pág. 719
TATUAJES EN MÉDICOS: ANÁLISIS
HISTÓRICO, CIENTÍFICO Y SOCIAL DEL
ESTIGMA Y SU IMPACTO EN LA RELACIÓN
MÉDICO-PACIENTE

TATTOOS IN PHYSICIANS: HISTORICAL, SCIENTIFIC,

AND SOCIAL ANALYSIS OF STIGMA AND ITS IMPACT ON

PHYSICIAN
-PATIENT RELATIONSHIPS
Liliana Teruel Leyva

Investigador Independente. Riobamba, Ecuador

Ariana Karolina Guevara Álvarez

Investigador Independiente. Porto Alegre, Brasil

Luis Ramón Ramírez Verdezoto

Investigador Independente. Riobamba, Ecuador

Rashell Samantha Galeas Arboleda

Centro de Salud tipo A 10 de Agosto. Pedernales, Ecuador

Genesis Valeria Durango Benavides

Investigador Independente. Guayaquil, Ecuador

Roy Alejandro Guevara Álvarez

Universidad de la Américas, Quito, Ecuador
pág. 720
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17654
Tatuajes en médicos: análisis histórico, científico y social del estigma y su
impacto en la relación médico-paciente.

Liliana Teruel Leyva
1
lilianateruelleyva@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-6014-7157

Investigador Independente. Riobamba, Ecuador

Ariana Karolina Guevara Álvarez

dra.arianaguevaraa@gmail.com

https://orcid.org/0009-0005-7441-6134

Investigador Independiente.
Porto Alegre, Brasil
Luis Ramón Ramírez Verdezoto

xramon2000@gmail.com

https://orcid.org/0009-0002-6383-1031

Hospital General Riobamba IESS, Unidad de
Cuidados Intensivos. Riobamba, Ecuador

Rashell Samantha Galeas Arboleda

samarboleda18@gmail.com

https://orcid.org/0009-0003-2667-5698

Centro de Salud tipo A 10 de Agosto.

Pedernales, Ecuador

Genesis Valeria Durango Ben
avides
valeriadurango06@gmail.com

https://orcid.org/0009
-0001-5627-4700
Investigador Independente.
Guayaquil, Ecuador
Roy Alejandro Guevara Álvarez

roy.guevara.a@gmail.com

https://orcid.org/0009-0004-8522-6152

Universidad de la Américas, Quito, Ecuador

RESUMEN

Los tatuajes han acompañado al ser humano desde tiempos antiguos, con registros de hasta 5.000 años
de antigüedad. Aunque cada vez más personas los adoptan como expresión artística, el estigma hacia
quienes los portan persiste, incluso en ámbitos profesionales como la medicina. Este trabajo realiza una
revisión bibliográfica sobre la presencia de tatuajes en médicos y su influencia en la relación médico-
paciente. Se consultaron 26 publicaciones de los últimos 10 años en bases de datos relevantes como
PubMed, Google Scholar y Scielo, en español, inglés, alemán y portugués. La literatura identifica al
tatuaje como una manifestación artística, única y personal, vinculada a la autoconstrucción de la
identidad. A pesar de una visión social más positiva en años recientes, persiste cierto prejuicio en el
entorno clínico. Los estudios sobre el impacto de los tatuajes visibles en la práctica médica son limitados.
Aunque la percepción de los pacientes hacia médicos tatuados sigue siendo mayormente negativa,
algunos estudios muestran un cambio progresivo. Se sugiere la necesidad de más investigaciones para
comprender mejor este fenómeno y su impacto en la práctica clínica.

Palabras clave: percepción social, médicos, relaciones médico-paciente, estigma social

1
Autor principal
Correspondencia:
lilianateruelleyva@gmail.com
pág. 721
Tattoos in physicians: historical, scientific, and social analysis of stigma and

its impact on
physician-patient relationships
ABSTRACT

Tattoos have accompanied humans since ancient times, with evidence dating back over 5,000 years.

While increasingly embraced as a form of artistic expression, tattoos still carry a degree of stigma

particularly in professional fields like medicine. This st
udy presents a literature review on the presence
of tattoos in physicians and their influence on the doctor
-patient relationship. A total of 26 publications
from the last 10 years were reviewed, using databases such as PubMed, Google Scholar, and Scielo, i
n
Spanish, English, German, and Portuguese. The literature defines tattoos as a unique and personal form

of artistic expression, closely tied to identity and self
-construction. Although public perception of tattoos
has generally improved, some stigma remai
ns, especially in clinical settings. Research on how visible
tattoos affect clinical practice is still limited. While many patients continue to view tattooed physicians

negatively, there are encouraging studies indicating a gradual shift in perception. Mor
e research is
needed to fully understand the implications of tattoos on physician credibility, patient trust, and

communication within the healthcare environment.

