pág. 3488
AGRICULTURA DE CONSERVACIÓN
APLICADA A CULTIVOS DE CICLO
CORTO: BENEFICIOS EN LA SALUD DEL
SUELO
CONSERVATION AGRICULTURE APPLIED TO SHORT-
CYCLE CROPS: BENEFITS FOR SOIL HEALTH
Danny Xavier Romero Herrera
Universidad Técnica de Machala
Elvis Isaac Centeno Alvear
Universidad Técnica de Machala
Marcos Antonio Espinosa Aguilar
Universidad Técnica de Machala
Brian Juvenal Mocha Cuenca
Universidad Técnica de Machala

pág. 3489
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i4.19006
Agricultura de conservación aplicada a cultivos de ciclo corto: beneficios en
la salud del suelo
Danny Xavier Romero Herrera1
romerodanny007@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-0320-5442
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
Elvis Isaac Centeno Alvear
elvis.centeno12@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-3884-3694
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
Marcos Antonio Espinosa Aguilar
maespinosa@utmachala.edu.ec
https://orcid.org/0000-0003-2608-0769
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
Brian Juvenal Mocha Cuenca
bmocha@utmachala.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-5989-7516
Universidad Técnica de Machala
Ecuador
RESUMEN
El presente estudio, titulado “Agricultura de conservación aplicada a cultivos de ciclo corto: beneficios
en la salud del suelo”, analiza el impacto de prácticas conservacionistas en la mejora de las
propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo en sistemas de producción de ciclo corto.
Mediante una revisión sistemática de literatura científica y el análisis de casos de estudio
internacionales, se evaluaron estrategias como la siembra directa, la rotación de cultivos, la
incorporación de cultivos de cobertura y el manejo agroecológico. Los resultados evidencian
incrementos en la materia orgánica, mejor estructura y porosidad del suelo, mayor retención de
humedad, reducción de la erosión y aumento de la biodiversidad microbiana. Asimismo, se
identificaron beneficios en la productividad y resiliencia de los sistemas frente al cambio climático,
junto con desafíos asociados a la adopción tecnológica, disponibilidad de recursos y capacitación
técnica. Se concluye que la agricultura de conservación constituye una herramienta clave para
promover la sostenibilidad de los cultivos de ciclo corto y mejorar la salud del suelo, siempre que se
integre con políticas públicas de apoyo y programas de formación continua para agricultores.
Palabras clave: agricultura de conservación, cultivos de ciclo corto, salud del suelo, sostenibilidad
agrícola, cultivos de cobertura.
1 Autor principal.
Correspondencia: romerodanny007@gmail.com

pág. 3490
Conservation agriculture applied to short-cycle crops: benefits for soil
health
ABSTRACT
This study, entitled “Conservation Agriculture Applied to Short-Cycle Crops: Benefits to Soil Health”,
analyzes the impact of conservation practices on improving the physical, chemical, and biological
properties of soil in short-cycle production systems. Through a systematic review of scientific
literature and the analysis of international case studies, strategies such as no-tillage, crop rotation,
cover crop integration, and agroecological management were evaluated. The results show increases in
organic matter, improved soil structure and porosity, greater moisture retention, reduced erosion, and
enhanced microbial biodiversity. Additionally, benefits were identified in productivity and system
resilience to climate change, along with challenges related to technological adoption, resource
availability, and technical training. It is concluded that conservation agriculture is a key tool for
promoting the sustainability of short-cycle crops and improving soil health, provided it is integrated
with supportive public policies and ongoing training programs for farmers.
Keywords: conservation agriculture, short-cycle crops, soil health, agricultural sustainability, cover
crops
Artículo recibido 05 julio 2025
Aceptado para publicación: 25 julio 2025

