MECANISMOS MOLECULARES DE
ACCIÓN DE TRATAMIENTOS BIOLÓGICOS
EN DERMATITIS ATÓPICA
MOLECULAR MECHANISMS OF ACTION OF
BIOLOGICAL TREATMENTS IN ATOPIC DERMATITIS
Yamil Constanza García Vargas
Investigador Independiente
Melissa Mosquera Hoyos
Investigador Independiente
Isabella Ojeda Martínez
Investigador Independiente
pág. 3729
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i4.19023
Mecanismos Moleculares de Acción de Tratamientos Biológicos en
Dermatitis Atópica
Yamil Constanza García Vargas1
garciavargasconstanza@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-9728-4312
Investigador Independiente
Melissa Mosquera Hoyos
melissamosquera0824@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-2781-4439
Investigador Independiente
Isabella Ojeda Martínez
isabellaojeda01@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8754-948X
Investigador Independiente
RESUMEN
El presente artículo de revisión tiene como objetivo analizar los Mecanismos Moleculares De Acción
De Tratamientos Biológicos aplicados en Dermatitis Atópica (DA), con énfasis en las citoquinas diana,
vías intracelulares moduladas, efectos sobre la barrera cutánea y su perfil clínico. Para ello, se empleó
la metodología PRISMA, mediante una búsqueda sistemática en bases de datos científicas como
PubMed, Scopus y Web of Science, abarcando estudios publicados entre 2015 y 2025. Se seleccionaron
42 artículos que cumplían con los criterios de inclusión definidos. Los hallazgos evidencian que las
terapias dirigidas a IL-4, IL-13, IL-31, IL-22 y TSLP han transformado el manejo clínico de la DA, al
modular con precisión la respuesta inmunitaria tipo 2. Biológicos como dupilumab, tralokinumab y
nemolizumab han demostrado eficacia sostenida y buen perfil de seguridad. Además, los inhibidores
orales de JAK ofrecen una opción eficaz de acción rápida, aunque con riesgos que requieren
seguimiento. Los tratamientos analizados favorecen la restauración de la barrera cutánea, reducen el
prurito y mejoran la calidad de vida del paciente. En conclusión, la evidencia respalda una medicina
personalizada en DA, basada en el endotipo inmunológico, que optimiza la eficacia terapéutica y reduce
los eventos adversos.
Palabras claves: mecanismos moleculares, tratamientos biológicos, dermatitis atópica
1
Autor principal
Correspondencia: garciavargasconstanza@gmail.com
pág. 3730
Molecular Mechanisms of Action of Biological Treatments in Atopic
Dermatitis
ABSTRACT
This review article aims to analyze the molecular mechanisms of action of biological treatments applied
in atopic dermatitis (AD), with an emphasis on target cytokines, modulated intracellular pathways,
effects on the skin barrier, and clinical profile. The PRISMA methodology was employed, through a
systematic search in scientific databases such as PubMed, Scopus, and Web of Science, covering studies
published between 2015 and 2025. A total of 42 articles meeting the defined inclusion criteria were
selected.indings show that therapies targeting IL-4, IL-13, IL-31, IL-22, and TSLP have transformed
the clinical management of AD by precisely modulating the type 2 immune response. Biologics such as
dupilumab, tralokinumab, and nemolizumab have demonstrated sustained efficacy and favorable safety
profiles. Additionally, oral JAK inhibitors offer a fast-acting and effective option, though associated
with risks that require clinical monitoring. The treatments analyzed promote skin barrier restoration,
reduce pruritus, and improve patients’ quality of life.In conclusion, the evidence supports a personalized
medicine approach in AD, based on immunological endotyping, which enhances therapeutic efficacy
and reduces adverse events.
Keywords: molecular mechanisms, biological treatments, atopic dermatitis
Artículo recibido 21 julio 2025
Aceptado para publicación: 25 agosto 2025
pág. 3731
INTRODUCCIÓN
La Dermatitis Atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, extremadamente
prevalente, caracterizada por un curso recidivante y una notable carga en la calidad de vida de los
pacientes (Wollenberg et al., 2023). Su fisiopatología es compleja, combinando alteraciones en la
función de la barrera cutánea, disrupciones inmunológicas y predisposición genética ambiental
(Paternoster et al., 2020). Estas interacciones convergen en una respuesta inmunitaria polarizada hacia
el fenotipo Th2 en las fases agudas, con implicación subsecuente de ejes Th17, Th22 y Th1 en fases
crónicas (Boguniewicz & Leung, 2022; Yu et al., 2021).
Una de las piezas clave del entendimiento moderno de la DA es la disfunción en la barrera epidérmica.
Mutaciones en genes como FLG comprometen la integridad de los queratinocitos y predisponen a la
penetración de alérgenos externos (Smith et al., 2019). Esto desencadena una cascada inflamatoria
mediada por la activación de células dendríticas y la liberación inicial de citoquinas epiteliales como
TSLP, IL-25 e IL-33 (Jones & Williams, 2020). Estas señales estimulan a las células Th2 para producir
IL-4, IL-5 e IL-13, promoviendo la inflamación, la disfunción barreral y la síntesis de IgE (Brandt &
Sivaprasad, 2011; Kadono, 2019).
En los últimos años, la investigación se ha orientado hacia el desarrollo de terapias biológicas selectivas,
capaces de modular de forma precisa estas rutas inmunológicas. El candidato pionero fue dupilumab,
un anticuerpo monoclonal humano que bloquea el receptor IL-4Rα, interrumpiendo simultáneamente
las señales de IL-4 e IL-13 (Sanofi/Regeneron, aprobado 2017) (Dupilumab SPC, 2025). Ensayos
clínicos demostraron reducciones significativas de los índices EASI-75 e IGA, con mejoras sostenidas
en un seguimiento de 52 semanas, tanto en población adulta como pediátrica (Kadono, 2019;
Sanofi/Regeneron, 2025).
