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La disciplina positiva en contextos vulnerables: una
revisión desde la perspectiva psicosocial y educativa
POSITIVE DISCIPLINE IN VULNERABLE CONTEXTS: A
REVIEW FROM THE PSYCHOSOCIAL AND EDUCATIONAL
PERSPECTIVE
Adriana Esmeralda del Cisne Montero Abad
Escuela de Educación Básica Carlos Montúfar
María Teresa Mantilla Arias
Escuela de Educación básica Clemente Vallejo Larrea
Nora Nydia Amelia Acosta Arias
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato – Quito
Alexandra Maribel Macías Palacios
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato – Quito
Inés del Carmen Tipán Andrade
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato – Quito
Mónica Patricia Gallegos Chicaiza
Escuela de Educación Básica "Eloy Proaño" – Cotacachi

pág. 7004
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17420
La disciplina positiva en contextos vulnerables: una revisión desde la
perspectiva psicosocial y educativa
Adriana Esmeralda del Cisne Montero Abad1
adrimontero1991@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-1379-0779
Escuela de Educación Básica Carlos Montúfar
María Teresa Mantilla Arias
te.rosa1102@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0007-6102-3643
Escuela de Educación básica Clemente Vallejo
Larrea
Nora Nydia Amelia Acosta Arias
acostaarias2013@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-8155-5209
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato
– Quito
Alexandra Maribel Macías Palacios
maciaspalaciosalexandra@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0005-8449-2448
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato
– Quito
Inés del Carmen Tipán Andrade
ine_tipanandrade@yahoo.com
https://orcid.org/0009-0005-2746-8513
Escuela de Educación Básica Juan Isaac Lovato
– Quito
Mónica Patricia Gallegos Chicaiza
monig1972@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0004-3120-2577
Escuela de Educación Básica "Eloy Proaño" -
Cotacachi
RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo analizar el enfoque de la disciplina positiva en contextos
vulnerables desde una perspectiva psicosocial y educativa, a partir de una revisión sistemática de la
literatura científica reciente. Se utilizó la metodología PRISMA para seleccionar y examinar 43 estudios
publicados entre 2013 y 2024 en bases de datos académicas relevantes. Los textos fueron analizados
según cuatro categorías: fundamentos teóricos, factores contextuales de implementación, impacto
psicosocial y educativo, y desafíos para su aplicación. Los resultados indican que la disciplina positiva
constituye un enfoque integral basado en la conexión emocional, el respeto mutuo y la autorregulación,
con beneficios comprobados en el desarrollo socioemocional de niños y adolescentes. No obstante, su
aplicación en contextos vulnerables enfrenta barreras estructurales, como la falta de recursos, la escasa
formación docente y la resistencia cultural al abandono de modelos punitivos. Se concluye que su
efectividad depende de la contextualización territorial, el acompañamiento institucional y políticas
educativas inclusivas y sostenidas. Este estudio aporta evidencia para fortalecer la implementación de
prácticas pedagógicas humanizantes, y sugiere caminos para transformar la disciplina escolar en un
proceso formativo, ético y respetuoso de los derechos de la infancia, especialmente en comunidades
afectadas por la exclusión social.
Palabras claves: disciplina positiva, contextos vulnerables, perspectiva psicosocial y educativa
1 Autor principal
Correspondencia: adrimontero1991@gmail.com

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Positive Discipline in Vulnerable Contexts: A Review from the Psychosocial
and Educational Perspective
ABSTRACT
The objective of this article is to analyze the approach of positive discipline in vulnerable contexts from
a psychosocial and educational perspective, based on a systematic review of recent scientific literature.
The PRISMA methodology was used to select and examine 43 studies published between 2013 and
2024 in relevant academic databases. The texts were analyzed according to four categories: theoretical
foundations, contextual factors of implementation, psychosocial and educational impact, and challenges
to its application. The results indicate that positive discipline constitutes a comprehensive approach
based on emotional connection, mutual respect, and self-regulation, with proven benefits for the
socioemotional development of children and adolescents. However, its application in vulnerable
contexts faces structural barriers such as a lack of resources, insufficient teacher training, and cultural
resistance to abandoning punitive models. The study concludes that its effectiveness depends on
territorial contextualization, institutional support, and inclusive and sustained educational policies. This
study provides evidence to strengthen the implementation of humanizing pedagogical practices and
suggests pathways for transforming school discipline into a formative, ethical process that respects
children's rights, particularly in communities affected by social exclusion.
Keywords: positive discipline, vulnerable contexts, psychosocial and educational perspective
Artículo recibido 15 marzo 2023
Aceptado para publicación: 15 abril 2023