Keywords:
social perception, physicians, physician-patient relations, social stigma
Artículo recibido 15
marzo 2025
Aceptado para publicación: 15
abril 2025
pág. 722
INTRODUCCIÓN

Los tatuajes, como elementos socioculturales, han acompañado a la especie humana desde tiempos
inmemorables. Aunque socialmente estos elementos han sido vistos desde la perspectiva de los juicios
de valor, con el descubrimiento de la primera momia tatuada que se cree que vivió hace más de 5 000
años, este arte milenario se ha vuelto objeto de interés y de reconceptualización. Históricamente, se
entiende que el tatuaje proporciona información sobre las conductas, motivaciones, educación, cultura
y cosmovisión de un individuo, siendo una manera de autoconstrucción y al mismo tiempo de
autoconocimiento. Por tanto, la existencia de marcas corporales permanentes se ha vuelto parte de la
cotidianidad en la mayoría de sociedades contemporáneas, existiendo cada vez una mayor aceptación e
incorporación de personas a dichas prácticas
(Leyva & Ustariz, 2025; Nerlich et al., 2021).
La relación médico-paciente, por otro lado, es una interacción interpersonal cargada de complejidad y
desempeña un roll crucial en la práctica de la medicina de calidad, no solamente en el momento de
realizar el diagnóstico clínico, sino también a la hora de pautar un esquema de tratamiento, orientar
sobre el pronóstico y, en fin, dar un seguimiento adecuado e individualizado de acuerdo con las
patologías encontradas. La connotación de este elemento se extiende más allá del campo médico,
alcanzando horizontes éticos, filosóficos y sociológicos, por lo que se constituye como uno de los pilares
fundamentales de una buena gestión en salud. En este contexto, es esencial que, tanto el paciente como
el médico, tengan una mentalidad abierta y libre de prejuicios, ya que estos pueden afectar
negativamente el desarrollo la relación entre ambos, constituyendo una barrera que muchas veces es casi
imposible de superar
(Saldarriaga & Francisco, 2017; Souza et al., 2020).
Teniendo en cuenta que cada día son más personas las que incorporan elementos tatuados con finalidad
estética, entre ellas profesionales de la salud, resulta interesante el analizar cómo esta nueva realidad
social ha influenciado en la relación médico-paciente. Por tanto, se decidió realizar el presente estudio.

METODOLOGÍA

Se realizó una revisión bibliográfica con el objetivo de caracterizar la presencia de los tatuajes en los
profesionales de la salud y cómo esta ha influenciado la relación médico-paciente. Fueron consultadas
publicaciones en bases de datos de relevancia como PubMed, Google Schoolar, Scielo y otras, para lo
pág. 723
cual fueron empleados descriptores como relación médico-paciente”, “tatuaje artístico” y “tattoo”,
entre otros.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Fueron consultados 26 textos publicados en los últimos 10 años y que incluyeron los idiomas: español,
inglés, alemán y portugués, los cuales cumplieron con los elementos descriptores de búsqueda y
resumieron información significativa sobre el tema abordado en la presente revisión.

