ESTILOS DE VIDA EN PERSONAS ADULTAS
MAYORES DE UNA COMUNIDAD RURAL
MICHOACANA

LIFESTYLES OF OLDER ADULTS IN A RURAL

COMMUNITY OF MICHOACÁN

Ximena Alejandra Rosales Cabezas

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Enfermería

María Magdalena Lozano Zúñiga

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Enfermería

Ma. de Jesús Ruiz Recéndiz

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Enfermería

Julio César Leyva Ruiz

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Enfermería
pág. 8921
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i4.19461
Estilos de vida en personas adultas mayores de una comunidad rural
michoacana

Ximena Alejandra Rosales Cabezas
1
1628979f@umich.mx

https://orcid.org/0009-0002-5121-7456

Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Facultad de Enfermería

México

María Magdalena Lozano Zúñiga

m
aria.lozano@umich.mx
https://orcid.org/0000-0001-7750-0036

Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Facultad de Enfermería

México

Ma. de Jesús Ruiz Recéndiz

madejesus.ruiz@umich.mx

https://orcid.org/0000-0002-7979-4215

Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Facultad de Enfermería

México

Julio César Leyva Ruiz

julio.leyva@umich.mx

https://orcid.org/0009-0001-8836-115
5
Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Facultad de Enfermería

México

RESUMEN

Introducción.
El estilo de vida en la vejez es un determinante fundamental de la salud y la funcionalidad,
especialmente en contextos rurales donde influyen factores sociales, culturales y económicos
particulares. Objetivo. A
nalizar el estilo de vida de personas adultas mayores en una comunidad rural
del municipio de Pátzcuaro, Michoacán, a partir de sus dimensiones físicas, sociales y conductuales.

Metodología. Estudio cuantitativo, no experimental, observacional, descriptivo y transversal. Se aplicó
un muestreo no probabilístico por conveniencia a una muestra de personas adultas mayores (n=200). Se
utilizó la escala FANTÁSTICO (26 ítems, escala tipo Likert de tres a cinco puntos), que mide nueve
dimensiones del estilo de vida. El análisis estadístico fue exclusivamente descriptivo, procesado en
SPSS.. Resultados.
La mayoría de los participantes fueron mujeres (60.5%), de entre 60 y 79 años
(76.5%), sin jubilación (77%) y con ocupación agrícola o doméstica (52%). El 75% presentó un estilo
de vida general clasificado como bueno. Las dimensiones con mejores puntajes fueron Familia y amigos
(83% nivel excelente) y Actividad física (46% excelente). Las dimensiones con mayor riesgo fueron
Medicamentos y drogas (84.5% entre bajo y regular) y Conducta preventiva y otros (46.5% entre bajo
y regular). Conclusiones. El estilo de vida en personas mayores rurales presenta fortalezas en lo social
y lo físico, pero requiere intervenciones específicas de enfermería en el manejo de medicamentos y la
vigilancia preventiva. La enfermería comunitaria juega un papel estratégico en la promoción de hábitos
saludables y el envejecimiento activo en este grupo poblacional..

Palabras clave: estilo de vida; adulto mayor; zona rural; enfermería comunitaria (DeCS)

1
Autor principal.
Correspondencia:
1628979f@umich.mx
pág. 8922
Lifestyles of Older Adults in a Rural Community of Michoacá
n
ABSTRACT

Introduction.
Lifestyle in old age is a key determinant of health and functional capacity, especially in
rural settings where social, cultural, and economic factors exert a particular influence.
Objective. To
analyze the lifestyle of older adults in a rural community of the municipality of Pátzcuaro, Michoacán,

based on physical, social, and behavioral dimensions.
Methodology. Quantitative, non-experimental,
observational, descriptive, and cross
-sectional study. A non-probabilistic convenience sampling was
applied to a s
ample of older adults (n=200). The FANTASTIC scale (26 items, Likert-type scale from
three to five points) was used to measure nine lifestyle dimensions. Descriptive statistical analysis was

performed using SPSS.
Results. Most participants were women (60.5%), aged 60 to 79 years (76.5%),
without retirement benefits (77%), and engaged in agricultural or domestic occupations (52%). Seventy
-
five percent presented a general lifestyle classified as good. The highest
-scoring dimensions were
Family and Friends (83
% excellent) and Physical Activity (46% excellent). The most vulnerable
dimensions were Medications and Drugs (84.5% between low and fair) and Preventive Conduct and

