LA DIVERSIDAD EN EL AULA PARA
EL APRENDIZAJE
DIVERSITY IN THE CLASSROOM FOR LEARNING
MSc. Enny Maylín Vélez Castro
Investigador Independiente
MSc. Ernesto Marcelo Vidal Velásquez
Investigador Independiente
Dra. Elizabeth Katherine Chancay Cevallos
Investigador Independiente
MSc. Elena Annabel Zambrano Muñoz
Investigador Independiente
MSc. Gustavo Fabricio Calvache Cevallos
Investigador Independiente

pág. 3875
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18016
La Diversidad en el Aula para el Aprendizaje
MSc. Enny Maylín Vélez Castro1
enny.velez@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0009-4453-880X
Investigador Independiente
MSc. Ernesto Marcelo Vidal Velásquez
marcelovidalv@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-2315-0392
Investigador Independiente
Dra. Elizabeth Katherine Chancay Cevallos
katharinach1@yahoo.es
https://orcid.org/0000-0003-4731-6662
Investigador Independiente
MSc. Elena Annabel Zambrano Muñoz
elenazamu_18@outlok.com
https://orcid.org/0000-0001-5958-6921
Investigador Independiente
MSc. Gustavo Fabricio Calvache Cevallos
fabriciocalvache@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-4950-6667
Investigador Independiente
RESUMEN
El presente artículo analiza el papel de la diversidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje,
resaltando su valor como un elemento enriquecedor dentro del aula. En un mundo globalizado y
multicultural, la diversidad es reconocida como una oportunidad para promover el pensamiento crítico,
la creatividad y la resolución de problemas. Se entiende por diversidad la variedad de características
individuales, sociales y culturales que coexisten en un grupo, como el origen étnico, género, nivel
socioeconómico, capacidades, creencias y estilos de aprendizaje. Lejos de representar una dificultad, la
diversidad bien gestionada permite fortalecer entornos educativos inclusivos, equitativos y respetuosos.
El marco teórico profundiza en los distintos tipos de diversidad —cultural, étnica, social y cognitiva—
y en cómo estos influyen en el diseño de estrategias pedagógicas adaptadas. Reconocer y valorar la
diversidad fomenta habilidades socioemocionales, participación activa y actitudes respetuosas.
Asimismo, se sostiene que la diversidad puede convertirse en una herramienta poderosa para el
aprendizaje significativo, al conectar conocimientos nuevos con experiencias previas y promover el
diálogo intercultural. Aulas diversas permiten abordar los contenidos desde enfoques múltiples,
fortaleciendo el aprendizaje cooperativo y el pensamiento flexible. La metodología empleada en este
estudio es de enfoque cuantitativo, basada en una encuesta con escala Likert aplicada a 20 docentes de
diferentes contextos educativos. El objetivo fue identificar percepciones, prácticas y estrategias frente
a la diversidad. El análisis de los resultados revela que la mayoría de los docentes valora positivamente
la diversidad como fuente de enriquecimiento pedagógico. Un 80% la considera un aporte valioso al
aprendizaje, aunque un 15% la percibe como un reto difícil de manejar. No obstante, ningún docente la
ve como un obstáculo insalvable. El 100% de los docentes adapta sus estrategias didácticas en alguna
medida para atender a la diversidad, aunque el 60% lo hace solo ocasionalmente, principalmente por
falta de capacitación y recursos. Además, un 65% reporta un nivel medio de conocimiento sobre
educación inclusiva, lo que evidencia la necesidad de formación continua. Las barreras identificadas —
como la escasez de recursos y de actualización docente— limitan la aplicación efectiva de metodologías
inclusivas.
Palabras clave: diversidad, enseñanza-aprendizaje, inclusión, competencias del siglo XXI, innovación
educativa
1 Autor principal
Correspondencia: enny.velez@hotmail.com

pág. 3876
Diversity in the Classroom for Learning
ABSTRACT
This article analyzes the role of diversity in teaching and learning processes, highlighting its value as
an enriching element within the classroom. In a globalized and multicultural world, diversity is
recognized as an opportunity to promote critical thinking, creativity, and problem-solving. Diversity is
understood as the variety of individual, social, and cultural characteristics that coexist within a group,
such as ethnic origin, gender, socioeconomic status, abilities, beliefs, and learning styles. Far from
representing a difficulty, well-managed diversity strengthens inclusive, equitable, and respectful
educational environments. The theoretical framework delves into the different types of diversity—
cultural, ethnic, social, and cognitive—and how they influence the design of adapted pedagogical
strategies. Recognizing and valuing diversity fosters socio-emotional skills, active participation, and
respectful attitudes. It also argues that diversity can become a powerful tool for meaningful learning,
connecting new knowledge with previous experiences and promoting intercultural dialogue. Diverse
classrooms allow for a multifaceted approach to content, strengthening cooperative learning and
flexible thinking. This study used a quantitative methodology based on a Likert-scale survey
administered to 20 teachers from different educational settings. The objective was to identify
perceptions, practices, and strategies regarding diversity. Analysis of the results reveals that the majority
of teachers positively value diversity as a source of pedagogical enrichment. Eighty percent consider it
a valuable contribution to learning, although 15% perceive it as a difficult challenge to manage.
However, no teacher sees it as an insurmountable obstacle. One hundred percent of teachers adapt their
teaching strategies to some extent to address diversity, although 60% do so only occasionally, mainly
due to a lack of training and resources. Furthermore, 65% report an average level of knowledge about
inclusive education, highlighting the need for ongoing training. The identified barriers—such as a lack
of resources and teacher training—limit the effective application of inclusive methodologies.
Keywords: diversity, teaching and learning, inclusion, 21st-century competencies, educational
innovation
Artículo recibido 05 mayo 2025
Aceptado para publicación: 30 mayo 2025

