NIVEL DE CONOCIMIENTO SOBRE
VIOLENCIA DE GÉNERO EN PACIENTES QUE
ACUDEN A UNA UNIDAD DE SALUD DE
PRIMERA ATENCIÓN

LEVEL OF KNOWLEDGE ABOUT GENDER
-BASED
VIOLENCE IN PATIENTS WHO VISIT A PRIMARY

HEALTHCARE UNIT

Eduardo
Favian Benitez Quizhpe
Universidad Técnica de Machala, Ecuador

Diana Milena Galarza Mendoza

Universidad Técnica de Machala, Ecuador

Alexandra María Jiménez Añazco

Universidad Técnica de Machala, Ecuador
pág. 3149
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17131
Nivel de Conocimiento sobre Violencia de Género en Pacientes que Acuden
a una Unidad de Salud de Primera Atención

Eduardo Favian Benitez Quizhpe
1
ebenitez3@utmachala.edu.ec

https://orcid.org/0009-0008-4933-1958

Universidad Técnica de Machala

Diana Milena Galarza Mendoza

dgalarza4@utmachala.du.ec

https://orcid.org/0009-0008-6175-0522

Universidad Técnica de Machala

Alexandra María Jiménez Añazco

amjimenez@utmachala.edu.ec

https://orcid.org/0009-0009-4627-8634

Universidad Técnica de Machala

RESUMEN

La violencia de género es un problema global que afecta gravemente la salud física, emocional y social
de las víctimas, siendo las mujeres el grupo más vulnerable. El presente estudio tuvo como objetivo
evaluar el nivel de conocimiento sobre violencia de género en usuarias que acuden a una unidad de
salud de primer nivel de atención, identificar sus percepciones y creencias, y desarrollar talleres
educativos para fortalecer el bienestar emocional y social. La investigación fue de enfoque mixto, con
un diseño observacional, descriptivo y de corte transversal, aplicada a 82 participantes. Se utilizó una
encuesta pretest y postest para medir el conocimiento antes y después de la intervención educativa. Los
resultados evidenciaron una mejora significativa en el nivel de conocimiento, pasando de un 73,1% con
bajo conocimiento en el pretest a un 83,9% con nivel medio y alto en el postest. Las usuarias mostraron
mayor comprensión sobre las formas de violencia, señales de alerta e impacto en la salud, destacando
el reconocimiento de la violencia económica. Se concluye que las intervenciones educativas son
herramientas efectivas para prevenir la violencia de género, fomentar el empoderamiento y promover
una cultura de igualdad y respeto en la comunidad.

Palabras claves: conocimiento, violencia de género, mujeres, intervención educativa

1
Autor principal
Correspondencia:
ebenitez3@utmachala.edu.ec
pág. 3150
Level of Knowledge About Gender-Based Violence in Patients who Visit a
Primary Healthcare Unit

ABSTRACT

Gender
-based violence is a global issue that severely affects the physical, emotional, and social health
of victims, with women being the most vulnerable group. The objective of this study was to assess the

level of knowledge about gender
-based violence in female users who visit a primary healthcare unit,
identify their perceptions and beliefs, and develop educational workshops to enhance emotional and

social well
-being. The research used a mixed-methods approach with an observational, descriptive, and
cros
s-sectional design, applied to 82 participants. A pre-test and post-test survey was used to measure
knowledge before and after the educational intervention. The results showed a significant improvement

in knowledge, increasing from 73.1% with low knowledge
in the pre-test to 83.9% with medium and
high knowledge in the post
-test. The participants showed a better understanding of the forms of
violence, warning signs, and its impact on health, with particular recognition of economic violence. The

study conclud
es that educational interventions are effective tools for preventing gender-based violence,
empowering women, and promoting a culture of equality and respect within the community.