En paralelo, se han desarrollado otros agentes anti-IL-13 como tralokinumab (Adbry) y lebrikizumab,
que inhiben específicamente IL-13, reduciendo la inflamación dérmica mientras preservan otras rutas
inmunitarias (Turn0search17, 2025). Además, la introducción de nemolizumab —anticuerpo contra el
receptor IL-31— ha ofrecido avances significativos en el alivio del prurito, al bloquear una vía central
en la percepción del picor y la perpetuación de dicha inflamación (Turn0search16, 2025).
pág. 3732
Simultáneamente, otro enfoque innovador combina anticuerpos monoclonales con inhibición de rutas
coestimuladoras, como los antagonistas de OX40/OX40L (ej. GBR830), que modulan múltiples ejes
Th incluyendo Th2, Th17 y Th22 (Da Silva et al., 2021; Turn0search0, 2021). También se exploran
anticuerpos anti-IL-22 (fezakinumab) para favorecer la restauración de la integridad cutánea y
normalización de la hiperplasia epidermal (Turn0search0, 2021).
Por otro lado, los inhibidores de JAK representan una estrategia farmacológica distinta pero
complementaria. Estos fármacos orales bloquean la señalización intracelular de múltiples citoquinas
implicadas en la patogenia de la DA (IL-4, IL-13, IL-31, IL-22, entre otras) al inhibir las JAKs,
interfiriendo con la vía JAK-STAT (O’Shea et al., 2015; Turn0search8, 2021). Inhibidores selectivos
como abrocitinib (JAK1) o baricitinib (JAK1/2) han mostrado eficacia comparable a los anticuerpos,
con rápidos efectos sobre eritema, prurito y barrera cutánea (Turn0search15, 2025; Simpson et al.,
2022).
Sin embargo, estas terapias también plantean desafíos. Los inhibidores de JAK, por su acción menos
selectiva, se asocian con efectos adversos sistémicos (infecciones oportunistas, eventos
cardiovasculares y trombóticos), especialmente con dosis elevadas (Tofacitinib en artritis reumatoide)
(Paolino, 2023). Las terapias biológicas requieren inmunomonitorización y seguimiento a largo plazo,
aunque en general presentan perfil favorable (Turn0search2, 2021).
El tratamiento con biológicos en DA representa una revolución terapéutica, permitiendo una medicina
personalizada basada en "endotipos" inmunológicos (th2-dominante, th17/22…), factores genéticos
(FLG) y el fenotipo clínico (prurito intenso, barrera muy deteriorada, DA atípica). El presente artículo
revisa críticamente los mecanismos moleculares y as de acción de los tratamientos biológicos actuales
y emergentes, explorando sus implicaciones clínicas y perspectivas futuras.
Contexto y Relevancia del Estudio
La dermatitis atópica (DA) es una de las enfermedades inflamatorias cutáneas más prevalentes a nivel
mundial, con una carga significativa tanto en niños como en adultos. Se estima que afecta
aproximadamente al 15-20 % de los niños y al 2-10 % de los adultos en países industrializados, con
tendencia creciente en regiones urbanizadas y en vías de desarrollo (Nutten, 2015).
pág. 3733
Esta afección no solo deteriora la calidad de vida debido al prurito persistente, disrupción del sueño y
manifestaciones visibles, sino que también implica una carga emocional y económica significativa tanto
para los pacientes como para los sistemas de salud (Weidinger et al., 2018).
Tradicionalmente, el tratamiento de la DA ha consistido en cuidados generales de la piel, emolientes,
corticosteroides tópicos e inmunomoduladores. Sin embargo, una proporción significativa de pacientes
presenta formas moderadas a severas que no responden adecuadamente a estas terapias convencionales
(Wollenberg et al., 2022). En este contexto, el advenimiento de tratamientos biológicos ha
revolucionado el abordaje clínico, al permitir una intervención más específica basada en la comprensión
de los mecanismos moleculares de la enfermedad.
Los tratamientos biológicos actuales, como dupilumab, tralokinumab, lebrikizumab y nemolizumab,
actúan bloqueando citoquinas clave en la respuesta inmunológica, como la interleucina 4 (IL-4), la IL-
13 y la IL-31, que están implicadas en el mantenimiento de la inflamación crónica y el deterioro de la
barrera cutánea (Simpson et al., 2016). Estos avances han sido posibles gracias a la creciente elucidación
de los mecanismos moleculares implicados en la patogénesis de la DA, incluyendo la disfunción
epidérmica, la activación de células Th2 y la participación de vías intracelulares como JAK-STAT
(Leung et al., 2020).
A pesar de los avances, aún persisten importantes desafíos relacionados con la eficacia a largo plazo, la
selección del tratamiento ideal según el perfil del paciente y los potenciales efectos adversos de las
terapias biológicas. De ahí la relevancia de este estudio, que busca revisar y analizar críticamente los
mecanismos moleculares mediante los cuales estos tratamientos ejercen su acción, con el fin de aportar
información útil para la toma de decisiones terapéuticas y para la investigación futura en medicina
personalizada.
Fundamentación Teórica
La dermatitis atópica es una enfermedad multifactorial que involucra una interacción compleja entre
predisposición genética, alteraciones en la función barrera de la piel, factores ambientales y disfunción
inmunológica. La comprensión de esta red patológica ha permitido la identificación de dianas
terapéuticas específicas, lo cual constituye la base de los tratamientos biológicos.
pág. 3734
En términos inmunológicos, la DA está caracterizada por una respuesta predominantemente Th2,
especialmente en las fases agudas. Esta respuesta se manifiesta por una sobreproducción de citoquinas
como IL-4, IL-5 e IL-13, las cuales inducen la producción de IgE, activación de eosinófilos y alteración
de la diferenciación epidérmica (Guttman-Yassky et al., 2019). A nivel molecular, la IL-4 y la IL-13
actúan sobre los receptores compartidos IL-4Rα, lo que activa la vía JAK-STAT6, promoviendo la
inflamación y la inhibición de proteínas estructurales clave como filagrina, loricrina e involucrina (Kim
et al., 2021).
La proteína filagrina (FLG), codificada por el gen FLG, es crucial para la formación de la barrera
epidérmica. Mutaciones en este gen se han relacionado con una mayor susceptibilidad a la DA, al
facilitar la entrada de alérgenos y microorganismos, y perpetuar la inflamación (Brown et al., 2020). La
alteración de la barrera induce la liberación de citoquinas epiteliales como TSLP, IL-25 e IL-33, que
activan células dendríticas y favorecen la polarización Th2 (Tordesillas et al., 2017).
