TRANSFORMACIÓN EN LAS RELACIONES
GÉNERO Y VIOLENCIA INTERSECCIONAL
EN CHERÁN, MICHOACÁN, MÉXICO:

UNA REFLEXIÓN SITUADA

TRANSFORMATION IN GENDER RELATIONS AND
INTERSECTIONAL VIOLENCE IN CHERÁN, MICHOACÁN:

A SITUATED REFLECTION

Graciela Vélez Bautista

Universidad Autónoma del Estado de México

Luis Daniel Alaniz Rodríguez

Universidad Autónoma del Estado de México
pág. 3785
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17178
Transformación en las Relaciones Género y Violencia Interseccional en
Cherán, Michoacán, México: Una Reflexión Situada

Graciela Vélez Bautista
1
vebag4@yahoo.com.mx

https://orcid.org/0000-0002-5412-2594

Universidad Autónoma del Estado de México

Luis Daniel Alaniz Rodríguez

Owen_x3@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0003-1619-3700

Universidad Autónoma del Estado de México

RESUMEN

El documento problematiza la permanencia de violencias interseccionales en la comunidad indígena
purépecha de Cherán, Michoacán, México, así como de los procesos de repolitización de los espacios
domésticos como singularidad del proceso político-administrativo autonómico que se experimenta en
dicha comunidad. El objetivo de la investigación es comprender las transformaciones en las relaciones
de género que vienen gestándose desde la puesta en marcha del autogobierno en 2011 y su potencialidad
comunitaria. El estudio se abordó desde las propuestas del feminismo, principalmente sobre
modernización patriarcal (dualidad-binarismo) y la interseccionalidad. Igualmente se retoma un
enfoque sobre masculinidades y posestructuralismo francés, esencialmente desde los conceptos de
poder-saber disciplinarios y subjetivadores que fluyen dinámica y horizontalmente sobre la vida
cotidiana y los cuerpos individuales y sociales. La metodología empleada se ha guiado por herramientas
cualitativas y etnográficas como la observación no participante, las entrevistas semiestructuradas y
talleres a través de grupos focales. Se concluye que a pesar de la permanencia de un férreo sistema
patriarcal y maquinaciones machistas, la repolitización del espacio privado mediante las fogatas y
asambleas contiene potencialidades para la reconstrucción de ciudadanías comunitarias y cambios más
igualitarios en las relaciones de género.

Palabras clave: violencia interseccional, autonomismo, subjetividad, masculinidades, relaciones de
género

1
Autor principal
Correspondencia:
vebag4@yahoo.com.mx
pág. 3786
Transformation in Gender Relations and Intersectional Violence in

Cherán
, Michoacán: a Situated Reflection
ABSTRACT

The document problematizes the persistence of intersectional violence in the Purépecha indigenous

community of Cherán, Michoacán, Mexico, as well as the processes of repoliticization of domestic

spaces as a singularity of the autonomous political
-administrative process experienced in said
community.
The objective of the research is to understand the transformations in gender relations that
have been developing since the implementation of self
-government in 2011 and its community
potential. The study was approached from the
proposals of feminism, mainly on patriarchal
modernization (duality
-binarism) and intersectionality. It also takes a focus on masculinities and French
post
-structuralism, essentially from the concepts of disciplinary and subjectivating power-knowledge
that flow dyna
mically and horizontally over daily life and individual and social bodies. The
methodology used has been guided by qualitative and ethnographic tools such as non
-participant
observation, semi
-structured interviews and workshops through focus groups. It is concluded that
des
pite the persistence of a rigid patriarchal system and sexist machinations, the repoliticization of
private space through bonfires and assemblies contains potential for the reconstruction of community

citizenship and more egalitarian changes in gender rela
tions.
Keywords
: intersectional violence, autonomy, subjectivity, masculinities, gender relations
Artículo recibido 03 febrero 2025

Aceptado para publicación: 25 marzo 2025
pág. 3787
INTRODUCCIÓN

Durante las últimas décadas México ha experimentado un incremento de violencias, además de la
continuidad histórica de la violencia contra comunidades indígenas así como de la violencia patriarcal
contra las mujeres. Como derivación de las graves crisis de seguridad en estados como Michoacán,
algunas comunidades han tenido que defenderse por sí mismas ante los embates del crimen organizado,
grupos paramilitares y talamontes. Este es el caso de la comunidad purépecha de Cherán Keri
2.
Esta comunidad emprendió un alzamiento en contra de grupos criminales, narcotraficantes y
talamontes, autoridades políticas y policiacas el 15 de abril de 2011. Michoacán es una entidad
estratégica para el cultivo y tránsito de drogas, por lo cual ha padecido disputas entre diversos grupos
criminales que desde 2008 incrementaron su presencia en la meseta purépecha. La tala ilegal de madera,
ligada a los grupos de rapamontes protegidos por el narcotráfico produjo despojos territoriales,
asesinatos de comuneros/as, extorsiones y secuestros que profundizaron las violencias y desigualdades
en Cherán (Gasparello, 2018).

Impulsada por la iniciativa de mujeres y jóvenes la comunidad se enfrentó, capturó y expulsó a
criminales y talamontes al igual que desarmó a la policía municipal para después iniciar un camino
hacia el autogobierno con base en usos y costumbres purépechas, prohibiendo los partidos políticos y
la presencia de cualquier fuerza del orden estatal. El plan autonómico en Cherán ha incluido una fuerte
inclinación hacia el mantenimiento de la seguridad principalmente, así como también un proyecto de
educación comunitaria, cuestiones cooperativas, de organización y participación política propias,
planes de reforestación y preservación del bosque con el apoyo de un vivero comunal, la recuperación
de la lengua y cultura purépecha, entre otros. En medio de esta reconstrucción social y política, el rol
de las mujeres se ha complejizado, en tanto que protagonizaron el Levantamiento
3 como lideresas, no
obstante también se ha dado un impulso patriarcal por re-colocarlas en la domesticidad del espacio
privado.