Others (46.5% between low and fair).
Conclusions. The lifestyle of older adults in rural areas shows
strengths in the social and physical spheres but requires targeted nursing interventions in medication

management and preventive health monitoring. Community nursing plays a strategic role in promoting

h
ealthy habits and active aging in this population group.
Keywords
: Life Style; Aged; Rural Population; Community Health Nursing (MeSH).
Artículo recibido 10 julio 2025

Aceptado para publicación: 16 agosto 2025
pág. 8923
INTRODUCCIÓN

El envejecimiento poblacional es uno de los fenómenos demográficos más significativos del siglo XXI.
En las últimas décadas, el número de personas adultas mayores ha crecido de manera sostenida,
impulsado por el aumento de la esperanza de vida y la reducción de la fecundidad. A nivel mundial, se
estima que en 2024 hay más de 1,000 millones de personas de 60 años o más, y se proyecta que para
2050 esta cifra superará los 2,100 millones (OMS, 2023). Este crecimiento plantea desafíos profundos
para los sistemas de salud, protección social y cuidado comunitario, especialmente en los países de
ingresos medios y bajos, donde vive cerca del 80 % de las personas mayores. En este escenario, la
promoción de un estilo de vida saludable cobra especial relevancia como estrategia central para lograr
un envejecimiento activo, funcional y digno.

En el contexto mexicano, este fenómeno no es ajeno. El Censo de Población y Vivienda 2020 reportó
que 15 millones de personas, equivalentes al 12 % de la población nacional, tienen 60 años o más
(INEGI, 2025). Para 2024, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) estima que esta proporción
ha crecido al 13.8 %, lo que equivale a 17.6 millones de personas (López y Jiménez, 2024). En estados
como Michoacán, con alta migración, baja fecundidad y gran dispersión geográfica, el proceso de
envejecimiento ocurre con mayor intensidad. El INEGI (2021) reporta que en la entidad residen 635,305
personas adultas mayores, que representan el 13.4 % de la población estatal. A ello se suma la alta
proporción de personas en condición de dependencia funcional, pobreza multidimensional y baja
escolaridad, especialmente en zonas rurales, donde persisten barreras de acceso a servicios básicos,
atención médica y espacios comunitarios.

La literatura científica reconoce que el estilo de vida, entendido como el conjunto de hábitos, conductas
y prácticas cotidianas que las personas adoptan en relación con la alimentación, la actividad física, el
descanso, las relaciones sociales y el autocuidado, incide de manera directa en la calidad de vida en la
vejez. Un estilo de vida saludable permite mantener la funcionalidad, prevenir enfermedades crónicas y
retrasar la dependencia (Cornejo et al., 2023; Córdoba-García et al., 2024). Por el contrario, la adopción
de hábitos sedentarios, el aislamiento social, la malnutrición, el consumo de sustancias nocivas o la falta
de control de enfermedades incrementan el riesgo de fragilidad y deterioro funcional (Salazar-González
et al., 2022; Jiménez-Ten Hoevel et al., 2025).
pág. 8924
Desde una perspectiva biopsicosocial, el estilo de vida en la vejez está influido por factores estructurales,
culturales y personales. Las condiciones socioeconómicas, el nivel educativo, la ocupación previa, el
entorno físico y la presencia o ausencia de redes de apoyo determinan en gran medida la capacidad de
las personas mayores para adoptar y sostener prácticas saludables (Bustamante et al., 2017; Molina-
Cevallos y Camino-Acosta, 2024). Por ejemplo, en comunidades rurales de Ecuador, más del 90 % de
los adultos mayores carece de jubilación y continúa realizando labores productivas sin remuneración, lo
que afecta su percepción de bienestar (Sebastián et al., 2024). Situaciones similares se han reportado en
regiones rurales mexicanas, donde los adultos mayores dependen en gran medida del apoyo familiar o
de transferencias públicas mínimas (Brenes-Camacho, 2013; INAPAM, 2025).

