IMPLEMENTACIÓN DE LAS EMOCIONES E
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ENSEÑANZA
Y APRENDIZAJE DE LAS CIENCIAS

IMPLEMENTATION OF EMOTIONS AND EMOTIONAL

INTELLIGENCE IN THE TEACHING AND LEARNING OF

SCIENCE
ABSTRACT
Argemiro Manuel Acosta Ramírez

Universidad UMECIT Panamá

Amir Antonio Arrieta Ramos

Universidad UMECIT Panamá

Greidys María Cardozo Fuentes

Universidad UMECIT Panamá

Margareth Gicela Cardozo Fuentes

Universidad UMECIT Panamá

Fernando Fabio Fernández Canoles

Universidad UMECIT Panamá

Edgar Alfonso Rosso Mejía

Universidad UMECIT - Panamá
pág. 8679
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17598
Implementación de las emociones e inteligencia emocional en la enseñanza y
aprendizaje de las ciencias

Argemiro Manuel Acosta Ramírez
1
acostaargemiro.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0001-3965-1359

Universidad UMECIT

Panamá

Amir Antonio Arrieta Ramos

arrietaramos.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0002-0382-5254

Universidad UMECIT

Panamá

Greidys María Cardozo Fuentes

cardozogreidys.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0001-7417-1000

Universidad UMECIT

Panamá

Margareth Gicela Cardozo Fuentes

cardozomargareth.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0007-5224-1614

Universidad UMECIT

Panamá

Fernando Fabio Fernández Canoles

Fernandezfernando.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0002-5429-0472

Universidad UMECIT

Panamá

Edgar Alfonso Rosso Mejía

rossoedgar.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0009-0001-5458-1918

Universidad UMECIT

Panamá

RESUMEN

Las relaciones interpersonales son inherentes a la humanidad y esto trae consigo emociones básicas,
negativas y positivas, como: felicidad, tristeza, ira, miedo, sorpresa, disgusto, y los valores en sí, que
pueden influir en los procesos de aprendizajes, salud mental y física del ser humano. De modo que las
emociones determinan el estado de ánimo de la persona, generando reacciones desfavorables que
conllevan al fracaso en el rendimiento escolar; o reacciones benéficas que abren las puertas al desarrollo
del conocimiento y el fortalecimiento intelectual. Así pues, surge la necesidad de activar la educación
emocional a través de políticas, proyectos y programas en las instituciones de formación académica, con
el objetivo de fortalecer la inteligencia emocional, la cual consiste en el crecimiento, desarrollo
intelectual y la regulación de las emociones de las comunidades educativas. Para la presente
investigación, se consultaron estudios sobre las emociones, el reconocimiento de las emociones y la
inteligencia emocional en el ámbito educativo, mediante la metodología PRISMA; las consultas y
obtención de los documentos, fueron hechas en las bases de datos de Google Académico; para luego
realizar el proceso de identificación y depuración de artículos en cuatro etapas: Identificación, Selección,
Elegibilidad e Inclusión, donde se pudo realizar un proceso de optimización de la información requerida.
Por otra parte, se concluye que las emociones influyen de forma positiva y negativa en el desempeño
académico y disciplinario de los educandos; de ahí la importancia de fomentar la educación emocional
mediante disciplinas que contribuyan a la salud mental y emocional de las comunidades educativas.
Asimismo, el desarrollo de la inteligencia emocional, como pilar del manejo de las emociones propias
y de los demás, hacia el bienestar y desarrollo integral.

Palabras clave:
emociones, inteligencia emocional, competencias, suficiente, educación
1
Autor principal
Correspondencia:
acostaargemiro.est@umecit.edu.pa
pág. 8680
Implementation of emotions and emotional intelligence in the teaching and

learning of science
abstract
ABSTRACT

Interpersonal relationships are inherent to humanity and this brings with it basic, negative and positive

emotions, such as: happiness, sadness, anger, fear, surprise, disgust, and the values themselves, which

can influence learning processes, mental healt
h and student physics. Thus, emotions determine the state
of mind of the person, generating unfavorable reactions that lead to failure in school performance; or

beneficial reactions that open the doors to the development of knowledge and intellectual stren
gthening.
Thus, the need arises to activate emotional education through policies, projects and programs in

academic training institutions, with the aim of strengthening emotional intelligence, which consists of

growth, intellectual development and the regu
lation of emotions. of educational communities. For the
present investigation, studies on emotions, emotion recognition and emotional intelligence in education

were consulted, using the PRISMA methodology; the consultations and obtaining of the documents w
ere
made in the Google Scholar databases; to then carry out the process of identification and filtering of

articles in four stages: Identification, Selection, Eligibility and Inclusion, where a process of

optimization of the required information could be c
arried out. On the other hand, it is concluded that
emotions positively and negatively influence the academic and disciplinary performance of students;

hence the importance of promoting emotional education through disciplines that contribute to the mental

and emotional health of educational communities. Likewise, the development of emotional intelligence,

as a pillar of managing one's own emotions and those of others, towards well
-being and integral
development.

Keywords
: emotions, emotional intelligence, skills, sufficient, education
Artículo recibido 10 marzo 2025

Aceptado para publicación: 15 abril 2025
pág. 8681
INTRODUCCIÓN

Al realizar una revisión bibliográfica sobre temáticas relacionadas con las emociones e inteligencia
emocional en el ámbito educativo, se ha identificado que la falta de implementación y apropiación de
estas dimensiones en los contextos escolares, se ha convertido en una problemática que pone en riesgo
la salud mental, la convivencia y la aprehensión de los conocimientos científicos que se abordan en las
aulas de clases de las Instituciones Educativas. Debido a que, todo sujeto debe tener una estabilidad
emocional y autorregulación de las mismas para actuar frente cualquier situación de la vida cotidiana ya
sea de carácter familiar, personal, laboral o académica. Por tanto, si estas se desarrollan en el ser humano,
se mitiga o se abordaría gran parte de los problemas de salud mental que enfrenta la sociedad en la
actualidad.

Cabe resaltar que los factores que afectan negativamente el estado de ánimo de los niños y niñas en
proceso de formación por la falta de desarrollo de propuestas investigativas que se relacionen con las
emociones e inteligencia emocional, se han convertido en una problemática generalizada, dado que, se
hacen evidentes en el contexto global, obviamente en la región latinoamericana y en el territorio nacional
y regional. Uno de los factores con impacto desfavorables a nivel mundial y que hacen desequilibrar las
emociones de los estudiantes, es el uso excesivo de los videojuegos. Dado que, “la alta exposición de
los adolescentes a los videojuegos se ha relacionado con una variedad de trastornos, pero se desconoce
la relación entre el uso problemático de videojuegos y el bienestar emocional” (Gonzálvez et al., 2017,
p. 180).

