pág. 7782
EL HOMBRE EN BUSCA DE SÍ MISMO: LA
SUBJETIVIDAD COMO PREGUNTA
NARRATIVA
MAN IN SEARCH OF HIMSELF: SUBJECTIVITY AS A
NARRATIVE QUESTION
Javier Rojas Calderón
Universidad Pedagógica Experimental Libertador-UPEL, Colombia
Alyda Ramírez Forero
Universidad Pedagógica Experimental Libertador-UPEL, Colombia
Geidy Lorena Cardozo Gutiérrez
Universidad Pedagógica Experimental Libertador-UPEL, Colombia

pág. 7783
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18399
El Hombre en Busca de Sí Mismo: La Subjetividad como Pregunta
Narrativa
Javier Rojas Calderón1
javier.rojas@sedhuila.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-2653-6546
Universidad Pedagógica Experimental
Libertador-UPEL
Colombia
Alyda Ramírez Forero
alydajmm2015@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-3117-1465
Universidad Pedagógica Experimental
Libertador-UPEL
Colombia
Geidy Lorena Cardozo Gutiérrez
Lic.gelocg@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-9911-1997
Universidad Pedagógica Experimental
Libertador-UPEL
Colombia
RESUMEN
Este artículo explora las representaciones narrativas de la identidad en la literatura contemporánea,
considerando la subjetividad no como una entidad fija, sino como una construcción simbólica en
constante devenir. A través de un enfoque cualitativo, interpretativo y hermenéutico, se analizaron obras
literarias seleccionadas que tematizan explícita o implícitamente la búsqueda de sí mismo en contextos
de crisis, soledad, alteridad o dislocación cultural. La investigación se enmarca dentro de un diseño
documental, transversal y fenomenológico, con un muestreo teórico-intencional de textos caracterizados
por su densidad simbólica y resonancia con las categorías del marco conceptual: identidad, símbolo,
deseo, pasiones y alma. El análisis textual se desarrolló mediante una guía de lectura simbólica-temática,
permitiendo codificar motivos literarios, imágenes arquetípicas y escenas de transformación subjetiva.
Los resultados se agrupan en cinco núcleos temáticos: la oscilación entre afirmación y devenir del yo;
la alteridad como condición constitutiva de la subjetividad; la soledad simbólica como umbral del alma;
el condicionamiento sociocultural de la identidad; y la función ética y formativa de la literatura. Estos
hallazgos permiten concluir que la narrativa literaria actúa como un laboratorio simbólico en el que el
sujeto se imagina, se prueba y se transforma, revelando así el potencial epistemológico y pedagógico de
la ficción. La investigación ofrece una contribución original al diálogo entre literatura, antropología
cultural y formación subjetiva, abriendo nuevas líneas de exploración en torno al papel simbólico de la
lectura en la constitución del sí mismo.
Palabras clave: identidad narrativa, subjetividad, simbolismo literario, hermenéutica, literatura
contemporánea
1 Autor principal
Correspondencia: javier.rojas@sedhuila.edu.co

pág. 7784
Man in Search of Himself: Subjectivity as a Narrative Question
ABSTRACT
This article explores narrative representations of identity in contemporary literature, conceiving
subjectivity not as a fixed entity, but as a symbolic and unstable construction in constant transformation.
Through a qualitative, interpretative, and hermeneutic approach, selected literary works were analyzed
in which the quest for self is thematized, explicitly or implicitly, within contexts of crisis, solitude,
alterity, and cultural dislocation. The research follows a documentary, cross-sectional, and
phenomenological design, using a theoretical-intentional sampling of texts characterized by their
symbolic density and thematic resonance with key conceptual categories such as identity, symbol,
desire, passions, and soul. Textual analysis was conducted through a symbolic-thematic reading guide,
allowing for the open coding of literary motifs, archetypal images, and scenes of subjective
transformation. The results are structured into five interrelated thematic cores: the oscillation between
affirmation and becoming; alterity as a constitutive condition of subjectivity; symbolic solitude as a
threshold of the soul; the sociocultural conditioning of identity; and the ethical and formative function
of literature. These findings support the conclusion that literary narrative functions as a symbolic
laboratory where the self is imagined, tested, and reconfigured, thereby revealing the epistemological
and pedagogical potential of fiction. The study offers an original contribution to the dialogue between
literature, cultural anthropology, and subjective formation, opening new lines of inquiry into the
symbolic role of reading in the constitution of the self.
Keywords: narrative identity, subjectivity, literary symbolism, hermeneutics, contemporary literature
Artículo recibido 14 mayo 2025
Aceptado para publicación: 19 junio 2025