Diversos estudios empíricos en contextos rurales y urbanos han documentado que la mayoría de los
adultos mayores presenta estilos de vida globalmente saludables, especialmente en dimensiones como
la alimentación y las relaciones sociales (Ventura y Zevallos, 2019; Cornejo Cavero et al., 2023). No
obstante, se identifican áreas de riesgo persistentes relacionadas con el sedentarismo, el manejo del
estrés, la calidad del sueño y la adherencia a controles de salud (Deluga et al., 2018; Miao et al., 2025;
Salazar-González et al., 2022). Factores como el género, la ocupación previa, el nivel socioeconómico
y la caminabilidad del entorno influyen significativamente en las prácticas saludables (Salazar-González
et al., 2022; Simón et al., 2023). Por ejemplo, se ha reportado una mayor adherencia a la dieta saludable
en mujeres y en personas con trayectoria laboral en puestos de dirección (Simón et al., 2023), mientras
que las limitaciones de infraestructura rural y el aislamiento reducen la actividad física y la participación
comunitaria (Jiménez-Ten Hoevel et al., 2025; Li et al., 2023). A su vez, el acompañamiento familiar y
las redes sociales actúan como factores protectores, mientras que la presencia de enfermedades crónicas,
la polifarmacia y la soledad no deseada se asocian con estilos de vida menos saludables (Guallo et al.,
2022; Cornejo et al., 2023). Estas evidencias subrayan la necesidad de intervenciones integrales desde
la atención primaria y la enfermería comunitaria que favorezcan la adopción sostenida de hábitos
saludables en la vejez (Córdoba-García et al., 2024).

Por otra parte, también se han documentado los factores que inciden positiva o negativamente en el
estilo de vida de las personas adultas mayores. El acompañamiento familiar, la participación social, el
acceso a espacios comunitarios, la tenencia de vivienda propia y la percepción positiva del entorno
pág. 8925
actúan como factores protectores (Soria-Romero et al., 2017; Guallo et al., 2022). En cambio, la soledad
no deseada, la polifarmacia, las enfermedades crónicas, el deterioro cognitivo y la pobreza se asocian
con prácticas menos saludables (Deluga et al., 2018; Simón et al., 2023). La dimensión emocional
también juega un papel central: estudios recientes han evidenciado que el estado de ánimo, la
autoeficacia y la percepción de control influyen en la adherencia a hábitos saludables (Santos et al.,
2024).

En el ámbito nacional, el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) ha reconocido
que uno de los grandes desafíos para mejorar la calidad de vida en la vejez es promover un trato digno,
libre de discriminación y centrado en el respeto a los derechos humanos. El Manual para el buen trato
hacia las personas adultas mayores (INAPAM, 2023) subraya la necesidad de transformar los modelos
asistenciales por esquemas que reconozcan la autonomía, la participación y la diversidad cultural de la
vejez. Esto implica superar estereotipos de dependencia, improductividad y fragilidad que
históricamente han permeado en las políticas públicas y en los servicios de salud.

La atención desde enfermería juega un papel fundamental en esta transformación. El Protocolo de
Atención de Enfermería a Personas Adultas Mayores (Secretaría de Salud, 2017) establece que los
profesionales de enfermería deben realizar valoraciones integrales centradas en la persona, aplicar
herramientas como el SPPICEES y promover intervenciones orientadas al mantenimiento de la
funcionalidad. Se destaca también la importancia del enfoque comunitario, la adecuación cultural de las
estrategias y la articulación interinstitucional. Desde esta perspectiva, enfermería se posiciona no solo
como proveedora de cuidados, sino como promotora del autocuidado, la autonomía y el envejecimiento
activo.

