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CONSTRUCTOS CLÁSICOS EN PSICOLOGÍA
SOCIAL: TEORÍA E INVESTIGACIÓN
CLASSICAL CONSTRUCTS IN SOCIAL PSYCHOLOGY:
THEORY AND RESEARCH
Balvino Alfonso Barreto Nieto
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Héctor Andrés Orejarena Silva
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Shirley Lizeth Calderón Rondón
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Elmer Cacua Rojas
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Yessica Ariani Sánchez Bermúdez
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Rita Lucía Salcedo Domínguez
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Belisario Márquez Camargo
Universidad Autónoma de Bucaramanga
pág. 5498
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18187
Constructos clásicos en psicología social: teoría e investigación
Balvino Alfonso Barreto Nieto1
bbarret2@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-1969-9320
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Héctor Andrés Orejarena Silva
hector.orejarena@uniminuto.edu
https://orcid.org/0000-0001-5384-9145
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Shirley Lizeth Calderón Rondón
shirley.calderon@uniminuto.edu
https://orcid.org/0000-0001-6837-8980
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Elmer Cacua Rojas
ecacuarojas@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-7623-2586
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Yessica Ariani Sánchez Bermúdez
yessica.sanchez@uniminuto.edu
https://orcid.org/0009-0000-2756-2634
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Rita Lucía Salcedo Domínguez
rita.salcedo@uniminuto.edu
https://orcid.org/0000-0003-3340-3669
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Belisario Márquez Camargo
bmarquez@unab.edu.co
https://orcid.org/0009-0005-5193-3788
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Colombia
RESUMEN
La psicología social, que estaría inserta en la división 9 Sociedad para el Estudio Psicológico de Temas
Sociales (SPSSI, por sus siglas en inglés), cuenta con un amplio desarrollo y tiene en su haber
investigaciones clásicas sobre el comportamiento humano de índole interpersonal. La psicología en
general, reconoce que dicha trayectoria investigativa ha sido beneficiosa para su fortalecimiento como
disciplina, así como para constituir un campo aplicativo en constante actividad desde los años cincuenta.
En este artículo se repasan algunos de sus constructos más representativos y se mencionan algunos
trabajos clásicos que los apoyan. Para esto, se utilizó una metodología cualitativa basada en una revisión
documental que permitió un análisis a través de tres fases de lectura analítica: 1) lectura intratextual; 2)
lectura intertextual; y 3) lectura extratextual. Se concluye que la psicología social es una disciplina clave
para comprender cómo los individuos piensan, sienten y actúan dentro de contextos sociales. A través
del estudio de constructos clásicos como las actitudes, la influencia social y el liderazgo, se evidencian
las complejas dinámicas de interacción humana. Su vigencia radica en su capacidad de adaptarse a los
cambios sociales y aportar herramientas prácticas en múltiples ámbitos.
Palabras clave: psicología social, actitud, influencia social, cognición social, atribución
1
Autor principal
Correspondencia: bbarret2@uniminuto.edu.co
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Classical constructs in social psychology: theory and research
ABSTRACT
Social psychology, which is included in Division 9 of the Society for the Psychological Study of Social
Issues (SPSSI), has a broad development and has classical research on interpersonal human behavior.
Psychology in general recognizes that this research path has been beneficial for its strengthening as a
discipline, as well as for constituting an application field in constant activity since the 1950s. This article
reviews some of its most representative constructs and mentions some classical works that support them.
To do this, a qualitative methodology was used based on a documentary review that allowed an analysis
through three phases of analytical reading: 1) intratextual reading; 2) intertextual reading; and 3)
extratextual reading. It is concluded that social psychology is a key discipline for understanding how
individuals think, feel, and act within social contexts. Through the study of classic constructs such as
attitudes, social influence, and leadership, the complex dynamics of human interaction are revealed. Its
relevance lies in its ability to adapt to social changes and provide practical tools in multiple fields.
Key words: social psychology, attitude, social influence, social cognition, attribution
Artículo recibido 07 mayo 2025
Aceptado para publicación: 11 junio 2025
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INTRODUCCIÓN
La psicología social es una rama fundamental de la psicología que estudia cómo los procesos mentales,
emocionales y conductuales de los individuos son influenciados por la interacción con otras personas,
los grupos y el entorno social en general (Myers y Twenge, 2019). A lo largo de su evolución, esta
disciplina ha desarrollado un cuerpo teórico robusto que permite comprender fenómenos como la
conformidad, la obediencia, la actitud, el prejuicio, la persuasión, el liderazgo y la identidad social. Así,
su campo de acción abarca tanto la vida cotidiana como las dinámicas grupales e institucionales,
facilitando la comprensión de cómo el individuo es, a la vez, producto y productor de la realidad social
(Baron et al., 2006).