Por consiguiente, el uso de las herramientas tecnológicas de la información como tablet, computadores
y celulares, son útiles para generar aprendizaje y tener vida social, pero su uso sistemático y excesivo
deshumaniza a los adolescentes debido a que los absorben con gran facilidad, pues, los dispositivos
móviles resultan ser atractivos y de gran interés para ellos. Por tanto, en la actualidad, estas herramientas
los mantienen aislados de la familia, amigos y compañeros, lo que conlleva a los sujetos a la perdida de
algunos valores humanos como la tolerancia, la solidaridad y la empatía hacia los demás. Tal como se
describe, el conflicto escolar, el aislamiento de los estudiantes, la baja autoestima y la poca tolerancia
al fracaso son algunos de los problemas desarrollados por las comunidades educativas después de la
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pandemia en muchas escuelas, debido a que, el distanciamiento del que habían sufrido los estudiantes
los condujeron a la disminución del autocontrol de los estados emocionales (Quero et al., 2021).

Esta problemática que se ha venido describiendo en los párrafos anteriores, ha despertado el interés de
algunos investigadores para tratar de contrarrestarla, debido a que, “las emociones facilitan la formación
de juicios y el análisis de los problemas tanto personales como grupales desde diferentes perspectivas”
(Fernández y Rosario, 2019, p. 36). Es por ello, que en algunos escenarios del planeta se realizan
“programas de implementaciones con la finalidad de mejorar la inteligencia emocional en estudiantes,
debido a que actualmente existe una situación alarmante ocasionada por la gran cantidad de alumnos
que poseen problemas de estrés, ansiedad y depresión” (Puertas et al., 2020, p. 89).

Ahora bien, así como se aprecia en el contexto global la problemática generada en los estudiantes por
mal manejo de las emociones e inteligencia emocional, igualmente la región latinoamericana no es ajena
a este tipo de situaciones en los educandos en proceso de formación, dado que, algunos estudios
realizados en países de este contexto, como los de Belfer; De la Barra et al., (como se citó en Leiva et
al., 2019) muestran que “aproximadamente un 20% de los niños en edad escolar presentan problemas
emocionales y de conducta, son pocos quienes reciben la atención profesional que necesitan” (p. 96). Es
por ello, que se considera necesario que en todas las instituciones educativas se deben realizar con un
personal idóneo estudios de esta naturaleza, para que contribuyan a la disminución de las dificultades
que presentan los jóvenes mientras se forman.

Igualmente, las mujeres en comparación con los hombres son más susceptibles a sufrir complicaciones
emocionales y de conducta. Dado que, ellas con facilidad padecen de “depresión, problemas somáticos
y lesiones autoinfligidas” (Betancourt y Andrade, 2011, p. 37). Pese a que los hombres también están
expuestos a estas dificultades, el grado de afectación es menor en ellos. Razón por la cual, la ayuda
profesional que se le brinde a la población estudiantil con la finalidad de mitigar un poco las anomalías
identificadas, debe centrarse más en las niñas, aunque dicha ayuda, como ya se había mencionado, es
escasa en la región Latina.

Una de las mejores estrategias que se deberían implementar en los establecimientos educativos que
tengan el personal competente en el manejo de las emociones e inteligencia emocional es capacitar a los
padres, madres o cuidadores de los menores para que adquieran las bases para tratar estos asuntos desde
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los hogares. Puesto que, de acuerdo con Gottman (como se citó en Zela Bravo, 2022) “la crianza de los
padres contribuye en el entendimiento y reconocimiento de sus emociones, en el desarrollo del sentido
de control y optimismo; y en la regulación de su estado de ánimo” (p. 41). Caso adverso ocurre cuando
los menores aprecian comportamientos inadecuados en sus padres, dado que, según Jadue (como se citó
en Zela Bravo, 2022) “los conflictos familiares promueven el descontrol emocional y problemas de
conducta en los hijos” (p. 41).

Es por ello, que se supone que algunos estudiantes llevan a la escuela ese mal ejemplo de interacción
social, porque los han aprendido en su contexto familiar. Razón por la cual, es que “muchos niños que
tienen problemas para llevarse bien con otros carecen de la capacidad de conversar y tienen dificultades
para transmitir sus necesidades a los demás” (Bello et al., 2010, p. 4). Pues los alumnos que presenten
este tipo de dificultades van direccionados en vía contraria de los principios que ofrece todo
establecimiento educativo, ya que, por naturaleza propia la escuela es un escenario donde se debe
confluir de manera amable y respetuosa con un gran número de personas.

Igualmente, se considera un problema que los estudiantes carezcan de control emocional al momento de
abordar las temáticas en el aula de clases. Dado que, conforme a lo planteado por Vega y Páez (como
se citó en Paredes Miranda, 2020) “los estados emocionales negativos influyen en el desempeño
académico en los estudiantes con un bajo rendimiento escolar” (p.1). Además, los aprendices que
intrínsecamente poseen estas anomalías en su estado emocional nunca se van a sentir satisfecho con
hacer parte de las actividades que se realicen en los escenarios escolares porque no se van a interesar
por buscar medios para obtener aprendizajes rigurosos, donde se promueva el debate, la exposición y la
reflexión de lo aprendido.

Igualmente, estas dificultades pueden conducir al estudiante a la reprobación o la deserción escolar. Ya
que, siguiendo lo afirmado por Extremera y Fernández (como se citó en Martínez y Paredes, 2020) “un
nivel bajo de inteligencia emocional genera problemas en su vida cotidiana: consumo de drogas,
conductas agresivas, como en el contexto escolar: bajo rendimiento académico, problemas de relación
interpersonal” (p. 17). Además de las señaladas repercusiones negativas que afectan a algunos alumnos
por la problemática expuesta, cabe la posibilidad que incurran en un suicido con el que piense
erróneamente darle solución una vez por todas, a las dificultades que lo perturban.
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Ahora, luego de hacer mención de la problemática generada por el bajo nivel de las emociones e
inteligencia emocional de los estudiantes en el contexto global y latinoamericano, se describe las que
afectan particularmente en el territorio nacional colombiano. Pues según los resultados de algunas
investigaciones como la de Molina Isaza (2022), muestran que en los planteles educativos colombianos
al igual que los ubicados en otros contextos, como se había mencionado al inicio de este apartado, es
que “las causas que genera dificultades en la convivencia de las instituciones educativas es la falta de
implementación de planes, estrategias y modelos que contribuyan a la autorregulación de las emociones
por parte de los estudiantes” (p. 2).

Por tanto, la carencia de implementación de investigaciones innovadoras con estrategias propicias que
promuevan el buen manejo de las emociones e inteligencia emocional “denotan en los estudiantes una
falta de habilidad para resolver los conflictos y manejar las emociones adecuadamente, lo que conlleva
a problemas en la convivencia” (Molina Isaza, 2022, p. 2). Por consiguiente, dejar a un lado estos asuntos
sería abonar el terreno para que la problemática crezca libremente sin detención alguna y a esto se le
adicionarían otras repercusiones totalmente nocivas para las sociedades, tales como “la drogadicción, la
integración a grupos delincuenciales, embarazo a temprana edad, o prostitución, en busca de soluciones,
debido a que no sabrían manejar sus emociones en la solución de sus propios conflictos en la vida”
(Molina Isaza, 2022, p. 3).