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INTRODUCCIÓN
La educación se enfrenta al desafío de preparar a los estudiantes para un mundo cada vez más
globalizado, interconectado y diverso. En este contexto, la diversidad en las aulas ha adquirido una
importancia creciente, siendo reconocida como un elemento clave para enriquecer los procesos de
enseñanza y aprendizaje (Rodríguez, 2025).
La diversidad puede entenderse como la variedad de características individuales, sociales y culturales
presentes en un grupo, incluyendo aspectos como el origen étnico, el género, la clase social, las
capacidades, las creencias y las formas de pensar (Tocasuche et al., 2023). Estas diferencias aportan
una riqueza de perspectivas y experiencias que, si son adecuadamente gestionadas, pueden tener un
impacto positivo en el desarrollo académico y personal de los estudiantes.
Diversos estudios han explorado los beneficios de la diversidad en el ámbito educativo. Por ejemplo, se
ha encontrado que la exposición a la diversidad fomenta el pensamiento crítico, la creatividad y la
capacidad de resolver problemas de manera innovadora (Quiroz & Santana, 2025).
No obstante, también se han identificado desafíos y barreras que pueden limitar los beneficios de la
diversidad en el aula, como la persistencia de prejuicios, estereotipos y prácticas de exclusión (Sornoza,
2025). Por lo tanto, es crucial comprender cómo aprovechar el potencial de la diversidad y transformar
estos desafíos en oportunidades de aprendizaje.
El presente artículo tiene como objetivo evaluar el papel de la diversidad en los procesos de enseñanza
y aprendizaje, analizando sus implicaciones y beneficios desde una perspectiva académica y
socioeducativa. A través de una revisión sistemática de la literatura, se examinan los hallazgos de
investigaciones previas y se discuten las implicaciones para la práctica docente, con el fin de ofrecer
recomendaciones para potenciar el valor de la diversidad en los entornos educativos.
MARCO TEÓRICO
Conceptualización de la diversidad en el contexto educativo
La diversidad en el ámbito educativo hace referencia a la coexistencia de múltiples características,
capacidades, formas de aprendizaje, culturas y contextos sociales dentro del aula. Esta pluralidad se
manifiesta en las diferencias individuales de los estudiantes en cuanto a género, lengua, etnia, religión,
condición socioeconómica y estilo cognitivo, entre otros aspectos.

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Según Gordillo (2025), la diversidad no debe verse como una dificultad, sino como una oportunidad
para enriquecer los procesos pedagógicos, siempre que se gestionen adecuadamente las necesidades
particulares de cada estudiante. Dentro del aula, es posible identificar distintos tipos de diversidad. Entre
ellos destacan la diversidad cultural, que se relaciona con las costumbres, lenguas y tradiciones propias
de distintos grupos; la diversidad étnica, derivada del origen ancestral; la diversidad social, influenciada
por el entorno económico y familiar; y la diversidad cognitiva, que se refiere a las distintas formas en
que los estudiantes aprenden y procesan la información. Como señalan Maya et al. (2023), reconocer
estos tipos de diversidad es fundamental para diseñar estrategias pedagógicas inclusivas que atiendan
la pluralidad de realidades presentes en el contexto educativo.
La importancia de reconocer y valorar la diversidad radica en que permite construir entornos de
aprendizaje más inclusivos, equitativos y respetuosos. Cuando se promueve una cultura escolar basada
en el respeto a las diferencias, se fortalece la participación activa de todos los estudiantes, se desarrollan
habilidades socioemocionales y se previenen actitudes discriminatorias. En palabras de Casa et al.,
(2024), la valoración de la diversidad no solo enriquece el proceso educativo, sino que también
contribuye a la formación de ciudadanos empáticos, críticos y comprometidos con la sociedad.
Por lo tanto, conceptualizar la diversidad implica comprender que cada estudiante aporta una visión
única al aula, lo que representa una oportunidad para fomentar el pensamiento crítico, el diálogo
intercultural y el aprendizaje cooperativo. La escuela del siglo XXI debe asumir el compromiso de
atender la diversidad desde una perspectiva de derechos, inclusión y calidad educativa, adaptando las
metodologías, los contenidos y la evaluación a las características particulares de cada grupo.
La diversidad como herramienta para el aprendizaje significativo
La diversidad en el aula puede convertirse en una herramienta clave para lograr aprendizajes
significativos, ya que expone a los estudiantes a una variedad de puntos de vista, experiencias y formas
de interpretar el mundo. Esta interacción con lo diverso permite construir conocimientos de manera
contextualizada, conectando lo nuevo con lo que el alumno ya conoce y vive. De acuerdo con Sierra
(2023), el aprendizaje significativo ocurre cuando el estudiante logra relacionar los nuevos contenidos
con su estructura cognitiva previa, y la diversidad amplía estas conexiones al enriquecer los contextos
de aprendizaje.

