OBESIDAD Y MEDICAMENTOS EN DIABETES:
UNA REVISIÓN DEL TRATAMIENTO
FARMACOLÓGICO EN PACIENTES CON
SOBREPESO Y OBESIDAD
OBESITY AND MEDICATIONS IN DIABETES: A REVIEW OF
PHARMACOLOGICAL TREATMENT IN PATIENTS WITH
OVERWEIGHT AND OBESITY
Evelyn Yulieth Morales Dussán
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva, Colombia
Wilmer Olaya López
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva, Colombia
Jair Santiago Quintero Ceballos
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva, Colombia
Julián Andres Córdoba Angulo
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva, Colombia

pág. 4659
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18100
Obesidad y Medicamentos en Diabetes: Una Revisión del Tratamiento
Farmacológico en Pacientes con Sobrepeso y Obesidad
Evelyn Yulieth Morales Dussán1
Evelyn.morales@uninavarra.edu.co
https://orcid.org/0009-0000-9650-5086
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva
Colombia
Wilmer Olaya López
Wilmer.olaya@uninavarra.edu.co
https://orcid.org/0009-0007-6699-7834
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva
Colombia
Jair Santiago Quintero Ceballos
Jair.quintero@uninavarra.edu.co
https://orcid.org/0009-0000-5126-3706.
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva
Colombia
Julián Andres Córdoba Angulo
Julian.Cordoba@uninavarra.edu.co
https://orcid.org/0009-0009-5167-8464
Fundación Universitaria Uninavarra-Neiva
Colombia
RESUMEN
La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y la obesidad comparten una relación patogénica estrecha. La
obesidad, presente en más del 60% de los adultos a nivel mundial, es un factor de riesgo clave para la
DM2 y sus complicaciones. El tratamiento integral debe incluir no solo el control glucémico, sino
también la pérdida de peso y el manejo de comorbilidades. Fármacos como los agonistas del GLP-1 y
los inhibidores del SGLT2 han demostrado beneficios adicionales sobre el peso y la salud
cardiovascular.Se realizó un estudio cuantitativo, transversal y correlacional en una muestra aleatoria
de 377 pacientes con DM2 e IMC ≥25 atendidos en una IPS de Neiva (2023–2024). Se recolectaron
variables clínicas, antropométricas y farmacológicas. Se aplicaron pruebas estadísticas descriptivas y
analíticas, incluyendo regresión logística y correlación de Pearson, controlando posibles sesgos
metodológicos.El 63% de los participantes fueron mujeres, con una media de edad de 66 años. No se
encontró correlación significativa entre el IMC o perímetro abdominal y la HbA1c. Sin embargo, los
pacientes que asistieron a educación en salud mostraron mejor control glucémico (p=0.003). El uso de
metformina fue elevado, pero se asoció con mayor IMC. La Glimepirida mostró una reducción
significativa en IMC y perímetro abdominal, mientras que Vildagliptina se asoció con mayor IMC
(p=0.041).
Palabras clave: obesidad, perímetro abdominal, control glucémico, antidiabéticos orales
1 Autor principal.
Correspondencia: evelyn.morales@uninavarra.edu.co

pág. 4660
Obesity and Medications in Diabetes: A Review of Pharmacological
Treatment in Patients with Overweight and Obesity
ABSTRACT
Type 2 diabetes mellitus (T2DM) and obesity share a close pathogenetic relationship. Obesity, present
in more than 60% of adults worldwide, is a key risk factor for T2DM and its complications.
Comprehensive treatment should include not only glycemic control but also weight loss and
management of comorbidities. Drugs such as GLP-1 agonists and SGLT2 inhibitors have demonstrated
additional benefits for weight and cardiovascular health.A quantitative, cross-sectional, correlational
study was conducted in a random sample of 377 patients with T2DM and a BMI ≥25 treated at a primary
health care provider in Neiva (2023–2024). Clinical, anthropometric, and pharmacological variables
were collected. Descriptive and analytical statistical tests, including logistic regression and Pearson
correlation, were applied, controlling for potential methodological biases.63% of participants were
women, with a mean age of 66 years. No significant correlation was found between BMI or waist
circumference and HbA1c. However, patients who attended health education showed better glycemic
control (p=0.003). Metformin use was high, but was associated with higher BMI. Glimepiride showed
a significant reduction in BMI and waist circumference, while vildagliptin was associated with higher
BMI (p=0.041).