Este artículo tiene como propósito revisar los principales conceptos y constructos que han estructurado
históricamente a la psicología social como disciplina científica. A partir de un análisis riguroso, se
abordan temas esenciales como la influencia social, la cognición social, las actitudes, los roles sociales,
los estereotipos, la identidad grupal y la conducta prosocial y antisocial. Al presentar estas nociones
clave, se busca ofrecer una visión integral del campo, mostrando cómo estos conceptos se
interrelacionan y permiten interpretar los vínculos entre el individuo y su contexto.
Justificar este ejercicio resulta relevante en tanto que el conocimiento de los fundamentos conceptuales
de la psicología social constituye la base para una intervención profesional y una investigación rigurosa.
Además, permite comprender de manera más profunda fenómenos actuales como la polarización social,
el comportamiento colectivo en redes sociales, o la discriminación estructural, los cuales pueden
analizarse desde las herramientas teóricas y metodológicas de esta disciplina (Aronson, et al., 2018).
La psicología social, a diferencia de otras ramas de la psicología que privilegian el estudio del individuo
en aislamiento, enfatiza la dimensión relacional del comportamiento humano. En este campo, se
reconoce que gran parte de nuestras actitudes, decisiones y emociones están moduladas por factores
sociales como la pertenencia grupal, las normas culturales, los roles sociales y las expectativas del
entorno (Brown, 2000). Esta perspectiva permite entender, por ejemplo, cómo los procesos de influencia
social pueden llevar a una persona a actuar en contra de sus propios valores o cómo los prejuicios se
sostienen y reproducen en contextos estructurados de poder y desigualdad.
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Por tanto, revisar los conceptos fundamentales de la psicología social no solo tiene una función
académica, sino también práctica y transformadora. En un mundo caracterizado por el auge de los
discursos polarizantes, el incremento de la intolerancia, y la intensificación de fenómenos como la
exclusión social y el conflicto intergrupal, resulta clave fortalecer una comprensión científica del
comportamiento social que contribuya a promover la convivencia, la empatía y el pensamiento crítico.
En este sentido, este artículo se propone como una herramienta formativa que invita a docentes,
estudiantes y profesionales de la psicología a profundizar en los pilares teóricos que sustentan la
disciplina, a fin de generar interpretaciones más complejas y comprometidas con los desafíos sociales
actuales.
METODOLOGÍA
Para la realización de este estudio, se adopta una metodología cualitativa basada en una revisión
documental, orientada a generar discusiones sobre el tema planteado, integrando aspectos teóricos y
contextuales. Este proceso se despliega a través un análisis de los documentos previamente
identificados, a través de tres fases de lectura analítica: 1) lectura intratextual: consiste en un primer
acercamiento al texto, centrado en las ideas generales que el propio documento propone, ofreciendo una
visión inicial de su contenido. 2) lectura intertextual: implica establecer conexiones entre varios
documentos, ya sea del mismo autor o de diferentes autores, con el propósito de generar un diálogo entre
ellos. Lectura extratextual: representa una etapa de síntesis y conclusión, en la cual se extraen las ideas
principales de los textos analizados.
Las fuentes de información incluyeron bases de datos académicas reconocidas como Scielo, Redalyc,
Dialnet y Google Scholar, además de libros impresos especializados en psicología social, tanto clásicos
como contemporáneos. Los criterios de inclusión contemplaron publicaciones en español o inglés, con
énfasis en la psicología social y sus diversas aplicaciones, tanto teóricas como prácticas. Para la
búsqueda de información, se emplearon palabras clave como “psicología social”, “historia de la
psicología social”, “enfoques de la psicología social”, “psicología social en Latinoamérica”,
“aplicaciones de la psicología social”, “aportes de la psicología social”, “autores clásicos de la psicología
social” y “conducta colectiva”.
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DESARROLLO
¿Qué es la cognición social?
El constructo cognición social expresa toda una serie de procesos que ocurren en la mente del individuo
y que son activados cuando entra en interacción con otros. Agrupa, por ejemplo: impresiones, esquemas,
efectos sociales, estereotipos, atribuciones, sesgos, etc., que derivan en actuaciones o comportamientos
de tipo positivo o negativo (altruismo o agresión, por ejemplo).
Como expresa Myers (1991): la psicología social es el estudio científico de cómo la gente piensa en el
prójimo, influye en él y se vincula con él” (p.40). Por eso, los psicólogos sociales estructuran sus ideas
y descubrimientos para organizar teorías sobre el comportamiento humano de tipo social. Bajo la óptica
de la ciencia, se busca también describir, explicar, controlar y predecir la conducta social.