A nivel regional, estudios como el de Estela-Ayamamani et al. (2015) en Perú han evidenciado que la
percepción de calidad de vida está fuertemente influida por factores como la ocupación, la salud
percibida, el apoyo familiar y la participación en actividades recreativas. Estos elementos, que se
integran dentro de las dimensiones del estilo de vida, resultan fundamentales para comprender la
heterogeneidad de la experiencia de envejecer en América Latina. A su vez, investigaciones recientes
en China (Li et al., 2023; Miao et al., 2025) han señalado que la cohorte generacional y el entorno rural-
urbano también determinan diferencias significativas en la adopción de prácticas saludables.
pág. 8926
Pese al crecimiento del conocimiento en esta área, persiste un vacío de información empírica sobre los
estilos de vida de las personas adultas mayores que residen en comunidades rurales mexicanas. La
mayoría de los estudios nacionales se han centrado en contextos urbanos o institucionalizados, dejando
de lado las condiciones socioculturales específicas de zonas rurales, donde convergen factores de
marginación, rezago educativo, migración intergeneracional y escaso acceso a servicios de salud y
recreación. Esto limita la posibilidad de diseñar intervenciones contextualizadas, culturalmente
pertinentes y sostenibles.

El presente artículo contribuye a la literatura nacional al generar evidencia empírica sobre los estilos de
vida en adultos mayores rurales, una población históricamente invisibilizada en las políticas de salud y
en la investigación académica. Asimismo, se alinea con los esfuerzos internacionales y nacionales por
garantizar el derecho a una vejez digna, saludable y participativa, mediante estrategias de promoción,
prevención y atención centradas en la persona y su contexto. Reconocer, valorar y fortalecer los estilos
de vida en esta etapa no solo es una tarea ética y profesional, sino también una apuesta por construir
sociedades más justas, cuidadoras y equitativas para todas las generaciones.

En este sentido, el presente estudio tiene como objetivo analizar el estilo de vida de personas adultas
mayores residentes en una comunidad rural del estado de Michoacán, considerando sus prácticas
cotidianas en relación con la alimentación, el descanso, la actividad física, las redes sociales, la salud
emocional y el autocuidado. La investigación se sustenta en un enfoque cuantitativo y descriptivo, con
la finalidad de aportar datos que permitan comprender las condiciones actuales de esta población y
generar recomendaciones para su atención integral desde la disciplina de enfermería.

METODOLOGÍA

Enfoque y diseño. Esta investigación se basó en un enfoque cuantitativo con un diseño descriptivo, no
experimental, de tipo observacional y corte transversal. (Argimon y Jiménez, 2019; Hernández-Sampieri
y Mendoza, 2018).

Población y muestra. La muestra estuvo compuesta por 200 adultos mayores que habitan en localidades
de Pátzcuaro Michoacán. Se empleó un muestreo no probabilístico, utilizando la técnica de muestreo
por conveniencia.

Criterios de selección.
pág. 8927
Se incluyeron personas adultas mayores de 60 años o más, conforme a la definición oficial utilizada por
el INEGI e INAPAM; residentes permanentes de localidades de Pátzcuaro (Cuanaji, Ajuno, San Juan
Tumbio y Janitzio), Michoacán, con una antigüedad mínima de un año de residencia; sin deterioro
cognitivo severo ni condiciones que impidan la comprensión de las preguntas o la aplicación del
instrumento, según observación clínica y criterios de funcionalidad mínima;que aceptaron participar
voluntariamente y firmaron la carta de consentimiento informado en materia de investigación. Se
excluyeron personas con trastornos psiquiátricos y en residencias geriátricas.

Instrumento.

La escala FANTÁSTICO, desarrollada en 1984 por Wilson y colaboradores en la Universidad de Laval,
evalúa el estilo de vida y la salud. Desde su creación, se ha utilizado ampliamente como herramienta de
tamizaje en atención primaria y comunitaria por su carácter integral y fácil aplicación. En México, esta
escala se ha traducido, adaptado y usado en varios grupos, incluyendo adultos mayores. Autores como
Salazar-González et al. (2022) y Jiménez-Ten Hoevel et al. (2025) usaron una versión de 26 ítems
adaptada culturalmente para personas mayores de 60 años.

