TURISMO GASTRONÓMICO Y
SOSTENIBILIDAD. IMAGEN DEL DESTINO
PARA LA IDENTIDAD CULTURAL
GASTRONOMIC TOURISM AND SUSTAINABILITY:
DESTINATION IMAGE AND CULTURAL IDENTITY
Alyn del Rosario Blanco Benítez
Universidad Hipócrates, México
Yulissa Darinka Calderón Ávila
Universidad Hipócrates, México
Edwin Yepes Gonzalez
Fundación Universitaria Compensar, Colombia
pág. 2863
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17908
Turismo Gastronómico y Sostenibilidad. Imagen del Destino para la
Identidad Cultural
Alyn del Rosario Blanco Benítez1
alynblancob@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-2376-0662
Universidad Hipócrates
México
Yulissa Darinka Calderón Ávila
Yulissadcalderon@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0005-1287-0980
Universidad Hipócrates
México
Edwin Yepes Gonzalez
egyepes@ucompensar.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-9282-8918
Fundación Universitaria Compensar
Colombia
RESUMEN
El turismo se ha consolidado como una actividad estratégica para el desarrollo económico, social y
cultural de los territorios. En este contexto, el turismo gastronómico representa una modalidad relevante,
al integrar experiencias culinarias que permiten proyectar la imagen del destino, corredor o producto
turístico. Este trabajo analiza la vinculación entre gastronomía, sostenibilidad e identidad cultural,
destacando la importancia de emplear alimentos autóctonos como mecanismo para preservar
tradiciones, fortalecer la identidad local y dinamizar la economía. A lo largo del desarrollo se abordaron
conceptos clave como destino turístico, corredor y producto turístico, así como el papel de la imagen
como elemento articulador en el marketing territorial. Asimismo, se explo la gastronomía como
instrumento de valorización cultural y se subrayó la necesidad de una gestión respetuosa y sostenible
del patrimonio alimentario. Se concluye que la gastronomía, cuando se integra de forma estratégica y
responsable en el turismo, contribuye significativamente a fortalecer la imagen del lugar, a conservar
las expresiones culturales y a impulsar la economía local mediante prácticas sustentables.
Palabras clave: turismo gastronómico, identidad cultural, sostenibilidad
1
Autor principal
Correspondencia: alynblancob@gmail.com
pág. 2864
Gastronomic Tourism and Sustainability: Destination Image and Cultural
Identity
ABSTRACT
Tourism plays a crucial role in the economic, social, and cultural development of regions. Within this
framework, gastronomic tourism has emerged as a powerful tool for enhancing destination experiences.
This study explores how local cuisine, when managed sustainably, can strengthen a destination’s image,
preserve cultural traditions, and support local economies. Key tourism concepts such as destinations,
corridors, and tourism products are examined to highlight how food contributes to identity building and
marketing strategies. The responsible use of native ingredients is emphasized as a way to promote
authenticity, environmental care, and community engagement. Ultimately, gastronomy is presented as
an essential and strategic element in shaping sustainable and culturally rich tourism experiences.
Keywords: gastronomic tourism, cultural identity, sustainability
Artículo recibido 21 abril 2023
Aceptado para publicación: 26 mayo 2023
pág. 2865
INTRODUCCIÓN
El turismo constituye uno de los sectores económicos con mayor dinamismo en el escenario global,
desempeñando un papel fundamental en el desarrollo de comunidades al propiciar el intercambio
cultural, la generación de empleos y la dinamización de economías locales (García-Serna et al., 2023).
Su carácter transversal le permite relacionarse con diversas áreas de la actividad humana, ampliando su
campo de acción más allá del mero desplazamiento geográfico. Entre sus múltiples manifestaciones, el
turismo gastronómico ha adquirido un creciente protagonismo como forma de valorización cultural y
estrategia de diferenciación de los destinos, al integrar la dimensión alimentaria como experiencia
turística significativa (Hall & Gössling, 2013; Ellis et al., 2018). Este tipo de turismo no solo responde
a motivaciones sensoriales, sino que representa un canal eficaz para la transmisión de conocimientos,
prácticas ancestrales y formas de vida asociadas al territorio.