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INTRODUCCIÓN
El presente estudio se adentra en una problemática que atraviesa de forma transversal los discursos
contemporáneos sobre lo humano: la fragilidad de la identidad y la necesidad simbólica de narrarse. El
sujeto moderno, particularmente en contextos marcados por la desestructuración del lazo social, la
aceleración productiva y la pérdida de referentes simbólicos estables, se enfrenta a una pregunta radical
que no puede eludir: ¿quién soy? Esta interrogación no remite a una esencia fija ni a una verdad oculta,
sino a un movimiento de búsqueda permanente que acontece en el lenguaje, en la imagen, en la ficción.
Desde esta perspectiva, el presente trabajo explora la representación de la subjetividad como una
construcción narrativa inestable, modelada por la tensión entre lo íntimo y lo colectivo, lo simbólico y
lo histórico, lo real y lo imaginario.
Lejos de concebir la identidad como un dato dado o como una propiedad sustancial, se parte aquí de la
premisa de que el sujeto se constituye en la medida en que se narra, se simboliza y se interpreta a sí
mismo. Así, la literatura, en tanto espacio privilegiado de mediación simbólica, se convierte en
laboratorio de subjetividades: en ella el sujeto se prueba, se disloca, se transforma. Esta hipótesis de
trabajo, implícita en la tradición hermenéutica y en la antropología simbólica, se sostiene en la idea de
que el relato ficcional, más que un espejo de la realidad, funciona como una forma de conocimiento
sobre lo humano, especialmente cuando este se halla en crisis.
El problema de investigación que da origen a este estudio puede formularse del siguiente modo: ¿cómo
representa la literatura contemporánea el proceso simbólico de búsqueda de la identidad en sujetos
culturalmente desarraigados? Esta pregunta surge ante la constatación de un vacío interpretativo: si bien
algunos estudios recientes, como el de Gómez-Martínez (2023), han abordado la fragmentación
identitaria en la novela posmoderna desde una perspectiva estructural y narrativa, aún persiste la
necesidad de explorar en profundidad la dimensión simbólica y hermenéutica de dicha crisis,
especialmente en lo que respecta al uso de arquetipos, metáforas y figuras que configuran lo interior en
tensión con lo social. Esta omisión resulta particularmente grave en contextos donde la pérdida de
sentido, el aislamiento emocional y la fragmentación del yo se han vuelto experiencias generalizadas.
Justamente por ello, se considera que la literatura puede ofrecer claves valiosas para pensar el malestar
contemporáneo. En su dimensión simbólica, los relatos permiten al sujeto experimentar formas

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alternativas de existencia, ensayar configuraciones distintas del yo, imaginar su devenir. La pregunta
por la identidad, lejos de reducirse a un problema individual, emerge como un fenómeno cultural de
amplio alcance, que interpela al lector, al autor y a la sociedad. En este sentido, el presente estudio se
propone articular teoría y análisis textual para comprender cómo determinadas obras literarias encarnan,
y al mismo tiempo posibilitan, la búsqueda de sí mismo.
En un momento histórico caracterizado por la saturación de discursos técnicos, cuantificables y
funcionalistas, la subjetividad tiende a desaparecer del horizonte epistemológico y político. El sujeto se
ve reducido a una variable de comportamiento, a un dato biológico o a una función de rendimiento. Esta
operación de vaciamiento, lejos de ser accidental, forma parte de un proceso más amplio de
racionalización que, como ha sido advertido por múltiples tradiciones filosóficas, desconoce las
mediaciones simbólicas de la existencia. Tal como lo señala Cassirer (1959), el ser humano no es
simplemente un animal racional, sino un animal simbólico, un ser que configura su mundo a través de
mitos, relatos, imágenes y rituales.
La crítica al paradigma positivista no solo se justifica por su reduccionismo ontológico, sino también
por las consecuencias antropológicas que conlleva: al prescindir de los símbolos, el sujeto pierde las
mediaciones que le permiten interpretar su experiencia y dotarla de sentido. La subjetividad es así
convertida en objeto de cálculo, fragmentada en comportamientos observables o medidas psicométricas.
Frente a esta mutilación del sujeto, se hace necesario reivindicar una vía distinta de comprensión: una
que asuma la complejidad de lo simbólico, la densidad de la interioridad y el carácter narrativo de la
experiencia.
Este trabajo se inscribe, por tanto, en una línea de investigación que se propone recuperar la función
cognitiva de la literatura, no como ornamentación discursiva, sino como forma legítima de conocimiento
sobre el ser humano. En particular, se exploran aquellas narrativas literarias que logran articular la crisis
de identidad con símbolos arquetípicos, estructuras de conflicto ético y configuraciones míticas del
alma. La pertinencia de este abordaje no es únicamente conceptual, sino también cultural: en un mundo
que ha perdido sus referentes trascendentes y ha mercantilizado la imagen del yo, el retorno a lo
simbólico representa un gesto de reapropiación de la interioridad. Como afirma Han (2022), en la era