pág. 3491
INTRODUCCIÓN
La agricultura contemporánea enfrenta el desafío simultáneo de incrementar la producción de
alimentos y revertir la degradación de los recursos naturales, en un contexto marcado por el cambio
climático, la presión demográfica y la reducción de la fertilidad de los suelos (Tan & Kuebbing, 2023;
Castaldi et al., 2024). El deterioro de la salud del suelo —manifestado en la pérdida de carbono
orgánico del suelo (SOC), erosión hídrica y mecánica, y disminución de la biodiversidad edáfica—
compromete la sostenibilidad de los sistemas productivos y la provisión de servicios ecosistémicos
esenciales para la seguridad alimentaria y la resiliencia de los agroecosistemas (Baert et al., 2024;
Sharma et al., 2024).
En este escenario, la agricultura de conservación y regenerativa surge como una estrategia clave para
restaurar la funcionalidad de los suelos agrícolas, especialmente en cultivos de ciclo corto y zonas de
alta intensidad productiva. Prácticas como la labranza reducida o cero, el uso de cultivos de cobertura,
la rotación diversificada y la incorporación de enmiendas orgánicas han mostrado su potencial para
incrementar las reservas de SOC, mejorar la estructura y la capacidad de retención hídrica, y mitigar
las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) (Tan & Kuebbing, 2023; Castaldi et al., 2024). Sin
embargo, la magnitud y estabilidad de estos beneficios dependen de factores edáficos, climáticos y de
manejo, y persisten incertidumbres científicas sobre su efectividad a largo plazo y a diferentes escalas
espaciales (Baert et al., 2024).
El mantenimiento y aumento del SOC es fundamental no solo para la fertilidad y productividad del
suelo, sino también para la mitigación del cambio climático, al actuar el suelo como un sumidero de
carbono capaz de contrarrestar parcialmente las emisiones de la agricultura (Castaldi et al., 2024).
Estudios recientes con enfoques geoespaciales y de modelización tridimensional han evidenciado que
las pérdidas y ganancias de carbono en el suelo están fuertemente influenciadas por los procesos de
erosión hídrica y de labranza, así como por la redistribución del sedimento en el paisaje agrícola
(Baert et al., 2024). Estas dinámicas subrayan la necesidad de integrar la planificación del uso de la
tierra con medidas de conservación específicas para cada contexto edafoclimático.
La restauración de tierras degradadas y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza
(NbS) complementan las estrategias de manejo sostenible al potenciar la provisión de servicios

pág. 3492
ecosistémicos como la regulación hídrica, el secuestro de carbono, la conservación de la biodiversidad
y la estabilidad de los paisajes agrícolas (Fanta et al., 2024; Sharma et al., 2024). La evidencia
disponible indica que los enfoques participativos y comunitarios en la rehabilitación de tierras pueden
aumentar la adopción de prácticas sostenibles, mejorar los ingresos rurales y fortalecer la resiliencia
socioecológica (Fanta et al., 2024).
En este contexto, los sistemas hortícolas y de ciclo corto representan un laboratorio ideal para evaluar
y escalar estas estrategias, dada su alta rotación, dependencia de la calidad del suelo y relevancia en el
abastecimiento alimentario local y regional. No obstante, la limitada literatura específica en estos
sistemas, especialmente en regiones tropicales y subtropicales, evidencia un vacío de conocimiento
que esta investigación busca abordar.
MATERIALES Y MÉTODOS
Este estudio se desarrolló bajo el enfoque de revisión sistemática, siguiendo las directrices del
protocolo PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses). El
objetivo fue sintetizar evidencia científica sobre el impacto de prácticas agrícolas sostenibles
específicamente la rotación de cultivos, el manejo integrado del suelo y el uso de enmiendas orgánicas
ricas en carbono en la productividad agrícola, la eficiencia en el uso del agua y la resiliencia frente al
cambio climático. La búsqueda bibliográfica se realizó en bases de datos académicas reconocidas,
incluyendo Web of Science, Scopus, ScienceDirect y CNKI. Se utilizaron combinaciones de palabras
clave relacionadas con agricultura sostenible, productividad hídrica, dinámica del nitrógeno, adopción
de tecnologías resilientes y microbiología del suelo. Inicialmente se identificaron 80 artículos
científicos potencialmente relevantes.
La selección de estudios se llevó a cabo en dos etapas: primero, mediante la revisión de títulos y
resúmenes; y posteriormente, a través de la lectura completa de los textos que cumplían con los
criterios de inclusión. Estos criterios consideraron estudios basados en datos experimentales de campo,
evaluaciones cuantitativas de variables agronómicas y edáficas, y análisis de adopción de prácticas
agrícolas en contextos vulnerables al cambio climático. Se excluyeron revisiones narrativas, estudios
de modelación sin validación empírica y publicaciones duplicadas. Para cada estudio incluido se
extrajo información relevante sobre diseño experimental, tipo de cultivo, condiciones edafoclimáticas,