El turismo gastronómico ha sido conceptualizado como una modalidad en la que la alimentación y las
experiencias culinarias forman parte central del viaje, destacando la cocina local como un recurso
patrimonial de relevancia cultural (Kivela & Crotts, 2006). En tanto expresión tangible e intangible de
la cultura, la gastronomía se convierte en una vía para reforzar la identidad de un destino, contribuyendo
a su reconocimiento y posicionamiento en el imaginario colectivo (Bessière, 1998; Hjalager & Richards,
2002). Desde esta perspectiva, los destinos, corredores y productos turísticos pueden y deben ser
articulados con base en propuestas gastronómicas que respondan a criterios de autenticidad,
sostenibilidad y pertinencia cultural. Así, el uso de alimentos autóctonos cobra particular importancia,
al consolidarse como vehículo para la visibilización de la diversidad biocultural y la estimulación de
circuitos económicos locales (Sims, 2009).
La relación entre turismo gastronómico e identidad cultural es de carácter simbiótico, pues mientras la
gastronomía nutre la narrativa del destino y su diferenciación en un mercado competitivo, el turismo
puede contribuir a la revitalización y valorización de prácticas alimentarias tradicionales. No obstante,
esta interacción no está exenta de desafíos. La comercialización excesiva, el uso indiscriminado de
símbolos culturales o la adaptación de recetas autóctonas a estándares foráneos pueden conducir a la
desnaturalización de los patrimonios alimentarios y a procesos de folklorización (Timothy & Ron, 2013;
Hall & Sharples, 2003). Por esta razón, la promoción gastronómica debe sustentarse en principios de
pág. 2866
responsabilidad cultural, sostenibilidad ambiental y equidad económica, con el fin de evitar
externalidades negativas tanto para el medio como para las comunidades anfitrionas (Richards, 2012).
Desde la perspectiva de la sostenibilidad, resulta indispensable fomentar modelos de turismo
gastronómico que privilegien el aprovechamiento racional de recursos locales, la conservación del
entorno natural y la inclusión social. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO, 2021) ha subrayado la importancia de rescatar ingredientes autóctonos y sistemas
alimentarios tradicionales como parte de una estrategia integral de desarrollo sostenible. En
consecuencia, se hace necesario repensar las prácticas gastronómicas desde un enfoque integral, en el
que se conjuguen elementos económicos, ecológicos y culturales, con miras a consolidar un turismo más
ético, inclusivo y coherente con los principios del desarrollo.
El objetivo del presente trabajo es realizar una aproximación teórica que permita reflexionar sobre la
relevancia del turismo gastronómico sostenible en la construcción de la imagen de los destinos, con
especial atención al uso consciente de alimentos autóctonos, la conservación del patrimonio cultural y
el fortalecimiento de la identidad local. La revisión propuesta pretende ofrecer elementos de análisis
tanto para gastrónomos como para administradores turísticos, en el entendido de que la gastronomía no
solo representa una oportunidad de desarrollo, sino también una responsabilidad que implica cuidado,
conocimiento y respeto por la herencia cultural de los pueblos.
DESARROLLO
El turismo: conceptualización y relevancia económica
El turismo ha sido objeto de múltiples definiciones a lo largo del tiempo, dada su complejidad como
fenómeno económico, social, cultural y ambiental. La Organización Mundial del Turismo (UNWTO,
por sus siglas en inglés) define el turismo como “un fenómeno social, cultural y económico que implica
el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual por motivos personales,
profesionales o de negocios” (UNWTO, 2023). Esta definición engloba tanto el acto de viajar como las
interacciones económicas y culturales derivadas de dicha actividad. Así, el turismo se configura como
una práctica multidimensional que involucra a diferentes actores y sectores, desde el transporte y la
hospitalidad hasta la cultura, el comercio y la gastronomía (Goeldner & Ritchie, 2012).
Desde el punto de vista económico, el turismo representa una de las principales fuentes de ingreso para
pág. 2867
muchos países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo. Su capacidad para movilizar grandes
cantidades de capital lo convierte en una industria clave para el crecimiento económico. Según datos de
la UNWTO (2023), en 2019, antes de la pandemia por COVID-19, el turismo internacional generó
aproximadamente 1.7 billones de dólares estadounidenses en ingresos por exportaciones,
posicionándose como el tercer sector económico más importante del comercio mundial, solo detrás de
los combustibles y productos químicos. Esta cifra da cuenta del poder del turismo como generador de
divisas, permitiendo la captación de recursos externos y contribuyendo a la balanza de pagos de las
naciones receptoras (Dwyer, Forsyth & Dwyer, 2010).
