pág. 2998
ASOCIACIÓN DEL SÍNDROME DE BURNOUT Y
LA AUTOMEDICACIÓN EN EL PERSONAL DE
SALUD EN LA UMF 3
ASSOCIATION OF BURNOUT SYNDROME AND SELF-
MEDICATION IN HEALTH PERSONNEL AT UMF 3
Adriana Jaqueline Gutiérrez Cruz
Residente Medicina Familiar
Miguel Ángel Núñez Calvillo
Especialidad: Medicina Familiar

pág. 2999
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.17921
Asociación del Síndrome de Burnout y la automedicación en el personal de
Salud en la UMF 3
Adriana Jaqueline Gutiérrez Cruz1
dra.salud27@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-1228-0574
Residente Medicina Familiar
UMF 03-IMSS
México
Miguel Ángel Núñez Calvillo
dr.miguelnc82@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-7261-0332
Especialidad: Medicina Familiar
UMF 03 - IMSS
México
RESUMEN
El personal de salud en unidades de medicina familiar presenta alguna dimensión del síndrome de
Burnout, como agotamiento emocional, despersonalización y realización personal. Se investigó su
posible relación con la automedicación. El objetivo fue establecer la asociación entre el síndrome de
Burnout y la automedicación en el personal de salud de la Unidad de Medicina Familiar 3. Se realizó un
estudio no experimental, prospectivo, transversal y descriptivo en 149 individuos, aplicando el MBI. Se
analizaron variables como género, edad, estado civil, hijos, categoría laboral, trabajo en otra institución,
turno, automedicación y dimensiones del Burnout. Se usaron pruebas estadísticas 2 y T-Student. El
75.8% de los encuestados fueron mujeres, con una edad promedio de 37.9 años; el 55% eran solteros y
el 55.7% tenía hijos. El 24.8% eran asistentes médicas, el 83.9% solo trabajaba en esta institución y el
53.7% en turno matutino. El 59.7% admitió automedicarse sin un grupo farmacológico específico. El
61.1% presentó agotamiento emocional. No se encontró una relación estadísticamente significativa entre
Burnout y automedicación (p=0.97), ni entre automedicación y género o edad. Se concluyó que, aunque
no hubo asociación entre Burnout y automedicación, el agotamiento emocional fue la manifestación más
frecuente.
Palabras clave: síndrome de burnout, agotamiento, despersonalización, realización personal,
automedicación
1 Autor principal
Correspondencia: dra.salud27@gmail.com

pág. 3000
Association of Burnout Syndrome and self-medication in Health personnel
at UMF 3
ABSTRACT
Healthcare personnel in family medicine units exhibit various dimensions of burnout síndrome, such as
emotional exhaustion, depersonalization, and reduced personal accomplishment. This study investigated
the potential relationship between burnout síndrome and self-medication. The objective was to establish
an association between burnout síndrome and self-medication among healthcare workers at Family
Medicine Unit 3. A non-experimental, prospective, cross-sectional, and descriptive study was conducted
with 149 participants, using the Maslach Burnout Inventory (MBI). Variables such as gender, age,
marital status, children, job category, working at another institution, shift, self-medication, and burnout
dimensions were analyzed. Statistical tests used included χ² and Student’s T-test. Of the respondents,
75.8% were women, with an average age of 37.9 years; 55% were single, and 55.7% had children. The
sample included 24.8% medical assistants, 83.9% worked only at this institution, and 53.7% worked the
morning shift. Additionally, 59.7% admitted to self-medicating without a specific pharmacological
group. Emotional exhaustion was present in 61.1% of participants. No statistically significant
relationship was found between burnout and self-medication (p=0.97), nor between self-medication and
gender síndro. It was concluded that although no association was found between burnout and self-
medication, emotional exhaustion was the most prevalent manifestation.
Keywords: burnout syndrome, exhaustion, depersonalization, personal accomplishment, self-
medication
Artículo recibido 11 mayo 2025
Aceptado para publicación: 12 junio 2025