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de la transparencia y el rendimiento, “el sujeto se vacía de sí mismo y se convierte en pura superficie de
exposición”.
Desde esta perspectiva, el análisis literario no se limita a un ejercicio estético o filológico, sino que se
convierte en una forma de resistencia: una forma de habitar la pregunta por el sentido, de reconfigurar
los lenguajes del yo, de interrumpir la lógica del rendimiento. Esta es la tarea que asume la antropología
literaria, entendida como lectura simbólica de las representaciones del ser humano en la ficción, y como
crítica a los dispositivos de deshumanización epistémica que predominan en la cultura contemporánea.
Hablar hoy del sujeto implica reconocer que no se trata de una figura libre, autónoma o neutra, sino de
una construcción situada, históricamente condicionada por fuerzas sociales, económicas y culturales que
lo atraviesan. La subjetividad contemporánea se constituye en el marco de procesos globales de
transformación que afectan las formas de percibirse, de narrarse y de habitar el mundo. Entre estos
procesos destacan la expansión del neoliberalismo como racionalidad totalizante, la disolución
progresiva del lazo comunitario, la hiperexposición digital y los efectos psicosociales del trauma
pospandémico.
Estos condicionamientos no deben ser interpretados como meros antecedentes, sino como dimensiones
activas que modelan las formas de subjetivación. En efecto, el sujeto que hoy se interroga por su
identidad lo hace en condiciones de precariedad simbólica: bombardeado por narrativas fragmentarias,
exigido por ideales de autosuperación individual, afectado por vínculos volátiles y sometido a un
imperativo constante de rendimiento y visibilidad. Como sostiene Han (2022), la positividad del
rendimiento no libera, sino que “conduce a la autoexplotación”, lo que genera formas nuevas de
cansancio, depresión y vacío existencial. En este mismo sentido, Vattimo (2006) advierte que la lógica
de la visibilidad absoluta disuelve la profundidad interior y convierte al sujeto en una figura superficial,
incapaz de construir relatos estables sobre sí. El sujeto contemporáneo ya no se enfrenta a un Otro que
lo limite, sino a un exceso de sí mismo que lo desborda.
Este diagnóstico no apunta a una nostalgia del pasado, sino a la necesidad de comprender las nuevas
formas en que el yo se desestabiliza, se fragmenta o se vuelve ilegible. La literatura, en tanto espacio
simbólico y ficcional, ofrece un lugar privilegiado para representar, y en cierta medida interrogar, estos
procesos. En sus tramas, personajes y símbolos se inscriben las tensiones de época, los conflictos de

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identidad, los desplazamientos del deseo. Allí donde los discursos dominantes clausuran la posibilidad
de imaginarse de otro modo, la ficción literaria abre un espacio para ensayar, desbordar o redefinir las
formas de lo humano.
En este marco, el presente estudio adquiere su plena pertinencia: analizar cómo determinadas narrativas
literarias construyen simbólicamente la búsqueda de sí mismo permite comprender no solo un fenómeno
estético, sino una operación antropológica fundamental. Se trata de rastrear, en el lenguaje de la ficción,
las huellas de una subjetividad en tránsito; de interpretar sus símbolos, sus silencios, sus quiebres, como
signos de una búsqueda que excede lo psicológico y se inscribe en lo cultural, lo ético y lo simbólico.
Para acceder a la experiencia interior del sujeto no basta con describir comportamientos ni con medir
variables: es necesario penetrar en el universo simbólico que organiza sus representaciones, deseos,
temores y expectativas. En esta dirección, el símbolo constituye una categoría clave para el análisis de
la subjetividad. A diferencia del signo, que remite a una relación cerrada y unívoca entre significante y
significado, el símbolo implica una apertura interpretativa, una pluralidad de sentidos que remiten a lo
indecible, lo inconsciente, lo arcaico. Como afirma Cassirer (1959), “el símbolo no representa lo real tal
como es, sino como el espíritu humano puede figurárselo para dotarlo de sentido”.
Dentro del campo literario, los símbolos funcionan como pasajes hacia lo invisible: condensan formas
de pensar, de sentir y de habitar el mundo que no siempre encuentran expresión racional. Esta función
simbólica es particularmente relevante cuando se trata de representar lo más íntimo de la experiencia
humana: la soledad, el dolor, el deseo, la transformación. En este contexto, la figura del alma, lejos de
reducirse a una categoría metafísica o religiosa, puede ser interpretada como un emblema narrativo de
la interioridad: aquello que en el sujeto permanece en tensión entre lo que es y lo que aún no puede
nombrar.
Desde una perspectiva antropológica, Descola (2021) subraya que las formas de lo visible no constituyen
simples reproducciones ópticas, sino que condensan estructuras de figuración que modelan las
relaciones entre cuerpo, mundo y subjetividad. El símbolo, en tanto configuración sensible de lo
invisible, opera como un dispositivo cultural de sentido, mediante el cual el sujeto organiza su
experiencia y la vincula a una red de significados compartidos. Esta concepción se alinea con la tradición