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Desde una perspectiva académica, la diversidad aporta múltiples beneficios, ya que permite abordar los
contenidos desde enfoques interdisciplinarios, multiculturales y críticos. Estudiantes provenientes de
distintos contextos sociales y culturales enriquecen las discusiones en clase, lo que a su vez mejora la
comprensión profunda de los temas tratados. Llundo (2025) señala que las aulas diversas estimulan la
colaboración, el respeto por la diferencia y el aprendizaje cooperativo, promoviendo ambientes
académicos más dinámicos e inclusivos.
El contacto constante con distintas perspectivas estimula el pensamiento crítico, ya que obliga a los
estudiantes a cuestionar sus ideas preconcebidas, contrastarlas con otras visiones y argumentar de
manera razonada. Así mismo, la diversidad fomenta la creatividad, al ofrecer modelos alternativos de
resolución de problemas y formas variadas de expresión. Como indica Gemio (2024), la exposición a
diversas inteligencias y estilos de aprendizaje estimula el pensamiento flexible, una cualidad
fundamental en procesos educativos innovadores y adaptativos.
En el marco de la educación actual, que promueve el desarrollo de competencias del siglo XXI, como
la comunicación intercultural, la empatía, la colaboración y la resolución de problemas complejos, la
diversidad cobra especial relevancia. Las habilidades blandas necesarias en un mundo globalizado se
potencian al convivir y trabajar con personas de distintos contextos. Según Ortiz et al., (2025), la
diversidad en el aula prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos del mundo real, mejorando su
adaptabilidad, responsabilidad social y pensamiento global.
Implicaciones socioeducativas de la diversidad
La diversidad en el ámbito educativo no solo es una realidad inevitable, sino también una oportunidad
para construir sociedades más equitativas, democráticas y respetuosas de las diferencias. Su adecuada
gestión implica compromisos éticos y pedagógicos que inciden directamente en la calidad y equidad
del sistema educativo. Reconocer las implicaciones socioeducativas de la diversidad permite fomentar
una escuela más inclusiva, donde se respeten los derechos de todos los estudiantes sin importar su
origen, capacidades o identidad. Tal como indican Pinzón & Millán (2025), una educación inclusiva
transforma las prácticas y estructuras de la escuela para eliminar barreras que impiden el aprendizaje y
la participación plena.

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La inclusión y la equidad constituyen pilares fundamentales en el tratamiento de la diversidad. Incluir
significa garantizar la participación activa y significativa de todos los estudiantes, mientras que la
equidad implica adaptar los recursos y estrategias para atender las necesidades específicas de cada uno.
Según Moreira (2024), la equidad en educación no equivale a tratar a todos por igual, sino a
proporcionar a cada estudiante lo que necesita para aprender y desarrollarse plenamente. La equidad y
la inclusión se concretan en prácticas pedagógicas flexibles, materiales accesibles y climas escolares
positivos.
La competencia intercultural es clave para que la diversidad sea valorada y no vista como obstáculo.
Esta competencia permite a los estudiantes y docentes interactuar con personas de diferentes culturas
de forma respetuosa, empática y constructiva. A través de ella, se desarrollan habilidades como la
tolerancia, el diálogo y el reconocimiento de los derechos culturales. Manghi et al., (2022) sostiene que
la educación intercultural no se limita a enseñar sobre otras culturas, sino que implica transformar el
currículo, la enseñanza y la convivencia escolar para construir una ciudadanía inclusiva.
El docente desempeña un papel central en la gestión de la diversidad. Su función no solo es enseñar
contenidos, sino también garantizar que todos los estudiantes tengan oportunidades reales de aprender
y participar. Esto implica adoptar enfoques diferenciados, sensibilizarse ante las realidades del
estudiantado y promover una cultura escolar inclusiva. Como afirma Márquez (2025), el profesorado
debe asumir una actitud crítica y reflexiva que le permita cuestionar las prácticas excluyentes y
convertirse en agente de cambio dentro del sistema educativo.
Retos y barreras para una educación inclusiva y diversa
A pesar de los avances en el reconocimiento de la diversidad como un valor fundamental dentro del
contexto educativo, aún persisten múltiples retos y barreras que dificultan su implementación efectiva.
La inclusión requiere no solo voluntad política y normativa, sino también un cambio profundo en las
creencias, actitudes y prácticas cotidianas de los actores educativos. Estos desafíos, si no son abordados
con claridad, pueden reforzar las desigualdades y limitar las oportunidades de aprendizaje para ciertos
grupos de estudiantes (Gallent et al., 2024).
Uno de los principales obstáculos para lograr una educación inclusiva y diversa es la presencia de
prejuicios y estereotipos que derivan en actos de discriminación, ya sea directa o indirecta.