pág. 3001
INTRODUCCION
El término Burnout fue mencionado por primera vez en 1961 con la publicación A Burnout Case de
Graham Greene, donde se relata la historia de un arquitecto que, al sentirse frustrado con su trabajo,
decide huir a la selva africana en busca de felicidad. Desde entonces, comenzó a identificarse el
agotamiento relacionado con el ámbito laboral. Más adelante, en 1974, el psiquiatra estadounidense
Herbert Freudenberger retomó el concepto y llevó a cabo estudios en una clínica donde trabajaban
voluntarios. Observó que, después de un año, muchos de ellos mostraban signos de fatiga extrema,
disminución de energía y síntomas de agotamiento que podían derivar en ansiedad y depresión. Además,
evidenciaban una falta de motivación que impactaba en su trato con los pacientes y con sus propios
compañeros de trabajo, manifestando apatía e incluso comportamientos agresivos (Lovo, 2020).
En 1981, Maslach y Jackson definieron el Síndrome de Burnout, caracterizándolo por tres aspectos
principales en el ámbito laboral. Este síndrome surge como respuesta a una alta demanda emocional,
generando insatisfacción y una sensación de fracaso personal que afecta tanto la satisfacción laboral
como el desarrollo profesional, personal y las relaciones sociales. Su impacto varía según la
vulnerabilidad de cada grupo, siendo el personal de enfermería uno de los más afectados debido al escaso
reconocimiento de su labor, la sobrecarga de trabajo, la falta de estabilidad en los turnos, la baja
remuneración y la exposición a diversos riesgos. También los médicos, desde su formación hasta el
ejercicio especializado, pueden padecerlo debido a las exigencias de su profesión. (Muñoz et al., 2018).
En 2019, México incorporó el Síndrome de Burnout a la 11ª Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE-11) como un fenómeno ocupacional relacionado con factores estresantes en el
entorno laboral. La OMS retomó la definición de Maslach y Jackson, describiéndolo como "el resultado
del estrés crónico en el trabajo que no se ha gestionado con éxito". En 2000, la OMS reconoció el
Burnout como un problema derivado de diversas condiciones ambientales y laborales, más allá de
factores personales (Palacios Nava et al., s.f.).
Los médicos en formación enfrentan un estrés constante debido a la rápida adquisición y aplicación del
conocimiento. En 2011, se reportaron 157 médicos por cada 100,000 habitantes, con un mayor
incremento de especialistas (65%) frente a médicos generales y familiares (35%), concentrándose en
Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo León. Dadas las condiciones del sistema de salud

pág. 3002
en México, los médicos especialistas tienen un alto riesgo de padecer Burnout. (Rosas-Navarro et al.,
2020).
En 2021, un estudio de Medscape encuestó a 12,000 médicos de 29 especialidades y encontró una alta
prevalencia de Burnout en médicos de cuidados intensivos (51%), reumatología, enfermedades
infecciosas y urología (49%), y neumología (48%). Además, el 13% de los médicos reportaron haber
tenido ideas suicidas en algún momento. (Chavarría Islas et al., 2017).
En 2020, la OCDE reportó que México es el país con más horas laborales anuales, con aproximadamente
2,250 horas, superando a países como Costa Rica, Rusia y Estados Unidos. En 2014, en Guanajuato, se
registraron 7 muertes súbitas por Burnout. Un estudio realizado en 2017-2018 en 12 hospitales públicos
reveló que, aunque no se observó Burnout en médicos, el personal de enfermería presentó un 54.5% de
baja realización personal, 36.4% de agotamiento emocional y 22.7% de despersonalización. (Aguilar
Camacho et al., 2020).
El Informe Nacional de Agotamiento y Suicidio de Médicos de Medscape (2020) clasificó la incidencia
del agotamiento en 29 especialidades médicas. Las especialidades con mayor agotamiento fueron
urología (54%), neurología (50%) y nefrología (49%). Las especialidades con menor agotamiento
fueron cirugía general (35%), psiquiatría (35%) y ortopedia (34%). La anestesiología tuvo una
incidencia del 41%, medicina de urgencias del 43%, y la atención crítica del 44%. (De Hert, 2020).
El Síndrome de Burnout se asocia tanto con agotamiento como con deterioro cognitivo. Ante un factor
estresante, el cuerpo responde a través del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal y el sistema nervioso
autónomo, lo que eleva la frecuencia cardiaca y la presión arterial, y libera adrenalina y noradrenalina,
generando una respuesta de "lucha o huida". Este estrés activa el sistema límbico, liberando cortisol y
provocando cambios endocrinos e inmunológicos, incluyendo una respuesta inflamatoria. (Bayes,
Tavella, & Parker, 2021).
Entre 2012 y 2018, se observó que los factores más relevantes para desarrollar el Síndrome de Burnout
incluyen la permanencia de más de 10 años en el mismo trabajo (43.4%), jornadas nocturnas y turnos
de 12 a 36 horas (47.8%), y el salario (17.3%). Aunque estar casado y tener hijos puede influir debido a
la carga laboral, algunos autores consideran estos factores de menor relevancia. (Álvarez Mena et al.,
2019).