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hermenéutica y con la antropología literaria, que entienden el lenguaje de la ficción como espacio de
condensación simbólica de lo humano.
La literatura recurre a este tipo de símbolos para explorar lo que escapa al discurso técnico. En sus
relatos aparecen cuerpos que tiemblan sin explicación, personajes que huyen sin saber de qué, paisajes
que reflejan estados del alma, animales o figuras fantásticas que median procesos de revelación o de
ruptura. Todo ello responde a una lógica simbólica que articula lo interno y lo externo, lo subjetivo y lo
colectivo. La crítica simbólica, en la tradición de Jung (1980) y de la hermenéutica narrativa, permite
desentrañar estos niveles de sentido y reconstruir las operaciones culturales mediante las cuales el sujeto
busca (o pierde) su lugar en el mundo.
Así, este estudio asume que las obras literarias no solo representan historias individuales, sino que
también configuran mitologías personales y colectivas. Leer el alma en la literatura es, en este sentido,
interpretar los signos de una interioridad en tránsito: una subjetividad que no se define por su estabilidad,
sino por su apertura al conflicto, la contradicción y el cambio. Desde esta perspectiva, las categorías de
símbolo, alma, deseo, alteridad y pasiones no constituyen simples adornos poéticos, sino herramientas
analíticas para acceder a los modos en que el sujeto se narra, se interpreta y se transforma en el lenguaje
literario
Uno de los aportes más significativos que la literatura puede ofrecer hoy es la posibilidad de ensayar
narrativamente experiencias de transformación. En un tiempo donde la identidad se percibe como algo
precario, líquido o fragmentado, la ficción literaria permite al lector experimentar, de manera simbólica,
las múltiples formas del devenir subjetivo. Esta potencialidad no se limita al goce estético: implica una
operación ética, en la medida en que confronta al lector con la pregunta por su lugar en el mundo, por
sus límites, su deseo y su vulnerabilidad. La literatura no solo representa subjetividades, sino
que propone modos de habitar lo humano.
Esta dimensión ética adquiere especial relevancia cuando se piensa en la lectura como práctica
formativa, particularmente entre jóvenes. La adolescencia, etapa atravesada por el desconcierto, la
búsqueda de sentido y la exposición a discursos normativos contradictorios, encuentra en la literatura
un territorio simbólico donde proyectar, imaginar o cuestionar sus propias formas de subjetividad. Como
ya ha sido señalado por investigaciones en educación literaria (Zamora, 2019; Méndez & Ríos, 2021),

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el relato literario cumple una función epistémica y emocional que supera la lógica instrumental del
currículo: se convierte en espacio de resonancia, de catarsis y de ensayo identitario. En esta misma línea,
Colomer (2010) subraya que la narrativa infantil y juvenil actual, cuando es abordada desde una
pedagogía simbólica, permite configurar éticamente el yo en formación, precisamente porque ofrece
figuras de ambivalencia, deseo, contradicción y búsqueda.
Este estudio, al centrarse en la dimensión simbólica de la identidad narrada, se diferencia de otros
abordajes que reducen la lectura a una herramienta de alfabetización o de análisis estructural. Aquí se
asume que la lectura es un acto interpretativo que implica al sujeto en su totalidad: cuerpo, memoria,
afecto, deseo. En consecuencia, leer literatura es también leer el alma, en el sentido profundo del
término: reconocer lo que en uno mismo permanece abierto, inacabado, en búsqueda.
Este estudio, al centrarse en la dimensión simbólica de la identidad narrada, se diferencia de otros
abordajes que reducen la lectura a una herramienta de alfabetización o de análisis estructural. Aquí se
asume que la lectura es un acto interpretativo que implica al sujeto en su totalidad: cuerpo, memoria,
afecto, deseo. En consecuencia, leer literatura es también leer el alma, en el sentido profundo del
término: reconocer lo que en uno mismo permanece abierto, inacabado, en búsqueda. Esta orientación
hermenéutica permite considerar que el texto literario actúa como mediador entre el sujeto lector y sus
propios interrogantes vitales.
En este contexto, el presente trabajo busca no solo interpretar obras literarias, sino también argumentar
sobre su potencia simbólica y su función antropológica. Se sostiene que la literatura puede devolverle
al sujeto contemporáneo, a pesar de sus fragmentaciones, una forma de habitar el sentido, de recorrer el
desasosiego sin clausurarlo, de poner en lenguaje lo que aún no encuentra palabra. Y en ese gesto, ético
y estético, radica su vigencia formativa.
Uno de los aportes más significativos que la literatura puede ofrecer hoy es la posibilidad de ensayar
narrativamente experiencias de transformación. En un tiempo donde la identidad se percibe como algo
precario, líquido o fragmentado, la ficción literaria permite al lector experimentar, de manera simbólica,
las múltiples formas del devenir subjetivo. Esta potencialidad no se limita al goce estético: implica una
operación ética, en la medida en que confronta al lector con la pregunta por su lugar en el mundo, por

