MANIFESTACIONES DE ANGUSTIA EN
MADRES CON HIJOS INTERNADOS EN
UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS
PEDIÁTRICOS

MANIFESTATIONS OF ANXIETY IN MOTHERS WITH

CHILDREN ADMITTED TO THE PEDIATRIC INTENSIVE

CARE UNIT

Rosa Irene Gómez Aguayo

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil Ecuador

Laura Sofía Carrillo Carrera

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ecuador

Sebastián Andrés Naula Rodríguez

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil Ecuador

Guillermo Andres Reyes Sánchez

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ecuador
pág. 1129
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17716
Manifestaciones de angustia en madres con hijos internados en Unidad de

Cuidados Intensivos Pediátricos

Rosa Irene Gómez Aguayo
1
riga3005@gmail.com

https://orcid.org/0009-0004-0356-7405

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Ecuador

Laura Sofía Carrillo Carrera

sofycarrillo2002@gmail.com

https://orcid.org/0009-0008-6970-7780

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Ecuador

Sebastián Andrés Naula Rodríguez

andresnaula.r@gmail.com

https://orcid.org/0009-0002-9558-7969

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Ecuador

Guillermo Andres Reyes Sánchez

guillereyes21dri@gmail.com

https://orcid.org/0009-0006-3816-2197

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Ecuador

RESUMEN

Esta investigación tuvo por objetivo analizar las manifestaciones de angustia de las madres ante la
internación de sus hijos en una Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, por medio de una
investigación exploratoria-descriptiva para destacar la necesidad de apoyo psicológico en esta
población. Además, se analizó la experiencia de maternidad en ambientes hospitalarios y los efectos de
estos últimos. Se realizaron entrevistas a expertos y la aplicación parcial del Test de Apercepción
Temática, entrevistas semiestructuradas y grupo focal con las madres. Se concluyó que existe angustia
y se expresa a nivel emocional, físico, cognitivo y conductual. La experiencia de maternidad en el
hospital se vive con sentimientos de culpa por la internación del hijo, y angustia ante la posibilidad de
muerte y las secuelas que dejan los procedimientos médicos de sus hijos. La hospitalización impacta y
trae fantasías de muerte, así como angustia al autorizar los procedimientos médicos y enfrentarse a la
posibilidad de perder a su hijo y las secuelas de la enfermedad.

Palabras clave: angustia, madres, hospitalización pediátrica, unidad de cuidados intensivos pediátricos,
apoyo psicológico

1 Autor Principal

Correspondencia:
riga3005@gmail.com
pág. 1130
Manifestations of anxiety in mothers with children admitted to the

Pediatric Intensive Care Unit

ABSTRACT

This research aimed to analyze the manifestations of angust
in mothers facing the hospitalization of their
children in a Pediatric Intensive Care Unit (PICU) through an exploratory
-descriptive study,
highlighting the need for psychological support in this population. Additionally, the experience of

motherhood in h
ospital settings and its effects were examined. Expert interviews were conducted, along
with the partial application of the Thematic Apperception Test, semi
-structured interviews, and a focus
group with the mothers. The study concluded that angust is prese
nt and expressed on emotional,
physical, cognitive, and behavioral levels. The experience of maternity in the hospital is marked by guilt

over the child's hospitalization and anguish over the possibility of death and the long
-term effects of
medical proced
ures on their children. Hospitalization impacts and brings with it fantasies of death,
anguish when authorizing medical procedures and confront the possibility of losing their child and the

sequelae of illness.

Keywords
: angust, mothers, pediatric hospitalization, pediatric intensive care unit, psychological
support

Artículo recibido 15 abril 2025

Aceptado para publicación: 15 mayo 2025
pág. 1131
INTRODUCCIÓN

La época actual está marcada por un tinte de inestabilidad psicológica que afecta a los individuos.
Subjetividades más endebles porque no hay garantes de seguridad, los sujetos son hijos de la época y
esta, según Byun- Chul Han en su libro La sociedad del cansancio (2010), se describe así: ‘‘La moderna
pérdida de creencias, que afecta… a la realidad misma, hace que la vida humana se convierta en algo
totalmente efímero… Nada es constante y duradero. Ante esta falta de Ser surgen el nerviosismo y la
intranquilidad’’ (p.32). En nuestras sociedades, la ecuatoriana concretamente, la constante alerta ante la
delincuencia, la inconsistencia política y las fracturas del núcleo familiar contribuyen a un sentimiento
persistente de desamparo, con la consecuente aparición de angustia. Desde el psicoanálisis, se observa
un “decaimiento del Nombre del Padre” que puede ser representado como la caída de las grandes
instituciones que tradicionalmente sostenían esta figura (Cando, 2017). Ya nada es seguro, todo está
teñido de corrupción y esto impactan a nivel subjetivo. Esta situación lleva a las personas a construir
sus propios “nombres del padre”, que resultan ser más frágiles al ejercer la ley y brindar un lugar de
sostén. La vida sigue su ritmo, cargando las mismas demandas; pero, ahora con subjetividades más
frágiles.

En el entorno hospitalario convergen elementos desencadenantes internos (la fragilidad emocional de
los pacientes y sus familiares) y externos (las amenazas y exigencias del entorno hospitalario), lo que
puede resultar en cuadros de angustia. La práctica profesional en contextos hospitalarios en Guayaquil,
Ecuador, despierta el interés por explorar cómo el contexto hospitalario puede ser contingente y generar
angustia en las madres de los pacientes internados. Con base en la praxis, se ha podido extraer que,
juntamente con los diagnósticos y pérdidas, el malestar se remontaba más allá. Por ello se abre esta
pregunta sobre hasta qué punto el ámbito hospitalario propicia condiciones de angustia en quienes se
insertan en él. Primero, es importante definir la experiencia de maternidad en este nuevo espacio
suspendido, cómo es vivida la hospitalización. Luego, es pertinente preguntarse acerca de la angustia en
las madres y su relación con la hospitalización, y con el hecho de asumir su función en condiciones
estresantes.
pág. 1132
Justificación

