RELACIÓN ENTRE LOS TRASTORNOS DEL
SUEÑO Y LA DIABETES TIPO 2 EN PACIENTES
ADULTOS DE 18 A 64 AÑOS DE LA UNIDAD DE
MEDICINA FAMILIAR NO. 40

RELATIONSHIP BETWEEN DEPRESSION AND OBESITY IN

PATIENTS IN A FAMILY MEDICINE UNIT

Ignacio Rodríguez Pichardo

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40

José Ángel Villatoro Rodríguez

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40

Osiris Estefanía Rodríguez Sánchez

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40

Juan Pablo Salazar Reyes

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 94

Jorge Alejandro Alcalá Molina

Centro Médico Nacional Siglo XXI
pág. 1197
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17720
Relación entre los trastornos del sueño y la diabetes tipo 2 en pacientes
adultos de 18 a 64 años de la Unidad de Medicina Familiar No. 40

Dr. Ignacio Rodríguez Pichardo
1
ignacio.rodriguezp@imss.gob.mx

https://orcid.org/0000-0003-1764-2504

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40

José Ángel Villatoro Rodríguez

villatororodriguezjoseangel@gmail.com

https://orcid.org/0009-0008-0850-3362

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40.

Osiris Estefanía Rodríguez Sánchez

osiris220299@gmail.com

https://orcid.org/0009-0001-1443-1173

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 40

Juan Pablo Salazar Reyes

pablo100412@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-5713-1437

Instituto Mexicano del Seguro Social. UMF 94.

Dr. Jorge Alejandro Alcalá Molina

alcalamedfam@gmail.com

https://orcid.org/0009-0005-8748-1269

Centro Médico Nacional Siglo XXI

RESUMEN

La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica prevalente que afecta a más de 350 millones de personas

en todo el mundo. Además de sus complicaciones bien conocidas, como problemas cardiovasculares,

renales y neuropáticos, se asocia frecuentemente con trastornos del sueño, los cuales a menudo pasan

desapercibidos o se consideran normales, a pesar de su impacto negativo en la salud. Un sueño

insuficiente o no reparador puede deteriorar significativamente la calidad de vida e incluso contribuir

al desarrollo de desórdenes metabólicos. Existe una relación bidireccional entre el mal control

glucémico y los trastornos del sueño: la diabetes puede alterar el sueño, y el descanso inadecuado puede

dificultar el control de la enfermedad, generando un ciclo vicioso que complica tanto el tratamiento

como el manejo adecuado del paciente. Esta situación subraya la importancia de una atención más

integral y de la implementación de cambios que mejoren la calidad del sueño, especialmente en

pacientes con diabetes.

Palabras clave: diabetes, trastornos del sueño, cuestionario de trastornos del sueño monterrey

1
Autor principal
Correspondencia:
ignacio.rodríguezp@imss.gob.mx
pág. 1198
Relationship between sleep disorders and type 2 diabetes in adult patients

aged 18 to 64 years of age at Family Medicine Unit No. 40

ABSTRACT

Type 2 diabetes is a prevalent chronic disease affecting more than
350 million people worldwide. In
addition to its well
-known complications, such as cardiovascular, renal and neuropathic problems, it is
frequently associated with sleep disorders, which often go unnoticed or are considered normal, despite

their negative i
mpact on health. Insufficient or non-refreshing sleep can significantly impair quality of
life and even contribute to the development of metabolic disorders. There is a bidirectional relationship

between poor glycemic control and sleep disorders: diabetes
can alter sleep, and inadequate rest can
hinder disease control, generating a vicious cycle that complicates both treatment and proper patient

management. This situation underscores the importance of a more comprehensive care and the

implementation of chan
ges that improve sleep quality, especially in patients with diabetes.
Keywords
: diabetes, sleep disorders, monterrey sleep disorders questionnaire
Artículo recibido 15 abril 2025

Aceptado para publicación: 15 mayo 2025
pág. 1199
INTRODUCCIÓN

La diabetes mellitus es un trastorno metabólico caracterizado principalmente por niveles elevados de
glucosa en sangre. Esta condición se origina por una disfunción en la secreción y/o acción de la insulina,
hormona fundamental para la regulación de la glucosa en el organismo. Aunque la diabetes es una
enfermedad ampliamente conocida, sus efectos a largo plazo y las complicaciones que puede generar en
distintos órganos suelen ser poco comprendidos (American Diabetes Association, 2024).

