BENEFICIOS MATERNO-FETALES DE
LA SUPLEMENTACION CON OMEGA-3
DURANTE EL EMBARAZO
MATERNAL-FETAL BENEFITS OF OMEGA-3
SUPPLEMENTATION DURING PREGNANCY
Carlos Benjamin Machuca Martinez
Universidad Técnica de Machala, Ecuador
Christian Jose Gomez Espinoza
Universidad Técnica de Machala, Ecuador
Alexander Oswaldo Ojeda Crespo
Universidad Técnica de Machala, Ecuador
pág. 5650
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18203
Beneficios Materno-Fetales de la Suplementacion con Omega-3 durante el
Embarazo
Carlos Benjamin Machuca Martinez1
cmachuca3@outlook.com
https://orcid.org/0009-0003-6122-7145
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
Christian Jose Gomez Espinoza
Christian12345g@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-2651-730X
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
Alexander Oswaldo Ojeda Crespo
aojeda@utmachala.edu.ec
http://orcid.org/0000-0003-2657-1736
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
RESUMEN
El déficit materno de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 compromete la evolución obstétrica. Esta
revisión narrativa sintetiza la evidencia reciente sobre la suplementación gestacional con omega-3. Se
rastrearon artículos Q1-Q2 (2019–2024) en PubMed, Scopus, y Cochrane que evaluaron desenlaces
maternos o neonatales tras la suplementación con ácidos grasos omega-3 (DHA/EPA); veintitrés
estudios cumplieron con los criterios propuestos. Una ingesta diaria de 600–1000 mg de DHA+EPA
prolongó la gestación 4-7 días, redujo el parto pretérmino de 12-35 % (hasta 70 % en el pretérmino
temprano) e incrementó el peso neonatal de 49-71 gr. También se observaron menores tasas de
preeclampsia, un mejor crecimiento ponderal, mayor desarrollo visual-cognitivo y menor riesgo de
asma en el infante. El beneficio fue mayor en mujeres con índice omega-3 <4,2 %. La heterogeneidad
en dosis y escalas es un factor limitante para la comparabilidad y enfatiza la necesidad de ensayos
multicéntricos que individualicen la dosis mediante el índice eritrocitario omega-3. La suplementación
dirigida y rica en DHA aparece como estrategia segura y costo-efectiva para mejorar los resultados
perinatales. Integrar el tamizaje dietético o bioquímico y dosificación personalizada al cuidado prenatal
podría potenciar los beneficios materno-fetales, de forma especial en entornos con baja ingesta de
pescado.
Palabras clave: embarazo, nutrición, salud materno infantil
1
Autor principal
Correspondencia: cmachuca3@outlook.com
pág. 5651
Maternal-Fetal Benefits of Omega-3 Supplementation During Pregnancy
ABSTRACT
Maternal deficiency of omega-3 polyunsaturated fatty acids jeopardizes obstetric outcomes. We
systematically searched Q1–Q2 articles (2019–2024) in PubMed, Scopus, Cochrane, and Google
Scholar assessing maternal or neonatal outcomes after docosahexaenoic acid (DHA) and
eicosapentaenoic acid (EPA) supplementation. Twenty-three studies met the inclusion criteria. A daily
intake of 600–1000 mg DHA + EPA prolonged gestation by 4–7 days, lowered the incidence of preterm
birth by 12–35 % (up to 70 % for early preterm birth), and increased neonatal birth-weight by 49–71 g.
Supplementation also reduced preeclampsia rates, improved postnatal weight gain and visual and
cognitive development, and decreased infant asthma risk. Benefits were greatest in women with an
omega-3 index < 4.2 %. Dose and scale heterogeneity limited between-study comparability,
underscoring the need for multicenter trials that individualize dosing using the erythrocyte omega-3
index. Targeted, DHA-rich supplementation appears to be a safe and cost-effective strategy to enhance
perinatal outcomes. Incorporating dietary or biochemical screening and personalized dosing into
prenatal care could further amplify maternal-fetal benefits, particularly in populations with low fish
consumption.
