DESCUBRIENDO HISTORIAS A TRAVÉS DEL
ARTE: EL ARTE COMO DOCUMENTO Y
HERRAMIENTA PEDAGÓGICA PARA
ENSEÑAR Y APRENDER HISTORIA

DISCOVERING HISTORIES THROUGH ART: ART AS A

HISTORICAL DOCUMENT AND PEDAGOGICAL TOOL

Olga Leticia Álvarez Cooper

UASLP Escuela Normal del Estado de SLP - México
pág. 8779
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17604
Descubriendo historias a través del arte: el arte como documento y
herramienta pedagógica para enseñar y aprender historia

Olga Leticia Álvarez Cooper
1
leticia.alvarezcooper@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-1909-7431

UASLP Escuela Normal del Estado de SLP

México

RESUMEN

A lo largo de la historia de la creación humana, el arte ha prevalecido como una de sus
manifestaciones insignia, más emblemáticas y duraderas. La expresión artística trasciende el mero
registro sensorial, pues aglutina valores, luchas y aspiraciones sociales correspondientes a diferentes
coordenadas espaciotemporales. La producción de objetos artísticos ha servido, entre otras, como
testimonio intelecto-sensible del contexto en el que se inscribe; de ahí que la finalidad del presente
artículo es explorar el potencial del arte como documento histórico y herramienta pedagógica en la
enseñanza de la historia; es decir, interesa conocer la relevancia que tiene el aproximarse a la historia
del arte en la formación de habilidades críticas y capacidades de alfabetización estética en los
estudiantes. Se ha recurrido al método documental, con énfasis cualitativo y una mirada
interdisciplinaria basada en acercamientos a teorías del arte y la pedagogía de la historia. Además, se
analizaron algunas estrategias para integrar el arte en el aula que pudiesen orientar a los profesores en
cómo promover aprendizajes más profundos y significativos utilizando obras de arte. Si bien la
extensión o amplitud en la revisión documental excede los propósitos de este análisis, los resultados
sugieren que el arte no solo complementa la educación histórica, sino que también incrementa su
potencia al posibilitar una comprensión más empática, compleja y contextualizada del pasado. De
antemano se sabe que este hallazgo no es novedoso, pero viene bien recordar los beneficios que tiene
el que la educación estética gane presencia en las aulas de la educación básica mexicana y, por
supuesto, en la formación de los jóvenes en formación docente.

Palabras clave: arte, historia, pedagogía

1
Autor principal
Correspondencia:
leticia.alvarezcooper@gmail.com
pág. 8780
Discovering histories through art: art as a historical document and

pedagogical tool

ABSTRACT

Throughout the history of human creation, art has prevailed as one of its hallmark, most emblematic,

and enduring manifestations. Artistic
expression transcends mere sensory documentation, as it
encapsulates values, struggles, and social aspirations corresponding to different spatial and temporal

contexts. The production of artistic objects has served, among other things, as an intellectual and

sensitive testimony of the context in which it arises. Hence, the aim of this article is to explore the

potential of art as a historical document and pedagogical tool in the teaching of history. Specifically, it

seeks to examine the relevance of engagin
g with art history in fostering students’ critical thinking
skills and aesthetic literacy. A qualitative documentary method with an interdisciplinary approach

grounded in art theory and historical pedagogy was employed. Additionally, several strategies for

integrating art into classroom practice were analyzed, offering guidance to teachers on how to

facilitate deeper and more meaningful learning experiences through artworks. Although an extensive

documentary review lies beyond the scope of this analysis, th
e findings suggest that art not only
complements history education but also strengthens it by enabling a more empathetic, complex, and

contextualized understanding of the past. It is recognized in advance that this finding is not novel, yet

it remains beneficial to recall the advantages of increasing the presence of aesthetic education in

Mexican basic education classrooms and, naturally, within teacher training programs for young

educators.