2 En purépecha significa grande y grandeza, sabiduría, respeto, por lo cual se usa como título de estatus y reconocimiento, en este caso al
pueblo, pero también se usa para referirse a las personas importantes de la comunidad, como las personas mayores. Se les nombra así también
a los miembros del Concejo Mayor.

3 El Levantamiento se refiere al estallido comunitario que se convirtió en un enfrentamiento directo contra talamontes y miembros del crimen
organizado iniciado el 15 de abril de 2011, en el que perecieron varios miembros de la comunidad.
pág. 3788
El poder, con sus violencias, fluye en todo sentido y todo el tiempo con el suceder de las relaciones
sociales y en tal sentido, se considera que las niñas, jóvenes y mujeres hacen parte de este
sepultamiento. En Cherán, la imbricación entre dimensiones modernas, capitalistas, tecnológicas y las
dimensiones históricas, autonomistas e indigenistas dota de especial complejidad al proceso incesante
de construcción subjetiva. Estas experiencias no podrían pensarse separadamente de sus dimensiones
étnicas, etarias, sexuales y de clase, mismas que ponen en juego toda una historia en el presente y
tensionan los procesos de construcción y de-construcción identitatiria. Aquí intervienen tensiones y
encuentros entre los valores purépechas y el capitalismo moderno, entre los roles sexo-genéricos
tradicionales y los derechos de las mujeres, entre la violencia que producen “los malos” y la “contra-
violencia” necesaria para un orden social autonomista.

En concordancia con lo anterior, la investigación presenta en una primera parte algunas características
de lo que consideramos puede entenderse como violencia interseccional. Esta deriva de la utilidad del
enfoque feminista interseccional para abordar las dinámicas violentas particulares de este proceso en
Cherán y los procesos sociales en los que las mujeres se experimentan como sujetos políticos en un
entramado patriarcal, racializado, indígena, relativamente des-estatatizado y rural. Con ello se pretende
comprender las disposiciones sociales y culturales mediante las cuales las violencias se instalan casi
invisiblemente en las subjetividades y las profundidades de la cotidianidad del género.

En segundo lugar, se esbozan algunos aspectos centrales de los procesos de masculinización que se
gestan a partir de rituales comunitarios de tránsito entre diferentes etapas etarias y que tienen relación
directa con las relaciones de género, la violencia doméstica contra las mujeres, la agresividad, entre
otros. El mandato masculino de control sobre la vida de las mujeres se enfrenta a una serie de
transformaciones, dentro de las cuales encontramos la revalorización de la mujer como actor político y
comunitario vital para el autonomismo. Por último, se consideran las potencialidades de la
repolitización del espacio privado en Cherán como posibilidad de transformación de las relaciones de
género y de reconstrucción comunitaria. En este apartado se pretende reflexionar en torno a las
“nuevas” instancias de política comunitaria, recuperadas de dimensiones históricas purépechas, como
las fogatas y asambleas, y las nuevas dinámicas que éstas imprimen en la comunidad permitiendo cierta
difuminación de la dicotomía entre lo privado y lo público.
pág. 3789
METODOLOGÍA

Se partió de la premisa de que no existe realidad social o naturaleza social “como realmente es” o como
“realmente funciona”, tampoco así leyes naturales sociales. La realidad aparece en sí sólo a través de la
ventana teórica mediante la que es observada (Guba, 1990). Esta observación, al estar cargada
teóricamente, conlleva una serie de valores propios con los cuales se construyen y se comprenden las
realidades. La violencia, la subjetividad, el patriarcado y el poder han sido consideradas como
fenómenos en constante transformación, en tanto que son realidades derivadas de los intereses y valores
humanos del medio en el cual se desarrollan. La interseccionalidad se instrumenta en esta parte como
un enfoque encaminado a la comprensión de los relacionamientos jerárquicos que configuran los
poderes cotidianos, así como la construcción de conocimiento en general desde el posicionamiento y
experiencia de vida de niñas, jóvenes y mujeres subalternizadas desde sus condiciones de clase, étnicas
y sexo-genéricas (Viveros, 2016). Se planteó un posicionamiento comprensivo con el objetivo de
recrear las construcciones y reconstrucciones del mundo (individuales y colectivas) de la manera más
fiel posible.
Lo anterior propuso pensar a la investigación como un proceso intersubjetivo, participativo,
colectivo y co-productivo donde las ideas y las emociones se entremezclan en el entendimiento del
mundo.

La inmersión en la comunidad se ha realizado en distintos periodos de tiempo, comenzando en junio de
2022. Tras ello, se han desarrollado visitas periódicas semestrales hasta abril de 2024. Contando con la
autorización del Concejo Mayor del Gobierno Comunal de Cherán para realizar trabajo de
investigación, se han hecho acercamientos con distintas instancias y personas, como escuelas,
colectivos, otros concejos de gobierno. Se pusieron en marcha una serie de técnicas etnográficas
comunes que sirvieron como principal herramienta de análisis como las observaciones participantes en
forma de talleres con estudiantes de bachillerato, así como observaciones no participantes en distintos
espacios públicos como la plaza central, la calle, las tiendas, las canchas deportivas, parques, fogatas,
festividades. Se llevaron a cabo igualmente entrevistas semiestructuradas con informantes clave como
miembros de la estructura de gobierno comunal y jóvenes activistas, tres mujeres de 27, 29 y 55 años y
un hombre 30 años, perfiles que desarrollan distintas actividades en la comunidad.
pág. 3790
Esto con el fin de conseguir una visión ampliada de las diferentes experiencias de género y
subjetividades. Se ha construido una etnografía crítica para co-producir ideas e interpretar emociones
que den cuenta de las subjetividades femeninas y también masculinas. En este aspecto ha sido central
sentir y percibir relaciones, tensiones y resistencias frente a los posicionamientos de niñas y mujeres
frente a las relaciones de poder dentro de la comunidad.
La interseccionalidad de la violencia
Las violencias recobran una importante complejidad en las sociedades actuales por su interrelación con
el poder en cualquiera de sus formas institucionalizadas o no, permite que sus flujos se internen en las
cotidianidades y se dirijan a los cuerpos individuales y sociales desde la normalidad, siendo lo biológico
el sexo, y lo sociocultural el género; categorías plenamente infiltradas por lo político y por lo tanto,
determinantes en las relaciones de poder (Barjola, 2018). La interseccionalidad (Crenshaw, 1989), como
concepto central de los feminismos negros, se ha consolidado como una importante herramienta teórico-
metodológica para abordar fenómenos de opresión y dominación. Desde sus antecedentes abolicionistas
y sufragistas, así como el concepto de “simultaneidad”, el punto de partida racial y sexo-genérico va
sumando otros sistemas de opresión marcados por la clase, la etnia, la lengua, la orientación sexual, la
belleza, la edad, la disfuncionalidad, el capital cultural, la fertilidad, y otros sistemas que van
profundizando las opresiones cruzadas (Viveros, 2016), discriminaciones, exclusiones y violencias en
contra de personas, en este caso especialmente de las mujeres y niñas.

