, servicios sociales y salud, hoteles, restaurantes, ense�anza, actividades comunitarias y sociales.

La interrelaci�n presente no hace m�s que aseverar que, aunque la intensidad de los estereotipos y etiquetas sociales no es tan palpable a simple vista, se encuentra presente de manera constante en el mercado de trabajo del pa�s.

1.2.1. Inclusi�n femenina en el mercado laboral

El mercado de trabajo est� compuesto por una infinidad de ofertas laborales, las cuales para poder ocuparlas muestran varios aspectos a ser considerados; es en este punto donde se percibe la llamada brecha de desigualdad, ya que no todas las personas est�n en la capacidad de cumplir con los requerimientos solicitados. Dichos requisitos var�an dependiendo del cargo y el lugar que se aspira; pueden ser desde el plano acad�mico y formativo, aptitudes natas del participante, condiciones f�sicas, condiciones socioculturales, familiares, de g�nero, entre otros.

Comprender lo que significa la inclusi�n es el primer paso para abordar el tema de la feminizaci�n de la profesi�n docente en un escenario inclusivo. Como afirma Saleh (2005):

La inclusi�n es un proceso, una interminable b�squeda de la comprensi�n y respuesta a la diversidad en la sociedad. La inclusi�n no es una estrategia para ayudar a las personas para que calcen dentro de sistemas y estructuras existentes; es transformar esos sistemas y estructuras para que sean mejores para todos. (p. 16)

La inclusi�n se la puede comprender como un proceso en el cual todas las personas sin importar su situaci�n econ�mica, g�nero, etnia, gustos y preferencias son capaces de integrarse en iguales condiciones, en alguna actividad de la sociedad. Cabe recalcar que la inclusi�n puede ser diferente dependiendo del momento y de las condiciones reales y concretas, de esta manera es posible que una empresa, pa�s, o ciudad se encuentre m�s avanzada en materia inclusiva que otra, lo importante es que se contin�e con la exigencia, construcci�n, perfeccionamiento y fortalecimiento de este esencial derecho humano.

Como afirman Rodr�guez & Monllau (2012) �Las pol�ticas de igualdad han tenido �xito en los procesos de incorporaci�n femenina al mercado laboral, pero no han servido para alterar la distribuci�n desigual de la carga de trabajo entre hombres y mujeres� (p. 82). La integraci�n num�rica de mujeres al �mbito laboral es el primer paso para una sociedad m�s inclusiva, a pesar de ello, no significa que sus labores en el campo dom�stico disminuyan, por el contrario, han aumentado en una doble o triple jornada laboral, situaci�n que no se presenta en los hombres.

Las brechas de g�nero seg�n Vaca (2019) ocasionan que las mujeres posean una taza de participaci�n de empleo en sectores vulnerables. Adem�s, existen patrones culturales patriarcales que producen un relego de mujeres al �mbito dom�stico, lo que a su vez resulta en una sobre carga laboral no remunerada e injusta.

Los retos que las mujeres deben experimentar en el competitivo mercado laboral atraviesan por dos filtros, el primero con las limitaciones generales que se pueden encontrar, como la poca oferta y alta demanda de puestos de trabajos, las pol�ticas estatales y los requerimientos empresariales; el segundo filtro est� ligado a su condici�n de mujer, la situaci�n se agudiza pues se ve en la obligaci�n de equilibrar lo laboral, lo personal y lo familiar, al asumir las cargas como propias.

1.3. Feminizaci�n en la docencia

En p�rrafos anteriores se abord� el tema de la feminizaci�n como tal y la feminizaci�n de las profesiones, ahora es momento de centrarse en la feminizaci�n de la docencia. La docencia presenta matices marcados en cuanto a la inclusi�n femenina, pues si revisamos la historia, en un inicio la educaci�n y sus instituciones estaba en manos de la iglesia cat�lica y �nicamente de docentes hombres. Es en el periodo liberal en el Ecuador, con la presencia del General Eloy Alfaro, que se concibe el ingreso paulatino de mujeres al Magisterio con la creaci�n de los Colegios Normales Juan Montalvo y Manuela Ca�izares, que ten�an como finalidad la formaci�n integral de profesoras quienes pod�an cubrir la creciente demanda educativa nacional. De esta manera, las mujeres no �nicamente asisten a las aulas de clase para aprender, sino que asisten tomando el rol de mentoras; est� claro que no fue un inicio sencillo, ya que la val�a y estima social no estaba en una buena posici�n, pero con esfuerzo y dedicaci�n la idea novedosa, extra�a y atrevida de ver a una mujer impartiendo clases, se transforma en algo com�n y aceptado.

