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EFECTIVIDAD DE LA EJEMPLIFICACIÓN EN
EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO
CRÍTICO EN EDUCACIÓN
EFFECTIVENESS OF EXEMPLIFICATION IN THE
DEVELOPMENT OF CRITICAL THINKING IN EDUCATION
Nereida Rivera Villacis
Autor independiente
Ana Maria Perez De Lucca
Autor independiente
Julia Magaly Diaz Pereira
Autor independiente
Emiliana Marizol Campos Garcia
Autor independiente
Flora Ney Arévalo Galarza
Autor independiente
pág. 101
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17555
Efectividad de la ejemplificación en el desarrollo del pensamiento crítico en
educación
Lic. Nereida Rivera Villacis1
lianere@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-7450-9422
Autor independiente
Lic. Ana Maria Perez De Lucca
anaperezdelucca@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-6532-0222
Autor independiente
Lic. Julia Magaly Diaz Pereira
diaz1204@outlook.com
https://orcid.org/0009-0000-6264-7246
Autor independiente
MSc. Emiliana Marizol Campos Garcia
marizol71@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0007-4767-1337
Autor independiente
Lic. Flora Ney Arévalo Galarza
florney@hotmail.es
https://orcid.org/0009-0003-8659-6529
Autor independiente
RESUMEN
El estudio sobre la efectividad de la ejemplificación en el desarrollo del pensamiento crítico en
educación destaca que esta estrategia didáctica es fundamental para fomentar habilidades cognitivas
superiores en los estudiantes. A través del uso de ejemplos claros y contextualizados, los estudiantes
pueden conectar conceptos abstractos con situaciones cotidianas, lo que facilita la comprensión y la
aplicación del conocimiento. La encuesta realizada a 20 estudiantes de educación secundaria revela que,
aunque los ejemplos son generalmente valorados de manera positiva, su efectividad puede mejorarse en
términos de claridad y vinculación con los contenidos académicos. Un 60% de los estudiantes considera
que los ejemplos son interesantes, pero a veces confusos, mientras que un 70% resalta la importancia de
que los ejemplos estén relacionados con situaciones de la vida diaria. Los ejemplos también fomentan
la participación activa en clase, ya que el 50% de los encuestados afirma que les dan confianza para
opinar. Además, un 60% de los estudiantes indica que los ejemplos les hacen reflexionar sobre ideas
previas, lo que demuestra su potencial para estimular el pensamiento crítico y la autorreflexión. Por otro
lado, la falta de ejemplos en las clases afecta negativamente el interés y la comprensión de los
estudiantes, ya que el 65% menciona que se aburren cuando no se utilizan ejemplos. Las sugerencias de
los estudiantes, como permitirles dar ejemplos o incluir más ejemplos que generen debate, subrayan la
necesidad de fomentar una mayor participación en el proceso de aprendizaje. En conclusión, la
ejemplificación es una estrategia eficaz para promover el pensamiento crítico, pero su efectividad
depende de su adecuada implementación, claridad y relevancia en el contexto educativo, así como de la
integración activa de los estudiantes en el proceso de enseñanza.
Palabras clave: ejemplificación, pensamiento crítico, metodología didáctica, aprendizaje significativo,
educación secundaria
1
Autor principal
Correspondencia: lianere@hotmail.com
pág. 102
Effectiveness of exemplification in the development of critical thinking in
education
ABSTRACT
This study on the effectiveness of exemplification in the development of critical thinking in education
highlights that this teaching strategy is fundamental for fostering higher-order cognitive skills in
students. Through the use of clear and contextualized examples, students can connect abstract concepts
with everyday situations, facilitating the understanding and application of knowledge. The survey of 20
secondary school students reveals that, although examples are generally valued positively, their
effectiveness could be improved in terms of clarity and connection to academic content. Sixty percent
of students find examples interesting but sometimes confusing, while 70% emphasize the importance of
examples relating to everyday situations. Examples also encourage active participation in class, as 50%
of respondents state that they give them confidence to express opinions. Furthermore, 60% of students
indicate that examples make them reflect on previous ideas, demonstrating their potential to stimulate
critical thinking and self-reflection. On the other hand, the lack of examples in classes negatively affects
students' interest and understanding, as 65% mention that they get bored when examples are not used.
Students' suggestions, such as allowing them to provide examples or including more examples that
generate discussion, underscore the need to encourage greater participation in the learning process. In
conclusion, exemplification is an effective strategy for promoting critical thinking, but its effectiveness
depends on its proper implementation, clarity, and relevance in the educational context, as well as the
active involvement of students in the teaching process.
Keywords: exemplification, critical thinking, teaching methodology, meaningful learning, secondary
education
Artículo recibido 15 marzo 2025
Aceptado para publicación: 18 abril 2025
pág. 103
INTRODUCCIÓN
El pensamiento crítico es una de las competencias clave del siglo XXI, indispensable para la formación
integral de los estudiantes. Este tipo de pensamiento implica la capacidad de razonar con lógica,
cuestionar supuestos, evaluar argumentos y tomar decisiones fundamentadas. Según Pazos & Aguilar
(2024), pensar críticamente requiere habilidades como la interpretación, el análisis, la inferencia, la
explicación y la autorregulación, las cuales deben desarrollarse desde los primeros niveles educativos
para fomentar ciudadanos reflexivos, éticos y autónomos.