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Estas actitudes negativas pueden manifestarse entre docentes, estudiantes o familias, y afectan la
autoestima, la participación y el rendimiento académico de los estudiantes que pertenecen a grupos
históricamente marginados. Según Sánchez (2021), los prejuicios en el aula perpetúan jerarquías
culturales y sociales que niegan el valor de la diversidad como recurso pedagógico.
Existen prácticas pedagógicas que, aunque no intencionadamente, excluyen a determinados estudiantes
al no responder a sus necesidades, estilos de aprendizaje o contextos socioculturales. Entre ellas se
encuentran la homogeneización del currículo, la evaluación estandarizada o la falta de adaptaciones
metodológicas. De acuerdo con Plazaola et al., (2024), una enseñanza centrada exclusivamente en el
grupo medio reproduce inequidades al dejar fuera a quienes requieren apoyos específicos o ritmos
distintos de aprendizaje.
Para superar estos desafíos, es imprescindible que los docentes reciban una formación inicial y continua
en temas relacionados con la atención a la diversidad. Esta formación debe promover una visión
inclusiva de la educación, así como dotar al profesorado de herramientas metodológicas y actitudinales
que le permitan gestionar la heterogeneidad en el aula. Como afirma Silva (2024), la calidad de la
educación inclusiva depende en gran medida del compromiso, la preparación y la sensibilidad del
personal docente frente a la diversidad de sus estudiantes.
Estrategias para potenciar la diversidad en el aula
Para garantizar una educación inclusiva y de calidad, es fundamental que las estrategias pedagógicas
en el aula estén diseñadas para potenciar la diversidad de los estudiantes. Estas estrategias deben
centrarse en ofrecer una educación equitativa, adaptada a las necesidades de todos los estudiantes,
independientemente de su origen, capacidades o contexto social. Existen varias metodologías y
enfoques que han demostrado ser efectivos en la creación de ambientes inclusivos que favorecen el
aprendizaje de la diversidad.
El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) es una estrategia pedagógica que busca atender la
diversidad de estudiantes mediante la flexibilidad en la forma de presentar contenidos, la manera de
involucrar a los estudiantes en el aprendizaje y la forma de evaluar los logros. Según Calle et al., (2024),
el DUA propone ofrecer múltiples formas de representación, expresión y participación para que todos
los estudiantes, independientemente de sus habilidades o estilos de aprendizaje, puedan acceder al

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contenido educativo. Este enfoque no solo tiene en cuenta las diferencias cognitivas, sino también las
emocionales y sociales, lo que permite que los estudiantes se sientan más involucrados y comprometidos
con su aprendizaje.
Las metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos (ABP), el aprendizaje cooperativo
y el aprendizaje basado en problemas (ABP), son fundamentales para potenciar la diversidad en el aula.
Estas metodologías promueven la participación activa de los estudiantes en su propio proceso de
aprendizaje, fomentando la colaboración, el pensamiento crítico y la creatividad. Según Cáceres et al.,
(2025) las metodologías activas permiten que los estudiantes aprendan de manera más significativa y
contextualizada, adaptando los contenidos a sus intereses, necesidades y habilidades. Además, el trabajo
en grupo y la cooperación favorecen la inclusión de todos los estudiantes, ya que permite que cada uno
aporte sus fortalezas al proceso de aprendizaje colectivo.
A nivel institucional y gubernamental, es fundamental desarrollar políticas educativas que promuevan
la inclusión en todos los niveles del sistema educativo. Estas políticas deben garantizar el acceso a una
educación de calidad para todos los estudiantes, independientemente de sus características personales.
Programas educativos como la educación intercultural, la integración de tecnologías accesibles y los
apoyos educativos a estudiantes con necesidades especiales son fundamentales para crear aulas
inclusivas. En este sentido, los programas deben estar orientados a sensibilizar a la comunidad educativa
sobre la importancia de la diversidad y proporcionar recursos adecuados para la atención de todos los
estudiantes. Según Ramírez & Herrera (2024), las políticas educativas inclusivas deben integrar la
formación del profesorado, el diseño de currículos flexibles y la eliminación de barreras físicas y
pedagógicas en el entorno escolar.
Es importante destacar que la diversidad en el contexto educativo no debe entenderse como una
dificultad, sino como una oportunidad transformadora. Reconocer la pluralidad de identidades, culturas,
capacidades y formas de aprendizaje que coexisten en el aula permite avanzar hacia una educación más
equitativa, significativa y humana. El marco teórico revisado sostiene que la diversidad, bien
gestionada, fortalece el pensamiento crítico, promueve la empatía y estimula aprendizajes más
profundos y contextualizados. De esta manera, la escuela se convierte en un espacio de encuentro donde
se valoran las diferencias y se promueve la justicia social.