En México, la prevalencia de la diabetes ha aumentado considerablemente en las últimas décadas,
situándose como una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, especialmente entre la
población mayor de 60 años. Este incremento ha sido particularmente notorio en la región centro-sur
del país, mientras que los estados fronterizos han registrado un crecimiento menor en los casos de
diabetes (Seiglie et al., 2021).

La diabetes tipo 2, una de las formas más comunes de la enfermedad, es de naturaleza multifactorial.
Entre sus principales factores de riesgo destacan la obesidad especialmente la acumulación de grasa
visceral, un índice de masa corporal elevado y un estilo de vida sedentario. La inactividad física
disminuye la sensibilidad a la insulina, lo que incrementa significativamente el riesgo de desarrollar la
enfermedad. Asimismo, una dieta poco saludable, caracterizada por el alto consumo de carnes
procesadas, bebidas azucaradas y bajo consumo de alimentos integrales, se asocia con un mayor riesgo
de diabetes tipo 2. Otros factores que también influyen en la predisposición incluyen la carga genética,
los antecedentes familiares, las condiciones psicosociales (como el estrés y la depresión), así como
factores demográficos, entre ellos la edad avanzada y pertenecer a ciertas etnias, como la hispana (Yuan
& Larsson, 2020).

Uno de los aspectos menos explorados en relación con la diabetes tipo 2 es su vínculo con los trastornos
del sueño, los cuales son frecuentes tanto en la medicina general como en la psiquiatría, pero a menudo
no reciben la atención clínica que merecen. Estos trastornos incluyen el insomnio, la apnea obstructiva
del sueño, el síndrome de piernas inquietas (SPI) y los movimientos periódicos de las extremidades.
Dichas alteraciones afectan no solo la calidad del sueño, sino también la salud metabólica,
cardiovascular y neuropsiquiátrica. Se estima que entre el 35 % y el 50 % de los adultos experimentan
síntomas de insomnio, y entre el 12 % y el 20 % cumplen criterios diagnósticos específicos para este
pág. 1200
trastorno (GPC, 2022).

En personas con diabetes tipo 2, la prevalencia de trastornos del sueño es considerablemente mayor. Se
calcula que entre el 24 % y el 86 % presentan apnea obstructiva del sueño, y hasta un 39 % experimentan
insomnio. Estas alteraciones del sueño se asocian con un peor control glucémico y un pronóstico más
desfavorable a largo plazo. La calidad y duración del sueño son factores predictivos clave en el
desarrollo de diabetes tipo 2. Dormir menos de seis horas o más de ocho por noche, padecer insomnio
o tener horarios de sueño irregulares se han vinculado con un aumento en el riesgo de desarrollar esta
enfermedad. Además, las alteraciones del sueño en etapas tempranas del embarazo están relacionadas
con un mayor riesgo de diabetes gestacional (DMG), lo que resalta la importancia de identificar y
abordar estos trastornos desde el inicio del embarazo (Guadamuz et al., 2022).

La relación entre los trastornos del sueño y la diabetes tipo 2 es bidireccional. Por una parte, la diabetes
y sus complicaciones como la neuropatía periférica o la hipoglucemia nocturna pueden
desencadenar o agravar las alteraciones del sueño. Síntomas como la nicturia, la poliuria y el dolor
neuropático interrumpen el descanso nocturno y favorecen la somnolencia diurna. Algunos
medicamentos empleados en el tratamiento de la diabetes, como la metformina, también pueden generar
efectos adversos relacionados con el sueño, como el insomnio.

Por otra parte, los trastornos del sueño también afectan negativamente el control glucémico. El sueño
insuficiente o de mala calidad reduce la sensibilidad a la insulina y deteriora la tolerancia a la glucosa,
elevando el riesgo de aparición de la diabetes tipo 2. Condiciones como la apnea obstructiva del sueño
y la falta de sueño reparador están estrechamente relacionadas con un mayor riesgo de obesidad, otro
factor crucial en la aparición de esta enfermedad. Además, la alteración del sueño repercute en múltiples
procesos biológicos implicados en la regulación metabólica, como la utilización de glucosa en el cerebro
o la respuesta a la orexina, un neurotransmisor vinculado al apetito y al balance energético. La
fragmentación del sueño y la hipoxia intermitente características comunes de la apnea del sueño
también afectan negativamente el metabolismo de la glucosa y la función endocrina (Mehrdad et al.,
2022).