La versión utilizada en este estudio tiene 26 reactivos organizados por las dimensiones del acrónimo
FANTÁSTICO: Familia y amigos, Actividad física, Nutrición, Tabaco, Alcohol, Sueño, Tipo de
personalidad y trabajo, Medicamentos y drogas, Conducta preventiva, Otros factores de seguridad
(Salazar-González et al., 2022). Cada dimensión explora prácticas de estilo de vida como actividad
física, consumo de frutas y verduras, calidad del sueño, relaciones sociales, uso de medicamentos,
control del estrés y revisiones médicas. Las respuestas se estructuran en formato Likert, con opciones
de 3 a 5 categorías según el reactivo, asignando valores de 0 a 2 puntos. La puntuación total se transforma
a una escala de 0 a 100, clasificando el estilo de vida en cinco niveles: excelente (85-100), muy bueno
(70-84), bueno (55-69), regular (40-54) y bajo (<40), indicando necesidad de cambios significativos. La
adaptación reportó buena consistencia interna (alfa de Cronbach de 0.80) y adecuada validez de
contenido mediante expertos (Salazar-González et al., 2022).

Procedimiento.

Tras la aprobación del protocolo, el equipo investigador realizó recorridos por la localidad para
identificar posibles participantes. Durante las visitas domiciliarias, los investigadores explicaron el
pág. 8928
objetivo del estudio y la participación voluntaria a cada persona adulta mayor. Aquellos interesados
recibieron la carta de consentimiento informado, que fue leída y explicada antes de firmarla. Se garantizó
la confidencialidad y el respeto a los derechos de las personas participantes. Tras firmar el
consentimiento, se aplicó la cédula sociodemográfica y la escala FANTÁSTICO (versión de 26 ítems,
adaptada a México) en un espacio tranquilo y accesible. Los investigadores brindaron asistencia
respetuosa para la lectura o comprensión de los reactivos, sin inducir respuestas. Al finalizar, se
agradeció a las personas adultas mayores su participación y se les entregó un díptico con información
sobre estilos de vida saludables en la vejez, elaborado por la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional
de Geriatría.

Análisis estadístico. El análisis de datos se llevó a cabo mediante estadística descriptiva (porcentajes y
medias) utilizando el software SPSS versión 27..

Consideraciones éticas y legales.

Este estudio se realizó con estricto apego a la ética en investigación con seres humanos. Clasificado
como sin riesgo de acuerdo con el Artículo 17 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia
de Investigación para la Salud (Diario Oficial de la Federación, 2014), solo implicó cuestionarios y
cédulas informativas, sin intervención en la conducta, biología o entorno de los participantes. También
se respetaron los principios de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia de la Declaración de
Helsinki (Asociación Médica Mundial, 2024) y las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación
Biomédica en Seres Humanos del CIOMS y la OMS (CIOMS OMS, 2017).

Se cumplieron los lineamientos de la NOM-012-SSA3-2012 para la ejecución de proyectos de
investigación en salud en seres humanos en México ya que cada participante firmó una carta de
consentimiento informado, previamente leída y explicada de forma clara (Diario Oficial de la
Federación, 2013).

Finalmente, durante la recolección de datos, se garantizó la confidencialidad, el anonimato (Asociación
Médica Mundial, 2024; CIOMS OMS, 2017; Diario Oficial de la Federación, 2014) y el derecho a
retirarse del estudio sin consecuencias (Diario Oficial de la Federación, 2013). Los datos se usaron solo
para fines académicos y se almacenaron de forma segura.
pág. 8929
RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En este estudio, 59.5% de los adultos mayores fueron hombres, 44% se ubicaron en el rango de edad de
60 a 75 años, 54.5% fueron casados, 44.5% viven con su esposo (a) e hijos, 39.5% ya no realizan
actividades laborales, 64.5% han sido diagnosticados con alguna enfermedad crónica y 57% refieren
practicar la religión católica (Tabla 1). Además, se identificó que la media de edad de los adultos
mayores fue de 21.97 años (DE=76.53), con rango de 60 a 98 años.