pág. 3003
Entre 2017 y 2018, un estudio en el Hospital Centro Médico ABC reportó un aumento del 15.9% en el
riesgo de Burnout en personal con enfermedades crónico-degenerativas. Además, el 2.8% del personal
usaba medicamentos para dormir, principalmente ansiolíticos (2.2%). También se observó un consumo
de sustancias en el 25.3% de los empleados, siendo predominantes la marihuana (58.7%), los
estimulantes (27.7%) y el alcohol. (Yunuén et al., s.f.).
El burnout no es una enfermedad, pero afecta la salud mental y deteriora diversos sistemas del cuerpo,
como el musculoesquelético, respiratorio, cardiovascular, endocrino e inmunológico. Se reconoce como
un patrón bidimensional, que incluye agotamiento e indiferencia laboral. Según un modelo de Russell,
se puede ubicar en el cuadrante donde se combinan baja energía y bajo placer, resultando en cuatro
efectos psicológicos. (Juárez-García, 2020).
El síndrome de burnout se caracteriza por agotamiento emocional (fatiga mental y física),
despersonalización (actitudes negativas y pensamientos) y falta de realización personal (descontento
con el trabajo y falta de competencia). (Singh, Volner, & Marlowe, 2023).
Existen varios instrumentos para medir el burnout, como la Staff Burnout Scale for Health Professionals
(1980), el Burnout Measure (1981) y el Maslach Burnout Inventory (1986), siendo este último el más
utilizado y reconocido internacionalmente, evaluado en más del 90% de los estudios. (Gilla, Giménez,
Moran, & Olaz, 2019).
El cuestionario, que toma de 10 a 15 minutos, mide tres aspectos del burnout: cansancio emocional (9
preguntas, puntuación máxima 54), despersonalización (5 ítems, puntuación máxima 30) y baja
realización personal (8 ítems, puntuación máxima 48), evaluando actitudes y funciones profesionales.
(Fajardo-Lazo, Mesa-Cano, Ramírez-Coronel, & Rodríguez Quezada, 2021).
La escala, con validez y fiabilidad entre 0,75 y 0,90, evalúa tres dimensiones del burnout con puntos de
corte: Cansancio Emocional (CE): bajo ≤ 18, medio 19-26, alto ≥ 27; Despersonalización (DP): bajo ≤
5, medio 6-9, alto ≥ 10; Baja realización personal (RP): baja ≤ 33, media 34-39, alta ≥ 40.
Las puntuaciones altas en CE y DP y baja en RP indican la presencia del síndrome, considerándose una
variable continua. (Moreira & de Lucca, 2020).
La automedicación implica el uso de medicamentos sin receta, especialmente de los grupos 5 y 6,
conocidos como "venta libre" o de "libre acceso". Estos medicamentos pueden adquirirse en farmacias