Un aspecto relevante del proceso de Cherán es que las mujeres, al iniciar el Levantamiento, rompieron
con las dependencias instauradas hacia los hombres para su protección y seguridad, tomando ellas el
rol de protectoras. Derivado de ello por un lado, sucede un proceso de revalorización de la mujer en la
vida social aunque por otro, también un discurso y acto que intenta reubicar a la mujer rebelde
cheranense en el paternalismo y la dependencia, denostando su experiencia como lideresas y
minimizando su potencial social y político así como su contribución hacia la autonomía. Las fogatas
como espacio que repolitiza la vida privada, en tanto que las opiniones y preocupaciones privadas se
hacen presentes en ese lugar de deliberación, suele notarse una significativa presencia de mujeres y de
niñas, esto derivado del rol de cuidadoras que desarrollan las mujeres. Las niñas/os acompañan a sus
hermanas mayores, madres, tías, abuelas a las fogatas en tanto que son objeto de su cuidado.
pág. 3791
Imagen 1: Fogata en barrio segundo.

Fuente: registro propio, abril de 2024.

Al igual que las infancias, las mujeres se han visto sometidas a un régimen de dependencia; por ello,
las demostraciones de fuerza, independencia, rebeldía, entendidas como irracionales y por lo tanto,
minimizadas. En Cherán, sin embargo, se ha celebrado el liderazgo femenino en el Levantamiento. A
pesar de ello, existe una fuerte corriente dirigida a reposicionar a la mujer y la niña cheranense dentro
de los límites sociales otorgados a ellas, la domesticidad, el juego, los cuidados, el hogar. Bajo esta
lógica, la valentía y liderazgo femenino de 2011 se entiende como un estallido extraordinario, mientras
que la estabilidad y normalidad debe ser nuevamente dirigida por una visión masculina de la política y
la comunidad. Esta corriente intenta desde su concepción salvar a las mujeres y niñas de sus propios
impulsos “inadecuados”, con la misma cultura de la compasión-represión (García, 1994) que se ejerce
sobre las infancias, para salvarles así del riesgo material y moral que corren y recuperar los buenos
valores y la buena educación de la kaxumbekua
4.
Las mujeres, y particularmente las niñas, enfrentan en todos los espacios la masculinización y
feminización de determinadas labores. La esfera de la seguridad por ejemplo, altamente masculinizada,
así como la esfera de los cuidados significativamente feminizada. Esta sexualización del trabajo
obstruye la potenciación de capacidades y permite mantener un status quo de poco valor social a las
funciones feminizadas. Todo ello resulta funcional para los grupos de poder mayormente integrados
por hombres, que continúan controlando los mecanismos de decisión mientras las opresiones etarias y
sexogenéricas se normalizan en la vida cotidiana. Esta es una de las dinámicas propias de los antiguos
cacicazgos y liderazgos en Cherán.

4 Traducida como “buena educación” o “buena crianza”, implica la apropiación de una serie de valores tradicionales de la cultura purépecha
y cheranense, en los que resalta la honorabilidad, el respeto, donde la consideración por la familia, los mayores, las tradiciones son vitales en
la construcción de una buena reputación
pág. 3792
Este fenómeno, representa una violencia cultural y sistémica y da cuenta de las formas en que las
violencias se interseccionan y conforman el edificio de la injusticia social. Esta es una violencia
profundamente diferenciada a la directa aunque relacionadas, en tanto que en muchas ocasiones la
normalidad de la opresión puede conducir a la normalidad de la persecución directa con el justificante
de una identidad racial sexo-genérica, etaria, de clase. Es por ello que esta violencia como forma de
injusticia social, siguiendo a Young (1990), es intransformable si se le trata con medidas distributivas,
en tanto que proviene de un edificio estructural mucho más complejo que la simple superficialidad
distributiva.

Este edificio otorga roles, funciones, límites y expectativas a cada sujeto según su ubicación
interseccional, es por ello que el rol de la mujer cheranense se tensa y se complejiza, en tanto que el
liderazgo femenino en el Movimiento
5 va convirtiéndose cada vez más en un hito histórico y que va
siendo más legendario que concreto, en tanto que la cultura patriarcal dominante que se nutre de la
normalidad cotidiana, va reacomodando a las niñas y mujeres en los espacios históricamente otorgados
a ellas; el cuidado y la domesticidad. La extraordinariedad del Levantamiento abrió un espacio-tiempo
de “anormalidad”, donde las mujeres pudieron romper con valentía diversos roles y estereotipos, sin
embargo, Una vez terminado el estallido de rebeldía, la cultura dominante ha intentado recolocar a las
mujeres en la sumisión, sacarlas del “arguende”, de “la grilla”, de las actividades masculinizadas.