El concepto de angustia adquirió mayor relevancia tras la pandemia, a pesar de que Freud la describe
desde el siglo XIX. La OMS expone un aumento del 25% de prevalencia de ansiedad y depresión en la
población mundial desde la pandemia, lo cual muestra las secuelas que tiene en la salud mental hasta el
día de hoy (OPS, 2022). Moglia, B. & Sy, A. (2024) en su estudio, a través de entrevistas a 100
trabajadores, describe los aspectos que en ellos causó esta crisis humanitaria. Entre sus conclusiones,
expresan que el COVID-19 enfrentó a los trabajadores del área de salud a la angustia y el abandono
institucional (quienes poco se preocupaban de su seguridad) y que todos vivieron una modificación a su
subjetividad después de este hecho. Estudios, como el presente, buscan visualizar la necesidad de apoyo
psicológico en contextos vulnerables como son los hospitales. Además, dar tratamiento a la carga
emocional de las madres ayuda directamente a la mejoría de los pacientes pediátricos. Estudios
publicados como el de Morales, S., Brown, K. M., y colaboradores (2017) encuentran que las madres
con ansiedad transmiten este malestar a sus hijos, poniendo a los niños hiperalertas ante las amenazas
del entorno. Aportar a la salud mental de la madre repercute en los hijos, en una hospitalización menos
angustiante y en tiempos de recuperación menores.

La angustia

Freud indagó acerca de aquello que nos aterra-conmueve, conceptualizando lo unheimlich como algo

que al comienzo parece tener una cara familiar y por detrás es siniestro. Dirá que lo que asusta no es lo
externo, sino lo propio (entendido como lo pulsional), que remite a un momento de desprotección
infantil y deja al sujeto en las mismas condiciones en la adultez al enfrentarse a un hecho similar (Freud,
1919). Lacan retoma esa idea, pero hablará de lo real: esto escapa al registro de lo simbólico y lo
imaginario, aquello que no puede ser entendido y abstraído. Sin el velo de las palabras que lo expliquen,
lo liguen a universos personales, a los significantes que a la final terminan siendo lo simbólico
protegiendo de lo poco que se sabe de lo real. Es así como toma carácter de unheimlich ya que, al no
poder ser puesto en un discurso, adquiere carácter de trauma (Freud, 1919; Barcos, 2022; Homer, 2016).

En relación con esta ruptura, se denomina trauma a aquella experiencia que deja huella en la psiquis.
Freud S. (1920-1922) nombra aquel evento que trae una perturbación enorme en la economía energética
del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa (p. 19), la cual deja marca debido a la
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sobrecarga pulsional que este compone. Barco (2012) entiende el trauma como exceso y déficit en tanto
sobrepasa al sujeto en su capacidad de simbolización. Retomando este saber, conceptualizar el término
coyuntura dramática del trauma, donde liga algo de lo propio y algo externo. Como lo trae Farré (2016):
‘‘ese peligro externo solo asumirá todo su poder en tanto y en cuanto pueda evocar un peligro interno’’
(p. 3). Una ejemplificación es el caso Emma (de Freud), donde el evento de la risa del tendero se liga a
las caricias de otro tendero en un momento anterior. Barcos refiere que un hecho no es traumático por
la magnitud del acontecimiento sino por su capacidad de ligarse con un hecho íntimo y anterior a la vida
del sujeto (como las escenas A y B de las que habló Freud). No obstante, es imposible no aseverar que
hay dos hechos traumáticos en sí: la sexualidad y la muerte (Barcos, 2022). En las áreas críticas, la
muerte aparece como aquel real incapaz de ignorar.

La angustia es un concepto que ha ido actualizándose. Lo que para Freud constituye un conjunto de
excitaciones que salen a perturbar el equilibrio del sujeto, para Lacan, en cambio, será un afecto y se
entiende en términos de lenguaje. Esto quiere decir que mientras Freud habla de peligros externos e
internos, en la medida de que algo se puede perder como en las angustias de castración (a nivel pulsional
o de la realidad en los duelos), Lacan dirá que la pérdida ya se dio y es debido al lenguaje. Lo que
angustia es que las palabras no alcanzan, lo simbólico se queda corto ante lo real (Sobre psicoanálisis,
2022; Elgarte, 2007).

Su definición se condensa en su Seminario X (1962-1963) de La Angustia, donde la denomina el afecto
que no engaña. La angustia se siente en el cuerpo y por ello no necesita verificación para saber que,
aunque el sujeto queda en confusión precisamente porque no sabe de dónde viene esto que lo avasalla,
no puede negar el rastro de la angustia sobre él. Es por esto que, a pesar de que no engaña, rastrear de
dónde viene la angustia requiere un trabajo analítico porque la represión se vuelve a armar sin dejar ver
qué la causó (Sobre psicoanálisis, 2022; Elgarte, 2007).

Maternidad

Desde la biología, todo ser vivo de sexo femenino que pueda dar descendencia directa es una madre.
Sin embargo, el ser humano, según Freud, no actúa desde la necesidad sino desde la pulsión (instinto
atravesado por el lenguaje), abriendo así la pregunta sobre la maternidad. Cada vez se recaba más
evidencia, que aporta que el instinto maternal no es intrínseco a la mujer. Estudios como los citados por
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National Geographic España (2018) muestran que el "instinto maternal" está más vinculado a la
segregación de la oxitocina la cual no es exclusiva de las mujeres. Desde el psicoanálisis, la madre es
una función, pero también es un lugar. Es una respuesta a un llamado que se hace desde el vacío de cada
uno. ‘‘¿No es acaso <<madre>> el nombre que define las manos de ese primer Otro que cada uno de
nosotros invoca en el silencio de su vacío? ¿Nacer no es siempre ser recibido por las manos del Otro?’’
(Recalcatti, 2000, p.12).