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sus límites, su deseo y su vulnerabilidad. La literatura no solo representa subjetividades, sino
que propone modos de habitar lo humano.
Esta dimensión ética adquiere especial relevancia cuando se piensa en la lectura como práctica
formativa, particularmente entre jóvenes. La adolescencia, etapa atravesada por el desconcierto, la
búsqueda de sentido y la exposición a discursos normativos contradictorios, encuentra en la literatura
un territorio simbólico donde proyectar, imaginar o cuestionar sus propias formas de subjetividad. Como
ya ha sido señalado por investigaciones en educación literaria (Zamora, 2019; Méndez & Ríos, 2021),
el relato literario cumple una función epistémica y emocional que supera la lógica instrumental del
currículo: se convierte en espacio de resonancia, de catarsis y de ensayo identitario.
Este estudio, al centrarse en la dimensión simbólica de la identidad narrada, se diferencia de otros
abordajes que reducen la lectura a una herramienta de alfabetización o de análisis estructural. Aquí se
asume que la lectura es un acto interpretativo que implica al sujeto en su totalidad: cuerpo, memoria,
afecto, deseo. En consecuencia, leer literatura es también leer el alma, en el sentido profundo del
término: reconocer lo que en uno mismo permanece abierto, inacabado, en búsqueda. Esta orientación
hermenéutica permite considerar que el texto literario actúa como mediador entre el sujeto lector y sus
propios interrogantes vitales.
En este contexto, el presente trabajo busca no solo interpretar obras literarias, sino también argumentar
sobre su potencia simbólica y su función antropológica. Se sostiene que la literatura puede devolverle
al sujeto contemporáneo, a pesar de sus fragmentaciones, una forma de habitar el sentido, de recorrer el
desasosiego sin clausurarlo, de poner en lenguaje lo que aún no encuentra palabra. Y en ese gesto, ético
y estético, radica su vigencia formativa.
El recorrido teórico y cultural desarrollado hasta aquí permite situar el objeto de investigación con mayor
precisión. A partir de la constatación de que la identidad, en el contexto contemporáneo, se presenta
como una construcción simbólica inestable y tensionada por múltiples condicionamientos, el presente
estudio se propone analizar cómo ciertas obras literarias representan y posibilitan la búsqueda de sí
mismo como proceso narrativo. Se trata de comprender, desde una lectura hermenéutica, de qué modo
el texto literario configura, a través de símbolos, estructuras narrativas y tensiones figurativas, una

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subjetividad que no se define por la estabilidad, sino por la oscilación entre el deseo de afirmación y la
apertura a la alteridad.
Este análisis parte de una hipótesis interpretativa: la literatura contemporánea constituye un espacio
simbólico privilegiado donde se representa la crisis de identidad del sujeto moderno y, al mismo tiempo,
se ensayan posibles formas de reconfiguración de lo humano. Lejos de ofrecer certezas, el relato literario
permite experimentar el descentramiento del yo, explorar lo que en el sujeto permanece inacabado y
simbolizar, mediante figuras del alma, del deseo o del abismo, los tránsitos más profundos de la
interioridad.
Desde esta perspectiva, se plantea como objetivo general del estudio: Comprender de qué manera
determinadas obras literarias contemporáneas representan simbólicamente el proceso de búsqueda de
identidad en sujetos culturalmente desarraigados.
Y como objetivos específicos:
• Analizar los motivos simbólicos y narrativos que configuran la oscilación entre afirmación de
sí y deseo de transformación.
• Explorar cómo se articula la relación con el Otro como instancia constitutiva del sujeto
narrativo.
• Identificar los símbolos y figuras literarias que funcionan como umbrales de acceso a la
interioridad (alma, deseo, pasiones, vacío).
• Interpretar el modo en que los textos seleccionados reflejan los condicionamientos
socioculturales contemporáneos en la construcción de la subjetividad.
• Argumentar sobre la función ética y formativa de la literatura en relación con los procesos
identitarios, especialmente en lectores jóvenes.
METODOLOGÍA
La presente investigación se inscribe en el enfoque cualitativo, bajo una perspectiva interpretativa y
simbólica, en tanto su propósito no es verificar hechos ni medir variables, sino comprender las
representaciones narrativas de la búsqueda de identidad tal como se configuran en el espacio simbólico
de la literatura. Desde esta orientación, el estudio adopta un tipo de investigación descriptivo-