Keywords: art, history, pedagogy

Artículo recibido 10 marzo 2025

Aceptado para publicación: 15 abril 2025
pág. 8781
INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia, el arte ha sido una ventana privilegiada para asomarnos a la vida de quienes
nos precedieron. Desde aquellas primeras manos humanas que plasmaron sus huellas en cavernas
hasta las instalaciones más provocadoras de nuestra época, el arte resguarda memorias emotivas,
oníricas y dialécticas de generaciones enteras. Es por ello que, en esta reflexión, se entiende que el
vínculo entre arte e historia va mucho más allá de lo ornamental; las obras invitan a entender cómo
pensaban, qué valoraban y cómo se organizaban las personas en diferentes momentos históricos. Cada
pintura, escultura o instalación es como un diálogo silencioso con quienes ya no están, que habilita
escuchar sus voces y percibir sus inquietudes más profundas.

En efecto, el arte no solo busca plasmar la belleza: es un lenguaje que captura de manera simbólica la
psique humana, el ánimo social, el espíritu del tiempo. Una imagen puede narrar una batalla, revelar la
tristeza de una época o reflejar alegrías, obsesiones y temores de un pueblo. Así, a través de los siglos,
las manifestaciones artísticas han acompañado y evidenciado las transfiguraciones políticas,
económicas y culturales que han marcado el rumbo de la humanidad. Desde los frescos del
Renacimiento que plasmaron los ideales humanistas, hasta las vanguardias del siglo XX que
plantearon incómodas preguntas al statuo quo, las obras de arte han actuado con frecuencia como
termómetros, radiografías y testigos tangibles de nuestra discontinua evolución.

Dentro del ámbito educativo, el uso del arte como recurso pedagógico ofrece múltiples beneficios. En
un mundo donde predomina lo visual, la educación histórica requiere de estrategias innovadoras que
permitan a los estudiantes desarrollar habilidades críticas y analíticas. En este sentido, la incorporación
del arte en la enseñanza de la historia favorece el desarrollo de competencias visuales y culturales,
permitiendo a los estudiantes interpretar y contextualizar los eventos del pasado con mayor
profundidad. Además, el arte fomenta el aprendizaje experiencial, involucrando a los estudiantes en
procesos de observación, análisis e interpretación, promoviendo un pensamiento reflexivo y crítico
(Dewey, 2008).

Objetivo

La intención de este texto es reflexionar sobre el potencial pedagógico que tiene al arte para la
enseñanza y el aprendizaje de la historia. Como se sabe, el arte no solo puede ser una excelente vía
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para la representación de momentos históricos sino que, de igual manera, brinda pistas privilegiadas
para asomarse a realidades otras o distantes. Entonces, estamos convencidos de que integrar el arte en
la enseñanza de la historia, además de incrementar los fondos del capital cultural de cada sujeto,
fortificaría el proceso educativo de comprensión mediante el ejercicio de habilidades de pensamiento
crítico, tales como el análisis visual y la interpretación de contextos. Aprender a apreciar el arte,
estudiarlo con atención y genuino interés permitiría reconocer su valor documental para comprender
los acontecimientos del pasado y, por tanto, conspirar para que su presencia gane gravedad y lugar en
las agendas curriculares de la educación mexicana; en especial, en este trabajo preocupa e interesa la
formación docente.

Pregunta de investigación

¿Cómo puede la integración del arte en la enseñanza de la Historia fortalecer el desarrollo del
pensamiento crítico y la comprensión histórica en la formación docente en México?

Justificación

En un mundo que se configura al compás intencionado del estímulo audiovisual, los docentes hemos
de resistir el ruido y el aletargamiento óptico echando mano de ese mismo artilugio: el arte como
herramienta estético-pedagógica, no para acelerar y competir con el mercado de la atención (ese lo
tenemos perdido de antemano
2). Justo lo contrario, para, de vez en vez, descansar los párpados3,
escuchar sin afán, ralentizar, contemplar y, así, tonificar los procesos de aprendizaje profundo; con
énfasis en la comprensión y el pensamiento crítico o, mejor, ante el desgaste de este último término,
transitar hacia el necesario retorno de la actitud filosófica (González Serrano, 2024). Integrar en el
aula el análisis e interpretación y, por supuesto, el goce de producciones estéticas abre caminos
para la resonancia (Rosa, 2019) con gente y eventos pasados, lo que posibilita una conexión emotiva
con los relatos históricos, volviéndolos tangibles, sensoriales y relevantes, por tanto presentes y con
significado para el estudiante.