Adicionalmente, el turismo es reconocido por su efecto multiplicador en la economía local, dado que
activa cadenas productivas que incluyen la agricultura, la pesca, el transporte, la producción artesanal y
el comercio minorista, entre otros (Sinclair & Stabler, 1997). A través del consumo turístico, se
promueve una dinámica económica que beneficia tanto al sector formal como al informal, especialmente
en contextos donde otras actividades económicas presentan limitaciones estructurales. Por ello, la
planificación del turismo se convierte en una herramienta estratégica para el desarrollo regional y la
reducción de desigualdades territoriales (Hall & Page, 2014).
Destino turístico, corredor turístico y producto turístico: conceptualización y distinciones
En el análisis del fenómeno turístico, resulta fundamental distinguir entre los conceptos de destino
turístico, corredor turístico y producto turístico, ya que cada uno refiere a niveles distintos de
organización y estructuración territorial y comercial del turismo.
El destino turístico es el espacio geográfico en el que se concentran diferentes atractivos y servicios
orientados a satisfacer las necesidades del visitante. Se trata de un lugar donde confluyen recursos
naturales, culturales, históricos o recreativos, acompañados de infraestructura y equipamientos capaces
de acoger la demanda turística (Buhalis, 2000). El destino se concibe, por tanto, como una unidad de
consumo que abarca tanto los elementos tangibles (alojamiento, transporte, restauración) como
intangibles (hospitalidad, imagen, identidad) que configuran la experiencia del visitante. Los destinos
pueden ser ciudades, regiones, islas o países enteros, dependiendo de su oferta y nivel de consolidación
turística.
Por su parte, el corredor turístico se entiende como una vía o ruta compuesta por varios destinos o puntos
pág. 2868
de interés, interconectados entre por razones geográficas, temáticas o de accesibilidad. Según Hall y
Page (2014), los corredores turísticos constituyen estructuras funcionales que permiten la organización
espacial del turismo y su articulación con redes de transporte y servicios. Esta categoría favorece el
desplazamiento continuo del turista por diversas zonas, optimizando su estancia y distribuyendo los
beneficios económicos entre múltiples localidades. Ejemplos representativos son las Rutas del Vino, los
Caminos de Santiago o los Corredores Mayas, los cuales integran destinos y productos bajo una misma
narrativa o experiencia temática (Richards & Wilson, 2006).
Finalmente, el producto turístico se refiere al conjunto de bienes, servicios y experiencias que una
empresa o territorio ofrece al turista como una unidad comercializable. Se compone de atractivos,
servicios complementarios, accesibilidad, hospitalidad y elementos simbólicos que, integrados,
satisfacen una expectativa o motivación de viaje (Kotler, Bowen & Makens, 2014). A diferencia del
destino, el producto turístico puede estar delimitado a una sola experiencia o servicio como una visita
guiada, una actividad gastronómica o una jornada ecoturística que se vende de manera independiente
o como parte de un paquete mayor. Su diseño requiere procesos de planificación, segmentación de
mercado y estrategias de posicionamiento, que contribuyan a su viabilidad económica y sostenibilidad
en el tiempo (Middleton, Fyall, Morgan & Ranchhod, 2009).
Estas tres categorías destino, corredor y producto no son excluyentes, sino que se interrelacionan en
la lógica del desarrollo turístico. Un destino puede incluir diversos productos, y a su vez formar parte
de un corredor más amplio. Su correcta articulación resulta esencial para la gestión eficiente de flujos
turísticos, la diversificación de la oferta y la creación de ventajas competitivas sostenibles.
Turismo gastronómico, sostenibilidad e identidad de los destinos
En el marco de la diversificación de la oferta turística, con la finalidad de concebir la calidad dentro de
los servicios, que debe ser bajo empatía, profesionalismo y cultura de servicio (Vega-Calderón et al.,
2025) el turismo gastronómico ha cobrado una relevancia creciente como modalidad especializada que
combina el disfrute culinario con la exploración cultural. Este tipo de turismo no se limita al consumo
de alimentos, sino que abarca la experiencia integral relacionada con la producción, preparación,
simbolismo y ritualización de la comida local (Hall & Sharples, 2003). De acuerdo con la Organización
Mundial del Turismo (UNWTO, 2019), el turismo gastronómico se refiere a “aquellas experiencias
pág. 2869
turísticas en las que la cultura culinaria constituye un componente fundamental de la motivación del
viaje”.
