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RADICALIZACIÓN DEL MOVIMIENTO
ESTUDIANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
EN 1964-1980
RADICALIZATION OF THE STUDENT MOVEMENT AT THE
UNIVERSITY OF CÓRDOBA IN 1964–1980
Daniel Andrés Salas Álvarez
Universidad de Córdoba
Dominga Inés Lambraño Babilonia
Universidad de Córdoba
Carmen Auxiliadora Ortega Otero
Universidad de Córdoba

pág. 9182
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18553
Radicalización del movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba en
1964-1980
Daniel Andrés Salas Álvarez1
dsalasalvarez22@correo.unicordoba.edu.co
https://orcid.org/0009-0001-8791-2170
Universidad de Córdoba
Colombia
Dominga Inés Lambraño Babilonia
dilambranobabilonia@correo.unicordoba.edu.co
https://orcid.org/0009-0002-3216-0220
Universidad de Córdoba
Colombia
Carmen Auxiliadora Ortega Otero
carmenortega@correo.unicordoba.edu.co
https://orcid.org/0000-0003-4981-7102
Universidad de Córdoba
Colombia
RESUMEN
Este trabajo analiza el proceso de radicalización del movimiento estudiantil en la Universidad de
Córdoba entre 1964 y 1980, en el marco de un contexto nacional e internacional marcado por tensiones
políticas y sociales. A nivel global, influyeron procesos como la Revolución Cubana, el mayo del 68 y
el ascenso de regímenes socialistas; mientras que, en el ámbito nacional, la represión al movimiento
estudiantil durante el Frente Nacional y las jornadas del “estudiante caído” generaron un clima de
movilización constante. En Córdoba, este proceso tomó formas particulares que han sido poco
documentadas, especialmente en lo que respecta a las coyunturas que se gestaron al interior de la
Universidad de Córdoba y su articulación con otros procesos locales. Por ello, esta investigación se
propone reconstruir dichas coyunturas a partir de una metodología cualitativa que combina la historia
oral, a través de entrevistas a protagonistas y testigos, con la revisión documental de prensa y otros
registros históricos. Esta articulación metodológica permite integrar memorias individuales con fuentes
documentales, contribuyendo a una comprensión más profunda y matizada de la radicalización
estudiantil en el periodo señalado. Como resultado, se han encontrado datos relevantes sobre la
articulación de los movimientos estudiantiles secundaristas y universitarios, las diferentes injerencias
sociales y políticas, y relatos que detallan escenarios específicos de movilización, los cuales confluyen
en el proceso de politización y radicalización del movimiento estudiantil cordobés.
Palabras clave: movimiento estudiantil, protesta, politización, radicalización
1 Autor principal
Correspondencia: dsalasalvarez22@correo.unicordoba.edu.co

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Radicalization of the student movement at the University of Córdoba in
1964–1980
ABSTRACT
This study analyzes the process of radicalization of the student movement at the University of Córdoba
between 1964 and 1980, within a national and international context marked by political and social
tensions. At the global level, events such as the Cuban Revolution, May '68, and the rise of socialist
regimes had a significant influence; while at the national level, the repression of the student movement
during the National Front and the “fallen student” protests created a climate of constant mobilization. In
Córdoba, this process took on particular forms that have been scarcely documented, especially with
regard to the specific conjunctures that emerged within the University of Córdoba and their articulation
with other local processes. Accordingly, this research seeks to reconstruct these conjunctures through a
qualitative methodology that combines oral history, through interviews with protagonists and witnesses,
with documentary review of the press and other historical records. This methodological articulation
makes it possible to integrate individual memories with documentary sources, contributing to a deeper
and more nuanced understanding of student radicalization during the period in question. As a result,
relevant findings have emerged regarding the articulation between secondary and university student
movements, the various social and political influences involved, and testimonies that describe specific
scenarios of mobilization, all of which converge in the process of politicization and radicalization of the
student movement in Córdoba.
Keywords: student movement, protest, politicization, radicalization
Artículo recibido 15 mayo 2025
Aceptado para publicación: 18 junio 2025

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INTRODUCCIÓN
En Colombia, el estudio académico de los movimientos sociales comenzó a consolidarse a finales de los
años 70 y principios de los 80, cuando se empezó a utilizar de manera sistemática esta categoría para
analizar fenómenos sociales que anteriormente se denominaban de otras formas. Esto no implica que las
experiencias y acciones que luego se nombraron movimientos sociales no existieran previamente, sino
que el modo en que se nombran responde también a dinámicas de saber-poder que se articulan, en este
caso, con la emergencia de los discursos del desarrollo.
Aunque los movimientos sociales venían actuando desde décadas anteriores, fue en este periodo cuando
comenzaron a ser objeto de análisis desde enfoques sociológicos, lo que permitió ampliar su
comprensión y generar nuevas perspectivas. En este marco, el movimiento estudiantil, inicialmente
abordado de forma general dentro del conjunto de las luchas sociales, empezó a ser reconocido por sus
especificidades. A medida que se profundizó su estudio, se evidenció que, aunque comparte ciertos
rasgos con otros movimientos, posee demandas, formas de organización y dinámicas propias que
justifican un abordaje particular. Esta mirada permitió comprender con mayor precisión su evolución
histórica y su incidencia en los procesos de transformación social y política. Además, el movimiento
estudiantil ha desarrollado dinámicas autónomas, pero históricamente ha estado vinculado a otros
sectores políticos y sociales, estableciendo alianzas con luchas campesinas, sindicales, étnicas y
populares, así como con grupos insurgentes que, a lo largo del siglo XX, comenzaron a tener presencia
en el ámbito universitario. Estas articulaciones fortalecieron su papel como actor clave en las disputas
por el cambio social.
Uno de los marcos de estudio de los movimientos sociales, incluido el movimiento estudiantil, es el
análisis a través de la categoría de protesta social. Por lo general, estos estudios dan cuenta de las
consignas y de la diversidad de estrategias empleadas, así como de la comprensión de estas acciones
dentro de un contexto político determinado. En este marco se sitúan las investigaciones sobre las
protestas estudiantiles de las décadas de 1960 y 1970, que, además de incrementarse en frecuencia,
adquirieron un carácter más radicalizado. Durante este periodo, el movimiento estudiantil enarboló
banderas antimperialistas, comunistas, anarquistas y antifascistas, entre otras, y recurrió a la violencia
como forma de respuesta frente a la represión estatal, la exclusión política, la persecución y los

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asesinatos sistemáticos impulsados bajo el régimen del Frente Nacional. A estos factores se sumaron la
influencia de movimientos revolucionarios, tanto nacionales como internacionales, así como la
persistente desigualdad.
Esta tradición de protesta violenta se ha mantenido hasta la actualidad en universidades como la de
Córdoba y en otras instituciones públicas del país. En estos espacios, el "tropel", entendido como una
acción colectiva caracterizada por el uso de la violencia, continúa siendo una forma recurrente de
expresión durante las manifestaciones estudiantiles. Aunque en muchos casos el tropel se vincula a
demandas legítimas por derechos educativos, condiciones dignas y transformaciones sociales, su
práctica también ha generado debates internos en los movimientos estudiantiles, así como tensiones con
la sociedad civil, las autoridades y otros sectores que cuestionan el uso de la violencia como medio de
reivindicación.
En este contexto, las luchas estudiantiles han sido profundamente estigmatizadas, y el movimiento
estudiantil colombiano ha sufrido persecuciones y asesinatos sistemáticos que han impuesto severas
barreras a la transmisión de sus relatos y memorias (Mora, 2020). La complejidad y los riesgos que
rodean esta realidad han dificultado el desarrollo de investigaciones profundas sobre el tema, dejando
vacíos importantes en la comprensión de estas vivencias. Córdoba no es la excepción: la violencia
histórica ejercida contra los estudiantes también ha sido naturalizada y perpetuada en su territorio,
configurando un escenario en el que el silencio y la estigmatización continúan pesando sobre la memoria
colectiva.
En el caso de Córdoba, la situación se agrava por la escasez de investigaciones sobre este tema, una falta
que está posiblemente relacionada con el desarrollo de las ciencias humanas y sociales en la región. Esta
deficiencia constituye una deuda histórica que ha sido alimentada no solo por la cooptación de la
universidad, sino también por las decisiones de la clase política y los administradores educativos,
quienes, al no priorizar el fortalecimiento de estas disciplinas, han perpetuado su marginación en el
departamento.
Para el caso del movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba, entre 1964 y 1980, al igual que
en el contexto nacional, desarrolló sus propias reivindicaciones, exigencias y luchas. Tal como ocurrió
en otras universidades públicas del país, sus posturas se radicalizaron. Este fenómeno de carácter