Keywords: pregnancy, nutrition, maternal and child health
Artículo recibido 18 abril 2025
Aceptado para publicación: 22 mayo 2025
pág. 5652
INTRODUCCION
Durante el embarazo las mujeres experimentan una serie de cambios fisiológicos para lograr el
desarrollo normal y mantener la salud del feto. Estos cambios preparan al conjunto para el parto, y es
por esto que, las necesidades nutricionales de las mujeres aumentan durante este proceso, siendo la
nutrición un determinante de riesgo potencialmente modificable. (Jouanne et al., 2021; Marshall et al.,
2022) Una alimentación balanceada y una buena nutrición, acorde al estado de salud de la gestante, de
forma previa y simultánea al embarazo contribuirán de forma directa hacia un desarrollo fetal óptimo,
resultados obstétricos más favorables, una mejor supervivencia perinatal e incluso una mejor salud a
largo plazo en el conjunto. (Marshall et al., 2022)
El organismo de la gestante debe obtener varios nutrientes esenciales que provienen de los diferentes
grupos alimenticios, involucrando tanto macro como micronutrientes, de los cuales la grasa tiene el
segundo puesto como la mayor fuente de energía dietética para el ser humano, y los ácidos grasos que
se obtienen a través del metabolismo de los lípidos, además de constituir una gran fuente de energía,
juegan un papel importante en el mantenimiento de la fisiología celular normal. (Jiang et al., 2023) n
cuando las recomendaciones son específicas, las mujeres embarazadas o en un estadió fértil, rara vez
consumen alimentos adecuados como fuente de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), especialmente
Omega-3 (n-3). (von Schacky, 2020) Las deficiencias respecto a los PUFA son relativamente comunes,
y aquellas causas se explican en situaciones del mundo actual: escasez tiempo, prolongadas jornadas o
modalidades de trabajo que obligan a las pacientes a recurrir a opciones de alimentación poco
saludables, las preferencias alimentarias individuales o familiares, en otro extremo, el desconocimiento
en nutrición, y un asesoramiento inadecuado, destacan también la accesibilidad y los costos (Gray et
al., 2023) , las dietas occidentales actuales con muchos productos procesados, ricos en omega-6, dietas
vegetarianas o veganas (Best et al., 2020; Sherzai et al., 2023) , y los regímenes reducidos en toda grasa
dietética. (Morse, 2012) Un estado nutricional materno deficiente, caracterizado por la restricción o
desequilibrio en la ingesta de nutrientes esenciales, se asocia con patrones de crecimiento fetal
anormales que incrementan el riesgo de patologías crónicas en el futuro. En este contexto, la deficiencia
de PUFA n-3, puede generar efectos adversos significativos en la madre como en el feto, dado su papel
fundamental en diversos procesos fisiológicos, el desarrollo neurológico, la salud cardiovascular y la
pág. 5653
modulación de respuestas inflamatorias, entre otros. (Marshall et al., 2022) Por otro lado, podría
significar una estrategia de intervención efectiva, en el marco de la reducción de la incidencia de
complicaciones obstétricas.
Para mejor comprension del estudio se deben conocer algunos detalles: Existen varios tipos de PUFA
n-3, sin embargo, la mayoría de los estudios han hecho énfasis en el DHA (ácido docosahexaenoico),
EPA (ácido eicosa-pentaenoico) y ALA (ácido alfa-linolénico). (Espino y Sosa et al., 2023; Shahidi &
Ambigaipalan, 2018)
El DHA, es altamente bioactivo y participa en la señalización celular, la expresión de genes y la
inflamación (Judge et al., 2021) , se encuentra presente en todas las membranas celulares,
particularmente en el cerebro. (Morse, 2012) Desempeña un papel importante en el comportamiento, el
neurodesarrollo, el sistema visual y la cognición. (Colombo et al., 2019; Puca et al., 2021) Constituye
del 10-20 % de los lípidos totales a nivel cerebral, un 30 % en la retina y un 60 % en células
fotorreceptoras de la retina. (Puca et al., 2021)
El EPA, se puede hallar como componente estructural de membranas celulares, involucrado en la
dinámica neuronal y las funciones de neurotransmisores (Herrera & Ortega-Senovilla, 2023), y sus
derivados, son mediadores con efectos antiinflamatorios, vasodilatadores y antiagregantes plaquetarios.
(Monthé-Drèze et al., 2018; Shahidi & Ambigaipalan, 2018)
El ALA, es un ácido graso esencial, precursor de todos los PUFA n-3. (Shahidi & Ambigaipalan, 2018)
Debe obtenerse obligatoriamente mediante la dieta o como suplemento, y presenta una baja tasa de
conversión de hacia EPA y DHA, cifras que son más altas en mujeres jóvenes (21% para el EPA y
cercana al 9% para DHA) (Puca et al., 2021; Shahidi & Ambigaipalan, 2018), cabe mencionar que, de
acuerdo a los datos disponibles, sólo alrededor del 0.1% del ALA dietético se convierte en DHA en
adultos sanos normales que comen una dieta occidentalizada. (Morse, 2012)
Las fuentes dietéticas más comunes en las que podemos obtener PUFA n-3 son: para EPA, DPA (ácido
docosa-pentaenoico) y DHA los alimentos del mar. (Gray et al., 2023; Martinat et al., 2021) No se
recomienda el consumo de peces depredadores de larga vida, puesto que contienen contaminantes como
el metilmercurio y/o toxinas orgánicas. (von Schacky, 2020)
pág. 5654
Para ALA, alimentos vegetales como verduras de hoja verde, aceites y semillas. (Di Costanzo et al.,
2022; Gray et al., 2023; Martinat et al., 2021; Saini & Keum, 2018)
Tabla 1. Contenido de DHA, EPA y ALA en Alimentos de acuerdo a su origen.
