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aborda y da tratamiento al fenómeno, además de determinar cuáles son los retos que enfrentan las y los
directores de las escuelas primarias del Municipio de Texcoco.
En 2024, se puntualizó que la disrupción escolar no debe percibirse como un fenómeno menor ni
aislado, sino como una barrera real que obstaculiza el pleno ejercicio del derecho a la educación. Lejos
de ser simples actos de indisciplina, estas conductas interrumpen el proceso pedagógico, deterioran la
convivencia y generan un desgaste emocional tanto en el alumnado como en el personal docente
(Hernández, C. & Calvo, J.)
El estudio evidenció también que, en la mayoría de los casos, las y los docentes enfrentan estas
situaciones esperando seguir las directrices del director escolar, quien, como máxima autoridad del
plantel, orienta las respuestas inmediatas ante los incidentes. Si bien esta dinámica puede ser funcional
en ciertos contextos, también revela la necesidad urgente de fortalecer el acompañamiento del liderazgo
directivo hacia el profesorado.
En ese sentido, es fundamental reconocer que la creación de ambientes pacíficos y seguros en las
escuelas no solo responde a un deber ético del personal directivo y docente, sino también a un mandato
legal explícito. La dirección escolar está llamada a liderar una Cultura de Paz sustentada en normas que
garantizan el derecho de niñas, niños y adolescentes a una educación libre de violencia. Instrumentos
como la Ley General de Educación, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley General de Mecanismos
Alternativos de Solución de Controversias, y sus equivalentes en el Estado de México, establecen
claramente la responsabilidad de las instituciones educativas en la prevención de conflictos, la
mediación escolar y la promoción de la convivencia armónica.
Así, el compromiso legal obliga a que las escuelas sean entornos seguros donde se garantice el bienestar
socioemocional y el aprendizaje significativo, pilares fundamentales para la construcción de una cultura
de paz. Las niñas, niños y jóvenes tienen derecho a vivir libres de violencia y a desarrollarse plenamente
en espacios que protejan su integridad y fortalezcan sus vínculos comunitarios.
La educación, como derecho inalienable, solo cumple su propósito cuando forma individuos capaces
de convivir en respeto, solidaridad y reconocimiento del otro. Por ello, construir ambientes escolares
armónicos y libres de violencia no es solo una meta legal, sino la base para cimentar una cultura de paz