Origen, historia y actualidad del tatuaje

Los motivos por los que las personas recurren a la práctica del tatuaje en la actualidad no están del todo
claros. Independientemente de la búsqueda de lo que cada quien considera estético, existe una serie
innumerable de razones por las cuales una persona escoge realizar dicha modificación corporal
permanente. Sin embargo, la mayoría de los autores concuerda con que el tatuado constituye un modo
de expresión y de autoconstrucción único, generando un espacio simbólico y, a la vez, un mensaje que
puede hablar sobre momentos vitales claves, intereses personales, nivel sociocultural, pertenencia o
exclusión. En resumen y sin caer en elementos prejuiciosos, es muy probable poder obtener información
de una persona con tan solo observar con detenimiento sus tatuajes
(Leyva & Ustariz, 2025).
Los tatuajes más antiguos conocidos datan de la era paleolítica. En el año 1991, con el hallazgo de la
momia Ötzi en la frontera entre Austria e Italia, no solo fueron descubiertos los restos humanos más
antiguos en Europa, sino también la momia tatuada más longeva. Sin duda alguna el elemento más
interesante de este hombre prehistórico fue su piel medianamente conservada y sus tatuajes, mismos que
permitieron aportar información valiosa sobre su cosmovisión y modo de vida. Aunque los arqueólogos
y paleontólogos responsables de estas investigaciones solo pueden plantear teorías basándose en la
evidencia objetiva, se objeta que tal vez estas marcas corporales tenían algún tipo de connotación
religiosa o mística, pudiendo estar asociadas a un augurio de prosperidad y suerte en las actividades
cotidianas
(Nerlich et al., 2021; Priego Díaz, 2022).
En el antiguo Egipto esta práctica era común tanto en hombres como en mujeres, implicando para ellos
un estatus de valentía, poder y protección. En este contexto, el descubrimiento de momias egipcias de
sacerdotes y sacerdotisas con diseños similares compuestos por líneas y puntos ha permitido llegar a la
conclusión de que existían tatuajes exclusivos para ciertas castas sociales y/o funciones dentro de la
pág. 724
jerarquía política y religiosa. En contraste con lo anterior, las culturas orientales veían estas imágenes
corporales como algo más comercial, sobre todo en las regiones envueltas en las rutas de India y China.
En Japón, por otro lado, existía una fuerte asociación del tatuaje con grupos delictivos relacionados a la
mafia o Yakuza, generando prejuicios que hasta la actualidad se mantienen vigentes en algunas regiones

(Priego Díaz, 2022)
.
En las Américas, el tatuaje era relacionado con las creencias religiosas precolombinas en las culturas
azteca, maya e inca, siendo empleados como una manera de rendirle tributo a las deidades religiosas.
Los pueblos polinesios, en cambio, realizaban esta práctica con la finalidad de embellecer sus cuerpos
a partir de la simetría y las formas geométricas. Más adelante, con la colonización, se comienza a
introducir este marcaje como método para enumerar e identificar a las personas privadas de la libertad
y a los esclavos. Al tornarse las sociedades del nuevo mundo más conservadoras, el tatuaje quedó
relegado a ciertos estratos sociales como los ya mencionados, los marineros y prostitutas, mismos que
se asociaban con una vida de libertinaje, concepción que se mantuvo así por varias décadas y, con ella,
los prejuicios sociales vinculados a estas imágenes
(Brenes, 2021; Priego Díaz, 2022; Rivera Jiménez,
2021)
.
De la misma manera fenómenos históricos como la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría
dictaminaron que el tatuaje se asociaría con contraculturas y subculturas, siendo un elemento casi
identificatorio para los parias sociales. Con el surgimiento de tribus urbanas como los hippies, rockeros,
punks, motoristas, metaleros y otros se produjo el renacimiento y dignificación de este arte, lo cual
estuvo aparejado con un perfeccionamiento progresivo de las tintas y máquinas para tatuar que fue más
patente en las sociedades desarrolladas. En la actualidad, existe cada vez mayor aceptación e
incorporación del tatuaje en la vida cotidiana de la mayoría de personas, sin embargo aún existen ciertos
preconceptos sociales y prejuicios
(Brenes, 2021).
Actualmente, es cada vez más frecuente el observar personas tatuadas. De acuerdo con Morales-Cardona
et al. la prevalencia mundial de dicha práctica es cercana al 20 %, variando significativamente si se
realiza una estratificación por variables demográficas como edad, sexo y origen. Sorprendentemente la
edad media de realización de estas marcas abarca desde los 18 años hasta los 50 años, mostrando que
no es un elemento rígidamente ligado a la juventud. Se estima que la prevalencia en Europa sea de
pág. 725
alrededor del 10 % y del 40 % en los Estados Unidos, donde ha incrementado en aproximadamente un
10 % en los últimos 10 años. En Latinoamérica las cifras se manejan entre el 10 % y el 20 %, lo cual se
corresponde con la tendencia global
(Brenes, 2021; Morales-Cardona et al., 2021).
La ciencia detrás del tatuaje