El turismo gastronómico ofrece un espacio privilegiado para el fortalecimiento de la identidad cultural,
ya que los alimentos y las prácticas culinarias son portadores de significados históricos, sociales y
simbólicos. La comida no solo alimenta; también comunica valores, saberes, costumbres y modos de
vida de una comunidad. En este sentido, Bessière (1998) sostiene que la gastronomía puede funcionar
como un marcador identitario, tanto para los habitantes locales como para los visitantes, al contribuir a
la patrimonialización de las tradiciones alimentarias.
En la construcción de la imagen turística de un territorio, la gastronomía puede constituirse en un
diferenciador estratégico. Autores como Hjalager y Richards (2002) destacan que los alimentos locales
y sus técnicas de preparación son elementos capaces de otorgar autenticidad y originalidad a la
experiencia turística. Por ejemplo, regiones como Oaxaca, Lyon, Tokio o Lima han logrado posicionarse
globalmente no solo por sus atractivos visuales, sino por la fuerza simbólica de sus cocinas regionales.
De esta forma, la identidad gastronómica se convierte en una narrativa que refuerza el imaginario
colectivo del destino.
Sin embargo, para que el turismo gastronómico contribuya efectivamente al desarrollo local y la
sostenibilidad, es indispensable adoptar enfoques responsables en su planificación. Esto implica
garantizar que los productos alimentarios promovidos sean obtenidos de manera ética, sustentable y con
respeto a las prácticas tradicionales. Sims (2009) argumenta que el uso de alimentos autóctonos puede
fortalecer las economías locales, preservar los ecosistemas y evitar la homogeneización culinaria.
Además, fomenta relaciones más equitativas entre productores, distribuidores y consumidores,
promoviendo modelos de desarrollo más justos y resilientes.
El enfoque sostenible en el turismo gastronómico también requiere evitar procesos de mercantilización
o folklorización de las cocinas locales, donde las tradiciones se descontextualizan o se presentan como
meros espectáculos para el consumo extranjero (Timothy & Ron, 2013). En lugar de imponer estándares
globalizados o adaptar la gastronomía local a los gustos foráneos, es recomendable fomentar una
experiencia auténtica basada en el respeto y la educación del visitante. Hall y Gössling (2013) subrayan
la importancia de establecer políticas y estrategias que integren la sostenibilidad ambiental, la inclusión
pág. 2870
social y la viabilidad económica en toda la cadena de valor gastronómica.
En consecuencia, el turismo gastronómico no solo debe entenderse como una oportunidad comercial,
sino también como una herramienta para el desarrollo integral del territorio, que fortalece la identidad
cultural, protege el patrimonio alimentario y contribuye a la proyección de una imagen positiva del
destino. Su adecuada gestión requiere la participación articulada de actores públicos, privados y
comunitarios, así como la formación de profesionales conscientes de los desafíos y responsabilidades
que implica la promoción turística basada en la cultura culinaria.
Gastronomía como instrumento para reforzar la identidad cultural
La gastronomía, más allá de su función nutricional, se ha convertido en una manifestación tangible del
patrimonio cultural de los pueblos. Actúa como un marcador identitario que permite a las comunidades
expresar su historia, valores, cosmovisión y formas de vida. En este sentido, la cocina local funge como
un lenguaje simbólico mediante el cual las sociedades comunican su singularidad y arraigo al territorio
(Bessière, 1998).
El consumo de alimentos típicos durante la experiencia turística contribuye a que los visitantes
reconozcan y valoren la diversidad cultural del destino. A través de la comida, el turista entra en contacto
con saberes tradicionales, prácticas rituales, técnicas culinarias heredadas y contextos sociales
específicos. Según Montanari (2006), la cocina local es una expresión condensada de la historia
económica, agrícola, climática y social de un lugar determinado, lo que la convierte en una herramienta
poderosa para reforzar el sentido de pertenencia y la identidad colectiva.
Asimismo, el turismo gastronómico ofrece una plataforma para reivindicar cocinas marginadas o
subvaloradas, dándoles visibilidad en un contexto global. En muchos casos, estas prácticas alimentarias
han sido desplazadas por modelos estandarizados o por la homogeneización de la oferta gastronómica
internacional. No obstante, en el ámbito turístico, recuperar y valorar la cocina tradicional implica no
solo conservar técnicas culinarias, sino también revitalizar lenguas, saberes ancestrales, sistemas
agrícolas y modos de organización social (Hall & Sharples, 2003).