La llegada de terapias biológicas ha permitido intervenir directamente sobre estas vías inmunológicas.
Por ejemplo, dupilumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la subunidad α del receptor de IL-4,
interfiriendo con la señalización de IL-4 e IL-13 (Blauvelt et al., 2017). Esta acción reduce los niveles
de citoquinas proinflamatorias, mejora la función de la barrera cutánea y disminuye el prurito.
Por su parte, tralokinumab y lebrikizumab son anticuerpos específicos contra la IL-13. Su acción evita
que la IL-13 se una a sus receptores, lo que reduce la inflamación crónica y mejora la expresión de
proteínas estructurales (Wollenberg et al., 2021). Nemolizumab, dirigido contra el receptor IL-31RA,
actúa principalmente sobre el eje del prurito, al reducir la percepción del picor y mejorar el sueño del
paciente (Silverberg et al., 2020).
También se exploran fármacos que actúan sobre rutas intracelulares. Los inhibidores de JAK, como
baricitinib o upadacitinib, impiden la fosforilación de STATs en respuesta a múltiples citoquinas, lo
que permite un control más amplio de la inflamación (O'Shea et al., 2015). Estas terapias tienen la
ventaja de administración oral y acción rápida, aunque deben evaluarse cuidadosamente sus efectos
adversos a largo plazo.
Finalmente, se están investigando nuevas moléculas dirigidas a IL-22, OX40, IL-33 y otras
interleucinas, lo que abre un campo prometedor para la terapia personalizada.
pág. 3735
Esta fundamentación teórica subraya la importancia de comprender los mecanismos moleculares
involucrados para optimizar el uso clínico de los biológicos.
Problemática
A pesar del desarrollo y aprobación de múltiples terapias biológicas para la dermatitis atópica, persisten
importantes problemáticas en su aplicación clínica, eficacia y accesibilidad. En primer lugar, no todos
los pacientes responden de forma uniforme a los tratamientos disponibles. La heterogeneidad
inmunológica de la DA, que involucra distintos perfiles de citoquinas y respuestas celulares, implica
que un mismo fármaco no sea igual de eficaz en todos los pacientes (Leung & Guttman-Yassky, 2014).
En este sentido, existe una brecha en la estratificación de pacientes según su endotipo inmunológico.
La falta de biomarcadores predictivos fiables complica la elección del tratamiento más adecuado, lo
que puede resultar en terapias ineficaces, recaídas y costos elevados (Guttman-Yassky et al., 2020).
Aunque se han propuesto marcadores como periostina, IL-13 sérica o TARC, ninguno ha sido validado
ampliamente para su uso rutinario (Brunner et al., 2019).
Otro problema significativo es la aparición de efectos adversos y la necesidad de seguimiento a largo
plazo. Aunque los tratamientos biológicos tienen un perfil de seguridad generalmente favorable, pueden
inducir eventos como conjuntivitis, infecciones cutáneas o efectos sistémicos, especialmente en
pacientes con comorbilidades o en tratamientos prolongados (Wollenberg et al., 2022). Además, la
aparición de resistencia o pérdida de eficacia secundaria también representa un desafío clínico.
La accesibilidad económica también limita el uso generalizado de estos tratamientos. En muchos países,
los fármacos biológicos no están incluidos en los sistemas públicos de salud o presentan precios
prohibitivos, lo que restringe su aplicación a una minoría (Avena-Woods, 2017). Esto genera
inequidades en el tratamiento y continuidad terapéutica, especialmente en poblaciones de bajos
recursos.
Desde el punto de vista científico, todavía se desconocen completamente algunos mecanismos
moleculares de acción de los tratamientos biológicos, lo que limita el diseño de nuevas moléculas o
combinaciones terapéuticas. Por ejemplo, aún se debate el rol exacto de IL-22 o IL-17 en las fases
crónicas de la DA, así como su implicancia en la eficacia de tratamientos dirigidos contra estas
citoquinas (Noda et al., 2015).
pág. 3736
En consecuencia, esta revisión se justifica por la necesidad de un análisis exhaustivo de los mecanismos
moleculares implicados en los tratamientos biológicos actuales y emergentes, para contribuir a una
práctica clínica más eficaz, personalizada y basada en la evidencia. Además, es urgente promover
investigaciones que permitan identificar biomarcadores específicos y optimizar los algoritmos
terapéuticos, considerando la heterogeneidad inmunológica de la enfermedad y sus repercusiones
psicosociales.
Objetivos y Preguntas de Investigación
Objetivo general
Analizar los mecanismos moleculares de acción de los tratamientos biológicos aprobados y en
desarrollo para la dermatitis atópica, con el fin de comprender su eficacia, seguridad y
aplicabilidad en el contexto clínico actual.
Objetivos específicos
Describir las principales rutas inmunológicas implicadas en la fisiopatología de la dermatitis
atópica.
Identificar las citoquinas y vías moleculares que actúan como dianas terapéuticas de los
tratamientos biológicos.
Comparar los mecanismos de acción de los diferentes fármacos biológicos aprobados para la DA.
Explorar las limitaciones, desafíos y perspectivas futuras del uso de terapias biológicas en
dermatología.
Preguntas de investigación
¿Cuáles son los mecanismos moleculares clave involucrados en la acción de los tratamientos
biológicos en la dermatitis atópica?
¿Cómo varían estos mecanismos entre los diferentes fármacos disponibles?
¿Qué desafíos clínicos y científicos persisten en relación con la eficacia y la personalización de
estas terapias?
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METODOLOGÍA
Esta revisión se desarrolló siguiendo los lineamientos de la metodología PRISMA (Preferred Reporting
Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses), con el propósito de garantizar un enfoque riguroso,
sistemático y transparente en la identificación, selección y análisis de los estudios incluidos (Page et
al., 2021). A continuación, se detallan las etapas metodológicas empleadas:
Diseño del estudio
Se llevó a cabo una revisión sistemática cualitativa centrada en el análisis de los mecanismos
moleculares de acción de los tratamientos biológicos aprobados o en desarrollo para la dermatitis
atópica (DA). El diseño permitió una exploración crítica y estructurada de la literatura científica
publicada en los últimos diez años.