Keywords
: knowledge, gender-based violence, women, educational intervention
Artículo recibido 03 marzo 2025

Aceptado para publicación: 25 marzo 2025
pág. 3151
INTRODUCCIÓN

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia de género se define como cualquier
acto de violencia que tenga como resultado daño físico, sexual o psicológico para las víctimas (Viteri
Chávez, 2020). A pesar de los avances en el tiempo y de la información que se ha ido publicando a lo
largo de los años, la violencia de género sigue siendo un problema de gran magnitud a nivel global,
afectando a millones de personas, especialmente a mujeres y niñas. Este fenómeno tiene profundas
repercusiones no solo a nivel individual, sino también en el ámbito social y económico (Cuero, 2021).
Aunque ha aumentado la atención a esta problemática en el contexto internacional, los derechos de
muchas víctimas se continúan vulnerando, ya que la falta de información y acceso a recursos adecuados
dificulta que muchas personas puedan confrontar y denunciar tales situaciones. (Macas Granda et al.,
2023).

La violencia de género es un problema social y de salud pública con graves consecuencias para las
víctimas y las comunidades. Según la OMS, el 27% de las mujeres entre 15 y 49 años han sufrido
agresiones físicas o sexuales por parte de sus parejas, y la CEPAL señala que en América Latina y el
Caribe esta cifra alcanza el 30% (Güezmes et al., 2022). Este fenómeno está vinculado a estructuras de
poder y roles de género impuestos, dificultando que las víctimas rompan el ciclo de violencia debido a
la falta de información y el miedo (Tubay Zambrano et al., 2021). Además del impacto físico y
emocional, la violencia afecta el desarrollo socioeconómico y limita el acceso a oportunidades. A pesar
de los esfuerzos de diversas organizaciones, muchas mujeres, especialmente en zonas rurales y
marginadas, carecen de apoyo adecuado, la educación y la sensibilización son estrategias clave para su
prevención y para garantizar el acceso a un mecanismo (Batthyány & Sanchez, 2020).

En Ecuador, la violencia de género sigue siendo un problema crítico que afecta en mayor proporción a
las mujeres. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Benalcázar Mancero et al., 2020), 65
de cada 100 mujeres han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida. La forma de
violencia más común es la psicológica o emocional (56,9%), seguida por la física (35,4%), la sexual
(32,7%) y la patrimonial (16,4%). En la provincia de El Oro, la violencia psicológica alcanza un 61,3%,
lo que evidencia la necesidad de reforzar las estrategias de prevención y atención en la región (García
Tuesta et al., 2022).
pág. 3152
A pesar de los esfuerzos por erradicar la violencia de género, persisten barreras estructurales y culturales
que limitan la efectividad de las intervenciones. La falta de acceso a la educación y el desconocimiento
de los derechos de las víctimas influyen en la perpetuación del problema, ya que muchas mujeres no
identifican ciertas conductas como violencia o desconocen los recursos de apoyo disponibles (Chapa
Romero et al., 2022). Además, el sistema judicial y los organismos de protección no siempre ofrecen
respuestas oportunas, lo que genera desconfianza y desmotivación para denunciar (“Discursos
culturales y mandatos de género sobre la violencia machista en Ecuador”, 2021). En este contexto, se
ha demostrado que la implementación de estrategias educativas es una herramienta clave para la
prevención y mitigación de la violencia, especialmente cuando se combinan con campañas de
sensibilización y capacitación del personal de salud (Eras Díaz et al., 2021). La educación no solo
empodera a las víctimas, sino que también fomenta una cultura de respeto y equidad, lo que contribuye
a la erradicación de la violencia a largo plazo.

Entre los principales factores de riesgo asociados a la violencia de género se encuentran los antecedentes
de violencia familiar, la dependencia económica, el bajo nivel educativo, el consumo de sustancias, las
desigualdades de género y la normalización de la violencia en el entorno social (Tuarez Sosa et al.,
2022). Estos factores aumentan la vulnerabilidad de las víctimas y continúan con el ciclo de la violencia
hacia sus siguientes generaciones, llevándolos a normalizar el maltrato tanto físico y mental, y pensar
que son acciones que toda familia tradicional lleva consigo y pensando que tienen que aguantar toda
esta agresión como su madre lo hizo o ya sea por un buen futuro para sus hijos. (Vacacela Márquez &
Mideros Mora, 2022).

