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percepciones, valores y expectativas de los consumidores contemporáneos. Se anticipa que
patrones como la omnicanalidad, el consumo local y ético, y la preferencia por productos
sostenibles seguirán dominando las decisiones de compra, incluso tras la normalización
total de la crisis sanitaria. (p.300)
El perfil del consumidor contemporáneo se ha visto impactado por una sucesión de crisis globales que
han reformulado su manera de relacionarse con las marcas. Hoy, el usuario se caracteriza por una
búsqueda de experiencias más ligeras, cotidianas y emocionalmente equilibradas. Se aleja de discursos
rígidos, optando por marcas que comunican con autenticidad y propósito, pero sin dramatismo. La
aceleración del entorno y la incertidumbre han llevado a un repliegue hacia el presente, limitando la
proyección a futuro. Además, aunque la sostenibilidad sigue presente en el discurso del consumidor, la
responsabilidad es delegada principalmente a empresas e instituciones. Este panorama plantea un
desafío comunicacional: conectar desde lo significativo y lo inmediato. A la vez, disminuye la atención
sostenida en medios tradicionales y redes sociales, lo que obliga a repensar formatos y canales. (Valdivia
y otros, 2023).
En 2023, el consumidor se encuentra inmerso en un entorno complejo, marcado por la inflación, la
incertidumbre económica y las secuelas de la pandemia. La elevación sostenida en los precios de
alimentos, energía y servicios esenciales ha obligado a replantear hábitos de consumo, priorizando el
ahorro y el valor percibido. Los grandes gastos tienden a posponerse, mientras aumentan las decisiones
racionales y planificadas. El auge de las marcas blancas refleja esta tendencia hacia la eficiencia sin
sacrificar funcionalidad. Al mismo tiempo, el consumidor exige sostenibilidad, transparencia y
experiencias personalizadas. El vínculo emocional con las marcas cobra relevancia, siempre que éstas
logren justificar su valor. El comportamiento del comprador moderno es más analítico, informado y
consciente. (García, 2023)
En las últimas décadas, la transformación digital ha reconfigurado profundamente los hábitos de compra,
desplazando la experiencia presencial hacia plataformas virtuales. El consumidor actual prioriza la
inmediatez, la comparación entre opciones y la validación mediante reseñas, lo que reduce el contacto
físico con el producto. Esta evolución ha sido acelerada por contextos como la pandemia, que impulsó
el comercio electrónico y generó nuevos patrones de consumo.