La participación de las mujeres fue fundamental, las mujeres estuvieron ahí, nunca se
retiraron, no se rajaron. Estuvieron presentes desde el principio hasta el final, le
entraron a la lucha de lleno. La situación de la participación como mujeres continúa
siendo muy complicada, y a pesar de que fue un movimiento liderado por nosotras, se
sigue pensando que hay temas de hombres y mujeres. Nosotras hemos sido y
continuamos siendo muy discriminadas, algunas de nosotras que participamos y
externamos nuestra opinión en el movimiento fuimos etiquetadas de una y mil
maneras, tachadas de ‘mujeres revoltosas que andan metidas en la grilla’ o ‘mujeres
sin qué hacer’ (Lemus, 2021). El machismo y la serie de valores introyectados dentro

5
En el lenguaje cotidiano, se conoce como Movimiento a todo el proceso autonómico que ha llevado a Cherán a autogobernarse bajo usos y
costumbres y a separarse de la política estatal y partidista.
pág. 3793
de la comunidad se vio reflejado en las fuertes críticas hacia nosotras que continuaron
con el movimiento cuando desafiamos nuestro lugar dentro de la familia al salir de
casa (Consejo de Jóvenes, 2021, p. 89).

Ello ilustra la permanencia de maquinazaciones y dispositivos heteropatriarcales como mediación
comunitaria, con el fin de
restaurar aquella virilidad perjudicada (Segato, 2014). El liderazgo femenino
durante el Levantamiento parece haber impulsado un proceso de negación/reafirmación de la mujer
joven como sujeto político y social, con una subjetividad rebelde frente a las lógicas extractivistas y
capitalistas radicales de los talamontes y el crimen organizado (Murcia, 2019). La radicalización de las
violencias directas que sufría la comunidad a través de violencia física, extorsión, secuestro, homicidio,
desaparición, toques de queda, se sumó a las violencias simbólicas que advirtieron las mujeres en
expresiones como:

Pinchis viejas no hacen nada’; ‘no las enseñaron a estar en la cocina’; ‘ellas tienen que
servir al hombre, tienen que darle de comer y lavar… para eso son las mujeres’; ‘deben
de enseñarse a echar tortillas’; ‘las mujeres no deben llegar tarde sino parecen
callejeras’ y ‘no deben salir hasta que se casen (Castillo, 2020, p. 91).

Igualmente se observa la continuidad de violencias simbólicas y sistémicas externas al orden estatal,
mediante diversos dispostivos de poder (Foucault, 1975) y agenciamientos maquínicos (
Deleuze y
Guattari, 1985
) que denotan un ordenamiento material y simbólico basado en la condición etaria y
sexual, y que sucede en las relaciones sociales cotidianas, a nivel capilar. La masculinización y
adultismo de la política comunal se presentan en los relatos como discursos de saber y de poder sobre
los roles y valores que cada grupo etario y sexual debe tener.

Masculinidad hegemónica y violencia contra las mujeres

Las subjetividades y masculinidades hegemónicas (Connell, 1995) que se expresan no sólo en políticas,
sino en prácticas cotidianas de socialización familiar, escolar, popular, laboral, buscan unificar
moralmente diversidades subjetivas y éticas, para estabilizar una lógica identitaria presuntamente
basada en neutralidades e imparcialidades universales (Palacio, 2011).

En el caso de Cherán, esto puede observarse desde el machismo y el adultocentrismo, las
construcciones tradicionales sobre los significados de la juventud y los rituales de tránsito y
pág. 3794
reconocimiento de las distintas etapas de responsabilidad.

La falsa armonía que entiende la eliminación de diferencias como camino hacia la emancipación no ha
sido más que un proceso de exclusión y asimilación al mismo tiempo (Young, 1988), una violencia
interseccional que esencializa la igualdad y que desconoce a los grupos sociales como entes en
constante recreación y reconstrucción. La vida cotidiana cobra un lugar central en dicho proceso,
costumbres violentas que son no sólo toleradas sino celebradas, incluso por los grupos y personas
oprimidas, como resultado de la naturalización de la cultura dominante.

Esto del machismo dentro de las propias mujeres es muy real, quienes se indignaban
cuando yo no les servía de comer a mis compañeros pues eran las mujeres quienes
hacían un drama y se enojaban y regañaban pero pues costó mucho decir porqué las
tareas tenían que ser asumidas por igual, y eso se debe a la fortuna de que hablemos
[...]. Nos tocó vivir afortunadamente en familias bien diferentes, yo todo el tiempo
viví y crecí con mi papá y mi mamá tomando las mismas tareas, haciendo las mismas
labores en la casa, planchar, lavar, barrer, todo, y mi mamá también, como que para
mí no pasaba nada, y yo sentía justo más bien esa contradicción cuando llegaban mis
tías, y nos ponían una regañada de por qué teníamos a mi papá lavando su ropa, o sea
ya ahí decías pero por qué, entonces como que justo entendías que el resto de Cherán
crecía de otra manera.
(Comunicación personal, 29 de agosto de 2023).
Al expandir lo personal fuera de los muros del hogar, distintas costumbres pueden chocar dentro del
sistema de valores de una persona y provocar incluso cambios colectivos. En casos como el expuesto,
la experiencia familiar facilita una subjetividad que permite un posicionamiento diferenciado al
hegemónico. Esto refleja el normalizado binarismo relacional donde las masculinidades se consolidan
en clara oposición a las feminidades (Connell, 1995) y en un dualismo asimétrico de oposiciones
binarias (Vélez, 2015).

Asimismo, otras aristas siguen cobrando relevancia en los procesos de jerarquización cultural, como la
preponderancia masculina sobre la tenencia de la tierra o de la propiedad. En una comunidad altamente
politizada, con procesos de des-sujeción claros, pueden imbricarse aún maquinaciones (Deleuze y
Guattari, 1985) relacionadas con reproducciones de injusticia social basadas en clases sociales,
pág. 3795
condiciones sexo-genéricas y generaciones etarias. Estas imbricaciones se acuerpan particularmente en
la división sexual y etaria del trabajo, así como en los procesos de toma de decisiones no sólo de
políticas-institucionales, sino en la cotidianidad micropolítica (Rolnik y Guattari, 2006), como en el
caso familiar.