METODOLOGÍA

En el presente trabajo se emplea una metodología cualitativa basada en la revisión documental y el

2 L´Ecuyer, C. (2018 y 2021).

3 Zafra, R. (2015).
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análisis de casos de obras artísticas representativas. La revisión documental se fundamenta en fuentes
académicas, teóricas y estudios previos que han abordado el arte como documento histórico y
herramienta pedagógica. Sin pretender ser abarcativa ni exhaustiva, se examinan algunos textos clave
de historiadores del arte y pedagogos que han explorado la intersección entre arte e historia, con el fin
de construir un marco de referencia para la investigación. El análisis de casos se centra en una
selección sucinta de obras artísticas representativas de distintos periodos históricos. Cada obra se
examina en su contexto sociohistórico, identificando los elementos visuales que contribuyen a la
comprensión de los eventos históricos que representan. Se analizan obras como Las Meninas de
Velázquez, La Libertad guiando al pueblo de Delacroix y los grabados de Los desastres de la guerra de
Goya, entre otras.

Mediante la combinación de revisión documental y estudios de caso, este trabajo busca reafirmar la
validez del arte como fuente primaria para el análisis histórico y su aplicabilidad en el contexto
educativo. La metodología utilizada permite una aproximación interdisciplinaria que enriquece la
comprensión del arte como testimonio de su tiempo, desprovista de pretensiones totalizantes.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Fundamentación teórica

El arte como documento histórico

El arte, en sus múltiples formas, ha sido considerado durante mucho tiempo como un reflejo de la
sociedad en la que se produce. Más allá de su valor estético, las obras de arte funcionan como
documentos que encapsulan la mentalidad, los valores y las circunstancias sociales de su tiempo.
Según Baxandall (1988), “el contenido cultural y social de una obra de arte está inevitablemente
entrelazado con su forma y estilo” (p. 75). Esto significa que el arte no solo debe ser visto como una
creación estética, sino también como una fuente histórica que ofrece información sobre el contexto en
el que fue producido.

El concepto de arte como documento histórico se puede rastrear hasta la idea de que las imágenes son
una forma de "lenguaje visual" que comunica mensajes sobre la época en que fueron creadas
(Mitchell, 1994). Mitchell argumenta que las imágenes, al igual que los textos, deben ser interpretadas
críticamente para extraer su significado histórico. Esta perspectiva ha influido en la forma en que los
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historiadores del arte y los historiadores en general abordan las obras de arte como fuentes primarias
de información. En la historiografía, esta idea se ha expandido para incluir el análisis de cómo las
obras de arte reflejan y responden a eventos históricos específicos. Por ejemplo, las pinturas de la
Revolución Francesa no solo documentan los eventos, sino que también sirven como medios de
propaganda y herramientas de movilización política (Crow, 1985). Así, el arte se convierte en un
testimonio visual que documenta tanto los eventos como las emociones y tensiones del momento
histórico.

Teorías de la Historia y del Arte

La relación entre el arte y la historia se sustenta en varias teorías que destacan la importancia del
análisis contextual y la interdisciplinariedad en la interpretación de las obras de arte. Una de las teorías
fundamentales en este campo es la "historia social del arte", propuesta por Arnold Hauser (1951),
quien argumenta que el arte debe ser entendido no solo como una manifestación individual de
genialidad, sino como un producto de las condiciones sociales, políticas y económicas de su tiempo.
Hauser sostiene que el arte es un reflejo de la estructura social y económica de la sociedad, lo que lo
convierte en una herramienta crucial para el estudio histórico.

Otra teoría relevante es la de "iconografía e iconología", desarrollada por Erwin Panofsky (1955),
quien enfatiza la necesidad de interpretar las imágenes artísticas en relación con los símbolos y
significados culturales de la época en que fueron creadas. Panofsky introduce un enfoque en tres
niveles para el análisis de la obra de arte: la descripción preiconográfica, el análisis iconográfico, y la
interpretación iconológica. Este enfoque permite a los historiadores del arte y educadores desentrañar
los múltiples niveles de significado en una obra, lo que la convierte en un recurso educativo valioso
para enseñar historia.