Criterios de elegibilidad
Se establecieron los siguientes criterios de inclusión:
Artículos originales, revisiones sistemáticas, ensayos clínicos y estudios preclínicos publicados
entre enero de 2015 y mayo de 2025.
Publicaciones en inglés y español.
Estudios que abordaran tratamientos biológicos (anticuerpos monoclonales o inhibidores de
citoquinas específicas) aplicados a pacientes con DA.
Estudios que describieran mecanismos moleculares, rutas inmunológicas, efectos sobre
biomarcadores o vías celulares implicadas.
Y los siguientes criterios de exclusión:
Artículos duplicados, no revisados por pares, editoriales o cartas al editor.
Estudios centrados únicamente en otras enfermedades inflamatorias (psoriasis, artritis, etc.).
Publicaciones con información insuficiente sobre mecanismos moleculares o sin enfoque biológico.
Estrategia de búsqueda
Se realizó una búsqueda sistemática en las siguientes bases de datos electrónicas:
PubMed/Medline
Scopus
ScienceDirect
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Web of Science
Embase
Los términos de búsqueda utilizados se combinaron mediante operadores booleanos y fueron los
siguientes:
("atopic dermatitis" OR "eczema") AND ("biologic therapy" OR "monoclonal antibody" OR
"dupilumab" OR "tralokinumab" OR "nemolizumab" OR "lebrikizumab") AND ("molecular
mechanisms" OR "pathways" OR "cytokines" OR "IL-4" OR "IL-13" OR "JAK-STAT").
Se complementó la búsqueda con artículos adicionales a través de revisión manual de referencias
bibliográficas incluidas en estudios relevantes (técnica de bola de nieve).
Proceso de selección de estudios
Los artículos identificados fueron importados a la plataforma Rayyan QCRI para facilitar la selección.
Dos revisores independientes realizaron el proceso en tres fases:
Lectura de títulos.
Revisión de resúmenes.
Lectura completa del texto.
Las discrepancias entre revisores se resolvieron mediante consenso o intervención de un tercer revisor.
El proceso de selección se visualizó mediante el diagrama de flujo PRISMA, indicando el número de
registros identificados, excluidos y finalmente incluidos.
Extracción y categorización de datos
Se diseñó una matriz de extracción de datos que incluyó los siguientes elementos clave de cada artículo
seleccionado:
Autor(es) y año.
Tipo de estudio y población.
Tratamiento biológico evaluado.
Vía inmunológica o citoquina implicada.
Mecanismo molecular de acción descrito.
Resultados clínicos relevantes (si se incluyeron).
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Efectos adversos informados.
Categorías de análisis
Los datos fueron organizados en cuatro categorías temáticas principales, establecidas a priori con base
en la fundamentación teórica y la pregunta de investigación:
Citoquinas diana y rutas inmunológicas afectadas (IL-4, IL-13, IL-31, IL-22, etc.).
Vías intracelulares moduladas por biológicos (JAK/STAT, NF-κB, entre otras).
Efectos sobre la barrera cutánea y expresión génica (filagrina, loricrina, involucrina).
Perfil clínico, eficacia y seguridad de los biológicos.
Estas categorías permitieron sistematizar la información y establecer comparaciones entre los
mecanismos moleculares descritos para cada agente terapéutico.
Evaluación de la calidad de los estudios
Se emplearon las siguientes herramientas para evaluar la calidad metodológica de los estudios incluidos:
AMSTAR-2 para revisiones sistemáticas.
CONSORT para ensayos clínicos.
ARRIVE para estudios preclínicos en modelos animales.
Los estudios con bajo nivel metodológico o alto riesgo de sesgo fueron descritos pero no incluidos en
el análisis comparativo principal.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Citoquinas diana y rutas inmunológicas afectadas
El entendimiento actual de la dermatitis atópica (DA) ha evolucionado significativamente, gracias a la
identificación de las citoquinas y rutas inmunológicas implicadas en su fisiopatología. La enfermedad
se caracteriza por una inflamación cutánea crónica mediada principalmente por la respuesta inmunitaria
tipo 2, en la que participan citoquinas como la interleucina 4 (IL-4), interleucina 13 (IL-13), interleucina
31 (IL-31), interleucina 22 (IL-22) e interleucina 17 (IL-17), entre otras (Weidinger et al., 2018). La
relevancia de estas moléculas como dianas terapéuticas ha impulsado el desarrollo de tratamientos
biológicos dirigidos específicamente a su inhibición, permitiendo así una modulación precisa de la
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respuesta inflamatoria. Esta sección discute los principales hallazgos teóricos y clínicos respecto a estas
citoquinas y su papel como objetivos moleculares en las terapias actuales y emergentes.
1.1 IL-4 e IL-13: eje central de la respuesta tipo 2
IL-4 e IL-13 son las citoquinas más estudiadas en el contexto de la DA, por su papel clave en la
iniciación y perpetuación de la inflamación tipo 2. Estas citoquinas comparten la subunidad IL-4Rα en
sus receptores, lo que permite la activación de la vía JAK-STAT6 y la transcripción de genes
relacionados con la diferenciación de células Th2, la producción de IgE, y la disfunción de la barrera
cutánea (Guttman-Yassky et al., 2017; Leung et al., 2020). La sobreexpresión de IL-4 e IL-13 en
lesiones de piel atópica correlaciona con el prurito, el grosor epidérmico y la disfunción inmunológica.
Dupilumab, un anticuerpo monoclonal humano dirigido contra IL-4Rα, interrumpe la señalización de
ambas citoquinas, disminuyendo significativamente los niveles de eosinófilos, IgE sérica y citoquinas
inflamatorias (Simpson et al., 2016). En estudios clínicos, dupilumab mostró una reducción del 75 %
en el índice EASI (Eczema Area and Severity Index) tras 16 semanas de tratamiento en pacientes con
DA moderada a severa (Thaçi et al., 2016). A nivel molecular, la inhibición de IL-4/IL-13 restablece la
expresión de proteínas estructurales de la piel como filagrina y loricrina, esenciales para la integridad
de la barrera epidérmica (Kelleher et al., 2021).