Es necesaria la implementaci�n de acciones en pro de un desarrollo social sostenible, donde la inclusi�n de las mujeres sea desde la primera instancia en los niveles educativos, para consecuentemente involucrarse de manera real, justa y segura en el mercado laboral, as� como en espacios p�blicos (Gil, 2016, p. 27). Las mujeres deben inmiscuirse en el campo educativo desde las primeras etapas de su desarrollo, en el caso de Ecuador desde los niveles inicial y b�sico; lo cual implica trabajar con un enfoque de g�nero en base a la igualdad, equidad y liberaci�n, dado que, al encontrase en desventaja social les permitir� hacer frente en mejores condiciones en el mundo laborar y en la esfera p�blica.

La feminizaci�n universitaria es comprendida como un fen�meno relacional, pues como afirma Gra�a (2008) �su contexto m�s inmediato lo constituyen las relaciones entre g�neros, y luego, el sociohist�rico: las grandes transformaciones ocurridas en el siglo XX en lo concerniente a los roles que la sociedad asigna a hombres y mujeres� (p. 81). Las fuerzas femeninas docentes no �nicamente se conforman con ocupar la primaria y secundaria, es necesario tomar c�rculos acad�micos m�s valorados e influyentes, as� la universidad abre sus puertas no �nicamente a estudiantes, sino a docentes catedr�ticas universitarias en respuesta a los acelerados cambios del siglo XX en pro de la modernidad.

Es necesario mostrar en cifras el paulatino aumento de mujeres en la docencia a trav�s de los a�os. A continuaci�n, se muestran dos tablas con cifras de las �ltimas d�cadas, desde el per�odo 1993-1994 hasta el per�odo 2019-2020 diferenciando el n�mero y porcentaje de docentes por g�nero.

Tabla 3

Total de docentes por sexo desde el per�odo1993-1994 hasta el per�odo 2005-2006

Per�odo

Profesores hombres

Profesoras mujeres

Total

% Profesores hombres

%Profesoras mujeres

% Total

1993-1994

55022

75095

130117

42

58

100

1994-1995

57385

81133

138518

41

59

100

1995-1996

60617

86255

146872

41

59

100

1996-1997

65085

91595

156680

42

58

100

1997-1998

66990

95810

162800

41

59

100

1999-2000

71649

104679

176328

41

59

100

2000-2001

72066

107518

179584

40

60

100

2001-2002

71783

110163

181946

39

61

100

2002-2003

73770

114227

187997

39

61

100

2003-2004

75025

117823

192848

39

61

100

2004-2005

75548

119439

194987

39

61

100

2005-2006

76777

123319

200096

38

62

100

Nota: No existe informaci�n del per�odo 1998-1999. Fuente: Elaboraci�n propia con base en (Ministerio de Educaci�n, 2021)

 

 

Tabla 4

Total de docentes por sexo desde el per�odo 2009-2010 hasta el per�odo 2019-2020

Per�odo

Profesores hombres

Profesoras mujeres

Total

% Profesores hombres

%Profesoras mujeres

% Total

2009-2010

76341

153350

229691

33

67

100

2010-2011

79822

161334

241156

33

67

100

2011-2012

77728

160309

238037

33

67

100

2012-2013

74283

156396

230679

32

68

100

2013-2014

70268

157755

228023

31

69

100

2014-2015

70493

162897

233390

30

70

100

2015-2016

66265

154835

221100

30

70

100

2016-2017

64134

153177

217311

30

70

100

2017-2018

64090

155961

220051

29

71

100

2018-2019

63516

158849

222365

29

71

100

2019-2020

62695

158288

220983

28

72

100

Nota: No existe informaci�n de los periodos 2006-2007, 2007-2008 y 2008-2009

Fuente: Elaboraci�n propia con datos publicados por el (Ministerio de Educaci�n, 2021)

 

Las Tablas 3 y 4 muestran c�mo a�o tras a�o el n�mero de docentes mujeres se incrementa en comparaci�n con el de los hombres. De esta manera, hasta el per�odo 2019-2020 que es el �ltimo per�odo que se presenta registro por parte del Ministerio de Educaci�n, las mujeres superan el setenta por ciento de la totalidad de docentes a nivel del pa�s.