Asimismo, la teoría del "análisis de contenido visual", popularizada por Gillian Rose (2016), ofrece
un marco metodológico para examinar cómo las imágenes comunican mensajes ideológicos y
culturales. Rose sugiere que al analizar el contenido visual de una obra de arte, los educadores pueden
descubrir cómo las representaciones visuales construyen y reflejan ideas históricas y sociales.
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Pedagogía y visualidad

El uso del arte en la educación ha sido defendido como una manera efectiva de enriquecer la
enseñanza, especialmente en el campo de la historia. John Dewey (2008), en su obra "El arte como
experiencia", argumenta que el arte debe ser integrado en la educación para desarrollar la capacidad
crítica y la creatividad en los estudiantes. Para Dewey la experiencia estética es un proceso de
aprendizaje en sí mismo, lo que sugiere que el arte no solo complementa la enseñanza de la historia,
sino que también facilita una comprensión más profunda y personal de los eventos históricos.

John Dewey (2008) define la "experiencia estética" como un proceso integral y orgánico en el cual la
percepción y la acción están profundamente entrelazadas, generando una unidad emocional y
cognitiva. Según Dewey, la experiencia estética no es un simple acto de contemplación pasiva, sino
una interacción dinámica entre el espectador y la obra de arte. Esta experiencia es cualitativamente
diferente de otras formas de experiencia debido a su capacidad para absorber al individuo en un flujo
continuo de sensaciones, pensamientos y emociones, lo que crea un sentimiento de plenitud y
satisfacción. Dewey argumenta que la experiencia estética es el resultado de una interacción
armoniosa entre los elementos formales de la obra y las respuestas emocionales del espectador,
produciendo una experiencia que es tanto individual como universal. De este modo, la experiencia
estética se convierte en una experiencia vivida que trasciende la mera observación, involucrando al
espectador en un proceso de creación de significado.

En un contexto pedagógico, la teoría del "aprendizaje visual" subraya la importancia de utilizar
imágenes y arte en la enseñanza para mejorar la retención y comprensión de la información. Según
Bruner (1966), el aprendizaje visual permite a los estudiantes organizar y procesar la información de
manera más efectiva, lo que es especialmente útil en la enseñanza de la historia, donde los eventos y
conceptos complejos pueden ser difíciles de captar a través de la lectura de un texto o de la exposición
oral como únicos canales explicativos. De acuerdo con este autor, las imágenes proporcionan un
marco estructural para la memoria, lo que facilita la retención de información y, por ende, el
aprendizaje.

Finalmente, la teoría del "constructivismo" en la educación, propuesta por Piaget (1972) y Vygotski
(2009), apoya la idea de que los estudiantes construyen activamente su conocimiento a través de la
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interacción con el material de aprendizaje. En este sentido, el arte puede servir como un catalizador
para que los estudiantes desarrollen su comprensión histórica a través del análisis crítico y la
interpretación de las imágenes artísticas. En esta teoría educativa el aprendizaje es un proceso activo y
social, y el arte puede actuar como un mediador para la construcción del conocimiento.

II. El arte como fuente primaria en la enseñanza de la Historia

Análisis de obras de arte

El análisis de obras de arte como fuentes primarias ofrece a los estudiantes una oportunidad única para
explorar la historia de manera directa y visual. Las pinturas, esculturas, y otras formas de arte visual
pueden servir como ventanas hacia el pasado, proporcionando evidencia sobre cómo las personas de
diferentes épocas percibían y representaban su mundo. Para Burke (2001) las imágenes deben ser
interpretadas como documentos históricos que reflejan y configuran las realidades sociales de su
tiempo. Esto implica que el análisis de una obra de arte podría revelar tanto las intenciones del artista
como los valores y actitudes de la sociedad en la que fue creada. Por ejemplo, las pinturas de Diego
Velázquez, como Las meninas, no solo capturan la vida de la corte española del siglo XVII, sino que
también ofrecen una visión profunda de las estructuras de poder y las relaciones sociales de la época.
Esta obra, según Alpers (1983), no es simplemente un retrato de la realeza, sino una reflexión
compleja sobre el acto de mirar y ser mirado, sobre la representación y el poder. De este modo, Las
meninas puede ser utilizada en el aula para discutir no solo la historia del arte, sino también para
analizar las dinámicas sociales y políticas de la España de los Habsburgo.