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INTRODUCCIÓN
La disciplina positiva ha emergido en las últimas décadas como una respuesta innovadora y humanista
frente a los modelos tradicionales de gestión del comportamiento en contextos educativos. Este enfoque
se basa en el respeto mutuo, la empatía y la enseñanza de habilidades socioemocionales, promoviendo
un ambiente de aprendizaje seguro y motivador en las aulas. A diferencia de los métodos punitivos, la
disciplina positiva busca comprender las causas del comportamiento inapropiado y fomentar la
autorregulación en los estudiantes.
La implementación de la disciplina positiva en contextos vulnerables cobra especial relevancia, ya que
estos entornos suelen estar marcados por desafíos socioeconómicos, violencia y falta de recursos
educativos adecuados. En tales escenarios, los métodos disciplinarios tradicionales pueden exacerbar
las dificultades existentes, mientras que la disciplina positiva ofrece una alternativa que promueve la
resiliencia y el desarrollo integral de los estudiantes.
Diversos estudios han demostrado que la disciplina positiva contribuye significativamente a mejorar el
clima escolar, reducir las conductas disruptivas y fortalecer la autoestima de los alumnos. Al fomentar
la empatía, la comunicación asertiva y el establecimiento de normas claras y consensuadas, este enfoque
facilita un aprendizaje más significativo y relaciones más saludables entre docentes y estudiantes.
Además, la disciplina positiva se alinea con los principios de la educación socioemocional, respaldados
por organismos internacionales como la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud. Estos
principios destacan la importancia de desarrollar habilidades esenciales para la vida, como la empatía,
la resiliencia y la toma de decisiones responsables, aspectos fundamentales para el bienestar y éxito
académico de los estudiantes.
En términos de neurociencia, se ha evidenciado que los enfoques disciplinarios coercitivos activan el
sistema de respuesta al estrés en los niños, afectando negativamente su capacidad de aprendizaje y toma
de decisiones. Por el contrario, la disciplina positiva fomenta la activación del córtex prefrontal,
responsable de la autorregulación emocional y el pensamiento reflexivo, lo que favorece un desarrollo
cognitivo y emocional más saludable.
La implementación efectiva de la disciplina positiva requiere de una formación docente adecuada,
estrategias de refuerzo positivo y un cambio de paradigma en la forma en que las instituciones abordan

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la convivencia escolar. Es fundamental que los educadores estén capacitados para aplicar estas
estrategias de manera coherente y adaptada a las necesidades específicas de sus estudiantes,
especialmente en contextos vulnerables donde las experiencias adversas pueden influir
significativamente en el comportamiento y aprendizaje de los alumnos.
En conclusión, la disciplina positiva representa una estrategia educativa efectiva y humanista que, al
centrarse en el respeto mutuo y el desarrollo de habilidades socioemocionales, tiene el potencial de
transformar los entornos escolares, especialmente en contextos vulnerables. Su implementación no solo
mejora la convivencia y el clima escolar, sino que también contribuye al desarrollo integral de los
estudiantes, preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y responsabilidad.
Contexto y Relevancia del Estudio
La disciplina positiva representa un enfoque educativo centrado en el respeto mutuo, el entendimiento
de las emociones y la enseñanza de habilidades socioemocionales, como una alternativa a las prácticas
autoritarias o permisivas que han predominado históricamente en contextos escolares. Este modelo
propone herramientas concretas para desarrollar ambientes de aprendizaje seguros, democráticos y
emocionalmente saludables (Nelsen, 2006). En los últimos años, este enfoque ha cobrado creciente
relevancia ante la necesidad de replantear las formas tradicionales de disciplina en entornos educativos
caracterizados por la desigualdad y la exclusión.
En América Latina y otras regiones con marcadas brechas sociales, los contextos vulnerables enfrentan
múltiples factores de riesgo que afectan el rendimiento académico y la convivencia escolar, como la
violencia intrafamiliar, la pobreza estructural, la desnutrición o el trabajo infantil (UNESCO, 2021).
Estas condiciones hacen que niños, niñas y adolescentes lleguen a la escuela con altos niveles de estrés,
desregulación emocional y carencias afectivas, lo que puede traducirse en comportamientos desafiantes
o disruptivos en el aula (Restrepo & Quintero, 2019). En tales escenarios, las respuestas punitivas
pueden agravar el problema, aumentando el abandono escolar, la repetición de cursos y la exclusión
educativa.
La disciplina positiva, desde una perspectiva psicosocial, ofrece una alternativa respetuosa y efectiva
que promueve el sentido de pertenencia, el fortalecimiento del vínculo afectivo con los adultos
significativos, y el desarrollo de habilidades de autorregulación. Asimismo, desde la pedagogía crítica,

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este enfoque se alinea con principios de justicia social, ya que considera las necesidades contextuales
del estudiantado y desafía las lógicas de poder tradicionales presentes en las relaciones educativas
(Freire, 1970; Rodríguez & Rodríguez, 2022).
Por lo tanto, estudiar la disciplina positiva en contextos vulnerables no solo responde a una necesidad
práctica, sino también a una urgencia ética y política de transformar las formas en que educamos y
cuidamos a la infancia. Esta revisión busca aportar un análisis comprehensivo sobre la aplicabilidad de
este enfoque desde una perspectiva psicosocial y educativa, considerando sus desafíos, beneficios y
condiciones de posibilidad. A través de una revisión sistemática, se espera identificar hallazgos que
permitan orientar políticas públicas, programas de formación docente y estrategias pedagógicas que
promuevan una convivencia escolar más inclusiva y afectiva.
Fundamentación Teórica
La disciplina positiva se fundamenta en múltiples corrientes teóricas que confluyen en una visión
integral del desarrollo humano, especialmente en el ámbito educativo. Uno de sus pilares se encuentra
en la psicología individual de Alfred Adler (1930), quien planteó que el comportamiento de los niños
está orientado hacia una búsqueda de pertenencia y significación social. Desde esta perspectiva, los
comportamientos inadecuados pueden interpretarse como intentos de satisfacer necesidades
insatisfechas, más que como actos de rebeldía o desobediencia per se. Rudolf Dreikurs, discípulo de
Adler, adaptó estos principios al contexto escolar, proponiendo que la disciplina debe basarse en el
respeto y la colaboración entre adultos y estudiantes (Dreikurs & Soltz, 1964).
Jane Nelsen (2006), una de las principales exponentes contemporáneas del enfoque, desarrolló un
conjunto de herramientas prácticas basadas en la combinación de firmeza y amabilidad, que permiten a
los educadores guiar el comportamiento de los estudiantes sin recurrir al castigo. Según Nelsen, el error
debe verse como una oportunidad de aprendizaje, y no como una causa de sanción. A través del
establecimiento de límites claros, el fomento de la responsabilidad personal y la participación activa del
estudiante en la resolución de conflictos, la disciplina positiva promueve el desarrollo de competencias
socioemocionales esenciales como la empatía, la cooperación, el autocontrol y la resiliencia.
Desde una perspectiva neuropsicológica, investigaciones recientes han evidenciado que el castigo
constante activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, generando altos niveles de cortisol, lo que afecta el