Keywords: obesity, waist circumference, glycemic control, oral antidiabetics
Artículo recibido 05 mayo 2025
Aceptado para publicación: 30 mayo 2025

pág. 4661
INTRODUCCIÓN
La obesidad constituye uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de diabetes mellitus
tipo 2 (DM2), condición metabólica crónica caracterizada por hiperglucemia persistente, resistencia a
la insulina y, en muchos casos, insuficiencia progresiva de la función de las células beta pancreáticas
(1). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60% de la población adulta mundial
presenta sobrepeso u obesidad, condición que se ha duplicado en las últimas tres décadas y que incide
directamente en la creciente prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, como la DM2 (2).
En este contexto, el manejo integral de la DM2 en personas con obesidad no debe centrarse
exclusivamente en el control glucémico, sino también en la pérdida ponderal y el tratamiento de las
comorbilidades asociadas, tales como dislipidemias, hipertensión arterial, síndrome de apnea
obstructiva del sueño, y enfermedad cardiovascular. La elección del tratamiento farmacológico debe
considerar no solo la eficacia en la reducción de la hemoglobina glucosilada (HbA1c), sino también su
impacto sobre el peso corporal y el perfil cardiovascular del paciente(3).
Durante años, la metformina se ha posicionado como el fármaco de primera línea en el tratamiento de
la DM2, gracias a su eficacia, bajo costo y seguridad(4). Sin embargo, en pacientes con sobrepeso u
obesidad, existe un creciente interés por agentes hipoglucemiantes que, además de mejorar el control
glucémico, promuevan la pérdida de peso. En este grupo se destacan los agonistas del receptor GLP-1
y los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2), cuya efectividad ha sido
ampliamente documentada tanto en estudios clínicos como en la práctica clínica real.
Los agonistas del GLP-1 imitan la acción de la incretina endógena, estimulando la secreción de insulina
de manera glucosa-dependiente, inhibiendo la liberación de glucagón y retrasando el vaciamiento
gástrico, lo que contribuye a una sensación de saciedad prolongada y a la reducción del apetito(5). Por
su parte, los iSGLT2 actúan bloqueando la reabsorción renal de glucosa en los túbulos proximales,
promoviendo su excreción urinaria y facilitando la pérdida calórica(6). Ambos grupos farmacológicos
han demostrado, en ensayos clínicos aleatorizados, no solo una reducción significativa del peso
corporal, sino también una mejora en los desenlaces cardiovasculares y renales(7).
Pese a sus beneficios, el uso de estos fármacos está condicionado por aspectos como el costo, la
disponibilidad en los sistemas de salud pública y las condiciones clínicas particulares de cada paciente.

pág. 4662
Por tanto, se requiere una evaluación individualizada que permita seleccionar la terapia más adecuada,
optimizando el equilibrio entre eficacia, seguridad, tolerabilidad y costo-beneficio. Este artículo tiene
como objetivo analizar los factores relacionados con el control del peso en pacientes con diagnóstico
de diabetes mellitus tipo 2 atendidos en una IPS de primer nivel en la ciudad de Neiva entre los años
2023 a 2024, con el fin de mejorar las estrategias de manejo y educación en salud. (Cisneros Estupiñán
& Olave Arias, 2012).
METODOLOGÍA
El presente estudio adopta un enfoque descriptivo y correlacional, con el propósito de caracterizar a la
población estudiada y examinar los factores asociados al control del peso en personas diagnosticadas
con diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Para ello, se empleará un diseño transversal, el cual permitirá
recopilar información en un solo momento temporal, ofreciendo así una imagen actual del estado del
peso corporal en estos pacientes. La metodología es de tipo cuantitativo, utilizando herramientas
numéricas y técnicas estadísticas que permitan identificar relaciones significativas entre las variables.