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nacional también se expresó en la Universidad de Córdoba, sin embargo, existe una notable falta de
documentación centrada en el proceso de radicalización de este cuerpo estudiantil, lo que nos lleva a la
pregunta: ¿Cómo se radicalizó el movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba entre 1964 y
1980?
Esta investigación tiene como objetivo contribuir al conocimiento de la memoria colectiva del
estudiantado de la Universidad de Córdoba, analizando cómo las coyunturas políticas y sociales de la
época influyeron en la configuración de sus luchas y en la persistencia de la violencia en este sector
social hasta la actualidad. Para ello, se hace necesario comprender el contexto sociopolítico de ese
período, examinar las dinámicas de organización interna del movimiento y explorar los escenarios de
movilización que marcaron el devenir del movimiento estudiantil en la Universidad de Córdoba.
METODOLOGÍA
Esta investigación articuló la historia oral con la revisión documental, combinando ambas fuentes para
construir una narrativa crítica, situada y plural del pasado. Por un lado, las entrevistas semiestructuradas
a actores involucrados permitieron recuperar memorias personales que aportaron una comprensión
subjetiva de los hechos, en línea con autores como Portelli (1991) y Archila (2017), quienes destacan el
valor de la historia oral como fuente legítima de conocimiento. Por otro lado, la revisión documental
ofreció un marco cronológico e institucional que permitió contextualizar el fenómeno del movimiento
estudiantil en la Universidad de Córdoba entre 1964 y 1980. No obstante, dicha fuente no fue tratada
como verdad absoluta, ya que, como advierten Trouillot y del Arco Blanco (2017), los archivos también
están atravesados por silencios y relaciones de poder. Así, ambas técnicas, entrevistas y análisis
documental, se integraron para enriquecer la comprensión histórica del movimiento estudiantil desde
múltiples voces y perspectivas.
La muestra de este estudio es de tipo intencional, ya que se seleccionó específicamente a estudiantes de
la Universidad de Córdoba que tienen un conocimiento profundo sobre la historia del movimiento
estudiantil de la institución y que, además, fueron actores directos de este fenómeno. Estos participantes
fueron elegidos por su experiencia relevante en el tema y se les garantizó total confidencialidad a lo
largo del proceso de investigación.

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Luego, se realizaron entrevistas semiestructuradas con los sujetos seleccionados, quienes fueron
individuos clave con conocimiento directo sobre el movimiento estudiantil en la región. Estas entrevistas
tuvieron como objetivo obtener perspectivas personales y detalladas que complementaran la
información obtenida a través de la revisión documental. De esta manera, se profundizó en los factores
que contribuyeron a la radicalización del movimiento, explorando las experiencias, motivaciones y
vivencias de los participantes. Para garantizar la precisión y claridad de los datos recogidos, las
entrevistas fueron registradas mediante cámaras fotográficas, micrófonos y trípodes, lo que permitió un
registro de la información obtenida.
Finalmente, una vez recopilada toda la información a través de la revisión documental y las entrevistas,
se procedió a un análisis de los datos. Este análisis se realizó utilizando un formato de sistematización
de entrevistas, que permitió organizar, clasificar e interpretar la información de manera coherente. Se
identificaron patrones, correlaciones y significados en los relatos de los entrevistados, con el fin de
construir una narración histórica del movimiento estudiantil de Córdoba y los procesos que llevaron a
su radicalización. Este enfoque permitió comprender las dinámicas sociales, políticas y culturales que
marcaron el desarrollo del movimiento y cómo las luchas estudiantiles se insertaron en los grandes
cambios sociales de la época.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El movimiento estudiantil del departamento de Córdoba, a inicios de los años 60, se caracterizaba por
su organización relacional y su fuerte conciencia social frente a los problemas territoriales, así como por
su carácter contestatario. Este sector, conformado principalmente por estudiantes de secundaria e
intelectuales, especialmente en Montería, provenientes de los colegios Nacional José María Córdoba y
la Normal Superior, mantenía una constante interacción con diversos sectores sociales como los
campesinos, indígenas y obreros. Aunque la política regional estaba dominada por el Partido
Conservador, seguido del Partido Liberal, el Partido Comunista Colombiano (PCC) también tenía
presencia, aunque clandestina debido a su ilegalidad en ese momento.
El surgimiento de la Universidad de Córdoba en 1964 marcó un punto de inflexión en el escenario
político y social del departamento, ya que la institución no solo heredó las inquietudes y posturas críticas
de los jóvenes organizados, sino que también las amplificó en un contexto de creciente polarización

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entre fuerzas conservadoras y liberales, mientras las ideologías de izquierda comenzaban a consolidarse.
La creación de la universidad facilitó la articulación del movimiento estudiantil cordobés con luchas de
alcance nacional, especialmente a través de su vinculación con la Federación Universitaria Nacional
(FUN), lo que permitió establecer alianzas con otros sectores estudiantiles y populares.
Este contexto favoreció la articulación del sector universitario con el movimiento estudiantil
secundarista de Córdoba, consolidándose ambos sectores en una lucha común. A medida que el
movimiento estudiantil en Córdoba iba tomando forma, se fortalecía con la fundación de instituciones
clave como el colegio Cecilia de Lleras en 1969 y el Instituto Nacional de Empleo (INEM) Lorenzo
María Lleras en 1971, lo que permitió la expansión y consolidación del movimiento. Estas nuevas
instituciones educativas se sumaron al proceso de movilización estudiantil, y proporcionaron un espacio
más amplio para la formación y organización de nuevos estudiantes que se unieron a las luchas del
movimiento.
La fundación de la Universidad de Córdoba en 1964 impulsó la politización del movimiento estudiantil
en el departamento, en un contexto nacional de intensas disputas ideológicas. Se consolidó un escenario
de creciente influencia de las ideologías de izquierda, al tiempo que se convertía en un punto de disputa
para la clase política tradicional, que percibía en la institución un enclave estratégico tanto por su
potencial económico como por su capacidad de producir y controlar el conocimiento. En este escenario,
el movimiento estudiantil inició un profundo proceso de politización alimentado por el debate constante
en asambleas y por la influencia de diversas corrientes ideológicas, entre ellas el Partido Comunista, las
revoluciones de China, Rusia y Cuba, así como sectores progresistas del Partido Liberal. Esta
efervescencia ideológica generó una fuerte identificación de los estudiantes con distintos proyectos
políticos, lo que facilitó su vinculación con estructuras partidarias y permitió que muchos de ellos
comenzaran a ocupar espacios relevantes en la vida política y social de la región. 2
Las tensiones internacionales y el aumento de las desigualdades intensificaron en el plano político el
debate sobre el sistema capitalista, abriendo la posibilidad de imaginar alternativas sistémicas frente al
fatigado reformismo histórico que había marcado el territorio colombiano. En este contexto, muchos
2 El primer entrevistado alcanzaría a ser en Córdoba el secretario del Partido Comunista Colombiano, así mismo, otros
compañeros empezarían a tener relación con distintos partidos políticos y a militar en ellos.