Tipos de
alimentos
Alimento
Porción
EPA (mg)
ALA (mg)
Proteína
animal
Pescado graso (salmón)
100 g (cocido)
1,000 - 1,500
300 - 600
-
Arenque
100 g (cocido)
1,000 - 1,200
500 - 700
-
Sardinas (en aceite)
100 g
1,100 - 1,500
400 - 600
-
Atún (fresco, sin grasa)
100 g
300 - 600
200 - 300
-
Merluza
100g
100
100
50
Bagre
100g
200
200
100
Camarón
100g
100
200
50
Trucha
100g
200
200
200
Semillas y
frutos secos
Semillas de chía
1 cda. (15 g)
-
3,000
Semillas de lino (linaza)
1 cda. (15 g)
-
-
2,500
Nueces
30 g
-
2,500
Aceites
Aceite de linaza
1 cda. (15 ml)
-
-
6,500
Aceite de pescado
1 cda. (15 ml)
2,000 - 2,500
1,000 - 1,200
-
Aceite de algas
1 cda. (15 ml)
300 - 500
200 - 400
-
Canola (aceite)
1 cda. (15 ml)
-
1,300
Legumbres
Edamame (soja verde)
100 g (cocido)
30 - 50
40 - 60
1,000
Frijoles secos
100g
-
-
600
Garbanzo
100g
-
-
100
Verduras
Lechuga
100g
10
260
Espinacas (cocidas)
100 g
-
-
500
Fuente: Elaboración propia
En condiciones de ingesta deficiente de los ácidos grasos omega-3, está indicada la suplementación. En
promedio, una cápsula de aceite de pescado de 1 gr proporciona 0,3 g (300 mg) de EPA/DHA, estos
valores varian por el origen de donde se extraiga, en términos de la clase de pez (aceite de krill, aceite
de hígado de bacalao, aceite de alga, etc) o aditivos.(Feketea et al., 2023)
pág. 5655
Desde el punto de vista clínico, los efectos de los n-3 se encuentran más elacionados con sus niveles en
sangre que en la cantidad ingerida de los mismos.
Este enfoque es un punto de partida fundamental en la evaluación de la paciente gestante, ya que resalta
la importancia de monitorizar los niveles sanguíneos de omega-3 en lugar de basarse únicamente en la
ingesta dietética o suplementaria (von Schacky, 2020), sin dejar de lado otros parámetros en la
evaluación nutricional, y la ingesta dietética.(Marshall et al., 2022)
El índice omega-3 es la proporción de EPA + DHA frente al total de 26 ácidos grasos en la membrana
de los eritrocitos; funciona como un biomarcador estable a largo plazo, con mínima variabilidad
biológica y refleja fielmente el contenido tisular de estos ácidos grasos.(von Schacky, 2020) El Índice
Omega-3 refleja el porcentaje de EPA y DHA en los glóbulos rojos y es un mejor indicador de los
efectos clínicos. Así, el objetivo no es consumir una cantidad específica, sino alcanzar un nivel óptimo
de omega-3 en sangre que garantice sus beneficios para la salud.(Gellert et al., 2016; von Schacky,
2020)
Es necesario destacar que en ningún individuo, se han encontrado índices de ácidos grasos Omega-3 <
2% en eritrocitos, resaltando que el EPA y DHA son importantes para el mantenimiento de la vida
humana. Según las sugerencias de la revisión de un estudio alemán sobre los niveles de EPA, DHA y el
índice Omega-3 en mujeres gestantes y lactantes, el nivel óptimo u objetivo del índice Omega-3 se sitúa
de 8-11%.(von Schacky, 2020)
Objetivo general
Identificar los beneficios materno-fetales de la suplementación con Omega-3 durante el embarazo,
en términos de la reducción de complicaciones obstétricas y la mejoría en el desarrollo fetal.
METODOLOGÍA
El presente estudio se sustenta en el paradigma positivista, con un enfoque cualitativo, de tipo básico,
cuenta con un diseño de investigación no experimental, y una modalidad documental bibliográfica de
modo transversal. Se desarrolló como una revisión narrativa de la literatura con el objetivo de analizar
y sintetizar la evidencia disponible sobre los beneficios materno fetales asociados a la suplementación
con omega-3.
pág. 5656
La estrategia de búsqueda consistió en indagar en bases de datos reconocidas como PubMed, Scopus,
Cochrane, aplicando filtros de tiempo (últimos 5 años) y operadores booleanos (And, Or, Not). La
selección de artículos se realizó en dos etapas (revisión de títulos/resúmenes y lectura completa), con
dos revisores.