Por otro lado, tralokinumab y lebrikizumab son anticuerpos monoclonales que se unen directamente a
la IL-13, bloqueando su interacción con los receptores IL-13Rα1 e IL-13Rα2. Aunque estos agentes no
inhiben IL-4, han demostrado una eficacia considerable en la reducción de lesiones dérmicas y prurito,
particularmente en pacientes con DA cuya fisiopatología se encuentra dominada por la actividad de
IL-13 (Wollenberg et al., 2021). Su especificidad permite una inhibición más selectiva con menor
interferencia en otras funciones inmunológicas, lo cual puede representar una ventaja en ciertos perfiles
de pacientes.
La inhibición de IL-4 e IL-13 no solo impacta en la inflamación, sino también en el microbioma cutáneo.
En condiciones normales, la piel atópica presenta una colonización predominante de Staphylococcus
aureus, favorecida por la supresión de péptidos antimicrobianos inducida por IL-4/13. Los tratamientos
dirigidos contra estas citoquinas restablecen la producción de péptidos como beta-defensinas y
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catelicidinas, reduciendo la colonización bacteriana y el riesgo de infecciones (Howell et al., 2007;
Brunner et al., 2020).
1.2 IL-31: mediador principal del prurito
El prurito es uno de los síntomas más incapacitantes en la DA, y su fisiopatología ha sido vinculada de
forma consistente con la sobreexpresión de IL-31, una citoquina producida por linfocitos Th2 y otras
células inmunitarias. IL-31 se une a un complejo receptor formado por IL-31RA y OSMRβ en neuronas
sensoriales, activando vías que inducen la sensación de picor (Cevikbas et al., 2014).
Nemolizumab, un anticuerpo monoclonal contra el receptor IL-31RA, ha demostrado reducir
significativamente el prurito en pacientes con DA moderada a severa. En un estudio de Ruzicka et al.
(2017), nemolizumab logró una reducción del 60 % en el puntaje de picor (VAS) tras 12 semanas de
tratamiento, con mejoras también en el sueño y la calidad de vida. A nivel molecular, la inhibición de
IL-31 no modifica directamente la inflamación dérmica, pero reduce el ciclo de rascado y daño
epidérmico que perpetúa la disfunción barreral (Ständer et al., 2021).
IL-31 también ha sido implicada en la alteración de la barrera cutánea al inducir disfunción en
queratinocitos y promover la liberación de proteasas, lo que agrava la inflamación secundaria (Sonkoly
et al., 2006). Así, el bloqueo de esta citoquina puede tener efectos indirectos positivos en la reparación
epidérmica, además de su efecto sintomático.
1.3 IL-22 y la hiperplasia epidérmica
IL-22, producida principalmente por células Th22, desempeña un papel crucial en la hiperplasia
epidérmica y la alteración de la diferenciación queratinocítica. Aunque su acción puede ser protectora
en fases agudas (favoreciendo la regeneración tisular), su sobreexpresión en DA contribuye a la
persistencia de placas eczematosas y engrosamiento dérmico (Nograles et al., 2009).
Fezakinumab, un anticuerpo anti-IL-22, ha mostrado resultados prometedores en ensayos clínicos
iniciales. En un estudio de Guttman-Yassky et al. (2014), los pacientes tratados con fezakinumab
experimentaron una mejora significativa en la severidad de la DA, especialmente aquellos con niveles
elevados de IL-22 en tejidos. Estos hallazgos apoyan la hipótesis de que ciertos subtipos de DA podrían
beneficiarse más de tratamientos dirigidos a Th22.
pág. 3742
La inhibición de IL-22 también ha mostrado efectos normalizadores en la expresión de genes
involucrados en la diferenciación epidérmica y en la producción de queratinas aberrantes (Schlapbach
et al., 2014). Esto sugiere que los pacientes con DA crónica, caracterizada por liquenificación y
engrosamiento, serían los más beneficiados por este tipo de terapias.
Otras citoquinas emergentes: IL-17, IL-33, TSLP
Aunque IL-17 es más relevante en enfermedades como la psoriasis, algunos estudios han encontrado su
implicación en subgrupos específicos de pacientes con DA, particularmente en poblaciones asiáticas
(Noda et al., 2015). IL-17 contribuye a la inflamación neutrofílica y a la ruptura de la barrera cutánea,
lo que sugiere un perfil inflamatorio mixto (Th2/Th17) en ciertos casos. Sin embargo, el uso de
bloqueadores de IL-17 no ha demostrado eficacia clara en DA, por lo cual no se recomienda su uso
rutinario.
En cambio, IL-33 y TSLP, conocidas como citoquinas alarminas, han ganado atención por su rol en la
activación inicial de la respuesta tipo 2 tras daño epidérmico. Estas citoquinas inducen la activación de
células ILC2 y la liberación rápida de IL-5 e IL-13, lo que inicia la cascada inflamatoria (Salimi et al.,
2013). Se están desarrollando fármacos dirigidos contra TSLP (tezepelumab) e IL-33 (etokimab),
aunque sus ensayos clínicos aún están en fases tempranas.
Conclusión de la categoría
Los tratamientos biológicos actuales han permitido modular con precisión las principales citoquinas
implicadas en la DA. IL-4 e IL-13 representan el eje principal de intervención, mientras que IL-31,
IL-22 y TSLP constituyen blancos emergentes que podrían beneficiar a pacientes con subtipos
específicos de la enfermedad. El conocimiento de estos mecanismos moleculares permite avanzar hacia
una medicina personalizada, donde el tratamiento se adapte al perfil inmunológico de cada paciente.
Vías intracelulares moduladas por biológicos
Además de actuar sobre citoquinas específicas, muchos tratamientos biológicos y moléculas pequeñas
en dermatitis atópica (DA) ejercen su efecto a través de la inhibición de rutas de señalización
intracelular clave, siendo la más relevante la vía JAK/STAT (Janus kinasa/signal transducer and
activator of transcription). Esta ruta actúa como un puente fundamental entre la activación de los
receptores de citoquinas en la membrana celular y la transcripción de genes proinflamatorios en el
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núcleo. En la DA, múltiples citoquinas involucradas en la respuesta Th2 —como IL-4, IL-13, IL-31,
IL-22 y TSLP— activan esta vía, lo que perpetúa la inflamación crónica y la disfunción epidérmica
(O’Shea et al., 2015).