Estudios recientes han demostrado que la relación entre los trastornos del sueño y la diabetes tipo 2 no
solo está mediada por cambios conductuales, sino también por alteraciones fisiológicas. El sueño de
pág. 1201
ondas lentas (SWS), una fase crucial para la regeneración celular y la regulación metabólica se ve
reducido en personas con diabetes tipo 2. Estas presentan una menor cantidad de sueño profundo, lo que
limita la capacidad del organismo para mantener niveles adecuados de glucosa. Estudios con
electroencefalograma (EEG) han evidenciado que los individuos con esta enfermedad experimentan un
mayor número de microdespertares durante la noche, interrumpiendo la continuidad del sueño profundo
(Schipper et al., 2021).

En conclusión, la diabetes tipo 2 mantiene una estrecha relación con alteraciones metabólicas que
afectan la regulación del sueño, y los trastornos del sueño, a su vez, inciden negativamente en el control
glucémico. Esta interacción bidireccional crea un círculo vicioso que dificulta tanto el manejo de la
enfermedad como el bienestar del paciente, haciendo imprescindible su abordaje integral desde una
perspectiva multidisciplinaria (Jerez et al., 2022).

METODOLOGÍA

Se realizó un estudio observacional, transversal y analítico, en el que participaron 322 pacientes con
diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2, con edades comprendidas entre los 18 y 64 años. Todos los
participantes eran derechohabientes de la Unidad de Medicina Familiar No. 40 del Instituto Mexicano
del Seguro Social, ubicada en la Ciudad de México, y aceptaron participar de forma voluntaria tras leer
y firmar el consentimiento informado.

Este estudio se realizó en conformidad con los principios éticos establecidos en la Declaración de
Helsinki, aprobada durante la 75.ª Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (AMM) en
octubre de 2024 en Helsinki, Finlandia. Asimismo, se cumplió con la normativa local e internacional
sobre ética en la investigación, obteniendo la aprobación del Comité Local de Ética.

Mediante una encuesta se recolectó información sobre sexo, edad, escolaridad, estado civil, ocupación,

tiempo de evolución de la diabetes, la existencia de algún trastorno del sueño previo, peso, talla y cifras

de glucosa central de cada participante. Se aplicó el Cuestionario de trastornos del sueño Monterrey,

herramienta en español simplificada integrada por 30 reactivos que mide la frecuencia de la diferente

sintomatología de trastornos del sueño presente durante el último mes. En ese sentido 8 reactivos se

enfocan a la medición de insomnio, 5 reactivos evalúan somnolencia excesiva diurna, 3 reactivos se

enfocan a síntomas de apnea obstructiva. Sumado a ello, para sonambulismo, síndrome de piernas
pág. 1202
inquietas, parálisis de sueño y roncar, se integran 2 reactivos para cada uno, las pesadillas, el

somniloquio, bruxismo, enuresis, consumo de medicamentos estimulantes y consumo de medicamentos

hipnóticos, se miden en un solo reactivo cada uno. Las respuestas se registran utilizando la escala Likert

de 1 (nunca), 2 (muy pocas veces), 3 (algunas veces), 4 (casi siempre) y 5 (siempre), y el puntaje total

varía de 30 a 150 puntos. Para calificar las subescalas del cuestionario y determinar el trastorno

presente, se consideró que un puntaje igual o superior a 4 o 5, que corresponden a "casi siempre" y

"siempre" respectivamente, era indicativo del diagnóstico del trastorno. El cuestionario presenta

adecuadas propiedades psicométricas, evidenciadas por coeficientes Alfa de Cronbach de 0.821 y 0.910

en sus respectivas escalas, lo que indica una alta consistencia interna y, por tanto, una alta confiabilidad

en la medición de los constructos relacionados con la salud evaluados.

Tras la interpretación de cada uno de los cuestionarios recolectados, el análisis estadístico se llevó a

cabo utilizando el programa SPSS, versión 25. Para evaluar la relación entre la diabetes y los

trastornos del sueño, se aplicó el coeficiente de correlación de Pearson, considerando un intervalo de

confianza del 95% y un margen de error del 3%.