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Asimismo, las evidencias empíricas y los estudios recientes coinciden en señalar el impacto positivo de
la diversidad en el rendimiento académico, la convivencia escolar y la preparación para la vida en un
mundo globalizado. Las buenas prácticas pedagógicas, como el Diseño Universal para el Aprendizaje
y las metodologías activas, han demostrado ser efectivas para responder a la heterogeneidad del
estudiantado, promoviendo entornos inclusivos que respetan los ritmos, intereses y necesidades
individuales. No obstante, persisten barreras estructurales y culturales que exigen un compromiso
decidido por parte de los sistemas educativos, las instituciones y el cuerpo docente.
Abordar la diversidad desde una perspectiva inclusiva implica revisar profundamente las prácticas
educativas, superar los prejuicios y transformar el rol docente hacia uno más reflexivo, crítico y
comprometido con el cambio. Esto requiere políticas públicas coherentes, formación continua y
recursos adecuados que posibiliten una educación de calidad para todos. Solo así será posible construir
escuelas verdaderamente inclusivas, donde cada estudiante no solo tenga un lugar, sino también la
oportunidad de aprender, participar y desarrollarse plenamente en un ambiente respetuoso y
enriquecedor.
METODOLOGÍA
La presente investigación se desarrollará bajo un enfoque cuantitativo, ya que busca recolectar y
analizar datos medibles que permitan identificar percepciones, prácticas y estrategias utilizadas por los
docentes frente a la diversidad en el aula. Este enfoque permitirá obtener una visión objetiva y
sistematizada de las respuestas, facilitando la elaboración de conclusiones generales sobre el manejo de
la diversidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Para la recolección de datos se aplicará una encuesta estructurada como instrumento principal. Dicha
encuesta estará compuesta por preguntas cerradas de tipo Likert, diseñadas para explorar aspectos
relacionados con el reconocimiento de la diversidad, la implementación de prácticas inclusivas, y la
percepción de los beneficios y desafíos que implica atender a estudiantes diversos. La encuesta se
construirá a partir de los conceptos clave desarrollados en el marco teórico, garantizando así la
coherencia entre la teoría y la medición empírica.
La muestra estará conformada por 20 profesores seleccionados de manera indistinta, es decir, sin
considerar criterios como el nivel educativo en el que enseñan, su especialidad o años de experiencia.

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Este tipo de selección busca obtener una muestra representativa de diferentes contextos y realidades
educativas, lo cual enriquece el análisis de los resultados. Los datos obtenidos serán procesados
mediante herramientas estadísticas descriptivas, lo que permitirá identificar tendencias generales y
posibles áreas de mejora en la atención a la diversidad en el entorno escolar.
RESULTADOS
El análisis de los resultados obtenidos en la primera pregunta de la encuesta revela que una abrumadora
mayoría de los docentes encuestados (80%) considera la presencia de estudiantes diversos en el aula
como una oportunidad para enriquecer el aprendizaje. Este resultado refleja una percepción positiva
hacia la diversidad, destacando que la mayoría de los profesores reconoce el valor que aportan las
diferentes experiencias, habilidades y perspectivas al proceso educativo. Solo una minoría (15%) lo
percibe como un reto difícil de manejar, lo cual indica que, aunque hay algunos desafíos, estos no
dominan la visión general del profesorado.
Por otro lado, es importante resaltar que ningún docente considera la diversidad como un aspecto
secundario en el proceso educativo, lo que refuerza la idea de que la inclusión se ha integrado como un
componente esencial en la práctica docente. Solo una persona (5%) considera la diversidad como un
problema que ralentiza el desarrollo de clases, lo cual podría reflejar la necesidad de seguir fortaleciendo
competencias pedagógicas inclusivas. En conjunto, los resultados evidencian un contexto educativo en
el que predomina una actitud favorable hacia la diversidad, con apertura al cambio y disposición a
transformar los desafíos en oportunidades de mejora continua.
Figura 1