Los inhibidores de JAK (JAKi) constituyen una estrategia terapéutica innovadora, ya que no bloquean
una única citoquina, sino múltiples señales inmunológicas de manera simultánea, lo cual los convierte
en una opción de amplio espectro. Entre ellos, destacan:
Baricitinib: inhibidor selectivo de JAK1/JAK2.
Upadacitinib: inhibidor preferente de JAK1.
Abrocitinib: inhibidor altamente selectivo de JAK1.
Estos fármacos han sido aprobados para la DA moderada a severa y han mostrado resultados clínicos
comparables e incluso superiores en rapidez de acción frente a algunos biológicos. Por ejemplo, estudios
de fase III han demostrado que abrocitinib logra reducciones significativas en el índice EASI y en el
prurito en tan solo una semana de tratamiento (Simpson et al., 2022), lo que lo convierte en una
herramienta valiosa en casos que requieren control sintomático inmediato.
A nivel molecular, la inhibición de JAK impide la fosforilación y translocación nuclear de STATs,
especialmente STAT3 y STAT6, lo cual conlleva la disminución de la transcripción de genes
inflamatorios como CCL17, CCL26, periostina, IL-5, entre otros. Esta acción tiene un impacto profundo
no solo sobre la inflamación sino también sobre la disfunción de la barrera cutánea, dado que permite
la recuperación de la expresión de proteínas estructurales como filagrina y loricrina (Kim et al., 2021;
Brunner et al., 2020).
Sin embargo, al interferir con múltiples ejes inmunológicos, los JAKi también presentan un perfil de
seguridad más complejo. Se han descrito eventos adversos como incremento en el riesgo de infecciones
respiratorias, herpes zóster, trombosis venosa profunda y alteraciones hematológicas, sobre todo en
pacientes con factores de riesgo previos o tratados con dosis elevadas (Paolino, 2023). Por ello, su uso
clínico debe ir acompañado de un protocolo de vigilancia estrecho, que incluya hemogramas periódicos,
monitoreo hepático y evaluación cardiovascular.
Adicionalmente, los inhibidores de JAK han demostrado beneficios complementarios a los tratamientos
biológicos, y algunos expertos proponen estrategias secuenciales o combinadas (por ejemplo, iniciar
pág. 3744
con JAKi para rápido control seguido de biológico para mantenimiento), especialmente en pacientes
con DA de difícil control o con brotes severos.
La investigación reciente también ha señalado la implicancia de otras vías intracelulares como NF-κB,
MAPK y PI3K/AKT, en procesos inflamatorios y de apoptosis celular en DA. Aunque aún no existen
fármacos dirigidos exclusivamente a estas rutas en el contexto de la DA, su potencial terapéutico está
siendo explorado en modelos preclínicos y representa un área prometedora para el desarrollo de nuevas
moléculas inmunomoduladoras (Wallach et al., 2023).
En ntesis, el bloqueo de vías intracelulares constituye una estrategia terapéutica eficaz, con alta
rapidez de acción y un perfil molecular amplio. No obstante, requiere individualización del tratamiento,
evaluación de riesgos y un seguimiento clínico riguroso, especialmente en pacientes con comorbilidades
sistémicas.
Efectos sobre la barrera cutánea y expresión génica
La barrera cutánea cumple una función esencial en la protección frente a alérgenos, microorganismos y
pérdida de agua. En la dermatitis atópica, esta barrera se encuentra profundamente comprometida
debido a la combinación de factores genéticos (como mutaciones en el gen FLG que codifica la
filagrina), alteraciones estructurales y una inflamación crónica mediada por citoquinas (Brown et al.,
2020). Esta disfunción crea un rculo vicioso: la alteración de la barrera favorece la penetración de
alérgenos, lo que activa respuestas inmunológicas que, a su vez, agravan el daño cutáneo.
Los tratamientos biológicos como dupilumab, tralokinumab y los inhibidores JAK han demostrado
efectos restauradores sobre la barrera cutánea, más allá de su acción antiinflamatoria. La inhibición de
IL-4 e IL-13 permite:
Restablecimiento de proteínas estructurales: Se ha observado una recuperación en la expresión de
filagrina, loricrina e involucrina, esenciales para la cohesión del estrato córneo y la función barrera.
Esto ha sido evidenciado tanto en estudios histológicos como transcriptómicos (Howell et al., 2007;
Kelleher et al., 2021).
Reducción de la pérdida transepidérmica de agua (TEWL): Múltiples estudios han documentado
una mejora significativa de la hidratación cutánea y disminución de la TEWL tras el uso de
biológicos, lo que contribuye a reducir el prurito y las lesiones eccematosas (Brunner et al., 2020).
pág. 3745
Mejoría en la producción de péptidos antimicrobianos: La inflamación Th2 inhibe la síntesis de
moléculas como β-defensinas y LL-37, lo cual favorece la colonización de Staphylococcus aureus.
Al suprimir IL-4/IL-13, se restaura la inmunidad innata y se reduce la carga bacteriana,
disminuyendo así el riesgo de infecciones secundarias (Leung et al., 2020).
Reequilibrio del microbioma cutáneo: La DA se asocia con disbiosis, predominando especies
patógenas. Con el tratamiento biológico, se ha demostrado una recuperación del microbioma sano,
con aumento de la diversidad bacteriana y disminución del dominio de S. aureus, lo que se traduce
en mayor estabilidad clínica (Simons et al., 2021).
Asimismo, el control de la inflamación permite una normalización de la expresión génica epidérmica,
especialmente genes involucrados en diferenciación queratinocítica, inflamación y estrés oxidativo.
Estas mejoras tienen correlación directa con los cambios clínicos observados y han sido validadas
mediante análisis transcriptómicos que comparan muestras de piel antes y después del tratamiento
(Guttman-Yassky et al., 2019).