RESULTADOS

El estudio incluyó a 322 individuos diagnosticados con diabetes mellitus tipo 2, cuyas edades oscilaron
entre los 18 y 64 años. La muestra estuvo conformada por 206 mujeres (64.0%) y 116 hombres (36.0%).
Se observó una notable variación en la participación por edad. El grupo comprendido entre los 57 y 63
años presentó frecuencias superiores a 20 personas, lo cual sugiere una mayor prevalencia de diabetes
tipo 2 en adultos de mediana y avanzada edad. La mayoría de los encuestados cuenta con estudios de
secundaria (34.2%) o bachillerato (36.3%). Un menor porcentaje indicó tener únicamente primaria
(12.7%), licenciatura (15.8%) o ningún tipo de estudios (0.9%). En cuanto al estado civil, más de la
mitad de los participantes están casados (56.8%), seguidos por quienes se identifican como solteros
(16.1%) u otras situaciones civiles no especificadas (13.7%), mientras que los porcentajes de personas
divorciadas (6.8%) y viudas (6.5%) fueron menores. Respecto a la ocupación, el grupo más numeroso
son personas empleadas (48.8%), seguido por quienes se dedican al hogar (29.2%). También se
identificaron personas jubiladas (15.5%), desempleadas (4.0%) y con otras ocupaciones no
especificadas (2.5%).
pág. 1203
El análisis reveló una alta prevalencia de trastornos del sueño en la muestra estudiada (Ver Tabla 3). El
más común fue el roncar, reportado por 127 personas (39.4%), síndrome de piernas inquietas 42 casos
(13.0%), y la ausencia de trastornos del sueño en 90 participantes (28.0%). Otros trastornos, como
somnolencia excesiva diurna, distintos tipos de insomnio, bruxismo, pesadillas y uso de medicamentos,
presentaron una frecuencia menor, oscilando entre el 0.6% y el 8.4%. En general, el 72.0% de los
participantes reportó al menos un trastorno del sueño. Estudios como los de Resnick et al. (2003) y Cho
et al. (2016) indican que entre el 50% y el 70% de los pacientes con diabetes tipo 2 presentan algún tipo
de alteración del sueño, lo cual es congruente con el 72.0% reportado en esta investigación. Dentro de
los trastornos más comunes, el roncar fue el más frecuente, lo cual también ha sido documentado
ampliamente, especialmente en relación con la apnea obstructiva del sueño (AOS). De hecho, Punjabi
(2008) estima que hasta un 58% de los pacientes con diabetes podrían presentar AOS no diagnosticada,
lo cual refuerza la importancia de considerar este tipo de alteraciones dentro del manejo integral de la
enfermedad.

El análisis por sexo mostró que algunos trastornos afectaron a mujeres y hombres de manera similar,
como la somnolencia excesiva diurna (1.9% en mujeres y 1.2% en hombres) e insomnio intermedio
(1.9% y 1.2%, respectivamente). Otros trastornos presentaron diferencias más marcadas. El insomnio
final se reportó exclusivamente en hombres (0.9%), mientras que el insomnio inicial fue más común en
mujeres (6.2%) con respecto a los hombres (2.2%). El bruxismo tuvo una prevalencia comparable en
ambos sexos (1.2% en mujeres, 1.6% en hombres). El roncar fue el trastorno más frecuente en ambos
sexos, con una mayor incidencia en mujeres (24.2%) respecto a hombres (15.2%). El síndrome de
piernas inquietas también fue más frecuente en mujeres (9.6%) que en hombres (3.4%). Las pesadillas
solo se reportaron en hombres (0.6%). El uso de medicamentos para dormir fue igual en ambos sexos
(0.3%). Además, un 18.6% de las mujeres y un 9.3% de los hombres no reportaron ningún trastorno.
Aunque no se observaron diferencias en la distribución, la prueba de χ² (p = 0.113) no indicó una
asociación estadísticamente entre el sexo y la presencia de trastornos del sueño. La literatura coincide
en que ciertos trastornos, como el insomnio y el síndrome de piernas inquietas, tienden a ser más
frecuentes en mujeres. Esta tendencia también se observó en el presente estudio, aunque las diferencias
no fueron estadísticamente significativas. Investigaciones como la de Vgontzas et al. (2001) sí reportan
pág. 1204
diferencias significativas entre hombres y mujeres, lo cual podría no haberse replicado aquí debido al
tamaño muestral o a una distribución particular de la muestra.