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interpretativo, cuyo interés principal radica en el análisis de significaciones producidas en textos
literarios que tematizan la subjetividad contemporánea.
El diseño metodológico corresponde a un análisis textual hermenéutico, de carácter no experimental,
documental, transversal y fenomenológico. Este último rasgo responde a la necesidad de explorar cómo
la experiencia del sujeto, particularmente en su dimensión inestable, en devenir, es configurada
narrativamente en obras literarias, operando como condensación simbólica de procesos identitarios.
Asumiendo que el símbolo literario permite expresar lo que de otro modo quedaría excluido del discurso
racional, se recurre a la literatura como campo privilegiado para pensar la subjetividad en su tensión con
lo histórico, lo afectivo y lo imaginario.
En esta investigación, la noción de “población” se redefine desde el campo textual: no se trabaja con
sujetos empíricos, sino con un corpus deliberadamente seleccionado de obras literarias contemporáneas,
en las cuales se tematiza explícita o implícitamente la construcción identitaria en escenarios de crisis
simbólica (soledad, deseo, alienación, pasiones, alteridad, entre otros). Los “informantes” son aquí los
textos mismos, leídos como voces simbólicas que interpelan al lector y encarnan diversas formas de
narrarse a sí mismos.
El sistema de muestreo fue intencional y teórico, sustentado en criterios de pertinencia simbólica y
resonancia conceptual con el problema de investigación. Se incluyeron textos que cumplieran al menos
tres de los siguientes criterios: (a) representar una experiencia de búsqueda del sí mismo, (b) contener
imágenes arquetípicas o símbolos universales según la teoría de Jung o Cassirer, (c) estar situados en
contextos contemporáneos atravesados por inestabilidad subjetiva (e.g., postpandemia, neoliberalismo
tardío), y (d) presentar una densidad metafórica elevada, con potencial hermenéutico.
La técnica de producción de datos consistió en una lectura estructurada hermenéutica, guiada por un
instrumento de elaboración propia: una matriz simbólica-temática derivada del marco teórico, en la que
se organizaron las categorías de análisis, identidad, símbolo, alma, deseo, pasiones, alteridad, entre
otras,. Esta guía permitió la codificación abierta de motivos centrales, imágenes persistentes, escenas de
transformación y estructuras narrativas reveladoras del proceso identitario.
El análisis se desarrolló en tres fases interrelacionadas, conforme al principio del círculo hermenéutico:
• Familiarización con los textos y detección preliminar de escenas clave.

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• Codificación interpretativa de símbolos, metáforas, arquetipos y figuras literarias significativas.
• Construcción de categorías temáticas en diálogo con el marco conceptual, orientado por la
comprensión de la subjetividad como proceso narrativo en tensión simbólica.
Desde el punto de vista ético, al tratarse de una investigación documental sin intervención sobre seres
humanos ni tratamiento de datos sensibles, no se requirió aprobación por parte de un comité de bioética.
No obstante, se observó un estricto rigor académico en el uso de las fuentes primarias y secundarias,
asegurando la fidelidad interpretativa de los textos literarios analizados, así como el reconocimiento
riguroso a los autores teóricos que sostienen el análisis.
Los criterios de inclusión fueron: obras literarias en español (originales o traducidas con reconocimiento
editorial), publicadas entre los siglos XX y XXI, cuya narrativa explore explícitamente un conflicto de
identidad, metamorfosis interior o itinerario de búsqueda simbólica del yo. Se excluyeron, en cambio,
textos con registro autobiográfico sin elaboración literaria, narraciones con baja densidad simbólica, o
escritos de carácter ensayístico sin desarrollo narrativo.
Entre las limitaciones del estudio, se reconoce que el análisis parte de una mirada situada, filosófica y
académica, por lo cual sus resultados no son generalizables ni replicables empíricamente. Además, el
foco exclusivo en la dimensión textual impide extender conclusiones sobre la recepción lectora o el
impacto subjetivo en lectores reales, lo cual se plantea como línea de investigación futura.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El análisis hermenéutico del corpus seleccionado permitió identificar una constelación de motivos
simbólicos, estructuras narrativas y figuras discursivas que articulan la búsqueda de identidad como
proceso inestable, dialógico y profundamente tensionado entre interioridad y exterioridad, entre
memoria y deseo, entre afirmación y devenir. Tales hallazgos no se presentan como datos en bruto, sino
como configuraciones interpretativas, emergidas del trabajo de lectura simbólica y en diálogo constante
con las categorías del marco teórico. A continuación se desarrollan cinco núcleos temáticos
interrelacionados, que condensan las regularidades simbólicas encontradas y sostienen el argumento
central del estudio.

