RIESGOS NUTRICIONALES DEL SÍNDROME
DE INTESTINO CORTO POR ILEOSTOMÍA Y
DUODENECTOMÍA

NUTRITIONAL RISKS OF SHORT BOWEL SYNDROME

DUE TO ILEOSTOMY AND DUODENECTOMY

Frida Valeria Arias-Pineda

Universidad Insurgentes, México

Karla Alejandra Barreto-Hernández

Universidad Insurgentes, México

Rubí Yaazanya Escobar-Hernández

Universidad Insurgentes, México

Alfredo Ibarra-Sánchez

Universidad Insurgentes, México
pág. 10198
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i4.19578
Riesgos Nutricionales del Síndrome de Intestino Corto por Ileostomía y
Duodenectomía

Frida Valeria Arias Pineda
1
frida.arias@uinenlinea.mx

https://orcid.org/0009-0003-4819-5441

Universidad Insurgentes

Plantel Viaducto-Coruña

Ciudad de México

México

Karla Alejandra Barreto Hernández

karla.barreto@uinenlinea.mx

https://orcid.org/00009-0002-5778-1883

Universidad Insurgentes

Plantel Viaducto-Coruña

Ciudad de México

México

Rubí Yaazanya Escobar Hernández

rubi.escobar@uinenlinea.mx

https://orcid.org/0009-0009-0054-2655

Universidad Insurgentes

Plantel Viaducto-Coruña

Ciudad de México

México

Alfredo Ibarra Sánchez

aibarra@cinvestav.mx

https://orcid.org/0000-0003-1195-1808

Universidad Insurgentes

Plantel Viaducto-Coruña

Ciudad de México, México

Centro de Investigación y de Estudios Avanzados

Unidad Sur, Ciudad de México, México

Laboratorios Delia Barraza

Culiacán, Sinaloa, México

RESUMEN

Objetivo: Analizar las consecuencias nutricionales derivadas de una resección intestinal permanente,
centrada especialmente en la duodenectomía e ileostomía, así como identificar estrategias dietéticas
basadas en evidencia, incluyendo el uso de probióticos y prebióticos. Método: Se llevó a cabo una
revisión sistemática siguiendo los lineamientos PRISMA, aplicando criterios de inclusión y exclusión
para seleccionar estudios que abordan las causas quirúrgicas del síndrome de intestino corto, las
principales deficiencias nutricionales y las recomendaciones específicas sobre nutrición enteral,
parenteral y suplementación con probióticos y prebióticos. Resultados: La causa más frecuente de
ileostomía fue la enfermedad de Crohn, asociada a mayor dependencia de nutrición parenteral y uso de
teduglutida. En la duodenectomía se observó menor absorción de micronutrientes, pero mejor tolerancia
a la nutrición enteral. La suplementación controlada con fibra soluble, prebióticos (inulina y FOS) y
probióticos ajustados mostró beneficios sobre la consistencia fecal y la microbiota intestinal.
Conclusiones: El análisis sistemático confirma que las estrategias nutricionales individualizadas y la
modulación de la microbiota resultan esenciales para reducir complicaciones y mejorar la calidad de
vida de los pacientes con síndrome de intestino corto.

Palabras clave: probióticos, prebióticos, teduglutida, nutrición enteral, nutrición parenteral

1 Autor principal

Correspondencia:
aibarra@cinvestav.mx
pág. 10199
Nutritional
Risks of Short Bowel Syndrome Due to Ileostomy and
Duodenectomy

ABSTRACT

Objective: To conduct a systematic review analyzing the nutritional consequences of permanent

intestinal resection, focusing on duodenectomy and ileostomy, and to identify evidence
-based dietary
strategies including the use of probiotics and prebiotics. Me
thod: A systematic review was performed
following PRISMA guidelines, applying inclusion and exclusion criteria to select studies addressing

surgical causes of short bowel syndrome, main nutritional deficiencies, and specific recommendations

on enteral and
parenteral nutrition and supplementation. Results: Crohn’s disease was identified as the
most frequent cause of ileostomy, linked to higher use of parenteral nutrition and teduglutide.