Este fen�meno genera una interrogante central, �cu�l es el motivo para que cada per�odo se perciba un aumento femenino dentro de las filas docentes? Es pertinente que se encuentre el origen y las consecuencias principales que abrazan a la feminizaci�n docente del Magisterio ecuatoriano.

Para dar respuesta a esta pregunta, se debe partir desde la concepci�n misma de la feminizaci�n docente y comprenderla, capaz de generar situaciones relacionantes en sus causas y efectos. Dicho esto, aunque se habla de �logros� en la inserci�n femenina en diferentes aristas sociales, la feminizaci�n tan latente y marcada tiene un �lado oscuro�, como por ejemplo la relaci�n directa con la feminizaci�n de la pobreza, donde se destacan las condiciones que se prestan para que dicha feminizaci�n sea posible de desarrollar. Existen factores como la desvalorizaci�n de la profesi�n docente que va de la mano con la feminizaci�n de la misma, pues al ser ocupado en su mayor�a por mujeres, se comienza a creer que es una profesi�n que no requiere mayoritariamente de esfuerzo o que no se necesita una especializaci�n para ejercerla, si se lanza una mirada hacia el pasado se reconoce la elevada estima que un docente pose�a.

Otro de los factores a tomar en cuenta, se presenta en la inclinaci�n femenina al estudio de carreras humanas, donde ya sea por la mal llamada naturaleza femenina, hablando de las caracter�sticas socialmente construidas el rededor de una mujer, la cercan�a de la actividad o la posibilidad de equilibrar las aspiraciones profesionales con las personales sin sufrir el relego social, se suman y encajan perfectamente para el aumento progresivo femenino.

El mercado laboral tambi�n juega un papel fundamental en la incidencia femenina docente, pues como se mencion� anteriormente, las condiciones en su mayor�a desiguales conllevan a una toma de decisiones masivas hacia algo espec�fico que permita a las personas un ingreso en el din�mico mundo laboral; ligado a esto est� el tema de la remuneraci�n, que en el caso del Magisterio ecuatoriano se encuentran congelados alrededor de diez a�os, por lo que, a�n existen varios aspectos que deber�an ser puestos sobre la mesa de discusi�n, pues la sobrecarga laboral y la responsabilidad que conlleva el ser docente no corresponde con el salario que percibe frente a la intensa actividad y labor educativa que cumple.

En este contexto, la situaci�n del Magisterio ecuatoriano se agrav� durante la pandemia, como afirman Calder�n, C., Racines, M., Casta�eda, G. y Rodr�guez, F. (2021) �oblig� a las y los docentes al confinamiento y al trabajo virtual, afectando sus condiciones laborales y calidad de vida; lo que se evidencia en la alteraci�n de sus h�bitos cotidianos, pues pasa en casa todo el tiempo; sobre carga laboral, ya que cumple m�s horas de su jornada habitual en planificaci�n, elaboraci�n de informes, reuniones institucionales, atenci�n a estudiantes y padres de familia a cualquier hora del d�a.� (p. 21)

El an�lisis de las causas y/o consecuencias mencionadas deben ser comprendidas como un proceso dial�ctico. As�, lo concebido inicialmente como una causa puede convertirse en una consecuencia dependiendo del caso espec�fico, pues las condiciones y realidades son completamente diferentes. Entonces, a modo de ejemplo, la distribuci�n de docentes en los niveles de ense�anza se puede comprender como una causa pues la feminizaci�n docente parte de la desigual cantidad de docentes por g�nero, o como un efecto, resultado de la feminizaci�n misma.