Este perfil dialoga con el panorama nacional y estatal de envejecimiento, que describe una vejez
crecientemente feminizada en términos absolutos, pero con heterogeneidades territoriales y
socioeconómicas que condicionan los recursos para el autocuidado y la funcionalidad (INEGI, 2021,
2025; López y Jiménez, 2024; INAPAM, 2025). En contextos rurales, como el estudiado, el peso de las
enfermedades crónicas, la polifarmacia y las limitaciones de acceso a servicios de salud suelen ser más
pronunciados, incidiendo de forma directa en la configuración de los estilos de vida (Salazar-González
et al., 2022; Jiménez-Ten Hoevel et al., 2025; Guallo et al., 2022).

El hecho de que más de la mitad de la muestra sea católica (57 %) y que la mayoría conviva con
familiares puede operar como un factor protector para ciertas dimensiones del estilo de vida,
particularmente el soporte social, la adherencia a controles de salud y el afrontamiento emocional
(Guallo et al., 2022; Cornejo et al., 2023). No obstante, estudios en América Latina han señalado que la
convivencia multigeneracional, aunque protectora, no neutraliza los efectos de la pobreza, la baja
escolaridad, la escasa jubilación y la dependencia económica en la adopción sostenida de hábitos
saludables (Brenes‑Camacho, 2013; Bustamante et al., 2017; Molina y Camino, 2024; Soria y Montoya,
2017). En esa línea, la literatura sugiere que los determinantes estructurales (ingreso, ocupación previa,
infraestructura del entorno, caminabilidad, acceso a espacios comunitarios) modelan de manera decisiva
la práctica de actividad física, la alimentación y la participación social en la vejez (Salazar-González et
al., 2022; Simón et al., 2023; Li et al., 2023; Miao et al., 2025).
pág. 8930
Tabla 1: Datos sociodemográficos de los participantes (n = 200)

Variables sociodemográficas
f %
Sexo

Hombre
119 59.5
Mujer
81 40.5
Edad (años)

60 75
88 44.0
76 85
72 36.0
86 98
40 20.0
Estado civil

Casado (a)
109 54.5
Viudo (a)
86 43.0
Soltero (a)
5 2.5
Vive con

Esposo (a) / hijos
89 44.5
Hijos
83 41.5
Solo
28 14.0
Ocupación

Sin actividad laboral
79 39.5
Agricultor
52 26.0
Jubilado / pensionado
45 22.5
Comerciante
24 12.0
Religión

Catolicismo
114 57.0
Critianismo
48 24.0
Ateísmo
38 19.0
Tiene alguna enfermedad crónica

129 64.5
No
71 35.5
Fuente: elaboración propia

Asimismo, la elevada proporción de adultos mayores con enfermedades crónicas (64.5 %) enfatiza la
urgencia de fortalecer programas de autogestión de la cronicidad, similares a los descritos por Santos et
al. (2023), que han mostrado beneficios en la adherencia terapéutica, la funcionalidad y la percepción
de calidad de vida. Complementariamente, la literatura sugiere que intervenciones breves y
pág. 8931
estructuradas sobre hábitos de sueño, manejo del estrés y control de la polifarmacia pueden traducirse
en mejoras significativas de la puntuación global del FANTÁSTICO y, por ende, del estilo de vida
(Deluga et al., 2018; Salazar‑González et al., 2022; Jiménez‑Ten Hoevel et al., 2025).

Los resultados de la variable estilo de vida se muestran en la tabla 2. En ese sentido, los hallazgos del
presente estudio permiten identificar que, en términos globales, el estilo de vida de los adultos mayores
residentes en comunidades rurales de Pátzcuaro, Michoacán, es predominantemente bueno, según los
puntajes obtenidos en la escala FANTÁSTICO. El 75 % de las personas encuestadas se ubicó en esta
categoría, lo que sugiere una tendencia favorable en cuanto a la adopción de hábitos y conductas
asociadas a la salud. Este resultado se alinea con estudios realizados en otras zonas rurales de América
Latina, como los reportados por Ventura y Zevallos (2019) y Cornejo et al. (2023), quienes encontraron
niveles similares de adherencia a estilos de vida saludables, particularmente en lo que respecta a la
alimentación y las relaciones interpersonales.