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estudiantes cordobeses entraron en contacto directo con las ideas de izquierda a través de las “Brigadas
de Amistad” o “Brigadas de Solidaridad”, promovidas por el bloque comunista como respuesta a los
“Cuerpos de Paz” impulsados por el bloque capitalista. Este acercamiento se profundizó mediante
reuniones sostenidas entre jóvenes y representantes de nacionalidad rusa, realizadas en Montería,
particularmente en el sector comprendido entre las calles 29 y 31 y la carrera primera.3
En el entramado de relaciones entre lo local y lo nacional, el movimiento estudiantil de la Universidad
de Córdoba se estructuró a través del Consejo Superior Estudiantil (CSE), un órgano autónomo
compuesto por el presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, fiscal y vocales, quienes lideraban
diferentes comités según las necesidades del momento. Los roles eran asignados mediante elecciones
realizadas en asamblea, con una renovación anual. El presidente del CSE, quien representaba a la
universidad en la Federación Universitaria Nacional (FUN), integraba a los 32 miembros nacionales y
era responsable de comunicar, discutir y orientar las directrices nacionales surgidas de las bases sociales
y estudiantiles. El primer presidente fue Rafael H. Lugo, estudiante de Medicina Veterinaria (1964),
seguido de Jorge Farah Mercado de Ingeniería Agronómica (1965), Fabio Gómez Ricardo deIngeniería
Agronómica (1966), y Hilario Segundo Álvarez Pérez, quien ocupó la presidencia durante los años 1967,
1968 y 1969.4
A mediados de la década de los 60, varios miembros de la Federación Universitaria Nacional (FUN),
como Jaime Arenas (UIS) y Camilo Torres Restrepo (UNAL), así como otros integrantes del
movimiento estudiantil a nivel nacional, se unieron a grupos políticos armados. En la Universidad de
Córdoba, hubo intentos de acercamientos y propuestas para integrar las filas armadas, pero estos fueron
infructuosos, ya que en ese momento el movimiento estudiantil local aún se encontraba en sus primeras
etapas de politización, organización y posicionamiento frente al panorama nacional. En otras palabras,
el movimiento estudiantil de Córdoba todavía no había adoptado una postura radical.
3 Esta información es obtenida gracias al primer entrevistado, quien inicia sus estudios en la Universidad de Córdoba desde el
año 1966. Manifiesta haberse reunido con las brigadas de amistad o solidaridad en conjunto con otros compañeros,
obteniendo formación política y materiales como libros, revistas, panfletos, etc.
4 La forma de organización del movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba se pudo obtener gracias a la ayuda del
primer entrevistado, además de otros aportes importantes de estudiantes de esta misma época que si bien no permitieron una
entrevista formal, aceptaron tener una conversación sobre la temática.

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Las tensiones internacionales y las dinámicas nacionales condujeron a un tratamiento represivo hacia
las ideologías de izquierda. En este contexto, los días 12 y 13 de marzo
de 1969, bajo el gobierno del presidente Carlos Lleras Restrepo, se dieron
dos eventos trágicos. El primero, la masacre de Lorica, donde seis
personas, en su mayoría estudiantes del Instituto Técnico Agrícola (ITA),
fueron asesinadas. Al día siguiente, en Montería, fue asesinado el
estudiante de agronomía Pedro Armando Quintero Amarís, el primer
asesinato en la historia de la Universidad de Córdoba. Este ataque se
enmarca en la directriz nacional de tratamiento militar, impartida por el
gobernador de la época, Alfonso Ordosgoitia Yarzagaray (1968-1969),
quien, curiosamente, fue el abuelo del exalcalde de Montería, Carlos
Ordosgoitia Sanín (2020-2023).5
Frente a este caso, es posible reconstruir los acontecimientos como una expresión de movilización
estudiantil reprimida con violencia estatal. El 12 de marzo de 1969, estudiantes de la Universidad de
Córdoba llegaron en el bus “El Iguano” a Lorica para apoyar las protestas contra el traslado de la Normal
Agrícola a Cereté. Mientras se concentraban en el puente viejo, en medio de las movilizaciones
populares, fueron atacados con disparos de fusil, lo que evidenció una respuesta represiva temprana. Al
día siguiente, en Montería, estudiantes universitarios y de secundaria articularon una jornada de protesta
que tuvo como epicentro la calle 29, desde donde se pronunciaron discursos desde lo alto del bus y se
corearon arengas. La protesta incluyó acciones simbólicas y confrontativas, como las pedreas al Banco
de la República y al Comando Departamental de Policía.
Durante la represión, los estudiantes de la Universidad de Córdoba, al escuchar los estallidos, pensaron
inicialmente que se trataba de balas de salva; sin embargo, al notar los impactos en las estructuras
comenzaron a correr por la carrera 3. Mientras huían, algunos vieron caer heridos a varios compañeros.
En medio del caos, en la calle 23 entre carreras tercera y cuarta, fue asesinado Pedro Armando Quintero
Amarís, quien no participaba en la protesta. De hecho, había salido de su pensión, ubicada en la carrera
5 Esta información se logra obtener gracias al primer entrevistado y al Museo Entre Ríos. En línea en:
https://entreriosmuseo.co/exposiciones/viaje-al-silencio/sala-del-tiempo/19690313
Fuente: VOZ
PROLETARIA
Figura 1: fotografía de
Pedro Quintero

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4 con calle 23, con la intención de observar lo que ocurría; no obstante, al percatarse de que eran disparos
intentó retroceder, pero desde la esquina de la carrera 3 le dispararon por la espalda, atravesándole el
corazón. Su cuerpo fue recogido por la policía y trasladado al hospital. Además del asesinato de Pedro,
se estima que unas diez personas resultaron heridas de bala. Pese a ello, el ejército rodeó el centro de
salud e impidió el ingreso incluso de familiares.6
Pocos días después del asesinato del estudiante universitario, el movimiento estudiantil de la
Universidad de Córdoba, liderado por miembros del CSE, tomó el Toyota blanco del rector, con ayuda
de su sobrino, para asistir al funeral en Banco Magdalena, adonde había sido trasladado el cuerpo en
helicóptero. Al cruzar el ferry del río Magdalena fueron detenidos por el ejército, pero una multitud
alertada por la radio evitó su arresto y los escoltó hasta el sepelio, donde participaron con discursos y
una marcha de antorchas. Al día siguiente intentaron llegar a la Universidad del Atlántico en busca de
apoyo, pero fueron capturados en Pivijay y devueltos a Montería. Poco después fueron liberados ante la
presión de los movimientos populares y el temor oficial a nuevos disturbios.
La reacción del Estado, enmarcada en la doctrina de seguridad nacional y su política de “tratamiento
militar” al “enemigo interno”, derivó en una persecución armada que criminalizó la protesta y evidenció
la violencia institucional frente al disenso juvenil y popular. Estos sucesos, marcaron un antes y un
después en el relacionamiento con las instituciones públicas, especialmente con los milicos. Antes había
cierto acercamiento de confianza con los estudiantes, por ejemplo, la policía cuando se enteraba de que
habrían manifestaciones, un día antes o el mismo día, buscaba a los dirigentes y los mantenían en la
estación, donde conversaban con ellos y les enseñaban a jugar juegos de mesa como el dominó, el
parqués, el ajedrez, etc., para luego liberarlos pasada la fecha de las protestas, sin embargo luego de lo
acontecido en Lorica y Montería, el quebrantamiento fue absoluto para total desconfianza y enemistad
entre las partes.7
6 En este proceso de movilizaciones del 12 y 13 de marzo de 1969 estuvo presente el primer entrevistado, quien permitió
obtener detalles sobre lo ocurrido.
7 Los arrestos preventivos que se producían para la época como aquí se narra, aunque parezca un hecho benevolente, violaba
al artículo 23 de la constitución de 1886, el cual rezaba: “Nadie podrá ser molestado en su persona o familia, ni reducido a
prisión o arresto, ni detenido, ni su domicilio registrado (…)”. Ver Constitución Política de la República de Colombia de 1886.
En línea en:
https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=7153 [Consultado el día 10 de marzo de 2025].