La educaci�n junto con la salud sin duda, son las �reas prioritarias que m�s se les deber�a prestar atenci�n, particularmente en lo educativo, se debe procurar espacios libres de prejuicios encaminados a la mejora constante y cuidado de todos sus actores, generar conciencia sobre la importancia del ingreso, permanencia y culminaci�n de los estudiantes dentro del sistema educativo; construcci�n de planes, programas y proyectos educativos coherentes que respondan al contexto socioecon�mico de cada regi�n y a las necesidades sociales y personales de toda la comunidad educativa; en fin, la educaci�n debe manejarse con suma responsabilidad y compromiso por parte del Estado y de quienes dirigen el �rea educativa.

Ahora bien, el panorama ut�pico educativo donde todos son tratados en condiciones igualitarias, donde existen toda clase de recursos para desarrollar el proceso educativo en las mejores condiciones y finalmente contar con la corresponsabilidad compartida entre docentes, estudiantes, padres de familia y la sociedad en general es un escenario lejos de la realidad, principalmente por el car�cter desigual, inequitativo y discriminatorio de la sociedad ecuatoriana.

Una de las actividades m�s transcendentales para el desarrollo de la sociedad y formaci�n humana es la docencia, sin embargo, de manera permanente ha sido desvalorizada social y econ�micamente. Para la Organizaci�n de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educaci�n (UNESCO, 2013) �Los docentes representan una de las fuerzas m�s s�lidas e influyentes con miras a garantizar la equidad, el acceso y la calidad de la educaci�n. Ellos son la clave del desarrollo mundial sostenible��(p. 1). Por este motivo, la creaci�n de condiciones y espacios inclusivos son fundamentales, esto en cierto grado, se cumple con las y los estudiantes, ya que la mayor parte de la atenci�n se vuelca sobre ellos, como sujetos conscientes del proceso de ense�anza y aprendizaje; situaci�n que no ocurre con las y los docentes, que a su alrededor se han configurado intencionalmente fuertes l�neas de estigma desde su proceso inicial de formaci�n, posterior ingreso al Magisterio, condiciones salariales y desempe�o profesional. Por tal raz�n, si educadoras y educadores tienen estos inconvenientes como se espera que el proceso educativo no presente un desequilibrio y favoritismos.

Uno de los aspectos que m�s salta a la vista es la desigual distribuci�n de docentes por g�nero en los distintos niveles que oferta la educaci�n ecuatoriana. A�n si mayoritariamente el cuerpo docente nacional es ocupado por mujeres, la distribuci�n resalta algunos elementos a considerar. Se presenta una tabla con datos del fin del per�odo 2019-2020. Para el an�lisis se toma en consideraci�n �nicamente tres niveles: inicial, b�sica media y bachillerato.

En general en el sector p�blico, si bien hombres y mujeres tienen igual remuneraci�n, esto no es lo que frecuentemente sucede en los establecimientos privados, donde se evidencian grandes desigualdades salariales.

Tabla 5

Total de docentes por sexo a nivel nacional agrupados por nivel educativo

No.

Nivel de educaci�n

Docentes mujeres

Docentes hombres

Total docentes

% Docentes

mujeres

% Docentes hombres

1

Alfabetizaci�n

13

9

22

59%

41%

2

Artesanal

38

4

42

90%

10%

3

Bachillerato

459

472

931

49%

51%

4

Bachillerato y Artesanal

5

0

5

100%

0%

5

Educaci�n B�sica

13200

5200

18400

72%

28%

6

Educaci�n B�sica y Alfabetizaci�n

45

22

67

67%

33%

7

Educaci�n B�sica y Artesanal

50

20

70

71%

29%

8

Educaci�n B�sica, Alfabetizaci�n y Artesanal

1

0

1

100%

0%

9

Educaci�n B�sica, Bachillerato y Alfabetizaci�n

25

12

37

68%

32%

10

Educaci�n B�sica, Bachillerato y Artesanal

135

88

223

61%

39%

11

Educaci�n B�sica, Bachillerato, Alfabetizaci�n y Artesanal

17

7

24

71%

29%

12

EGB y Bachillerato

26253

16279

42532

62%

38%

13

Inicial

3783

77

3860

98%

2%

14

Inicial y Bachillerato

101

53

154

66%

34%

15

Inicial y EGB

42973

10029

53002

81%

19%

16

Inicial, Educaci�n B�sica y Bachillerato

68039

28758

96797

70%

30%

Fuente: Elaboraci�n propia con base datos de Direcci�n de An�lisis e informaci�n Educativa, Coordinaci�n General de Planificaci�n, Ministerio de Educaci�n, (2021)