A pesar de su relevancia, el desarrollo del pensamiento crítico en contextos educativos sigue siendo un
reto persistente. Muchos sistemas escolares priorizan la memorización de contenidos por encima de la
comprensión profunda y la reflexión. En este sentido, es fundamental que los docentes adopten
metodologías activas que promuevan el cuestionamiento, la argumentación y la solución de problemas
reales. Entre estas metodologías destaca la ejemplificación, entendida como el uso intencional de casos,
analogías, situaciones o modelos concretos para ilustrar conceptos abstractos y favorecer la
comprensión.
La ejemplificación no solo cumple una función explicativa, sino también formativa, al estimular
procesos cognitivos superiores como la comparación, la deducción y la transferencia de conocimientos.
Macias et al., (2023) sostenía que aprender mediante ejemplos facilita la estructuración del conocimiento
y favorece su aplicabilidad en contextos diversos. De esta manera, los estudiantes no solo retienen
información, sino que desarrollan herramientas para pensar críticamente sobre ella y emplearla en la
resolución de situaciones complejas.
Diversos estudios han mostrado que los ejemplos bien diseñados ayudan a activar esquemas mentales
previos, promueven la discusión y favorecen la metacognición. Cuando los estudiantes analizan
ejemplos, no solo comprenden mejor el contenido, sino que también son capaces de identificar
contradicciones, emitir juicios y formular nuevas preguntas. Esto convierte a la ejemplificación en una
estrategia potencialmente poderosa para la enseñanza del pensamiento crítico, especialmente en la
educación secundaria, donde se consolida la capacidad de abstracción.
El presente estudio tiene como objetivo principal determinar la efectividad de la ejemplificación como
estrategia didáctica para promover el pensamiento crítico en estudiantes de educación secundaria. A
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través de un enfoque cuantitativo, se analizarán los cambios en las habilidades de pensamiento crítico
tras la implementación de secuencias didácticas centradas en el uso sistemático de ejemplos. Se espera
que los resultados contribuyan a fundamentar el diseño de prácticas pedagógicas más efectivas y
alineadas con los desafíos educativos contemporáneos.
MARCO TEÓRICO
La ejemplificación como estrategia didáctica
La ejemplificación como estrategia didáctica ha cobrado relevancia en los últimos años como una
herramienta efectiva para facilitar el aprendizaje y promover habilidades cognitivas superiores. Desde
el enfoque pedagógico, ejemplificar implica presentar casos concretos que ilustran principios, conceptos
o procedimientos, facilitando su comprensión y aplicación. Según Castellón (2023), el aprendizaje
significativo se logra cuando el estudiante puede relacionar la nueva información con conocimientos
previos, y los ejemplos bien seleccionados actúan como puentes que permiten establecer esas
conexiones cognitivas. Esta perspectiva sitúa a la ejemplificación como una herramienta que fortalece
el proceso de asimilación conceptual en el aula.
Los fundamentos teóricos de la ejemplificación se encuentran anclados principalmente en el
constructivismo, el cual considera que el conocimiento se construye activamente. En este marco, Beleño
(2024) sostiene que el aprendizaje ocurre cuando el sujeto interactúa con el objeto de conocimiento y
reorganiza su estructura mental. Los ejemplos facilitan este proceso al ofrecer representaciones tangibles
o simbólicas que permiten al estudiante experimentar cognitivamente con nuevas ideas. De igual modo,
el aprendizaje situado de Zamora & Fernández (2024) enfatiza el valor del contexto en el proceso
educativo, y los ejemplos contextualizados sirven para anclar los contenidos en situaciones reales o
simuladas que aumentan su relevancia y comprensión.
Dentro de la enseñanza, existen diversos tipos de ejemplos que pueden aplicarse según el objetivo
pedagógico. Entre ellos se encuentran los ejemplos positivos, que muestran la correcta aplicación de un
concepto; los ejemplos negativos, que ayudan a identificar errores comunes; y los ejemplos contrastivos,
que comparan dos situaciones para destacar sus diferencias. También se emplean ejemplos análogos,
que permiten comprender nuevos conceptos a través de comparaciones con experiencias conocidas.
Según Isusqui et al., (2023), el uso de una variedad de ejemplos potencia el aprendizaje al permitir una
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codificación múltiple de la información, lo cual incrementa la posibilidad de retención y transferencia a
nuevas situaciones.
El rol del docente en la ejemplificación es fundamental, ya que es quien selecciona, adapta y presenta
los ejemplos de manera que se alineen con los objetivos de aprendizaje y las características del grupo
estudiantil. La eficacia de esta estrategia depende en gran medida de la pertinencia, claridad y relevancia
de los ejemplos propuestos. Tal como afirman Cáceres et al., (2025), el docente debe ser un mediador
activo que proporcione ejemplos significativos y adaptados al contexto sociocultural del estudiante. Así,
el uso de ejemplos no debe ser mecánico, sino una práctica intencional y reflexiva que favorezca la
comprensión crítica.
Además, la ejemplificación contribuye a crear un ambiente de aprendizaje interactivo, ya que invita al
estudiante a analizar, cuestionar y extrapolar el conocimiento adquirido a otras situaciones. Por ejemplo,
en clases de ciencias, mostrar ejemplos de fenómenos naturales observables ayuda a vincular la teoría
con la práctica; en literatura, analizar pasajes específicos de obras literarias permite interpretar
estructuras y significados complejos. Esta interacción con los ejemplos propicia un aprendizaje activo,
tal como lo promueven enfoques como el aprendizaje basado en problemas (ABP) y la enseñanza para
la comprensión.
La ejemplificación no solo es una técnica didáctica útil, sino un recurso pedagógico poderoso para lograr
aprendizajes duraderos y desarrollar competencias cognitivas superiores como el pensamiento crítico.