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o incluso sin especialización, siempre que se brinde información sobre precauciones y dosificación.
(Automedicación y autoprescripción, s.f.).
En un estudio realizado en 2018 en Andalucía, España, se encontró una relación entre el uso de
ansiolíticos y antidepresivos y el síndrome de Burnout en personal de enfermería. El uso de ansiolíticos,
como diazepam y lorazepam, aumentó con la presencia de comorbilidades como ansiedad, depresión y
trastornos del sueño. También se observó una relación positiva entre el uso de estos medicamentos y el
desarrollo de Burnout. (Martos Martínez et al., 2021).
El tratamiento del síndrome de Burnout se basa en un protocolo con 4 fases descritas por Hamming:
Crisis: El paciente reconoce la gravedad de los problemas;Recuperación: Se aplican técnicas fisiológicas
como ejercicios de relajación y actividad física; Prevención: Se adquieren habilidades y conocimientos
para prevenir recaídas; Crecimiento: Se mejora la calidad de vida del paciente. (van Dam, 2021).
El ausentismo no programado en el IMSS afecta la productividad y calidad de los servicios médicos,
generando una sobrecarga laboral y disconformidad entre los derechohabientes. Las ausencias pueden
ser causadas por enfermedades, licencias o faltas injustificadas, lo que impacta negativamente en la
productividad, con pérdidas anuales de hasta $16,000 millones. En 2020, el IMSS reportó un incremento
en las consultas diarias y un aumento de la carga laboral. El síndrome de Burnout es un problema
creciente en el sector salud, y se están implementando medidas preventivas a través de los Servicios de
Prevención y Promoción de la Salud para Trabajadores del IMSS. La prevención de este síndrome
incluye estrategias primarias, secundarias y terciarias, con el objetivo de evitar complicaciones graves
y fomentar el apoyo entre colegas o profesionales de salud mental.
METODOLOGIA
Este estudio no experimental, observacional, prospectivo y descriptivo tiene como objetivo analizar la
relación entre el síndrome de Burnout y la automedicación en el personal de salud de la UMF 3 "La
Joya" de ambos turnos y cualquier edad, que participó voluntariamente tras otorgar su consentimiento
informado y sin estar de incapacidad, vacaciones o bajo tratamiento médico para enfermedades
mentales. El investigador aplicó el cuestionario de Maslach, que consta de 22 ítems divididos en tres
dimensiones: agotamiento emocional (9 ítems), despersonalización (5 ítems) y realización personal (8
ítems), valorados en una escala Likert de 0 a 6. Las puntuaciones máximas son 54 para agotamiento
pág. 3005
emocional, 30 para despersonalización y 48 para realización personal. Y un segundo cuestionario para
identificar la frecuencia de automedicación y los medicamentos usados. Los datos fueron recopilados y
analizados usando SPSS y Excel, y se presentaron en tablas y gráficos. El estudio siguió los lineamientos
éticos correspondientes, garantizando la confidencialidad de los datos y el consentimiento informado de
los participantes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En el estudio realizado a una muestra de 149 individuos, encontramos los siguientes resultados, con
respecto al género se obtuvo que el 75.8% (n=113 participantes) corresponde a mujeres y el 24.2%
(n=36 participantes) corresponde a hombres. (Tabla 1) En relación a la distribución de edades, se
observa una media de 37.9 años, con una desviación estándar de 8.43. (Grafica 1 y Tabla 2)
Tabla 1. Género
Grafica 1. Edad
PORCENTAJE FRECUENCIA
MASCULINO 24.2 % 36
FEMENINO 75.8% 113

pág. 3006
Tabla 2. Distribución de Edad de la Muestra
La mayoría de los participantes se encuentran solteros 55% (n=82), seguida de las personas casadas
36.2% (n=54) y en unión libre es menor 8.7% (n=13). En relación a la pregunta sobre si tienen hijos, el
55.7% (n=83) respondió afirmativamente y el 44.3% negativamente. (n=44.3). La muestra del estudio
estuvo compuesta exclusivamente por personal de salud de la institución, que incluían asistentes
médicas 24.8% (n=37), personal de enfermería 18.8% (n=28), médicos familiares 16.1% (n=24),
residentes de medicina familiar 14.1% (n= 21), personal de laboratorio 8.7% (n=13), trabajo social 6.7%
(n=10), pasante de medicina 4% (n=6), medico no familiar 3.4% (n=5), estomatología 2% (n=3), y con
el mismo porcentaje .7% (n=1) jefe de servicio y directivo. (Gráfica 2).
Grafica 2. Categorías contractuales
En cuanto a la jornada se encontró que el 83.9% (n=125) de los trabajadores cumplen con una jornada
laboral en nuestra institución, mientras que el 16.1% (n=24) refieren laborar en otra institución. Al
analizar la distribución por turno, se encontró que el turno matutino concentró el mayor número de
trabajadores 53.7% (n=80), seguido del vespertino 30.2% (n=45) y, por último, el turno mixto 16.1%
(n=24). El 59.7% (n=89) reconoció la práctica de la automedicación, es decir, el consumo de fármacos
sin prescripción médica entre ellos analgésico, antibiótico, antihistamínicos, antidepresivos sin
0
5
10
15
20
25
30
35
40
n=
n=
EDAD
MEDIA 37.93
DESV. ESTANDAR 8.43