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Todo esto generó un ambiente propicio para el surgimiento de posturas radicales y, al mismo tiempo,
permitió la expansión de la politización de izquierda dentro del movimiento estudiantil cordobés. A raíz
de estos sucesos, la acción colectiva violenta se consolidó y se naturalizó como una forma de protesta,
complementaria a las pacíficas, estableciendo los días 12 y 13 de marzo como fechas clave para su
ejercicio. Esta nueva postura, con el tiempo, motivó a algunos estudiantes de Córdoba a optar por la vía
armada, siendo el Ejército Popular de Liberación (EPL) el grupo armado con mayor presencia en la
región (Guzmán, 2022).
En la primera década de los años 70, se consolidó una fuerte politización y radicalización del
Movimiento Estudiantil de Córdoba. Durante este período, se establecieron círculos de estudio
revolucionarios, entre los que destacaron los "Centros de Estudio 12 y 13 de marzo". En estos espacios,
muchos estudiantes de secundaria y de la Universidad de Córdoba se formaban políticamente bajo la
ideología de izquierda. De allí, muchos fueron cooptados para unirse a células de estructuras políticas
con una fuerte presencia en el país. Entre los grupos más influyentes estaban la Juventud Revolucionaria
de Colombia (JRC), vinculada al Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista (PCCML) y al
Ejército Popular de Liberación (EPL) como su brazo armado; la Juventud Comunista (JUCO), que
respondía al Partido Comunista de Colombia (PCC) y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) como su brazo armado; y la Juventud Patriótica (JUPA), que formaba parte del
Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, también con una vertiente política.
Además, a lo largo de la década, surgieron varios grupos minoritarios seguidores de Camilo Torres
Restrepo y de la teología de la liberación, como Pan y Libertad, Frente Unido, MIR Patria Libre y el
Frente Estudiantil Revolucionario - Sin Permiso (FER - SP), todos ellos con vínculos con el Ejército de
Liberación Nacional (ELN), aunque con nula presencia en el territorio. Estos grupos, en su mayoría de
corte socialista y revolucionario, se fusionarían a principios de la década de los 80 con el Partido
Socialista de Trabajadores de Colombia (PST-C), la Corriente Obrera Revolucionaria (COR) y algunas
comunidades eclesiásticas de base, para formar el movimiento A Luchar.8
8 Esta información pudo construirse gracias al segundo entrevistado quien estudió en 1973 en el colegio INEM, el tercer
entrevistado quien estudió en 1973 en el colegio Normal Guillermo Valencia, y el investigador Hugo Paternina.

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Los estudiantes de la Universidad de Córdoba normalmente traían las discusiones provenientes del orden
nacional, e instruían y debatían la información en conjunto de los demás compañeros de los colegios
secundaristas. Todas estas organizaciones estudiantiles que hacían parte del movimiento estudiantil de
Córdoba en los años 70s generarían su propio espacio de confluencia política con las distintas
organizaciones a través de la creación de la Federación de Estudiantes de Córdoba (FEDECOR) en el
año 1974, realizando su primer gran congreso que duraría varios días de profundos y álgidos debates en
las instalaciones del colegio INEM. Es menester recordar que para este año se estaba generando un gran
paro cívico nacional, por lo cual, había muchos temas importantes que discutir y este escenario sería el
apropiado ante la necesidad de deliberación y toma de decisiones.9
La politización y radicalización dentro del movimiento estudiantil alcanzaron tal nivel que quienes
participaban únicamente de forma pacífica eran señalados como "pequeños burgueses", ya que se
consideraba que la única vía legítima para hacer la revolución era la lucha armada. Incluso académicos
de renombre en la época como el sociólogo Orlando Fals Borda, quien ya contaba con reconocimiento
por sus investigaciones incluyendo trabajos en el territorio cordobés, fueron confrontados. A finales de
la primera mitad de los años 70, durante un evento académico en la Universidad de Córdoba, Fals Borda
fue cuestionado principalmente por el estudiante (y posteriormente profesor del mismo claustro) Alberto
Gómez, quien criticó el financiamiento que el sociólogo recibía de la cooperación norteamericana,
sugiriendo que sus investigaciones podrían estar al servicio de la CIA. 10
Para finales de la década de los 60’, habían ocurrido algunos acercamientos de los grupos armados hacia
el movimiento estudiantil cordobés como el ELN11, sin embargo, es en la década de los 70’ a través de
las estructuras políticas, donde realmente se genera un relacionamiento directo para el desarrollo de la
lucha armada. Primordialmente, esto ocurre en el EPL como grupo con mayor incidencia en el territorio,
seguido de las FARC y en menor incidencia del ELN. Así mismo, el inicio de la década de los 70’s
9 Esta información es obtenida a través del segundo entrevistado, quien inicia sus estudios en el colegio INEM en el año 1973
como bachiller académico. Formó parte del Consejo Estudiantil, siendo elegido en conjunto con otro compañero para ser los
representantes de su sección. Cada uno de estos grados representaría una sección, las cuales eran organizadas de manera
secuencial con las letras del abecedario).
10 Este dato sobre la confrontación del movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba con Orlando Fals Borda se
obtiene gracias al investigador Hugo Paternina, quien lleva muchos años investigando al movimiento estudiantil de Córdoba.
11 El primer entrevistado logra tener cercanía a Camilo Torres Restrepo quien le ofrece el ingreso al ELN; sin embargo, este
finalmente no decide irse a las filas.

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estuvo marcado por el inmenso trabajo en el sector campesino por parte de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos (ANUC), la cual tuvo gran incidencia en el departamento de Córdoba y Sucre con
procesos de recuperaciones de territorio, y donde se vincularon estudiantes del movimiento estudiantil
de la Universidad de Córdoba en la defensa de la tierra (Pérez, 2010).
Para la segunda mitad de la década del 70’, muchos estudiantes del movimiento estudiantil de Córdoba,
incluyendo muchos de la Universidad de Córdoba, tenían relación con algún grupo político armado. Se
resalta Julio Rincón (Serpa su verdadero apellido), estudiante del colegio Liceo Montería y miembro de
la JUCO y el PCC, quien se integra a las filas de las FARC a inicio de la década de los 80’s alcanzando
a ser miembro del estado mayor del frente 18 en el mismo decenio, y a inicios del nuevo milenio organiza
movimientos clandestinos en las universidades públicas del país desde la figura de Movimiento
Bolivariano (MB).12
Esta presencia política de distintos grupos, empezaron a generar desacuerdos ideológicos entre el mismo
movimiento estudiantil. El PCC y el PCCML como organizaciones empiezan a tener diferencias, y estas
discusiones ideológicas se extienden al interior de las organizaciones estudiantiles de Córdoba, por ende,
enfrentamientos constantes entre la JUCO y la JRC. Así mismo, estas distintas formas de entender el
mundo y de ejercer la política, generarían muchos espacios académicos y políticos donde los diferentes
colectivos tendrían algunas discrepancias, pero manteniendo generalmente la unidad a la hora de atender
las movilizaciones.
Si bien el movimiento estudiantil de Córdoba se fortaleció durante la década de los setenta, también se
intensificaron la represión y la persecución. Se empezaron a evidenciar amenazas, infiltraciones,
seguimientos, instigaciones, asesinatos, entre otras formas de violencia. Un ejemplo de ello ocurrió
durante el paro cívico de 1974, cuando el martes 20 de agosto fue asesinado de tres disparos por agentes
de la policía del F2 el estudiante Rosmiro Burgos Polo, del colegio INEM. Al sepelio del joven asistieron
numerosos estudiantes de la FEC y del movimiento estudiantil cordobés; sin embargo, tras una
12 Esta información se logra construir gracias a los aportes del investigador Hugo Paternina y el reportaje periodístico del
canal Hora 13 Noticias. En línea en: https://www.youtube.com/watch?v=3xtsnAkHrZQ&ab_channel=Hora13Noticias
[Consultado el día 5 de mayo de 2025].