Las actitudes
Uno de los constructos constitutivos de la psicología social es el de actitudes. Las actitudes han sido
definidas como tendencias o predisposiciones aprendidas, como respuestas favorables o desfavorables
frente a otras personas, situaciones u objetos (Feldman, 1997). Se admite que las actitudes operan según
el Modelo ABC, es decir, que los tres componentes de una actitud son: afectivos, cognitivos y
comportamentales. La relación entre la conducta y las actitudes no siempre es tan transparente, puesto
que algunas variables pueden influir en la generación de actitudes específicas, y éstas pueden estar
también sujetas a diversas modalidades de aprendizaje en la vida (imitación, socialización primaria, la
cultura…).
Un experimento clásico realizado por LaPiere (como se citó en Morris, 1997) refiere sus viajes por
Estados Unidos con una pareja china, en los años treinta, donde los prejuicios contra los chinos eran
manifiestos. En muy pocos de los 250 hoteles y restaurantes visitados les negaron la atención. Después
de seis meses envió cuestionarios a dichos establecimientos preguntando si atenderían a chinos, entonces
la respuesta mayoritaria fue que no. LaPiere concluyó que las actitudes no predicen la conducta
necesariamente.
Al respecto, un estudio de McGrew (como se citó en Whitaker, 1985) hizo un estudio de discriminación
(conducta negativa) sobre el problema de la vivienda; se telefoneó a dueños de casa y se les preguntó
arrendarían a matrimonios de negros o parejas combinadas, uno negro otro blanco, con la respuesta de
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que lo harían. Sin embargo, cuando las personas se presentaron personalmente a las viviendas hubo
un alto rechazo, incluso sin dejarles ver las mismas. Actitudes y conductas son muy variables según la
situación.
La influencia social
La definición común de la influencia social bien pudiera ser la de la misma psicología social; se
comprende aquella como el proceso por el cual las personas, colectiva o individualmente se afectan con
sus actitudes, acciones o percepciones. En ello la cultura ejerce una notable influencia, que ejerce como
marco de referencia del individuo en sociedad. En la cultura se dan numerosos procesos cognoscitivos
que guían las actuaciones de los individuos; por ejemplo, se dan los axiomas culturales y las normas
culturales; en el primer caso, una alta proporción de los miembros de una sociedad pueden aceptar una
creencia o tradición como verdad incontrovertible. Por su parte, las normas culturales representan ideas
o expectativas compartidas referente a cómo se deben comportar los sujetos en sociedad (Morris, 1997;
Barón y Byrne, 2005).
Con base a lo anterior, la psicología social ha identificado varios efectos o procesos de influencia social.
El primero es la conformidad: es la tendencia voluntaria a admitir las normas sociales, quizá sacrificando
las propias. En los años cincuenta Asch (1951) diseñó un experimento de juicio visual donde varias
líneas con distintas longitudes dibujadas en una tarjeta, debían ser comparadas con otra línea para
identificar la más parecida con ésta. Los dibujos de las líneas se hicieron deliberadamente y la elección
correcta era muy obvia. Varios de los sujetos (cómplices del experimentador) daban unánimemente la
respuesta errónea, excepto el sujeto evaluado o confrontado. La pregunta era si los sujetos atenderían a
la evidencia de sus propios sentidos o se conformarían a la presión del grupo por no discrepar. Los
resultados iniciales mostraron que un 35% de los ensayos los sujetos se conformaron. Investigaciones
posteriores evidenciaron que la conformidad dependería también de las características de la situación y
de los rasgos del individuo.
El segundo evento es la condescendencia, que significa la modificación del comportamiento en respuesta
a la petición de otro individuo o grupo. Freedman y Fraser (como se citó en Morris y Maisto, 2009), en
California, Palo Alto, se presentaron como miembros de un comité para la conducción segura. Pidieron
a algunos residentes colocar en sus patios delanteros un letrero feo y grande que decía: conduzca con
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precaución”. De la muestra, el 17% aceptó hacerlo. A otros residentes se les pidió que solamente
firmaran una petición solicitando más normatividad en pro de la conducción segura. A ésta personas,
cuando se les solicitó que colocaran el aviso en cuestión, un porcentaje del 55% aceptó ponerlo. La
solicitud previa aumentó la tasa de condescendencia posterior en un triple.
