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INTRODUCCIÓN
En la era digital contemporánea, las redes sociales han transformado radicalmente la manera en que las
personas interactúan, consumen información y toman decisiones de compra (Vargas et al., 2023; Arratia,
). Según Riera et al. (2025), estas plataformas ya no se limitan a la comunicación interpersonal, sino que
se han convertido en canales fundamentales para el marketing, la educación y el comercio a nivel global.
De acuerdo a Forbes (2023), existen más de 4.800 millones de usuarios activos de redes sociales, lo cual
representa cerca del 60% de la población mundial. Este fenómeno no solo refleja una evolución
tecnológica, sino que también evidencia la emergencia de nuevas formas de comportamiento digital,
particularmente influenciado por variables demográficas como la edad y el contexto sociocultural
(Caviedes et al., 2024; Nisperuza y Aravena., 2024).
Dentro del contexto latinoamericano, y específicamente en Ecuador, la penetración de las redes sociales
alcanza niveles superiores al 70%, situándose como uno de los medios de mayor impacto en la vida
cotidiana de sus ciudadanos (INEC, 2022). Esta situación genera un escenario propicio para el análisis
del comportamiento de los usuarios en función de sus características generacionales (Chaluisa et al.,
2024; Riera et al., 2025). En este sentido, las diferencias observadas entre las cohortes Generación Z,
Millennials, Generación X y Baby Boomers en cuanto a plataformas preferidas y frecuencia de uso y
tipos de contenido consumido, plantean desafíos estratégicos relevantes para las empresas y
organizaciones que desean mantenerse competitivas en un entorno digital en constante cambio.
En efecto, estudios como los del Wang y Jing (2024) han determinado que las generaciones más jóvenes
se inclinan por plataformas visuales como TikTok e Instagram, mientras que las generaciones mayores
tienden a usar Facebook y WhatsApp, motivadas por la necesidad de conectividad social y comunicación
directa. En consecuencia, las decisiones de marketing digital requieren un mayor grado de precisión,
segmentación y personalización para resultar efectivas (Vargas et al., 2023). Sin embargo, en Ecuador,
muchas Pequeñas y Medianas Empresas (PYME) aún operan bajo criterios empíricos, sin el respaldo de
datos confiables que les permitan comprender las preferencias digitales de sus públicos objetivos, esta
falta de estrategias fundamentadas conlleva desperdicio de recursos, baja efectividad comunicacional y
en última instancia, pérdida de competitividad (Fiallos et al., 2024).