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desarrollo de estructuras cerebrales implicadas en la memoria, la atención y la autorregulación (Siegel,
2012). Por el contrario, un entorno basado en relaciones de apego seguro, contención emocional y
diálogo, activa el sistema de recompensa del cerebro, potenciando la motivación intrínseca y el
aprendizaje significativo (Perry & Szalavitz, 2006). Esto es particularmente relevante en niños
expuestos a experiencias adversas tempranas, que requieren entornos educativos reparadores para poder
desarrollar su potencial.
En el ámbito educativo, la disciplina positiva se articula con propuestas como la educación emocional
(Bisquerra, 2011) y la pedagogía del cuidado (Noddings, 2005), que enfatizan la necesidad de cultivar
relaciones humanas basadas en la empatía, la confianza y la reciprocidad. Asimismo, encuentra afinidad
con la perspectiva sociocultural de Vygotsky (1978), que reconoce el aprendizaje como un proceso
mediado culturalmente, donde la interacción social es central.
En contextos vulnerables, donde prevalecen situaciones de exclusión social, discriminación o violencia
estructural, la disciplina positiva no solo mejora la convivencia, sino que también puede actuar como un
factor de protección psicosocial. Según diversos estudios, su implementación ha contribuido a disminuir
las tasas de violencia escolar, aumentar la asistencia y permanencia de los estudiantes, y mejorar los
vínculos entre familia y escuela (UNICEF, 2019; Rodríguez & González, 2020).
De este modo, la disciplina positiva no debe entenderse únicamente como una técnica para modificar
comportamientos, sino como una propuesta ética, relacional y política que contribuye a formar sujetos
críticos, empáticos y responsables. Su aplicación en contextos vulnerables exige, sin embargo, una
adaptación a las realidades locales, el fortalecimiento de capacidades docentes y un compromiso
institucional sostenido.
Problemática
A pesar de los múltiples beneficios que ofrece la disciplina positiva, su implementación en contextos
vulnerables enfrenta numerosos desafíos. En muchas escuelas, especialmente en zonas afectadas por la
pobreza, la violencia o la migración forzada, persisten prácticas disciplinarias punitivas como gritos,
castigos físicos, expulsiones o suspensiones, las cuales no solo resultan ineficaces, sino que perpetúan
ciclos de exclusión y maltrato (Save the Children, 2020). Estas prácticas, aunque cuestionadas por

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diversos marcos legales y pedagógicos, se mantienen vigentes debido a la falta de formación docente,
la presión por el control del grupo y una cultura institucional autoritaria.
Uno de los principales problemas radica en la escasa preparación de los docentes para abordar las
conductas disruptivas desde un enfoque comprensivo. En contextos vulnerables, los profesores
enfrentan aulas masificadas, alta rotación estudiantil y escasos recursos didácticos, lo cual genera estrés,
burnout y una sensación de desamparo profesional (López & Molina, 2021). En estas condiciones, es
comprensible que muchos recurran a métodos coercitivos como medida desesperada para mantener el
orden. A esto se suma que las políticas educativas muchas veces carecen de una visión integral del
bienestar estudiantil, enfocándose en resultados académicos sin atender los factores psicosociales que
influyen en el aprendizaje.
Otro aspecto crítico es la falta de acompañamiento institucional para la implementación de enfoques
alternativos. Las estrategias de disciplina positiva requieren tiempo, reflexión pedagógica, espacios de
diálogo con las familias y un liderazgo escolar comprometido. Sin embargo, en muchas comunidades,
las escuelas operan con equipos directivos desbordados y con una escasa articulación con redes de
protección social. Esta desconexión impide generar respuestas intersectoriales frente a problemáticas
complejas como el abuso, el abandono o la violencia doméstica, que afectan directamente el
comportamiento de los estudiantes.
Además, los estereotipos negativos hacia niños y adolescentes de sectores populares, indígenas o
migrantes también influyen en la aplicación de castigos más severos, reforzando patrones de
discriminación y exclusión (González & Palma, 2018). En este sentido, la disciplina punitiva no es
neutral: refleja y reproduce desigualdades estructurales que vulneran sistemáticamente los derechos de
ciertos grupos sociales.
Por último, se observa una escasa investigación sistemática sobre cómo aplicar la disciplina positiva en
contextos adversos, considerando las especificidades culturales, lingüísticas y comunitarias. La mayoría
de los programas existentes se han desarrollado en países del norte global, con escasa transferencia a
realidades latinoamericanas, africanas o asiáticas (UNICEF, 2022).
En este escenario, resulta urgente generar evidencia contextualizada que permita comprender las
tensiones, desafíos y potencialidades de la disciplina positiva en entornos vulnerables. Esta revisión se