Otro ejemplo es La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, que representa un momento
clave en la historia de Francia: la Revolución de Julio de 1830. Esta obra se puede utilizar para
enseñar sobre los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, así como para explorar el impacto de la
revolución en la sociedad francesa. Como señala Honour (2018), el arte de Delacroix no solo
documenta los eventos históricos, sino que también los interpreta a través de una lente romántica que
enfatiza la emoción y la lucha. Al analizar esta pintura, los estudiantes pueden discutir cómo el arte
puede ser tanto una crónica como una interpretación emocional de la historia.
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Contextualización histórica

Para que las obras de arte puedan ser efectivamente utilizadas como fuentes primarias en la enseñanza
de la historia, es esencial que sean contextualizadas dentro de su marco histórico. Al respecto,
Gombrich (2020) afirma que ninguna obra de arte puede ser completamente entendida sin considerar
las circunstancias históricas de su creación. Esto significa que los educadores deben proporcionar a los
estudiantes información sobre el contexto histórico, social y político en el que se produjo la obra.

Para ilustrar la idea del párrafo anterior, al estudiar el arte del Renacimiento, es crucial entender cómo
los cambios en la estructura económica y política de Europa, así como la influencia del humanismo,
moldearon la producción artística de la época. Obras como La escuela de Atenas de Rafael Sanzio no
solo son representativas del alto Renacimiento, sino que también encapsulan los ideales humanistas de
la época, destacando la importancia del conocimiento y la razón. Como explica Burke (2001), la
iconografía renacentista está profundamente influenciada por la recuperación del pensamiento clásico
y los ideales humanistas. Esta contextualización ayudaría a los estudiantes a entender cómo los
eventos y las corrientes de pensamiento históricos influyeron en la creación artística.

Comparación con otras fuentes históricas

Una de las ventajas de utilizar el arte como fuente primaria en la enseñanza de la historia es que
permite a los estudiantes comparar y contrastar diferentes tipos de fuentes. Mientras que los
documentos escritos proporcionan información detallada sobre eventos históricos, las obras de arte
ofrecen una perspectiva visual que puede complementar y enriquecer esta información. En otras
palabras, las imágenes ofrecen un testimonio que a menudo se diferencia de las fuentes textuales,
proporcionando una interpretación más subjetiva o emotiva de los acontecimientos históricos (Haskell,
1993).

Por ejemplo, los grabados de Goya en Los desastres de la guerra ofrecen una visión desgarradora de
los horrores de la Guerra de Independencia Española. Comparados con relatos textuales de la época,
estos grabados transmiten de manera directa y visceral el sufrimiento humano y las atrocidades de la
guerra. Mientras que los documentos oficiales pueden suavizar o justificar los eventos, las imágenes
de Goya capturan la brutalidad y el caos desde una perspectiva personal e impactante (Iarocci, 2022).
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Esta comparación favorecería que los estudiantes comprendieran cómo diferentes tipos de fuentes
pueden ofrecer distintas interpretaciones de los mismos eventos.

III. Métodos pedagógicos para integrar el arte en la enseñanza de la Historia

Integrar el arte en la enseñanza de la historia requiere usar estrategias didácticas que faciliten tanto la
comprensión del contexto histórico como el análisis crítico de las obras de arte. A continuación, se
listan algunas de las estrategias más frecuentes y efectivas, según la bibliografía consultada:

Análisis visual guiado

Una de las estrategias más efectivas es el Análisis Visual Guiado (Yenawine, 2013), en el cual los
estudiantes son alentados a observar y describir detalladamente una obra de arte antes de discutir su
contexto histórico y su significado. El análisis visual guiado permite a los estudiantes desarrollar
habilidades de observación crítica, que son fundamentales tanto en la historia del arte como en la
interpretación de fuentes históricas. Esta técnica no solo ayuda a los estudiantes a entender mejor la
obra de arte, sino que también les enseña a relacionar los elementos visuales con eventos y estructuras
sociales del pasado.

Comparaciones temáticas

Otra estrategia es el uso de comparaciones temáticas. Los docentes pueden presentar varias obras de
diferentes periodos históricos que traten un tema común, como la guerra, el poder, o la religión.
Comparando y contrastando estas obras, los estudiantes pueden explorar cómo diferentes sociedades
han abordado los mismos temas de maneras diversas, reflejando cambios en las actitudes sociales,
políticas y culturales. Las comparaciones temáticas permiten a los estudiantes ver patrones y
diferencias en la representación histórica, lo que enriquece su comprensión tanto del arte como de la
historia.