 

En el contenido de la Tabla 5, se evidencia que la participaci�n de mujeres docentes va reduci�ndose seg�n el nivel educativo, mientras en el nivel inicial hay una prevalencia casi absoluta, en la educaci�n b�sica disminuye de manera significativa y, en bachillerato, aunque la diferencia es m�nima, los docentes hombres tienen mayor porcentaje.�

Ahora bien, m�s all� de solamente comprender las cifras, es necesario analizar el trasfondo de esta problem�tica. Mujeres y hombres cultural y socialmente se diferencian y adquieren caracter�sticas marcadas como se abord� anteriormente, dichas caracter�sticas se mantienen hasta lo m�s profundo de la sociedad. Enmarcados en esto, la educaci�n inicial que b�sicamente es el inicio del sistema educativo nacional y tiene bajo su responsabilidad el cuidado de infantes, muestra casi la totalidad de docentes mujeres, donde apenas el 2% corresponde a hombres. Como afirman Cappi et al. (2018) �Asumir la educaci�n infantil como perteneciente al mundo femenino tambi�n limita el ingreso de hombres en la carrera de Pedagog�a. El reducido n�mero de docentes del sexo masculino es resultante de m�ltiples factores relacionados con la legitimaci�n cultural� (p. 91). Es clara la raz�n, culturalmente el cuidado y crianza de ni�os, al menos en edades tempranas siempre ha sido responsabilidad de las madres o hermanas mayores, as� esta �costumbre� se mantiene, este fen�meno acarrea un problema oculto en el cual hombres se ven relevados y limitados del ejercicio de esta labor, pues no se ve �correcto� que hombres cuiden a ni�os peque�os.

Para complementar lo dicho anteriormente, Almeida & de la O Barroso (2020) destacan:

La equidad de g�nero, en docentes universitarias, se encuentra atravesada por una serie de factores, tanto visibles como invisibles, que limitan el desarrollo de las mujeres, especialmente en �mbitos en los cuales su nivel de participaci�n es bajo, como la investigaci�n y la direcci�n de la universidad. Existe un marcado dominio de los hombres, que resulta contraproducente en un espacio considerado generador de conocimiento, compromiso con la sociedad, igualitario y no reproductor de las desigualdades. (p. 105)

Las autoras ponen especial atenci�n en la distribuci�n desigual de responsabilidades que existe dentro de la docencia universitaria. Responsabilidades que en la mayor�a son ocupadas por hombres como es la investigaci�n y la direcci�n universitaria; todo en contraposici�n a espacios igualitarios, pues las brechas son muy marcadas y limitan el desarrollo profesional de las docentes.

El an�lisis no termina ah�, pues, seg�n se avanza en los niveles educativos hasta llegar al, postgrado y doctorado, se va mermando la intervenci�n femenina, como asevera Araya (2004) �en los niveles de preescolar y de primaria, la gran mayor�a de docentes son mujeres; no obstante, la proporci�n de estas disminuye a medida que aumenta la edad de las alumnas y alumnos y el prestigio social de cada ciclo escolar� (p. 6). La desigual participaci�n de profesores en los distintos niveles educativos del pa�s junto con el continuo involucramiento femenino a lo largo de los a�os se relaciona directamente con la desvalorizaci�n docente, al ser puntos dinamizantes en la llamada feminizaci�n docente. En buena medida, la educaci�n de los m�s peque�os est� en manos de maestras (mujeres) porque se ve como extensi�n del trabajo del cuidado dom�stico; por ello son mayor�a absoluta entre los niveles con ni�os y ni�as, situaci�n que se reduce en niveles de bachillerato y en universidad.