La población a estudiar está compuesta por personas mayores de 18 años que han sido diagnosticadas
con DM2 y presentan un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 25.
Dentro de los criterios de inclusión se encuentran los pacientes que asisten de forma regular a controles
médicos en una IPS. Por otro lado, se excluirán aquellos con diagnóstico de diabetes tipo 1,
enfermedades crónicas que alteren el peso corporal y quienes no deseen participar voluntariamente en
el estudio. El cálculo del tamaño muestral se realizará con base en una fórmula estadística, estimando
una muestra de 377 individuos a partir de una población de 1500 personas. La muestra se seleccionará
aleatoriamente mediante el uso de software estadístico especializado. Además, se elaborará una tabla
de operacionalización de variables, en la cual se incluirán indicadores como edad, sexo, IMC, nivel de
escolaridad y grado de adherencia al tratamiento, entre otros factores relevantes.
En cuanto al tratamiento de los datos, se aplicarán análisis estadísticos que incluyen medidas
descriptivas, pruebas t de Student, pruebas de chi-cuadrado, regresión logística y coeficiente de
correlación de Pearson. También se implementarán estrategias para controlar posibles sesgos de
selección, información y confusión, tales como el uso de muestreo aleatorio, la formación del equipo
investigador y el análisis multivariado.

pág. 4663
Este enfoque metodológico busca garantizar que los hallazgos sean representativos y confiables,
aportando así al entendimiento de los elementos que inciden en el control del peso en personas con
DM2. Estos conocimientos resultan esenciales para optimizar su atención clínica y para la elaboración
de políticas públicas eficaces en el ámbito de la salud.
RESULTADOS
Se analizaron los datos de 377 pacientes diagnosticados con diabetes mellitus tipo 2 (DM2), de los
cuales el 63% eran mujeres (n=238) y el 37% hombres (n=139). La edad de los participantes osciló
entre 28 y 94 años, con una media de 66 años y una mediana de 68. La mayoría de los casos se concentró
entre los 60 y 79 años, lo que sugiere una población mayoritariamente envejecida. Este perfil etario
podría tener implicaciones en el manejo de la enfermedad, especialmente en lo relacionado con el
control del peso y la efectividad de los tratamientos.
A continuación, se presenta la tabla con las principales variables clínicas y antropométricas evaluadas:
Tabla 1. Caracterización de la población de estudio
Variable Media Desviación estándar Mínimo Máximo
Perímetro Abdominal (CM) 99.5 12.3 70 130
Peso (KG) 82.3 15.4 55 130
Talla (CM) 165.2 7.8 150 180
IMC (KG/M²) 30.1 4.5 23.5 42.0
TAS (MMHG) 135.6 15.2 100 180
TAD (MMHG) 85.4 10.5 60 120
TAM (MMHG) 102.5 12.8 75 140
FRAMINGHAM (PUNTOS) 12.3 5.6 0 30
MORISKY (PUNTOS) 7.1 1.5 0 8
Glicosilada antigua (MG/DL) 8.01 1.57 5.5 14.5
Glicosilada nueva (MG/DL) 7.15 1.20 4.6 14.9
Glicemia en ayunas nueva (MG/DL) 145.1 32.5 99 420
Visitas a ruta cardiometabólica 1.05 0.79 0 3
En relación con el primer objetivo del estudio, no se encontró correlación significativa entre el perímetro
abdominal y la hemoglobina glicosilada (HbA1c), como se observa en el siguiente gráfico (Pearson =
0.39; p = 0.446):
pág. 4664
Grafico 1
Tampoco se halló una relación estadísticamente significativa entre el índice de masa corporal (IMC) y
la HbA1c (Pearson = 0.032; p = 0.541), como indica la siguiente dispersión:
Grafico 2
En cuanto a la educación en salud, el 60.2% de los pacientes asistieron a charlas educativas, lo cual
sugiere interés por mejorar su autocuidado. Estos pacientes mostraron un mejor control glucémico
(HbA1c promedio 7.73 vs 8.11; p = 0.003), aunque paradójicamente tenían valores más altos de IMC
(31.54 vs 30.50; p = 0.052) y perímetro abdominal (102.23 vs 100.71 cm; p = 0.139).