De esos primeros casos que recuerdo de estas concentraciones fue también en enero
de 2018 reunirnos porque asesinan a una de las compañeras de Cherán, no en Cherán
pero sí en un municipio aquí a cuarenta minutos, eso fue también destapar otra cosa
que no nos gustaría ver en nuestro entorno y eso nos sacudió para decir: tenemos que
ir a las asambleas y hablar de esto que está pasando porque estamos hablando de la
vida de una mujer joven, y ahí también quienes se adhirieron a esta actividad fue desde
las infancias, salir con nosotras a marchar en silencio en una cuestión muy pacífica
que fue muy criticada por algunos […]
(Comunicación personal, 30 de agosto de 2023).
La familia y el barrio como espacios de subjetivación primordiales en Cherán han sido escenarios donde
las mujeres jóvenes han llevado cuestionamientos críticos a las violencias patriarcales y donde se ha
observado cierta resistencia masculina a abrir el debate sobre las mismas.

E
n grupos que ya teníamos, en redes sociales de las compañeras fue así como sin
ponerle una etiqueta o de quien iba a encabezar pero que nos estábamos llamando a
una concentración por los derechos de las mujeres y eso fue importante, fue un
ejercicio importante
(Comunicación personal, 30 de agosto de 2023).
Las expresiones juveniles e infantiles de niñas y jóvenes con relación a las violencias patriarcales e
interseccionales siguen por caminos diferenciados a los comunitarios marcados como oficiales, tales
como las fogatas o asambleas. Ello implica que a nivel de subjetividad lo comunitario rebasa los
espacios oficiales para hacer política y expresar visiones críticas sobre las violencias desde la calle, los
parques, el voz a voz, las redes sociales. Éstas últimas representan espacios muy importantes de
comunicación infantil y juvenil, espacios que por su naturaleza se encuentran fuera de las esferas de
control de los/as adultos y por lo cual las infancias y juventudes recurren a ellas como herramienta
comunicativa.
pág. 3796
Esta comunicación a través de redes sociales contiene interesantes potencialidades; como la
incrustación del criticismo antipatriarcal en los hogares, a partir de las generaciones más jóveneso y
ofrece destellos de una repolitización de lo privado, que había intentado ser despolitizado desde la
colonialidad y convertido en una relación de binarismo y complementariedad entre mujeres y hombres
que muchas comunidades indígenas solían conocer (Segato, 2014). La presencia de mujeres en las
fogatas denota por otro lado una ampliación de la voz de las mujeres en ese espacio de deliberación,
como una forma en la cual la casa se amplía para desplegarse en las esquinas de las fogatas. De esta
manera, lo privado se politiza, se extiende sobre la calle, a pesar de la hegemónica reproducción de
roles de género, estos dos factores; la participación activa de mujeres en las fogatas y el empuje crítico
de muchas niñas y mujeres jóvenes en su crítica patriarcal, van politizando y tensionando las
dominaciones sexo-genéricas y etarias que se encuentran fuertemente arraigadas en Cherán.

A pesar de la relativa ampliación de la discusión de las violencias contra las mujeres, las violencias
normalizadas que algunas niñas comienzan a impugnar como el derecho a tener voz, la violencia
intrafamiliar contra la mujer continúa siendo el punto nodal sobre el cual se desarrollan los
posicionamientos en torno al tema. Como problema recurrente en la comunidad y relacionado con el
consumo de alcohol (Comunicación personal, 14 de abril de 2024), la violencia directa contra las
mujeres se posiciona como el fenómeno primordial a tratar durante esta reconfiguración socio-política,
es decir, como proceso fundamental de la subjetividad relacionada directamente con este tipo de
violencia y la experiencia particular que se tiene frente a ella.

La violencia directa contra las mujeres, aunque comúnmente entendido como problema individualizado
resultado de problemas personales de ira, esconde un edificio estructural relacionado con la
racionalización masculinista del poder que “legitima” el ejercicio de la fuerza contra las mujeres
(Pignatello, 2014) como un invento del “derecho consuetudinario” históricamente practicado (Gautier,
2005, citada en Segato, 2014). Esta violencia deviene de un conflicto de angustia y rechazo instalado
en lo profundo de la subjetividad masculina en una constante defensiva que inquieta y que desborda en
conductas de violencia contra sí mismos (alcoholismo) o contra otros (especialmente mujeres)
(Pignatello, 2014).
pág. 3797
A pesar de ello, la mayoría de hombres que ejercen estas violentas son incapaces de entenderse a sí
mismos como violentos (Vélez, 2015). Estas disposiciones son por lo tanto, un producto de lo
estructural que constituye la subjetividad del varón, dado que se relacionan con un sistema patriarcal
que se internaliza como estructura mental y dinamiza las relaciones sexo-genéricas. No obstante, las
subjetividades patriarcales no sólo son apropiadas por varones sino tambén por mujeres.
Un relato de
una de las mujeres que participó activamente en el proyecto democratizador de 1988
6, conocida como
la maestra Tere, permite entrever esto.

El matrimonio recobra una relevancia central tanto para hombres como para mujeres. Para éstas últimas,
el matrimonio implica una etapa incluso de mayor concentración hacia los cuidados y la domesticidad,
no sólo vigilada por el compañero varón, sino sometidos éstos al escrutinio comunitario particularmente
de otras mujeres mayores. La presión colectiva por el respeto por la tradición patriarcal es palpable.

La realización de un taller sobre violencia estructural con estudiantes de 15 años en promedio dio cuenta
de interesantes dimensiones y dinámicas de grupo. En primer lugar, la preponderancia masculina a la
participación, a tomar la palabra, a imponerse sobre otro/as, mientras que las chicas destacaron más por
su timidez. No obstante, entre ellas sobresalió una chica, la más comunicativa, participativa, a quién
evidentemente los compañeros ofrecen una consideración más alta que a las demás. Debe notarse que
esta chica es la única de tez blanca, quien posee igualmente facciones mestizas y/o occidentales, no
tanto indígenas. En la toma de foto grupal, es la única mujer que ocupa un lugar en primera fila y la
única que se encuentra sentada, mientras que el resto de compañeras mujeres se encuentran de pie y
ubicadas detrás.