Las consecuencias de la violencia de género son múltiples y abarcan el ámbito físico, psicológico y
social. Las víctimas pueden presentar lesiones graves, trastornos de salud mental como depresión y
ansiedad, baja autoestima, aislamiento social e incluso riesgo de feminicidio (Rodríguez Fonseca,
2023). A nivel comunitario y económico, esta problemática genera costos elevados en servicios de
salud, pérdida de productividad y desestructuración familiar, debido al alto y repetitivo índice que se
presenta en el día a día, llevándolo en el peor de los casos hasta un femicidio (Cedillo Romero et al.,
2022).
pág. 3153
Esta investigación tiene como objetivo evaluar el nivel de conocimiento sobre la violencia de género
en los pacientes que acuden a una unidad de salud de primera atención y determinar los factores que
influyen en dicho conocimiento. La falta de información sobre violencia de género, sus tipos y formas
de actuación contribuye a la perpetuación del problema (Angulo Romero et al., 2024). Muchas víctimas
desconocen las consecuencias físicas y emocionales de la violencia, así como sus derechos y
mecanismos de protección, lo que refuerza el silencio y la normalización del abuso (Benavides Román
et al., 2022).

Desde la perspectiva de salud pública, la OMS resalta la importancia de la prevención e intervención
temprana en la violencia de género. Los centros de salud de primer nivel son clave en su detección y
atención integral (Organización Mundial de la salud, 2021). Los profesionales de la salud deben estar
capacitados para identificar signos de violencia, brindar orientación y derivar a las víctimas hacia
servicios de apoyo. La atención no debe limitarse únicamente al tratamiento de las secuelas físicas, sino
también promover estrategias preventivas y la articulación con actores sociales como autoridades y
organizaciones gubernamentales (Onu Mujeres, 2022).

Como parte del equipo de enfermería, la actuación en la atención a víctimas de violencia de género es
fundamental. La enfermería desempeña un rol clave en la identificación temprana de casos, la
evaluación del riesgo, la atención integral y el acompañamiento a las víctimas. Las intervenciones de
enfermería incluyen la evaluación clínica, el apoyo psicológico, la educación sobre derechos y recursos
disponibles, y la introducción a servicios de protección y asistencia social (Hernández-Hernández &
Vera-Pérez, 2023).

Desde el enfoque teórico, esta problemática puede analizarse a través de la Teoría del Cuidado Humano
de Jean Watson, la cual enfatiza la importancia del cuidado holístico y la empatía en la atención a las
víctimas. Según Watson, el cuidado humanizado promueve la dignidad, la seguridad y el bienestar de
los pacientes, lo que es crucial en el abordaje de la violencia de género (García Palomino et al., 2022).

La enfermería debe ofrecer un entorno seguro y de confianza, este entorno debe estar basado en la
empatía, el respeto y la confidencialidad, lo que permite que las víctimas se sientan escuchadas y
apoyadas.
pág. 3154
La creación de espacios libres de juicio, junto con la orientación sobre sus derechos y los servicios
disponibles, facilita la toma de decisiones informadas y la adopción de medidas para romper el ciclo de
violencia (Paredes Garza et al., 2024).

Esta investigación pretende contribuir al fortalecimiento de las estrategias de prevención y atención de
la violencia de género en los centros de salud de primer nivel, con un enfoque integral que garantice el
acceso a información, protección y apoyo para las víctimas.

METODOLOGÍA

La metodología utilizada en este estudio integra un enfoque mixto, combinando métodos cualitativos y
cuantitativos para abordar de manera integral el problema de investigación. Este estudio se clasifica
como observacional, descriptivo y de corte transversal, diseñado para evaluar el nivel de conocimiento
sobre violencia de género en pacientes mayores de edad que acuden a un centro de primer nivel de
atención en la ciudad de Machala, Ecuador.

