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en base a sus experiencias previas. El primer componente contempla la capacidad para descifrar el valor
fónico de los signos escritos, ya sea utilizando el sentido de la vista o el tacto en aquellos casos donde
los lectores fueran individuos con discapacidad visual. El segundo se refiere netamente al hecho de
hacerlo con velocidad, precisión y acentuación correcta, tal como lo exija el contenido el mensaje.
La fluidez lectora contempla la capacidad del lector para reconocer rápidamente las palabras de un texto,
agruparlas de tal manera que su decodificación tenga lugar de forma automática, propiciando una lectura
más rápida y precisa. En este sentido, una velocidad adecuada y un efectivo proceso de corrección,
facilita el procesamiento de la información y su respectiva comprensión, por ello, resulta fundamental
que el educando domine ambos componentes de manera acertada, por cuanto, son las bases nevarais
para acceder a un sin número de fuentes de conocimiento que infieren directamente en la consecución
de los objetivos académicos pretendidos en un periodo de tiempo determinado (Chavaría et al., 2025).
La pandemia propiciada por el Covid 19, trajo serias implicaciones en la formación educativa de los
niños/as de todo el mundo, por cuanto, se estima que aproximadamente 7 de cada 10 infantes con una
edad menor a los 10 años, no pueden leer de manera fluida y peor aún, su comprensión lectora es
sumamente deficiente. Esta realidad pone de manifiesto la existencia de serias dificultades que presentan
los escolares al momento de analizar, interpretar y comprender lo que leen dentro o fuera de sus salones
de clases, problemática que puede derivar en bajo rendimiento académico o dificultad para establecer
relaciones interpersonales (Grupo Banco Mundial [GBM] , 2022).
Estos datos concuerdan con los resultados del estudio internacional acerca del progreso en lectura
comprensiva, donde se pudo evidenciar que alrededor de 617 millones de estudiantes que pretende
ingresar a la educación superior, carecen de una lectura fluida y tienen serias deficiencias para
comprender el contenido de un texto. La mayor incidencia de esta problemática recae en los primeros
años de la formación académica del ser humano (PIRLS, 2021). Al respecto, según Arancibia y Leiva
(2022), se estima que 6 de cada 10 escolares de primaria, reflejan un proceso lector lento, sin
expresividad y precisión, lo que dificulta su comprensión.
En lo que concierne a la región de América Latina, la realidad no está alejada de lo antes expuesto, por
cuanto, aproximadamente el 63% de estudiantes que no han terminado su secundaria, reflejan serias
dificultades para leer de manera fluida y comprender el contenido del texto, siendo el resultado de la