0,00
2,00
4,00
6,00
8,00
10,00
12,00
14,00
16,00
0,00 20,00 40,00 60,00 80,00 100,00 120,00 140,00 160,00 180,00 200,00
HbA1c
PerimetroABD
0,00
2,00
4,00
6,00
8,00
10,00
12,00
14,00
16,00
0,00 10,00 20,00 30,00 40,00 50,00 60,00
HbA1c
IMC

pág. 4665
Respecto al tratamiento farmacológico, la Metformina fue el medicamento más utilizado (>80%). Se
combinó frecuentemente con Linagliptina (40%) y Glimepirida (20%). También se registró un uso
elevado de Atorvastatina (65%), destacando la atención al riesgo cardiovascular en esta población. En
menor proporción se utilizaron Dapaglifozina y Empaglifozina (≈30%), asociadas con efectos
adicionales de protección renal y pérdida de peso.
El análisis mostró que la Metformina se asoció con un IMC más alto (31.54 vs 30.30; p = 0.022), sin
diferencias significativas en HbA1c. La Glimepirida fue el único fármaco que mostró reducciones
significativas en IMC y perímetro abdominal. Linagliptina, Empaglifozina, Sitagliptina y Atorvastatina
no mostraron impacto significativo en los parámetros evaluados. En contraste, Vildagliptina se asoció
con un mayor IMC (p = 0.041), lo cual podría representar un efecto indeseado en pacientes con
sobrepeso.
Estos hallazgos resaltan la importancia de un enfoque personalizado, que combine farmacoterapia
efectiva, educación continua y estrategias de seguimiento integral.
DISCUSIÓN
Al considerar que el 63% de los pacientes fueron mujeres y que la mayoría se concentra en la franja
etaria de 60 a 79 años, se configura un perfil epidemiológico de envejecimiento femenino, congruente
con lo reportado en la literatura sobre la carga de enfermedad crónica en mujeres mayores, quienes,
además de tener una mayor expectativa de vida, presentan una elevada prevalencia de
multimorbilidades y condiciones que inciden en el control metabólico. Este grupo etario plantea
desafíos adicionales al manejo clínico, pues a medida que se incrementa la edad, también lo hacen la
rigidez arterial, la fragilidad, el deterioro cognitivo y el riesgo de polifarmacia, factores que deben ser
considerados al momento de formular esquemas terapéuticos(8). Por ejemplo, el control del peso en
adultos mayores con DM2 debe balancear los beneficios metabólicos con el riesgo de sarcopenia,
desnutrición y pérdida de funcionalidad, lo cual es particularmente importante al considerar
tratamientos que promueven la pérdida ponderal(9).
Un hallazgo relevante del estudio fue la ausencia de correlación significativa entre el perímetro
abdominal y los niveles de hemoglobina glicosilada (HbA1c), así como entre el índice de masa corporal
(IMC) y dicha variable.

pág. 4666
Esto podría interpretarse desde distintas ópticas. Por un lado, la HbA1c refleja el control glucémico
promedio en los últimos tres meses, pero no necesariamente se ve afectada de forma directa por el grado
de adiposidad, especialmente en personas con evolución más de una década de la enfermedad o con
insulinorresistencia establecida(10). Por otro lado, podría deberse a la influencia de otros factores no
evaluados en esta investigación, como el tiempo de diagnóstico, la funcionalidad pancreática residual,
la variabilidad en la adherencia farmacológica y el nivel de actividad física, todos ellos determinantes
importantes del metabolismo glucémico(11).