La madre es el Gran Otro de la vida de todo neurótico cuya función es hacer un lugar para un niño que
entra a la preexistencia del lenguaje. No es solamente una mujer que da a luz sino aquella que presta
cuerpo a esta función y traza con su deseo la pulsión de vida que sostendrá al niño en su devenir. Este
deseo no anónimo es aquel que tiene a alguien que lo encarne, que se apropie del mismo. Esta trasmisión
de añoranza, de significantes y significados, de todo el lenguaje que acoge antes que el niño nazca, es
importante ya que permite que el niño no llegue a un vacío sino a un deseo en el cual se lo espera. Que
exista deseo en la madre, más allá de la oxitocina que pueda producirse, depende de su historia personal
y la decisión de querer volverse este Otro de la demanda.

Hospitalización pediátrica

Existen 3 efectos subjetivos de la hospitalización en los familiares que resulta importante resaltar.
Primero está la suspensión del tiempo biográfico y social: ‘‘Al cruzar la frontera simbólica del afuera
hacia adentro, se pone en pausa el tiempo biográfico y social del paciente, quien queda inmerso en el
tiempo hospitalario, en las prácticas médicas y a merced de los demás agentes’’ (Hamui-Sutton, L, 2021,
párr. 4). Es una hiancia, una brecha de tiempo no recuperable, todo lo que está fuera del contexto
hospitalario queda en pausa, sobre todo en hospitales pediátricos. Lo segundo son las fantasías de muerte
y la negación social. En la Edad Media, se crearon los hospicios, un claustro para morir. Con los avances
de la ciencia, los ahora hospitales eliminan la idea de muerte con la apuesta a la salud. Si los hospicios
ya casi no existen, ¿cómo lograr hablar de la muerte en instituciones y sociedades que las niegan
constantemente? Ciertamente, parte del proceso de duelo es la negación. Sin embargo, la sociedad ya
no da espacio, los ritos cada vez son más privados y la muerte, cuyo proceso de aceptación era social,
cada vez es más anónimo: ‘‘Jamás anteriormente ha muerto la gente de una manera tan poco ruidosa y
tan higiénica como hoy en día en este tipo de sociedades, y jamás lo ha hecho en unas condiciones que
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hayan fomentado tanto la soledad’’ (Elías, 2015, p. 105 citado en Zamora Echegollen, M., & Manero
Brito, R, 2020). Si hablar de muerte ya es difícil para la sociedad, cuando se enfrenta la posibilidad de
pérdida de la vida de un niño, el tema es aún más angustiante. Lo tercero es la incertidumbre ante los
pronósticos y diagnósticos. Un estudio realizado por Flórez Torres, I. E.; Montalvo Prieto, A.; & Romero
Massa, E. (2018); toma familiares de pacientes egresados de unidades de cuidados intensivos.
Encuentran que, respecto al pronóstico, el 50,6% de los familiares se sintieron con regular incertidumbre
y el 25,3% con un alto nivel de incertidumbre. Las razones son las siguientes: no poder planear en futuro,
los cuidados al estar en casa, incertidumbre por no saber qué ocurrirá y cuánto pasará hasta que puedan
cuidarse solos. En la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) el tiempo de vida queda suspendido, así que
cuando se sale de ella surgen incertidumbres de cómo reingresar al ritmo de vida habitual. Y, eso
esperando que no queden secuelas de la enfermedad.

Antecedentes

El concepto de angustia no ha sido objeto central de estudio, en las investigaciones contemporáneas, en
comparación con el de ansiedad. A nivel nacional, Faisán & Carvajal (2018) describen como factores
ansiógenos para madres primerizas en nosocomios lo siguiente: en primer lugar, no poder ejercer su rol
como madre, la extensión de los días hospitalizados, el no poder hacer contacto físico con los neonatos,
el diagnóstico y la dificultad al momento de alimentarlos. En lo internacional, Almeida & Aires (2023)
reintrodujeron la cuestión de la subjetividad en el contexto hospitalario brasileño evidenciándose en un
estudio de caso en el cual llevaron al paciente del desamparo subjetivo en el que se encontraba a la
elaboración de los significantes para ayudar a enunciar su malestar. Por su parte, Sierra, Ortega &
Zubeidat (2003) definen la ansiedad como reacción motora con manifestaciones físicas y psicológicas
y la angustia como una reacción paralizadora que tiene el individuo ante un peligro que puede afectar a
su integridad tanto física como psicológica.

La hospitalización, es un evento disruptivo que deja huella. Y es que ‘‘El proceso de hospitalización de
un paciente incrementa los niveles de estrés y ansiedad, esto debido a la incertidumbre, impotencia ante
los cambios y la privación de la autonomía’’ (Martínez-Martínez, Mejía & Landa-Blanco, 2021, p. 26).
En pacientes evaluados, los índices alcanzan el 67.4% de sintomatología depresiva y 51,1% de ansiedad.
Existe una gran cantidad de bibliografía que logra visualizar el malestar psíquico y emocional que sufren
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los familiares de niños hospitalizados en áreas críticas. Por ejemplo: En Ecuador, Macías & Zambrano
(2020), la poca colaboración familiar, el hecho que no exista comunicación efectiva respecto a los
cuidados aplicados al familiar enfermo, y la carga emocional, conllevan malestar entre los cuidadores.
A nivel internacional, Delgado, Rincón & León (2020) concluyen que las necesidades de los familiares
de pacientes de UCI son las necesidades emocionales, la necesidad de ser informados, la necesidad de
proximidad y la de seguridad. Como podemos ver en los últimos estudios, la ansiedad afecta a los
familiares de los pacientes quienes tienen demandas y necesidades no siempre cubiertas.