1.4 Aporte de mujeres docentes ecuatorianas

Aportes en pro de la educaci�n existen varios, es gratificante encontrar informaci�n y bases que contribuyen con el quehacer educativo, pero �qu� tan com�n es encontrar a mujeres que aporten en esta �rea? Y m�s a�n �qu� tan com�n es encontrar aportes de educadoras ecuatorianas? Sin embargo, que la fuerza docente es mayoritariamente femenina no se escucha de investigaciones y aportes de mujeres docentes; es necesario reconocer su participaci�n es protag�nica en proyectos de investigaci�n educativa, en funciones directivas y sobre todo como maestras de aula con un perfil innovador, cr�tico y creativo con propuestas para una educaci�n diferente, democr�tica y emancipadora; se hace necesario generar espacios para su difusi�n y reconocimiento social y profesional.

A lo largo de la historia ecuatoriana se han gestado mujeres s�mbolo que han contribuido con la sociedad, no �nicamente en la educaci�n, sino a favor de varias �reas vinculadas como son los derechos humanos, medio ambiente, inclusi�n, interculturalidad y su propio reconocimiento femenino. Se presenta una tabla que contiene el aporte de algunas mujeres pioneras en Ecuador.

 

 

 

Tabla 6

Aportes de educadoras ecuatorianas

No

Nombre

�rea desempe�ada

Aporte a la sociedad ecuatoriana

1

Aurora Estrada y Ayala (1901-1967)

Educadora, poeta, escritora

Presidi� la Uni�n de Mujeres del Guayas (1955).

Dict� conferencias a favor de los Derechos Humanos.

2

Blanca Mart�nez Mera (1897-1976)

Docente, escritora, pol�tica

La paz en el campo, primera mujer en publicar una novela en Ecuador.

Rectora del Normal �Manuela Ca�izares�.

Vicec�nsul en Boston.

3

Dolores Cacuango (1881-1971)

L�der ind�gena,

Activista defensora de derechos ind�genas.

Fundadora de la Federaci�n Ind�gena ecuatoriana (FEI) (1944).

Cofundadora de las primeras escuelas ind�genas, se implement� la educaci�n en quichua y saberes ancestrales.

4

Dolores Josefina Torres (1897-1955)

Maestra

Precursora de la educaci�n p�blica en Cuenca.

5

Elisa Ortiz Garc�s (1906-1991)

Pedagoga, escritora, docente investigadora

Sobresale en la docencia e investigaci�n educativa.

Pionera en inclusi�n educativa.

Gran aporte de literatura acad�mica sobre m�todos de ense�anza.

6

Laura Almeida Cabrera (1925-1983)

Docente, periodista, dirigente social

Crea el Frente de Mujeres Socialistas.

Dirigente de la Confederaci�n de Trabajadores del Ecuador.

Presidenta del Partido Socialista Ecuatoriano.

Cofundadora del Partido Socialista Revolucionario Ecuatoriano (1963).

7

Lidia Noboa (1919-2012)

Maestra, pianista, compositora

Condecoraci�n al M�rito Cultural Matilde Hidalgo de Procel.

Cre� material para estudiantes del Conservatorio.

Ense��, transcribi� y compuso m�sica nacional y local en el Conservatorio.

8

Mar�a Ang�lica Carrillo (1905-1981)

Pedagoga, fil�sofa

Primera Subsecretaria de Educaci�n del Ecuador.

Fund� y fue la primera rectora del colegio �24 de Mayo� y �Colegio de Am�rica�.

9

Mar�a Ang�lica Idrobo (1890-1956)

Maestra, escritora

Cofundadora de la sociedad feminista Luz de Pichincha.

Cre� la Escuela Nocturna para Se�oritas.

10

Mar�a Luisa G�mez de la Torre (1887-1977)

Educadora, feminista

Primera profesora en trabajar en un colegio de varones.

Form� el Club de profesores del Mej�a, antecedente de la Uni�n Nacional de Educadores.

Parte del partido Socialista Ecuatoriano, Organizaci�n de Mujeres del Ecuador, Uni�n democr�tica de Mujeres, Alianza Femenina Ecuatoriana, Federaci�n Ecuatoriana de Indios (FEI).

Cofundadora de las primeras escuelas ind�genas.

11

Piedad Moscoso Serrano (1932-2010)

Educadora, m�dica, feminista

Primera mujer azuaya en tener t�tulo de Doctora.

Fund� el Colegio 29 de Marzo como apoyo a trabajadores.