Aprendizaje basado en proyectos

El aprendizaje basado en proyectos es otra estrategia que puede ser altamente efectiva. En este
enfoque, los estudiantes pueden ser desafiados a crear sus propias obras de arte basadas en un período
histórico específico o un evento importante. Este proceso no solo les ayuda a internalizar el
conocimiento histórico, sino que también les permite experimentar cómo el arte puede ser una forma
de expresión personal y cultural. El aprendizaje a través de la creación artística fomenta una
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comprensión más profunda y personal del material histórico, ya que los estudiantes deben sintetizar la
información y expresarla visualmente (Dewey, 2008).

Estudio de casos

El uso de estudios de casos específicos en el aula puede proporcionar ejemplos concretos de cómo el
arte ha sido utilizado para reflejar y moldear la historia. Un estudio de caso significativo es el análisis
de los murales de Diego Rivera, especialmente los que representan la historia de México. Estas obras
son ricas en contenido histórico y ofrecen una visión panorámica de la historia mexicana desde la
época precolombina hasta la Revolución Mexicana. Los murales de Rivera no solo documentan
eventos históricos, sino que también reinterpretan la historia a través de una lente marxista, ofreciendo
una crítica social y política de su tiempo (Anreus, Greely & Folgarait, 2012). Este estudio de caso
puede ser utilizado para discutir cómo el arte puede servir tanto como documento histórico como
herramienta de propaganda.

Otro ejemplo es el “análisis de la propaganda visual en la Alemania nazi”. Las obras de arte y los
carteles de propaganda producidos durante este período ofrecen una ventana a la ideología del régimen
y su esfuerzo por manipular la percepción pública. La propaganda nazi utilizó imágenes poderosas
para crear un culto a la personalidad en torno a Hitler y para demonizar a sus enemigos, reflejando y
reforzando las políticas genocidas del régimen (Welch, 2002). Estudiar estos ejemplos apoyarían el
desarrollo de pensamiento crítico al exponer de forma tangible cómo el arte puede ser utilizado como
un medio para influir en la opinión pública y perpetuar regímenes opresivos.

Evaluación

Evaluar el efecto del uso del arte en la enseñanza de la historia puede ser un desafío, pero es esencial
para valor la relevancia de estas estrategias pedagógicas. Una forma de evaluación recomendable es a
través de ensayos reflexivos, en los que los estudiantes analizan cómo una obra de arte específica ha
cambiado o profundizado su comprensión de un evento histórico. Estos ensayos dan lugar a que los
estudiantes articula en sus pensamientos y demuestren su comprensión crítica del material, lo que los
convierte en una herramienta valiosa para evaluar el aprendizaje (Brookhart, 2010).

Otra forma de evaluación es el Análisis Visual Escrito (Anderson, 2003; Özsoy & Saribaş, 2021)
donde los estudiantes son encargados de realizar un análisis detallado de una obra de arte,
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contextualizándola históricamente y relacionando sus elementos visuales con los eventos o estructuras
sociales de la época. El análisis visual escrito habilita el desarrollo de una comprensión profunda y
crítica tanto del arte como de los eventos históricos que este representa. Este tipo de tarea fomenta el
pensamiento crítico y la habilidad para hacer conexiones entre el arte y la historia, habilidades que son
fundamentales en la educación histórica.

Finalmente, Proyectos Colaborativos en los que los estudiantes trabajan juntos para investigar y
presentar un tema histórico a través del arte pueden ser evaluados tanto en términos de contenido
histórico como de creatividad y colaboración. Este tipo de proyecto no solo evalúa el conocimiento
histórico de los estudiantes, sino también su capacidad para trabajar en equipo y aplicar su aprendizaje
en un contexto creativo. Los proyectos colaborativos en el aula fomentan habilidades de trabajo en
equipo y propician que los estudiantes integren diferentes perspectivas en su análisis histórico
(Johnson & Johnson, 1989).