Con relación a las madres, no se encontraron estudios de la configuración subjetiva de las madres de los
pacientes pediátricos. Frente a la escasez de estudios, investigaciones afines revelan la maternidad como
un hecho angustiante en sí mismo. Un estudio en Colombia de madres con hijos con discapacidad se
encontró que ‘‘Este vivir en función del otro se representa en estos relatos, configuraciones subjetivas
constitutivas por mandatos culturales y sociales del ser mujer-madre, que las invisibilizan’’ (Díaz &
Ramírez, 2021). Lo sacrificial de la maternidad viene nutrido por expectativas y demandas sociales
(Paricio y Polo, 2020) aunque entreverado con vivencias propias. Sarmiento & Egas (2021) dirán que
"Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le ayudan a crear y sostener el
sentimiento materno, abrigando al lactante" (p. 109). Es por ello que resulta clave analizar cómo sus
vivencias personales pueden condicionar su capacidad para gestionar situaciones angustiantes, sobre
todo en contextos hospitalarios.

Finalmente, la presente investigación tiene como objetivo general analizar las manifestaciones de la
angustia de las madres ante la estancia de los hijos internados en una Unidad de Cuidados Intensivos
Pediátricos, por medio de una investigación exploratoria-descriptiva para destacar la necesidad de apoyo
psicológico en esta población. Cuyos objetivos específicos serían los siguientes:

Identificar cuáles son las manifestaciones de angustia mediante análisis intratextual y entrevistas
a profesionales de la salud mental.

Explorar la experiencia de la maternidad ante la hospitalización de los hijos, a través de análisis
intratextual y entrevistas a profesionales de la salud mental.
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Describir las manifestaciones de angustia en madres con hijos internados en Unidades Críticas
Pediátricas, y sus relaciones con la hospitalización pediátrica y su rol materno, por medio del

TAT, grupos focales y entrevistas semiestructuradas.

METODOLOGÍA

El presente estudio fue cualitativo, de diseño experimental y transversal. Se fundamentó en el paradigma
interpretativo, de base naturalista-fenomenológica, con el fin de explorar si existía una relación entre la
angustia de las madres y la hospitalización de los hijos. Se empleó el método exploratorio-descriptivo
para recopilar información preliminar y profundizar en el estudio del fenómeno. Desde el punto de vista
clínico la depresión y la ansiedad cuentan con una vasta presencia de producción científica, a diferencia
de la angustia, la cual se estudió sin sobreponerse a otros diagnósticos. El método descriptivo se utilizó
para identificar la sintomatología de las madres con más claridad, salvaguardando las diferencias caso
por caso.

Población

Para la elección de las participantes en el grupo focal y en la entrevista semiestructurada, se cumplieron
los siguientes criterios de inclusión: ser madre, que esta madre no tenga episodios psicóticos, tener un
hijo internado en un hospital de niños y por últimos, que este se encuentre en un área crítica pediátrica.
Se entrevistaron a 7 madres con hijos internados en áreas de Cuidados Intensivos Pediátricos: 4 de CIP
(Cuidados Intermedios Pediátricos) y 3 de UQ (Unidad de Quemados). Estas áreas se eligieron por ser
críticas y porque, en ambas, las madres se encontraban presentes en el proceso de internación, lo cual
facilitó la recolección de datos. Con las madres de CIP se realizó un grupo focal y con las madres de
Quemados se realizaron entrevistas semiestructuradas a cada una.

Técnicas de recolección de datos

Entrevista semiestructurada a expertos

La entrevista a expertos es una especificidad de la entrevista semiestructurada, en la cual se interroga la
experiencia profesional. Estas se utilizaron para identificar las manifestaciones de angustia y explorar
la experiencia de maternidad en los hospitales. Se seleccionaron 5 profesionales a través de un muestreo
no probabilístico de tipo intencional según los siguientes criterios de inclusión: ser un profesional
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acreditado en salud mental, tener experiencia con madres de hijos hospitalizados y contar con un mínimo
de cuatro años de experiencia en ámbitos hospitalarios.

Test de Apercepción Temática (TAT)

El Test de Apercepción Temática (TAT): El Test de Apercepción Temática es un test proyectivo que
fue creado por H.A Murray y C.D. Morgan en el año 1935. Consiste en 31 láminas con imágenes
estimulantes ante las cuales se les pidió a los participantes elaborar una historia lo más completa posible.
Se eligió esta técnica ya que favoreció a las asociaciones conscientes e inconscientes de las variables de
la investigación. Fueron escogidas 3 láminas con la finalidad de evaluar lo siguiente:

Lámina 7 N.M: relación de cada una de las participantes con su propia maternidad.
Lámina 8 V.H: fantasías de muerte que pudo evocar el área de hospitalización en cuidados
intensivos.

Lámina 3 N.M: proyecciones respecto al estado anímico de las participantes, angustias, miedos
o depresiones.

Grupo focal

En la presente investigación, la hospitalización fue un efecto institucional importante de analizar por lo
que se evaluó a los participantes insertos en este sistema y las dinámicas que en esta se presentaron. Por
medio de un grupo focal, se realizaron preguntas acerca de las variables ‘‘Maternidad’’ y
‘‘Hospitalización pediátrica’’. Además, el grupo focal permitió recopilar información en un tiempo
reducido sin perder la diversidad de perspectivas y experiencias para la interpretación de datos
cualitativos.