pág. 3885
Los resultados muestran que el 100% de los docentes encuestados adapta sus estrategias didácticas en
alguna medida para atender a la diversidad del aula, lo cual evidencia un compromiso generalizado con
la inclusión educativa. Es destacable que el 60% (12 docentes) manifiesta que "a veces" realiza estas
adaptaciones, mientras que el 40% (8 docentes) indica que lo hace "siempre". Este hallazgo sugiere una
actitud proactiva por parte del profesorado, aunque también pone de manifiesto que, si bien existe
conciencia sobre la necesidad de ajustar las metodologías, no todos los docentes lo hacen de forma
constante.
La ausencia total de respuestas en las opciones "rara vez" y "nunca" refleja un escenario alentador,
donde ningún docente ignora la importancia de atender a la diversidad mediante ajustes pedagógicos.
Sin embargo, el hecho de que una mayoría solo lo haga de manera ocasional podría señalar limitaciones
como la falta de formación específica, recursos didácticos, o tiempo para una planificación diferenciada.
En este sentido, los datos invitan a fortalecer las competencias docentes en diseño universal de
aprendizaje e innovación pedagógica, con el fin de lograr una mayor sistematicidad en la atención a las
diferencias individuales.
Figura 2
Los resultados obtenidos muestran que una mayoría de los docentes encuestados, equivalente al 65%
(13 de 20), considera tener un nivel medio de conocimiento sobre educación inclusiva, mientras que el
35% (7 docentes) señala poseer un nivel alto. Es significativo que no se hayan registrado respuestas en
los niveles bajo o nulo, lo que sugiere que todos los participantes tienen al menos una base conceptual
sobre inclusión educativa. Esto refleja una tendencia positiva en cuanto a la sensibilización y
preparación del profesorado frente a la atención a la diversidad en el aula.

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Sin embargo, el hecho de que la mayoría se ubique en un nivel medio indica que aún hay espacio para
el fortalecimiento de capacidades y la actualización continua en temas de inclusión. Estos datos
permiten inferir que los docentes cuentan con conocimientos generales sobre el tema, pero podrían
beneficiarse de estrategias formativas más especializadas que les permitan profundizar en prácticas
inclusivas efectivas, herramientas de adaptación curricular y atención a necesidades educativas
específicas.
Figura 3
Los resultados muestran que la mayoría del profesorado encuestado ha recibido algún tipo de
capacitación formal sobre inclusión y diversidad en el ámbito educativo. Un 50% (10 docentes) indica
haber recibido dicha formación hace varios años, mientras que un 45% (9 docentes) afirma haber sido
capacitado recientemente. Esto sugiere que existe una base de formación previa en el tema, aunque no
necesariamente actualizada para todos los participantes, lo que podría influir en la implementación de
prácticas inclusivas adaptadas a los desafíos contemporáneos.
Además, solo una persona expresó no haber recibido capacitación, aunque manifestó interés en
formarse, y ningún docente mostró desinterés por el tema. Esta disposición general a aprender y
actualizarse en inclusión educativa refleja un panorama favorable para el desarrollo profesional
continuo y la mejora de las estrategias pedagógicas dirigidas a la atención de la diversidad. Por tanto,
se evidencia una actitud positiva del cuerpo docente hacia la formación permanente en temas clave para
una educación equitativa y de calidad.

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Figura 4
Los resultados evidencian que la diversidad cognitiva o de aprendizaje es percibida como la más
frecuente en el contexto educativo por el 45% de los docentes encuestados (9 de 20). Esta percepción
resalta la necesidad de adaptar las estrategias didácticas para responder a diferentes estilos, ritmos y
capacidades de aprendizaje, lo que refuerza la importancia de la formación en metodologías inclusivas
y diferenciadas. En segundo lugar, la diversidad cultural y lingüística fue señalada por el 30% (6
docentes), lo que indica la presencia de estudiantes con distintos orígenes étnicos o lingüísticos, aspecto
que también demanda enfoques pedagógicos interculturales.
Por otro lado, el 25% de los participantes (5 docentes) identificaron la diversidad socioeconómica como
la más predominante en su entorno, lo que sugiere que las diferencias en el acceso a recursos y
condiciones de vida también impactan en el proceso educativo. Llama la atención que ningún docente
seleccionó la opción "todas por igual", lo cual indica que los educadores tienden a reconocer una forma
de diversidad como más significativa que otras, posiblemente en función de sus experiencias cotidianas
en el aula. Este hallazgo puede orientar futuras intervenciones hacia los tipos de diversidad más visibles
y urgentes dentro de cada realidad escolar.
Figura 5