Durante la squeda de información se aplicaron criterios para inclusión como: Artículos publicados
entre el 2019 y 2024, escritos en inglés o español, clasificados en cuartiles Q1 o Q2 según el Scimago
Journal Rank, y con diseños metodológicos rigurosos (revisiones sistemáticas y metaanálisis,
narrativas, estudios observacionales, de cohortes, declaraciones de consenso). Como criterios de
exclusión fueron considerados: estudios fuera del rango temporal o estudios en animales. Finalmente,
las referencias bibliográficas se gestionaron con Mendeley, y las palabras clave utilizadas mediante los
descriptores controlados del Tesauro de la UNESCO.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Se analizaron 23 estudios publicados entre 2019 y 2024 que cumplieron con los criterios de inclusión
establecidos previamente. Las investigaciones se centraron en mujeres embarazadas, sanas o con
factores de riesgo, y evaluaron el impacto clínico de la suplementación con ácidos grasos omega-3,
particularmente DHA, en desenlaces materno-fetales. Las dosis utilizadas en los estudios analizados
oscilaron entre 200 y 1000 mg diarios, administradas en diferentes momentos de la gestación y mediante
distintas presentaciones farmacológicas o alimentarias, con resultados clínicos usualmente reportados
sobre los 600 mg. Los estudios analizados, especificados en la tabla 2, coinciden en señalar que la
suplementación con ácidos grasos omega-3 durante el embarazo tiene un efecto protector frente a
múltiples complicaciones materno-fetales, y representa una estrategia nutricional con beneficios
relevantes.
pág. 5657
Tabla 2. Cuadro de resultados
Referencia
Diseño de
estudio
Población
Resultados Principales
(von Schacky,
2020)
Revisión
narrativa
.
Mujeres embarazadas y
lactantes en Alemania, en
muchos casos desde primer
trimestre.
En este estudio, los niveles bajos de EPA y DHA se asociaron con mayor riesgo de PPT (<34 semanas),
bajo peso al nacer, y mayor necesidad de cuidados intensivos neonatales. Un Índice Omega-3 del 8–11%
se asocia con beneficios como reducción del PP (42–58%), menor mortalidad perinatal, mejor desarrollo
neurológico infantil, y posible reducción de asma, alergias y depresión posparto. No se evidenció aumento
en cesáreas o inducciones por suplementación moderada.
(Cetin et al.,
2024)
Desarrollo de
guía clínica
Mujeres embarazadas, con
baja ingesta o DHA.
La suplementación con 600–1000 mg/día de DHA+EPA redujo significativamente el riesgo de PP y PPT,
especialmente en mujeres con bajo estado basal de omega-3. Se observó reducción del parto espontáneo
pretérmino, sin efectos adversos maternos ni neonatales graves.
(Jiang et al.,
2023)
Revisión
narrativa
Mujeres embarazadas,
principalmente >12 semanas.
DHA se asoció con una reducción del riesgo de PP, especialmente en mujeres con niveles bajos al inicio,
con posibles mejoras en la función mitocondrial, reducción del estrés oxidativo, y en el transporte mediante
la vía PPAR-γ. Hay evidencia mixta sobre su efecto en RCF y depresión posparto.
(Gualtieri et
al., 2024)
Estudio
observacional
transversal
404 mujeres italianas,
excluidas aquellas con
embarazos ltiples, y
factores de riesgo.
Las mujeres que consumieron pescado 3 veces por semana presentaron mayor peso y talla neonatal, y
ganancia de peso gestacional significativamente menor. La suplementación con DHA se asoció a mayor
duración del embarazo y menor ganancia de peso materno. Se observó una tendencia protectora sobre el
PP, y un efecto moderador del IMC pregestacional en los resultados neonatales.
(Sley et al.,
2020)
Estudio
observacional
prospectivo
725 mujeres embarazadas
reclutadas entre 2010 y 2012.
El uso de suplementos de omega-3 se asoció con una reducción estadísticamente significativa del 10–19%
en los niveles de biomarcadores de estrés oxidativo. Este efecto se mantuvo tras ajustar por IMC, dieta,
tabaquismo y otros factores.
(Wang et al.,
2023)
Ensayo clínico
aleatorizado,
multicéntrico
1100 mujeres embarazadas en
EE.UU., suplementadas desde
las 16-21 semanas.
Un grupo suplementado de 1000 mg/día de DHA tuvo menor incidencia de PP y PPT que el grupo de 200
mg/día. Hubo mayor edad gestacional al parto, mayor peso neonatal y menor tasa de hospitalización
neonatal en UCI. Los efectos fueron más pronunciados en mujeres con menor nivel educativo, menor
ingesta de DHA basal y sin antecedentes obstétricos adversos.
pág. 5658
(Grohmann et
al., 2023)
Estudio clínico
prospectivo,
transversal
64 mujeres embarazadas, 24
con RCF y 40 con fetos AGA,
entre las semanas 26 y 37+6.
Las gestantes con RCF presentaron niveles significativamente más bajos de ácido elaídico y ácido gamma-
linoleico, y niveles más altos de ácido palmitoleico en comparación con el grupo AGA. No se encontraron
diferencias significativas en los niveles de DHA y EPA, aunque se discute su rol en la transferencia
placentaria. Se sugiere una posible alteración del metabolismo lipídico en casos de RCF que podría
impactar el crecimiento fetal.