Entrevista focalizada

Para explorar la ‘‘angustia’’ se eligió este tipo de entrevista, ya que en caso de generar movilización
subjetiva se podría brindar la contención pertinente. La segunda razón es que, bajo este encuadre y para
favorecer la asociación, se presentó un cortometraje de Isis Vila (2011) titulado ‘‘Angustia’’. La angustia
es difícil de poner en palabras por lo que esta herramienta audiovisual contribuyó a comprender el
fenómeno para luego describir sus manifestaciones.
pág. 1139
Consideraciones éticas

Todas las participantes firmaron un consentimiento informado previo a la aplicación de las técnicas. Los
datos recopilados fueron eliminados 30 días después de su análisis.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Manifestaciones de angustia

Para los profesionales, la angustia y la ansiedad son diferentes, aunque pueden estar interrelacionadas
entre sí. La angustia es vista como situacional (donde hay incertidumbre y falta de control), aguda y sin
desencadenante específico mientras la ansiedad es una preocupación anticipada y más prolongada. La
angustia es descrita como una emoción más profunda, intensa y abrumadora en la cual el sujeto queda
sin respuestas y donde el sufrimiento no encuentra localización. Las manifestaciones de la angustia
pueden ser categorizadas en: emocionales, físicas, conductuales y cognitivas. En lo emocional estuvo el
llanto fácil, la irritabilidad, gritos o también la apatía. En lo físico, las alteraciones se sueño, de apetito
y somatizaciones. Con lo conductual se manifestó a través del aislamiento hacia los familiares e
hipersensibilidad a su entorno ‘‘En áreas intensivas hay un estado de alarma continuo por el tema de los
sonidos, el tema de las llamadas cuando se dan a los hijos, incluso cuando el pito de la máquina sonó’’
(Psicólogo 4, comunicación personal, 2025). Cuando perifonean a los pacientes, sonido que se escucha
en todo el hospital, las madres llegan llorando y angustiadas ya que no saben qué noticia recibirán. La
cognitiva tiene que ver con la preocupación excesiva respecto a la salud de sus hijos.

Estas respuestas coinciden con las descripciones que dieron las madres. Para ellas, algunas fuentes de
su malestar venían de ver a sus hijos salir anestesiados después de las intervenciones quirúrgicas, tener
que autorizar procedimientos médicos, la culpabilidad de no haber llevado a sus hijos antes a atenderse
y la larga estancia hospitalaria. En general definieron la angustia como un sentimiento donde existe a
nivel emocional miedo, temor e inseguridad. A nivel conductual hubo paralización, sienten que quieren
salir corriendo. A nivel físico, se siente un escalofrío que recorre todo el ser, a nivel del cuerpo
decaimiento total. A nivel cognitivo hay un bloqueo mental, se siente como un golpe en seco. Otras
madres describieron que venían a su mente pensamientos de que sus hijos pudieran estar muertos:

Mi hijo se me murió. Mi hijo se me va a morir… Ya cuando a mi hijo lo hospitalizaron, mi
mente estaba blanca. O sea, era como que me preguntaban cosas y no sabía nada. No sabía ni
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qué responder. No sabía ni qué hacer. No sabía si caminar o sentarme o correr. No sabía qué
hacer. Yo me quedé hipnotizada, llorando. Ahí fue que ya reaccioné y dije, N está hospitalizado.
(M4, comunicación personal, 2025)

A propósito del TAT, algo que se puedo notar es que todas las madres se proyectaron con las Figuras
mostradas. En vez de asociaciones, había una proyección directa, se relacionaban con la imagen y les
permitía contar sus vidas. Esto se debe a que, por el cansancio y el estado emocional, la defensa psíquica
era baja lo cual les permitía explorar directamente sus emociones. En general, vieron a una madre
afligida, llorando y sufriendo probablemente porque les dieron una mala noticia o porque tenían un hijo
enfermo. Esto refleja lo que las investigaciones indican, que hay índices de depresión y ansiedad en los
familiares de pacientes hospitalizados. Cuando se les preguntó qué pasaría después en la historia que
relataron, dijeron que saldrían adelante, solas, como siempre.

Maternidad en contextos hospitalarios

En relación con la maternidad en contextos hospitalarios, los expertos expresaron que es una experiencia
vivida como culposa, conforme al tiempo médico, llena de una sobrecarga ya que hay un miedo profundo
y constante a la muerte debido a su proximidad. Ante la internación de los hijos y las posibles fantasías
de muerte, las madres adoptan dos actitudes: la flexibilidad de norma y la sobreprotección. La
flexibilización de normas consistió en dar ciertos alicientes, como el uso indiscriminado del celular, con
el propósito de reducir el malestar. También dan cierta permisividad en los procedimientos, por ejemplo,
en el área que quemados se dan masajes dolorosos para estirar la piel, los cuales se postergan y a veces
se omiten para evitar causar un sufrimiento adicional. En cuanto a la sobreprotección se construye una
relación casi simbiótica en la que el niño y la madre son uno. Pasan todo el tiempo con ellos, hablan por
ellos, bloquean los procedimientos de los médicos por temor al dolor, entre otros. Esta sobreprotección
no es percibida por las madres, pero si se evidencia en su discurso; para ellas hay un beneficio secundario
y es volver a la alienación fundacional siendo una con el niño. Más de la mitad de las encuestadas
manifestó estar conforme con la hospitalización ya que les permitió pasar más tiempo solas con sus
hijos. Las posibles regresiones que se suscitaron por la hospitalización se toman con agrado ya que,
como dicen las madres ‘‘solo somos él y yo’’
pág. 1141
Las experiencias previas de hospitalización pueden ser un factor protector y a su vez un factor de riesgo
a la vez. Una parte cree que la angustia se da independiente de la internación ya que depende más de los
recursos y la capacidad de resiliencia del sujeto. La segunda postura explicó que el hospital es un entorno
amenazante y sí afecta a las madres: ‘‘Cuando no tienen un marco de referencia previo, son madres que
están más vulnerables, que están más, hasta desorientadas… de no saber qué hacer en realidad. Incluso
a veces hasta se bloquean, o sea, y pierden la noción del tiempo’’ (Psicólogo 1, comunicación personal,
2025). De hecho, para las madres sin experiencia previas de hospitalización, recibir el apoyo de madres
que sí las han tenido les ayuda a calmarse.

Según lo expresado en los grupos focales, las madres que tenían más tiempo internadas con sus hijos
fueron las que llevaron la batuta de la conversación y quienes desde su posición de saber, pudieron
tranquilizar y ser ejemplo de resiliencia para las otras. Sin embargo, el marco de referencia de las
experiencias hospitalarias no se limita únicamente a vivencias personales actuales o relacionadas con el
hijo internado, sino que también puede reactivar experiencias previas. Así lo expresó una de las madres
en el grupo focal quien había entrado a una sala de quemados a los 17 años y al escuchar que su hija se
internaba estaba ansiosa por el futuro de su hija. La naturaleza de este factor depende de cómo haya
incorporado esta experiencia al discurso del paciente. Se trata de historizar el hecho con el fin de que no
devenga traumático en otro momento.