La promoción de la gastronomía como patrimonio vivo también es respaldada por la UNESCO (2010),
que ha reconocido diversas tradiciones culinarias como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad, destacando su importancia para la cohesión social y la transmisión intergeneracional. En
pág. 2871
este contexto, la gastronomía no es un recurso más dentro de la estrategia de atracción turística, sino un
elemento estructural de la identidad de los pueblos, que al ser valorizado genera autoestima comunitaria
y fomenta el respeto intercultural.
Gastronomía con alimentos autóctonos para fomentar la cultura del lugar y preservar las
tradiciones y costumbres
El uso de alimentos autóctonos en el turismo gastronómico constituye una estrategia efectiva para
promover la cultura del lugar, conservar la biodiversidad alimentaria y preservar las tradiciones
culinarias. Los ingredientes locales, al estar ligados a prácticas agrícolas ancestrales y a condiciones
geográficas específicas, son portadores de una memoria colectiva que conecta el pasado con el presente
(Sims, 2009).
La cocina basada en productos locales promueve una experiencia gastronómica más auténtica y
coherente con el entorno cultural del destino. De acuerdo con Fonte (2008), los alimentos tradicionales
no solo remiten a sabores y aromas, sino que están asociados con técnicas de cultivo sostenibles,
calendarios agrícolas, festividades religiosas, y formas de organización comunitaria. Por tanto, su
incorporación en la oferta turística contribuye a preservar los ecosistemas socioculturales que los
originan.
Además, el uso de productos autóctonos fomenta la economía local y fortalece los vínculos entre el
turismo, la agricultura y la identidad territorial. Este enfoque se alinea con el concepto de “slow food”,
que promueve la defensa de los alimentos tradicionales y la biodiversidad alimentaria como una forma
de resistencia cultural frente a la globalización y la estandarización culinaria (Petrini, 2001). Esta
perspectiva prioriza la calidad sobre la cantidad, el respeto por el medio ambiente y la justicia en las
relaciones entre productores y consumidores.
La transmisión de recetas, técnicas y saberes gastronómicos de generación en generación constituye
también un acto de resistencia cultural frente al olvido. Las cocinas tradicionales, frecuentemente
sostenidas por mujeres, cumplen una función esencial en la construcción de las memorias familiares y
colectivas. El rescate y la visibilización de estas prácticas mediante el turismo representan un acto de
dignificación del trabajo doméstico, artesanal y comunitario (Long, 2004).
Los procesos de valorización del alimento local pueden ser canalizados a través de circuitos cortos de
pág. 2872
comercialización, festivales gastronómicos, rutas culinarias o talleres de cocina tradicional, donde los
visitantes no solo consuman sino que aprendan y participen activamente en la experiencia. De este modo,
se favorece una interacción cultural respetuosa y se garantiza la sostenibilidad social del turismo.
La imagen del destino y su proyección a través de la gastronomía
La imagen de un destino turístico constituye un constructo complejo que se forma a partir de
percepciones, experiencias, símbolos culturales y representaciones sociales, tanto objetivas como
subjetivas, que los visitantes asocian con un lugar (Echtner & Ritchie, 2003). Esta imagen se convierte
en un elemento fundamental para la competitividad del destino, al influir directamente en la decisión
del viajero respecto a su elección, estancia y experiencia turística (Pike, 2002). Dicha imagen no solo se
construye mediante la infraestructura o los atractivos naturales, sino también a través de los
componentes intangibles que le otorgan identidad, tales como las prácticas culturales, el patrimonio
simbólico y, en particular, la gastronomía.
La gastronomía, entendida como una manifestación cultural que integra saberes, técnicas, ingredientes
y costumbres alimentarias propias de una comunidad, ha ganado un lugar destacado como elemento
diferenciador y representativo de la identidad local (Richards, 2012). En este sentido, puede funcionar
como un recurso estratégico para proyectar una imagen auténtica del destino, al conectar al visitante con
narrativas sensoriales y culturales que refuerzan el sentido de lugar (Tellström, Gustafsson & Mossberg,
2006). El consumo de platillos tradicionales no solo es una experiencia gastronómica, sino también una
forma de interpretación cultural, capaz de comunicar valores, historia y modos de vida del entorno
visitado.