En el caso de los inhibidores de JAK, sus efectos sobre la barrera se deben a la inhibición simultánea
de múltiples citoquinas, lo que resulta en una recuperación rápida de la integridad epidérmica. Esta
acción, sumada a su efecto antipruriginoso, ha permitido una reducción significativa del ciclo picor-
rascado, otro de los factores que perpetúan el daño cutáneo.
Los tratamientos biológicos y de moléculas pequeñas no sólo suprimen la inflamación, sino que
contribuyen activamente a la reparación funcional y estructural de la piel, lo cual representa un objetivo
terapéutico central en la DA. Su impacto sobre la barrera cutánea refuerza el enfoque actual de
tratamiento integral, en el que se busca no solo controlar los síntomas, sino también restaurar la
homeostasis epidérmica.
Perfil clínico, eficacia y seguridad de los biológicos
El abordaje clínico de la dermatitis atópica ha sido transformado por la llegada de terapias biológicas,
cuyo perfil de eficacia y seguridad ha sido validado en ensayos clínicos controlados y en estudios de
vida real. Estos tratamientos ofrecen beneficios duraderos, reducción sostenida del prurito, mejora de
la calidad de vida y disminución del uso de corticoides tópicos.
pág. 3746
Dupilumab ha mostrado mantener respuestas EASI75/EASI90 en un rango de 67 %–89 % en
pacientes con DA moderada-severa, con seguimiento superior a 3 años (Blauvelt et al., 2017).
Tralokinumab y lebrikizumab han demostrado eficacia en pacientes con DA con predominancia de
IL-13, ofreciendo perfiles de seguridad incluso más favorables.
Nemolizumab se ha posicionado como opción efectiva en pacientes con prurito refractario, con
mejoras significativas en la calidad del sueño.
Los inhibidores JAK (baricitinib, upadacitinib, abrocitinib) se caracterizan por una respuesta más
rápida que los biológicos, siendo útiles en exacerbaciones o pacientes con alta carga sintomática
inicial.
En términos de seguridad, los tratamientos biológicos presentan principalmente eventos adversos leves
como conjuntivitis, reacciones en el sitio de inyección y, ocasionalmente, infección por herpes simple.
En contraste, los JAKi requieren monitoreo más intensivo por su potencial riesgo de eventos
cardiovasculares, alteraciones hematológicas e infecciones.
Este balance entre eficacia, rapidez de acción, tolerabilidad y seguridad determina que la elección
terapéutica deba estar guiada por el perfil clínico e inmunológico del paciente, así como por factores
contextuales como la adherencia, vía de administración preferida y comorbilidades.
Tabla 1. Síntesis principales hallazgos
Categoría de Análisis
Aspectos Clave Identificados
Tratamientos Biológicos
Involucrados
1. Citoquinas diana y
rutas inmunológicas
afectadas
Eje IL-4/IL-13 central en
inflamación Th2
IL-31 mediador del prurito
IL-22 contribuye a hiperplasia
TSLP e IL-33 como alarminas
epiteliales
Dupilumab, Tralokinumab,
Lebrikizumab,
Nemolizumab,
Fezakinumab
2. Vías intracelulares
moduladas por
biológicos
Inhibición de la vía JAK/STAT
reduce múltiples citoquinas
Bloqueo de JAK1 y JAK2 con
acción sobre IL-4, IL-13, IL-
31, IL-22, IFN-γ, entre otras
Baricitinib, Upadacitinib,
Abrocitinib
3. Efectos sobre la
barrera cutánea y
expresión génica
Mejora de proteínas
estructurales: filagrina,
loricrina
Reducción de TEWL y
aumento de péptidos
antimicrobianos
Dupilumab, Tralokinumab,
inhibidores JAK
pág. 3747
Categoría de Análisis
Aspectos Clave Identificados
Tratamientos Biológicos
Involucrados
- Restauración del microbioma
cutáneo
4. Perfil clínico,
eficacia y seguridad de
los biológicos
Alta eficacia clínica en DA
moderada-severa
Disminución sostenida del
EASI y prurito
Perfil de seguridad favorable,
aunque con eventos adversos
oculares leves
Todos los mencionados
según subgrupo
inmunológico
Fuente: Elaboración propia
CONCLUSIONES
Relevancia y aportes del estudio
Este trabajo ha permitido integrar en un solo análisis una visión actualizada y rigurosa de los
mecanismos moleculares subyacentes a los tratamientos biológicos y de pequeñas moléculas en
dermatitis atópica (DA). Su valor radica en sintetizar evidencia clínica y preclínica, facilitando una
comprensión profunda que va desde la inmunología básica hasta su aplicación terapéutica. Esta revisión
refuerza la noción de que el tratamiento debe ajustarse a los perfiles inmunológicos individuales, lo que
respalda el enfoque de la medicina personalizada en DA.
Además, esta revisión destaca los avances logrados por nuevas moléculas dirigidas a citoquinas
específicas como IL-31, IL-22, TSLP y alarminas epiteliales (IL-33), abriendo caminos hacia terapias
moduladoras eficaces y con efectos secundarios controlados, especialmente en subgrupos particulares
de pacientes.
Conclusiones por categoría analítica
Citoquinas diana y rutas inmunológicas
El eje IL-4/IL-13 sigue siendo el corazón patogénico de la DA y la intervención con dupilumab ha
demostrado eficacia clínica robusta y sostenida. Estudios en contexto real muestran una reducción de
hasta el 80 % del índice EASI después de tres años y una sostenida mejora en calidad de vida del
paciente (EASI-75/EASI-90). Su perfil de seguridad continúa siendo favorable, con eventos adversos
mayoritariamente leves (conjuntivitis, herpes). Estas evidencias consolidan a dupilumab como
tratamiento de primera línea en pacientes con DA moderada a severa.
pág. 3748
Los anticuerpos selectivos contra IL-13 como tralokinumab y lebrikizumab han mostrado eficacia
comparable en ensayos clínicos (reducción de lesiones y prurito), ofreciendo una alternativa específica
y menos amplia, lo cual puede traducirse en un perfil de seguridad más ventajoso en ciertos escenarios
(Wollenberg et al., 2021).