El estudio se llevó a cabo en un centro de salud de primer nivel de atención Tipo C, en la ciudad de
Machala, seleccionado por su representatividad poblacional y la relevancia del tema en la comunidad.
La población del estudio estuvo conformada por 82 participantes que cumplieron con criterios de
inclusión y exclusión claramente definidos. Los criterios de inclusión consideraron a personas mayores
de 18 años que aceptaron participar voluntariamente y firmaron el consentimiento informado. Por otro
lado, los criterios de exclusión excluyeron a menores de 18 años y a quienes no otorgaron su
consentimiento informado.

Para la recolección de datos, se utilizó una encuesta estructurada conformada por 25 preguntas de
opción múltiple, diseñada para medir el nivel de conocimiento sobre violencia de género. Este
instrumento fue aplicado en dos etapas: inicialmente, antes de la intervención educativa, y
posteriormente, tras una sesión educativa de 40 minutos. Durante esta sesión, se utilizaron recursos
pedagógicos como carteles, imágenes impresas y presentaciones didácticas para abordar conceptos
clave, estadísticas locales y estrategias para prevenir la violencia de género.

Los recursos empleados incluyeron computadoras y teléfonos para la recopilación y almacenamiento
de datos, así como material impreso y digital para las actividades educativas.
pág. 3155
La tabulación y análisis de los datos recolectados se realizaron utilizando el programa estadístico SPSS
v26 de IBM. Se emplearon análisis descriptivos y comparativos para evaluar el impacto de la
intervención educativa en el nivel de conocimiento de los participantes.

En cuanto a las consideraciones éticas, se garantizó la confidencialidad y anonimato de los datos
recolectados. Todos los participantes firmaron un consentimiento informado.

El diseño del estudio incluyó una revisión bibliográfica exhaustiva de artículos académicos publicados
en los últimos cinco años en revistas de alto impacto indexadas en bases de datos como Scopus, SciELO
y Google Scholar. Se seleccionaron y analizaron un total de 31 artículos relevantes sobre la temática.
Además, se aplicó una encuesta estructurada y validada previamente por expertos en salud pública para
medir el nivel de conocimiento sobre violencia de género. La encuesta fue complementada con una
intervención educativa diseñada para sensibilizar a los participantes.

RESULTADOS

Tabla 1. Datos sociodemográficos

Variables
Porcentaje
Edad
18-24 años 15,9%
25-34 años
29,3%
35-44 años
20,7%
45-54 años
22,0%
Total
100%
Nivel de Educación
Sin Educación Formal 4,9%
Educación Primaria
31,7%
Educación Secundaria
31,7%
Educación de Tercer Nivel
18,3%
Total
100%
Estado Civil
Soltera 24,4%
Casada
39,0%
Relación de Hecho
22,0%
Separada
9,8%
Viuda
4,9%
Total
100%
Ocupación
Desempleada 9,8%
Estudiante
8,5%
Ama de casa
48,8%
Empleada a tiempo parcial
14,6%
Total
100%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias
pág. 3156
En el siguiente estudio, se distribuye los datos sociodemográficos de la siguiente manera. En la parte
de edad está conformado por el 29,3% que tienen de 25 a 34 años, siguiéndole un 22% las cuales tienen
45-54 años, el 20,7% tienen de 35-44 años y el 15,9% de 18 a 24 años. En el nivel de educación el
31,7% lo comparten los que tienen una educación de primer y segundo nivel, siguiendo el 18,3% con
una educación de tercer nivel y por último un 4,9% sin ningún tipo de nivel educativo. En el siguiente
apartado, el cual corresponde al estado civil, gran parte destaca con un 39% la cual corresponde a
casada, un 24,4% se encuentra soltera, el 22% se encuentra en una relación de hecho, el 9,8% está
separada, y al final un 4,9% las cuales están viudas. Al final está la ocupación, donde mayor prevalece
las que son amas de casa con un 48,8%, seguidas con un 14,6% las cuales tienen un empleo a tiempo
parcial, el 9,8% se encuentran desempleadas y por último con un 8,5% están estudiando.