6 En este episodio se manifestó un apoyo significativo de un grupo de jóvenes cheranenses al Frente Democrático Nacional, mientras que los
mayores apoyaban el oficialismo priísta.
pág. 3798
Imagen 3: Grupo de Colegio de Bachilleres de Cherán

Fuente: registro propio, noviembre de 2022.

Esto puede ejemplificar la continuidad de una colonialidad que percibe a la raza y al género como
un entramado categorial y de constitución mutua, como una condición cognitiva necesaria de la
modernidad, donde las poderosas ficciones raza y género (Lugones, 2014) siguen marcando las
subjetividades de distintas generaciones al constituir los significados de los que implica ser mujer
u hombre.

El ritual de la masculinidad

Los rituales en Cherán, atravesados por tradicionalismo religioso y sincrético forman parte de la
construcción de masculinidades, así como de tránsitos muy importantes entre niñez-juventud-adultez.
Ejemplo de ello es la festividad del Corpus Cristi. En ésta, muchachos adolescentes de entre catorce y
diecisiete años suelen acudir al bosque unos días antes del día de Corpus para arrancar panales de abeja,
cazar venados, zorros, lechuzas y otros animales, para convertirse en panaleros. Terminada la hazaña
en el bosque, los jóvenes desfilan hacia la plaza principal en un ambiente festivo para mostrar sus
katarakuas, estructuras hechas con madera donde se expone todo lo cazado adornado con plantas y
flores.
pág. 3799
Imagen 4: Niños vistiendo como panaleros y mostrando katarakuas durante festividad.

Fuente: registro propio, abril de 2024.

La competencia entre jóvenes se basa en la cantidad y calidad de los botines conseguidos en el bosque.
El botín influye en el respeto conseguido y el joven se hace acreedor de integrarse a un sistema de
ayudas mutuas que en la mayoría de casos se somete al respeto por las jerarquías generacionales. La
participación en este festival representa para los jóvenes varones un ritual de tránsito y de masculinidad
donde se demuestra fuerza, capacidad, madurez y otras cualidades propias de los antiguos guerreros
purépechas, mismas que son vistas tradicionalmente como necesarias para ser un buen candidato al
matrimonio y un buen jefe de familia
(Comunicación personal, 13 de abril de 2024). Con ello se
consolida una imagen de hombre que es capaz de proveer y dominar la naturaleza, de relacionarse
exitosamente con el bosque y mostrar la fortaleza necesaria para proteger a una familia.
Mediante estos
rituales el sujeto masculino incorpora dentro de su yo esta relación con otros roles y convencionalismos
arbitrarios que se naturalizan mediante una sucesión de identificaciones atadas al poder, la superioridad
y los privilegios frente a las mujeres (Pignatello, 2014).

No osbtante, tanto dinámicas a nivel de rituales de tránsito, matrimonio y vida sexual, se están
transformando. Se han observado grietas y posibilidades de cambio en los sistemas de género, abriendo
puertas para la constitución de nuevas dinámicas y relaciones, donde las mujeres pueden ir pugnando
las dominaciones.
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Las transformaciones, sin embargo, no implican por sí mismas que la violencia directa contra las
mujeres desaparezca, sino incluso que se profundice. Esto puede reflejar características de un poder en
crisis, un poder masculino que se radicaliza por los temores que los cambios le producen.

Relaciones de género en transformación

A pesar de los intentos de silenciamiento, de exclusión política y de minimización de la participación
de las mujeres en Cherán, algunos testimonios permiten entrever una revalorización de las propias
mujeres sobre sí mismas, una “des-identificación” frente a su identidad normalizada, junto con un
reposicionamiento en los procesos autonomistas de la comunidad. “Nosotras gracias al Levantamiento
ya no nos consideramos mujeres sumisas, como antes, que nos quedábamos calladas y no decíamos
nada, nomás nos aguantábamos” (Consejo de Jóvenes, 2021, p. 90). Esto implica en cierta medida, una
transformación subjetiva sobre las condiciones de las mujeres, en una autopercepción de valor como
individuos que tensan prácticas patriarcales.

Muchas de ellas, mujeres jóvenes en el año 2011, formaron familias, se convirtieron en madres, por lo
que el peso estructural del rol de la mujer en la familia “hizo que nos mantuviéramos más de lejos, más
al margen, pero siempre pendientes, ya que seguimos apoyando el movimiento” (Consejo de Jóvenes,
2021, p. 91). Las relaciones de poder en este caso, terminan devolviendo a través de distintos
dispositivos a varias mujeres a los roles otorgados a ellas desde el sistema patriarcal, siguiendo la
división sexual del trabajo, recodificándole y maquinizádole (
Deleuze y Guattari, 1985). A pesar de
ello, se pueden hallar visiones dialécticas que afirman por ejemplo, que el cuidado femenino de la
familia es una forma de estar al pendiente del movimiento y así verlo de forma unitaria movimiento-
familia. “Había rencor entre muchos de nosotros, pero las fogatas nos han unido. Ahora hay confidencia
y nos empezamos a ver como hermanos. Queríamos que alguien nos cobijara y nos abrazara, fue el
fuego de la fogata el que nos abrazó” (Zamora, 2017 P. 29). Una recurrencia en los relatos y conversares
es la equiparación de las fogatas como “gran familia”, donde nuevamente las mujeres son encargadas
de las labores domésticas en un espacio/hogar ampliado. Con esto se observan procesos de resistencia
y recodificación-maquinación (
Deleuze y Guattari, 1985) del poder patriarcal sobre los cuerpos de las
mujeres.
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Poco a poco comenzamos a involucrarnos en la toma de decisiones importantes, así comenzamos
a formarnos en lo político con la guía de una persona mayor, esto fue una parte central en la
construcción de un gobierno autonómico. Aunque es difícil porque vemos que muchas veces no le
apuestan a la juventud, pero nos mantenemos y hemos logrado el involucramiento (Consejo de
Jóvenes, 2021, p. 95).

