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para siempre. Además, empresas pioneras como IBM y Microsoft exploraron esta modalidad, que pasó
de ser una rareza en los ochenta a un fenómeno global que hoy genera tanto entusiasmo como nuevos
desafíos.
Posteriormente, Europa también adoptó esta modalidad, especialmente en países como el Reino Unido,
Suecia y Alemania, impulsados tanto por la modernización tecnológica como por políticas laborales más
flexibles (Erismann, 2025). En América Latina, el teletrabajo comenzó a expandirse en la década de
2000, fue impulsado por el creciente acceso al desarrollo de las tecnologías de la información. Países
como Argentina, Brasil, Chile y Colombia se posicionaron como pioneros en la formalización y
regulación de esta modalidad laboral. Para 2019, alrededor del 66,7 % de la población en la región ya
utilizaba Internet, lo que facilitó aún más la adopción del teletrabajo (CEPAL, 2020, p.157).
Aunque la digitalización en América Latina ha avanzado significativamente con un 66 % de la población
conectada a Internet en 2019, persisten barreras estructurales que afectan el acceso equitativo al
teletrabajo. La brecha digital es especialmente marcada entre los hogares de mayores y menores
ingresos. Mientras el 81 % de los hogares acomodados tenía conexión en 2018, solo el 38 % de los más
pobres accedía a Internet, y en países como Bolivia o Perú, esta cifra descendía a menos del 5 %.
Además, el gasto en conectividad supera el 10 % del ingreso familiar en sectores vulnerables, muy por
encima del 2 % recomendado internacionalmente. Las zonas rurales, los adultos mayores y los menores
de 12 años presentan los niveles más bajos de acceso, y en algunos países más del 90 % de los hogares
rurales sigue desconectado. A esto se suma que, hasta mediados de 2020, el 44 % de los países de la
región ofrecía velocidades inferiores a 25 Mbps, lo que limita gravemente el desempeño de tareas como
el trabajo remoto. Estas condiciones explican por qué, incluso con el impulso del teletrabajo, su adopción
en la región, incluyendo Panamá, sigue siendo desigual y dependiente del nivel socioeconómico y
territorial (NU. CEPAL, 2020, pp. 157-158).
Según estimaciones de la CEPAL (2020), en Europa y Estados Unidos, alrededor del 40 % de los
trabajadores estaban en condiciones de teletrabajar desde sus hogares. En contraste, en América Latina,
este porcentaje se reducía a 21,3 %, mientras que en África era aún menor, con menos del 15 %.
En Panamá, el teletrabajo tuvo una adopción limitada en sus inicios, concentrándose principalmente en
sectores como la tecnología y los servicios. En 2020, la pandemia obligó a formalizar el teletrabajo en