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propone contribuir a ese campo, ofreciendo un análisis riguroso desde la perspectiva psicosocial y
educativa.
Objetivos y Preguntas de Investigación
Objetivo general:
Analizar la implementación y el impacto de la disciplina positiva en contextos educativos vulnerables
desde una perspectiva psicosocial y educativa, identificando los principales beneficios, desafíos y
condiciones necesarias para su aplicación efectiva.
Objetivos específicos:
1. Sistematizar los principales aportes teóricos y empíricos sobre disciplina positiva en contextos
educativos.
2. Identificar las barreras institucionales, culturales y pedagógicas que dificultan su
implementación en entornos vulnerables.
3. Reconocer las estrategias exitosas empleadas por docentes y escuelas para adaptar este enfoque
a realidades complejas.
4. Proponer recomendaciones para políticas educativas y programas de formación docente basados
en disciplina positiva.
Preguntas de investigación:
• ¿Cuáles son los fundamentos psicosociales y educativos de la disciplina positiva y cómo se
vinculan con el desarrollo integral de estudiantes en contextos vulnerables?
• ¿Qué factores contextuales facilitan o dificultan su implementación efectiva?
• ¿Qué evidencias existen sobre su impacto en la convivencia escolar y el bienestar estudiantil en
situaciones de alta vulnerabilidad?
• ¿Qué aprendizajes se pueden extraer para el diseño de políticas públicas y prácticas pedagógicas
más inclusivas?
METODOLOGÍA
Esta revisión se llevó a cabo bajo los lineamientos de la metodología PRISMA (Preferred Reporting
Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses), la cual permite garantizar transparencia, rigor

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metodológico y replicabilidad en estudios de revisión sistemática (Page et al., 2021). A continuación, se
describen detalladamente los pasos seguidos en el desarrollo de esta investigación.
Diseño del estudio
Se realizó una revisión sistemática de literatura con enfoque cualitativo, orientada a identificar y analizar
estudios científicos sobre la implementación y efectos de la disciplina positiva en contextos educativos
vulnerables desde una perspectiva psicosocial y educativa. La revisión incluyó artículos empíricos y
teóricos publicados entre 2013 y 2024.
Estrategia de búsqueda
La búsqueda de información se llevó a cabo en cuatro bases de datos académicas de alto impacto:
Scopus, Web of Science, SciELO y Google Scholar, entre los meses de febrero y marzo de 2025. Se
utilizaron combinaciones booleanas de palabras clave en español e inglés, tales como:
• “disciplina positiva” AND “contextos vulnerables”
• “positive discipline” AND “vulnerable contexts”
• “educación emocional” AND “intervenciones psicosociales”
• “positive behavior support” AND “educational equity”
Se incluyeron también sinónimos y términos relacionados con el enfoque psicosocial, vulnerabilidad
educativa, y prácticas disciplinarias alternativas. Además, se utilizó el operador booleano OR para
ampliar la cobertura de la búsqueda.
Criterios de inclusión y exclusión
Para la selección de estudios se establecieron los siguientes criterios:
Criterios de inclusión:
• Artículos revisados por pares publicados entre 2013 y 2024.
• Estudios en español o inglés.
• Investigaciones que aborden la disciplina positiva en contextos educativos, preferentemente en
situaciones de vulnerabilidad (económica, social, étnica o territorial).
• Estudios empíricos (cuantitativos, cualitativos o mixtos) y revisiones teóricas pertinentes al
enfoque.

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Criterios de exclusión:
• Trabajos duplicados o no accesibles en texto completo.
• Estudios centrados exclusivamente en contextos familiares sin relación con el ámbito escolar.
• Artículos de opinión o sin revisión por pares.
Proceso de selección de estudios
El proceso de selección se desarrolló en tres etapas:
1. Identificación: Se recolectaron 186 artículos iniciales mediante las búsquedas en las bases de
datos mencionadas.
2. Filtrado: Se eliminaron 34 artículos duplicados. Se procedió a la lectura de títulos y resúmenes
de los 152 restantes, excluyendo 82 por no cumplir con los criterios de inclusión.
3. Evaluación de elegibilidad: Se revisaron a texto completo 70 artículos. De estos, se descartaron
27 por no aportar evidencia empírica relevante o por no enfocarse específicamente en el contexto de
vulnerabilidad escolar.
Finalmente, se incluyeron 43 artículos para el análisis cualitativo.
Extracción y análisis de datos
Para la extracción sistemática de los datos se diseñó una matriz de análisis que consideró los siguientes
elementos clave de cada estudio:
• Autoría, año y país de publicación.
• Tipo de estudio (teórico, cuantitativo, cualitativo o mixto).
• Contexto del estudio (nivel educativo, características de la población, localización geográfica).
• Enfoque y definición de disciplina positiva utilizado.
• Resultados principales.
• Recomendaciones prácticas o teóricas.
Categorías de análisis
A partir de la revisión teórica inicial y la lectura exploratoria de los artículos, se establecieron cuatro
categorías de análisis, las cuales guiaron la codificación e interpretación cualitativa de los datos:

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1. Fundamentos teóricos de la disciplina positiva: Se analizaron los enfoques conceptuales
utilizados por los autores para definir la disciplina positiva, así como su vinculación con teorías
psicológicas, pedagógicas o neurocientíficas.
2. Factores contextuales de la implementación: Se identificaron las condiciones sociales,
culturales y educativas que facilitaron o dificultaron la aplicación de la disciplina positiva en contextos
vulnerables.
3. Impacto psicosocial y educativo: Se extrajeron evidencias empíricas relacionadas con el efecto
de estas estrategias en el bienestar emocional de los estudiantes, el clima escolar, la gestión del aula y el
rendimiento académico.
4. Desafíos y recomendaciones: Se sintetizaron las principales dificultades mencionadas por los
estudios revisados, así como las propuestas metodológicas y políticas para la mejora de su
implementación.
Consideraciones éticas
Dado que esta investigación se basa exclusivamente en la revisión de literatura previamente publicada,
no se involucraron sujetos humanos ni se requirió aprobación ética directa. Sin embargo, se respetaron
los principios de integridad científica y se aseguraron las buenas prácticas en la citación y uso de las
fuentes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados de esta revisión sistemática se presentan a continuación, organizados según las categorías
analíticas establecidas: (1) Fundamentos teóricos de la disciplina positiva, (2) Factores contextuales de
la implementación, (3) Impacto psicosocial y educativo, y (4) Desafíos y recomendaciones. Cada
sección integra hallazgos empíricos, aportes conceptuales y reflexiones críticas, permitiendo una
comprensión profunda de la disciplina positiva en contextos vulnerables.
1 Fundamentos teóricos de la disciplina positiva
Los estudios revisados coinciden en que la disciplina positiva se sustenta en una concepción humanista
del ser humano y de la educación, que privilegia la empatía, la corresponsabilidad y el respeto mutuo
entre adultos y estudiantes. La mayoría de los artículos hacen referencia directa al enfoque adleriano
desarrollado por Dreikurs (1964) y actualizado por Nelsen (2006), quien plantea que los niños se

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comportan de manera inapropiada cuando sienten que no pertenecen o no son valorados. Así, el
comportamiento se entiende como una forma de comunicación de necesidades emocionales no
satisfechas.
Desde el enfoque psicosocial, diversos autores destacan la relación entre el desarrollo emocional y el
contexto social en el que el niño crece. La disciplina positiva es vista como una estrategia que no sólo
interviene sobre el comportamiento, sino que contribuye a formar la identidad y la autoestima del
estudiante (Gómez & Rivas, 2021; Ramírez & Ortega, 2020). Este enfoque reconoce que los
aprendizajes no se dan en el vacío, sino mediados por condiciones estructurales como la pobreza, la
violencia o la marginalización cultural.
En el plano educativo, se encuentra una convergencia con teorías como la pedagogía crítica de Paulo
Freire (1970), donde la autoridad del docente se transforma en una relación dialógica que construye
conocimiento desde la experiencia del estudiante. Asimismo, la disciplina positiva se articula con la
educación emocional (Bisquerra, 2011) y la neuroeducación, en tanto se promueve la creación de
ambientes de aprendizaje seguros que favorezcan el desarrollo cerebral y el aprendizaje significativo
(Perry & Szalavitz, 2006; Siegel, 2012).
Una conclusión emergente de esta categoría es que la disciplina positiva no puede ser entendida como
una mera técnica conductual. Su implementación requiere un marco teórico sólido, con comprensión
profunda de la infancia, la diversidad cultural y la complejidad de los procesos educativos,
especialmente en entornos vulnerables.
2 Factores contextuales de la implementación
Los resultados muestran que los contextos de vulnerabilidad presentan características estructurales y
socioculturales que condicionan profundamente la forma en que se implementa la disciplina positiva.
Entre los factores contextuales más señalados se encuentran: la falta de formación docente específica,
la escasez de recursos escolares, las altas tasas de violencia intrafamiliar y comunitaria, y la sobrecarga
laboral de los equipos educativos (López & Molina, 2021; Martínez & Torres, 2019).
Varios estudios evidencian que las escuelas ubicadas en contextos vulnerables tienden a reproducir
estilos de disciplina más autoritarios, como respuesta al miedo, la desconfianza institucional o la
necesidad de mantener el control ante situaciones de crisis permanentes (Rodríguez & González, 2020).