Desde el punto de vista anatomo fisiológico, la piel se encuentra formada por tres capas: epidermis,
dermis y tejido celular subcutáneo. La primera es la más superficial y se encuentra en constante
renovación a lo largo de la vida. La intermedia es la que presenta elementos de vascularización y células
que intervienen en los mecanismos de defensa, como los macrófagos. La última es la más profunda y se
compone de tejido adiposo. En el proceso del tatuaje se produce la inyección de tinta en la dermis
mediante una máquina especializada con agujas que cargan y depositan la tinta mediante una frecuencia
de aproximadamente 7 000 pinchazos por minuto. Una vez ingresa el pigmento, se activan las primeras
líneas de defensa a nivel tisular y celular, produciéndose una inflamación localizada de algunos días de
duración donde los fibroblastos dérmicos fagocitan estas partículas de tinta. A largo plazo y al no poder
ser digerido el pigmento, se produce una especie de encapsulamiento del mismo en dichas células, lo
que permite la durabilidad del tatuaje a lo largo de la vida a pesar de la renovación constante de la
epidermis
(Castellanos & Cardona, 2023; Priego Díaz, 2022; Tierz Puyuelo et al., 2021).
Dicho lo anterior es fácil entender que el tatuaje no es solamente un elemento ornamental, sino algo que
debe ser pensado para mantener su significado y fortaleza a medida que la persona envejece. Por lo
tanto, es esencial implementar ciertas medidas para su cuidado y envejecimiento adecuado. Las
principales complicaciones de los tatuajes son aquellas relacionadas con los componentes de la tinta y
la reacción inflamatoria local desencadenado. Entre los años 2004 y 2016 la Administración de
Alimentos y Medicamentos (FDA, de acuerdo con sus siglas en inglés) registró aproximadamente 350
reacciones adversas relacionadas con tatuajes permanentes, lo cual evidencia que dichos eventos no son
tan frecuentes y que en ellos se envuelven una serie de factores extrínsecos e intrínsecos
(Palma-Peña
et al., 2023)
.
Continuando con este tema, la necesidad de incrementar el campo de conocimiento científico ha llevado
a la clasificación estandarizada de los tatuajes, mismos que pueden ser amateurs, profesionales,
cosméticos, traumáticos y médicos. Los primeros son aquellos realizados por personas sin experticia ni
pág. 726
materiales adecuados, que muchas veces se mantienen demasiado superficiales y no tienen un
envejecimiento estéticamente aceptado. Los profesionales se llevan a cabo por verdaderos artistas, la
mayoría de ellos certificados y que cuentan con estudios y la restante infraestructura necesaria, suelen
tener una amplia gama de colores o espectros de grises y orientarse por distintas tendencias dentro del
movimiento. Los tatuajes cosméticos, por otro lado, son populares en la actualidad pues simulan el
efecto del maquillaje, por lo que son más frecuentes en el sexo femenino. Los traumáticos son aquellos
que se realizan involuntariamente producto de traumas, generalmente, accidentes de tránsito.
Finalmente, los tatuajes médicos son una tendencia que facilita la identificación rápida de alguna
patología o condición subyacente en un individuo en una sala de emergencias
(Leyva & Ustariz, 2025;
Manosalvas Chiriboga, 2015; Rodríguez Luévano, 2016; Zamora Sánchez, 2021)
.
Al analizar el tatuado desde un punto de vista psicológico, muchos autores como Manosalvas Chiriboga
defienden la idea de que se encuentran relacionados con las llamadas “heridas del yo”. Estas marcan el
comienzo o el final de una etapa vital, se relacionan con el nivel sociocultural y educacional, así como
la necesidad de llegar a un proceso de individualización que muchas veces no es del todo consciente.
En este caso el modelo es el del héroe que debe pasar por un proceso doloroso de cambio o muerte
simbólica para llevar a cabo su misión de vida. De esta forma, la mayor parte de diseños de tatuajes son
personales y han contado con una participación activa del individuo en su elaboración. Un elemento a
destacar en este contexto es el hecho de que el tatuaje no necesariamente está ligado a traumas o a
patologías mentales como se creía durante algún tiempo
(Zamora Sánchez, 2021).
Otros autores que han estudiado con profundidad el aspecto psicológico detrás del tatuaje plantean que
la implementación de este arte puede generar una serie de conductas positivas en un individuo.
Independientemente de su trasfondo o significado, un tatuaje cuenta una historia y tiene un valor
emocional para la persona que lo porta. De esta manera, los sujetos tatuados intentan mantener cierta
imagen de sí mismos y empiezan a cultivar emociones y sentimientos de autoestima, que se expresa en
el cuidado de su piel y, por ende, de los tatuajes Ya sea por cumplir con cierta expectativa estética o por
mantener esa carta de presentación ante el resto del mundo, hábitos como el ejercicio regular, la
alimentación saludable y la aplicación de protección solar se han relacionado más con personas tatuadas