Tabla 2. Comparación de conocimiento sobre violencia de género

Variable

Pre - Test
Post - Test
Correcta
Incorrecta Correcta Incorrecta
Cualquier acto que cause daño físico,
psicológico, sexual o económico a una
persona debido a su género.

73.3%
26.3 89.2 % 10.8 %
Reconoce todas las señales de alerta de que
una persona sufre violencia de género

28%
72% 67,5% 33,5%
Impacto de violencia de género en la salud
68,3% 31,7% 94,5% 5,5%
Quienes pueden ser víctimas de violencia
de género

18,2%
81,8% 83,9% 16,1%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias

En la presente tabla se evidencia los resultados obtenidos de la comparación de las variables acerca del
conocimiento de violencia de género en el Pretest y los resultados del Postest luego de realizarse una
intervención educativa. En la variable acerca de que violencia es
Cualquier acto que cause daño físico,
psicológico, sexual o económico a una persona debido a su género” se evidencia que en el Pretest un
73.3% de encuestadas marcaron esta opción como correcta y con un porcentaje de 89.2% en el Postest
señalaron esta opción, dando así un porcentaje de diferencia 15,9% en el cual se sumó luego de realizar
la intervención. En la variable acerca de que las usuarias reconocen cuales son las señales de alerta de
que una persona está sufriendo violencia de género, el 28% de las encuestadas en el Pretest marcaron
correctamente las respuestas, luego de realizar la intervención educativa se evidencia con un mayor
pág. 3157
porcentaje del 67,5% que las encuestadas reconocen cuales son las señales correctas. En el Pretest las
usuarias contestaron correctamente acerca del impacto de la violencia de género en la salud con 68,3%
y después de la intervención con un 94,5% se evidencio que estas contestaron correctamente. Las
encuestadas antes de la intervención señalan con el 18,8% correctamente acerca de quienes pueden ser
víctimas de violencia de género y luego de realizarla con un aumento considerable 83,9% señalaron
correctamente que puede ser hombres, mujeres y personas de cualquier identidad de género.

Tabla 3. Tipos de violencia de género

Variable
Pretest Postest
Física
100% 100%
Psicológica
38,3% 76,1%
Sexual
91,9% 100%
Económica
18,5% 79,4%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias

En el apartado sobre los tipos de conocimiento de violencia de género se evidencia que con un 100%
tanto en el Pretest como en el Postest las encuestadas señalan que la violencia física es cualquier forma
de maltrato o agresión que involucre contacto físico, como golpear, empujar, o usar la fuerza. En la
violencia psicológica el 38,3% señala en el Pretest correctamente que esta se trata acerca de ignorar los
sentimientos o emociones de la pareja, las humillaciones e insultos constantes y en el Postest con un
porcentaje más elevado de 76,1% enmarcan estas opciones como correctas. En base a la variable de la
violencia sexual antes de realizar la intervención educativa el 91,9% de usuarias enmarca que esto es
forzar a la pareja a tener relaciones sexuales sin su conocimiento y con 100% del Postest señalaron esto
como correcta.