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Esta dinámica responde, en muchos casos, a una cultura del castigo internalizada, donde se cree que el
respeto solo puede lograrse a través de la obediencia forzada.
Sin embargo, también se identificaron experiencias exitosas donde, a pesar de los desafíos, los docentes
lograron adaptar principios de disciplina positiva a las realidades locales, integrando prácticas como el
círculo de diálogo, los acuerdos de aula, el refuerzo positivo y la mediación de conflictos (UNICEF,
2019; Ruiz & Acosta, 2022). Estas experiencias coinciden en que el apoyo institucional y la articulación
con redes comunitarias fueron claves para sostener el enfoque.
La discusión de esta categoría sugiere que la disciplina positiva requiere una contextualización crítica.
No se trata de importar modelos estándar, sino de construir estrategias sensibles a la historia, la cultura
y las condiciones de cada comunidad educativa. El enfoque debe ser situado, intercultural y
participativo, considerando las voces de estudiantes, docentes y familias.
3 Impacto psicosocial y educativo
Los efectos de la disciplina positiva en contextos vulnerables son ampliamente documentados en la
literatura revisada, con evidencias consistentes sobre sus beneficios tanto a nivel individual como
institucional. En términos psicosociales, los estudios señalan una mejora significativa en la autoestima
de los estudiantes, una mayor capacidad de autorregulación emocional y una disminución de conductas
agresivas o de retraimiento (Restrepo & Quintero, 2019; García & Méndez, 2021).
En lo educativo, se destacan cambios positivos en el clima escolar, mayor compromiso con el
aprendizaje, reducción del ausentismo y aumento en la retención escolar. Los docentes también reportan
una mejora en sus habilidades para la gestión emocional y el manejo de aula, así como un fortalecimiento
de los vínculos afectivos con sus estudiantes (Moreno et al., 2022; González & Palma, 2018).
Algunos estudios cualitativos profundizan en las experiencias de los propios estudiantes, quienes
manifiestan sentirse escuchados, valorados y más motivados a participar cuando sus docentes utilizan
estrategias de disciplina positiva (Martínez & Torres, 2019). Este tipo de prácticas favorecen un sentido
de agencia, pertenencia y confianza en sí mismos, todos ellos factores protectores claves en entornos de
riesgo.
Desde una perspectiva crítica, sin embargo, se advierte que estos efectos solo pueden sostenerse en el
tiempo si las condiciones estructurales también cambian. La disciplina positiva no puede ser vista como

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una “solución mágica” si no se acompaña de políticas públicas integrales que aborden la desigualdad
social, el acceso equitativo a la educación y el bienestar integral de niños y niñas (UNESCO, 2021; Save
the Children, 2020)
4 Desafíos y recomendaciones
Uno de los desafíos recurrentes en la literatura es la resistencia cultural al cambio de paradigma
disciplinario. Docentes y familias, especialmente en contextos marcados por la violencia estructural,
muchas veces reproducen esquemas autoritarios como única forma conocida de mantener el orden
(González & Rodríguez, 2021). Esto evidencia la necesidad de un trabajo formativo no solo técnico,
sino también ideológico y ético, que promueva un cambio profundo en la forma de entender la autoridad,
el respeto y la niñez.
Otro desafío crítico es la fragilidad institucional. La disciplina positiva requiere continuidad,
acompañamiento y evaluación. Muchos proyectos fracasan porque dependen de iniciativas individuales
o fondos temporales, sin políticas sostenidas ni apoyo desde los ministerios de educación (Ramírez &
Ortega, 2020). Además, la falta de capacitación específica en regulación emocional, comunicación
empática y resolución de conflictos limita la aplicación efectiva del enfoque.
En cuanto a las recomendaciones, la literatura señala la necesidad de:
• Implementar programas de formación docente en habilidades socioemocionales y estrategias de
disciplina positiva desde la formación inicial y continua.
• Promover un enfoque intersectorial que articule educación, salud mental, protección social y
participación comunitaria.
• Adaptar los programas a las realidades locales, integrando la cultura, la lengua y las dinámicas
comunitarias.
• Evaluar los impactos a largo plazo mediante estudios longitudinales que analicen no solo el
comportamiento inmediato, sino también el desarrollo integral de los estudiantes.
En suma, esta categoría subraya que la disciplina positiva no es una receta, sino un proceso de
transformación educativa que exige tiempo, recursos, acompañamiento profesional y un compromiso
ético con la infancia.

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Tabla 1. Síntesis principales hallazgos:
Categoría Analítica Principales Hallazgos Autores Relevantes Observaciones
1. Fundamentos
teóricos de la
disciplina positiva
- Basada en la psicología
adleriana (Nelsen, 2006).
- Conexión con pedagogía
crítica (Freire, 1970) y
educación emocional
(Bisquerra, 2011).
- Comprensión del
comportamiento como
expresión emocional y
necesidad de pertenencia.
- Promueve relaciones
horizontales y afectivas.
Nelsen (2006);
Gómez & Rivas
(2021); Bisquerra
(2011); Freire (1970)
La disciplina positiva se
presenta como una
filosofía integral más que
una técnica de control
conductual.
2. Factores
contextuales de la
implementación
- Limitaciones estructurales en
escuelas de alta vulnerabilidad
(falta de recursos, violencia
externa, escasa formación
docente).
- Reproducción de modelos
autoritarios por necesidad de
control.
- Experiencias exitosas cuando
se articulan estrategias con
redes comunitarias.
- Contextualización cultural y
López & Molina
(2021); UNICEF
(2019); Rodríguez &
González (2020);
Ruiz & Acosta
(2022)
La disciplina positiva no
puede aplicarse de forma
homogénea: se requiere
adaptación contextual e
intercultural.