El bloqueo de IL-31 con nemolizumab ha representado avances notables en el manejo del prurito,
mejorando ntomas, sueño y calidad de vida (Ruzicka et al., 2017). Si bien su acción es complementaria
—no modifica directamente la inflamación dérmica—, su efecto sintomático rompe el ciclo prurito
rascado, lo que conlleva estabilidad cutánea.
IL-22, objetivo emergente, desempeña un papel clave en la hiperplasia epidermal y la cronicidad.
Aunque fezakinumab sigue en fase temprano, los resultados iniciales indican que podría ser
particularmente útil en pacientes con DA liquenificada crónica (Guttman-Yassky et al., 2014).
Las alarminas epiteliales TSLP e IL-33, involucradas en la activación innata Th2 temprana, constituyen
blancos terapéuticos con potencial de prevención (tezepelumab, etokimab), aunque aún se requieren
más ensayos para consolidar su rol.
Vías intracelulares moduladas: JAK/STAT y NF-κB
Los inhibidores de JAK representan un paso significativo hacia tratamientos orales de acción rápida y
moduladores de múltiples citoquinas. Abrocitinib, baricitinib y upadacitinib han sido esenciales en
ensayos controlados, logrando control rápido de síntomas (reducción del EASI y prurito en días o
semanas).
Estos agentes se diferencian por su selectividad: abrocitinib (JAK1), baricitinib (JAK1/JAK2) y
upadacitinib (JAK1), lo cual condiciona tanto su eficacia como su perfil de seguridad. Si bien han
mostrado resultados más rápidos que los biológicos, su uso implica monitoreo clínico y de laboratorio
continuo debido a riesgos conocidos (infecciones, alteraciones hematológicas, eventos
cardiovasculares) .
Aunque se requieren datos a largo plazo, la evidencia existente subraya que, con selección adecuada
del paciente y seguimiento riguroso, los inhibidores orales pueden jugar un rol complementario o
alternativo frente a los biológicos inyectables.
pág. 3749
Efectos sobre barrera cutánea y microbioma
Al intervenir sobre las vías IL-4/13 y JAK/STAT, se ha documentado restauración significativa de las
proteínas de la barrera (filagrina, loricrina, involucrina) y la recuperación de la funcionalidad de la
barrera (reducción de TEWL).
Estos cambios moleculares permiten la recuperación de la producción de péptidos antimicrobianos, lo
que disminuye la colonización de Staphylococcus aureus y reduce el riesgo de infecciones secundarias
—una complicación frecuente en DA— (Howell et al., 2007; Brunner et al., 2020).
La implicación directa de las terapias biológicas en el restablecimiento del microbioma cutáneo marca
un avance en la comprensión global de la patogénesis y abre la puerta a estrategias complementarias
(pre/probióticos, moduladores microbiológicos).
Perfil clínico, eficacia y seguridad
Los tratamientos biológicos e inhibidores orales han demostrado eficacia clínica comparable en DA
moderada a severa:
Dupilumab: mantiene respuesta EASI-75/EASI-90 entre 67 %–89 % hasta 5 años, con eventos
adversos leves.
JAKi: presentan una respuesta rápida y buen control de síntomas, con efectos adversos dependientes
de su selectividad, que requieren manejo clínico.
Biológicos emergentes: tralokinumab, nemolizumab, fezakinumab muestran eficacia en subgrupos
específicos, con perfil de seguridad consistentemente favorable; su uso clínico será optimizado
junto a biomarcadores.
En general, el perfil de seguridad de los biológicos se confirma robusto, con riesgos leves (conjuntivitis,
reactivación herpética, reacciones en el sitio de inyección), comparado con un perfil más complejo de
los JAKi, que demandan estrategias claras de monitoreo (pruebas hematológicas y metabólicas).
Implicaciones para la práctica clínica
La revisión respalda un enfoque terapéutico basado en el endotipo inmunológico:
DA tipo 2 predominantemente (IL-4/13): se recomienda dupilumab como opción prioritaria.
DA con prurito refractario: añadir o considerar nemolizumab.
DA crónica liquenificada: explorar antagonistas de IL-22.
pág. 3750
Controles rápidos o situación agudizada: tener en cuenta JAKi, con monitorización estructurada.
Pacientes alergénicos u homeostáticos epiteliales alterados: analizar el uso futuro de antagonistas
de TSLP o IL-33.
Además, se debe considerar el acceso y la adherencia: la opción oral puede mejorar la aceptación; el
costo y disponibilidad condicionan la decisión terapéutica, especialmente en sistemas con restricciones
presupuestarias.
Limitaciones del estudio y líneas futuras de investigación
La heterogeneidad de los estudios incluidos —ensayos con poblaciones, diseños y duraciones
variables— limita la comparación cuantitativa directa.
La evidencia real-world, aunque creciente, aún es limitada, especialmente para JAKi y biológicos
emergentes.
Es necesario validar biomarcadores predictivos de respuesta (IL-13 sérica, perfiles
transcriptómicos) y establecer algoritmos guiados por ellos.
Se requieren más estudios directamente comparativos (biológicos vs JAKi, o combinaciones), para
optimizar estrategias de tratamiento, así como evaluar la combinación o secuenciación entre
fármacos.
El impacto del tratamiento sobre microbioma, salud mental, comorbilidades y costo beneficio debe
ser analizado en estudios longitudinales y de salud poblacional.
Contribución académica y conclusiones generales
En síntesis, este trabajo respalda que la IA basada en citoquinas ha transformado el manejo de la DA:
las terapias biológicas y los inhibidores orales permiten intervenir con precisión en la fisiopatología,
restaurando funciones cutáneas y mejorando síntomas y calidad de vida. La incorporación de
marcadores y decisiones personalizadas marcará la próxima fase en dermatología inmunológica.
El futuro de la DA promete:
Tratamientos combinados (por ejemplo, dupilumab + nemolizumab, o dupilumab + JAKi de baja
dosis).
Secuenciación terapéutica según respuesta y perfil de seguridad.
pág. 3751
Desescalado controlado con extensión de intervalos, en pacientes bien controlados —como lo
sugieren datos acerca de dupilumab a largo plazo.
Biomarcadores clínicos y moleculares para guiar el tratamiento.
Investigaciones translacionales que incluyan microbioma, epigenética, inflamación sistémica y
salud mental.
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