Acerca de la pregunta sobre qué ha sido lo más desafiante de su maternidad, la respuesta fue
particularizada. La inexperiencia, la responsabilidad, la enfermedad de sus hijos, la situación del país,
ser madre joven, ver a su hijo crecer, son algunas de las respuestas. Las respuestas son tan
particularizadas como las madres que las relatan. Es por ello que llama la atención las respuestas a las
láminas del TAT. Esta lámina sirvió para que las madres proyectaran sus relaciones con sus propios
hijos o madres. En general vieron a una madre (para algunas muy vigilante, para otra enferma) que
aconsejaba a sus hijos los cuales no hacían caso. Cada historia del TAT responde al marco de referencia
de su propia historia como hijas. Por lo tanto, al tratar la angustia no se trata al fenómeno como tal, es
importante analizar lo particular, lo que moviliza a ellas de su propia historia ya que la maternidad, por
sí sola, puede ser un fenómeno bastante angustiante.
pág. 1142
Respecto a qué era ser una buena madre, todas respondieron desde el ideal social de maternidad:
amorosa, cariñosa, educadora, paciente. Y es por ello que, conforme a este ideal, las madres priorizan
el sacrificio como medio de hacer lazo con sus hijos; esto se relaciona con lo expresado por el psicólogo
3: ‘‘La cuestión de maternar de manera performativa no prevalece el acto de sacrificio, de ser quien lo
da todo, quien está dispuesto a sacrificarse a nivel físico con tal de hacer algo por los niños, eso es muy
normal ver’’ (comunicación personal, 2025). No obstante, una de las madres expresó que nadie es buena.
Esta respuesta particularizada guarda relación con el hecho de que su hijo fue internado a causa de un
accidente que provocó quemaduras, lo cual la llevó a hacer una excepción frente al discurso social
idealizado.

La hospitalización y su relación con la angustia

Referente a si el ámbito hospitalario puede angustiar, los profesionales sugieren cuatro motivos. El
primero tiene que ver con la muerte de su hijo como causa principal de angustia. En segundo lugar, la
falta de información y la terminología médica. En adición, en las Áreas Críticas por su protocolo de solo
3 horarios de visitas, hay un ‘‘silencio perpetuo frente a una puerta cerrada donde sabes que pasa algo,
pero no lo ves’’ (Psicólogo 2., comunicación personal, 2025). La tercera respecto a la incertidumbre del
pronóstico y diagnóstico, aunque también las decisiones respecto al tratamiento: ‘‘Tomar decisiones si
lo entuban, si no lo entuban, si lo operan, si no lo operan… Este miedo que incrementa también, este
qué le puede pasar, y yo generé esto’’ (Psicólogo 4, comunicación personal, 2025). La última por las
dificultades económicas que afrontan los padres.

Indagar acerca de la muerte despierta muchas resistencias, como lo nombraron los profesionales se
vuelve un miedo profundo y constante, un real, inconcebible y a la vez presente ya que la muerte puede
estar a una cama de distancia. Es por eso que se usó el TAT con el fin de que se pudieran desplazar estas
fantasías hacia un estímulo con el fin de hablar acerca de este. Cuando se les mostró la lámina 8VH
todas vieron a una persona siendo operada (las situaciones de cómo llegaron a ese punto varían caso por
caso) y para la gran mayoría la operación salió bien. La muerte es un real del que están muy conscientes
apenas entran a Áreas Críticas. Al consultarles qué era lo más impactante que habían visto en la primera
ocasión que entraron a esta área, la respuesta casi unánime fue: ver a tantos niños en estado crítico. Si
la idea de la muerte es un real que se aplaza lo más posible, poner este real junto a un niño causa aún
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más rechazo. Es una idea inconcebible y dolorosa. Como lo comentaba una madre que estuvo presente
en una temporada de virus respiratorios ‘‘en esa época vinieron muchos bebitos enfermos. Y en esa
semana fallecieron muchos niñitos por ese virus. Entonces fue algo que a mí me impactó… así entré en
un estado de shock’’ (M3, comunicación personal, 2025)

Las madres, por su parte respondieron la situación hospitalaria como: difícil, dolorosa y cansada. La
dificultad va por el lado de la soledad que sienten al estar en el hospital, y por las complicaciones
económicas. Lo doloroso de ver a sus hijos internados y el cansancio que acarrea el proceso. Algunas
de estas madres estuvieron antes en UCIP por lo que debían dormir afuera en las sillas de fierro del
hospital para estar más cerca de sus hijos. M4 es la única que encontró ventajas como aprendizaje y
conocimiento de protocolos e intervenciones médicas que ahora le permiten ser madre y enfermera a la
vez. En relación con la pregunta de si existe algo en el hospital que logró alterarlas o perturbarse la
mayoría respondió que nada y el resto dio ejemplos puntuales que van del lado de lo administrativo del
hospital (hablar con el doctor sobre procedimientos o medicamentos) y el estar alerta de que algo pueda
pasar. De esta última, M3, quien ha tenido más reingresos que el resto, relató que hubo un temblor y se
sintió impotente al no poder sacar a su hija de ahí. En adición, se les preguntó por la frase repetida por
el personal ‘‘no llore porque le hace daño al niño’’, en donde la mayoría de madres entrevistadas
considera que es correcta, una de ellas indicó que su hijo se saturaba cada vez que ella lloraba.