DESARROLLO

La educación a través de la historia ha privilegiado los conocimientos relacionados con la inteligencia
que tiene que ver con el desarrollo de las competencias matemáticas, las ciencias naturales, las ciencias
sociales, el lenguaje, entre otras áreas de desempeño; sin embargo, luego de la pandemia y con las nuevas
exigencias de la globalización se ha evidenciado la importancia de trabajar en el conocimiento,
regulación y manejo de las emociones, así como la necesidad de desarrollar y fortalecer la inteligencia
emocional en docentes, estudiantes y comunidad educativa en general. Durante la pandemia, los seres
humanos enfrentaron diversas emociones negativas como miedo, ansiedad, frustración, apego, tristeza,
duelos, impotencia, entre otros. Por su parte, los docentes y estudiantes vivieron muchos problemas en
los hogares, algunos sufrieron maltrato psicológico, físico y hasta sexual, otros sintieron depresión y
ansiedad por el encerramiento; asimismo, algunos tuvieron que ver partir a familiares y amigos cercanos
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sin poder despedirlos o expresar lo mucho que los amaban y una cantidad de sucesos emocionales que
hoy trascienden en el comportamiento de los adolescentes, escolares de todas las edades, docentes e
incluso padres de familias.

Lo anteriormente descrito afectó el comportamiento social de muchos integrantes de las comunidades
educativas, al igual que los procesos de aprendizaje que se realizan en el aula de clases y las
metodologías que se implementan; por ello muchas instituciones implementaron modificaciones en el
sistema de evaluación, dándole mayor porcentaje a los aspectos cualitativos y emocionales que a lo
académico, debido a la importancia que tienen estas en el desempeño de los estudiantes y el desarrollo
de las mismas en los docentes; por consiguiente, también surgió la necesidad de implementar estrategias
más flexibles y ajustadas a las exigencias del estudiante y el contexto, con el objetivo de mejorar la
formación integral, el control, desarrollo y manejo de las emociones del educando.

Lo anteriormente descrito es lo que se conoce como “El plan Individual de Ajustes Razonables (PIAR),
que hoy por hoy permite hablar de inclusión educativa en las aulas de clases colombianas y que cada
día permite mejores procesos sociales, educativos y académicos porque favorece la integralidad del ser
humano y apunta a responder a las necesidades educativas de los escolares, así como a cerrar las brechas
sociales y comportamentales que históricamente se tenían con la población con diversidad funcional”.

Por otro lado, las autoras Clavijo y Delgado (2023) plantean que la mayor parte de las competencias que
conllevan a la realización personal son las emocionales y las de menor parte son las intelectuales, esto
se debe a la influencia que ejercen en el equilibrio mental y las relaciones sociales de los educandos,
haciendo más fácil la comprensión de su contexto y la asertividad en la toma de decisiones frente a las
circunstancias que se les presenten en su cotidianidad; de igual manera, las habilidades emocionales
contribuyen en el desarrollo de los procesos mentales, como la concentración, favoreciendo los
aprendizajes y su desempeño escolar.

Las emociones son consideradas expresiones espontáneas de la dimensión afectiva. Según Mora (2012),
“las emociones son un lenguaje en sí mismas, a través del cual se puede facilitar o entorpecer la
transmisión de conocimiento” (p.22). Por lo que se constituye un factor indispensable en el proceso de
aprendizaje de los niños durante sus primeros años de formación, debido a que si no se manejan de una
manera adecuada puede ser desfavorable afectando los procesos de aprendizaje; es por eso que la
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inteligencia emocional juega un papel fundamental en la educación, permitiendo a los niños desarrollar
competencias como la toma de decisiones, es decir evalúa las situaciones, las analiza y toma una decisión
equilibrada emocionalmente; resolución de conflictos, esta permite desarrollar actitudes como el
diálogo, la solidaridad y la negociación; la conciencia emocional, que consiste en reconocer las
emociones de sí mismo y la de los demás; la empatía, que se enmarca en comprender la situación de los
demás desde la perspectiva del otro.

Por su parte, las emociones son elementos fundamentales en la experiencia humana, desempeñando un
papel crucial en la forma de percibir, interpretar y responder a las exigencias sociales. Así, desde la
alegría hasta la tristeza, desde el miedo hasta el amor, desde la solidaridad hasta la repulsa y rechazo
hacia los demás, entre otros; lo que deja en evidencia que las emociones influyen en el estado de ánimo,
las acciones y las interacciones con los demás. Estas se pueden definir como respuestas complejas que
involucran aspectos psicológicos y fisiológicos, y se generan como resultado de la evaluación subjetiva
de un evento o situación específica. Según Lazarus (1991), las emociones son procesos de evaluación
que se producen cuando una persona percibe una relación entre sus metas y los eventos del entorno.
Además, las emociones se caracterizan por ser breves pero intensas, y se manifiestan a través de cambios
fisiológicos, expresiones faciales, alteraciones en la conducta y experiencias subjetivas (Ekman, 1999).
Es decir, que se pueden manifestar de cualquier forma en el ser humano, de allí la importancia de
aprender a controlarlas.

Diversas teorías y modelos han surgido con el objetivo de explicar las emociones desde distintas
perspectivas. Una de las teorías más destacadas es la teoría de las emociones básicas propuesta por
Ekman (1992), la cual sostiene que existen emociones universales que son innatas y reconocibles en
diferentes culturas a través de las expresiones faciales. Estas emociones básicas incluyen la felicidad,
tristeza, ira, miedo, sorpresa y disgusto. Otra teoría relevante es la teoría de la respuesta emocional de
Cannon-Bard (1927), la cual afirma que las emociones surgen simultáneamente con las respuestas
fisiológicas. Según esta teoría, cuando se experimenta una emoción, se activa una respuesta fisiológica
y se experimenta la emoción de manera consciente.

Las emociones desempeñan diversas funciones en nuestras vidas. En primer lugar, se necesita
información valiosa sobre el entorno. Por ejemplo, el miedo nos alerta sobre situaciones potencialmente
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peligrosas y nos prepara para la acción de lucha o huida (LeDoux, 1996). Además, las emociones
cumplen un papel fundamental en las interacciones sociales, porque nos permiten ser más empáticos,
simpáticos, amables o antipáticos con los demás. Las expresiones faciales y las señales emocionales nos
permiten comunicar y comprender los estados emocionales de los demás, facilitando así la empatía y la
conexión interpersonal (Darwin, 1872), pues, de acuerdo a como sea el estado de ánimo de una persona,
así mismo será su forma de relacionarse con sus pares y con la naturaleza.