En la variable economía se denota la falta de conocimiento de las encuestadas acerca de que es violencia
económica por lo que se evidencia en el Pretest que el 18,5% señalaron la limitación económica si es
una forma de violencia de genero debido a que esta limita la atomía financiera de la víctima, luego de
realizar la intervención se evidencia de manera significativa con un 79,4% que señalaron esta opción
como correcta.
pág. 3158
Tabla 4. Percepción de violencia de género

Variable
Porcentaje
Factores culturales y desigualdad de poder entre géneros
52,4%
Problemas económicos
9,8%
Falta de educación
9,8%
Estrés
4,9%
Todas las anteriores
23,2%
Total
100%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias

Las encuestadas en base a la sección de las percepciones de violencia de genero respondieron que estas
piensan que se da por factores culturales y desigualdad de poder entre géneros con un porcentaje
mayoritario del 52,4%, en porcentajes iguales de un 9,85 lo asemejaron con problemas económicos y
falta de educación, con un 4,9% respondieron que lo asocian al estrés y por último con un 23,2%
señalaron que todas estas son causas de que una persona sufra violencia de genero.

Tabla 5. Actuación ante situaciones de violencia de género

Variable
Porcentaje
Buscar apoyo emocional
40,2%
Denunciar incidente a las autoridades
50%
Buscar tratamiento médico
9,8%
Total
100%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias

Para las encuestadas las actuaciones antes situaciones de violencia de genero con un 50% respondieron
que es denunciar el incidente ante las autoridades, seguido del 40,2% que señalo que es buscar apoyo
emocional y con un porcentaje menor del 9,8% indico que es el buscar tratamiento médico.

Tabla 6. Conocimiento sobre la violencia de género

Variable
Porcentaje
14-16 puntos: Alto nivel de conocimiento
4,9%
8-13 puntos: Medio nivel de conocimiento
22%
Menos de 8: Bajo nivel de conocimiento
73,1%
Total
100%
Fuente: Encuesta aplicada a las usuarias

Realizadas las encuestas se evidencia la tabla de conocimiento general acerca de violencia de género,
las encuestas con un porcentaje del 73,1% se encuentran con un puntaje de menos 8 lo que significa
pág. 3159
que tiene un bajo nivel de conocimiento, el 22% se encuentra con un puntaje de 8 a 13 puntos
encontrándose en un nivel medio de conocimiento y el 4,9% con un puntaje de 14 a 16 puntos lo que
equivale a un alto nivel de conocimiento.

DISCUSION

Los resultados del Pretest y Postest evidencian un cambio significativo en el nivel de conocimiento de
las usuarias sobre la violencia de género tras la intervención educativa. Destaca el aumento en la
comprensión de su definición, pasando del 73,3% al 89,2%, lo que representa un incremento del 15,9%.
Este avance sugiere que, aunque existía conocimiento previo, aún persistían vacíos que fueron
reforzados con la educación impartida. La intervención permitió una mayor claridad sobre las
dimensiones física, psicológica, sexual y económica de esta problemática, estos hallazgos coinciden
con (Rodríguez-Bonilla et al., 2022), quienes señalan que el conocimiento básico puede ser limitado si
no se complementa con procesos educativos continuos. La educación dirigida se confirma como una
herramienta clave para fortalecer la identificación y prevención de la violencia de género en la
comunidad.

Un aspecto relevante del estudio es el incremento en la capacidad de las participantes para identificar
señales de alerta en situaciones de violencia de género, evidenciado por el aumento de respuestas
correctas del 28% en el Pretest al 67,5% en el Postest. Este resultado indica que, antes de la intervención,
existía un notable desconocimiento sobre los signos de riesgo, posiblemente debido a la normalización
de la violencia en ciertos contextos sociales, comparándolo con el estudio de (Badenes-Sastre &
Expósito, 2021), hacen mención en que muchas personas logran reconocer agresiones físicas evidentes,
pero presentan mayor dificultad para identificar formas de violencia más sutiles, como la psicológica o
económica. Esto resalta la necesidad de una educación integral que permita visibilizar todas las
manifestaciones del maltrato y fortalecer la capacidad de detección temprana.