Su aplicación eficaz requiere planificación, conocimiento disciplinar y sensibilidad pedagógica. A través
de ejemplos bien construidos y contextualizados, el docente puede estimular la reflexión, el análisis y
la transferencia del conocimiento, aspectos clave para una educación significativa y transformadora.
El pensamiento crítico en el contexto educativo
El pensamiento crítico es una de las competencias clave en la formación integral del estudiante,
especialmente en un mundo complejo y en constante transformación. En el ámbito educativo, se define
como la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de forma reflexiva y autónoma. En
palabras de Franco & Montoya (2021), el pensamiento crítico implica pensar con claridad, precisión,
profundidad y lógica, así como cuestionar las propias ideas y las de los demás. Esta habilidad permite a
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los estudiantes no solo reproducir conocimientos, sino comprenderlos, interrogarlos y aplicarlos en
contextos diversos.
Desde una perspectiva pedagógica, el pensamiento crítico está vinculado al desarrollo cognitivo de
orden superior. Según Eddy (2024), sobre pensamiento crítico, esta competencia se compone de
habilidades tales como interpretación, análisis, inferencia, explicación, evaluación y autorregulación.
Estas destrezas permiten al estudiante enfrentarse a problemas complejos, tomar decisiones informadas
y expresar argumentos bien fundamentados. Además, este modelo resalta la importancia de
disposiciones como la curiosidad, la apertura mental y la perseverancia intelectual.
El desarrollo del pensamiento crítico implica también el fortalecimiento de habilidades metacognitivas.
Gomez (2022), menciona que el sujeto debe ser consciente de sus propios procesos de pensamiento para
poder controlarlos y mejorarlos. En este sentido, enseñar a pensar críticamente no se reduce a enseñar
contenidos, sino a guiar al estudiante en la toma de conciencia de cómo piensa, qué estrategias usa y
cómo puede optimizar su razonamiento. La metacognición se convierte así en un eje transversal para
promover una actitud crítica y reflexiva.
En el siglo XXI, el pensamiento crítico ha adquirido un valor estratégico en los sistemas educativos,
dado el auge de las tecnologías, la sobreabundancia de información y los desafíos globales como el
cambio climático, la desinformación y la polarización ideológica. Según Lizarazo et al., (2023), esta
habilidad se encuentra entre las diez competencias más demandadas para el futuro del trabajo, junto con
la creatividad, la resolución de problemas complejos y la inteligencia emocional. En este contexto, la
educación debe responder a la necesidad de formar ciudadanos capaces de discernir, argumentar y actuar
con responsabilidad ética y social.
La importancia del pensamiento crítico en la escuela radica en su potencial para empoderar al estudiante
como sujeto activo de su aprendizaje y de la sociedad. En lugar de limitarse a repetir lo que se le enseña,
el alumno aprende a cuestionar, investigar y construir conocimiento propio. Pérez (2025), sostiene que
enseñar a pensar críticamente desde edades tempranas fomenta la autonomía intelectual, el respeto por
la diversidad de opiniones y el compromiso democrático. Esta visión humanista refuerza la necesidad
de integrar el pensamiento crítico en todas las áreas del currículo escolar.
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En ntesis, el pensamiento crítico es una competencia esencial para la vida personal, académica y
profesional de los estudiantes. Su enseñanza requiere metodologías activas, contextos significativos y
un enfoque reflexivo que trascienda la memorización de datos. Articular esta habilidad con estrategias
como la ejemplificación, el aprendizaje basado en problemas y el trabajo colaborativo puede transformar
la experiencia educativa en un proceso de formación integral, orientado al desarrollo del juicio, la
autonomía y la responsabilidad ciudadana.
Relación entre ejemplificación y pensamiento crítico
La relación entre ejemplificación y pensamiento crítico es esencial en el proceso de enseñanza-
aprendizaje, ya que los ejemplos actúan como puentes entre la teoría y la práctica, permitiendo a los
estudiantes comprender, analizar y aplicar conceptos de manera significativa. Los mecanismos
cognitivos involucrados en la ejemplificación activan procesos mentales como la analogía, la inferencia,
la abstracción y la transferencia, fundamentales para el razonamiento crítico. Según Pelcastre & Cáceres
(2025), los estudiantes aprenden mejor cuando pueden establecer relaciones estructurales entre un
ejemplo y un principio general, facilitando la comprensión profunda y no solo memorística del
contenido.
La ejemplificación permite activar esquemas mentales previos, facilitando la codificación y
recuperación de la información. Cuando se presentan ejemplos concretos, los alumnos logran visualizar
situaciones reales o hipotéticas donde aplicar sus conocimientos, lo que favorece la reflexión crítica y
la capacidad de emitir juicios fundamentados. Como señalan
En este sentido, el uso estratégico de ejemplos no se limita a ilustrar un concepto, sino que puede ser
diseñado para provocar la duda, generar debate o contrastar puntos de vista. Los ejemplos dilemáticos
o con carga ética, por ejemplo, estimulan la toma de decisiones fundamentadas, el análisis de
consecuencias y la argumentación crítica. Según Moreira, (2025), los estudiantes necesitan enfrentarse
a contextos problemáticos que desafíen sus creencias, para así activar procesos de pensamiento de orden
superior y desarrollar habilidades críticas de manera significativa.