pág. 3007
enfocarse a un grupo en específico. Sin embargo, un 40.3% (n=60) afirmó no recurrir a esta práctica.
(Grafica. 3)
Grafica 3. Automedicación en la población de la UMF3
El síndrome de Burnout afectó al 20.1% (n=30) de nuestra muestra y el 79.9% (n=119) restante no
presentó síntomas claros; en cuanto al instrumento que se utilizó (MBI) se observó que en el 61,1%
(n=91) resultaron con agotamiento emocional; el 34.9% (n=52) presentó signos de despersonalización
y por último el 12.8 % (n=19) con realización personal. (Tabla3)
Tabla. 3 Dimensiones De Burnout
En relación a los puntajes obtenidos entre la interpretación de la escala de Maslash, se encontró que el
37.5% de médicos familiares tienen manifestaciones compatibles con burnout, así como personal de
enfermería 32.1%, asistente medico 16.2%, laboratorio 15.3%, pasante de medicina 33.3%, residente de
medicina familiar 4.7% , trabajo social 10%. (Tabla. 4)
60% Si
Automedicacion
40% No
Automedicacion
AUTOMEDICACION
AGOTAMIENTO
% (n= 149)
DESPERSONAIZACION REALIZACION
PERSONAL
NO Burnout 38.9 (58) 65.1 (97) 87.2 (130)
SI Burnout 61.1 (91) 34.9 (52) 12.8 (19)

pág. 3008
Tabla. 4. Tabla cruzada: Burnout y personal de salud
Al realizar el análisis inferencial encontramos que la asociación entre el síndrome de Burnout y la
automedicación la cual se realizó mediante los coeficientes de correlación Phi y V de Cramer, sugiere
que ambas variables son independientes entre sí (p=0.97) es decir que no existe una relación
estadísticamente significativa. (Tabla 5)
Tabla 5. Asociación del síndrome de burnout y automedicación
Al analizar la relación entre las dimensiones del burnout y la automedicación a través de los coeficientes
Phi y V de Cramer, se observó que los valores obtenidos fueron muy bajos (entre -0.109 y 0.122) y no
alcanzaron significancia estadística. Esto indica que no existe una asociación relevante entre el alto nivel
de agotamiento, la despersonalización o la baja realización personal con la práctica de automedicarse.
(Tabla 6)
SI BURNOUT TOTAL
CATEGORIA
Enfermería 32.1% 28
Medicina familiar 37.5% 24
Asistente medico 16.2% 37
Laboratorio 15.3% 13
Pasante de medicina 33.3% 6
Residente de MF 4.7% 21
Trabajo social 10% 10
Categorías restantes 10% 10
Total 149
VALOR SIGNIFICANCIA APROXIMADA
Phi -.003 .973
V de Cramer .003 .973
N. de caos validos 149 149

pág. 3009
Tabla 6. Asociación automedicación y sus 3 dimensiones
Al comparar los niveles de automedicación entre hombres y mujeres utilizando una prueba t de Student,
se obtuvo un valor de p de 0.087 (t= 1.366) el cual demostró que no alcanzó el nivel de significancia
estadística. Estos resultados sugieren que el género no es un factor que influya de manera significativa
en la práctica de la automedicación. Al realizar la prueba t de Student, encontramos que la edad no
representa significancia estadística con la práctica de la automedicación (p = 0.391) (t= -.276). Esto
indica que, al menos en nuestra muestra, personas de diferentes edades tienen una probabilidad similar
de automedicarse. Sin embargo, es importante considerar que otros factores podrían influir en esta
conducta.
DISCUSION
Diversos estudios, como los reportados en el International Journal of Interdisciplinary Studies en 2021
y el realizado por Hacer y Ali, han documentado que el síndrome de burnout es prevalente entre los
profesionales de la salud, especialmente en mujeres jóvenes. Estos estudios identifican factores clave
como las largas jornadas laborales y la baja satisfacción laboral como principales contribuyentes al
desarrollo de este síndrome. En nuestro estudio, la muestra estuvo compuesta principalmente por
mujeres (75.8%) con una edad promedio de 37 años, lo que coincide con las características demográficas
reportadas en el estudio de 2021. Aunque dicho estudio no especificó la edad exacta, la muestra de
nuestra investigación puede considerarse como predominantemente joven.
En un meta-análisis de 23 estudios realizados en Iberoamérica en 2019, que incluyó a 3516 participantes,
de los cuales 1814 eran profesionales de la salud, se observó una mayor prevalencia del síndrome de
burnout en médicos residentes (45.88%) y médicos generales (42.5%) en comparación con los
especialistas (35.66%). En nuestra investigación, dada la naturaleza de la UMF, con un menor número
de especialistas, se encontró que el 24.8% de los participantes eran asistentes médicos, el 18.8%
Agotamiento Despersonalización Realización personal
Phi 0.122 -0.27 -0.109
V de Cramer 0.122 0.27 0.109
Significancia aproximada 0.136 0.742 0.184