No obstante, este hallazgo no niega el papel central del sobrepeso y la obesidad en la fisiopatología de
la DM2. La obesidad visceral, representada por un perímetro abdominal elevado, se asocia a disfunción
adipocitaria, secreción alterada de adipocinas, inflamación crónica de bajo grado y aumento de ácidos
grasos libres, procesos que promueven la resistencia a la insulina(12). La falta de correlación
significativa hallada podría deberse a una estabilización metabólica alcanzada a través del tratamiento,
o bien a la necesidad de modelos multivariados que controlen variables de confusión como el uso de
medicamentos que reduzcan los niveles de glicemia, diferentes hábitos de estilo de vida, o incluso
diferencias en la distribución corporal del tejido adiposo. En el ámbito de la educación en salud, se halló
que el 60.2% de los pacientes asistieron a sesiones educativas. Estos pacientes presentaron un mejor
control glucémico (HbA1c promedio 7.73 vs 8.11; p = 0.003), lo que subraya la importancia de la
educación continua en el empoderamiento del paciente y el mejoramiento de la adherencia terapéutica.
Este resultado coincide con estudios previos que demuestran que intervenciones educativas
estructuradas pueden mejorar significativamente el conocimiento sobre la enfermedad, la autogestión
de los medicamentos, la dieta, la actividad física y la monitorización del azúcar en sangre(13). Sin
embargo, resulta llamativo que estos mismos pacientes presentaran valores más altos de IMC y
perímetro abdominal. Este hallazgo podría explicarse por el hecho de que quienes presentan mayor
obesidad buscan activamente estrategias de control, lo que los hace más proclives a asistir a actividades
educativas. Otra posibilidad es que, aunque logren controlar sus niveles de glucosa, aún enfrentan
dificultades para lograr una reducción efectiva del peso corporal, lo cual evidencia que el conocimiento
no siempre se traduce en cambios conductuales sostenibles(14).

pág. 4667
En relación con el tratamiento farmacológico, la metformina fue el fármaco más utilizado, hallazgo
consistente con las guías internacionales que la recomiendan como primera línea de tratamiento por su
eficacia, bajo costo y perfil de seguridad(15). Sin embargo, se observó que los pacientes tratados con
metformina presentaban un IMC significativamente más alto. Esto podría obedecer a que los médicos
prescriben metformina como estrategia inicial en pacientes con obesidad, buscando controlar la
hiperglucemia sin promover aumento de peso. También podría reflejar una selección clínica donde los
pacientes con mayor obesidad no han logrado responder satisfactoriamente a estrategias de cambio de
estilo de vida, lo que motiva el uso de metformina desde etapas tempranas, por lo que contradice a
estudios de metaanálisis que encuentran la metformina como impacto en la reducción del IMC en
pacientes con obesidad, destacando su eficacia en la disminución del peso corporal en diversas
poblaciones (16). Por otro lado, la glimepirida fue el único fármaco que se asoció con una reducción
significativa del IMC y del perímetro abdominal. Este resultado es contradictorio con la literatura, que
históricamente ha asociado a las sulfonilureas con ganancia de peso(17). Sin embargo, es posible que
los pacientes a quienes se prescribe glimepirida estén en estadios más avanzados, con mayor deterioro
beta-pancreático, y que el efecto en el peso se vea influido por otras variables no controladas en el
estudio, como la dieta o la actividad física. También es factible que se hayan producido cambios
recientes en las dosis o combinaciones que hayan influido en este resultado. Esto pone de relieve la
necesidad de estudios prospectivos y con seguimiento longitudinal que permitan evaluar de manera más
precisa la evolución ponderal y metabólica en función del tratamiento recibido.