(Vafai et al.,
2023)
Estudio de
cohorte
prospectivo
multicéntrico
Mujeres embarazadas
saludables con
suplementación registrada
desde el primer trimestre.
La suplementación con omega-3 en el primer trimestre se asoció con mayor crecimiento fetal,
particularmente en perímetro abdominal (PA) y perímetro cefálico (PC), con diferencias significativas
desde la semana 19. Se estimó un aumento de 114 g en el peso fetal a las 40 semanas en el grupo
suplementado, y una relación PC:PA más baja.
(Best et al.,
2020)
Declaración de
consenso
Mujeres embarazadas con
gestaciones únicas.
La suplementación con omega-3 reduje el riesgo de PPT en un 35%, y el de PP en un 12%. También se
asoció con un aumento promedio de 71 g en el peso al nacer, y los beneficios son más pronunciados en
mujeres con niveles bajos de omega-3 al inicio.
(Monthé-
Drèze et al.,
2021)
ECA, doble
ciego, controlado
con placebo.
72 mujeres embarazadas con
IMC ≥25, suplementadas
desde la 10-16 semanas.
El grupo suplementado tuvo mayor masa magra neonatal (+218 g), mayor peso al nacer (+343 g) y mayor
edad gestacional al parto (+1 semana). También se observó un aumento del z-score de peso para edad
gestacional, sin cambios en la proporción de grasa corporal. Los efectos fueron más notorios en mujeres
con alta relación n-6/n-3 y en neonatos masculinos.
(Chowdhury et
al., 2022)
Revisión
narrativa
Mujeres embarazadas sin
distinción, la mayoría de
estudios suplementaron entre
las 16 y 28 semanas.
Los omega-3 se asociaron con: Aumento promedio de 4–4.5 días en la duración gestacional, la reducción
del riesgo de PPT, aumento del peso fetal y reducción del riesgo de RCF, posible efecto protector contra la
PE, beneficios potenciales en el neurodesarrollo fetal. Evidencia contradictoria sobre la depresión posparto.
Los efectos positivos fueron más consistentes con dosis altas de DHA (600–1000 mg/día).
(Collins et al.,
2019)
Revisión
narrativa
Mujeres embarazadas sanas y
con riesgo de parto
pretérmino, y neonatos
prematuros (<33 y <29
semanas).
La suplementación con DHA redujo el riesgo de PPT en hasta un 42% y de PP en 12%. También se asocia
con mayor duración gestacional, mayor peso al nacer y reducción de complicaciones neonatales como
displasia broncopulmonar. Los beneficios son más evidentes en mujeres con baja ingesta de DHA o
antecedentes de PP. En neonatos prematuros, la nutrición rica en LCPUFA favorece el crecimiento y el
desarrollo neurológico.
pág. 5659
(Christifano,
Gustafson, et
al., 2022)
Análisis
combinado
1145 mujeres embarazadas
con gestaciones únicas,
seguidas desde las semanas
12–20 hasta el parto.
El 52.8% de las mujeres que recibieron 800 o 1000 mg/día lograron el equilibrio DHA materno-neonatal
(EQ), frente al 21.9% en el grupo de 200 mg/día. Se estimó que una exposición total de aproximadamente
650 mg/día de DHA es necesaria para lograr el EQ. El EQ se asoció con una mayor transferencia placentaria
de DHA y posible mayor contenido de DHA en leche materna.
(Yelland et al.,
2023)
Análisis
exploratorio
5305 mujeres embarazadas
con gestaciones únicas,
reclutadas antes de las 20
semanas.
La suplementación redujo en un 70% el riesgo de PPT en mujeres con niveles bajos de omega-3 (<4.2%).
Para PP, la reducción fue del 35% en multíparas y del 38% en mujeres que evitaron alcohol antes del
embarazo. En mujeres con niveles óptimos de omega-3, la suplementación no fue beneficiosa y, en algunos
casos, aumentó el riesgo.
(Abdelrahman
et al., 2022)
Revisión
sistemática y
metaanálisis
Mujeres embarazadas (bajo y
alto riesgo), con intervención
iniciada en distintos trimestres.
La suplementación con omega-3 durante el embarazo redujo el riesgo de PE, de PP y PPT. Además,
aumentó el peso al nacer en ≈49 g y prolongó la duración gestacional en 1.35 días. No hubo efectos
significativos sobre hipertensión inducida por el embarazo, longitud neonatal, perímetro cefálico, cesárea,
ni mortalidad neonatal.
(Christifano et
al., 2023)
Análisis
secundario
1310 mujeres embarazadas
con gestaciones únicas,
enroladas antes de las 20
semanas.