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Los resultados muestran que la mayoría de los docentes (60%) utiliza materiales adaptados para
estudiantes con diferentes necesidades de manera ocasional, lo que sugiere que, aunque algunos
educadores intentan adaptar sus recursos, esta práctica no es constante. Esto podría indicar una falta de
tiempo, recursos o formación continua en el área de adaptaciones didácticas, lo que limita la
implementación regular de estrategias inclusivas.
Por otro lado, un 35% de los encuestados afirmó que utiliza estos materiales frecuentemente, lo que
refleja un compromiso más activo hacia la atención de la diversidad en el aula. Este grupo parece estar
más familiarizado con las necesidades de sus estudiantes y tiene los recursos o el conocimiento
adecuado para implementar adaptaciones. A pesar de que solo un 5% (1 docente) afirmó que utiliza
materiales adaptados rara vez, y ninguno dijo que nunca lo hace, estos datos sugieren que todavía
existen barreras para una mayor regularidad en el uso de materiales adaptados, lo que podría mejorarse
con una mayor capacitación y disponibilidad de recursos.
Figura 6
Los resultados revelan que la mayoría de los docentes (70%) perciben que sus colegas tienen una actitud
aceptante, pero con reservas hacia la atención a la diversidad en el aula. Esto indica que, si bien existe
una disposición general para integrar la diversidad en el proceso educativo, hay ciertas reticencias o
limitaciones, posiblemente relacionadas con la falta de formación específica o el temor a no poder
manejar adecuadamente las diferencias en el aula. Esta actitud puede reflejar una preocupación por la
falta de herramientas o recursos adecuados para gestionar la diversidad de manera efectiva.
Por otro lado, un 25% de los encuestados observa una actitud colaborativa y comprometida, lo que
sugiere que existen grupos dentro del personal docente que están activamente involucrados en la
atención a la diversidad, trabajando de manera conjunta para crear un ambiente inclusivo.

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Solo un pequeño porcentaje (5%) de los docentes perciben actitudes indiferentes respecto al tema,
mientras que ninguno menciona rechazo o resistencia, lo que podría indicar un entorno en el que, en
general, la inclusión es aceptada, aunque con ciertas áreas de mejora.
Figura 7
Los resultados muestran que la mayoría de los docentes (60%) consideran que la diversidad en el aula
favorece de forma significativa el desarrollo de competencias del siglo XXI, como trabajo en equipo,
empatía y creatividad.
Esto sugiere que, para estos educadores, la diversidad no solo es un aspecto fundamental en la
educación, sino que también es vista como un motor que impulsa el desarrollo de habilidades clave para
el siglo XXI. Estas competencias son esenciales para preparar a los estudiantes para un entorno
globalizado y cambiante.
Por otro lado, un 40% de los docentes considera que la diversidad favorece moderadamente estas
competencias. Esto podría indicar que, aunque reconocen los beneficios de la diversidad, también
pueden enfrentar desafíos al integrarla de manera efectiva en las actividades diarias, como la falta de
recursos, estrategias específicas o la necesidad de más formación. Ninguno de los encuestados
consideró que la diversidad tenga un impacto mínimo o nulo en el desarrollo de estas competencias, lo
que resalta una percepción generalizada de que, en mayor o menor medida, la diversidad es un factor
enriquecedor para el proceso educativo.

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Figura 8
Los resultados indican que las principales barreras para atender la diversidad en el aula, según los
docentes, son la falta de capacitación docente y la falta de recursos educativos, con un 45% de los
encuestados señalando cada una de estas dificultades. Esto refleja una percepción generalizada de que,
aunque los docentes reconocen la importancia de la diversidad, sienten que no cuentan con la formación
adecuada ni con los recursos necesarios para implementar estrategias efectivas de inclusión. La falta de
capacitación puede limitar la capacidad de los profesores para identificar y responder a las diversas
necesidades de los estudiantes, mientras que la falta de recursos educativos puede dificultar la
adaptación de las clases a las necesidades específicas de cada alumno.
En menor medida, el tiempo limitado y la carga administrativa fueron señalados por un 10% de los
docentes, lo que sugiere que, aunque algunos enfrentan dificultades en la gestión del tiempo debido a
responsabilidades adicionales, esta barrera es menos percibida que las anteriores. Por último, ningún
docente mencionó el desinterés institucional como una barrera significativa, lo que podría indicar que,
a pesar de los desafíos mencionados, los docentes sienten el respaldo de sus instituciones para trabajar
con la diversidad en el aula, o bien, este aspecto no es considerado un obstáculo importante en su
contexto educativo.
Figura 9

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Los resultados muestran que la mayoría de los docentes (un 60%) considera que la diversidad es muy
importante para mejorar la calidad educativa, mientras que un 40% la considera importante. Esto indica
un consenso significativo entre los educadores sobre la relevancia de la diversidad en el aula como un
factor clave para enriquecer el proceso educativo. La percepción generalizada de su importancia refleja
un reconocimiento de que las diferencias entre los estudiantes, cuando se gestionan adecuadamente,
pueden favorecer un ambiente de aprendizaje más dinámico, inclusivo y enriquecedor, que promueve
no solo el aprendizaje académico, sino también el desarrollo de habilidades socioemocionales
esenciales.
Sin embargo, el hecho de que una parte de los encuestados (40%) no considere la diversidad como "muy
importante" podría sugerir que aún existen enfoques tradicionales en los que se subestima el valor de la
diversidad en la educación. Esto podría deberse a la falta de recursos o capacitación adecuada para
abordar las necesidades diversas de los estudiantes, o a un enfoque centrado principalmente en
resultados académicos estándar, lo que podría limitar el potencial de la diversidad para enriquecer la
experiencia educativa.
Figura 10
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
El análisis de los resultados de esta encuesta revela que, en general, los docentes muestran una actitud
positiva hacia la diversidad en el aula, considerándola en su mayoría como una oportunidad para
enriquecer el proceso educativo. Un 80% de los docentes percibe la diversidad como un valor que aporta
diferentes perspectivas y experiencias que benefician el aprendizaje.