Las mujeres se han enfrentado a un ambiente dividido que les revalora y reconoce como sujetos políticos
centrales en el movimiento, pero que al mismo tiempo les intenta reubicar en la domesticidad privada,
misma que desde esa posición pretende ser despolitizada. En ese sentido, varias mujeres (especialmente
mayores) que reproducen los valores tradicionales participan de la política comunal como lideresas,
mientras que paralelamente defienden corrientes conservadoras sobre el rol de la mujer en la familia y
la comunidad, en la política y la economía. Es decir, a pesar de su integración a los circuitos de discusión
y representación, algunas continuan defendiendo un posicionamiento patriarcal que incluso les lleva a
desdeñar la subjetividad de las más jóvenes, “esas nuevas costumbres de las generaciones más jóvenes
donde ya el respeto no es el mismo. Para los que venimos de antes era otro respeto, era importante salir
de casa bien; casada bien, ahora ya no es lo mismo”
(Comunicación personal, 14 de abril de 2024).
Algunos grupos dentro de las generaciones más jóvenes de niñas cheranenses pugnan por la
territorialidad privada de sus propios cuerpos, el derecho a hablar, a participar, donde la necesidad de
seguridad y la necesidad de libertad se conjugan para desplegar sororidad de manera intergeneracional
(Egizabal, 2018). Por las condiciones tanto nacionales como particulares de Cherán, nuevamente la
seguridad recobra un espacio protagónico de estas pugnas. El orden necropolítico (Mbembe, 2011)
impuso una dominación y subordinación general donde muchos varones fueron colocados en el lugar
de vulnerabilidad y debilidad frente a talamontes y criminales, viviendo superficialmente las
condiciones históricas que las mujeres han experimentado en todos los espacios de socialización. No
obstante, la resistencia masculina a empatizar con las demandas de las mujeres jóvenes y niñas continúa
latente.

Recientemente también hay una apuesta, y esta parte de la juventud que está muy
cambiante, de tal manera que en plena pandemia, jóvenes o sea niñas de secundaria,
muy jóvenes todavía decidieron convocar una marcha a las propias mujeres, por el Día
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Internacional de la Mujer, con este sentido de “queremos sentirnos seguras” y a
nosotras que éramos más grandes de repente nos asustaba. Nos asustaba en el sentido
de que era de las primeras veces que nos íbamos a enfrentar a un Cherán que no
sabíamos cómo iba a responder del todo, sabíamos que ha habido cambios importantes
pero que salir a las calles seguro nos ponía en otra situación y decidimos ir y tomar el
papel de “nosotras acompañamos y resguardamos a estas chicas que van a ir al frente
gritando todo y nosotras crear una estrategia de cobijo”, y al final, tratando de cachar
los comentarios de la propia gente que iba viendo la marcha pasar, y por ejemplo en
algunos compañeros hubo mucho enojo: “¿aquí para que hacen eso?” Y en otras,
algunas mujeres aplaudiendo porque es algo que ellas nunca han podido hacer ¿no? Y
que también era su responsabilidad. Y los abuelos y los más grandes tratando de
preguntarnos por qué lo hacíamos, entonces esos ejercicios fueron interesantes porque
era claro, la juventud ahora está en otras cosas, identificando de manera más firme las
violencias, que digamos todos esos son temas que no se hablaban tan abiertamente acá
o ni siquiera había una manera de decir: “es que, que no me permitan hablar en mi
familia también es una forma de hacer violencia porque mi opinión como mujer no
cuenta
(Comunicación personal, 29 de agosto de 2023).
Siguiendo a Connell (1995), tanto la resistencia masculina al cambio como el interés femenino por una
transformación son hechos estructurales propios de un sistema de género en transformación.
La
inseguridad, punto de partida detonador del Levantamiento, sugiere ser igualmente un punto de partida
mediante el cual la subjetividad de algunas niñas va integrando cuestionamientos al machismo y al
patriarcado, produciendo reflexiones ampliadas sobre violencias no sólo directas, sino violencias de
género reproducidas con base en atributos biológicos y sociales sobre los roles que deben llevar las
niñas y mujeres en una familia, en una escuela, en una comunidad. El derecho a la palabra, a la escucha,
como gran pilar de la violencia epistemológica que han vivido históricamente las niñas y mujeres, por
la intersección de su condición sexual así como de su condición etaria, sugiere reproducirse en diversos
espacios de socialización cheranense, incluido el ambiente familiar.
pág. 3803
Ligado a ello, niñas y mujeres jóvenes, como a través de la marcha convocada por niñas de secundaria
en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, brinda indicios de que las generaciones más
jóvenes se involucran en una corriente crítica que puede llevar a problematizar las raíces sociales del
machismo y el patriarcado, mediante la denuncia de las violencias que se reproducen sobre ellas. Este
evento que expuso solidaridad intergeneracional entre niñas y mujeres, así como algunas resistencias
machistas, permite entrever que existe cierto empuje feminista dentro del mismo contexto, por la
globalización y a través de las redes sociales que va generando expresiones y organización antipatriarcal
teniendo como punto de partida la inseguridad que sufren mujeres y niñas en la región.

Lo anterior implica un comprometimiento a nivel de roles y posiciones, mismas que crean efectos
directos dentro de la cultura, dentro de las experiencias corporales y de género (Connell, 1995). La
presencia femenina en las fogatas resulta al menos en las fogatas visitadas, más amplia que la masculina.
En algunas la voz femenina es preponderante, tan importante como la de los varones marca el rumbo
de las reuniones y la discusión. En otras fogatas por ejemplo, a pesar de la mayoría femenina los
hombres suelen “dominar” el diálogo. Esto se nota tanto en la dinámica de interlocución, con los
silencios, las pausas, al pasar la voz a los y las demás, tanto como en el apoyo a las ideas que los varones
reciben. Ello da cuenta de cierta permanencia patriarcal en el movimiento de la comunicación en este
espacio, no obstante, igualmente ilustra la amplia participación femenina, el respeto por su presencia,
voz y proposiciones.