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arremetida policial, el ataúd con el cuerpo del secundarista quedó retenido en la entrada de la iglesia
central de Cereté.13
Tiempo después, el viernes 12 de marzo de 1976, durante un mitin conmemorativo de la masacre de
Lorica, fueron asesinados Jairo Burgos Rivas, estudiante de octavo
semestre de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Córdoba, y
Jorge Morelos Viloria, estudiante de cuarto de bachillerato del colegio
INEM, tras un allanamiento realizado por el Ejército en las instalaciones
de la Universidad de Córdoba. Jairo Burgos Rivas no participaba en el
mitin; se encontraba en un laboratorio ubicado en la parte posterior del
campus universitario. Sin embargo, durante el operativo fue sacado por
la fuerza, torturado, asesinado a golpes y lanzado al río. Por su parte,
Jorge Morelos Viloria fue perseguido desde el colegio INEM hasta la
popular “playa del 7 de mayo” del barrio Mocarí, donde es capturado y
golpeado, y en un intento desesperado de salvar su vida logra arrojarse al
río Sinú. Mientras nadaba fue hostigado con gases lacrimógenos, lo que
provocó su ahogamiento.14 Al día siguiente, ambos cuerpos fueron
hallados flotando en el río Sinú, con visibles golpes y magulladuras en la
cabeza, el rostro y el resto del cuerpo. No obstante, el informe oficial
emitido por los militares afirmaba que ambos habían muerto al intentar
cruzar el río, pese a que era temporada de verano y el caudal era bajo. 15
En la década de los 80’ siguió con fuerza la politización y de igual forma
la radicalización. Para este periodo, dentro del movimiento estudiantil
cordobés estaba muy demarcada su inclinación por ideologías de izquierda, tanto que se rechazaba todo
tipo de figura que representase algún interés norteamericano por la fuerte interiorización
13 Esta información pudo construirse gracias a la ayuda del primer y segundo entrevistado quienes presenciaron el paro y el
entierro del estudiante Rosmiro Burgos Polo, y a la base de datos Vidas Silenciadas. En línea en:
https://vidassilenciadas.online/victimas/463 [Consultado el día 12 de marzo de 2025].
14 Esta información fue recopilada a partir de los aportes del segundo entrevistado.
15 Esta información es obtenida gracias a la base de datos Vidas Silenciadas. En línea en:
https://vidassilenciadas.online/victimas/519 [Consultado el día 12 de marzo de 2025].
Figura 3: Fotografía de
Rosmiro Burgos Polo
Fuente: Vidas
Silenciadas.
Fuente: Vidas
Silenciadas.
Figura 3: Fotografía de
Jairo Burgos Rivas

pág. 9196
antiimperialista, por ello, los ataques constantes a bienes de empresas como Coca-Cola como los
vehículos que transportaban la mercancía, se volvieron comunes dentro de las manifestaciones. 16
A partir de esta década, la represión contra la comunidad universitaria en la Universidad de Córdoba se
intensificó notablemente debido a un cambio en el modus operandi de los sectores dominantes, que, tras
haber perdido el control de la institución, buscaron retomarlo mediante la violencia sistemática. Aunque
la represión ya había sido severa en el pasado, con hostigamientos, encarcelamientos y asesinatos
esporádicos, ahora la muerte se convirtió en el eje central de un aparato represivo que, al no poder ser
ejecutado abiertamente por el Estado, se canalizó a través del paramilitarismo. Este se consolidó como
“Los Tangueros” y próximamente las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU),
configurándose como un proyecto sociopolítico promovido por sectores de la élite regional. El objetivo
era claro: recuperar el control de la universidad mediante el terror, a través de asesinatos sistemáticos
dirigidos a estudiantes, profesores, sindicalistas, trabajadores y personal administrativo (Centro
Nacional de Memoria histórica, 2022). Esta ofensiva violenta fue posible gracias a la articulación entre
paramilitares, funcionarios públicos, comerciantes, narcotraficantes, políticos locales, miembros de la
fuerza pública y organismos estatales como el extinto DAS, que proporcionó información de inteligencia
clave para el control y represión dentro del campus universitario. 17
16 Esta información se logra obtener gracias al tercer entrevistado.
17 En el comunicado 044 la JEP define el ingreso de Salvatore Mancuso a la Audiencia Única de verdad, estableciendo la
relación paramilitar con los distintos sectores e incluyendo al DAS como punto clave para lo ocurrido en la Universidad de
Córdoba. Revisar: https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/Paginas/en-audiencia-unica-de-verdad-se-define-ingreso-de-
salvatore-mancuso-a-la-jep.aspx [Consultado el día 24 de marzo de 2025].

pág. 9197
La primera víctima fue Félix Sáenz Bedoya, estudiante de sexto
semestre de Ciencias de la Educación, activista del Teatro Estudio,
dirigente de la JUCO y recientemente vinculado a la UP. Fue asesinado
en su casa en Ciénaga de Oro el 31 de marzo de 1987, cuando cuatro
hombres armados le arrebataron a su hija de los brazos y lo
acribillaron. Su sepelio congregó a campesinos, sindicalistas,
estudiantes, directivos universitarios y militantes de la UP, aunque al
salir de la iglesia la policía arremetió contra los asistentes, provocando
momentos de gran tensión18. Más adelante, el 13 de enero de 1988,
fueron desaparecidos en Montería Rosa Lemos, empleada
universitaria y militante de la UP, su hijo Luis Lemos y su amiga
Zoraida Montoya. La última víctima del periodo fue Boris Zapata Mesa, antropólogo, profesor y
candidato al concejo por la UP, asesinado el 28 de noviembre de 1989 en Montería (en la calle 25 con
carrera sexta )19.
La incursión paramilitar comenzó a desarticular los procesos organizativos de diversos sectores, incluido
el movimiento estudiantil cordobés, debido al clima de miedo e incertidumbre generado por las
amenazas panfletarias, los desplazamientos forzados y los asesinatos. Aunque en ese contexto aún se
lograban organizar algunas movilizaciones, muchos estudiantes que se sentían especialmente
vulnerables ante la amenaza paramilitar optaban por mantenerse al margen o, en caso de participar, lo
hacían cubriéndose el rostro con capuchas como medida de autoprotección.
Ante el contexto de protesta social, la construcción de una cartografía basada en las memorias colectivas
de las décadas de los ochenta y noventa permitió no solo identificar los lugares donde se desarrollaron
18 Esta información se obtuvo gracias a la base de datos vidas silenciadas y al periódico El Universal del 20 de octubre de
1989.
19 Esta información se obtuvo gracias a la base de datos vidas silenciadas y al periódico El Universal del 20 de octubre de
1989.
Fuente: El Universal, del 20
de octubre de 1989.
Figura 4: Fotografía de Félix
Sáenz Bedoya
pág. 9198
las manifestaciones, sino también aquellos marcados por la represión y el refugio. Esta lectura espacial
va más allá de ubicar puntos en el mapa: reconstruye sentidos, emociones y memorias ancladas en
espacios concretos, dando lugar a lo que se puede entender como una “espacialidad de la resistencia”.
Esta no se reduce al hecho físico de ocupar un lugar, sino que implica una constante resignificación a
través de prácticas como marchas, plantones, asambleas o incluso la protesta violenta, otorgando a
ciertos espacios, calles, corredores universitarios, zonas abiertas y alrededores de edificios
administrativos, un profundo valor político, simbólico y relacional.
Fuente: Elaboración propia
Figura 5: Cartografía de los espacios de la resistencia/protesta