Un tercer evento es la obediencia, que se entiende como un comportamiento que se da en respuesta a la
orden de otro, que por lo general es una figura con autoridad. Los estudios clásicos corresponden a
Milgram (como se citó en Barón y Byrne, 2005) quien llevó la situación al laboratorio, preguntándose
hasta dónde llegaría el comportamiento de la gente con respecto a lo que se le ordena hacer. El
experimento inicialmente se presentó como un estudio sobre el aprendizaje (los efectos del castigo sobre
el aprendizaje); se trabajaba con un par de participantes, del cual uno era el aprendiz (que debía aprender
e identificar de memoria una palabra entre serie de pares de palabras, previamente memorizadas). El
otro participante operaba como maestro, quien leía las palabras y castigaría las equivocaciones
cometidas, mediante la aplicación de descargas eléctricas (el aparato usado para tal efecto tenía treinta
interruptores numerados, y el voltaje oscilaba entre los 15 voltios y los 450 voltios). Del par, uno era un
participante real y el otro un cómplice. La elección se hacía por papelitos, pero estaba arreglado qué
papel sacaría cada cual: el participante real siempre sería el profesor. A éste se le precisaba aplicar la
descarga eléctrica cada vez que el aprendiz fallaba. Crucial de este experimento fue el aumento de carga
o voltaje con cada error sucesivo. Otro evento importante: realmente no se aplicaba descarga alguna y
el cómplice no la recibiría; solamente se hacía una demostración real con un botón para dar la impresión
de la potencia del aparato.
El experimento evidenció un 65% de obediencia por parte de los participantes reales al aplicar las
descargas; algunos siguieron hasta los 450 voltios. No obstante, hubo resistencias, pero el
experimentador presionaba a la continuidad del ejercicio. Los aprendices también simularon dolor o
pérdida de la conciencia. Las investigaciones de Milgram, bastante controversiales en la época por
situaciones éticas, indican varios aspectos: la gente puede obedecer fácilmente ante una figura con cierta
autoridad y llegar a causar daño; la obediencia que es destructiva puede provenir de diversos factores
(desplazar la responsabilidad a la figura de autoridad; los signos externos de la autoridad misma; la
presión y alcance de las órdenes que un individuo recibe).
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La acción social (facilitación social)
La acción social agrupa varios procesos interpersonales con diversos o efectos sociales; se reconocen:
la desindividuación, la conducta prosocial, la toma de decisiones en grupo y el comportamiento
organizacional.
La pérdida de la individualidad o desindividuación ocurre cuando el individuo pierde el sentido de su
responsabilidad personal dentro de un grupo. Éste puede ejercer una influencia particular e irresponsable
en sus miembros. Diener (como se citó en Myers, 1987) con sus colaboradores, dirigió un experimento
para probar: el efecto de pertenecer a un grupo y ser físicamente anónimo. Se observaron a 1352 niños
en noche de Halloween, en Seattle, que visitaban las casas pidiendo dulces, en grupo o solos. Uno de
los investigadores les daba la bienvenida y los invitaba a tomar una de las golosinas, dejando la
habitación. Observadores cómplices se dieron cuenta que en grupo los niños propendían a cogerse más
dulces que aquellos que iban solos. Asimismo, los niños solitarios se cogían más dulces que aquellos a
los que se les solicitaba, por ejemplo, el nombre y la dirección. En este caso, hubo una tasa de variación
entre un 8% de niños solitarios identificados y un 80% de los niños anónimos. Por supuesto, hay otros
efectos intergrupales interesantes objeto de análisis de la psicología social: holgazanería social,
polarización grupal, densidad-espacio, etc.
La conducta prosocial o de ayuda es aquella serie de comportamientos espontáneos que los individuos
hacen entre sí, sin ningún tipo de interés o garantía. Las personas altruistas actúan sin esperar
recompensa o reconocimiento cuando ayudan o auxilian a sus semejantes. Los psicólogos sociales se
preguntan cuándo es probable que ocurran comportamientos de ayuda o bajo cuáles circunstancias
ocurriría. Darly y Latané (como se citó en Gaviria et al., 2013) realizaron un experimento; se trató de
manipular el número de observadores en una situación de emergencia. La hipótesis era que entre más
personas haya en una situación de emergencia menos probable será que alguna de ellas ayude. Se
invitaba a sujetos a participar de una discusión mediante un interfono con otros participantes de otra sala
(1, 2 o 5). Cada cual tenía dos minutos para hablar sobre problemas de estudiantes en una gran ciudad.
Realmente los participantes no existían. Se colocaban varias grabaciones; uno de los supuestos
participantes comentó que padecía de ataques epilépticos por el estrés que la generaba la gran ciudad.
Cuando todos acabaron sus dos minutos, efectivamente este supuesto participante simulaba un ataque,
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y se esperaba la reacción de ayuda o no de los voluntarios. Los resultados del experimento arrojaron que
entre más participantes se da menor disposición de ayuda, y quienes lo intentaron tardaron más tiempo
en brindarla. Tal efecto se denominó: “efecto del observador”. Sin embargo, las personas también
pueden ser altruistas o no serlo, según sus características personales o según su estado anímico.