Tabla 2: Estilo de vida de los adultos mayores en escala total y dimensiones (n = 222)

Estilo de vida
f %
Escala total

Bajo
0 0.0
Regular
50 25.0
Bueno
150 75.0
Muy bueno
0 0.0
Excelente
0 0.0
Dimensiones

Familia y amigos

Bajo
0 0.0
Regular
0 0.0
Bueno
2 1.0
Muy bueno
32 16.0
Excelente
166 83.0
Actividad física
pág. 8932
Estilo de vida
f %
Bajo
1 0.5
Regular
8 4.0
Bueno
33 16.5
Muy bueno
66 33.0
Excelente
92 46.0
Nutrición

Bajo
3 1.5
Regular
45 22.5
Bueno
114 57.0
Muy bueno
37 18.5
Excelente
1 0.5
Tabaco

Bajo
197 98.5
Regular
3 1.5
Bueno
0 0.0
Muy bueno
0 0.0
Excelente
0 0.0
Alcohol

Bajo
196 98.0
Regular
4 2.0
Bueno
0 0.0
Muy bueno
0 0.0
Excelente
0 0.0
Sueño

Bajo
1 0.5
Regular
56 28.0
pág. 8933
Estilo de vida
f %
Bueno
0 0.0
Muy bueno
132 66.0
Excelente
11 5.5
Tipo de personalidad

Bajo
1 0.5
Regular
30 15.0
Bueno
133 66.5
Muy bueno
36 18.0
Excelente
0 0.0
Medicamentos y drogas

Bajo
89 44.5
Regular
80 40.0
Bueno
31 15.5
Muy bueno
0 0.0
Excelente
0 0.0
Conducta preventiva y otros factores

Bajo
7 3.5
Regular
86 43.0
Bueno
0 0.0
Muy bueno
100 50.0
Excelente
7 3.5
Las dimensiones con mejores puntajes fueron “Familia y amigos” (83 % excelente) y “Actividad física”
(46 % excelente). Estos resultados resaltan la importancia del vínculo social en la vida de los adultos
mayores en contextos rurales, donde el tejido comunitario y la convivencia intergeneracional siguen
siendo fundamentales. (Guallo et al., 2022; Cornejo et al., 2023). A pesar de las limitaciones por edad
o enfermedades crónicas, muchos mantienen niveles adecuados de movilidad, posiblemente debido al
pág. 8934
trabajo agrícola, las rutinas domésticas activas o la caminabilidad de la comunidad, como se ha
observado en Ecuador, China y España (Sebastián et al., 2024; Li et al., 2023; Jiménez-Ten Hoevel et
al., 2025).

Se identificaron dimensiones críticas que requieren atención prioritaria. El consumo de tabaco y alcohol
presenta puntajes muy bajos: el 98.5 % y 98 % de los participantes se ubican en la categoría “bajo” en
estas dimensiones. Esta aparente contradicción sobre un “estilo de vida saludable” debe interpretarse
con cautela. En la escala FANTÁSTICO, los ítems de estas dimensiones premian la no práctica o
abandono de estos hábitos, por lo que los resultados reflejan una alta prevalencia de no consumo, lo cual
es positivo y coincide con estudios similares (Deluga et al., 2018; Salazar-González et al., 2022).

La dimensión “Medicamentos y drogas” mostró que el 84.5 % de los adultos mayores se clasifican como
de bajo y regular riesgo, lo que podría indicar uso inadecuado de medicamentos, automedicación, falta
de adherencia a tratamientos o polifarmacia sin supervisión. Estos hallazgos concuerdan con los de
Jiménez-Ten Hoevel et al. (2025), quienes reportaron un manejo limitado de tratamientos
farmacológicos en personas mayores de zonas rurales. La literatura indica que esta problemática se
agrava con la baja escolaridad, el desconocimiento de efectos adversos y la falta de seguimiento clínico
(Deluga et al., 2018; Santos et al., 2023).

La dimensión de conducta preventiva y otros factores preocupan, ya que el 46.5 % se ubica en las
categorías bajo y regular. Esto incluye la frecuencia de controles médicos, el conocimiento de
parámetros de salud y el uso de medidas preventivas. En comunidades rurales, estas prácticas se ven
limitadas por barreras estructurales como la falta de transporte, personal médico y servicios, así como
el desconocimiento de los beneficios del monitoreo preventivo. (Córdoba-García et al., 2024; INAPAM,
2025).