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Categoría Analítica Principales Hallazgos Autores Relevantes Observaciones
territorial clave para su
aplicación.
3. Impacto
psicosocial y
educativo
- Mejora de la autoestima,
empatía y autorregulación
emocional.
- Disminución de conductas
disruptivas y aumento del
compromiso escolar.
- Fortalecimiento del clima
escolar y vínculos afectivos.
- Docentes más capacitados
para la gestión emocional.
Restrepo & Quintero
(2019); Moreno et al.
(2022); García &
Méndez (2021);
González & Palma
(2018)
Los efectos positivos
dependen del
acompañamiento y
sostenibilidad de las
prácticas.
4. Desafíos y
recomendaciones
- Resistencia cultural al
enfoque no punitivo.
- Ausencia de políticas
sostenidas e
institucionalización de
programas.
- Necesidad de formación
docente integral (emocional,
pedagógica y ética).
- Requiere enfoque
intersectorial e inversión
pública.
Ramírez & Ortega
(2020); Save the
Children (2020);
González &
Rodríguez (2021)
La sostenibilidad del
enfoque depende de
políticas públicas,
formación continua y
acompañamiento
institucional.
Fuente: Elaboración propia

pág. 7020
CONCLUSIONES
La presente revisión sistemática de literatura, guiada por la metodología PRISMA, tuvo como propósito
analizar en profundidad el enfoque de la disciplina positiva en contextos vulnerables desde una mirada
psicosocial y educativa. A partir de la selección y análisis de 43 estudios empíricos y teóricos publicados
entre 2013 y 2024, fue posible identificar los fundamentos conceptuales de esta perspectiva disciplinaria,
los factores que condicionan su implementación, su impacto en el bienestar y rendimiento de los
estudiantes, así como los principales desafíos y recomendaciones para su aplicación efectiva.
Las conclusiones que emergen de este estudio permiten observar que la disciplina positiva constituye
una propuesta coherente con los principios de una educación humanista, inclusiva y transformadora. Sin
embargo, también se evidencian importantes tensiones y obstáculos que requieren una comprensión
crítica y situada del fenómeno, especialmente cuando se pretende intervenir en contextos marcados por
la pobreza, la violencia estructural y la exclusión social.
La disciplina positiva como enfoque integral de desarrollo humano
Una de las principales conclusiones de este trabajo es que la disciplina positiva no debe entenderse como
una técnica conductual aislada o como un método alternativo de control del aula. Por el contrario, los
estudios analizados coinciden en que se trata de un enfoque integral del desarrollo humano, con fuertes
raíces teóricas en la psicología individual de Alfred Adler, el modelo democrático de Rudolf Dreikurs y
los aportes de Jane Nelsen. A ello se suman influencias contemporáneas como la educación emocional
(Bisquerra, 2011), la neurociencia afectiva (Siegel, 2012) y la pedagogía crítica (Freire, 1970).
Desde esta perspectiva, el comportamiento de los niños no se interpreta como un problema que debe
suprimirse, sino como una expresión de necesidades psicosociales insatisfechas: necesidad de
pertenencia, de significancia, de conexión emocional y de reconocimiento. La disciplina positiva, por
tanto, no impone obediencia ciega, sino que construye autoridad desde la empatía, la escucha activa y
el acompañamiento afectivo. Su finalidad no es controlar, sino guiar y formar personas emocionalmente
sanas, autónomas y respetuosas de los demás.
Esta visión supone una ruptura con el paradigma disciplinario tradicional, basado en el castigo, la
coerción y el miedo, y se alinea con los postulados de los derechos de la infancia (UNICEF, 2019; Save
the Children, 2020). En este sentido, la disciplina positiva se presenta como un enfoque pedagógico

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profundamente ético, que reconoce a los niños como sujetos de derecho, capaces de participar, decidir
y aprender desde la dignidad.
La importancia de contextualizar el enfoque en entornos vulnerables
Otra conclusión clave es que la implementación de la disciplina positiva en contextos vulnerables no
puede realizarse de manera homogénea ni descontextualizada. La literatura revisada muestra que las
condiciones estructurales de muchas comunidades —como la pobreza, la violencia, la discriminación y
el abandono institucional— impactan directamente en la forma en que los docentes conciben y aplican
las estrategias disciplinarias.
En contextos vulnerables, los desafíos son múltiples: aulas superpobladas, escasez de recursos
pedagógicos, carencia de acompañamiento psicológico, alta rotación del personal, presencia de traumas
infantiles, entre otros. Ante este panorama, muchos docentes se ven forzados a recurrir a formas de
disciplina autoritaria como mecanismo de supervivencia institucional (Rodríguez & González, 2020).
No obstante, también se identificaron experiencias esperanzadoras en las que, a pesar de las limitaciones,
los docentes lograron implementar prácticas de disciplina positiva adaptadas a sus realidades locales,
valiéndose de la creatividad, el compromiso y la articulación con redes comunitarias (Ruiz & Acosta,
2022). Estas experiencias demuestran que no existe un modelo único, sino que la disciplina positiva
debe ser construida colectivamente, desde una pedagogía de la esperanza y la resistencia.
Por ello, la contextualización crítica del enfoque se vuelve indispensable. No se trata de transferir recetas
prefabricadas, sino de fomentar procesos de reflexión pedagógica situada, que reconozcan la cultura, los
saberes comunitarios y las particularidades de cada territorio. Este enfoque intercultural y participativo
es clave para evitar que la disciplina positiva se convierta en una moda pasajera o en un discurso vacío.
Efectos positivos en el desarrollo emocional y educativo de los estudiantes
Los estudios analizados en esta revisión aportan evidencia sólida sobre los beneficios de la disciplina
positiva en el ámbito psicosocial y educativo. Entre los principales efectos destacan: el fortalecimiento
de la autoestima, el aumento de la empatía y la regulación emocional, la disminución de conductas
disruptivas, y el mejoramiento del clima escolar.
Desde el punto de vista del aprendizaje, la implementación de este enfoque se asocia con una mayor
participación estudiantil, mejor convivencia escolar, mayor retención académica y reducción del