El análisis también mostró variaciones en la prevalencia de trastornos del sueño según el nivel educativo.
Mientras que trastornos como la somnolencia excesiva diurna estuvieron presentes en todos los niveles,
otros, como el roncar, fueron más prevalentes hasta el nivel de secundaria. Al comparar bachillerato y
licenciatura, se observó una menor frecuencia de trastornos en el grupo con educación universitaria. El
uso de medicamentos fue bajo en todos los niveles. La prueba de χ² (p = 0.205) no reveló una diferencia
entre el nivel educativo y los trastornos del sueño. Estudios como el de Chasens et al. (2007) han
establecido que los niveles educativos más bajos se asocian con una mayor prevalencia de trastornos del
sueño, especialmente en poblaciones con enfermedades crónicas. En esta investigación se identificó una
tendencia en la misma dirección, ya que los participantes con menor escolaridad reportaron con mayor
frecuencia alteraciones del sueño. No obstante, esta relación no fue significativa estadísticamente,
posiblemente debido a una menor representación de personas con niveles extremos de escolaridad, como
licenciatura o ausencia total de estudios.

Se encontró una mayor prevalencia de trastornos del sueño en personas casadas en comparación con
otros estados civiles. El roncar fue nuevamente el más reportado. Sin embargo, el análisis mediante
tablas cruzadas y la prueba de χ² (p = 0.982) no mostró una relación entre el estado civil y los trastornos
del sueño, pese a las diferencias descriptivas observadas.

Al analiza la ocupación con los trastornos del sueño, se identificó que los empleados concentraron la
mayor cantidad de casos de trastornos del suelo, seguidos por las personas dedicadas al hogar.
Desempleados y jubilados reportaron menor frecuencia (p 0.063).

Se observó que el roncar fue el trastorno más prevalente en todos los grupos según el tiempo desde el
diagnóstico (menos de 6 meses, entre 6 meses y menos de 10 años, y más de 10 años), aumentando su
frecuencia conforme aumentaba el tiempo de evolución de la enfermedad (Ver Gráfica 1).

Al aplicar la prueba x2 lineal en los trastornos del sueño con el tiempo de diagnóstico se observa una
diferencia significativa (p = 0.001). Este hallazgo es uno de los más relevantes y es consistente con
investigaciones como la de Luyster et al. (2016), donde se reporta que una mayor duración de la
enfermedad se asocia con una peor calidad del sueño, posiblemente debido a la acumulación de
pág. 1205
complicaciones metabólicas y fisiológicas a lo largo del tiempo.

El 60.2% de los participantes (n = 194) presentó descontrol glucémico, mientras que el 39.8% (n = 128)
mostró un control adecuado. Se identificó una tendencia a una mayor prevalencia de roncar, bruxismo
y síndrome de piernas inquietas en el grupo con descontrol glucémico, mientras que la ausencia de
trastornos fue más frecuente entre quienes tenían control adecuado, pero sin valor significativo p 0.053.
Esta observación está en línea con lo reportado por Cappuccio et al. (2010), quienes señalan que un mal
control metabólico podría estar asociado con alteraciones en la arquitectura del sueño, aun cuando estas
diferencias no siempre se manifiesten con significancia estadística.

Finalmente, en la muestra analizada se observó que la mayoría de los participantes no presentaban
trastornos del sueño antes de recibir el diagnóstico de diabetes (90.7%), en comparación con aquellos
que sí los tenían (9.3%) con un valor de p = 0.242.

Tabla 1. Características sociodemográficas.

Variable
Frecuencia Con trastornos del sueño
Género

Femenino
206 146 (45.3%)
Masculino
116 86 (26.7%)
Edad

18-25 años
0 0 (0%)
26-35 años
9 8 (2.4%)
36-45 años
31 23 (7.1%)
46-55 años
105 81 (25.1%)
56-64 años
177 120 (37.2%)
Estado civil

Soltero
52 41 (12.7%)
Casado
183 132 (40.9%)
Divorciado
22 14 (4.3%)
Viudo
21 12 (3.7%)
En otra situación legal
44 33 (10.24%)
pág. 1206
específica

Escolaridad

Sin estudios
3 3 (0.9%)
Primaria
41 28 (8.6%)
Secundaria
110 72 (22.36%)
Bachillerato
117 87 (27.0%)
Licenciatura
51 42 (13.0%)
Posgrado
0 0 (0%)
Ocupación

Hogar
94 56 (17.3%)
Empleado
157 125 (38.8%)
Desempleado
13 13 (4.0%)
Jubilado
50 32 (9.9%)
Otro
8 6 (1.8%)
Tiempo de diagnóstico

