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no es el resultado de decretos gubernamentales o acuerdos centralizados, sino del equilibrio alcanzado
entre la oferta y la demanda de trabajo en un entorno competitivo y libre de intervenciones externas.
Para los economistas austriacos, como Ludwig von Mises y Eugen von Böhm-Bawerk, el salario es un
precio que se determina en el mercado laboral. Este precio refleja el valor que los empresarios atribuyen
a la productividad marginal del trabajo, es decir, la contribución adicional que un trabajador genera al
proceso productivo. Según esta visión, cualquier intervención gubernamental que distorsione el
funcionamiento natural del mercado, como la imposición de un salario mínimo, puede generar efectos
adversos, tales como el desempleo estructural y la asignación ineficiente de recursos humanos.
Las políticas gubernamentales, como los ajustes al salario básico unificado, pueden ser analizadas desde
esta perspectiva como intervenciones que alteran los mecanismos del mercado. Los economistas
austriacos argumentan que un salario mínimo que excede la productividad marginal del trabajador crea
una brecha entre lo que los empresarios están dispuestos a pagar y lo que deben pagar por ley, lo cual
conduce al desempleo, especialmente entre trabajadores menos calificados o jóvenes. Este fenómeno,
conocido como "desempleo inducido por el salario mínimo," afecta tanto a los trabajadores como a los
empresarios, distorsionando la dinámica natural de la oferta y la demanda en el mercado laboral.
Desde la perspectiva expuesta, el impacto de estas políticas se extiende más allá del desempleo. También
limita la capacidad de los individuos para negociar libremente sus términos laborales y reduce la
flexibilidad del mercado para adaptarse a las necesidades cambiantes de la economía. Este análisis
sugiere que la intervención gubernamental en los salarios básicos, aunque bien intencionada, puede
resultar contraproducente al perjudicar a los sectores más vulnerables del mercado laboral.
Políticas Gubernamentales y Ajustes del SBU
Las políticas gubernamentales que regulan el SBU suelen estar basadas en estudios económicos que
analizan el costo de vida y la capacidad del mercado laboral para absorber aumentos salariales, muchas
veces, estas políticas buscan proteger a los trabajadores de la explotación. Sin embargo, estas políticas
pueden ser objeto de críticas, Por un lado, un aumento del SBU puede mejorar la calidad de vida de los
trabajadores, pero por otro, puede generar desempleo si las empresas no pueden afrontar los costos
adicionales (Pérez, 2022). Además, la falta de un marco normativo claro puede llevar a la arbitrariedad
en la fijación del SBU, lo que podría resultar en desigualdades en su aplicación.