(Brenes, 2021; Dickson et al., 2015)
.
pág. 727
Los tatuajes y la relación médico-paciente

La relación médico-paciente es definida como la interacción interpersonal de los mismos en una
situación de índole médica, que demanda tanto la predisposición como la atención por parte del
profesional de la salud, de lo cual deriva el genuino interés del enfermo en su pronta recuperación. Se
considera que, como proceso bidireccional, existen factores inherentes al médico y al paciente que
pueden influir en esta, mismos que abarcan desde la edad y etnia de las personas involucradas hasta la
solvencia infraestructural del lugar donde se está llevando a cabo la atención. No obstante, la totalidad
de literaturas consultadas en relación a este tema abogan por la necesidad de mantener en todo momento
las bases éticas y morales de dicha relación para que esta sea productiva
(Brito & Darío, 2017; Guerrero
Vaca et al., 2022)
.
Desde tiempos inmemorables, existe un prototipo socialmente aceptado que dictamina una serie de
parámetros para encajar en el sustantivo “médico”. El mismo se trata de un profesional que porta su
uniforme limpio y su bata blanca impoluta, adecuadamente peinado y, lo más importante, ajeno a
elementos físicos y/o conductuales que son considerados incorrectos o inapropiados. Esa imagen de
enajenación o de pertenecer a un grupo selecto de personas aparentemente cercanas a la perfección ha
ido cambiando con el transcurso del tiempo, sin embargo, aún se mantienen ciertas concepciones sobre
las mismas. En el caso particular de los tatuajes, la presencia de estos en los profesionales de la salud y
la influencia de los mismos en la percepción de los pacientes son temas que no han sido estudiados a
profundidad hasta el momento, existiendo pocos estudios en la literatura médica disponible
(Brito &
Darío, 2017; Celedón L, 2016; Challagan & Mcconville, 2024; Guerrero Vaca et al., 2022; Massieu
Paulin & García Rivera, 2021)
.
Autores como Motluk refieren que los pacientes sí se preocupan por el aspecto de los médicos,
sintiéndose más cómodos y confiados frente a proveedores de atención médica que se asemejen a ese
prototipo que tienen en mente. De esta forma, su estudio encontró que para la percepción de la calidad
de la atención no solo resultó controversial el que los profesionales de la salud tengan tatuajes visibles,
sino también cabellos de colores llamativos, perforaciones corporales o piercings, especialmente en la
región nasal y peribucal. Las calificaciones más repetidas por los pacientes estudiados coinciden en que
los médicos con algún tipo apariencia no convencional fueron poco éticos, menos confiables y se
pág. 728
manejaban con poco conocimiento y profesionalismo. Dicho autor también hace referencia a que estos
juicios se manifiestan desde la facultad de medicina y las prácticas preprofesionales
(Motluk, 2018).
Van der Merwe et al. parecen coincidir con la idea anterior, ya que en su investigación a través de
encuestas en un hospital regional público de Sudáfrica encontraron que cerca del 80 % de los pacientes
mostraban gran preferencia por los doctores que utilizaban atuendos formales y conservadores, lo cual
incluyó la no existencia de tatuajes visibles. Por tanto, estos resultados evidenciaron que, para esta
población de estudio, el cumplimiento de una imagen más convencional por parte de los médicos se
tradujo en una mejor y más fluida interrelación, tanto a nivel de sala de emergencias como en
hospitalización y consulta externa
(Van der Merwe et al., 2016).
Para explicar este fenómeno psicosocial Petrilli et al. realizaron entrevistas y encuestas a
aproximadamente 4 000 pacientes de los cuales más de un tercio refirió que tanto la vestimenta como la
imagen general del médico presentaban una alta influencia en la satisfacción con la atención. En este
estudio también se observó una marcada diferencia en cuanto a la percepción según el grupo etario de
los pacientes, de manera que los encuestados de 65 o más años presentaban una gran predilección por
el uso de ropas formales con la reconocida bata blanca
(Petrilli et al., 2018).
Reforzando el criterio anterior, Johnson et al. refieren que la primera impresión, basada en gran medida
en la apariencia externa del profesional de la salud, suele basarse en las suposiciones anteriores que tiene
el paciente acerca de cómo debería verse un profesional competente. De esta forma, realizaron alrededor
de 300 encuestas a pacientes donde profundizaban en este tema, permitiéndoles observar fotos de
proveedores de atención médica con y sin distintas modificaciones corporales que incluían tatuajes y/o
piercings. Los resultados evidenciaron una mala calificación para los doctores que presentaban tatuajes
visibles, independientemente de su contenido o forma, siendo estos mayormente calificados como poco
profesionales. Es importante señalar que estos autores no encontraron diferencias significativas en
cuanto a la percepción de los pacientes que pertenecían a zonas urbanas frente a las rurales
(Johnson
et al., 2016)
.
De la misma manera, otros autores como Westerfield et al. refieren que, en el contexto de la
hospitalización, se hace más evidente este fenómeno. Esto puede deberse a que el tiempo de exposición
y observación es mayor que en salas de emergencia o en consulta externa. Es así que los profesionales
pág. 729
de salud con modificaciones corporales como piercings y tatuajes fueron percibidos como inseguros,
incapaces e ineficientes. Dicha investigación además demostró que, en esta población, las mujeres
tatuadas obtuvieron una peor calificación general por parte de los pacientes que los hombres con los
mismos diseños y las mismas localizaciones, evidenciando que aún existe un fuerte componente sexista
en torno a este tema
(Westerfield et al., 2015).
A pesar de todo lo anterior, tal parece que poco a poco estas perspectivas irán cambiando, conforme el
mundo continúa evolucionando y de la misma manera las ideas y consideraciones de lo que es
moralmente adecuado. En este sentido, Cohen et al. plantean en su estudio en un hospital de Estados
Unidos que la existencia de profesionales de la salud con arte corporal visible como tatuajes y/o
piercings no afectó la calidad de la atención percibida por los pacientes en la sala de emergencias. A
pesar de introducir diferentes prototipos para provocar la reacción esperada en los enfermos, no se
observó diferencias significativas en el nivel de satisfacción de los mismos con respecto a la consulta
médica
(Cohen et al., 2018).
De la misma manera Dickson et al. realizaron un interesante estudio en estudiantes universitarios, donde
se profundizó sobre el estigma de la tinta. Esta investigación demostró que la exposición cotidiana a
personas tatuadas dentro de la familia o grupo de amigos disminuye los prejuicios asociados a este arte
corporal. De igual manera, evidenciaron que existe una mayor empatía entre individuos que comparten
el amor por esta forma de arte. En cuanto al arrepentimiento y la búsqueda de eliminar los diseños
tatuados, los resultados fueron bastante bajos, demostrando que, a pesar de las percepciones negativas,
los alumnos tatuados mantenían la voluntad de continuar con sus diseños corporales e incluso se
planteaban la realización de otros en el futuro
(Dickson et al., 2015).
Perspectivas futuras