Menos de 6 meses
27 22 (6.8%)
6 meses a 10 años
138 101 (31.3%)
Más de 10 años
157 109 (33.8%)
Control glucémico

Si
128 96 (29.8%)
No
194 136 (42.2%)
Fuente: Encuesta realizada a adultos de la UMF 40. Febrero 2025

Tabla 2. Frecuencia de trastornos del sueño pre y post diagnóstico de diabetes tipo 2

Variable
Frecuencia Con trastorno del sueño
(posterior al diagnóstico de

diabetes)

Con trastorno del sueño previo

al diagnóstico de diabetes

30
25 (7.7%)
Sin trastorno del sueño previo

al diagnóstico de diabetes

292
207 (64.3%)
Total
322 232 (72%)
Fuente: Encuesta realizada a adultos de la UMF 40. Febrero 2025
pág. 1207
Tabla 3. Clasificación y frecuencia de los trastornos del sueño

Trastorno del sueño
Frecuencia Porcentaje
Somnolencia excesiva diurna
10 3.1%
Insomnio intermedio
10 3.1%
Insomnio final
3 0.9%
Insomnio inicial
27 8.4%
Bruxismo
9 2.8%
Roncar
127 39.4%
Piernas inquietas
42 13.0%
Pesadillas
2 0.6%
Uso de medicamentos
2 0.6%
Ninguno
90 28%
Total
322 100%
Fuente: Encuesta realizada a adultos de la UMF 40. Febrero 2025

Gráfica 1. Frecuencia de trastornos del sueño según el tiempo transcurrido desde el diagnóstico de

diabetes tipo 2

Fuente: Encuesta realizada a adultos de la UMF 40. Febrero 2025

CONCLUSIONES

En conjunto, los hallazgos del presente estudio coinciden en gran medida con lo reportado en la literatura
pág. 1208
científica, tanto en lo que respecta a la prevalencia como a los tipos de trastornos del sueño en personas
con diabetes tipo 2. Si bien muchas de las asociaciones analizadas no alcanzaron significancia
estadística, se observaron tendencias relevantes que merecen ser exploradas en mayor profundidad en
futuras investigaciones. Entre ellas, destaca de manera particular la relación entre la duración de la
enfermedad y la aparición de alteraciones del sueño, constituyéndose como uno de los hallazgos más
consistentes de este análisis.

Nuestros resultados refuerzan de forma clara la hipótesis de una interacción bidireccional entre el control
glucémico y los trastornos del sueño en pacientes con diabetes tipo 2. Por un lado, la hiperglucemia
persistente y las complicaciones asociadas a la enfermedad como la nicturia, el dolor neuropático y
los microdespertares frecuentes afectan negativamente la arquitectura del sueño, reduciendo el tiempo
en sueño profundo y fragmentando el descanso. Por otro lado, la privación de sueño o la mala calidad
de este disminuyen la sensibilidad a la insulina, elevan los niveles de hormonas contrarreguladoras
(como el cortisol y la hormona del crecimiento) y deterioran la tolerancia a la glucosa, lo que contribuye
al empeoramiento del control metabólico. De este modo, se establece un círculo vicioso en el que el
descontrol glucémico y los trastornos del sueño se retroalimentan, dificultando tanto la eficacia del
tratamiento como la calidad de vida de los pacientes.

Romper este ciclo adverso requiere incorporar de manera sistemática la evaluación de la calidad del
sueño en el protocolo de atención de la diabetes tipo 2. Esto implica el uso rutinario de instrumentos
validados como el Cuestionario de Trastornos del Sueño Monterrey, la promoción de medidas de higiene
del sueño y la implementación de terapias cognitivo-conductuales para el insomnio. Asimismo, se
recomienda la derivación oportuna a estudios especializados como la polisomnografía cuando se
sospeche la presencia de apnea obstructiva del sueño u otros trastornos que requieran un abordaje
específico. Finalmente, es crucial fomentar una coordinación multidisciplinaria entre endocrinólogos,
neumólogos y psicólogos del sueño, con el objetivo de desarrollar planes de manejo personalizados que
integren tanto el control metabólico como estrategias dirigidas a mejorar el descanso. Esta aproximación
integral permitirá optimizar el control glucémico, aumentar la adherencia al tratamiento y mejorar
significativamente la calidad de vida de los pacientes.
pág. 1209
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