Duodenectomy patients showed better tolerance to enteral nutrition but
significant micronutrient
malabsorption. Controlled supplementation with soluble fiber, prebiotics (inulin, FOS), and tailored

probiotics improved stool consistency, absorption, and microbiota composition. Conclusions: The

reviewed evidence confirms that i
ndividualized nutritional strategies and modulation of the intestinal
microbiota are critical to reducing complications and improving the quality of life in patients with short

bowel syndrome.

Keywords
: probiotics, prebiotics, teduglutide, enteral nutrition, parenteral nutrition
Artículo recibido 04 Agosto 2025

Aceptado para publicación: 29 Agosto 2025
pág. 10200
INTRODUCCIÓN

El síndrome de intestino corto (SIC) es una condición clínica que se presenta tras una resección extensa
del intestino delgado, lo cual reduce de forma significativa la superficie disponible para la absorción de
nutrientes, agua y electrolitos. Esta pérdida anatómica compromete la capacidad del aparato digestivo
para mantener un equilibrio nutricional y metabólico adecuado, y es considerada una de las principales
causas de insuficiencia intestinal funcional, según lo señalan las guías clínicas de la Sociedad Europea
de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN), descritas por Pironi y colaboradores en 2020.

Entre las causas quirúrgicas más relevantes del SIC se encuentran la ileostomía y la duodenectomía. En
el caso de la ileostomía, el íleon es exteriorizado a través de una estoma abdominal, lo que conlleva
importantes pérdidas de líquidos, electrolitos y nutrientes, especialmente cuando el segmento restante
del intestino es corto o la estoma se ubica en una porción proximal. Este fenómeno incrementa el riesgo
de deshidratación, trastornos hidroelectrolíticos y alteraciones en el equilibrio ácido-base, como lo
indica la Clínica Mayo en su revisión sobre el manejo del síndrome de intestino corto (2022). Por su
parte, la duodenectomía, al implicar la resección total o parcial del duodeno, interfiere directamente con
la acción de enzimas pancreáticas y biliares esenciales para la digestión y absorción de grasas, proteínas
y micronutrientes clave como hierro, calcio, magnesio y vitaminas liposolubles, tal como expone
González-Huix en su revisión de 2007.

Ambos procedimientos quirúrgicos afectan profundamente el tránsito gastrointestinal. El vaciamiento
gástrico suele acelerarse, y el paso del quimo por el tracto digestivo se vuelve más rápido, lo cual limita
el tiempo de contacto con la mucosa intestinal y reduce la eficiencia absortiva (Pironi et al., 2020). Esto
favorece la aparición de síntomas como diarrea crónica, esteatorrea, distensión abdominal y pérdida de
peso progresiva.

En consecuencia, se generan múltiples deficiencias nutricionales, que incluyen la malabsorción de
carbohidratos, grasas y proteínas, así como de vitaminas A, D, E, K, B12 y minerales como hierro, zinc
y magnesio, como lo han documentado tanto Pironi et al. como González-Huix.

Esta situación puede derivar en una desnutrición energético-proteica, que compromete no solo el estado
nutricional, sino también la función inmunológica del paciente.
pág. 10201
Además, la pérdida de segmentos intestinales altera el ecosistema microbiano intestinal, favoreciendo
la aparición de disbiosis, que incrementa la inflamación sistémica y la susceptibilidad a infecciones,
generando un círculo vicioso de deterioro nutricional e inmunológico (Clínica Mayo, 2022; González-
Huix, 2007).

Frente a esta complejidad, el manejo del SIC requiere un enfoque nutricional integral e individualizado,
basado en la longitud y funcionalidad del intestino remanente, la presencia del colon y las condiciones
clínicas del paciente. Como explican las guías ESPEN, las estrategias incluyen nutrición parenteral en
la fase aguda, transición progresiva hacia nutrición enteral y oral, incorporación controlada de fibra
soluble, prebióticos y probióticos para favorecer la adaptación intestinal y modular la microbiota, así
como el uso de terapias farmacológicas específicas como la teduglutida (Jeppesen et al., 2018; O’Keefe
et al., 2016; Pironi et al., 2020).

Por ello, el presente trabajo se desarrolla como una revisión sistemática, con el propósito de identificar
y analizar la evidencia científica más reciente sobre las causas quirúrgicas, deficiencias nutricionales y
estrategias de intervención dietética incluyendo el uso de probióticos y prebióticos en pacientes con
síndrome de intestino corto.