Aunque actualmente los tatuajes suelen ser sometidos a juicios desfavorables en contextos como la
atención médica, la tendencia global parece ser un poco más positiva en algunas partes del mundo. Para
lograra un entendimiento mutuo entre ambas parte es necesario reconectar con el pasado histórico de la
humanidad y con el presente desarrollo de este arte, de manera que se llegue a comprenderlo como un
modo de expresión único y no como una característica estereotipada y “no deseable” en un individuo,
pág. 730
sea este proveedor de atención médica o no
(Challagan & Mcconville, 2024; Priego Díaz, 2022; Rivera
Jiménez, 2021)
.
CONCLUSIONES

A pesar de las percepciones negativas relacionadas con el tatuaje, este ha acompañado al ser humano
desde sus inicios y ha evolucionado con él, convirtiéndose en una manifestación artística personalizada,
única y difundida en todo el mundo que cada día se aleja más de los prejuicios asociados y gana una
mayor apreciación. Debido a que la prevalencia de los tatuajes a nivel global continúa incrementándose
es esperado que los profesionales de la salud sientan interés por este tipo de arte corporal. Aunque la
impresión general de los pacientes con respecto a la atención brindada por proveedores de salud con
tatuajes visibles continúe siendo mayormente desaprobada, existen estudios alentadores sobre el tema
que evidencian que poco a poco existirá una mejora en cuanto a la eliminación de dicho estigma.

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