En mujeres con ingesta <150 mg/día de DHA, la suplementación alta (800/1000 mg/día) redujo la tasa de
PPT y PP, comparado con 200 mg/día. En mujeres con ingesta ≥150 mg/día, no hubo beneficio adicional
con dosis altas. La encuesta DHA-FFQ mostró sensibilidad del 92% para detectar bajo consumo y se
plantea como herramienta clínica viable para tamizaje.
(Christifano,
Chollet-
Hinton, et al.,
2022)
Análisis
secundario
300 mujeres sanas en
gestaciones únicas, entre las
semanas 32 y 36,
suplementadas entre las 18-22
semanas.
Las mujeres que recibieron 800 mg/día de DHA presentaron menor frecuencia cardíaca, menor actividad
simpática y mayor tono vagal. Estos cambios fisiológicos se relacionan con mejor control autonómico, lo
cual podría tener implicaciones en la prevención de condiciones como preeclampsia o parto pretérmino en
estudios futuros.
(Nevins et al.,
2021)
Revisión
sistemática
Mujeres embarazadas y
lactantes de países con alto
índice de desarrollo humano.
De los 8 estudios experimentales con suplementación durante el embarazo, 5 mostraron mejoras
significativas (6%–11%) en desarrollo cognitivo infantil, especialmente en atención sostenida, memoria y
razonamiento perceptivo. Sin embargo, todos los estudios también reportaron resultados no significativos.
La evidencia fue insuficiente o inconsistente para otros dominios del neurodesarrollo (lenguaje, motricidad,
TDAH, TEA).
pág. 5660
(Savona-
Ventura et al.,
2024)
Declaración de
posición
Mujeres en gestacion única
con baja ingesta de n-3,
suplementadas <20 semanas.
La suplementación con omega-3 se asocia con una reducción del 11% en el riesgo de parto pretérmino y
del 42% en parto pretérmino temprano. No se reportaron efectos adversos importantes.
(Bärebring et
al., 2022)
Revisión
sistemática y
metaanálisis
9 ensayos clínicos
aleatorizados (RCT) en
diversos países.
Reducción del riesgo de asma/sibilancias en la infancia. Sin efecto claro en eccema, alergias alimentarias
ni sensibilización.
Peñailillo et
al., 2022
Revisión de
ensayos clínicos
randomizado
Mujeres embarazadas con o
sin complicaciones, hasta
junio 2020.
Evidencia mixta: algunos estudios muestran beneficios en duración del embarazo, reducción de PE y
mejoría metabólica en diabetes gestacional; otros no. Resultados variables en depresión postparto.
Lyall et al.,
2024
Estudio
observacional
prospectivo
> 70,000 mujeres del estudio
Norwegian Mother and Child
Cohort.
Consumo de pescado asociado con menor probabilidad de diagnóstico de autismo; los suplementos no
mostraron beneficio y se asociaron a mayor puntuación de rasgos autistas.
Basak et al.,
2020
Revisión
narrativa
Mujeres embarazadas y sus
hijos en estudios entre 2000 y
2020
Mayor duración gestacional, peso al nacer, mejor desarrollo visual y cognitivo infantil; mayor expresión
de transportadores placentarios; posible reducción de preeclampsia.
Nota: PP: Parto Pretérmino; PPT: Parto Pretérmino temprano. RCF: Restricción del crecimiento fetal. AGA: Adecuado para la edad gestacional. PE: Preeclampsia. LCPUFA: Ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga; n-3: Omega-3.
Las recomendaciones de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria (ANSES), de acuerdo con la Sociedad Internacional para el Estudio de Ácidos Grasos y
Lípidos (ISSFAL), y la Organización mundial de la salud (OMS) para el embarazo y lactancia, radican en 300 mg/día de DHA y 200 mg/día de EPA, provenientes
de productos marinos preferentemente.(Di Costanzo et al., 2022; Martinat et al., 2021; Puca et al., 2021) La Asociación Mundial de Medicina Perinatal (WAPM),
sitúa que el consumo materno de DHA no debe ser inferior a 200 mg/día.(Politano & López-Berroa, 2020) La ingesta diaria de los n-3 durante el período de
gestación suelen estar por debajo de los 300 mg/día, al menos en países occidentales la ingesta regular llega a ser de tan sólo 15 mg/día.(Kar et al., 2016)
pág. 5661
Uno de los hallazgos más consistentes es la reducción del riesgo de parto pretérmino (PP) o pretérmino
temprano (PPT), sustentado por Collins CT et al. (2019) y estudios como el de Abdelrahman MA et al.
(2023), que pueden tener relación con niveles bajos de PUFA n-3, específicamente DHA y EPA como
lo describe von Schacky (2020). Esta evidencia se refuerza en las guías de Cetin et al. (2024), quienes
recomiendan una dosis de 600–1000 mg/día desde antes de la semana 20 para reducir dicho riesgo.