Creadora del movimiento 8 de marzo (primera organizaci�n feminista de Azuay).

12

Piedad Pe�aherrera Araque (1929-1994)

Catedr�tica, antrop�loga, periodista

Ganadora del premio Tobar en Ciencias Sociales (2 ocasiones).

Cofundadora y catedr�tica de la Escuela de Antropolog�a y Etnolog�a de la Universidad Cat�lica del Ecuador.

13

Raquel Rodas Morales (1940-2018)

Educadora, acad�mica feminista, historiadora

Material acad�mico y publicaciones sobre aportes y mujeres importantes en Ecuador y Am�rica Latina.

14

Raquel Verdesoto Salgado (1910-1999)

Educadora, escritora, feminista

Cofundadora de Alianza Femenina Ecuatoriana y Mujeres del Ecuador.

Profesora honoraria de la Universidad Central del Ecuador.

15

Rita Lecumberri (1831-1910)

Maestra, poeta

Ganadora del concurso literario en la Municipalidad de Guayaquil (1883).

Cre� una escuela nocturna en su hogar.

Fuente: Adaptado de Corral et al. (2021). 100 mujeres de nuestra Historia Ecuador. Kynku

Cada una de las mujeres mencionadas en la Tabla 6, se ha ganado un sitio en la historia ecuatoriana y profundo reconocimiento por ser pioneras, fundadoras, luchadoras y colaboradoras constantes en la construcci�n de un pa�s y educaci�n diferentes, es sin duda alguna, una de las mayores caracter�sticas que comparten. Es importante recalcar que la tabla presentada debe ser ampliada mucho m�s, pues es m�s que seguro que varias mujeres que han aportado significativamente a la sociedad en general y a la educaci�n en particular, no est�n tomadas en consideraci�n.

La comprensi�n de la historia de las mujeres debe cambiar su enfoque, pues no se trata de una integraci�n a dicha historia, sino donde todas las personas tengan su propio papel protag�nico (Zaragoza, 2015, p. 359). Al hablar de mujeres e historia es preciso aclarar que no solamente se busca que se las nombre de manera superficial como parte de los sucesos hist�ricos, si no que se pretende crear las condiciones para que la historia sea concebida, comprendida e interpretada como la interacci�n y participaci�n de mujeres y hombres como principales actores de los acontecimientos hist�ricos y sociales.

2. ESTRATEGIAS METODOL�GICAS

A continuaci�n, se describe la metodolog�a utilizada en la investigaci�n.

  Enfoque: El estudio tiene un enfoque cualitativo y de car�cter reflexivo donde la b�squeda de informaci�n documental se considera prioritario.

  Nivel de profundidad: Su nivel de profundidad es descriptivo, se maneja la informaci�n que permite caracterizar la problem�tica planteada.

  Tipo de investigaci�n: La investigaci�n es documental, que se basa en la selecci�n, procesamiento y ordenamiento de informaci�n disponible en varias fuentes documentales.

  T�cnicas e instrumentos: Se utiliz� la t�cnica del fichaje con fichas trabajo dise�adas para incorporar el an�lisis cr�tico o punto de vista de los investigadores.

  T�cnica de procesamiento de informaci�n: Se utiliz� el an�lisis de contenido, la misma que se incorpora en el an�lisis y discusi�n de resultados.

3. Resultados y discusi�n

La investigaci�n aborda dos elementos, por un lado, la feminizaci�n y por otro la docencia para responder a la pregunta central del �Por qu� existe feminizaci�n en el Magisterio ecuatoriano?, sin embargo, a lo largo del abordaje investigativo se analizan elementos conceptuales que valen ser mencionados.