pág. 7795
La oscilación entre afirmación y devenir. Una constante transversal en las obras es la pulsión
dual entre la afirmación de una identidad estable y el impulso de disolverla, abandonarla o transformarla.
En este vaivén se encarna la tensión fundamental del sujeto contemporáneo: desear ser uno mismo, y a
la vez escapar de sí mismo. Tal oscilación se manifiesta en personajes que, enfrentados a situaciones de
ruptura, duelo, exclusión, migración, enfermedad,, ven fracturarse la imagen narrativa que sostenía su
yo, abriéndose así a procesos de metamorfosis no programados. El yo ya no aparece como una esencia
ontológica, sino como una ficción en tránsito, frágil, abierta a lo imprevisto. Este hallazgo confirma lo
postulado por Ricoeur (1980), para quien la identidad no es algo dado, sino algo narrado, y por tanto,
expuesto permanentemente a la dialéctica de lo mismo y lo otro.
El Otro como condición de subjetividad. En los textos analizados, el Otro no se presenta como simple
reflejo o contraste, sino como fuerza simbólica constitutiva. La subjetividad emerge como respuesta,
como eco, como interpelación: el yo es llamado por el rostro ajeno, modulado por lo que no es él. En
algunos relatos, esta alteridad adopta formas amorosas o familiares; en otros, se encarna en figuras
fantásticas, voces interiores o presencias espectrales. En todos los casos, lo otro opera como detonante
simbólico del devenir subjetivo. Esta dimensión coincide con lo planteado por Blanch Xiro (1995) y
Ricoeur (1996), quienes sitúan la alteridad no como amenaza, sino como umbral generador de sentido,
condición de posibilidad de toda experiencia del sí.
La soledad simbólica y los umbrales del alma. Un motivo recurrente en las obras es la soledad como
matriz simbólica, no reducida al aislamiento empírico, sino leída como espacio de condensación de lo
invisible. Escenarios como el encierro, el bosque, el abismo, la noche o el espejo no son simples recursos
narrativos, sino umbrales arquetípicos que permiten al personaje (y al lector) acceder a una dimensión
interior donde lo indecible se manifiesta. La soledad aquí no es vacío, sino matriz fecunda, donde el
alma, como figura simbólica, se despliega en su ambivalencia: dolor y revelación, pérdida y apertura,
miedo y transformación. Estas escenas confirman lo planteado por Jung (1980) respecto a los arquetipos
del inconsciente, y por Blanch Xiro (1995) en su concepción de la literatura como lugar privilegiado
para representar lo inefable.

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El condicionamiento sociocultural de la subjetividad. Lejos de entender la identidad como
construcción puramente introspectiva, los textos analizados evidencian que la subjetividad
está atravesada por fuerzas socioculturales determinantes. El neoliberalismo, la lógica del rendimiento,
la digitalización de la vida y los traumas colectivos recientes (como la pandemia) aparecen
como presencias simbólicas que constriñen, deforman o modelan la narrativa interior de los personajes.
En algunos casos, la búsqueda de sí se convierte en resistencia al mandato de la eficiencia; en otros, se
expresa como melancolía ante la disolución de lo comunitario. Estas representaciones coinciden con
diagnósticos culturales recientes, como los propuestos por Han (2022) y Denham (2024), donde el sujeto
se ve simbólicamente desbordado por dispositivos económicos y técnicos que penetran su estructura de
sentido.
Función ética y formativa de la literatura. Finalmente, el análisis revela que la literatura no solo
representa identidades, sino que las hace posibles. En tanto espacio simbólico, el texto literario funciona
como laboratorio de subjetividad, donde el lector puede ensayar modos de ser, imaginar alternativas
existenciales y elaborar simbólicamente experiencias que no encuentra en su entorno inmediato. Esta
función resulta especialmente significativa en textos dirigidos a jóvenes, en los que la literatura opera
como mediación entre el caos interior y el mundo. Colomer (2010) ha señalado que la narrativa juvenil
posee una capacidad formativa ética única, en la medida en que permite al lector configurar su yo desde
estructuras simbólicas que apelan al deseo, la contradicción, la pérdida o la transformación. Así, la
literatura no solo ilustra la identidad: la encarna, la problematiza y la ofrece como posibilidad narrativa.
DISCUSIÓN
En su conjunto, los resultados de este estudio permiten afirmar que la narrativa literaria funciona como
un laboratorio simbólico de subjetividad, en el que el sujeto no solo se representa, sino que se prueba,
se imagina y se transforma. Lejos de ser un mero artefacto estético, el texto literario se revela
como espacio ético de configuración del yo, donde la alteridad, la pérdida, el deseo y el conflicto se
tramitan simbólicamente, ofreciendo al lector un campo de exploración ontológica. Esta comprensión
coincide con la propuesta antropológica de Cassirer (1959), para quien el ser humano no se define por
su racionalidad, sino por su capacidad de vivir en y a través de símbolos, y con la idea de Ricoeur (1996)
de que el texto no solo representa la acción humana, sino que la reconfigura éticamente.