IV. Desafíos y limitaciones

Subjetividad

Uno de los principales desafíos al utilizar el arte como documento histórico en la enseñanza de la
historia es la subjetividad inherente en la interpretación de las obras de arte. A diferencia de los textos
históricos que suelen proporcionar un relato directo de eventos, las obras de arte pueden ser
interpretadas de diversas maneras, dependiendo del contexto cultural, social y personal del espectador.
El significado de una obra de arte no está fijo, sino que varían según las interpretaciones individuales y
contextuales (Barrett, 2002). Esta ambigüedad dificultaría la tarea de los educadores al intentar
transmitir una comprensión clara y objetiva de la historia a través del arte.

El riesgo de sobre interpretación o interpretación anacrónica es otro aspecto que los educadores han de
manejar con cautela. Interpretar una obra de arte con los valores y perspectivas del presente puede
llevar a una distorsión del significado original que tenía en su contexto histórico. Como advierte
D’Alleva (2005), la interpretación anacrónica proyecta ideas modernas en obras antiguas, lo que
ocasionaría una comprensión incorrecta de la historia. Para mitigar este riesgo, es crucial que los
docentes guíen a los estudiantes en la contextualización histórica de las obras de arte, proporcionando
el marco necesario para una interpretación más precisa.
pág. 8791
Selección de obras

Otro desafío significativo es el acceso a las obras de arte y la selección adecuada de estas para la
enseñanza. No todas las instituciones educativas tienen acceso a colecciones de arte originales o
reproducciones de alta calidad, lo que limitaría las oportunidades de los estudiantes para interactuar
directamente con las obras. Además, la selección de obras que representen de manera efectiva un
período o evento histórico específico puede ser compleja, dado que muchas obras de arte icónicas no
son fácilmente accesibles debido a su localización en museos o colecciones privadas.

La disponibilidad de recursos digitales ha mejorado esta situación en cierta medida, permitiendo a los
educadores y estudiantes acceder a imágenes de alta resolución y bases de datos de arte en línea. Sin
embargo, esta solución no es perfecta. Si bien los recursos digitales han democratizado el acceso al
arte, aún existe una brecha en la calidad de la experiencia de aprendizaje cuando se compara con la
observación de obras originales. Además, los docentes deben ser críticos al seleccionar recursos en
línea, asegurándose de que las imágenes y la información sean correctas y adecuadamente
contextualizadas.

Diversidad cultural

Un desafío adicional es el riesgo de homogeneización cultural en la selección de obras de arte para la
enseñanza de la historia. Muchas veces, el canon artístico que se presenta en los currículos educativos
está dominado por obras europeas, lo que aumenta el riesgo de omitir o minimizar la relevancia de
contribuciones artísticas de otras culturas. Esto no solo limita la perspectiva histórica que se ofrece a
los estudiantes, sino que también contribuiría en perpetuar una visión eurocéntrica de la historia del
arte. Según Nussbaum (1997), es esencial que la enseñanza del arte y la historia refleje la diversidad
de las culturas y experiencias humanas, para evitar la exclusión de perspectivas no occidentales. Para
abordar esta cuestión, los educadores deben esforzarse por incluir en sus lecciones obras de arte de
diversas culturas, asegurando una representación más equitativa y global de la historia. La inclusión de
arte indígena, asiático, africano y latinoamericano, por ejemplo, impulsaría que los estudiantes
tuvieran una visión más completa y rica de la historia global.
pág. 8792
Formación docente

La formación docente es otro factor crucial que influye en la eficacia del uso del arte en la enseñanza
de la historia. Es posible que muchos educadores no se sientan lo suficientemente preparados o
capacitados para analizar y enseñar obras de arte en un contexto histórico, lo que derivaría en una
integración superficial del arte en sus lecciones. Como lo señala Eisner (2002), la formación en
educación artística es a menudo insuficiente en los programas de formación docente, lo que deja a
muchos profesores sin las herramientas necesarias para utilizar el arte de manera efectiva en sus
clases. Para superar esta limitación, es fundamental que los programas de formación docente incluyan
un componente sólido de educación artística e interdisciplinaria, proporcionando a los futuros
docentes las habilidades necesarias para apreciar, interpretar y enseñar a partir de obras de arte. La
integración de talleres, cursos específicos sobre historia del arte, y la colaboración con expertos en ese
campo disciplinar robustecerían la preparación de los docentes. Como afirma Thornton (2013), una
formación docente más completa que incluya el arte no solo enriquece el conocimiento del docente,
sino que también mejora la experiencia educativa de los estudiantes.