Diversos estudios han demostrado el impacto positivo del uso de ejemplos en el desarrollo del
pensamiento crítico. Chavesta (2022) concluyó que los ejemplos bien contextualizados favorecen la
comprensión profunda, la transferencia de conocimiento y el razonamiento analítico, especialmente
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cuando se acompañan de una explicación que guíe el proceso de abstracción. Asimismo, la
ejemplificación fomenta el diálogo y la participación activa del estudiante, permitiendo que el aula se
convierta en un espacio de reflexión y construcción colectiva del conocimiento.
Cabe destacar que el impacto de los ejemplos depende del tipo, la calidad y la forma en que se presentan.
Los ejemplos relevantes, variados y progresivamente complejos permiten al estudiante desarrollar un
pensamiento más flexible y crítico. Por el contrario, ejemplos ambiguos o mal seleccionados pueden
inducir a errores conceptuales o reforzar aprendizajes superficiales. Por ello, el docente debe actuar
como mediador, seleccionando ejemplos que inviten al análisis, la comparación y el contraste
La ejemplificación constituye una herramienta poderosa para fomentar el pensamiento crítico en el aula,
ya que estimula procesos cognitivos complejos, genera reflexión y favorece la toma de decisiones
informadas. La articulación intencionada entre ejemplos y objetivos de aprendizaje crítico debe ser una
prioridad en el diseño curricular y didáctico, con el fin de formar estudiantes capaces de analizar el
mundo que los rodea, cuestionar la información que reciben y participar activamente en la sociedad.
Modelos pedagógicos que integran la ejemplificación
La ejemplificación es un recurso transversal que se adapta a diferentes modelos pedagógicos,
potenciando el aprendizaje significativo. Uno de los enfoques más afines al uso de ejemplos es el
constructivismo, que sostiene que el conocimiento se construye activamente a partir de las experiencias
previas del estudiante. Desde esta perspectiva, los ejemplos permiten conectar lo nuevo con lo conocido,
facilitando la reorganización cognitiva. Según González (2023), el aprendizaje ocurre cuando el sujeto
asimila y acomoda la información a sus estructuras mentales previas, proceso que se ve favorecido por
ejemplos contextualizados que promuevan desequilibrios cognitivos y la necesidad de reorganización.
En el enfoque constructivista de Vygotsky, los ejemplos también cumplen un papel esencial al situar al
alumno dentro de su zona de desarrollo próximo (ZDP), es decir, el espacio entre lo que el alumno puede
hacer por solo y lo que puede lograr con ayuda. La ejemplificación guiada permite que el docente
actúe como mediador, utilizando ejemplos para apoyar el aprendizaje en colaboración. Ordóñez (2024)
subraya la importancia del andamiaje, donde los ejemplos actúan como herramientas que gradualmente
se retiran a medida que el estudiante desarrolla autonomía cognitiva.
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Otro modelo altamente compatible con la ejemplificación es el Aprendizaje Basado en Problemas
(ABP), que coloca al estudiante en el centro de situaciones reales o simuladas donde debe resolver un
problema complejo. Los ejemplos en este enfoque no solo ilustran conocimientos, sino que funcionan
como casos que el estudiante debe analizar críticamente para generar soluciones. Ruiz et al., (2024),
argumenta que este enfoque desarrolla habilidades de pensamiento crítico, toma de decisiones y
transferencia de conocimientos, especialmente cuando los ejemplos son auténticos y desafiantes.
Dentro del ABP, los ejemplos pueden presentarse como estudios de caso, dilemas éticos, artículos de
prensa o narrativas simuladas. Estas formas de ejemplificación favorecen la identificación de variables,
la elaboración de hipótesis y la evaluación de alternativas, procesos que exigen el uso del pensamiento
crítico. El docente, en este modelo, debe seleccionar ejemplos que no tengan soluciones evidentes, de
manera que se fomente el análisis y el trabajo colaborativo. La construcción del conocimiento se produce
a través de la exploración de múltiples perspectivas y la integración de saberes previos.
El modelo de enseñanza por descubrimiento guiado, Kiraly & Hernández (2019), también hace uso
intensivo de la ejemplificación. En este enfoque, los estudiantes no reciben directamente los conceptos,
sino que los descubren a través de ejemplos, analogías, comparaciones o contrastes cuidadosamente
diseñados. Este método estimula la curiosidad, el razonamiento inductivo y la capacidad de formular
generalizaciones, promoviendo una comprensión más profunda y duradera. Los ejemplos aquí actúan
como pistas que guían el pensamiento del estudiante hacia la construcción del conocimiento.
En este contexto la ejemplificación se adapta de manera versátil a modelos como el constructivismo, el
aprendizaje basado en problemas y la enseñanza por descubrimiento guiado, sirviendo como
herramienta mediadora entre teoría y práctica. Su eficacia radica en la capacidad del docente para
seleccionar, secuenciar y contextualizar ejemplos que activen procesos cognitivos complejos. En todos
estos modelos, el estudiante deja de ser un receptor pasivo y se convierte en protagonista de su
aprendizaje, desarrollando competencias clave como la reflexión crítica, el análisis y la transferencia del
conocimiento a nuevas situaciones.
Aplicaciones prácticas en el aula
La ejemplificación en el aula no solo es un recurso teórico, sino una herramienta práctica y
transformadora del proceso de enseñanza-aprendizaje. Para que los ejemplos sean efectivos, es crucial
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que estén alineados con los objetivos de aprendizaje y que se adapten al nivel cognitivo del estudiante.