La toma de decisiones en grupo es otro tópico importante de la psicología social, pues los grupos
forman parte de la dinámica social; directorios, miembros de comité, gabinetes, equipos de trabajo,
grupos políticos, consejeros, asesores, etc., viven la experiencia cotidiana de la toma de decisiones. La
investigación, asimismo, ha evidenciado la diferenciación entre las decisiones individuales y las
decisiones grupales (Vivas et al., 2009). Dentro de este proceso está la normalización postulada por
Sheriff (1936), y cuyo experimento evidencel punto de referencia personal y el punto de referencia
común para emitir un juicio. Sheriff utilizó el efecto autocinético (ilusión perceptiva que pasa al estar
en una sala oscura, y los individuos concentran su vista en un punto luminoso central, y dicha luz luego
se desplaza de forma circular alrededor de la posición inicial). En una primera fase se preguntaba a cada
sujeto, individualmente, que refiriera la amplitud de los movimientos. En este sentido, cada persona
creaba su propio patrón perceptivo; en la segunda fase se hizo situando todo el grupo bajo la misma
dinámica de la prueba. Ahora bien, aunque los participantes daban patrones individuales de respuestas
hubo convergencia en la tendencia central de las mismas. En la tercera fase, se volvió a pasar la prueba
individualmente a los participantes los cuales conservaron los patrones de la segunda fase, llegándose a
dos conclusiones relevantes: una, los grupos suelen ejercer influencia en las decisiones con base en la
información manejada (si un sujeto opina algo diferente del grupo, adopta el punto de vista de este para
evitar equivocaciones); dos, los grupos ejercen influencia de tipo normativo (un sujeto puede adoptar la
postura del grupo haciendo propias las opiniones de aquel).
Ocurre también el desplazamiento hacia el riesgo o el cambio riesgoso; según Stoner (como se citó en
Morris y Maisto, 2009), tomar decisiones en grupo pudiera ser más arriesgado que hacerlo
individualmente, es decir, se da un desplazamiento hacia el riesgo. En su experimento Stoner solicitó a
los participantes que aconsejaran a personas imaginarias, de manera individual, que debían elegir entre
un curso de acción riesgoso pero gratificante, y una acción conservadora pero no tan gratificante.
Después los consejeros se reunieron en grupos de discusión pequeños y así debatían cada decisión para
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lograr un consenso. El resultado fue que los grupos propusieron un curso de acción riesgoso, que cuando
lo habían hecho aconsejando individualmente.
Los trabajos de Stoner dieron paso a otro fenómeno social interesante: la polarización grupal. Esta refiere
la posición extrema que los grupos sociales, incluso al interior de un grupo normal, pueden tomar frente
a sus decisiones, creencias o ideas iniciales. La polarización incrementa las creencias iniciales de los
miembros de un grupo (Barra, 1998). Como aclaran Dose y Moscovici (como se citó en Vivas et al.,
2009): en la polarización: las decisiones del grupo tienden a aproximarse a uno de los polos del extremo
de las opiniones y de los juicios que había previamente en el grupo” (p.46).
El pensamiento grupal también se ha estudiado y los psicólogos sociales se han preguntado cuáles son
las mejores decisiones ¿las individuales o las grupales? Pues se ha dado la obviedad en aquello de que
“cuatro ojos ven más que dos”. Janis (como se citó en Barra, 1998, p. 165) lo conceptúa como:
modo de pensamiento en que se involucran las personas cuando la búsqueda de consenso
llega a ser tan dominante en un grupo cohesivo que tiende a suprimir la evaluación realista de
los cursos de acción alternativos. ...el término se refiere a un deterioro en la eficiencia mental,
prueba de realidad, y juicios morales como un resultado de presiones grupales. (p.165)
Precisamente trabajos realizados por Janis (1972) refieren errores en la toma de decisiones del gobierno
norteamericano en la invasión a la bahía de Cochinos en 1961, que se consideró un fracaso militar y
político. Para Janis la respuesta está en el pensamiento grupal, que implica la confluencia del liderazgo,
la cohesión grupal y la crisis, que pueden fusionar las decisiones grupales, aunque estas sean
desconsideradas o irracionales. Janis identificó 8 síntomas del pensamiento grupal (Myers, 1991): la
ilusión de invulnerabilidad, la racionalización, creencia firme en la moralidad grupal, visión
estereotipada del oponente, presión de conformidad, autocensura, ilusión de unanimidad y los
guardianes del pensamiento.