pág. 3493
indicadores de productividad, eficiencia hídrica, dinámica del nitrógeno, y factores socioeconómicos
asociados a la adopción de prácticas. Se aplicaron criterios de calidad metodológica para evaluar la
validez interna de los estudios, considerando aspectos como el tamaño muestral, la replicación y la
consistencia de los resultados.
Finalmente, tras aplicar los criterios de elegibilidad y calidad, se seleccionaron un total de X artículos
para su análisis detallado y síntesis comparativa.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Productividad y rendimiento de cultivos
La productividad agrícola y el rendimiento de los cultivos son influenciados por múltiples prácticas de
manejo, como la rotación de cultivos, el tipo de labranza, la fertilización, el uso de variedades
mejoradas y la integración de árboles en sistemas agroforestales. Los estudios analizados ofrecen
evidencia empírica sobre cómo estas prácticas afectan la producción agrícola en distintos contextos
agroecológicos (Rathore et al., 2024; Ntawuruhunga et al., 2025).
Sistemas de cultivo diversificados y manejo integrado
El estudio de Rathore et al. (2024) en la India evaluó tres sistemas de cultivo (maíz-mostaza,
maíz+caupí-mostaza y frijol-palomero-trigo) bajo cuatro escenarios de manejo: manejo orgánico
integrado (IOM), manejo de cultivos integrado (ICM), agricultura de conservación (CA) y sistema
convencional (CS) se observan los datos en la Figura 1. Los resultados mostraron que el sistema frijol-
palomero-trigo bajo ICM alcanzó la mayor productividad del sistema (hasta 12,866 kg ha⁻¹),
superando en un 15% al sistema maíz-mostaza. Además, el sistema maíz+caupí-mostaza presentó la
mayor adquisición de nutrientes (NPK), lo que sugiere una mayor eficiencia en el uso de recursos
(Rathore et al., 2024).

pág. 3494
Figura 1. Productividad del sistema (kg ha⁻¹) de Maíz–Mostaza, Maíz + Caupí–Mostaza y Frijol
Palomero–Trigo bajo IOM, ICM, CS y CA, promedio de tres años (2018–2021).
Fuente: Elaboración propia, a partir de datos adaptados de Rathore et al. (2024).
El manejo ICM también se destacó por mejorar la eficiencia energética y la productividad energética,
mientras que el IOM mostró beneficios adicionales en indicadores biológicos del suelo. Estos
hallazgos indican que los sistemas diversificados, especialmente aquellos que incluyen leguminosas,
pueden mejorar significativamente el rendimiento y la sostenibilidad del sistema agrícola (Rathore et
al., 2024).
Agricultura climáticamente inteligente y conservación de enemigos naturales
Tripathi et al. (2024) demostraron que los agricultores que adoptan prácticas de Agricultura
Climáticamente Inteligente (CSA), como el uso de variedades mejoradas, intercalado de cultivos,
agroforestería y mulching, reportan menores pérdidas de rendimiento (promedio de 45%) en
comparación con quienes no adoptan CSA. Además, estos agricultores mostraron mayor conocimiento
sobre biodiversidad, especialmente sobre enemigos naturales de plagas, lo que se tradujo en una mejor
gestión de plagas y mayor diversidad de cultivos.
La correlación positiva entre el conocimiento de biodiversidad y la implementación de prácticas de
manejo sugiere que la capacitación y la experiencia agrícola son factores clave para mejorar el
rendimiento. El estudio también destaca que prácticas como el uso de ceniza, extractos vegetales y
manejo de hábitats favorecen el control biológico y reducen la dependencia de pesticidas (Tripathi et
al., 2024).
0
4000
8000
12000
16000
IOM ICM CS CA
Maíz–Mostaza Maíz + Caupí–Mostaza Frijol Palomero–Trigo (PP–W)