Se preguntó acerca de aspectos difíciles de aceptar en la hospitalización. Las respuestas estuvieron
divididas en dos aristas: el perder a sus hijos y el que queden con complicaciones (discapacidad,
amputaciones, injertos de piel, etc). La angustia aquí tipificada se relaciona con aquello que nos aterra,
desde Freud, la conceptualización de lo unheimlich que es la reactualización de peligros infantiles. Él
resalta que el individuo regresa a un estado de poco control y relata el carácter siniestro del silencio, la
soledad y la oscuridad, miedos infantiles los cuales comparte la mayoría de la población. En el ámbito
hospitalario esto se ha podido visualizar en ciertos pacientes. Comencemos con el silencio. Silencio ante
lo que no se dice, lo que no se explica. Existe la angustia del no saber, de lo que se sabe de sus hijos
pero que es conocimiento al que no se accede por completo ya que los tecnicismos del lenguaje médico
se lo impiden. También es un silencio ante lo que no se quiere saber. Varias derivaciones del médico
fueron porque a las pacientes se les explicaba y no entendían. El silencio no sólo como ausencia de
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palabras sino como la imposibilidad de anclar en el discurso, el vacío ante algo de lo que no se puede
dar cuenta ni registrar en la psiquis. La soledad como el desamparo y corte con lo familiar. Estar
internado es vivido como un tiempo de suspenso en la vida donde muchas veces las madres se quejan.
Una vez una paciente dijo ‘‘me siento sola’’ al hablar que vivía en otra provincia y por costos de pasaje
nadie la acompañaba. La soledad en la realidad, pero también al saber que los demás no podrán
entenderla en su dolor y que brindarán mandatos como ‘‘Debes estar bien por tu hijo’’ en vez de acoger
este quiebre. Por último, la oscuridad y la orfandad de la muerte, un real que cuando se para enfrente de
los pacientes y sus familiares se vuelve innegable.

DISCUSIÓN

En esta línea, fue posible identificar patrones emocionales recurrentes, así como estrategias de
afrontamiento desplegadas por las madres ante una situación tan compleja y angustiante como es la
hospitalización, lo cual configura su experiencia subjetiva. A continuación, se discuten las principales
manifestaciones de angustia observadas en las participantes, contrastándolas con la teoría existente en
torno a la angustia y la ansiedad, en contextos marcados por la inminencia de crisis y duelos. En primer
lugar, la angustia, a pesar de tener manifestaciones de inhibición e incapacidad de respuesta, desde el
psicoanálisis es señal de lo real (del encuentro con lo traumático). El TAT permitió hacer conexiones
entre momentos de angustia y la historia personal, con traumas y duelos no resueltos que resurgían en
estos entornos.

La UCIP, por sus características, constituye un contexto de alto impacto emocional, tanto para los
pacientes internados como para sus familiares, en este caso, las madres. En este sentido, el ingreso de
un hijo en una de estas unidades implica para la madre una irrupción abrupta de la cotidianeidad, que
evoca una serie de afectos intensos, entre ellos, fantasías de pérdida y muerte. La inmediatez de la
urgencia médica confronta a las madres con una dimensión que escapa a lo simbólico, una dimensión
donde el sujeto no puede sostenerse por medio del lenguaje, y en la cual lo simbólico se queda corto
ante lo real (Sobre psicoanálisis, 2022; Elgarte, 2007). En este marco, la angustia se presenta como la
caída del sentido frente a lo que no puede nombrarse y de lo que no se puede anticipar.

Por otro lado, los relatos de las madres revelan que el cuerpo del hijo, al ser medicalizado, se transforma
en un territorio ajeno: ya no es el cuerpo cuidado por ellas, sino un objeto del discurso médico. Esta
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expropiación genera angustia, no solo por el temor a la muerte sino por la incertidumbre al no saber
frente al lenguaje técnico del diagnóstico y pronóstico, llevándolas a un lugar de exclusión. El cuerpo
se convierte en un campo de intervención del discurso médico, que detenta el saber; mientras tanto, el
discurso materno se escapa. Ya que deja de ser objeto de cuidado de la madre, y pasa a ser objeto de
intervención para la medicina. Esto propicia la aparición de fantasías de castración como la pérdida
del objeto amado e incluso fantasías de muerte. La castración no alude a la pérdida física del hijo sino
a la pérdida del control simbólico, ya la madre no es amo de su cuidado. No solo el discurso materno se
ve desplazado, sino también, en gran medida, el deseo materno. La imposibilidad de preservar al hijo
deviene en angustia como señal de un deseo que ya no tiene a qué aferrarse, frente a la caída de lo
simbólico.

La maternidad en hospitales requiere el esfuerzo de resignificar su rol. En estos entornos pueden haberse
sentido subordinadas frente al personal médico, quienes encarnan el saber absoluto dentro de la
institución. Esto se vincula con lo que Lacan plantea en su teoría de los Cuatro Discursos,
específicamente con el Discurso del Amo, caracterizado por el control y la propiedad del saber, ubicando
al sujeto en la posición de objeto de ese saber, donde su palabra carece de valor y lugar. Siguiendo esta
linea, Zabalgoitia & Pérez (2023) hablan acerca del lugar que ocupa el sujeto en el Discurso del Amo
mencionado que: “Si en el discurso del amo el sujeto barrado está en posición inconsciente, esto se debe
a que S1 no quiere saber nada de divisiones ni de síntomas” (p. 56). Se anula la posibilidad de cualquier
elaboración sintomática y subjetiva del sujeto, ya que el amo no necesita saber nada de aquello. La
angustia, bajo esta línea, puede configurarse como un silenciamiento forzado, en tanto el saber médico
se impone, la madre se enfrenta a un Otro que sabe de manera absoluta, pero no escucha.