Atribución
En psicología social también se estudia la explicación que los individuos hacen de la conducta de sus
semejantes. El por qué alguien actúa como lo hace ha sido central en el desarrollo de este campo de la
psicología. La teoría de la atribución (Heider, 1958) procura explicar si la casualidad se debe a la persona
o a la situación. Esta teoría sugiere que las personas pueden centrar sus interpretaciones del
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comportamiento de otros desde las situaciones externas o desde sus disposiciones internas. Se ha
llamado a esta perspectiva una psicología doméstica o ingenua. Heider es considerado el creador de esta
postura, afirmando que se puede atribuir el comportamiento de otros por sus disposiciones internas; por
ejemplo, un profesor puede interpretar el mal rendimiento de un estudiante quizás por la falta de
motivación o capacidad del mismo (causas internas), o atribuirlo a la falta de apoyo de su familia o
algunas dificultades socioeconómicas (causas externas). Así que, las fuerzas personales (internas)
dependerían de la motivación y la capacidad; las fuerzas ambientales (externas) estarían sujetas a la
dificultad de la tarea y la suerte.
Lee Ross (1977) con base a los resultados de varios experimentos llamó error fundamental de atribución
al hecho o tendencia de subestimar la influencia de una situación y sobrestimar la influencia de la
disposición, precisamente al observar e interpretar el comportamiento ajeno. También se da el error
actor-observador donde las personas atribuyen lo que les ocurre a causas externas y lo que ocurre a otros
mediante causas disposicionales o internas. Por su parte, el sesgo egoísta, que es de carácter
motivacional, refiere que cuando alguien tiene éxito lo atribuye a su personalidad y ante el fracaso se
atribuye a causas exteriores (Reeve, 1995).
La teoría de inferencia de correspondencia de Jones y Davis (como se citó en Hogg y Vaughan, 2010)
sugiere que las personas hacen inferencias del comportamiento de otros sobre la base de un rasgo(s)
previo. De una manera más estructurada, Kelley (1972) lleva la teoría de la atribución un poco más allá
(a un modelo de covariación), siendo para este autor la explicación o interpretación de la conducta de
otros, mediante tres eventos: por consenso, consistencia y distintividad; se basa en la dinámica de tres
factores: la persona, el estímulo y la situación. Por consenso ocurre cuando se compara la reacción del
sujeto con las respuestas de otros en esa situación; por consistencia según la manera que la persona ha
respondido al estímulo en otras situaciones; y por distintividad según la persona responda a diversos
estímulos.
Disonancia cognoscitiva
Mediante esta teoría se busca explicar el por qué las personas cambian sus cogniciones o pensamientos,
como también las defienden a pesar de las contradicciones evidentes. El individuo en sociedad tiende a
mantener la armonía y el equilibrio sobre los eventos de su vida diaria. Cuando no concuerda lo que el
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individuo piensa con lo que realmente hace se produce un malestar psicológico (incongruencia). En un
experimento clásico de Festinger y Carlsmith (como se citó en El Sahili, 2013) se solicitó a tres grupos
de estudiantes que realizaran una tarea o actividad aburrida; los estudiantes del grupo 1 simplemente se
retiraron luego de la actividad; los estudiantes del grupo 2 fueron detenidos por los experimentadores
para que, a cambio de recibir un dólar, dijeran que la tarea fue divertida; a los estudiantes del tercer
grupo se les pidió lo mismo, pero se les dio de a 20 dólares. Al interrogar una semana después a los tres
grupos: los grupos 1 y 3 dijeron congruentemente que la tarea había sido tediosa; el grupo 2 admitió que
fue divertida. La explicación es que en el caso del grupo 1 no se presen disonancia, pues los
participantes refirieron el tedio vivido; tampoco hubo disonancia en el tercer grupo bajo el pensamiento
de que apenas 20 dólares es suficiente para mentir por una actividad aburrida. No obstante, quienes
recibieron el dólar pensaron que el dinero era muy poco para que los investigadores quisieran
distorsionar la verdad, en consecuencia, la tarea no estuvo tan aburrida. Esta disonancia generada hizo
que reacomodara su forma de pensar y revaluar la tarea.
Como explican Briñol et al. (2007): el paradigma de la disonancia cognitiva supuso un importante
cambio de perspectiva en relación con las teorías clásicas del aprendizaje al demostrar que los incentivos
externos podían resultar contraproducentes para motivar a las personas, al menos en algunas
circunstancias (p.468). En la misma línea, Aronson y Mills (1959) descubrieron que las personas
valoran más el grupo al que pertenecen cuanto peor lo pasan para poder formar parte de ese grupo.