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Sin embargo, un pequeño porcentaje (15%) lo ve como un reto difícil de manejar, lo que sugiere que,
aunque la mayoría de los docentes reconoce las oportunidades que ofrece la diversidad, algunos aún
enfrentan desafíos al implementarla de manera efectiva en sus prácticas pedagógicas. A pesar de esta
ligera resistencia, ningún docente considera la diversidad como un obstáculo para el desarrollo de las
clases, lo que refleja un entorno educativo abierto a la inclusión.
Un aspecto destacado es que el 100% de los docentes encuestados adapta, en alguna medida, sus
estrategias didácticas para atender a la diversidad del aula. Este dato es alentador, pues muestra un
compromiso generalizado con la inclusión, aunque el hecho de que el 60% lo haga solo "a veces" sugiere
que existen limitaciones en la implementación constante de estas adaptaciones. Las barreras principales,
identificadas por los docentes, son la falta de capacitación específica y la escasez de recursos educativos.
Esto implica que, a pesar de la conciencia generalizada sobre la necesidad de la adaptación pedagógica,
los docentes se ven limitados por la falta de herramientas adecuadas, lo que podría dificultar la
implementación eficaz de metodologías inclusivas.
Otro hallazgo importante es el nivel medio de conocimiento sobre educación inclusiva que reporta la
mayoría de los docentes (65%), lo que refleja una base conceptual sólida, pero también señala la
necesidad de fortalecer la formación continua en este ámbito. Si bien la mayoría de los docentes ha
recibido algún tipo de capacitación sobre inclusión y diversidad, una parte significativa indica que estas
formaciones no son recientes, lo que podría afectar la actualización de sus conocimientos sobre las
mejores prácticas inclusivas. La formación especializada y la actualización constante en este campo son
esenciales para que los docentes puedan implementar estrategias inclusivas efectivas que respondan a
las demandas cambiantes del aula.
Finalmente, el análisis de las barreras para atender la diversidad pone de manifiesto que, aunque los
docentes consideran que la diversidad es un elemento crucial para la calidad educativa, enfrentan
obstáculos como la falta de recursos y de formación continua. Sin embargo, la mayoría de los docentes
reconoce la importancia de la diversidad en el desarrollo de competencias clave para el siglo XXI, como
la creatividad, el trabajo en equipo y la empatía, lo que indica una valoración positiva de la diversidad
como motor de desarrollo integral de los estudiantes.

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Estos resultados destacan la necesidad de proporcionar más apoyo institucional, recursos adecuados y
formación continua para que los docentes puedan gestionar la diversidad de manera efectiva y así
mejorar la calidad educativa.
CONCLUSIÓN
La diversidad en el aula representa una realidad ineludible y, al mismo tiempo, una gran oportunidad
para enriquecer los procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta investigación ha permitido evidenciar
que los docentes reconocen el valor formativo de la diversidad, entendida como la coexistencia de
múltiples características individuales, culturales, sociales y cognitivas. Lejos de ser un obstáculo, la
diversidad se percibe, mayoritariamente, como una fuente de enriquecimiento pedagógico, capaz de
fomentar habilidades esenciales como el pensamiento crítico, la empatía, la creatividad y la
colaboración, fundamentales en la educación del siglo XXI.
No obstante, los resultados también muestran que, a pesar de esta visión positiva, persisten desafíos
importantes para lograr una atención eficaz a la diversidad. Las principales barreras identificadas son
la falta de formación específica en inclusión educativa y la escasez de recursos didácticos adaptados a
las distintas necesidades del alumnado. Aunque todos los docentes encuestados reportan realizar
adaptaciones en su práctica pedagógica, muchos lo hacen de manera esporádica, lo que evidencia una
implementación aún parcial y limitada de estrategias inclusivas.
En este contexto, se hace evidente la necesidad de fortalecer la formación continua del profesorado, no
solo en cuanto a conceptos teóricos sobre diversidad e inclusión, sino también en el desarrollo de
competencias prácticas que permitan gestionar de manera efectiva la heterogeneidad del aula. La
actualización constante en metodologías inclusivas, el uso de tecnologías educativas y la apropiación
de enfoques interculturales son elementos clave para superar los desafíos identificados y potenciar el
aprendizaje significativo de todos los estudiantes. El estudio confirma que valorar y gestionar
adecuadamente la diversidad no solo contribuye al desarrollo académico de los estudiantes, sino que
también fortalece la construcción de comunidades educativas más justas, equitativas e inclusivas. Por
tanto, es responsabilidad de las instituciones educativas y de los organismos formadores de docentes
generar políticas, espacios de capacitación y recursos que permitan hacer de la diversidad un pilar
fundamental para la transformación educativa y el desarrollo integral de la sociedad.

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