Como proponen Chamorro & Ortega (2019), un ejemplo debe ser claro, pertinente y progresivamente
complejo, permitiendo al alumno identificar patrones, inferir principios y generalizar aprendizajes. Una
estrategia útil consiste en comenzar con ejemplos simples y concretos, e ir avanzando hacia casos más
abstractos y desafiantes, lo que estimula la transferencia del conocimiento.
Otra estrategia clave para diseñar ejemplos efectivos es considerar el contexto sociocultural del
estudiante. Según Ramírez (2023), el aprendizaje significativo ocurre cuando la nueva información se
relaciona de manera sustancial con lo que el alumno ya sabe. Por ello, los ejemplos deben incluir
situaciones reales, problemas cotidianos o referencias culturales que resuenen con la experiencia del
estudiante. Esta contextualización favorece la atención, la comprensión y la retención de la información,
y prepara el terreno para el desarrollo del pensamiento crítico al exigir que el alumno compare, analice
y saque conclusiones.
La ejemplificación también se adapta a diversas áreas del conocimiento, desde las ciencias naturales
hasta las humanidades. En matemáticas, los ejemplos permiten aplicar fórmulas a contextos reales,
fomentando la resolución de problemas. En literatura, analizar personajes o conflictos mediante
ejemplos comparativos permite desarrollar habilidades interpretativas. En ciencias sociales, los estudios
de caso facilitan la comprensión de fenómenos históricos o sociales complejos. Tal diversidad muestra
que los ejemplos no son meros adornos explicativos, sino instrumentos pedagógicos que activan
procesos de análisis y reflexión en diferentes disciplinas.
En el área de las ciencias, por ejemplo, el uso de analogías y modelos explicativos ha demostrado
mejorar la comprensión de fenómenos abstractos. Riquelme (2022) afirma que los ejemplos
estructurados que comparan conceptos familiares con nuevos (como comparar el flujo de corriente
eléctrica con el flujo de agua) facilitan la transferencia conceptual. Del mismo modo, en educación
artística o ética, la ejemplificación puede tomar forma narrativa o visual, con casos que invitan al
estudiante a emitir juicios críticos y valorar diferentes perspectivas, lo que fortalece la argumentación y
la toma de decisiones.
Para evaluar el impacto de los ejemplos en el desarrollo del pensamiento crítico, se deben aplicar
instrumentos que midan habilidades como la argumentación, la inferencia, la evaluación de evidencia y
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la formulación de hipótesis. Guaita (2024) propone una serie de criterios para evaluar el pensamiento
crítico, que pueden adaptarse a través de rúbricas, diarios reflexivos o análisis de casos. La evaluación
debe centrarse no solo en el resultado, sino en los procesos de pensamiento que el estudiante pone en
juego al trabajar con los ejemplos.
La integración sistemática de ejemplos bien diseñados en la planificación docente puede convertirse en
un motor del pensamiento crítico, especialmente si se promueve la participación activa del estudiante.
Incluir momentos de discusión, análisis comparativo y retroalimentación fomenta la metacognición y la
autonomía intelectual. Así, la ejemplificación trasciende su función ilustrativa y se convierte en una
metodología clave para formar ciudadanos críticos, creativos y comprometidos con su realidad.
METODOLOGÍA
Este estudio se desarrolló bajo un enfoque cualitativo, con el objetivo de comprender en profundidad
las percepciones y experiencias de los estudiantes respecto al uso de la ejemplificación como estrategia
didáctica para fomentar el pensamiento crítico. La investigación se centró en el análisis interpretativo
de los datos obtenidos, considerando las opiniones, valoraciones y reflexiones de los participantes como
fuente principal de información. Este enfoque permitió explorar no solo los efectos observables, sino
también los significados construidos por los estudiantes en torno a su proceso de aprendizaje.
La muestra estuvo conformada por 20 estudiantes de educación secundaria de una institución educativa
urbana, seleccionados mediante un muestreo intencional. Se eligieron participantes que hubieran estado
expuestos a intervenciones pedagógicas centradas en la ejemplificación, lo cual garantizó la pertinencia
de las respuestas. La selección buscó mantener un equilibrio en términos de género y nivel académico,
a fin de enriquecer el análisis con diversas perspectivas.
La técnica principal de recolección de datos fue la encuesta con preguntas abiertas, diseñada para indagar
sobre la utilidad, comprensión y nivel de análisis generado por los ejemplos presentados en clase. Las
preguntas abordaron aspectos como la claridad de los ejemplos utilizados por el docente, su aplicabilidad
a la vida cotidiana, su impacto en la comprensión de conceptos abstractos y la manera en que motivaron
la reflexión crítica. Las respuestas fueron registradas de forma anónima para preservar la
confidencialidad de los participantes y fomentar respuestas honestas.
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Una vez recolectada la información, se realizó un análisis de contenido, categorizando las respuestas
según temas emergentes relacionados con la efectividad de la ejemplificación. Se empleó un proceso de
codificación inductiva para identificar patrones recurrentes en las narrativas estudiantiles. Este análisis
permitió evidenciar la relación entre el uso de ejemplos concretos y el desarrollo de habilidades como
la argumentación, la toma de decisiones fundamentadas y la evaluación crítica, proporcionando a una
base empírica para sustentar los hallazgos del estudio.