Representaciones Sociales
El concepto de representaciones sociales (RS) es eje importante de la psicología social, impulsado por
uno de sus pioneros Moscovici (1970) y con fuertes fundamentos en el planteamiento de Durkheim
(2005) acerca de las representaciones colectivas. Las RS pueden ser concebidas como creencias
compartidas. Se enfocan un poco más hacia el pasado porque los psicólogos sociales estudian su proceso
de formación en la cultura o en determinados grupos sociales. Jodelet (1989) las concibe así:
Corresponden a una forma específica de conocimiento, el conocimiento ordinario, que es
incluido en la categoría del sentido común y tiene como particularidad la de ser socialmente
construido y compartido en el seno de diferentes grupos. Esta forma de conocimiento tiene una
raíz y un objetivo práctico: apoyándose en la experiencia de las personas, sirve de grilla de
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lectura de la realidad y de guía de acción en la vida práctica y cotidiana. En los campos
profesionales, expresa la manera en que los actores se sitúan con relación a su actividad y a sus
compañeros, así como frente a las normas y roles vigentes en el espacio de trabajo. (p.131)
Se comprenden, además, como los actos de pensamiento de un sujeto mediante los que entra en relación
con un objeto; así, una RS estaría compuesta de tres aspectos: construcción selectiva, esquematización
estructurante y naturalización (Petracci y Kornblit, 2007). La construcción selectiva refiere cómo se
retiene o rechaza las informaciones que circulan sobre una teoría para poder apropiarla de una manera
más social. La esquematización parte de la selectividad de los elementos informativos para configurar
una imagen del objeto y así producir conceptos. La naturalización consiste en el estatus de evidencia
que ha logrado el procesamiento de la información. Por ejemplo: se han hecho estudios sobre las RS del
VIH/SIDA, de forma que los grupos sociales transforman los constructos técnicos para poder
comprenderlos y apropiarlos socialmente mejor.
Estereotipos
El nombre deriva de la impresión resultante de un molde de plomo utilizado en imprentas (estereotipias).
Lippman (1922) lo retoma para las ciencias sociales como “imágenes en nuestras cabezas”. Los
estereotipos son categorías que reflejan la tendencia a pensar que personas o grupos, incluso cosas,
comparten características o rasgos similares. La investigación sobre los estereotipos se ha centrado en:
cómo se convierte en ayuda para la realidad explicar la realidad social; como creencias que comparten
los grupos y como un mecanismo que ahorra energía.
En un estudio sobre la realidad de los estereotipos, Macrae, Hewstone y Griffiths (1993) llevaron a cabo
un experimento en el que mostraron un video de una mujer hablando sobre su estilo de vida. A un grupo
de participantes se les dijo que la mujer era peluquera, mientras que al otro se les indicó que era médica.
Durante el video, que era el mismo para ambos grupos, la mujer mencionaba aspectos asociados con el
estereotipo de las peluqueras (como su gusto por las discotecas o el uso de minifaldas) y características
propias de un médico (como el interés por la política o asistir a la ópera). Los resultados mostraron que,
cuando los participantes prestaban atención al video, recordaban mejor la información que no coincidía
con el estereotipo asignado. Por ejemplo, quienes creían que la mujer era peluquera recordaban datos
como su interés por la política, mientras que quienes pensaban que era médica recordaban aspectos
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relacionados con las discotecas. Sin embargo, al realizar una tarea que requería mayor concentración y
los distraía, los participantes tendían a recordar mejor la información que concordaba con el estereotipo.
Esto sugiere que, al estar ocupados, las personas recurren a los estereotipos para ahorrar recursos
cognitivos.
Los estereotipos cumplen diversas funciones, como se había mencionado arriba; también es posible
precisar su simplicidad y rigidez mental; el nivel de legitimidad que suelen adquirir, aunque hayan
cambiado las evidencias; también pueden adquirir connotaciones negativas con alto potencial emocional
(Rodríguez Caamaño, 2001).
Liderazgo
Líder y liderazgo son términos importantes que han trascendido desde la psicología social, la sociología,
la historia, la política, etc., hacia diversas áreas del conocimiento. En el caso del liderazgo se comprende
como el proceso de influir. De una forma clásica, el liderazgo se ha dividido en tres manifestaciones
genéricas: el liderazgo autoritario, el liderazgo democrático y el laissez faire; en el primer caso el líder
determina toda la dinámica impuesta; el líder democrático comparte y somete a discusión la norma, los
procedimientos; en el tercer caso es un liderazgo anárquico donde existe libertad completa para los
sujetos con incidencias normativas menores (Vivas et al., 2009).