Existe una relación intrínseca entre las emociones y la cognición, interactuando en varios aspectos. Por
un lado, las emociones pueden afectar el procesamiento cognitivo y la toma de decisiones. Por ejemplo,
las emociones positivas pueden mejorar la memoria y facilitar la adquisición de nuevos conocimientos
(Fredrickson, 2001). Por otro lado, las cogniciones, como las creencias y los pensamientos, también
pueden influir en nuestras emociones. Nuestras interpretaciones y evaluaciones de los eventos pueden
dar lugar a emociones específicas (Lazarus, 1991).

Asimismo, las emociones desempeñan un papel fundamental en la vida cotidiana, nuestra percepción,
conducta y bienestar. Se dan definitivamente como respuestas complejas que involucran aspectos
psicológicos y fisiológicos, y se caracterizan por ser breves pero intensas y muy importantes en el
proceso de socialización y relacionarse con los demás. Diversas teorías, como la teoría de las emociones
básicas de Ekman y la teoría de la respuesta emocional de Cannon-Bard, han intentado explicar la
naturaleza de las emociones. Además, las emociones cumplen funciones importantes, como
proporcionar información y facilitar nuestras interacciones sociales. Existe una relación bidireccional
entre las emociones y la cognición, donde las emociones pueden influir en el procesamiento cognitivo
y viceversa. En última instancia, comprender los fundamentos de las emociones nos permite tener una
visión más completa de nuestra experiencia emocional y su impacto en nuestras vidas.

Por otro lado, es importante resaltar que las emociones, por ser reacciones psicofisiológicas, generan
respuestas a diferentes estímulos internos o externos, que pueda percibir el ser humano, es decir, estas
reacciones o impulsos, por obvias razones, inconscientes, trascienden a una alteración generalmente
corta, al estado de ánimo, causando sensaciones positivas o negativas que se pueden prolongar en la
vida de un individuo de acuerdo a como éste las perciba y autoregule. Por consiguiente, es necesario
gozar y promover una buena salud emocional, creando conciencia de los pensamientos, sentimientos y
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comportamientos, con lo cual se pueda minimizar los impactos negativos a causa de vivencias
inesperadas en el devenir social de cada persona.

En este sentido, los seres humanos están en constante interacción social, ya sea de forma presencial o
mediante las diferentes herramientas digitales que brinda la modernización en la actualidad; siendo estas
últimas, las generadoras de una diversidad de interacciones a escala global. Por lo tanto, en el marco de
la sociabilidad en los entornos educativos a nivel presencial o virtual, se encuentran las emociones, de
las cuales “podemos distinguir al menos dos grupos: las positivas y las negativas”, (Piqueras et al., 2009
p. 86) que influyen en la salud física y mental de los estudiantes, docentes y comunidad educativa en
general.

Los procesos de enseñanza y aprendizaje se caracterizan por su amplia complejidad, dada la
multiplicidad de factores que intervienen para generar el conocimiento. De ahí que, el estudiante se
encuentra influenciado por diversas emociones que lo pueden afectar en su salud mental y física,
causando rezago en su proceso de formación. De hecho, “el modelo educativo actual, tiende a ignorar o
minimizar los aspectos emocionales, sobre todo los negativos, lo cual es nocivo, porque podría conducir
a los jóvenes a presentar algún trastorno de conducta causando el fracaso en su rendimiento escolar”
(Olivo et al., 2018, p. 183). Sin embargo, el efecto de las emociones puede cumplir una función de
inmunidad en el individuo, siempre y cuando, desde una perspectiva psicológica, dicha persona pueda
autorregularse en el manejo de las emociones para contrarrestar y superar las dificultades.

Por otro lado, cabe resaltar que las emociones positivas ayudan al logro y desarrollo profesional y la
convivencia escolar, así pues, se hace necesario promover el bienestar social de todas las comunidades
educativas, con planes integrales que favorezcan el desarrollo de emociones positivas desde los
currículos institucionales para contrapesar las afectaciones a causa de las emociones negativas; para lo
cual se debe considerar la incorporación de asignaturas, metodologías y estrategias de enseñanza, que
ayuden a mejorar la salud mental y emocional de los educandos (Tirado Gálvez, 2021). De esta manera
se fortalecen los niveles de calidad y potencialidad del talento humano.

Ahora bien, las emociones negativas básicas, pueden ser causantes, en primer lugar, de diversas
alteraciones que se producen en el organismo, como lo es el estrés; el cual puede ser reflejado en
cualquier persona de cualquier edad, estrato social y nivel educativo. En este sentido, “el entorno escolar
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puede generar estrés psicosocial cuando no existen condiciones adecuadas que favorezcan la
socialización, la comunicación entre estudiante-profesor, entre pares y entre padres” (Palacio et al.,
2018, párr. 38). Muestra de lo antes mencionado, se evidencia en la educación básica, cuando
generalmente no se cuenta con personal perfilado en el manejo de conflictos y temas psicosociales,
situación que se evidencia a diario en las aulas de clases, por insuficientes orientadores escolares
asignados a las Instituciones Educativas del país, por tanto, es el maestro quien toma el rol de psicólogo
y debe abordar estos temas y compromisos para tratar de superar los obstáculos que se presentan al
respecto con la salud mental de los niños, jóvenes e incluso padres de familias.

Luego, el estrés en los estudiantes de educación superior, juega un papel relevante en la actualidad;
dicho flagelo acontece por diversas razones, que puede variar en cada persona. La sobrecarga, el
contexto interactivo social, la angustia ante el proceso de formación, son causas determinantes del estrés
en ese ámbito educativo. De modo que, Silva et al. (2020), mencionan que “la incorporación a la
universidad constituye una experiencia estresante que implica afrontar situaciones que buscarán cambiar
la forma de enfocar el aprendizaje, el estudio y la esfera personal” (p. 76), por lo que es indispensable
que el manejo del estrés se pueda afrontar de forma asertiva, evitando entrar en hábitos poco saludables;
lo más importante es auto reflexionar en ese proceso; así se puede tomar decisiones con más certeza
evitando entrar en la monotonía y dando espacio a la actividad física, practicar un hobby, interactuar
con otras personas, establecer lazos familiares con más frecuencia y abriendo el espacio al descanso, el
diálogo, la comunicación asertiva, los paseos, el contacto con la naturaleza y las salidas familiares.

En este orden de ideas, cabe mencionar que el rendimiento académico de los estudiantes, sin tener en
cuenta el nivel de educación en el cual se encuentren, se ha visto afectado por trastornos como ansiedad,
temor, miedo, frustración, preocupación e impotencia; especificando que la ansiedad siempre se
encuentra de la mano con la depresión y ésta sino se aborda a tiempo tiene desenlaces catastróficos. Las
problemáticas de salud mental, han crecido y transcurrido desde hace muchísimos tiempos de forma
exponencial y después de la pandemia se ha convertido en un problema de salud pública, que ha
generado hechos dolorosos y en muchos casos lamentables, como es el del suicidio, la violencia física,
psicológica y sexual que se reflejan con altas tasas de ocurrencia en la actualidad; por lo que se hace
sumamente indispensable crear políticas públicas que apunten a esta problemática y establecer
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mecanismos de ayuda, rutas de atención, planes integrales de prevención de salud mental y superación
a estos trastornos que tanto afectan a la sociedad en la actualidad.