pág. 9199
En esta cartografía también cobran relevancia los espacios de refugio, especialmente aquellos
vinculados a lo natural, como los terrenos agrícolas cercanos a la Facultad de Agronomía, que, aunque
institucionalmente concebidos como áreas de práctica académica, fueron resemantizados como lugares
de resguardo, cuidado colectivo y organización de la resistencia. Sin embargo, esta resignificación no
se construye desde una visión idealizada, ya que también está atravesada por el miedo, la violencia y la
incertidumbre. Un ejemplo de ello es el río Sinú, que aparece en las memorias como un espacio
ambivalente: símbolo de protección y al mismo tiempo de vulnerabilidad, dependiendo de las
condiciones y capacidades del cuerpo que lo enfrentaba.
A comienzos de los años 90, una célula armada de la
Unión Camilista del ELN (UCELN) intentó secuestrar a
un estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad
de Córdoba, presuntamente hijo de un reconocido
ganadero. Los insurgentes se ubicaron en la antigua
cancha de baloncesto, cerca de la entrada principal del
campus20. La tensión llevó a que miembros del sindicato
alertaran al DAS sobre la presencia de personas extrañas,
lo que desencadenó un operativo que cercó la universidad y terminó en un enfrentamiento armado, donde
murieron tres insurgentes en estado de indefensión. En la acción fue capturado Jaime Padilla Paternina,
alias “El Mono”, quien fue liberado en 1994 tras el acuerdo de paz entre la Corriente de Renovación
Socialista y el gobierno de César Gaviria. No obstante, en 1996 fue desaparecido y asesinado,
presuntamente por paramilitares, en la vía Montería–Planeta Rica. Otros miembros del comando, como
José Luna, alias “Silver”, lograron escapar21.
Producto de este suceso, los prejuicios y estigmas contra los militantes de los colectivos “camilistas”
que hacían presencia en el campus universitario se incrementaron, ya que se les acusó de facilitar dicha
operación, situación que se tradujo en amenazas, hostigamientos y posterior desplazamiento forzado de
20 Esta información se obtiene gracias al investigador Hugo Paternina, quien se encontraba estudiando para ese entonces
dentro de la Universidad de Córdoba.
21 El mapa de la cartografía corresponde al presente y la identificación de centros y lugares del pasado
21 Esta información es producto del seguimiento realizado por el investigador Hugo Paternina.
Periódico El Universal, del 30 de marzo
de 1990.
Figura 6: Reporte de El universal

pág. 9200
importantes militantes de A Luchar, organización política que se vinculaba con la Unión Camilista del
Ejército de Liberación Nacional (UCELN).22
Para esta etapa de la primera década de los 90, surgió algo que nunca se había visto antes en la
Universidad de Córdoba. Grupos de encapuchados que alegaban ser estudiantes salían a las calles a
realizar acciones de protesta, sin embargo, el movimiento estudiantil no reconocía dicha acción como
una actividad proveniente de ellos. Serían paramilitares que, copiando la estrategia utilizada por
estudiantes de otras universidades públicas a nivel nacional, desarrollarían dichas acciones con la
intención de atraer e identificar a universitarios de un movimiento estudiantil que se mantenía pasivo y
precavido ante el fenómeno paramilitar.23 Estos esfuerzos serían estratégicos para la élite política del
departamento, ya que con la constitución de 1991 las transferencias y las garantías suscitadas de la
descentralización del nuevo régimen, llevarían a la Universidad de Córdoba a ser el centro económico
más codiciado del departamento.
En este contexto, Sánchez y Chacón (2005) analizan cómo el proceso de descentralización, impulsado
por los cambios introducidos en la Constitución de 1991, permitió que los grupos irregulares accedieran
a nuevas formas de dominio y control territorial. Esta descentralización política y de gasto proporcionó
a los actores armados, incluidos los paramilitares, oportunidades para incrementar su influencia en el
ámbito local a través de la intimidación, las alianzas con grupos políticos locales y el control de los
crecientes recursos municipales derivados de las transferencias y recursos propios. Así, la Universidad
de Córdoba se convirtió en un espacio clave no solo para el desarrollo del movimiento estudiantil, sino
también en un objetivo estratégico para los grupos armados que buscaban consolidar su poder en el
territorio a través de estos nuevos mecanismos de control.
Así mismo desde la segunda mitad de la década, el paramilitarismo se vería reforzado gracias a políticas
como Las Convivir y el nacimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), capacidad que
para finales del siglo llevarían a generar incidencia en la Universidad de Córdoba a través de amenazas
al CSU, y realizando reuniones obligadas con individuos específicos en zonas del departamento donde
22 Esta información se logra obtener gracias al investigador Hugo Paternina quien estuvo presente en esta época como militante
de A Luchar.
23 El cuarto entrevistado logró vivenciar este proceso y lo describió como épocas de confusión y miedo. Así mismo, la gran
mayoría de estudiantes del movimiento estudiantil se abstuvieron de participar en estas prácticas por no reconocerlas como
propias y no tener la certeza de lo que se trataba.

pág. 9201
este grupo establecía centros de operación, como por ejemplo en La Capilla (finca de Salvatore
Mancuso) o en San José de Ralito en Tierralta, Córdoba.24
Tras estas tensiones, se dio la desarticulación de la esfera nacional ante la imposibilidad de posesionar
figuras de liderazgo, y los colegios secundaristas presenciaron su fin en las dinámicas políticas y
organizativas, sin embargo, muchos de estos estudiantes entrarían con el tiempo a reforzar y sostener las
pocas estructuras que se mantenían en la Universidad de Córdoba.25
La década de 1990 fue especialmente convulsa para la Universidad de Córdoba, marcada por una serie
de asesinatos de docentes vinculados tanto a la institución como al movimiento sindical del magisterio.
Este periodo estuvo marcado por un contexto de violencia que reflejaba la creciente persecución contra
los educadores y sindicalistas, en particular aquellos comprometidos con la lucha social, un crimen que
inauguró una serie de hechos violentos contra los educadores en esta época fue el asesinato, El 18 de
septiembre de 1990, de Saúl Anaya Maza, profesor de la Universidad, afiliado a ADEMACOR e
integrante de FECODE.
En enero de 1995, el 5 de enero para ser exactos, también fue asesinado Francisco Aguilar Madera,
profesor de la Facultad de Ingeniería Agronómica y miembro de la Asociación de Profesores
Universitarios (ASPU). Posteriormente, el 17 de abril de 1996, Álvaro López Doria, docente de la
Universidad y miembro de la Cooperativa de Educadores de Córdoba (CORDUCOR), así como afiliado
a ASPU, sufrió el mismo destino. Estos asesinatos evidencian la creciente violencia dirigida a aquellos
que se mantenían firmes en su compromiso con la lucha sindical y social dentro del ámbito educativo.
24 La agenda universitaria sería dictada desde estos epicentros de operación paramilitar, violando la Autonomía Universitaria
consagrada en el artículo 69 de la constitución de 1991. Revisar: https://verdadabierta.com/santa-fe-de-ralito-la-otra-rectoria-
de-la-universidad-de-cordoba/ [Consultado el día 22 de marzo de 2025].
25 Esta información logra obtenerse gracias al cuarto entrevistado, quien estuvo realizando seguimiento del proceso.