Otro punto es que la hospitalización de los hijos, especialmente cuando emergen fantasías asociadas a
la posibilidad de la muerte, genera un efecto de sobreprotección. En ciertos casos que el hijo tuviera
regresiones, es decir, que dejara de hacer actividades de su edad para retroceder en su desarrollo como
ya no comer ni ir al baño solo, necesitando a la madre, no despertaba ninguna alerta, sino que era razón
de alegría. Se refuerza el vínculo madre-hijo, como lo expresa la frase repetida por varias madres: “solo
somos él y yo”. Este reforzamiento del lazo permite comprender no solo el lugar que ocupa la madre del
paciente frente a la institución hospitalaria, sino también su posición subjetiva frente a la dificultad: una
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vivencia solitaria en la que madre e hijo se enfrentan juntos a la adversidad. Es por ello que muchas
adoptan una postura sobreprotectora que parece responder a la necesidad de cubrir las carencias
emocionales que percibe dentro de la institución hospitalaria. En estos momentos nos encontramos con
fenómenos del transitivismo. Este fenómeno descrito por Berges y Balbo (1999) consiste en la confusión
especular, es cuando los límites yoicos se difuminan y lo que le afecta al otro me afecta a mí. Al estar
tan pegados ambos, el dolor físico del hijo parece ser sentido por la madre quien reacciona. Es aquí,
donde para no caer en relaciones atosigantes se necesita que se haga una separación. ¿Quién la hace?
¿El psicólogo? ¿Existe un desplazamiento de la red de apoyo personal de la madre hacia una red
institucional? En este sentido, el hospital como institución se vuelve no solo un espacio de
tratamiento médico, sino también el lugar desde donde se orienta el proceso y se le da sentido a la estadía
hospitalaria.

Por último, los resultados reconocen que la institución hospitalaria logra ser percibida como un entorno
amenazante, donde las madres se encuentran en un estado vulnerable y desorientadas, sin alguna guía
para poder responder a un no saber constante. Mientras en Faisán & Carvajal (2018) encuentran que el
mayor problema de las madres de neonatos en hospitales es no poder definir su rol como madre, la
mayor preocupación y fuente de angustia de las madres en Unidades Intensiva Pediátricas son la muerte
y las posibles secuelas. Sin embargo, nadie está preparado para atravesar estas experiencias. Es por ello
que una fortaleza de este estudio fue el uso de un grupo focal que, aunque tuvo fines investigativos,
logró enriquecer las perspectivas de todas ellas ante lo cual se recomiendan grupos de trabajo.

Como propuesta de profundización de este tema sugiero evaluar qué tan diferentes reacciones tendrían
las madres teniendo en cuenta que las exigencias de cuidado son diferentes desde las perspectivas
sociales. Además, añado a su vez como propuesta indagar el contraste con relación a la angustia si se
hubiera evaluado en áreas como UCIP (Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos) y UCI-Cardio
(Cardiología infantil) donde los padres no pueden acompañar a sus hijos más que en horarios específicos.
En adición, sería interesante investigar este tema en los padres de familias y explorar cómo se manifiesta
la angustia en ellos y si los roles sociales influyen en la lógica institucional a la que se deben apegar.
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CONCLUSIONES

En conclusión, la angustia es una manifestación presente en las madres con hijos internados en Unidades
de Cuidados Intensivos Pediátricos. Se propone el uso de los departamentos de psicología como medida
de intervención ante estos malestares. La hospitalización genera angustia por las fantasías de muerte,
silencios y procedimientos que en ella se albergan. La maternidad es angustiante en tanto el hijo ocupa
el lugar de objeto de deseo que ante la amenaza de la muerte se enfrentan a su pérdida.

La angustia se define como aquel afecto profundo, intenso y abrumador que desconcierta al sujeto y lo
deja sin recursos para responder. Es un sufrimiento deslocalizado, por eso se dice que no tiene objeto.
Sí se visualiza angustia por parte de las madres en contextos hospitalarios quienes caracterizan
manifestaciones desde lo emocional, físico, cognitivo y conductual. A nivel emocional está el miedo, la
inseguridad, llanto fácil, la irritabilidad, los gritos, la apatía, A nivel físico hay escalofríos, paralización,
alteraciones del sueño, apetito y somatizaciones. Esas ansias por salir corriendo, aislamiento familiar y
estados hiperalertas pertenecen a lo conductual. En lo cognitivo está la preocupación excesiva y
bloqueos mentales.

La experiencia de la maternidad en los hospitales es culposa, sometida a los tiempos médicos y
angustiante ante la constante posibilidad de perder a su hijo. Las madres suelen optar por dos posturas:
la sobreprotección y la flexibilidad de normas, aunque, desde su postura, hay beneficios en las
regresiones que los niños puedan tener ya que lo traducen como unirse más. Cada madre materna desde
su experiencia propia y cada una tiene una imagen aquello, en base a lo aprendido de su propia relación
madre-hija. Respecto a la influencia de las experiencias de hospitalización previas de la madre, se
concluye que puede ser un factor protector, ya que madres con reingresos muestran mejor manejo
emocional y pueden acompañar a madres sin experiencia, y a la vez de riesgo cuando son vividas de
manera traumática sin ser historizadas en el discurso de la persona. Al final, depende del caso por caso.

Sí se encuentran relaciones entre la angustia y la hospitalización pediátrica. Del lado de lo unheimlich
que despierta el hospital está el silencio como una no respuesta por parte del personal médico y a su vez
como la imposibilidad de ligar a su discurso terminología que no alcanzan a entender. La soledad física
y emocional que trae estar lejos de su red de apoyo y la certeza de que nadie entenderá por lo que está
pasando la madre. La oscuridad y las fantasías de muerte que están a la distancia de una cama y a la
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orden del día, lo cual los enfrenta constantemente a la pérdida de su objeto de deseo. En relación con la
maternidad, es angustiante que en estas instituciones puede haber una caída de los ideales de maternidad
y ante lo cual cada sujeto debe fabricar sus propias respuestas. Si la maternidad se ve de las del cuidado,
las enfermeras suplantan este rol, si es del lado de ‘‘estar ahí para tu hijo’’, los horarios administrativos
hacen brecha entre ambos. Las enfrentan a nuevas respuestas y reactualiza las experiencias de haber
sido hijas.

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