En este sentido, Briones y Moya (2021) plantean que los estudiantes de bachillerato pueden padecer
cualquiera de estos trastornos relacionados con las emociones y trastornos mentales; pero que por lo
general, estas situaciones se perciben como meras dificultades comunes de problemas cognitivos; y no
se profundiza en acciones que puedan ayudar a detectar alteraciones relacionadas con los problemas de
salud mental; de manera que las instituciones educativas deben contar con estrategias encaminadas a la
detección de dichos trastornos y así en conjunto, con el personal especializado mediante el desarrollo
de programas, proyectos, políticas, rutas de atención y planes educativos que puedan generar en los
escolares la autorregulación de sus emociones y desarrollar la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional hace referencia al reconocimiento, aceptación y manejo de los estados
emocionales de una persona y de los demás. Por tal razón, es de vital importancia para el ser humano,
dar una aplicabilidad positiva en todos los roles en que este se desempeña, ya sea en el liderazgo y la
gestión empresarial, en las relaciones interpersonales, familiares y de bienestar, en la toma de decisiones
y la resolución de conflictos y, en el ámbito educativo, en el cual se enfatiza.

Ahora, al hablar de inteligencia emocional, se nota que existe un sin número de autores que han
investigado sobre el tema. Entre ellos, los autores, Mayer, Caruso y Salovey (como se citó en Mestré et
al., 2008) estiman que “aquellas personas que son más precisas en percibir y responder a sus propias
emociones también pueden serlo con las emociones de otros” (p. 7). Es decir, que la precisión para
discernir las emociones propias y la de los demás, se debe a la capacidad cognitiva que tienen las
personas de sus propios estados afectivos. En este sentido, los individuos que cuentan mejor inteligencia
emocional, se les facilita la interpretación, comprensión y empatía con las emociones de los demás,
causando mejores interacciones sociales adaptativas en su medio social.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, se puede decir que los docentes tienen la necesidad
de desarrollar la identidad y empatía con estas definiciones porque en el día a día en las aulas de clases
se puede evidenciar a través del comportamiento, actuación y observación de los movimientos, gestos,
tono de la voz y las miradas de los estudiantes que algo está pasando con ellos, sus emociones y estados
de ánimo. Así que el rol del docente es importante en la vida del estudiante, pues, por lo general, son los
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primeros en observar y descubrir las emociones y diferentes tipos de conductas. Es decir, se desarrolla
la habilidad de percibir los gestos, los estados anímicos y las señales no verbales que reflejan en el estado
emocional de los escolares, saber apreciarlas y actuar adecuadamente con aquellas en función del estado
emocional percibido y poder abordarlas de manera efectiva em pro de la convivencia de los estudiantes
y del bienestar de cada uno de ellos.

Existe un proverbio muy conocido y es que nadie puede dar de lo que no tiene y en el quehacer
pedagógico es fundamental tener una salud mental positiva, estar educados emocionalmente, sentirse y
verse bien porque el docente es ejemplo a seguir y espejo para la mayoría de los estudiantes e incluso
para algunos padres de familia. De modo que la aplicación y desarrollo de la inteligencia emocional es
tan importante para la sociedad que no se ha tomado consciencia de todo lo que esta abarca y permea en
el comportamiento del ser humano y por ende de la sociedad en general. Por ejemplo, en el ámbito
educativo son tan importantes las emociones y su manejo adecuado que se puede ver reflejado en los
procesos cognitivos como la creatividad, la convivencia, el desarrollo de las competencias académicas
y la resolución de los problemas.

Por otra parte, según Mestré et al., (2008) es importante puntualizar en el hecho que las emociones están
complejamente relacionadas con diferentes subsistemas psicológicos y físicos de una persona, como el
fisiológico, experiencial, cognitivo y motivacional. Las habilidades de la segunda rama serían las
responsables de cómo las emociones entran en el sistema cognitivo y modifican el conocimiento que
subyace al pensamiento.

Entonces, de los subsistemas se puede decir que el fisiológico es el encargado de estudiar procesos
específicos como la motivación, la ingestión, la conducta sexual, el sueño, la comunicación, el
aprendizaje y la memoria, todo esto se ve reflejado en el rendimiento académico y disciplinario de los
estudiantes; un niño que no se alimenta bien no va a rendir con la misma eficacia que otro que si lo hace,
es más, quizás no se sienta motivado por aprender porque no duerme bien, se siente solo, triste y no lo
expresa; es allí donde el docente a través de su observación y relación con el estudiante, puede influir
de forma positiva o negativa frente a esta situación, porque buscar la forma de acercarse tomando una
experiencia vivencial para reflexionar y tratar de tener un cambio en la actitud del niño y activar las
rutas de atención existentes en la institución frente a dicho comportamiento.
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Por otro lado, muchas veces en el aula de clases se cometen errores porque no se sabe canalizar las
emociones; como es el caso en los docentes, cuando sienten que hay recarga laboral con el número y el
comportamiento agresivo de algunos estudiantes, el poco o nulo acompañamiento escolar que los padres
de familia hacen en el proceso de aprendizaje de sus hijos, la cantidad de actividades que se deben
presentar, la presión de pertenecer al régimen del nuevo estatuto docente, en donde tienen que mostrar
resultados y ser evaluados anualmente y un sin número de situaciones que se deben sortear diariamente
en el quehacer pedagógico.

Ante la situación actual, es claro que los primeros que deben desarrollar la inteligencia emocional son
los educadores, porque por diversos factores, como el desconocimiento y manejo inadecuado de sus
emociones, no pueden identificar a tiempo las situaciones que presentan los estudiantes frente a sus
problemas emocionales, evidenciando con esto, que el papel del docente va más allá de desarrollar un
simple currículo, por lo que se hace necesario pensar en una revolución educativa que permita
transformar las prácticas pedagógicas y desarrollar la inteligencia emocional en todos los miembros de
las comunidades educativas.

Ahora bien, los ambientes pedagógicos de la actualidad, en sus diversos niveles y campos, confirman
que la educación emocional debe ser fortalecida como parte del currículo escolar y sus beneficios
multifacéticos en la formación de las futuras generaciones y de los docentes involucrados en su proceso
educativo. En este sentido,
Bisquerra y Pérez (2012) definen la educación emocional “como un proceso
educativo, continuo y permanente, para potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como
elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de
aumentar el bienestar personal y social” (p. 1). De igual manera, para Buitrón y Navarrete (2008), la
educación emocional “es entendida como el desarrollo planificado y sistemático de habilidades de
autoconocimiento, autocontrol, empatía, comunicación e interrelación. Esta ha cobrado un papel
fundamental y hoy requiere ubicarse de forma transversal en la programación educativa y la práctica
docente” (p. 1).