pág. 9202
Un mes después, el 23 de mayo de 1996, fue asesinado Armando
Humanes Petro, gerente de la Cooperativa de Vivienda de los
Educadores y afiliado a ADEMACOR. Pocos días después, el 27
de mayo, fue asesinado Bienvenido Agámez Pérez, docente de
la Universidad de Córdoba y afiliado a ADEMACOR. El 10 de
julio de ese mismo año, fue asesinado Alberto Alzate Patiño,
profesor investigador de la Universidad y presidente del Comité
del Medio Ambiente de Córdoba. Finalmente, el 26 de mayo de
1998, fue asesinado Misael Díaz Urzola, representante de los
docentes ante el Consejo Superior Universitario (CSU) y
miembro del comité ejecutivo de la Federación Nacional de Profesores Universitarios. 26
Los asesinatos perpetrados durante la segunda mitad de esta década no sólo tuvieron como objetivo
eliminar ideologías de izquierda, sino que también respondieron a una estrategia para tomar el control
de la Universidad de Córdoba mediante los llamados “Comandos Campesinos Caribe”, por los cuales
planeaban tomarse todas las universidades públicas de la costa empezando inicialmente por la del
departamento de Córdoba.27
Al inicio de la década del 2000 en la Universidad de Córdoba, donde muchos habían sido asesinados,
desplazados y silenciados, varios estudiantes diseñaron una protesta silenciosa y simbólica que inició
desde la entrada de la universidad hasta el edificio administrativo, en la cual los estudiantes Carlos
Ramírez Badel de inglés y Mauricio Hernández Lara de Cultura Física, pasean un burro con corbata.
Estos estudiantes serían secuestrados el 28 de marzo del 2000 por los paramilitares, cuando se dirigían
a Santa Marta al Congreso Nacional de la Red de Universidades, y fueron entregados el 18 de abril del
2000 en un sector de los Montes de María, trayendo con ellos amenazas de muerte para muchos
miembros de la Universidad de Córdoba.28 El movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba,
26 Esta información se logra obtener gracias a la base de datos Vidas Silenciadas y el museo Entre Ríos.
27 Esta información logra obtenerse gracias a la Verdad Abierta. En línea en: https://verdadabierta.com/la-toma-de-la-
universidad-de-cordoba/ [Consultado el día 22 de marzo de 2025].
28 Esta información se pudo reconstruir gracias a la inferencia realizada en dos fuentes distintas pero que coinciden de forma
cronológica con el suceso y los secuestrados. Revisar: https://verdadabierta.com/la-toma-de-la-universidad-de-cordoba/ y
https://vidassilenciadas.online/exigen-perdon-en-publico-2/ [Consultado el día 24 de marzo de 2025].
Periódico El Meridiano, del
viernes 12 de julio de 1996.
Figura 7:Noticia del asesinato del
profesor Alberto Alzate.

pág. 9203
continuaba llevando a cabo movilizaciones y denunciando la corrupción y las amenazas que enfrentaban,
unidos en su objetivo de exigir su reintegración al Consejo Superior Universitario del cual habían sido
excluidos.29
Durante los años 2000 y 2001, la Universidad de Córdoba vivió una ola de violencia en la que fueron
asesinados varios miembros de su comunidad académica, sindical y estudiantil. Entre las víctimas se
encuentran Pedro Manotas Olascoaga (19 de marzo de 2000), Eduardo Hernández Montero (1 de abril),
el profesor Jaime Pérez Chima (10 de abril), Sheila Olascoaga Quintero (15 de mayo), Marly de la Ossa
Quiñónez (22 de mayo), el profesor Hugo Iguarán Cotes (10 de septiembre) y William Aguirre Tirado
(21 de septiembre). En 2001 fueron asesinados Francisco Ayazo Gómez (5 de enero) y Nelson Ramón
Narváez (29 de mayo). Estas víctimas, entre estudiantes, profesores y trabajadores sindicalizados,
muchos con roles de liderazgo, reflejan la grave situación de riesgo vivida en la universidad durante ese
periodo.30
Para la segunda mitad de la década del 2000, comenzaron a circular videos, relatos, audios e imágenes
que revelaban las dinámicas del paramilitarismo dentro del campus universitario, los cuales empezaron
a exponerse en las discusiones nacionales como por ejemplo en el congreso de la república, provocando
un resquebrajamiento del control que hasta entonces había ejercido esta hegemonía.31 Aunque el
movimiento estudiantil de la Universidad de Córdoba se había debilitado por el miedo, la represión y la
desarticulación generada por la presencia paramilitar, quienes permanecían activos mantenían vivos sus
ideales y observaban con atención el curso de los acontecimientos. Hacia el final de la década,
empezaron a reaparecer grupos de estudiantes encapuchados, algunos en articulación con profesores y
trabajadores. Al percibir el debilitamiento de las estructuras paramilitares, decidieron tomar la palabra
mediante protestas anónimas que sacaron a la luz las atrocidades que, hasta entonces, habían sido
silenciadas dentro del campus. 32
29 Ibáñez, T. (2020). Autonomía de la Universidad de Córdoba: la presencia de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
en el periodo 2003-2009. Facultad de Educación y Ciencias Humanas, Universidad de Córdoba.
https://repositorio.unicordoba.edu.co/server/api/core/bitstreams/2bfc5071-8586-4d0f-bb6a-4eb109dc32c4/content
30 Esta información se logra obtener gracias a la base de datos Vidas Silenciadas.
31 Esto podemos evidenciarlo tras la intervención del senador y actual presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego en el
congreso de la república. En línea en: https://www.youtube.com/watch?v=dbh885NbcNM&ab_channel=DanielAfanador
32 Esta información se obtuvo gracias al cuarto y quinto entrevistado.

pág. 9204
Si bien para este momento los espacios de politización habían desaparecido casi en su totalidad, la
radicalización implantada en la cultura de estos sectores sociales seguía latente, aún con mucha más
legitimidad tras la violencia impartida hacia ellos con el fenómeno paramilitar. Esta radicalización como
constructo social emergido de antaño en el movimiento estudiantil cordobés, seguía presente dentro de
los restos de la estructura aún sobreviviente dentro de la Universidad de Córdoba, como práctica de
lucha y reivindicación social en el departamento.
Tras la etapa de mayor violencia y con el inicio del proceso de justicia transicional, el reconocimiento
público de la Universidad de Córdoba como víctima del conflicto armado, realizado en 2010 por la
Comisión Nacional de Reparación y Conciliación, junto con las discusiones nacionales en torno a la
nueva reforma educativa a comienzos de la década de 2010, se convirtieron en la coyuntura para la
reactivación del movimiento estudiantil en la universidad.
Este contexto propició su articulación a las discusiones y movilizaciones nacionales dentro de la Mesa
Amplia Nacional Estudiantil (MANE). En ese periodo, las movilizaciones se volvieron frecuentes en el
movimiento estudiantil cordobés, al igual que algunas expresiones de acción colectiva violenta, en las
que ciertos estudiantes optaban por usar capuchas como forma de resguardo.
También renacen en menor intensidad, varios grupos políticos o colectivos estudiantiles de izquierda en
relación con algunos partidos o estructuras armadas, juntándose nuevamente la politización y la
radicalización, pero ahora con una sangrienta carga histórica que motivaría a muchos jóvenes a pensar
e incidir en las discusiones políticas nacionales. Se destacan organizaciones estudiantiles como la
ACEU, la JUCO, Organización Colombiana de Estudiantes (OCE), la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU), la Juventud Rebelde (JR), Colectivo Cimarrón, Colectivo Mochileros, Colectivo
León Zuleta, etc., sindicatos de trabajadores como
SINTRAUNICOL, de profesores como ASPU y de
jubilados como la Asociación de Jubilados de la
Universidad de Córdoba (AJUCOR), y el movimiento
político Marcha Patriótica que permitió a los miembros de
Fuente: El Universal (2013)
Figura 8: Disturbios en el año 2013