El proceso de feminizaci�n del Magisterio ecuatoriano es el resultado factores econ�micos, pol�ticos, sociales, culturales y educativos, puesto que responde a realidades espec�ficas. Es importante comprender el proceso de feminizaci�n en toda su complejidad, dicho esto, concebirlo como algo puramente positivo ser�a caer en una equivocaci�n, es necesario analizarla en su contexto, as�, la feminizaci�n docente si bien es cierto significa la predominancia femenina y la intervenci�n en el mundo educativo nacional; guarda una parte no tan positiva, pues est� ligada directamente con el grado de involucramiento dentro del escenario laboral educativo, as� como con la val�a de la profesi�n. Como afirma Araya (2004) �en los niveles de preescolar y de primaria, la gran mayor�a de docentes son mujeres; no obstante, la proporci�n de estas disminuye a medida que aumenta la edad de las alumnas y alumnos y el prestigio social de cada ciclo escolar� (p. 6). Entonces, la feminizaci�n docente se relaciona de manera estrecha con los niveles educativos donde se ejerce la profesi�n y con el prestigio profesional. La ejemplificaci�n m�s clara de desequilibrio dentro de la docencia es el nivel inicial, pues, aunque mujeres representan el 98% no es sin�nimo de revalorizaci�n profesional o de igualdad laboral, dentro de este suceso se genera a la par una vulneraci�n hacia la poblaci�n masculina con inclinaci�n o inter�s por ejercer la pedagog�a en niveles iniciales.

Los roles de g�nero, las etiquetas y los estereotipos juegan un papel fundamental dentro del comportamiento �adecuado� de hombres y mujeres a lo largo de los a�os, como afirma Kaplan (2009) �Las etiquetas o pre-juicios (juicios previos, t�citos) se asocian al proceso de estigmatizaci�n y funcionan all� como met�foras sociales que simbolizan lo marginal��(p. 17). Generar prejuicios o categorizar a las personas, son solo una peque�a muestra del verdadero alcance de estos elementos que usualmente pasan desapercibidos en la cotidianeidad, pero que cubren todo accionar humano limitando y sesgando accionares.

Resaltar el proceso que se ha gestado dentro del Magisterio nacional para llegar a la actual feminizaci�n docente es sumamente importante. Con el triunfo de la Revoluci�n Liberal dirigida por el General Eloy Alfaro se incluye a las mujeres en el campo educativo y laboral, en el primer campo se les permite recibir una educaci�n p�blica, regular y laica, as� como ser admitidas en programas acad�micos del pa�s; en el campo laboral, con la creaci�n de los normales, mujeres de todo el pa�s pueden formarse como profesoras e ingresar al Magisterio nacional, proceso que se mantiene hasta nuestros d�as.

Seg�n datos publicados por el�(Ministerio de Educaci�n, 2021) desde el periodo 1993-1994 hasta el per�odo 2019-2020, del total de docentes por sexo, se mantiene la tendencia mayoritaria de docentes mujeres con relaci�n a los hombres, lo que corresponde aproximadamente al 65% a nivel nacional.

4. CONSIDERACIONES finales

La feminizaci�n docente resulta de componentes econ�micos, hist�ricos, sociales y culturales guiados a su vez por roles, estereotipos y etiquetas, pues son los dinamizantes para que todo el proceso se arme y ejecute, desembocando en la llamada feminizaci�n de la docencia dentro del Magisterio ecuatoriano.

En el nivel inicial, donde se trabaja con ni�as y ni�os, se evidencia una mayor�a absoluta de docentes mujeres, porque se lo concibe como extensi�n del trabajo de cuidado dom�stico, un espacio socioafectivo que va a permitir potenciar sus capacidades y habilidades para la vida.

El ingreso de mujeres a la plataforma educativa parte con el mero hecho de la apertura de oportunidad de educaci�n femenina y se consolida con la creaci�n de Normales destinados a ser el alma mater de maestras. Desde el inicio aportes de profesoras a la educaci�n y sociedad ecuatoriana en general han sido varios, pero, la difusi�n y reconocimiento ha quedado en el olvido; mujeres como Piedad Moscoso, Raquel Verdesoto, Mar�a Ang�lica Idrobo, Luisa G�mez de la Torre, en fin, mujeres que marcaron historia merecen ser reconocidas y recordadas por el arduo trabajo en pro de las mejoras de toda la sociedad, y es deber de todos el mantener fresca en la memoria sus aportes y contribuciones.

Es necesario generar condiciones para que mujeres y hombres tengan igualdad de oportunidades y de trato en el campo laboral y profesional, sin discriminaci�n y exclusi�n, en ejercicio pleno de sus derechos establecidos en las diferentes normas jur�dicas constitucionales y legales vigentes en el Ecuador.

5. LISTA DE REFERENCIAS

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