La anterior afirmación exhorta a los docentes y al sistema educativo colombiano a la urgente necesidad
de replantear sus prácticas pedagógicas y las políticas educativas para que estas se centren primero en
el desarrollo de la inteligencia emocional y la formación pedagógica a docentes frente a esta temática y
pág. 8693
así ellos puedan desarrollarlas en sus estudiantes, padres de familia y comunidad en general, es decir, el
primero que debe canalizar y educarse frente a sus emociones de forma correcta es el docente y de ahí
podrá ayudar a los escolares en dicho proceso. El pedagogo debe desarrollar cambios estructurales en
lo que enseña para que se puedan adaptar a las necesidades del contexto y del alumnado, en la resolución
de conflictos, competencias académicas, competencias ciudadanas, desarrollo y control de las
emociones.

Ahora, con base en la teoría de Mayer y Salovey, “la Inteligencia Emocional se trataría de la habilidad
para unificar las emociones y el razonamiento, utilizar nuestras emociones para facilitar un razonamiento
más efectivo y pensar de forma más inteligente sobre nuestra vida emocional” (Gelabert, 2014, p. 280).
Lo que implica que el ser humano debe ser quien controle y administre sus emociones, logrando que su
comportamiento sea más acorde y asertivo frente a las situaciones de la vida cotidiana.

En la actualidad, la educación tiene un papel cada vez más necesario e integral en el manejo de las
emociones, porque ante la crisis de valores, la descomposición social y familiar, la crisis económica, el
aumento de problemas de salud mental y de ansiedad, las altas tasas de suicidio y todas las situaciones
sociales, económicas, culturales y educativas que se presentan a diario en las aulas de clases, se posibilita
reflexionar la función de los profesores y los fines de la educación, por lo que es fundamental replantear
los objetivos del sistema educativo colombiano y las prácticas pedagógicas actuales.

Lo mencionado en el párrafo anterior, alude a las necesidades plasmadas en el informe de Jacques Delors
de la UNESCO (1996), donde se puede comprender que el auge de la complejidad social se puede
equilibrar bajo los parámetros educativos, contribuyendo a la prevención de los conflictos humanos
(Buitrón y Navarrete, 2008). Es indispensable que se acojan las diferentes recomendaciones establecidas
por personal experto en estas temáticas, con el objetivo de poder generar la formación integral en la
humanidad. Así pues, según Buitrón y Navarrete (2008), el informe de Jacques Delors de la UNESCO
(1996), esbozó cuatro pilares esenciales en el desarrollo de la persona:

1.
Aprender a conocer: el dominio de las formas o métodos que permiten adquirir, comprender y
descubrir conocimiento, y derivar un aporte significativo a la sociedad. Comprende “aprender a
aprender” para aprovechar las oportunidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.
pág. 8694
2.
Aprender a hacer: la adquisición de competencias generales que incluyan las destrezas personales
necesarias para la productividad (creatividad, trabajo en equipo, toma de decisiones, etc).

3.
Aprender a convivir: aprender a descubrir progresivamente a los demás, reconocerse como seres
interdependientes de otros, desarrollar la capacidad de resolver conflictos, y respetar los valores
de pluralismo, comprensión mutua y paz.

4.
Aprender a ser: el desarrollo máximo del potencial humano de la persona y el logro de un
pensamiento autónomo.

De acuerdo al informe anterior la educación emocional se convierte en un pilar en la prevención y
resolución de las problemáticas sociales, es decir, se debe trabajar en las aulas de clases el aprender a
conocer, que no es más que el saber conocerse así mismo con fortalezas y debilidades para ser capaces
de desarrollarlas, potenciarlas y aprovecharlas a lo largo de la vida (autoconocimiento); se debe aprender
a hacer, se centra en el desarrollo y adquisición de las competencias que se requieren para vivir en
comunidad y ser productivo, así como también para ser creativos, liderar procesos, trabajar en equipo
y tomar decisiones que le permitan avanzar hacia una sociedad más productiva.

El aprender a convivir es otro pilar fundamental, donde se tienen en cuenta las particularidades de los
demás y se aprende a respetarlas y ser más empáticos en la comprensión del otro, promoviendo la
resolución de conflictos desde el respeto de los valores y puntos de vista de los demás hacia una
verdadera paz y convivencia de la comunidad educativa; por último está el aprender a ser, que es en
realidad desarrollar la autonomía del individuo para desenvolverse en la sociedad, de acuerdo a las
necesidades sociales, el desarrollo de un verdadero liderazgo donde prime el interés general sobre el
particular y la búsqueda de una verdadera emancipación del individuo y la sociedad en general.

Ahora, cabe mencionar que el ambiente educacional, demanda espacio y tiempo, lo cual es determinante
para la formación integral del educando; es allí donde juega un papel importante la influencia que
reciben los estudiantes por parte de sus educadores, padres de familias, compañeros de clases y de la
comunidad educativa en general. A su vez, toda esa enseñanza integral que recibe el estudiante, es lo
que determina y repercute en su desenvolvimiento interactivo y social; Por lo tanto, la formación integral
para el desarrollo de habilidades emocionales y socio-afectivas del ser humano, es fundamental desde
las instituciones educativas; en el sentido que:
pág. 8695
La Educación Emocional es educar para la vida, lo cual implica que a partir del desarrollo de
habilidades emocionales y sociales el individuo pueda aumentar su bienestar personal y social,
considerando que este proceso se realiza a lo largo de todo el ciclo vital. (Costa et al., 2021, p.
224)

De igual manera, la Inteligencia Emocional es la que regula correctamente las emociones, permitiendo
el crecimiento, desarrollo intelectual y emocional del educando; en este sentido, cabe resaltar que debido
a la inherencia que demanda la actividad pedagógica con respecto a las conductas emocionales del
maestro, “el nivel de Inteligencia Emocional que el profesor o profesora pueda desarrollar es de vital
importancia para generar un buen clima de aula”. (Costa et al., 2021, p. 225)

En esa misma línea, en 1990, Salovey incluyó las inteligencias personales de Gardner en su definición
básica de inteligencia emocional. Señaló, asimismo, cinco capacidades fundamentales:

1.
Conocer las propias emociones: reconocer un sentimiento mientras ocurre.
2.
Manejar las emociones: manejar los sentimientos para que sean los adecuados.
3.
Encontrar la motivación: ordenar las emociones al servicio de un objetivo mayor, desarrollando
la capacidad de “automotivarse”.

