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INTRODUCCIÓN
La formación de profesionistas en la educación superior tecnológica exige hoy una mirada más amplia
que integre tanto el desarrollo de competencias técnicas como el fortalecimiento de habilidades
transversales fundamentales para la vida laboral y social. La creatividad, el pensamiento crítico, la
comunicación efectiva, la empatía y la capacidad para trabajar en equipo son hoy tan relevantes como
el dominio disciplinar, y constituyen competencias clave que permiten a los egresados adaptarse a
entornos cambiantes y complejos (UNESCO, 2021; Tobón, 2013).
En este contexto, el Instituto Tecnológico de Minatitlán (ITM), institución pública de educación
superior adscrita al Tecnológico Nacional de México (TecNM), ha adoptado una política institucional
centrada en la formación integral del estudiante. Una de sus estrategias clave es la implementación de
actividades extracurriculares obligatorias para estudiantes de primer semestre, como parte de su modelo
educativo basado en competencias. Estas actividades comprenden una amplia gama de opciones
culturales, deportivas y cívicas —como danza folclórica, atletismo, ajedrez, música, lectura, artes
marciales, entre otras— y se organizan en módulos semanales que otorgan créditos complementarios al
expediente estudiantil (Instituto Tecnológico de Minatitlán, 2025).
A pesar del impacto positivo que estas actividades tienen en el sentido de pertenencia institucional, la
salud mental y el desarrollo socioemocional de los estudiantes (Borrero et al., 2020; Ruiz-Tagle et al.,
2022), persisten retos importantes en su gestión. Se han identificado debilidades en la sistematización
de los registros de participación, la escasa personalización de las ofertas formativas, así como la limitada
disponibilidad de herramientas tecnológicas para el seguimiento y análisis de los resultados.
Ante esta situación, la inteligencia artificial (IA) se presenta como una oportunidad estratégica para
transformar la gestión educativa. La IA, entendida como la capacidad de las máquinas para realizar
tareas que normalmente requieren inteligencia humana —como el aprendizaje, la comprensión del
lenguaje o la toma de decisiones—, ha comenzado a ser implementada en el ámbito educativo con
resultados prometedores, especialmente en la personalización del aprendizaje, la predicción de
trayectorias escolares y la automatización de procesos administrativos (Jara & Ochoa, 2020; Moreno,
2019; Stone et al., 2016).