pág. 3495
Agroforestería climáticamente inteligente (CSAF) y rendimiento en zonas contrastantes
Ntawuruhunga et al. (2025) analizaron la adopción de agroforestería climáticamente inteligente
(CSAF) en dos regiones de Ruanda con condiciones agroecológicas contrastantes. Los agricultores
que adoptaron CSAF reportaron mejoras en la producción de alimentos, ingresos y resiliencia frente al
cambio climático. El 65% de los encuestados reconoció que CSAF mejora la fertilidad del suelo,
maximiza el uso de la tierra y contribuye a la seguridad alimentaria.
La motivación para adoptar CSAF estuvo relacionada con beneficios económicos, uso de tierras
marginales y disponibilidad de insumos. Los agricultores con mayor conocimiento y motivación
fueron significativamente más propensos a adoptar CSAF, lo que sugiere que la difusión de
información técnica y el acceso a recursos son determinantes para mejorar el rendimiento agrícola
(Ntawuruhunga et al., 2025).
Salud y calidad del suelo
La salud del suelo es un componente esencial para la sostenibilidad de los sistemas agrícolas,
especialmente en el contexto de cultivos de ciclo corto, donde la eficiencia en el uso de recursos y la
resiliencia ecológica son fundamentales. La agricultura de conservación, como enfoque regenerativo,
ofrece beneficios significativos en la mejora de la calidad del suelo, la biodiversidad y la
productividad, al tiempo que reduce los impactos negativos de la agricultura intensiva, en la Figura 2
se observan sus interacciones.

pág. 3496
Figura 2. Interacciones entre prácticas de conservación, indicadores de salud del suelo, productividad
y mitigación de GEI.
Fuente: Elaboración propia a partir de la revisión bibliográfica del estudio.
Funciones ecológicas del suelo y su degradación
El suelo cumple múltiples funciones ecosistémicas: producción de alimentos, reciclaje de nutrientes,
regulación hídrica, secuestro de carbono y conservación de la biodiversidad (Adhikari & Hartemink,
2016; Evangelista et al., 2023). Sin embargo, prácticas agrícolas intensivas han provocado su
degradación, pérdida de biodiversidad y disminución de su capacidad para prestar servicios
ecosistémicos (Foley et al., 2005; Bouwman et al., 2013). En cultivos de ciclo corto, esta degradación
se manifiesta en la pérdida de materia orgánica, compactación, erosión y disminución de la actividad
biológica. La agricultura de conservación, mediante prácticas como la siembra directa, la rotación de
cultivos y el uso de coberturas vegetales, contribuye a revertir estos efectos, mejorando la estructura
del suelo y su capacidad de retención de agua (Magazzino et al., 2024).
Agricultura regenerativa y agroecología como enfoques restaurativos
La agricultura regenerativa y la agroecología han sido propuestas como alternativas a los modelos
convencionales, con énfasis en la restauración de la salud del suelo y la resiliencia agroecosistémica
(Mambo et al., 2025; Madsen et al., 2025). En contextos como Alberta (Canadá), se ha evidenciado
que prácticas como el uso de cultivos de cobertura, la integración de ganado y la reducción de insumos