En términos generales, las transformaciones en las relaciones de género están sucediendo desde distintas
dimensiones. La primera de ellas es mediante la presencia femenina tanto en los consejos de gobierno
comunal como en las instancias políticas comunales como fogatas y asambleas. A pesar de que “la
presencia” en sí misma sea un hecho insuficiente, ello está permitiendo, paulatinamente la penetración
de las mujeres en la arena de interlocución.

Al mismo tiempo, el empuje juvenil de las mujeres y niñas que están recuperando algunos presupuestos
feministas, están ampliando la comprensión de las violencias que se ejercen contra las mujeres,
integrando cuestionamientos a las condiciones estructurales mediante las cuales se expresa el
patriarcado localmente.
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En tanto que en Cherán se experimenta un relativo autonomismo que permite la des-sujeción de distintas
mediaciones del capital y el Estado, el entramado sociopolítico puede resultar propicio para impulsar
otras emancipaciones tan urgentes como la de género.

Reflexiones finales

La interseccionalidad ha representado una posibilidad metodológica, teórica y empírica que permite
abrir capas de dominación para hallar imbricaciones profundas y estructurales que constituyen los
procesos violentos de relacionamiento social basado en el sexo, el género y lo etario. Al comprender
estas relaciones como ejercicios de poder constantes e ininterrumpidos podemos plantear, junto con los
feminismos, que la transformación de sus dinámicas es una posibilidad ligada a la construcción de
horizontes autonómicos y desestatatizados. No obstante, las ficciones como la raza y el género
continúan marcando subjetividades y ordenando procesos de politización.

El complejo edificio patriarcal se atraviesa de distintas dimensiones en Cherán. Ahí se atraviesan
dimensiones modernas, capitalistas, estatales, comunitarias, tradicionalistas y culturales que continúan
maquinizando flujos micropolíticos. Reconocer la complejidad estructural de este fenómeno no debe
minimizar los importantes procesos de resistencia y transformación que se están viviendo en Cherán.
Sin embargo el empuje crítico de mujeres jóvenes y niñas contiene en su interior potencialidades
emancipatorias que sin duda representan la transformación en las relacines de género. A pesar de las
claras maquinaciones y la permanencia de un evidente orden partriarcal, las fogatas, las asambleas, las
otras formas de colectivización que han estado demostrado las niñas y mujeres jóvenes denota un
proceso de transformación y repolitización de la subjetividad femenina, del espacio privado
anteriormente despolitizado por la colonialidad del poder y el capitalismo radical. Las mujeres, al salir
a reproducir sus roles de cuidado a los espacios de discusión y diálogo público, particularmente en las
fogatas, han ido reconquistando escenarios gracias a su consideración como sujeto rebelde desde el
Levantamiento. Esto tiene implicaciones que pueden impactar sobre la forma misma de hacer política
y su base sexo-genérica. Al repolitizar la esfera privada, se trastoca el binarismo basado en el
enclaustramiento doméstico al que han estado sometidas las mujeres. Estos cambios culturales, como
la normalización de la presencia femenina en las fogatas, avanza hacia una perturbación del patriarcado
moderno basado en el binarismo, y presenta destellos de una perturbación al patriarcado a partir de la
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dualidad, donde la complementariedad entre sexos es más evidente que el total binarismo que
masculiniza plenamente la esfera pública y despolitiza la vida privada. Al salir a discutir los problemas
de la cuadra, del barrio, de los vecinos, las mujeres repolitizan su privacidad, extienden sus cuidados
fuera de los muros del hogar y cuestionan la inflexibilidad de los roles sexuales como fenómenos fijos
e inmutables.

Esto es potente en el sentido en que la repolitización y el empoderamiento de las mujeres sucede desde
lo interno, no como imperativo externo en forma de mandato estatal, con un enfoque universalizador
moderno. Por el contrario, este impulso femenino por constituir parte fundamental de los procesos
políticos comunitarios proviene de disposiciones propias, de las disposiciones históricas purépechas del
diálogo entorno al fuego. Esto representa la posibilidad real de reencausar culturalmente las prácticas
políticas y sociales, impactando sobre el sistema sexo-género al tiempo que se construye una
“ciudadanía” étnica y comunitaria (Segato, 2003) distinta a la liberal universalizada.

Paralelamente, se debe reconocer también que las subjetividades infantiles y juveniles, fuertemente
influidas por la globaización y el contexto, representan mediaciones relevantes en los impulsos críticos
contra el patriarcado por parte de niñas y jóvenes. Las redes socio digitales como nuevas tecnologías
de información y comunicación, desarrollan un papel central en el intercambio de ideas y acceso a la
información, diálogo y comunicación con “el exterior”, posturas regionales, globales que reivindican
nuevos comportamientos no esreotipados como hegemónicos desde la cultura patriarcal. La posibilidad
de comunicar y dialogar de manera constante y fluida sobre los roles de género, la división sexual del
trabajo, las relaciones románticas como el noviazgo, el matrimonio, la familia, el aborto, la poligamia,
la política, entre muchos otros, como asuntos a problematizar, son experiencias generacionales que
permiten a las más jóvenes ampliar la interpretación y discusión sobre las violencias y el carácter
interseccional de estas sobre las mujeres.

Todo esto imprime tensiones, inflexiones, cambios en las relaciones sociales de género, que junto con
las dinámicas de las instancias de política comunal, pueden conjugarse para continuar transformando
relaciones de género en Cherán.

La transformación de la violencia en las relaciones de género depende en gran medida de una paulatina
des-sujeción de valores masculinIzados, sin la cual la crisis del poder masculino seguirá respondiendo
pág. 3806
profundizando violencias directas. Es por ello que la inmersión de la discusión sobre violencias
estructurales e interseccionales, masculinidades y criticismo patriarcal en todos los espacios políticos,
como la familia, los procesos educativos, los espacios públicos, es determinante para continuar
impulsando transformaciones en favor de la dualidad y en detrimento del binarismo patriarcal.

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