RESULTADOS
A partir del análisis de las respuestas a la pregunta "¿Cómo describirías los ejemplos que utiliza tu
docente durante las clases?", se observa que la mayoría de los estudiantes (60%, equivalente a 12 de los
20 encuestados) consideran que los ejemplos son "interesantes, pero a veces confusos". Este dato sugiere
que, aunque los ejemplos captan la atención y generan cierto nivel de motivación, en ocasiones carecen
de claridad o están poco contextualizados, lo cual puede dificultar su comprensión completa. Por otro
lado, un 35% (7 estudiantes) los perciben como "claros y fáciles de entender", lo que indica que existe
un grupo significativo que logra beneficiarse plenamente de esta estrategia didáctica. Solo una persona
(5%) considera que los ejemplos son "demasiado simples y poco útiles", y ningún estudiante reportó la
ausencia total de ejemplos en clase.
La interpretación de estos datos permite identificar un área de mejora en el uso de la ejemplificación
como recurso para fomentar el pensamiento crítico. Si bien la mayoría de los estudiantes valoran
positivamente el esfuerzo del docente por utilizar ejemplos, los resultados sugieren la necesidad de
revisar su diseño y aplicación, asegurando que estos sean más precisos, contextualizados y directamente
vinculados con los contenidos académicos. Una ejemplificación más clara y estructurada podría
fortalecer el proceso de comprensión y promover una participación más reflexiva por parte del
alumnado.
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El análisis de la pregunta "¿Qué tan útiles consideras los ejemplos para entender los temas que se
explican?" muestra una valoración altamente positiva por parte de los estudiantes. El 60% de los
encuestados (12 de 20) consideran que los ejemplos son muy útiles y les ayudan a comprender mejor
los temas tratados en clase, mientras que el 40% restante (8 estudiantes) opina que los ejemplos son
útiles, aunque no siempre. Es relevante destacar que ningún estudiante calificó los ejemplos como poco
útiles o inútiles, lo cual evidencia una aceptación generalizada de esta estrategia didáctica.
Esta información refuerza la idea de que la ejemplificación cumple una función clave en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya que permite acercar los contenidos teóricos a situaciones concretas que
favorecen la comprensión. No obstante, la existencia de un 40% que percibe limitaciones en su utilidad
sugiere que la efectividad de los ejemplos puede depender del contexto, la claridad o la relevancia con
respecto al tema abordado. Por ello, se recomienda seguir utilizando esta estrategia, pero con un enfoque
más ajustado a las necesidades y características del grupo, buscando una mayor coherencia entre el
ejemplo y el contenido conceptual que se desea fortalecer.
En relación con la pregunta "¿Puedes mencionar un ejemplo que te haya ayudado especialmente a
comprender un concepto difícil?", el 60% de los estudiantes (12 de 20) afirmaron que han recibido
ejemplos útiles, aunque no los recuerdan con exactitud, mientras que el 40% (8 estudiantes) sí recuerda
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con claridad un ejemplo específico que les ayudó significativamente en su comprensión. Es importante
resaltar que ningún encuestado manifestó no haber recibido nunca un ejemplo útil, lo que refuerza la
percepción positiva general hacia esta estrategia didáctica.
Estos resultados indican que la ejemplificación no solo facilita el entendimiento de conceptos complejos,
sino que también deja una huella cognitiva en la mayoría de los estudiantes, incluso si no pueden
recordar con precisión los contenidos. Esto sugiere que los ejemplos cumplen una función pedagógica
efectiva, pero también revela la oportunidad de mejorar la memorableidad y el impacto duradero de
estos ejemplos, mediante estrategias como la repetición, el uso de imágenes mentales, analogías
significativas o conexión con experiencias personales. Esto podría contribuir a que los estudiantes no
solo comprendan mejor, sino que también retengan y apliquen ese conocimiento a largo plazo.
Al analizar las respuestas a la pregunta "¿De qué manera los ejemplos usados en clase se relacionan con
situaciones de tu vida cotidiana?", se evidencia una valoración positiva respecto a la pertinencia
contextual de los ejemplos utilizados por el docente. El 60% de los estudiantes (12 de 20) considera que
los ejemplos se relacionan con su vida diaria "a veces, dependiendo del tema", mientras que el 40% (8
estudiantes) indica que logran identificar una conexión directa con su cotidianidad. Es importante
destacar que ningún participante percibe una desconexión total entre los ejemplos y su realidad.
Este panorama revela que los ejemplos empleados en el aula tienen un potencial significativo para
favorecer el aprendizaje significativo, al vincular los contenidos académicos con experiencias
personales y situaciones familiares para los estudiantes. Sin embargo, también se evidencia una
necesidad de fortalecer esa conexión en ciertos temas, asegurando que la ejemplificación no solo sea
comprensible, sino también relevante y contextualizada. Esto podría lograrse mediante una mayor
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diversidad de ejemplos, ajustados a distintos perfiles estudiantiles, para potenciar la identificación y el
interés, y así fomentar una comprensión más profunda y duradera del conocimiento.
Respecto a la pregunta "¿Alguna vez un ejemplo te hizo cuestionar o replantearte una idea que tenías
previamente?", los resultados reflejan una alta incidencia de impacto reflexivo provocado por los
ejemplos utilizados en clase. El 60% de los estudiantes (12 de 20) respondió que alguna vez un ejemplo
les hizo replantearse una idea previa, mientras que el 40% restante (8 estudiantes) afirmó que esto ha
sucedido muchas veces. Ninguno de los encuestados manifestó no estar seguro o no haber
experimentado este tipo de reflexión.