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químicos mejoran la salud del suelo y promueven la biodiversidad microbiana. Además, se ha
identificado que estas prácticas deben adaptarse a las condiciones locales, lo que implica un enfoque
contextualizado y flexible, especialmente relevante para cultivos de ciclo corto que requieren
respuestas rápidas y eficientes frente a condiciones climáticas extremas (Mambo et al., 2025).
Innovación tecnológica y sostenibilidad en la gestión del suelo
El uso de tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, el monitoreo satelital y el aprendizaje
automático, ha demostrado ser eficaz para evaluar la salud del suelo y optimizar su manejo
(Magazzino et al., 2024). En los países BRICS, se ha observado que la innovación tecnológica,
combinada con una gestión sostenible del uso del suelo, mejora la productividad de cultivos como los
cereales, al tiempo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas herramientas
permiten identificar patrones de degradación, evaluar el impacto de prácticas agrícolas y diseñar
estrategias adaptativas para mejorar la salud del suelo en sistemas de cultivo intensivo y de ciclo corto.
Barreras y oportunidades para la adopción de prácticas conservacionistas
A pesar de los beneficios comprobados, existen barreras estructurales para la adopción de prácticas de
agricultura de conservación, como la falta de incentivos, el desconocimiento técnico y la percepción
de riesgo económico (Mambo et al., 2025; Madsen et al., 2025). En particular, los agricultores que ya
implementan prácticas regenerativas suelen quedar excluidos de programas de apoyo, lo que
desincentiva su continuidad. Se propone el diseño de políticas inclusivas que reconozcan el valor de la
experiencia local, promuevan la co-creación de conocimiento y faciliten el acceso a recursos para la
transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles.
Sostenibilidad y mitigación del cambio climático
La sostenibilidad ambiental y la capacidad de los agroecosistemas para mitigar el cambio climático
son aspectos clave en la transición agroecológica. En este apartado se presentan evidencias
relacionadas con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la captura de
carbono, la mejora de la eficiencia energética y la resiliencia frente a eventos climáticos extremos. En
la Tabla 1 se puede ver casos de estudio internacionales sobre prácticas agrícolas sostenibles.

pág. 3498
Tabla 1. Casos de estudio internacionales sobre prácticas agrícolas sostenibles, cultivos principales,
beneficios y limitaciones.
País /
Regi
ón
Prácticas aplicadas Cultivo
princip
al
Beneficios observados Limitaciones
reportadas
India
Agricultura de
conservación con cultivos
de cobertura y rotación
Trigo y
legumin
osas
Mejora en la fertilidad del
suelo y reducción de
insumos químicos
Necesidad de
capacitación técnica y
acceso a maquinaria
Ruan
da
Integración de leguminosas
y cultivos resistentes a
sequía
Maíz y
frijol
Aumento de la resiliencia
frente a sequías y mejora de
ingresos
Limitado acceso a
mercados y recursos
financieros
Urug
uay
Manejo agroecológico y
diversificación productiva
Soja y
pasturas
Incremento en biodiversidad
y estabilidad productiva
Dependencia de
políticas de apoyo y
mercados justos
Côte
d’Ivo
ire
Producción sostenible de
cacao bajo sistemas
agroforestales
Cacao
Conservación de la
biodiversidad y aumento de
calidad del cacao
Enfermedades y plagas
en sistemas
agroforestales
Italia
Agricultura orgánica con
manejo integrado de
nutrientes
Hortaliz
as y vid
Reducción del impacto
ambiental y mejora de la
calidad de producto
Altos costos de
certificación y
transición orgánica
Fuente: Elaboración propia a partir de la revisión bibliográfica del estudio.
Reducción de emisiones de GEI y captura de carbono
El uso de sistemas de labranza reducida combinados con cultivos de cobertura (CC-RT) ha
demostrado ser una estrategia prometedora para mejorar la salud del suelo y reducir las emisiones de
GEI. Scarlato et al. (2024) evidencian que estos sistemas, aplicados en cultivos de cebolla sin
herbicidas ni fertilizantes sintéticos, aumentan la actividad biológica del suelo y reducen la erosión, lo
que contribuye a la captura de carbono y a la mitigación del cambio climático. Además, el uso de
abonos verdes como el mijo cola de zorra y caupí generó una biomasa significativa (4–7 Mg ha⁻¹), con

