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Las primeras aplicaciones móviles orientadas a la comunidad sorda, surgidas a principios de la década
de 2010, se limitaban a funcionar como diccionarios estáticos de lengua de señas, ofreciendo
traducciones básicas de palabras y frases comunes (Martínez & Sánchez, 2019). Estos recursos, aunque
valiosos como iniciativas preliminares, presentaban limitaciones significativas: interfaces poco
intuitivas, vocabulario limitado y ausencia de enfoque pedagógico estructurado.
DESARROLLO TEÓRICO.
La Lengua de Señas Mexicana (LSM) es un sistema de comunicación visual-gestual utilizado por la
comunidad sorda en México; a diferencia de los idiomas orales, la LSM se basa en una serie de signos
gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y
movimiento corporal, dotados de función lingüística, que permite expresar ideas, emociones y
pensamientos de manera completa, lo que la convierte en una herramienta esencial para la inclusión
social y cultural de las personas sordas (CNDH, 2016), antes de esto, el enfoque educativo estaba
centrado en el oralismo, lo que significaba enseñarles a leer los labios y a utilizar la voz.
A diferencia de lenguas orales, la LSM no solo se basa de signos manuales, sino que también incluye
una amplia variedad de gestos físicos, movimientos corporales y direcciones de la mirada, lo que la
convierte en una lengua con todas las propiedades lingüísticas necesarias para una comunicación
compleja y significativa. De este modo, no es solo una forma de interacción, sino también un medio de
expresión cultural, identidad y resistencia.
La insistencia en el oralismo durante años, que promovía el uso del habla y a lectura labial como métodos
principales de enseñanza para personas sordas, llevó a la marginalización de la LSM, teniendo por
enfoque educativo que las personas sordas debían aprender a hablar y leer los labios para integrarse
plenamente en la sociedad; sin embargo, no solo es un acto de justicia lingüística, sino también un paso
crucial hacia la inclusión social y cultural de las personas sordas. Por eso, al incluir citas de organismos
como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), se resalta la relevancia de reconocer la
lengua de señas como un idioma verdadero subrayando la necesidad de un enfoque educativo inclusivo
que valore y promueva la lengua de señas como una herramienta para el desarrollo integral de las
personas sordas.