Otro hallazgo relevante se relaciona con el impacto de la violencia de género en la salud. En el Pretest,
el 68,3% de las encuestadas respondió correctamente sobre este aspecto comparando este resultado con
el estudio de (Porter & López-Angulo, 2022) con el tema de “Violencia Vicaria En El Contexto De La
Violencia De Género: Un Estudio Descriptivo En Iberoamérica donde hace mención de que el 79.2%
de mujeres víctimas de la violencia de género, presentaron una amplia sintomatología, las más
pág. 3160
frecuentes fueron ansiedad, angustia, estado de alerta constante, temor, llanto, tristeza, irritabilidad,
culpa, caída del cabello, cambios significativos de peso, crisis de pánico y depresión, el 66% busco
ayuda profesional, y un 5,3% sabe que necesita ayuda pero no tiene tiempo o dinero.

Estos datos evidencian la profunda afectación emocional y física que experimentan las víctimas de
violencia de género, lo que refuerza la importancia de desarrollar estrategias de intervención temprana.
La alta incidencia de síntomas psicológicos sugiere que la violencia no solo deja secuelas visibles, sino
que impacta el bienestar integral de las mujeres, interfiriendo en su calidad de vida y su capacidad para
desenvolverse en distintos ámbitos. Asimismo, la brecha entre quienes buscan ayuda y quienes la
necesitan, pero no pueden acceder a ella, pone de manifiesto la urgencia de fortalecer los sistemas de
apoyo y garantizar que los servicios de salud mental sean accesibles y sostenibles.

Otro aspecto clave de esta investigación es el desconocimiento sobre los diferentes tipos de violencia
de género. En particular, solo el 18,5% de las encuestadas tenía conocimiento sobre la violencia
económica. Datos similares fueron reportados en el estudio de (Castillo Sinisterra, 2020) titulado
Violencia económica y patrimonial en mujeres afroesmeraldeñas: un enfoque interseccional”, donde
el 95,6% de las encuestadas desconocían a la violencia económica como parte de la violencia de género,
ya que para ellas violencia es todo acción que lleve maltrato físico, y que el hecho de que su marido
trabajase y provea dinero al hogar, le otorga el derecho de adminístralo y por ende a ser el jefe del hogar.

El estudio hace mención a que el 73,3% de las encuestadas señalaron también el hecho de que sus
parejas les negaban el derecho de trabajar, argumentando que debían ocuparse del hogar y de los hijos.
Además, se les decía que, por ser mujeres y no tener estudios suficientes, tendrían pocas oportunidades
laborales, limitándolas de manera significativa. Sin percatarse, estas mujeres quedaban excluidas de las
decisiones del hogar, obligándose inconscientemente a actuar de algún modo para poder ser
merecedoras del dinero que necesitan a diario, volviéndose víctimas propensas a la violencia ejercida
por un hombre que se percibía como el único con derechos y autoridad.

Este hallazgo pone en evidencia cómo la violencia económica sigue siendo una forma de control poco
reconocida, pero con un impacto significativo en la autonomía de las mujeres. La dependencia
económica no solo las limita en términos de desarrollo personal y profesional, sino que también las
mantiene en situaciones de vulnerabilidad, donde la falta de recursos impide que puedan alejarse de
pág. 3161
relaciones abusivas. Además, la normalización de estas dinámicas dentro del hogar refuerza estereotipos
de género profundamente arraigados, que perpetúan la idea de que el hombre es el único proveedor y,
por lo tanto, el único con poder de decisión sobre los recursos familiares. Esta percepción no solo afecta
a las mujeres en el presente, sino que también influye en las generaciones futuras.

Por otro lado, un resultado especialmente significativo fue el aumento del conocimiento sobre quiénes
pueden ser víctimas de violencia de género. Antes de la intervención, solo el 18,8% de las encuestadas
respondió correctamente que cualquier persona, sin importar su identidad de género, puede ser víctima
de violencia de género. Tras la intervención, este porcentaje ascendió al 83,9%, lo que demuestra que
la educación desempeña un papel clave en la erradicación de estereotipos. Este hallazgo coincide con
el estudio de (Navarro et al., 2021), quienes identificaron que la percepción errónea de que solo las
mujeres pueden ser víctimas de violencia de género contribuye a la invisibilización de otros grupos
vulnerables, como hombres con otros tipos de orientación sexual, dificultando su acceso a la justicia y
apoyo.