Estos autores también respaldan la utilidad de monitorizar el Índice Omega-3 como un biomarcador
con alta fiabilidad para individualizar la suplementación, con un enfoque que favorece la identificación
oportuna de riesgos, y la optimización de recursos disponibles, especialmente en contextos con acceso
limitado a cuidados intensivos, como es el caso de muchos países en Latinoamérica, donde además el
PP representa una de las principales causas de morbilidad y mortalidad neonatal.
En esa misma línea, esta suplementación parece tener mayor impacto en mujeres con bajo estado
nutricional de omega-3 al comienzo de la gestación como se detalla en la Declaración de consenso de
ISSFAL Statement No.7 (2022) y el estudio de Savona-Ventura et al. (2024), lo que enfatiza la necesidad
de implementar estrategias de tamizaje nutricional individualizado. Así lo evidencian tanto el análisis
de Wang et al. (2023), que muestra una mayor eficacia con dosis de 1000 mg/día, como el estudio
exploratorio de Yelland et al. (2023), que sugiere que mujeres con niveles plasmáticos bajos (<4.2%)
presentan reducciones de hasta el 70% en parto pretérmino temprano tras recibir omega-3. Estas
conclusiones apoyan la implementación de pruebas bioquímicas o encuestas dietéticas simples, como
el DHA-FFQ de Christifano et al. (2023), que permitan destinar regímenes hacia quienes realmente lo
necesitan. Es importante considerar que desde el punto de vista nutricional, la hipótesis de que las
fuentes naturales de omega-3 podrían hacer sinergia con los efectos observados con la suplementación
farmacológica, se sustenta en estudios como el de Gualtieri et al. (2024) que mostró que la ingesta
frecuente de pescado más una suplementación mínima de DHA se asoció a recién nacidos con mayor
peso y talla, mientras que la suplementación aislada se asoció con nada más un incremento en la
duración de la gestación. Por otro lado, el estudio de Lyall et al. (2024), reportó que el consumo de
pescado resultó en menor probabilidad de diagnóstico de autismo frente a la suplementación que no
tuvo beneficio.
pág. 5662
Empero, Von Schacky, 2020 describe que cuando se detectan déficits, un aumento de manera selectiva
del consumo de hasta 2,7 g/día en suplementos, controlado mediante el índice Omega-3 es más
confiable y seguro que un aumento no selectivo de la ingesta con el potencial de alcanzar un índice
Omega-3 ≥16%, que de hecho se ha asociado con efectos adversos. A nivel clínico, esto sugiere que la
intervención nutricional en las gestantes debe contemplar tanto la calidad de la dieta materna como el
uso racional de suplementos.
El estudio de Sley et al. (2020) en concordancia con el de Jiang et al. (2023) validan el papel modulador
de los PUFA n-3 sobre la inflamación, el transporte placentario, la metilación genética y el estrés
oxidativo, entes involucrados en patologías como la preeclampsia (PE) y restricción del crecimiento
fetal (RCF), al evidenciar reducciones significativas en biomarcadores de oxidación tras la
suplementación. Asimismo, las modificaciones favorables en la composición corporal del recién nacido,
la duración del embarazo y el neurodesarrollo observadas en estudios aleatorizados, respaldan su rol no
solo preventivo sino también potenciador del desarrollo fetal. Trabajos como el de Abdelrahman MA et
al. (2023) también exponen el efecto positivo de la suplementación con PUFA n-3 y la reducción del
riesgo de PE. En adición, Christifano DN et al. (2022) pudo mostrar una relación entre la
suplementación con DHA y una la modulación favorable del sistema nervioso autónomo materno, lo
que clínicamente podría verse reflejado como una mayor capacidad adaptativa al estrés hemodinámico
del embarazo, y aunque no se encuentra bien establecido podría desempeñar un rol de protección frente
a complicaciones como la PE o el PP, que se encuentran relacionadas con disfunción del tono vascular
y del eje neuroinmunológico.
En conformidad con Christifano DN et al. (2022), la suplementación y alcance de un estado de
equilibrio materno-neonatal de DHA (EQ), supone una transferencia adecuada y segura de nutrientes
en el conjunto, y una mejor nutrición fetal en términos de desarrollo cerebral/visual, con una una mayor
reserva funcional para la madre en el periodo posparto.
Otro eje relevante corresponde a los efectos sobre el desarrollo fetal y crecimiento intrauterino. Vafai et
al. (2023) mostró mejorías en las trayectorias de crecimiento fetal (peso, perímetro cefálico y
abdominal), especialmente cuando la suplementación comienza en el primer trimestre.
pág. 5663
Sugiriendo una influencia directa del DHA en la maduración neurológica y la simetría del crecimiento.
Incluso en condiciones donde el riesgo aumenta de forma evidente e inminente como en el caso de
aquellas gestantes con sobrepeso u obesidad, se muestran resultados positivos en la suplementación
como lo describe Monthé-Drèze C. (2021), donde se muestran mejoras en los parámetros generales de
crecimiento fetal y duración del embarazo. Otros trabajos como el de Grohmann et al. (2023) no
evidencian diferencias significativas en los niveles de omega-3 en embarazos con RCF, pero en la
reducción de los niveles de ciertos lípidos distintos al omega-3, lo que sugiere que el efecto de los
lípidos sobre el crecimiento fetal podría depender de un perfil lipídico más amplio y no solo del DHA.
