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como un “desempeño profesional óptimo”. Lo cual, se fundamente en el hecho irrefutable de que el ser
humano es “un ente social”, que naturalmente requiere tener contacto y “establecer relaciones con otros
individuos” (Holst et al., 2017). De manera aunada, se debe considerar que actualmente dentro de la
educación superior en instituciones como la UNAM, la tutoría poco a poco se ha consolidado como en
aquella herramienta que es esencial para la promoción de la formación integral que todo estudiante
requiere como universitario, y que dentro del entorno cambiante que se tiene en el mundo le permite ir
más allá de su principal función profesional-académica tradicional, puesto que la tutoría se ha tornado
más completa, ya que a través de su evolución se ha transformado en “un proceso de acompañamiento
total” que va desde aristas personales y sociales, hasta aristas profesionales y académicas,
contribuyendo de tal manera a un desarrollo con matices holísticos para el estudiante universitario,
potencializando su formación desde un enfoque que considera la conceptualización de “integral” a ese
enfoque que responde a las demandas y los intereses que presenta la sociedad y que se encuentran en
constante cambio, por lo que la formación integral no termina de consolidarse hasta que se tienen
desarrollados “profesionales competentes, éticos y comprometidos con ellos mismos, con la sociedad y
con el entorno” (Aguilar et al., 2021). Esta evolución que ha tenido la tutoría con el tiempo, que ha
complementado su propia conceptualización de origen, contemplando que inicialmente se centraba en
solamente brindar orientación académica con vertientes dirigidas hacia mejorar el rendimiento
académico y prevenir y/o contrarrestar la deserción académica; ha generado un modelo más integral de
la tutoría, debido a que ahora considera al estudiante universitario como un profesional que será
multidisciplinario y que requiere conocimientos con bases transdisciplinarias. Este cambio ha
propiciado que: 1) se modifiquen los paradigmas que limitaban la función de la tutoría y, 2) se creen o
adapten nuevos paradigmas que la identifiquen como un esquema de acompañamiento que rompe las
barreras de orientación académica, extendiéndolas hacia orientación más compleja que involucra la
comprensión de conocimiento dirigido a la relación del ser humano y su comportamiento individual y
social, a partir de interpretar necesidades emocionales, motivacionales, cognitivas, entre otras, que
transcienden desde perspectivas personales hasta profesionales (Soria et al., 2021). A causa de la
evolución que ha tenido en las últimas décadas, la tutoría “se ha convertido en uno de los temas de
mayor actualidad y relevancia en las tendencias y políticas educativas de la educación media superior