También se habla de enfoques del liderazgo, donde se conocen dos tendencias diferenciadoras, sin que
sean las únicas, claro está; el enfoque situacional, mediante el que precisa la gestión del liderazgo según
el contexto, la época, la oportunidad, con base a las necesidades del grupo social. El enfoque de rasgos
ubica en las características del líder el nacimiento del proceso de influencia en cuestión. La tesis es que
los líderes parecen tener o necesitan de ciertas características especiales.
Como sintetiza Barra (1998), un desafío fundamental del liderazgo es encontrar el equilibrio entre
ejercer influencia y obtener poder, mientras se asegura la aceptación y el respaldo del grupo. Estas dos
metas pueden entrar en conflicto en ocasiones. Una estrategia para abordar este dilema consiste en que
el líder, al inicio, busque consolidar su posición mediante una actitud competitiva, mostrando sus
capacidades y conocimientos al resto. Una vez que su rol y legitimidad están establecidos, puede adoptar
un enfoque más relajado, centrándose en recuperar el apoyo y la aprobación que pudo haber disminuido
durante el proceso de alcanzar el liderazgo.
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CONCLUSIONES
El presente estudio aborda la psicología social como el estudio científico del comportamiento
interpersonal y social, con énfasis en cómo los pensamientos, sentimientos y conductas individuales son
influenciados por otros, ya sea de manera real o percibida. Esta disciplina utiliza principalmente
investigaciones experimentales para poner a prueba sus hipótesis, lo que ha permitido construir un
campo teórico y práctico muy sólido. Desde sus inicios, ha sido fundamental para comprender las
dinámicas sociales, destacando su vigencia en contextos como la psicología jurídica, la salud, las
organizaciones, la política y los estudios comunitarios.
Un eje central expuesto es la exploración de los constructos clásicos de la psicología social, como las
actitudes, la influencia social, la cognición social, la disonancia cognitiva, los estereotipos, la atribución
y el liderazgo. Cada uno de estos conceptos es clave para entender cómo los individuos se relacionan
con los demás y cómo el entorno social influye en sus decisiones y comportamientos. Por ejemplo, el
constructo de la cognición social abarca procesos mentales como los esquemas, las atribuciones y los
estereotipos, los cuales pueden derivar en acciones positivas como el altruismo, o negativas, como la
agresión.
Adicionalmente, el estudio de las actitudes y su relación con el comportamiento es otro punto
importante. Aunque a menudo se espera que las actitudes predigan las acciones, investigaciones clásicas,
como el experimento de LaPiere, han demostrado que esto no siempre es así. Este tipo de hallazgos
subraya la importancia de factores contextuales en la relación entre actitudes y conducta. Asimismo, la
influencia social se analiza a través de fenómenos como la conformidad, la obediencia y la
condescendencia, mostrando cómo las personas modifican su comportamiento bajo la presión de grupos
o figuras de autoridad, como evidenciaron los experimentos de Asch y Milgram.
Otro aspecto destacado es la teoría de la disonancia cognitiva, que explica cómo los individuos buscan
reducir el malestar psicológico causado por la incongruencia entre sus creencias y sus acciones. Este
concepto es crucial para comprender cómo y por qué las personas ajustan su pensamiento frente a
contradicciones. De manera complementaria, se abordan las representaciones sociales y los estereotipos
como formas de conocimiento compartido que permiten a los individuos interpretar la realidad social,
aunque muchas veces de manera simplificada y rígida. Los estereotipos, en particular, funcionan como
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mecanismos que ahorran recursos cognitivos, pero pueden reforzar prejuicios y limitaciones en la
percepción de otros.
Finalmente, se analiza el liderazgo como un proceso de influencia en grupos. Este concepto ha sido
estudiado desde múltiples perspectivas, destacándose enfoques como el situacional, que subraya la
importancia del contexto en la eficacia del líder, y el enfoque basado en los rasgos, que atribuye la
capacidad de liderazgo a características personales. Se exploran también los desafíos inherentes al
liderazgo, como equilibrar la obtención de poder con la aceptación grupal, para lo cual se sugiere una
estrategia progresiva que permita consolidar la posición del líder mientras se fortalece el apoyo del
grupo.
En conclusión, la psicología social se presenta como un campo dinámico y en constante evolución, cuya
relevancia persiste debido a los cambios sociales y organizacionales de la modernidad. Además, se
enfatiza que, aunque los constructos abordados son ya clásicos, su estudio continúa proporcionando
herramientas valiosas para entender y gestionar las relaciones humanas en contextos diversos. Además,
se resalta la reciprocidad de las influencias sociales, evidenciando cómo los individuos impactan a sus
semejantes y son impactados por ellos en una dinámica constante de interacción y adaptación.
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