Estudios como los de Chowdhury et al. (2020), Basak et al. (2020), y Nevins et al. (2021) documentaron
mejoras en funciones neurológicas y visuales en recién nacidos de madres que recibieron DHA en el
embarazo. Clínicamente, estas mejoras se tradujeron en mayor masa magra, mejor agudeza visual, y
mayores puntajes cognitivos en etapas tempranas del desarrollo. Avalando la necesidad de garantizar
una ingesta adecuada de n-3 en el tercer trimestre, donde se intensifican los procesos de sinaptogénesis
y mielinización. Algunos estudios como el de Peñailillo et al. (2022) mostraron resultados mixtos, lo
que indica que la eficacia clínica puede depender de factores como la duración de la intervención, la
biodisponibilidad del suplemento y la adherencia materna.
El estudio de Bärebring et al. (2022) demostró un efecto protector sostenido sobre la función
inmunológica, y respiratoria del neonato sustentado por el hallazgo de Collins CT et al. (2019).
Respaldando la teoría de que el DHA podría modular el desarrollo del sistema inmune en una etapa
clave de maduración fetal, que clínicamente, podría traducirse en una menor carga de enfermedades
respiratorias crónicas en la infancia, menor uso de fármacos, así como en una mejor calidad de vida
durante los primeros años, especialmente en poblaciones que se hallen predispuestas.
Sobre la depresión posparto, Peñailillo et al. (2022) y Chowdhury et al. (2020) muestran una relación
entre niveles bajos de DHA y mayor riesgo de sintomas depresivos, esto postula a la suplementación
como una herramienta preventiva de bajo riesgo, a pesar de que los datos clínicos aún no permiten
formular recomendaciones firmes. Esta relación refuerza la importancia de realizar un seguimiento
nutricional integral especialmente en mujeres con antecedentes de trastornos afectivos.
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Los estudios revisados presentaron amplia variabilidad metodológica, tanto en diseño como en dosis,
momento de inicio de la suplementación, tipo de compuesto (DHA solo o en combinación con EPA),
forma farmacológica, y duración de la intervención. Esta heterogeneidad limita la capacidad para
establecer protocolos clínicos estandarizados. Además, la falta de medición sistemática del índice
omega-3 y el uso de escalas diferentes en la evaluación del neurodesarrollo comprometen el nivel de
comparabilidad de los resultados. Estas limitaciones subrayan la necesidad de ensayos clínicos
controlados, ensayos multicéntricos y adaptados a contextos regionales como el latinoamericano, donde
el acceso a suplementos de calidad y la formación en nutrición prenatal son aún insuficientes.
En conjunto, los resultados analizados refuerzan la relevancia clínica de la suplementación con PUFA
n-3 durante el embarazo como una herramienta costo-efectiva para mejorar desenlaces perinatales,
especialmente en poblaciones con riesgo nutricional o acceso limitado a servicios de alta complejidad.
CONCLUSIONES
La evidencia que ha sido reunida en esta revisión de 23 estudios de alto impacto confirma que una
administración de 600 a 1000 mg/día de DHA+EPA durante el embarazo, especialmente en gestantes
con Índice omega-3 < 4,2 %, es capaz de reducir de forma clínicamente significativa el parto pretérmino,
la preeclampsia y otras complicaciones obstétricas, a la vez que muestra un mejor panorama para el
producto, al repercutir positivamente sobre el peso neonatal, el desarrollo neurológico, visual y
cardiovascular fetal. En este sentido, el Índice Omega-3 destaca como un biomarcador altamente fiable
para individualizar las dosis y optimizar la eficacia dentro de la práctica clínica. La suplementación
debe ser integrada de forma conjunta a un modelo de cuidado prenatal que también promueva hábitos
alimentarios saludables como mayor consumo de productos ricos en omega-3 para magnificar los
beneficios materno-fetales. Esta estrategia planteada como una dualidad resultaría costo-efectiva y
especialmente oportuna en contextos latinoamericanos donde los recursos son limitados, como el
ecuatoriano, donde la ingesta de pescado es heterogénea.
En conclusión, incorporar la evaluación bioquímica del índice omega-3 y ofrecer una suplementación
personalizada, acompañada de educación nutricional, representa una intervención preventiva y
terapéutica de alto impacto que debería ser adoptada en los sistemas de atención primaria como un
estándar en la atención prenatal.
pág. 5665
Se requiere de nuevos estudios, que al considerar factores bioquímicos y los hábitos dietéticos de las
gestantes, fortalezcan la evidencia para la elaboración de guías clínicas acorde a la realidad sanitaria de
cada población.
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