Asimismo, la promoción de la gastronomía local debe ser coherente con la imagen que el destino desea
proyectar. Si bien es posible diseñar estrategias de marketing territorial que posicionen un lugar a través
de su cocina, esto requiere una articulación entre los actores del sector turístico, los productores locales
y las autoridades responsables de la gestión del patrimonio (Kivela & Crotts, 2006). El uso responsable
y estratégico de los elementos culinarios autóctonos permite consolidar una imagen positiva del destino,
en tanto comunica autenticidad, sostenibilidad y respeto por la cultura local.
Además, la gastronomía puede servir como un canal para revalorizar productos locales, rescatar técnicas
tradicionales y fortalecer el orgullo identitario de las comunidades receptoras. En este proceso, no solo
pág. 2873
se proyecta una imagen hacia el exterior, sino que también se refuerza el vínculo interno de la población
con su entorno y con su legado culinario. Esta dimensión simbólica de la alimentación es central para el
turismo contemporáneo, que cada vez valora más las experiencias significativas y el consumo
responsable (Bessière, 1998).
Por tanto, la imagen del destino, lejos de ser una construcción unidimensional, puede nutrirse de la
gastronomía como eje vertebrador de discursos identitarios, experiencias sensoriales y estrategias de
desarrollo territorial. En este marco, la articulación entre imagen y gastronomía no solo responde a fines
comerciales, sino también a la necesidad de construir relatos coherentes, responsables y sostenibles que
reflejen la esencia de los territorios y su gente.
CONCLUSIONES
El turismo representa una actividad clave para el desarrollo de las regiones, al integrar aspectos
económicos, sociales, culturales y ambientales. Su capacidad de articulación con otras disciplinas
permite la diversificación de experiencias y la puesta en valor de recursos locales. Independientemente
de si se trata de un destino, un corredor o un producto turístico, la construcción de una imagen clara y
coherente es un componente fundamental dentro de las estrategias de posicionamiento y marketing, ya
que influye en la percepción del visitante y en la competitividad del lugar.
En este contexto, la gastronomía se configura como un elemento integral dentro de la oferta turística, al
conjugar dimensiones culturales, sensoriales y territoriales. Su incorporación dentro de los proyectos
turísticos permite diversificar las experiencias, aportar contenido identitario y fomentar una conexión
más profunda entre el visitante y la comunidad receptora.
A través de la gastronomía es posible reforzar la imagen del destino, fortalecer la identidad cultural, y
recuperar o preservar costumbres y tradiciones alimentarias. Asimismo, la promoción de alimentos
autóctonos contribuye al dinamismo de la economía local, a la valorización de saberes tradicionales y a
la construcción de un modelo turístico más inclusivo y sostenible. Para ello, se requiere un enfoque
respetuoso con el entorno y comprometido con prácticas responsables, que aseguren la conservación de
los recursos y el reconocimiento de las comunidades que resguardan este patrimonio.
pág. 2874
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Berno, T., & Ward, C. (2005). Restructuring and rebranding Fiji tourism: Crisis management,
sustainable practice and cultural awareness. Journal of Sustainable Tourism, 13(5), 367391.
https://doi.org/10.1080/09669580508668581
Bessière, J. (1998) Local Development and Heritage: Traditional Food and Cuisine as Tourist
Attractions in Rural Areas. Journal of the Eropean Society for Rural Sociology. 38(1); 21-34.
https://doi.org/10.1111/1467-9523.00061
Buhalis, D. (2000). Marketing the competitive destination of the future. Tourism Management, 21(1),
97116. https://doi.org/10.1016/S0261-5177(99)00095-3
Dwyer, L., Forsyth, P., & Dwyer, W. (2010). Tourism Economics and Policy. Channel View
Publications.
Echtner, C. M., & Ritchie, J. R. B. (2003). The meaning and measurement of destination image. Tourism
Management, 14(1), 3745.
https://citeseerx.ist.psu.edu/document?repid=rep1&type=pdf&doi=acbdab8d9ce90ba48e056d
42b9270aa43feeafff
Ellis, A., Park, E., Kim, S., & Yeoman, I. (2018). What is food tourism? Tourism Management, 68,
250263. https://doi.org/10.1016/j.tourman.2018.03.025
Fonte, M. (2008). Knowledge, food and place: A way of producing, a way of knowing. Sociologia
Ruralis, 48(3), 200222. https://doi.org/10.1111/j.1467-9523.2008.00462.x
García-Serna, E., Hernández-Lobato, L., y Solís-Radilla, M.M. (2023) Imagen percibida como
detonante para la innovación y competitividad empresarial en el sector turístico. Revista
Revoluciones. 5(12); 8-19. https://doi.org/10.35622/j.rr.2023.012.001
Goeldner, C. R., & Ritchie, J. R. B. (2012). Tourism: Principles, Practices, Philosophies (12th ed.).