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Frente a los enfoques positivistas o normativos que abordan la identidad como conjunto de rasgos
medibles o como estructura psicológica estable, esta investigación propone una mirada interpretativa
que sitúa la subjetividad en el plano del sentido narrativo y del conflicto simbólico. El aporte principal
radica en haber articulado una lectura hermenéutica de la identidad en clave literaria, subrayando cómo
las obras analizadas no ofrecen respuestas cerradas, sino figuras abiertas desde las cuales pensar la
existencia en un mundo fragmentado. Esta lectura, anclada en la antropología literaria y la
fenomenología simbólica, permite revalorizar la literatura como lugar de resistencia a la
instrumentalización del yo y a la clausura del sentido.
Desde una perspectiva prospectiva, este estudio abre una línea de investigación fértil para explorar otros
lenguajes narrativos contemporáneos, como el cine, los videojuegos o las autobiografías digitales, en
los que también se dramatizan procesos de subjetivación. Asimismo, se proyecta la posibilidad de
realizar estudios empíricos orientados a la recepción lectora, especialmente en adolescentes y jóvenes,
a fin de comprender de qué modo estos textos literarios inciden en su modo de construir identidad,
tramitar conflictos o encontrar resonancia simbólica. La literatura, en este sentido, no solo representa lo
humano: lo despliega como pregunta, como posibilidad y como enigma.
CONCLUSIONES
A partir del análisis hermenéutico desarrollado, puede afirmarse que la identidad, lejos de ser una
entidad fija o un dato natural, se configura como una narrativa simbólica en permanente disputa,
atravesada por tensiones internas, alteridades constitutivas y condicionamientos culturales. Esta
configuración del sujeto no responde a una categoría psicologista ni a una hipótesis especulativa, sino
que se desprende del tejido narrativo de las obras analizadas, en las cuales el yo aparece como figura
transitoria, fragmentada y en devenir. En este sentido, la literatura se erige no como espejo mimético del
mundo, sino como dispositivo epistemológico singular, capaz de poner en escena los umbrales más
inasibles de la experiencia subjetiva.
En los textos estudiados, la interioridad se articula a través de símbolos de tránsito, umbrales, espejos,
silencios, pasiones, que no operan como adornos estéticos, sino como estructuras significantes mediante
las cuales el alma se manifiesta en su ambivalencia. Estas recurrencias no son anecdóticas: configuran
un patrón simbólico que pone en evidencia cómo el sujeto contemporáneo se ve expuesto al quiebre de

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las grandes narrativas identitarias, enfrentando su propio vacío en un mundo marcado por la aceleración,
la sobreexposición tecnológica y la disolución de los vínculos. Así, la crisis de identidad no es una
anomalía individual, sino una manifestación cultural del malestar simbólico de la época.
Frente a este escenario, la literatura aparece como espacio de resistencia ontológica: allí donde el
discurso dominante busca reducir al sujeto a su funcionalidad o a su rendimiento, la ficción poética
conserva la potencia de interrogar lo humano en su desnudez, su fragilidad y su deseo. Esta función
crítica y formativa de la narrativa es especialmente pertinente en los procesos educativos, donde el
encuentro con el símbolo literario puede habilitar formas inéditas de autocomprensión, especialmente
entre los jóvenes, cuya identidad aún se halla en construcción.
Con todo, esta investigación no clausura el problema: abre un campo de interrogación urgente. ¿Cómo
incide realmente la lectura de estos textos en la subjetividad de los lectores? ¿Qué diferencias emergen
cuando se consideran variables como el género, la procedencia territorial o el capital cultural disponible?
¿Puede la literatura expandida, en formatos digitales o fragmentarios, preservar esta potencia simbólica
o se ve absorbida por las lógicas dispersivas del entorno hipermedial?
Estas preguntas señalan un horizonte de investigación compartido, donde se hace necesario profundizar
el diálogo entre literatura, antropología simbólica y pedagogía crítica, a fin de seguir explorando las
múltiples formas en que el sujeto, en medio del ruido del mundo, aún se pregunta quién es, qué significa
ser humano, y qué hilos narrativos pueden sostener su tránsito.
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