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ausentismo. También se observan cambios positivos en los docentes, quienes adquieren herramientas
más efectivas para manejar el aula, resolver conflictos de manera pacífica y generar vínculos afectivos
saludables con sus estudiantes (Moreno et al., 2022; González & Palma, 2018).
Estos resultados son consistentes con investigaciones en neurociencia y educación emocional, las cuales
muestran que el cerebro aprende mejor cuando se siente seguro, valorado y motivado emocionalmente
(Perry & Szalavitz, 2006; Siegel, 2012). En este sentido, la disciplina positiva contribuye no solo a
mejorar la conducta, sino también a crear las condiciones afectivas necesarias para un aprendizaje
profundo y significativo.
No obstante, varios autores advierten que estos efectos positivos sólo pueden sostenerse en el tiempo si
se acompaña con políticas educativas coherentes, inversión sostenida y formación docente continua. La
disciplina positiva no debe ser entendida como una intervención puntual, sino como una transformación
profunda del paradigma educativo.
Principales barreras para su implementación
A pesar de los beneficios reportados, la revisión también identifica diversas barreras que dificultan la
implementación efectiva de la disciplina positiva. Una de las más relevantes es la resistencia cultural al
cambio de paradigma. Muchos docentes y familias, socializados en modelos autoritarios, tienden a
percibir la disciplina positiva como una práctica "blanda", "ineficiente" o "idealista", lo cual limita su
aceptación y puesta en práctica (González & Rodríguez, 2021).
Otra barrera importante es la fragilidad institucional. En muchos países, los programas de disciplina
positiva no forman parte de las políticas educativas oficiales, sino que dependen de iniciativas
individuales, proyectos aislados o financiamiento externo. Esta falta de institucionalización genera
discontinuidad, falta de evaluación y escasa articulación con otros sectores clave como la salud mental,
la protección infantil y el trabajo comunitario (Ramírez & Ortega, 2020).
También se identifica una carencia de formación docente integral en habilidades socioemocionales,
comunicación asertiva y resolución pacífica de conflictos. Muchos educadores reconocen la importancia
del enfoque, pero no cuentan con herramientas prácticas ni acompañamiento profesional para aplicarlo
adecuadamente. Esto genera frustración y favorece el retorno a modelos punitivos tradicionales.

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Estas barreras ponen en evidencia la necesidad de una política pública coherente que promueva la
disciplina positiva como un derecho de todos los niños y niñas, y no como una opción dependiente de
la voluntad individual. Solo desde una perspectiva estructural e intersectorial será posible consolidar
este enfoque en el largo plazo.
Recomendaciones para la práctica y la política educativa
A partir de los hallazgos de esta revisión, se pueden formular algunas recomendaciones clave para
fortalecer la implementación de la disciplina positiva en contextos vulnerables:
1. Formación docente continua: Incluir la disciplina positiva en los programas de formación
inicial y en servicio, no solo desde lo teórico, sino a través de metodologías vivenciales y reflexivas que
permitan a los docentes reaprender su rol desde una ética del cuidado y la empatía.
2. Políticas públicas integrales: Incorporar este enfoque en los marcos curriculares nacionales y
planes de convivencia escolar, asegurando financiamiento sostenido, evaluación de impacto y
articulación con políticas de protección social, salud mental y participación comunitaria.
3. Acompañamiento institucional: Crear equipos de apoyo interdisciplinario en las escuelas
(psicólogos, trabajadores sociales, mediadores escolares) que puedan acompañar a los docentes en el
proceso de implementación, evitando el agotamiento y la desmotivación.
4. Adaptación cultural y contextual: Promover la participación activa de estudiantes, familias y
comunidades en el diseño e implementación de estrategias, respetando la identidad cultural, las lenguas
originarias y los saberes locales.
5. Investigación continua: Fomentar estudios longitudinales y evaluaciones rigurosas que
permitan seguir comprendiendo los efectos de este enfoque, especialmente en poblaciones con múltiples
formas de vulnerabilidad.
Reflexión final
En conclusión, la disciplina positiva representa una oportunidad valiosa para repensar las relaciones
escolares desde una lógica del respeto, la empatía y la justicia. En contextos vulnerables, su potencial
transformador es aún mayor, en tanto no solo busca modificar conductas, sino dignificar subjetividades
marcadas por la exclusión, el castigo y la indiferencia.

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Sin embargo, su aplicación no es sencilla ni automática. Requiere voluntad política, compromiso ético,
formación continua y una profunda transformación cultural. Implica abandonar viejas lógicas del control
y del temor, para dar paso a una educación centrada en el cuidado, la conexión emocional y el
reconocimiento mutuo.
La disciplina positiva no es una técnica. Es una postura frente a la vida. Una pedagogía de la esperanza
que, cuando se siembra en condiciones fértiles, tiene el poder de florecer incluso en los contextos más
adversos.
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