Wiley.
Hall, C. M., & Gössling, S. (2013). Sustainable Culinary Systems: Local Foods, Innovation, and
Tourism & Hospitality. Routledge.
Hall, C. M., & Page, S. J. (2014). The Geography of Tourism and Recreation: Environment, Place and
Space (4th ed.). Routledge.
pág. 2875
Hall, C. M., & Sharples, L. (Eds.). (2003). The Culinary Tourism. Routledge.
Hjalager, A.-M., & Richards, G. (Eds.). (2002). Tourism and gastronomy. Routledge.
Kivela, J., & Crotts, J. C. (2006). Tourism and gastronomy: Gastronomy's influence on how tourists
experience a destination. Journal of Hospitality & Tourism Research, 30(3), 354377.
https://doi.org/10.1177/1096348006286797
Kotler, P., Bowen, J. T., & Makens, J. C. (2014). Marketing for Hospitality and Tourism (6th ed.).
Pearson.
Long, L. M. (2004). Culinary Tourism. University Press of Kentucky.
Middleton, V. T. C., Fyall, A., Morgan, M., & Ranchhod, A. (2009). Marketing in Travel and Tourism
(4th ed.). Routledge.
Montanari, A. (2006). Food and gastronomy as elements of regional cultural heritage: A Bibliometric
Analysis 20012020. Journal of Heritage Tourism, 1(1), 1528. https://www.mdpi.com/2071-
1050/13/22/12531
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO]. (2021). The state of
the world's land and water resources for food and agriculture Systems at breaking point. Food
and Agriculture Organization of the United Nations.
https://www.fao.org/3/cb9910en/cb9910en.pdf
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO]. (2010).
Representative List of the Intangible Cultural Heritage of Humanity.
Petrini, C. (2001). Slow Food: The Case for Taste. Columbia University Press
Pike, S. (2002). Destination image analysisa review of 142 papers from 1973 to 2000. Tourism
Management, 23(5), 541549. https://doi.org/10.1016/S0261-5177(02)00005-5
Richards, G. (2012). An overview of food and tourism trends and policies. In OECD Studies on Tourism:
Food and the Tourism Experience (pp. 1346). OECD Publishing.
https://doi.org/10.1787/9789264171923-4-en
Richards, G. (2012). Food and the tourism experience: Major findings and policy orientations. In OECD
Studies on Tourism. OECD Publishing. https://doi.org/10.1787/9789264171923-en
pág. 2876
Richards, G., & Wilson, J. (2006). Developing creativity in tourist experiences: A solution to the serial
reproduction of culture? Tourism Management, 27(6), 12091223.
https://doi.org/10.1016/j.tourman.2005.06.002
Sims, R. (2009). Food, place and authenticity: Local food and the sustainable tourism experience.
Journal of Sustainable Tourism, 17(3), 321336. https://doi.org/10.1080/09669580802359293
Sinclair, M. T., & Stabler, M. (1997). The Economics of Tourism. Routledge.
Tellström, R., Gustafsson, I.-B., & Mossberg, L. (2006). Consuming heritage: The use of local food
culture in branding. Place Branding, 2(2), 130143.
https://doi.org/10.1057/palgrave.pb.5990051
Timothy, D. J., & Ron, A. S. (2013). Heritage Cuisines, Regional Identity, and Sustainable Tourism.
Routledge.
Timothy, D. J., & Ron, A. S. (2013). Understanding heritage cuisines and tourism: Identity, image,
authenticity, and change. Journal of Heritage Tourism, 8(23), 99104.
https://doi.org/10.1080/1743873X.2013.767818
United Nations World Tourism Organization [UNWTO] (2019). Guidelines for the Development of
Gastronomy Tourism. Organización Mundial del Turismo. https://www.e-
unwto.org/doi/book/10.18111/9789284420957
Vega Calderón , A. A., García-Serna, E., & Sotelo Navarrete, A. (2025). Reflexión sobre la Importancia
de Implementar el Sistema de Gestión de la Calidad en Laboratorios. Ciencia Latina Revista
Científica Multidisciplinar, 9(2), 4637-4650. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i2.17242