pág. 3499
una cobertura del suelo superior al 80%, lo que favorece la acumulación de carbono orgánico en el
suelo (Alliaume et al., 2013; Scarlato et al., 2024).
Mejora de la eficiencia energética y reducción de insumos
La transición hacia sistemas agroecológicos implica una reducción en el uso de insumos externos,
como fertilizantes sintéticos y herbicidas, lo cual mejora la eficiencia energética del sistema. En el
estudio de Practical Farmers of Iowa (PFI), se destaca que los agricultores que adoptan prácticas de
conservación como cultivos de cobertura y rotaciones diversificadas logran reducir costos y
dependencia de insumos externos (Asprooth et al., 2023). En el caso de los sistemas hortícolas en
Uruguay, Scarlato et al. (2022) concluyen que existe un amplio margen para reducir insumos sin
comprometer la productividad, lo que representa una oportunidad para mejorar la sostenibilidad
energética.
Resiliencia frente a eventos climáticos extremos
La diversificación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y la cobertura del suelo son prácticas que
aumentan la resiliencia de los agroecosistemas frente a eventos climáticos extremos. En el estudio
sobre producción de hortalizas en Costa de Marfil, Dosso et al. (2024) señalan que los sistemas
agroecológicos, aunque aún incipientes, muestran potencial para mejorar la resiliencia frente a sequías,
plagas y variabilidad climática. Asimismo, el enfoque participativo en el diseño de sistemas
agroecológicos, como el aplicado en Uruguay, permite adaptar las prácticas a las condiciones locales,
fortaleciendo la capacidad de respuesta ante cambios climáticos (Scarlato et al., 2024).
Factores socioeconómicos y adopción de tecnologías
La adopción de prácticas agrícolas sostenibles está influenciada por una serie de factores
socioeconómicos que determinan el comportamiento de los productores frente a nuevas tecnologías,
especialmente aquellas orientadas a la conservación de recursos naturales y la mejora de la
productividad.
Acceso a capacitación y extensión
El acceso a servicios de extensión agrícola y programas de capacitación es uno de los factores más
determinantes en la adopción de tecnologías sostenibles. En el estudio realizado en el distrito de Offa,
Etiopía, se encontró que los agricultores que recibieron capacitación tuvieron una probabilidad

pág. 3500
significativamente mayor de adoptar prácticas de rehabilitación de tierras (Fanta et al., 2024). La
capacitación incrementó la conciencia sobre los beneficios de las prácticas de conservación,
mejorando la disposición de los agricultores a implementarlas. Asimismo, Castaldi et al. (2024)
destacan que en el Valle del Po, Italia, la adopción de agricultura de conservación se correlaciona
positivamente con el acceso a información técnica y asesoría especializada, lo que permite una mejor
gestión del carbono orgánico del suelo.
Recursos financieros y acceso al crédito
La disponibilidad de recursos financieros y el acceso al crédito también juegan un papel clave. En el
estudio de Offa, aunque el acceso al crédito no fue estadísticamente significativo en la adopción de
prácticas de rehabilitación, otros estudios han demostrado que el capital disponible permite a los
agricultores invertir en tecnologías como terrazas, cultivos de cobertura y fertilización orgánica (Fanta
et al., 2024; Castaldi et al., 2024).
Percepción del riesgo y beneficios
La percepción positiva sobre los beneficios de la rehabilitación de tierras se asocia con una mayor
participación en programas comunitarios. Los agricultores que reconocen el impacto de la degradación
del suelo en su productividad están más dispuestos a adoptar medidas correctivas (Fanta et al., 2024).
En el Valle del Po, los agricultores que perciben la agricultura de conservación como una estrategia
eficaz para mejorar la fertilidad del suelo y mitigar el cambio climático muestran mayor compromiso
con estas prácticas (Castaldi et al., 2024).
Políticas públicas y apoyo institucional
Las políticas públicas que promueven la agricultura sostenible, como subsidios, certificaciones y
programas de conservación, son fundamentales. En Italia, el esquema ISCC Plus ha incentivado la
adopción de prácticas como rotación de cultivos, no labranza y uso de cultivos forrajeros, lo que ha
resultado en un aumento significativo del contenido de materia orgánica del suelo (Castaldi et al.,
2024).
Barreras de implementación
Entre las principales barreras se encuentran la falta de infraestructura, la escasa disponibilidad de
insumos adecuados, y la resistencia al cambio por parte de algunos agricultores. En Offa, la edad