4.
Reconocer las emociones de los demás: la empatía.
5.
Manejar las relaciones: manejar las emociones de los demás dentro del contexto interpersonal y
social. Estas habilidades se relacionan al liderazgo y la eficacia interpersonal.
(Buitrón y
Navarrete, 2008, p. 3)

En lo anteriormente descrito, el rol del docente es fundamental para el desarrollo de la inteligencia
emocional, porque un docente emocionalmente inteligente es, entonces, el encargado de formar y educar
al alumno en competencias como el conocimiento de sus propias emociones, el desarrollo del
autocontrol, la autorregulación de las mismas y la capacidad de expresar sus sentimientos de forma
adecuada y asertiva a los demás, pero para que el profesor se encuentre preparado para asumir este reto,
es necesario, en primer lugar, que piense en su propio desarrollo emocional, las implicaciones
pedagógicas y los cambios de paradigma que debe realizar, solo entonces estará apto para capacitarse
y adquirir herramientas metodológicas que le permitan mejorar su quehacer pedagógico. Se sabe que es
imposible educar afectiva y moralmente a estudiantes si no se cuenta con una estructura de valores clara,
pág. 8696
además de un cierto dominio de las propias emociones, lo que implica el autoconocimiento y la
autogestión de sus emociones y la resolución de conflictos.

El maestro emocionalmente inteligente debe contar con los suficientes recursos emocionales que
acompañen el desarrollo afectivo de sus alumnos. Con ello, establece un vínculo saludable y cercano
con ellos, comprende sus estados emocionales, y les enseña a conocerse y a resolver los conflictos
cotidianos de forma conciliadora y pacífica, destacando la importancia de controlar las emociones,
manejar una comunicación asertiva y canalizar cada una de estas de forma efectiva para el desarrollo de
ciudadanía, adquisición de competencias y convivencia escolar.

Luego de hacer un análisis exhaustivo, referente al tema de las emociones y la inteligencia emocional
en el plano educativo, se puede asegurar que la motivación y la forma como se gestionan las emociones,
en el ámbito de la educación emocional, juega un papel fundamental en la vida de cualquier integrante
de una comunidad educativa, puesto, que es el inicio de la transformación hacía el desarrollo integral
del individuo; por tanto se requiere de políticas públicas que garanticen programas, planes, rutas de
atención y proyectos, que de la mano con el compromiso de los maestros y personal especializado
generen la salud mental adecuada de los estudiantes.

De manera que el reto del maestro emocionalmente inteligente, implica ser más empático, objetivo,
solidario, alegre y diligente, capaz de lograr una comprensión más humana, resiliente y cercana con cada
uno de sus estudiantes y sus realidades familiares; es captar la atención de la comunidad educativa,
reconocer sus formas de expresarse verbal y no verbal, descubrir sus habilidades y potenciarlas, valorar
sus dificultades y aprender a aceptarlas, para poder encaminar a los escolares en el aprendizaje de ellos
mismos, la auto reflexión y la autovaloración y aceptación que tengan o perciban de cada uno, marcará
una diferencia y les permitirá auto superarse para ser mejores personas. Es allí donde el poder de la
mente y la atracción pueden hacer la diferencia, que tengan claro que a través de los pensamientos y
declaraciones de la palabra es lo que se va a atraer a sus vidas.

La educación cada día enfrenta mayores retos para el desarrollo integral del ser humano y para el docente
en su desarrollo profesional porque requiere mayores competencias debido a la exigencias de la
globalización, pero el manejo de las emociones y desarrollo de la inteligencia emocional es sin duda
alguna, la bandera más revolucionaria que hoy deben liderar porque ésta permite salvar vidas y promover
pág. 8697
ciudadanía de forma autentica y efectiva, promoviendo en las comunidades educativas el bienestar
social, la empatía, la solidaridad, la autorregulación y el liderazgo efectivo en aras de conseguir una
sociedad más justa, igualitaria, inclusiva y emancipadora.

METODOLOGÍA

Revisión sistemática de la literatura basada en la metodología PRISMA

Esta sección describe el proceso seguido para la búsqueda de estudios sobre las emociones, el
reconocimiento de las emociones y la inteligencia emocional en la educación. El proceso de
identificación de los artículos consistió en 4 pasos (ver “Figura 1”).

Figura 1. Fases metodológicas

Fuente: elaboración propia basada y adaptada de Valle y Gil (2022).

Etapa 1: Identificación

En la primera etapa, se realizó una búsqueda lógica de documentos en Google académico para identificar
la literatura relacionada con el reconocimiento de las emociones y la inteligencia emocional. Se
encontraron 74 documentos realizando la búsqueda lógica “Reconocimiento de las emociones” y “La
inteligencia emocional” en los títulos, resúmenes y palabras clave.

Etapa 2: Selección

En la segunda etapa, se excluyeron 24 artículos repetidos. Quedaron 50 artículos relacionados con el
reconocimiento de las emociones y la inteligencia emocional en la educación.
IdentificaciónSelecciónElegibilidadInclusión
Resultado de la búsqueda
N=74
Artículos de texto completo
evaluados para su elegibilidad
(N=38)
Artículos seleccionados por el
título y el resumen
(N=50)
Artículos incluidos para el
estado del arte
(N=30)
Reconocimiento de las emociones
en el ámbito educativo
(N=35)
La inteligencia emocional en el
ámbito educativo
(N=39)Repetidos 24
Excluidos 8
Omitidos 12 artículos que no estaban
relacionados con el tema
pág. 8698
Etapa 3: Elegibilidad

En la tercera etapa, se examinaron los títulos y los resúmenes. Se omitieron 12 artículos que no estaban
relacionados con el tema de investigación, o más bien no tenían aplicabilidad en el campo de la
educación, lo que dio como resultado 38 artículos que se descargaron para su análisis a profundidad.

Etapa 4: Inclusión

Después de analizar los artículos descargados, se descartaron 8 documentos por no relacionarse con el
tema central de esta investigación o por no aclarar la incidencia de las emociones y el desarrollo de la
inteligencia emocional en el ámbito educativo. Por lo tanto, el estado del arte del reconocimiento de las
emociones y la inteligencia emocional en el ámbito educativo para este análisis o artículo consta de 30
artículos (ver “Tabla 1”).

Tabla 1. Investigaciones citadas en el estudio

Año
Autor Título
1872
Darwin, C. La expresión de las emociones en el hombre y los animales. Juan
Murray.

1927
Cannon-Bard, W. La teoría de las emociones de James-Lange: un examen crítico y una
teoría alternativa.

1991
Lazarus, RS Emoción y adaptación.
1992
Ekman, P. Un argumento para emociones básicas.
1996
LeDoux, JE El cerebro emocional: Los misteriosos fundamentos de la vida
emocional.

1999
Ekman, P. Emociones básicas
2001
Fredrickson, BL El papel de las emociones positivas en la psicología positiva: la teoría
de ampliar y construir de las emociones positivas.

2008
Mestré, J., Guil, R., y
Brackett, M.

Inteligencia emocional: definición, evaluación y aplicaciones desde el
modelo de habilidades de Mayer y Salovey.

2008
Buitrón Buitrón, S., y
Navarrete Talavera, P.

El docente en el desarrollo de la inteligencia emocional: reflexiones y
estrategias.
pág. 8699
2009
Piqueras, J., Ramos, V.,
Martínez, A. y Oblitas,
L.

Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física.

2010
Bello, Z., Rionda, H. y
Rodríguez, María.

La inteligencia emocional y su educación.

2011
Betancourt, D. y
Andrade, P.

Control Parental y Problemas Emocionales y de Conducta en
Adolescentes.

2012
Bisquerra, R. y Pérez, N. Educación emocional: estrategias para su puesta en práctica.
2012
Mora, F. ¿Qué son las emociones?
2014
Gelabert Amengual, J.
M.

Mejora de la inteligencia emocional en educación infantil y desarrollo
cognitivo.

2016
Gonzálvez, M., Espada,
J. y Tejeiro, R.

El uso problemático de videojuegos está relacionado con problemas
emocionales en adolescentes.

2018
Palacio Chavarriaga, C.,
Tobón, J., Toro, D., y
Vicuña, J.

El Estrés escolar en la Infancia: Una reflexión Teórica.

2018
Olivo, S., Bustos, M. y
Madero, O.

Manejo de las emociones negativas desde el aula: un reto para el
equilibrio, salud y conocimiento.

2019
Leiva, L., Rojas, R.,
Peña, F., Vargas, B. y
Scquicciarini,

Detectando las Dificultades Emocionales y Conductuales en la Escuela:
Validación de PSC-17.

2020
Martínez, A. y Paredes,
K.

Inteligencia emocional y adaptación conductual en adolescentes con
riesgo de callejización

2020
Puertas, Pilar., Zurita,
F., Chacón, R., Castro,
M., Ramírez, I. &
González, G.

La inteligencia emocional en el ámbito educativo: un meta-análisis.
pág. 8700
2020
Silva-Ramos, M. F.,
López-Cocotle, J. J., y
Meza-Zamora, M. E. C.

Estrés académico en estudiantes universitarios.

2021
Briones-Zambrano, G.
A., y Moya-Martínez,
M. E.

Trastornos emocionales y su influencia en el proceso de aprendizaje en
estudiantes de bachillerato.

2021
Quero, L., Moreno, M.,
De León, M., Espino, R.
y Coronel, C.

Estudio del impacto emocional de la pandemia por COVID-19 en niños
de 7 a 15 años de Sevilla.

2021
Tirado Gálvez, R. A. La salud mental y emocional como base fundamental en la educación.
2021
Fernández, P. y Cabello,
R.

La inteligencia emocional como fundamento de la educación emocional.

2021
Costa Rodríguez, C.,
Palma Leal, X., &
Salgado Farías, C.

Docentes emocionalmente inteligentes. Importancia de la Inteligencia
Emocional para la aplicación de la Educación Emocional en la práctica
pedagógica de aula.

2022
Molina Isaza, L. Modelo de gestión de la convivencia escolar basado en la inteligencia
emocional para la resolución de conflictos en instituciones educativas
públicas de Montería

2022
Zela-Bravo, R. Inteligencia emocional y funcionamiento familiar en adolescentes
estudiantes del nivel secundario.

2023
Clavijo Ariza, Z. y
Delgado Rivero, T.

Diseño de un programa de inteligencia emocional basado en la lúdica
para niños de básica primera en zona rural de Santa Marta.

Fuente: elaboración propia.

CONCLUSIONES

Luego de consultar y analizar minuciosamente un gran número de literatura científica que aborda
temáticas relacionadas con las dimensiones de estudio emociones e inteligencia emocional:

Se concluye que el ser humano enfrenta diferentes estados de ánimo, debido a sus interacciones sociales
del diario vivir. Estos cambios están estrechamente relacionados con los subsistemas psicológicos y
pág. 8701
físicos de la persona, como lo es el fisiológico, experiencial, cognitivo y motivacional; los cuales se
reflejan en el desempeño académico y disciplinario de los estudiantes y, en el desenvolvimiento social
del individuo. En este sentido, se considera que las emociones son expresiones espontáneas de
dimensión afectiva; son los procesos de evaluación que se producen cuando una persona percibe una
relación entre sus metas y los eventos del entorno; de manera que, se puede distinguir al menos dos
grupos de emociones: las positivas y las negativas, donde las primeras generan desarrollo y las segundas
pueden causar el fracaso; por lo tanto, se hace necesario la implementación de disciplinas que
contribuyan a la salud mental y emocional de los estudiantes.

Se concluye que la educación emocional favorece el bienestar personal y social de las comunidades
educativas; contribuyendo al desarrollo de la inteligencia emocional. La cual se fundamenta con el
conocimiento y el manejo de las propias emociones, desciframiento de la motivación, reconocimiento
de las emociones del otro y el manejo de las relaciones interpersonales. Por lo tanto, es sumamente
importante que desde los establecimientos educativos se cuente con docentes que tengan un buen nivel
intelectual basado en la inteligencia emocional, que fomenten el desarrollo de las habilidades
emocionales y sociales con el objetivo de incrementar el bienestar y el desarrollo integral de las
poblaciones educativas a nivel general.

Recomendaciones

Posterior a la realización de las conclusiones del presente estudio, que se hacen basado en las evidencias
científicas plasmadas en desarrollo del presente trabajo, se plantean las siguientes recomendaciones:

Se recomienda a los profesores de aula, nutrir los conocimientos en temas relacionados con el
reconocimiento de las emociones e inteligencia emocional, para que de esta forma adquieran las
bases para elaborar y ejecutar estudios de esta naturaleza en los establecimientos de formación
donde prestan sus servicios profesionales.

Se recomienda elaborar proyectos de investigación en las instituciones educativas que se
encaminen a la identificación de las problemáticas emocionales que presenten los niños y niñas
durante su formación.

Se recomienda implementar rutas de atención integral escolar para abordar asertivamente las
situaciones escolares que se presenten frente al manejo de las emociones.
pág. 8702
Se recomienda la implementación de estrategias preponderantes que impulsen el buen manejo de
los estados emocionales de los estudiantes y la autorregulación de sus emociones para que se
subsanen las anomalías que presentan en ellos.

Se recomienda la realización de estudios investigativos en los planteles educativos, direccionados
a la caracterización de las dificultades que presenten los educandos para hacer uso de la
inteligencia emocional en los procesos personales, de interacción social y académicos.

Se recomienda promover el desarrollo de la inteligencia emocional en los docentes, estudiantes y
comunidad educativa en general, para que esto contribuya a la potenciación del uso y desarrollo
del pensamiento crítico, la convivencia y manejo de conflictos, el desarrollo de liderazgo y de la
autonomía en todas las acciones que realicen en cualquier contexto.

Se recomienda desarrollar en las aulas de clases espacios de reflexión acerca de las emociones y
el desarrollo de la inteligencia emocional con el objetivo de establecer planes de trabajo en equipo
entre los estudiantes para así lograr semilleros escolares que promueven acciones encaminadas al
cuidado de la salud mental y emocional de ellos mismos y de sus pares educativos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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