pág. 9205
la Universidad de Córdoba la articulación de trabajo con el sector campesino.33
Después de los procesos impulsados por la MANE, surgieron algunas movilizaciones y protestas
esporádicas en respuesta a las dinámicas políticas tanto nacionales como locales. Sin embargo, la acción
colectiva violenta se volvió constante, especialmente por
la aceptación del tropel como forma legítima de protesta.
Esta situación, sumada a la persistente zozobra, las
amenazas del paramilitarismo y la persecución por parte
de la Policía Nacional, favoreció el surgimiento y la
permanencia de diversos grupos clandestinos hacia finales
de la primera mitad de la década.
Estos colectivos, a pesar de su carácter oculto, aportaron
al debate dentro de la comunidad estudiantil y generaron impacto en la opinión pública. Emergieron
varias organizaciones sin un nombre propio definido para evitar el perfilamiento, algunas de las cuales
se presentaban bajo distintos nombres sin una estructura clara de movimiento, como Jaime Bateman
Cayón o 8 y 9 de junio, mientras que otras mostraban una mayor definición organizativa, como la
Resistencia Radical Revolucionaria 7 de noviembre (RRR7) y las Juventudes del Movimiento 19 de
abril (JM-19).
Esta constante sigue durante los años y se refuerza en
conformación de la Unión Nacional de Estudiantes de la
Educación superior (UNEES) en el 2018, donde el
naciente Movimiento Jaime Bateman Cayón (M-JBC)
Frente Córdoba y las Juventudes del Movimiento 19 de
Abril (JM-19) en menor intensidad, se articulación con las
dinámicas políticas del actual movimiento estudiantil de
la Universidad de Córdoba, ayudando a convocar,
33 Esta información logra recolectarse gracias al quinto entrevistado que estudió en la Universidad de Córdoba del año 2009
al 2015, quien estuvo participando de manera activa en el movimiento estudiantil e hizo parte de la ACEU y la JUCO.
Fuente: Las 2 Orillas
Figura 9: Búsqueda de personas que
participan en las acciones clandestinas por
parte de la seccional de inteligencia de la
policía nacional.
Figura 10: Participación del Movimiento Jaime
Bateman Cayón - Frente: Córdoba en una
asamblea estudiantil el 22 de octubre de
2019.
Fuente: Página de Facebook del
Movimiento Jaime Bateman Cayón -
Frente: Córdoba.

pág. 9206
asistiendo a las asambleas y escenarios de discusión, y confrontando a la policía cuando sucedían
arremetidas en las protestas.
El movimiento estudiantil cordobés luego de la UNEES se encontraba sólido y dispuesto a asumir
discusiones y ejercer escenarios de movilización, sin embargo, para el día 6 de marzo del 2020, se
confirma la pandemia del Covid-19 en Colombia entrando el país en un estado de cuarentena desde de
marzo de 2020. Este suceso con la aplicación de 5 semestres académicos en modalidad virtual generó
un claro debilitamiento del movimiento estudiantil, ya que, al regresar el 22 de marzo del 2022, casi la
mitad de los estudiantes de la Universidad de Córdoba eran de nuevo ingreso, lo que impacta
significativamente en el trabajo político realizado dentro del estamento estudiantil y sus distintas
expresiones.
Esto significó el debilitamiento del discurso y el debate dentro de la Universidad de Córdoba, la
inactividad frente a las dinámicas políticas locales y nacionales, y el debilitamiento de los grupos
políticos y clandestinos. Sin embargo, los distintos procesos desde el movimiento estudiantil de la
Universidad de Córdoba han ido en construcción. Han surgido algunos nuevos grupos o colectivos
estudiantiles como Unidas, junto a los que continúan en sus procesos de forma activa como la FEU y
ACEU. En cuanto a grupos clandestinos ha surgido el Movimiento de Acción Popular (MAP) que
acompaña a los procesos actuales adelantados desde el M-JBC y las JM-19, esta última con gran periodo
de inactividad.
Estas expresiones radicales que aún se evidencian actualmente en la Universidad de Córdoba, y la cual
genera la intención central de este trabajo, obtiene su respuesta en la exploración más detenida y sentida
desde su raíz histórica. Lo sucedido desde su contexto, sus formas de organización y lucha, su
persecución y asesinato sistemático, y finalmente su forma de resistir y perdurar en el tiempo, son los
factores claves descifrados que hoy nos permiten entender cómo se radicalizó el movimiento estudiantil
de la Universidad de Córdoba.
CONCLUSIONES
El análisis del movimiento estudiantil en Córdoba revela que su consolidación como una expresión de
unidad y conciencia social fue posible gracias a una interacción dinámica entre diversos factores
históricos, políticos y sociales. La fundación de la Universidad de Córdoba en 1964 actuó como un

pág. 9207
catalizador que fortaleció la articulación entre estudiantes de secundaria y universitarios, permitiendo
una participación más activa en los procesos políticos tanto a nivel local como nacional. Desde la
perspectiva metodológica, la combinación de historia oral y revisión documental permitió captar no solo
los hechos, sino también las memorias subjetivas y las interpretaciones de los actores involucrados,
enriqueciendo así la comprensión del fenómeno en su complejidad.
El contexto de coyuntura, entendido como el conjunto de condiciones políticas, sociales e
internacionales en un momento determinado, fue fundamental para entender la radicalización del
movimiento. Eventos traumáticos como la masacre de Lorica y el asesinato de estudiantes, junto con la
represión estatal y la influencia de ideologías de izquierda, actuaron como detonantes que aceleraron
procesos de politización y radicalización. La coyuntura de los años 60 y 70, marcada por la polarización
política y las tensiones nacionales e internacionales, creó un escenario propicio para que el movimiento
estudiantil no solo se movilizara en defensa de sus derechos, sino que también adoptara posturas más
radicalizadas, incluyendo la acción violenta y la incorporación a grupos armados.
La metodología empleada permitió articular distintas fuentes, reconociendo que los archivos oficiales
contienen silencios y exclusiones, mientras que las memorias vivas aportan una dimensión subjetiva y
emocional que complementa la historia. Este enfoque crítico y pluralista fue clave para entender cómo
las experiencias individuales y colectivas se insertaron en las grandes coyunturas nacionales e
internacionales, dando forma a un movimiento que, lejos de ser homogéneo, estuvo marcado por
tensiones internas, rupturas ideológicas y adaptaciones a las circunstancias adversas.
En esta coyuntura, la resistencia estudiantil, incluso en medio de la violencia y la represión, evidenció
una notable capacidad de resiliencia y adaptación. La existencia de grupos clandestinos, la persistencia
en la movilización y la continuidad de la lucha social muestran que el movimiento no se extinguió, sino
que se transformó y encontró nuevas formas de expresión en diferentes momentos históricos. La
influencia de la coyuntura, en este sentido, fue doble: por un lado, generó condiciones de violencia y
represión que dificultaron la organización; por otro, sirvió como motor para la radicalización y la
consolidación de una cultura de resistencia que perdura en la memoria colectiva.
En conclusión, el movimiento estudiantil en Córdoba ejemplifica cómo las coyunturas históricas,
cuando se combinan con las memorias y experiencias de los actores sociales, pueden potenciar procesos

pág. 9208
de movilización y cambio social. La metodología utilizada permitió no solo reconstruir hechos, sino
también comprender las interpretaciones y sentidos que los actores asignaron a sus memorias, resaltando
la importancia de abordar el pasado desde una perspectiva crítica, plural y situada. La experiencia de
Córdoba demuestra que, incluso en contextos de profunda adversidad, la juventud fue un agente de
transformación social, cuya historia está marcada por la resistencia, la memoria y la capacidad de
reinventarse frente a las coyunturas cambiantes.
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