pág. 3010
enfermeras, el 16.1% médicos familiares, y el 14.1% residentes de medicina familiar. Estos datos
reflejan una baja prevalencia de burnout en los médicos familiares y residentes, en comparación con los
médicos generales y residentes en otros contextos.
Respecto al estado civil, solo un pequeño porcentaje de los estudios revisados (13%) considera que el
estado civil es un factor influyente en el desarrollo del síndrome de burnout, mientras que el 87% restante
no lo considera relevante. En nuestro estudio, la mayoría de los participantes (55%) eran solteros, y un
36.2% estaba casado. En cuanto a la presencia de hijos, dos artículos (8.6%) sugieren que la carga
familiar podría influir en el desarrollo de burnout, mientras que la mayoría no encontró una relación
significativa entre esta variable y el síndrome.
El Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM recopiló un estudio realizado
en Ecuador con 224 encuestas, en el que se reportó que el agotamiento emocional era predominante en
médicos (78.15%) y enfermería (63.02%), seguido por la despersonalización (72.61% en médicos y
65.63% en enfermería). En cuanto a la realización personal, una gran proporción de estos trabajadores
mostró niveles adecuados (85.41% en médicos y 78.09% en enfermería). Comparando estos hallazgos
con los de nuestro estudio, que incluyó una muestra más pequeña (149 participantes, de los cuales solo
9 eran enfermeras), encontramos una prevalencia del síndrome de burnout del 10.1%. En términos de
dimensiones específicas, la despersonalización fue la manifestación más prevalente (61.1%), seguida
por el agotamiento emocional (34.95%) y la baja realización personal (12.8%). A pesar de la diferencia
en el tamaño de las muestras y el contexto, estos hallazgos coinciden en la prevalencia del burnout,
aunque con una menor intensidad de los síntomas en nuestra muestra.
En cuanto a la relación entre trabajar en múltiples instituciones y el burnout, el estudio de Arteaga-
Romani identificó este factor como un riesgo para el desarrollo del síndrome. En nuestra muestra, solo
el 16.1% de los participantes laboraba en más de una institución, lo que sugiere que, aunque en menor
proporción, esta característica podría contribuir al aumento de la prevalencia del burnout.
Finalmente, aunque Arteaga-Romani investigó la conexión entre el consumo de fármacos psicotrópicos
y el burnout, nuestros hallazgos sugieren que no existe una relación significativa entre estas variables
en el contexto de nuestra muestra. Esto indica que el síndrome de burnout en nuestra población no se

pág. 3011
asocia de manera estadísticamente significativa con el uso de medicamentos psicotrópicos, como
ansiolíticos o antidepresivos, relacionados con cuadros ansiosos o depresivos.
CONCLUSIONES
Los resultados de este estudio no respaldan la hipótesis alterna que planteaba una asociación entre el
síndrome de burnout y la práctica de la automedicación en los pacientes de la Unidad de Medicina
Familiar 03. Ya que se encontró una V Cramer de 0.03 lo cual no representa una significancia estadística.
Es decir, los profesionales de la salud que experimentan burnout no son más propensos a automedicarse
que aquellos que no lo padecen.
El estudio destaca la importancia de abordar el agotamiento emocional del personal de salud mediante
programas de intervención enfocados en su bienestar. A pesar de las limitaciones como el tamaño de
muestra, se propone un plan integral que incluye talleres mensuales de gestión del estrés, programas de
apoyo emocional y actividades adaptadas a las necesidades del personal.
Se enfatiza la necesidad de fomentar un ambiente laboral empático y respetuoso, con canales de
comunicación efectivos y una distribución equitativa de la carga de trabajo. También se plantea la
implementación de evaluaciones sistemáticas del burnout en unidades de medicina familiar para
identificar riesgos, diseñar estrategias preventivas y promover buenas prácticas. Además, se sugiere
considerar evaluaciones nutricionales personalizadas para abordar los efectos del burnout en la salud
física y mental
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