Estos datos revelan que la estrategia de ejemplificación no solo favorece la comprensión conceptual,
sino que también estimula el pensamiento crítico y la autorreflexión. La capacidad de un ejemplo para
desafiar creencias previas o provocar nuevas formas de pensar es una evidencia clara de su valor
pedagógico transformador. Esto sugiere que los ejemplos, además de ser una herramienta explicativa,
pueden convertirse en disparadores de diálogo interno, análisis personal y cambio de perspectiva, lo cual
refuerza la necesidad de seguir utilizándolos con intención crítica y formativa dentro del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
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En relación con la pregunta "¿Crees que los ejemplos te ayudan a pensar con más profundidad sobre los
temas? ¿Por qué?", los resultados muestran una clara apreciación del valor reflexivo de la
ejemplificación. El 65% de los estudiantes (13 de 20) opinó que los ejemplos les ayudan a profundizar
en los temas, pero solo si los ejemplos son buenos, mientras que el 35% (7 estudiantes) considera que
los ejemplos les permiten ver diferentes puntos de vista, lo cual amplía su comprensión. No hubo
respuestas que indicaran indiferencia o falta de utilidad.
Este resultado sugiere que los estudiantes reconocen el potencial de los ejemplos para desarrollar
pensamiento crítico, pero también enfatizan la importancia de la calidad y relevancia del ejemplo. Es
decir, para que esta estrategia sea verdaderamente efectiva, debe ser cuidadosamente diseñada y
contextualizada. Los ejemplos deben ser claros, desafiantes, representativos y vinculados a diversas
perspectivas para provocar reflexión y análisis. Por lo tanto, el docente tiene un papel clave en la
selección y formulación de ejemplos que no solo expliquen, sino que también estimulen la capacidad de
razonamiento profundo en los estudiantes.
Al analizar las respuestas a la pregunta "¿Has sentido que los ejemplos te motivan a participar más o a
compartir tus opiniones en clase?", se observa un impacto positivo directo en la participación estudiantil.
El 50% de los encuestados (10 de 20) indicó que los ejemplos les dan confianza para opinar, mientras
que el otro 50% señaló que esto depende del ejemplo. Ningún estudiante manifestó que los ejemplos no
influyen en su participación o que no participan incluso cuando se usan.
Estos datos sugieren que la ejemplificación no solo cumple una función explicativa, sino que también
actúa como estimulante de la expresión y el diálogo en el aula. El hecho de que los estudiantes se sientan
más seguros al opinar cuando se usan ejemplos demuestra que esta estrategia puede contribuir a generar
un clima de confianza y apertura, facilitando la construcción colectiva del conocimiento. Además, al
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depender la motivación en parte de la calidad del ejemplo, se refuerza la idea de que ejemplos bien
diseñados y cercanos a la realidad de los estudiantes no solo ayudan a comprender, sino también a
participar activamente en el proceso de aprendizaje.
En la pregunta "¿Qué características consideras importantes para que un ejemplo sea realmente útil en
clase?", la mayoría de los estudiantes, 70% (14 de 20), señaló que lo más importante es que el ejemplo
se relacione con cosas actuales o cotidianas. El 30% restante (6 estudiantes) indicó que lo fundamental
es que el ejemplo sea claro y bien explicado. No se registraron respuestas en las opciones que sugerían
que un buen ejemplo debe invitar a debatir o combinar todas las características.
Este resultado resalta que la conexión con la vida real y la cotidianidad es el aspecto más valorado por
los estudiantes para que un ejemplo sea significativo. Cuando los ejemplos se vinculan con situaciones
concretas y actuales, facilitan la comprensión, despiertan interés y hacen que el conocimiento se perciba
como útil y aplicable. Al mismo tiempo, la claridad en la explicación sigue siendo un elemento esencial,
lo que sugiere que un ejemplo bien estructurado y contextualizado tiene el mayor potencial didáctico.
Por tanto, los docentes deben procurar que sus ejemplos no solo sean comprensibles, sino también
relevantes y cercanos al entorno del estudiante.
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En la pregunta "¿Cómo te sientes cuando el docente no utiliza ejemplos en sus explicaciones?", la
mayoría de los estudiantes, 65% (13 de 20), indicó que se aburren fácilmente cuando no se usan
ejemplos. El 30% restante (6 estudiantes) señaló que les cuesta más entender sin ejemplos, y solo un
estudiante mencionó que no nota mucha diferencia. Ninguno de los encuestados prefirió explicaciones
sin ejemplos.
Estos resultados indican que la ausencia de ejemplos afecta negativamente el interés y la comprensión
de los estudiantes. El hecho de que muchos se aburran cuando no se presentan ejemplos demuestra que
esta estrategia didáctica es clave para mantener la atención y facilitar la comprensión. La falta de
ejemplos parece hacer que los estudiantes se sientan desconectados del contenido, sugiriendo que los
docentes deben integrar ejemplos de manera regular para asegurar una enseñanza más dinámica,
interactiva y efectiva.
En la pregunta "¿Qué sugerencias darías para mejorar el uso de ejemplos en las clases y fomentar el
pensamiento crítico?", las respuestas de los estudiantes mostraron una variedad de enfoques para
mejorar la ejemplificación en el aula. La mayoría, 50% (10 de 20), sugirió permitir que los estudiantes
también den ejemplos, lo cual implica que los estudiantes desean participar activamente en la
construcción de ejemplos. Un 35% (7 de 20) opinó que sería útil incluir ejemplos que generen debate o
preguntas, mientras que el 10% restante (2 de 20) propuso usar ejemplos de la vida real o de temas
actuales y explicar los ejemplos con más detalle.