CONCLUSIONES

Como ha puesto de relieve la bibliografía consultada, el análisis del arte como documento histórico
revela su inmenso potencial para reforzar la enseñanza de la historia. A lo largo de esta reflexión, se ha
argumentado que las obras de arte no solo representan logros estéticos, sino que también funcionan
como fuentes primarias que ofrecen una visión única del contexto social, político, y cultural de
diferentes épocas. El arte, en su inmensa capacidad para comunicar de manera visual, abre vías de
acceso a una forma de conocimiento histórico que es tanto rica como accesible, facilitando una
comprensión más profunda y matizada de los eventos históricos. Por ello, se afirma que el arte
proporciona a los educadores una herramienta pedagógica poderosa, capaz de capturar la atención de
los estudiantes y de fomentar habilidades críticas como la observación, el análisis y la interpretación
contextual. Sin embargo, el uso efectivo del arte en la enseñanza de la historia requiere una
comprensión sólida de su contexto histórico, así como de las estrategias pedagógicas que permitan a
los estudiantes interpretar y conectar las imágenes con los eventos históricos relevantes.
pág. 8793
Las implicaciones de la alfabetización estética para la práctica educativa son significativas. En primer
lugar, este enfoque interdisciplinario exige que los docentes estén mejor preparados para integrar el
arte en sus lecciones de historia. Esto no solo implica una formación más profunda en la historia del
arte y en metodologías pedagógicas visuales, sino también un esfuerzo por seleccionar obras que
reflejen la diversidad cultural y la complejidad histórica. La inclusión del arte en la educación
promueve no solo el desarrollo estético, sino también la formación de un pensamiento crítico y
flexible, esencial para el entendimiento histórico (Eisner, 2002). Además, la integración del arte en la
enseñanza de la historia contribuiría a una educación más inclusiva y equitativa; al incluir obras de
diferentes culturas y contextos históricos, los docentes ofrecerían a sus estudiantes una visión más
completa y diversa del pasado, contrarrestando las tendencias eurocéntricas que a menudo dominan el
currículo histórico. Como sugiere Nussbaum (1997), una educación que incluya una variedad de
perspectivas culturales fomenta la empatía y la comprensión entre los estudiantes, preparándolos
mejor para participar en un mundo globalizado.

Sirva esta reflexión como un llamado a los educadores y formuladores de políticas educativas a
reconsiderar el papel del arte en la enseñanza de la historia. Para maximizar el potencial educativo del
arte, es esencial que escuelas formadoras de docentes ofrezcan más oportunidades para que los
profesores se capaciten en este enfoque interdisciplinario. Además, convendría que los programas de
estudios tanto de educación básica como de nivel superior sean revisados y actualizados con
regularidad para garantizar que incluyen una representación adecuada y diversa de las manifestaciones
artísticas de diferentes culturas y períodos históricos.

Si bien aproximarse al campo del arte implica familiarizarse con autores, estilos, movimientos y
técnicas, el rédito de este acercamiento se concibe enorme, ya que profundizar en el conocimiento de
su trayecto histórico brinda una abertura privilegiada a través de la cual se puede explorar la historia y,
por ende, complejizar la mirada que se tiene sobre la evolución de la creatividad, el pensamiento y, por
supuesto, la condición humana.
De ahí que, se insta a los docentes a actuar, a ser creativos y reflexivos
en su práctica, explorando nuevas formas de integrar el arte en sus lecciones de historia. Esto no solo
enriquecerá la experiencia de aprendizaje de los estudiantes, sino que también contribuirá a una
comprensión más profunda, amplia y empática de la historia humana.
pág. 8794
Agradecimientos

Texto derivado del proyecto de investigación: “Teatro, exemplum y agencia para la construcción de
comunidades alfabetizadoras”, auspiciado por la Secihti (antes Conahcyt).

REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Alpers, S. (1983).
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Press.

Anderson, T. (2003). Art education for life.
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Anreus, A., Greely, R. & Folgarait (Eds.). (2012).
Mexican muralism: A critical history. University of
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