Las percepciones sobre las causas de la violencia de género revelan que el 52,4% de los encuestados
identifican factores culturales y la desigualdad de poder entre géneros como los principales detonantes.
En un estudio macro sobre Violencia de Género-Tolerancia Cero, el 47% señala al machismo como la
causa principal y el 21% a la educación (Artiles Visbal, 2023). Asimismo, un análisis sobre el
desempleo en Ecuador destaca que la dependencia económica y la falta de educación incrementan la
vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia (Delgado Guerrero, 2023). Finalmente, en una
investigación sobre el “Impacto de las tecnologías en la educación durante la pandemia en comunidades
rurales de América Latina, se concluyó que las mujeres con niveles educativos bajos tienen un 40%
más de probabilidades de sufrir violencia de género en comparación con aquellas con educación
superior (Vacacela Márquez & Mideros Mora, 2022)

Al evidenciar los resultados obtenidos en la comparación de conocimiento sobre violencia de género
prevalece un 73,1% con un puntaje menos de 8 el cualquier indicar que tienen un bajo nivel de
conocimiento sobre violencia de género debido a que nunca habían recibido una capacitación acerca de
este tema, en un estudio realizado por (Martínez-Rocha et al., 2020), su investigación denominada
Conocimientos y actitudes hacia la violencia de género en profesionales de la salud mental” los
pág. 3162
resultados señalan que del total de participantes el 61,1% no ha recibido ninguna clase de capacitación
sobre violencia. Con relación al contacto personal con la violencia 22 personas reportaron haber sufrido
violencia de pareja alguna vez en la vida, 15 profesionales eran mujeres.

Lo que nos quiere decir que la violencia de género se manifiesta en todas partes y que incluso
profesionales de la salud pueden ser víctimas de este fenómeno, a su vez los resultados concuerdan con
la idea de que la falta de información y conocimiento de violencia de género es un factor determinante
en la persistencia de este problema, en el sector de salud es fundamental que los profesionales de esta
área cuenten con herramientas y conocimientos adecuados para detectar, abordar y prevenir situaciones
de violencia (Fernández Alonso et al., 2024).

CONCLUSIÓN

Los resultados obtenidos en el presente estudio permiten concluir que la intervención educativa
implementada tuvo un impacto significativo en la mejora del nivel de conocimiento de las usuarias
acerca de la violencia de género. Se evidenció un aumento notable en la identificación de las diferentes
formas de violencia, las señales de alerta y el impacto en la salud de las víctimas. El conocimiento
general de las encuestadas pasó de un nivel predominantemente bajo en el pretest a un nivel medio y
alto en el postest, lo que refleja la efectividad de la estrategia educativa.

Asimismo, se constató que las percepciones y creencias de las usuarias respecto a las causas y
consecuencias de la violencia de género mejoraron, destacando una mayor comprensión sobre la
violencia económica y la universalidad de las víctimas, sin distinción de género o identidad. Estos
hallazgos subrayan la importancia de la educación como herramienta clave para la prevención y el
empoderamiento de las víctimas.

Los talleres educativos no solo proporcionaron información, sino que también generaron espacios de
reflexión y diálogo que favorecieron la sensibilización y la ruptura de mitos sobre la violencia de género.
La planificación e implementación de estas estrategias pueden contribuir significativamente a la
creación de una cultura de prevención y apoyo en la comunidad.

La continuidad y expansión de estas estrategias educativas son la clave, así como la capacitación
constante del personal de salud para fortalecer la detección, prevención y atención integral de las
víctimas en las unidades de salud de primer nivel.
pág. 3163
Esta investigación sienta las bases para futuros estudios que aborden el impacto a largo plazo de las
intervenciones educativas y la implementación de políticas públicas orientadas a la erradicación de la
violencia de género desde una perspectiva integral.

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