Estos resultados reflejan que los estudiantes no solo buscan ejemplos que sean relevantes y cercanos a
su realidad, sino que también desean ser parte activa del proceso, lo que podría incrementar su
compromiso y desarrollo del pensamiento crítico. Permitir que los estudiantes propongan ejemplos
fomenta una mayor autonomía y reflexión, mientras que los ejemplos que invitan al debate y a la
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formulación de preguntas no solo enriquecen el contenido, sino que también desafían las ideas
preexistentes y estimulan el pensamiento profundo. Estos enfoques sugieren que la interacción y la
conexión con temas significativos son claves para que los ejemplos sean más efectivos en el aula.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Los resultados obtenidos a partir de las respuestas de los estudiantes indican que la ejemplificación juega
un papel clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje, siendo considerada útil por la mayoría de los
encuestados. Sin embargo, también se señala que la efectividad de los ejemplos depende en gran medida
de su claridad y contextualización. Aunque un 60% de los estudiantes valoran los ejemplos como
"interesantes pero a veces confusos", esto sugiere que los ejemplos podrían ser más efectivos si se
presentaran de manera más clara y mejor vinculados a los contenidos académicos. La necesidad de
revisar y mejorar la aplicación de los ejemplos se hace evidente, ya que una mayor precisión y contexto
facilitaría una mejor comprensión de los temas tratados, favoreciendo un aprendizaje más profundo.
Por otro lado, los resultados destacan que los ejemplos tienen un impacto positivo en la motivación y
participación de los estudiantes. Un 50% de los encuestados manifestó que los ejemplos les dan
confianza para opinar en clase, lo que refleja cómo esta estrategia didáctica puede generar un ambiente
más interactivo y colaborativo. Además, la relación entre los ejemplos y situaciones cotidianas es
altamente valorada, con un 70% de los estudiantes considerando que los ejemplos deben estar vinculados
a temas actuales o de su vida diaria. Esto subraya la importancia de conectar el contenido académico
con la realidad de los estudiantes para mejorar el interés y la aplicabilidad de los conceptos enseñados.
El análisis también revela que los ejemplos pueden tener un efecto reflexivo significativo, ya que el 60%
de los estudiantes indicó que un ejemplo les hizo replantearse una idea previa. Este dato refleja el
potencial de los ejemplos para fomentar el pensamiento crítico y la autorreflexión. A través de ejemplos
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bien diseñados, los docentes pueden estimular a los estudiantes a cuestionar sus creencias y a explorar
nuevas perspectivas, lo que es crucial para desarrollar habilidades de análisis y razonamiento profundo.
Sin embargo, para que esto ocurra, es fundamental que los ejemplos sean no solo relevantes y claros,
sino también desafiantes y capaces de generar debate.
Finalmente, los resultados sugieren que la falta de ejemplos afecta negativamente el interés y la
comprensión de los estudiantes. Un 65% de los encuestados afirmó que se aburren fácilmente cuando
no se utilizan ejemplos en clase, lo que subraya la necesidad de integrar esta estrategia de manera
constante en las explicaciones. La ausencia de ejemplos puede hacer que los estudiantes se desconecten
del contenido y pierdan el interés, lo que resalta la importancia de utilizar ejemplos de forma regular
para mantener un aprendizaje activo y dinámico. Además, las sugerencias de los estudiantes, como
permitirles dar ejemplos o incluir más ejemplos que generen debate, muestran un deseo de mayor
participación y colaboración en el proceso de aprendizaje, lo que también puede contribuir a mejorar el
impacto pedagógico de los ejemplos.
CONCLUSIÓN
Este estudio ha demostrado que la ejemplificación es una estrategia didáctica clave en el desarrollo del
pensamiento crítico en los estudiantes de educación secundaria. Los resultados evidencian que los
ejemplos bien seleccionados, claros y contextualizados, no solo mejoran la comprensión de conceptos
abstractos, sino que también favorecen la participación activa, la reflexión crítica y la toma de decisiones
fundamentadas. La mayoría de los estudiantes expresaron que los ejemplos les brindan confianza para
opinar en clase, lo que sugiere que esta estrategia promueve un ambiente de aprendizaje más interactivo
y colaborativo.
Sin embargo, la efectividad de la ejemplificación depende en gran medida de su claridad y relevancia
en relación con los contenidos académicos. Los resultados indican que un porcentaje significativo de
los estudiantes considera que los ejemplos a veces son confusos, lo que señala la necesidad de una mayor
precisión en la presentación y contextualización de los mismos. Esto sugiere que los docentes deben ser
conscientes de la diversidad de percepciones de los estudiantes y ajustar los ejemplos de manera que
sean comprensibles y significativos para todos.
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Por otro lado, la relación de los ejemplos con situaciones cotidianas fue ampliamente valorada por los
estudiantes, quienes destacaron la importancia de conectar los conceptos académicos con su realidad
diaria. Este hallazgo resalta la necesidad de que los ejemplos sean relevantes y cercanos al contexto de
los estudiantes, lo que aumenta la aplicabilidad de los aprendizajes. La vinculación de los ejemplos con
temas actuales y de interés personal no solo mejora la motivación, sino que también favorece la
comprensión profunda y el pensamiento crítico.
Los resultados sugieren que la falta de ejemplos en el proceso educativo puede generar desinterés y
desconexión de los estudiantes. La ausencia de ejemplos en clase fue percibida negativamente por un
porcentaje considerable de los encuestados, lo que subraya la importancia de incorporar esta estrategia
de manera constante en las prácticas pedagógicas. En conclusión, la ejemplificación es una herramienta
poderosa que, cuando se utiliza de manera adecuada, puede enriquecer significativamente el proceso de
enseñanza-aprendizaje y fortalecer el desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes.
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