pág. 3501
avanzada de los jefes de hogar y la tenencia de ganado fueron factores que redujeron la probabilidad
de adopción, posiblemente por la priorización de actividades tradicionales sobre prácticas innovadoras
(Fanta et al., 2024).
Integración de estrategias y perspectivas a futuro
Este apartado analiza la sinergia entre prácticas agroecológicas, su escalabilidad y las
recomendaciones para su implementación a gran escala, conectando los hallazgos con políticas
públicas y líneas de investigación emergentes en contextos diversos como África Occidental, América
del Sur y sistemas agrícolas en transición.
Sinergia entre prácticas agroecológicas
La integración de prácticas como el uso de cultivos de cobertura, reducción de labranza, fertilización
orgánica, control biológico y participación comunitaria ha demostrado generar beneficios sinérgicos
en la salud del suelo, la productividad y la resiliencia de los sistemas agrícolas.
En Uruguay, el sistema de cultivo de cebolla con cobertura vegetal y labranza reducida sin herbicidas
ni fertilizantes sintéticos mostró mejoras en la actividad biológica del suelo y reducción de la erosión,
aunque con desafíos en el manejo de malezas y disponibilidad de nitrógeno (Scarlato et al., 2024). La
participación activa de agricultores en el diseño y ajuste de prácticas fue clave para adaptar el sistema
a condiciones locales. En Côte d’Ivoire, aunque los sistemas agroecológicos aún enfrentan
limitaciones económicas, se observó que la adopción parcial de prácticas agroecológicas —como la
rotación de cultivos, uso de biopesticidas y fertilizantes orgánicos— está presente en la mayoría de los
productores, lo que sugiere una base para intensificar estas prácticas (Dosso et al., 2024).
Escalabilidad y adaptabilidad territorial
La escalabilidad de las estrategias agroecológicas depende de factores técnicos, sociales y políticos.
En África, la narrativa dominante aún asocia la agroecología con prácticas de subsistencia, lo que
limita su adopción como estrategia de desarrollo (Madsen et al., 2025). Sin embargo, estudios
muestran que cuando se promueve como una alternativa sistémica, con apoyo institucional y co-
creación de conocimiento, puede ser vista como una vía superior frente a la agricultura industrial. En
Uruguay, la implementación de sistemas agroecológicos en horticultura demostró que la calidad del
suelo y la participación activa de los agricultores son condiciones necesarias para el éxito de la