En cuanto a los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2), su uso fue menor
(≈30%), pese a su demostrado efecto beneficioso en la reducción de peso, control glucémico y
protección cardiovascular y renal. Esta baja utilización puede deberse al costo y la disponibilidad en los
sistemas de salud pública, lo cual limita su inclusión en esquemas terapéuticos más allá de los
lineamientos teóricos(18). Paradójicamente, los pacientes tratados con Empaglifozina no mostraron una
reducción significativa en las variables antropométricas, lo que podría explicarse por un tiempo de
exposición insuficiente, la presencia de compensaciones alimentarias o una baja adherencia, factores
que deben ser explorados con mayor profundidad. De igual forma, los inhibidores de la DPP-4 como
linagliptina y sitagliptina, aunque bien tolerados y seguros, no mostraron efectos significativos sobre el

pág. 4668
IMC ni la HbA1c en este estudio, lo cual coincide con lo reportado en la literatura sobre su limitada
eficacia en términos de pérdida de peso(19). Sin embargo, su perfil neutro en cuanto a peso y bajo riesgo
de hipoglucemia puede hacerlos adecuados para ciertos subgrupos de pacientes, como adultos mayores
frágiles, pacientes con múltiples comorbilidades o con contraindicaciones para otros tratamientos más
potentes(20).
En el caso particular de la vildagliptina, se encontró una asociación con un mayor IMC, lo que podría
representar un efecto secundario no deseado o bien una selección terapéutica basada en características
clínicas específicas. Esto resalta la necesidad de mayor vigilancia farmacológica y evaluación del
impacto a largo plazo de estos medicamentos en pacientes con obesidad(21). Respecto a los tratamientos
concomitantes, destaca el uso elevado de atorvastatina (65%), lo que refleja una preocupación clínica
justificada por el riesgo cardiovascular aumentado en personas con DM2. La presencia de factores como
hipertensión arterial (TAS promedio 135.6 mmHg, TAD promedio 85.4 mmHg) y una puntuación de
Framingham media de 12.3 refuerzan esta necesidad. Sin embargo, debe evaluarse si el control lipídico
está siendo adecuado y si el tratamiento con estatinas está logrando reducir el riesgo cardiovascular
global, más allá del mero cumplimiento terapéutico(22).
Un punto crucial del análisis es la adherencia al tratamiento, medida mediante la escala de Morisky,
cuyo promedio fue 7.1 sobre 8, lo que sugiere buena adherencia global. No obstante, este instrumento
tiene limitaciones, ya que se basa en autoinforme, lo cual puede subestimar la falta de cumplimiento
real(23). Estudios futuros podrían incorporar medidas más objetivas de adherencia, como el
seguimiento de dispensación farmacológica o la medición directa de metabolitos en sangre, con el fin
de correlacionar con mayor precisión los efectos clínicos observados. Por último, es importante destacar
la baja frecuencia de visitas a la ruta cardiometabólica (promedio 1.05 visitas), lo cual podría reflejar
barreras de acceso, escaso seguimiento interdisciplinario o baja integración de los pacientes al modelo
de atención crónica(24). Dado que la DM2 es una enfermedad multisistémica, su abordaje exige una
visión integral que incluya no solo al médico tratante, sino también a profesionales de nutrición,
psicología, enfermería y actividad física. Aumentar la adherencia a los programas integrados permitiría
optimizar los resultados clínicos, reducir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

pág. 4669
CONCLUSIONES
Los hallazgos de este estudio permiten reafirmar que el tratamiento de la DM2 en pacientes con
obesidad debe ser individualizado, multicomponente y sensible al contexto socioeconómico y clínico
de cada persona. Si bien los tratamientos farmacológicos son fundamentales, su eficacia puede verse
limitada si no se acompañan de intervenciones educativas, cambios en el estilo de vida y un seguimiento
cercano que facilite el empoderamiento del paciente. Los desafíos del control del peso y la adherencia
terapéutica en esta población requieren no solo evidencia científica sólida, sino también estrategias de
implementación realistas, sostenibles y culturalmente pertinentes. La integración de la educación
continua, el seguimiento personalizado y el acceso a terapias efectivas son pilares para avanzar hacia
un manejo más humanizado, eficaz y equitativo de la DM2 en entornos reales de atención primaria.
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