La dimensión “Sueño” mostró riesgos importantes: el 28 % de los participantes fueron clasificados como
regulares y solo el 5.5 % como excelentes. Esto concuerda con estudios que indican una alta prevalencia
de trastornos del sueño en adultos mayores, relacionados con dolor crónico, ansiedad, soledad y mala
higiene del sueño. (Deluga et al., 2018; Santos et al., 2023). Mejorar esta dimensión implica educación,
cambios de hábitos y, a veces, atención especializada.

Más de la mitad de la muestra (57 %) obtuvo un nivel bueno en nutrición, pero solo el 0.5 % alcanzó un
pág. 8935
nivel excelente. Esto sugiere una alimentación adecuada, aunque no óptima, posiblemente debido a
factores económicos, culturales y de acceso a alimentos. Simón et al. (2023) encontraron que el género
y la ocupación previa influyen en la dieta de los adultos mayores. Las mujeres y quienes trabajaron en
puestos organizados tienden a seguir pautas más saludables. En el estudio, la mayoría eran hombres
agricultores sin jubilar, lo que podría afectar sus hábitos alimentarios.

La mayoría de los participantes (66.5 %) se ubicó en el nivel bueno en la dimensión “Tipo de
personalidad y trabajo”, que evalúa la percepción del propósito de vida, la satisfacción laboral y la
actitud ante la vida. Esta dimensión se asocia con la capacidad de afrontamiento, el bienestar subjetivo
y la motivación para mantener conductas saludables (Santos et al., 2024). En contextos rurales, donde
el trabajo productivo ha sido fundamental, la identidad laboral persiste tras el retiro, actuando como un
factor protector contra la apatía y el deterioro emocional.

Los hallazgos sobre “Familia y amigos” son relevantes: el 83 % de los adultos mayores obtuvo un nivel
excelente, lo que demuestra la importancia de las redes sociales y el acompañamiento afectivo en esta
etapa. El soporte social previene la depresión, mejora la adherencia terapéutica y fomenta la
participación activa. (Guallo et al., 2022; Cornejo et al., 2023). En zonas rurales, donde la vida
comunitaria sigue siendo fuerte, este aspecto puede ser una fortaleza que la enfermería debería preservar
y potenciar.

CONCLUSIONES

El presente estudio evidenció que las personas adultas mayores de una comunidad rural michoacana
presentan un estilo de vida generalmente bueno, con fortalezas en apoyo social y actividad física, pero
con áreas críticas en manejo de medicamentos, vigilancia preventiva de salud y sueño. Estos hallazgos
resaltan la complejidad de los determinantes del estilo de vida en la vejez y la necesidad de abordajes
integrales y sensibles al contexto..

La participación de enfermería es fundamental para promover la salud y prevenir el deterioro en la vejez.
En el primer nivel de atención, puede diseñar y ejecutar estrategias educativas adaptadas a la vida rural,
fortaleciendo redes familiares y comunitarias. La valoración periódica con instrumentos como la escala
FANTÁSTICO permite identificar riesgos y brindar acompañamiento oportuno. El envejecimiento
saludable requiere que los cuidados de enfermería sean preventivos, culturalmente pertinentes y
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centrados en las personas mayores.

Este estudio tiene limitaciones. Al ser descriptivo y de corte transversal, no permite establecer relaciones
causales ni observar cambios a lo largo del tiempo. El muestreo no probabilístico limita la generalización
de los resultados a otras comunidades rurales. De igual manera, el uso de la escala FANTÁSTICO puede
estar sujeto a sesgos de memoria o deseabilidad social, especialmente en temas como el consumo de
alcohol, tabaco o medicamentos. La asistencia brindada durante la aplicación del cuestionario podría
haber influido en algunas respuestas. Dado que el estudio se realizó sólo en las localidades de Pátzcuaro,
sus resultados deben interpretarse en su contexto y no extrapolarse a otras regiones rurales del país.
Estas limitaciones sugieren futuros estudios con enfoques longitudinales y muestreos más amplios.

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