pág. 3502
transición (Scarlato et al., 2024). En Côte d’Ivoire, se identificó que la estacionalidad, el acceso a
tierra y la informalidad del mercado son factores que afectan la viabilidad económica de los sistemas
agroecológicos (Dosso et al., 2024).
Recomendaciones para implementación a gran escala
Para avanzar hacia una adopción más amplia de la agroecología, es fundamental consolidar estrategias
que respondan a las realidades locales y promuevan la transformación sistémica de los sistemas
agrícolas.
En primer lugar, se destaca la importancia de fomentar procesos colaborativos de generación de
conocimiento. La experiencia en Uruguay demuestra que involucrar activamente a agricultores,
técnicos e investigadores en el diseño y ajuste de prácticas agroecológicas facilita su apropiación y
adaptación, fortaleciendo la sostenibilidad de los sistemas productivos (Scarlato et al., 2024).
Asimismo, es necesario resignificar la agroecología como una vía legítima de desarrollo rural,
superando la visión reduccionista que la vincula exclusivamente con contextos de pobreza. En África,
esta narrativa ha limitado su expansión, por lo que se requiere promover su potencial como alternativa
integral frente a los desafíos ambientales, económicos y sociales (Madsen et al., 2025).
Otro aspecto clave es la adecuación de los instrumentos de evaluación. Herramientas como CAET y
TAPE deben ser contextualizadas para captar con mayor precisión el grado de avance agroecológico
en cada territorio. En Côte d’Ivoire, por ejemplo, se observó que los bajos puntajes no reflejan la
adopción parcial de prácticas sostenibles por parte de los productores, lo que evidencia la necesidad de
indicadores más sensibles y pertinentes (Dosso et al., 2024).
Finalmente, se recomienda impulsar políticas públicas que reconozcan la naturaleza multifuncional de
la agroecología. Esto implica establecer incentivos para prácticas sostenibles, facilitar el acceso a
mercados diferenciados y promover el financiamiento de iniciativas locales de innovación,
contribuyendo así a la consolidación de sistemas alimentarios más resilientes y equitativos.
Articulación con políticas públicas y perspectivas de investigación futura
Los resultados obtenidos se relacionan directamente con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, en
particular el ODS 2 (erradicación del hambre), el ODS 12 (producción y consumo sostenibles) y el
ODS 15 (protección de los ecosistemas terrestres). En función de ello, se sugiere incorporar la

pág. 3503
agroecología como eje fundamental en las estrategias nacionales orientadas a garantizar la seguridad
alimentaria y enfrentar los desafíos del cambio climático. Asimismo, se plantea la necesidad de
fortalecer redes de investigación colaborativa y espacios de intercambio que promuevan la innovación
en prácticas agroecológicas. Finalmente, se recomienda profundizar en el análisis de cómo la
agroecología incide en la salud de las personas, en la estabilidad alimentaria y en la capacidad de
adaptación de las comunidades frente a crisis ambientales y sociales.
CONCLUSIONES
La evidencia sintetizada en esta revisión confirma que la agricultura de conservación aplicada a
cultivos de ciclo corto constituye una estrategia eficaz para mejorar la salud del suelo, incrementar la
productividad agrícola y fortalecer la resiliencia frente al cambio climático, siempre que las prácticas
sean adaptadas a las condiciones edafoclimáticas y socioeconómicas locales. La integración de
labranza reducida, cultivos de cobertura, rotaciones diversificadas, fertilización orgánica y enfoques
agroecológicos participativos genera sinergias positivas que se traducen en mayores niveles de
carbono orgánico del suelo, mejora de la estructura edáfica, optimización del uso de nutrientes y
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Asimismo, se ratifica que la adopción de estas prácticas está condicionada por factores de acceso a
conocimiento técnico, recursos financieros, percepción de beneficios y marco de políticas públicas, lo
que demanda intervenciones integrales que combinen incentivos, capacitación y acompañamiento
técnico. Los sistemas hortícolas y de ciclo corto ofrecen un alto potencial para la escalabilidad de estas
estrategias, actuando como plataformas experimentales para innovaciones agronómicas y
socioeconómicas.
Finalmente, la transición hacia sistemas productivos más sostenibles requiere superar barreras
estructurales mediante políticas inclusivas, indicadores de evaluación más sensibles y la co-creación
de conocimiento entre agricultores, investigadores y tomadores de decisiones. La implementación
amplia y coherente de estas medidas contribuirá simultáneamente al cumplimiento de los ODS 2, 12 y
15, reforzando la seguridad alimentaria, la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y la conservación
de los ecosistemas terrestres.

pág. 3504
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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