El objetivo general es comprender las afectaciones de una resección intestinal permanente,
especialmente en el duodeno e íleon, así como las principales deficiencias de nutrientes asociadas a la
atrofia intestinal, mediante una revisión sistemática. Dentro de los objetivos específicos se encuentran,
primero identificar las principales causas que llevan a la realización de una ileostomía, a través de una
revisión sistemática de la literatura. Segundo analizar el tipo de alimentación predominante y la
progresión nutricional en pacientes postquirúrgicos de duodenectomía y por último, describir las dosis
específicas y recomendaciones actuales para la ingesta de probióticos y prebióticos en pacientes con
síndrome de intestino corto, según la evidencia científica disponible.

Justificación

El síndrome de intestino corto constituye una condición clínica compleja derivada de la resección
significativa del intestino delgado, como ocurre frecuentemente tras procedimientos como la ileostomía
o la duodenectomía.
pág. 10202
Estas intervenciones alteran de forma sustancial la anatomía y fisiología intestinal, reduciendo la
superficie de absorción y comprometiendo el equilibrio nutricional, hidroelectrolítico y metabólico del
paciente.

Dada la creciente incidencia de estas cirugías por enfermedades como cáncer digestivo, enfermedad de
Crohn o isquemia mesentérica, resulta fundamental comprender sus repercusiones sobre la función
gastrointestinal. Las consecuencias clínicas incluyen malabsorción de nutrientes, deficiencias múltiples,
desnutrición energético-proteica y alteraciones inmunológicas, todas con impacto significativo en la
calidad de vida y pronóstico de los pacientes.

Este trabajo se justifica en la necesidad de integrar el conocimiento anatómico, fisiopatológico y
nutricional del síndrome de intestino corto en el contexto específico de la ileostomía y la
duodenectomía, con el fin de promover un abordaje dietético individualizado, basado en evidencia y
adaptado a las condiciones clínicas particulares. Esta perspectiva es clave para optimizar el manejo
interdisciplinario, prevenir complicaciones y favorecer la adaptación intestinal.

Fisiología intestinal y su absorción.

El intestino delgado es el principal órgano responsable de la digestión y absorción de nutrientes, agua
y electrolitos. Anatómicamente, se divide en tres segmentos: duodeno, yeyuno e íleon, cada uno con
funciones específicas que reflejan adaptaciones estructurales y bioquímicas que optimizan la absorción.

El duodeno, primer segmento tras el estómago, cumple un papel esencial en la neutralización del quimo
ácido mediante la secreción de bicarbonato y en el inicio de la digestión química gracias a la acción
combinada de enzimas pancreáticas y sales biliares. En esta región se absorben de forma preferente
minerales como el hierro, calcio y magnesio, así como parte de las vitaminas liposolubles (A, D, E y
K).

El yeyuno, que constituye aproximadamente los dos tercios superiores del intestino delgado, se
caracteriza por una gran densidad de pliegues, vellosidades y microvellosidades que amplían
significativamente la superficie de absorción. En este segmento ocurre la mayor parte de la absorción
de macronutrientes: carbohidratos, aminoácidos y lípidos, así como vitaminas hidrosolubles y parte de
los minerales.
pág. 10203
Finalmente, el íleon completa la absorción de nutrientes que no se captaron previamente, y desempeña
un papel fundamental en la reabsorción de sales biliares y en la absorción de vitamina B12, un proceso
que requiere la presencia del factor intrínseco producido en el estómago. La importancia del íleon se
extiende también al control del tránsito intestinal, pues su resección acelera el paso del quimo hacia el
colon, favoreciendo la diarrea, además de su función absortiva, el intestino delgado participa en la
regulación hormonal y en la modulación del sistema inmunitario a través del tejido linfoide asociado al
intestino (GALT). Este sistema actúa como barrera frente a patógenos y es clave para mantener la
tolerancia inmunológica hacia la microbiota comensal.

El colon, aunque menos relevante en la absorción de nutrientes, contribuye significativamente a la
reabsorción de agua y electrolitos, así como a la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC)
a partir de la fermentación de fibra soluble y prebióticos, que poseen efectos tróficos y antiinflamatorios
sobre la mucosa.

Comprender esta organización funcional es esencial para interpretar las consecuencias clínicas de una
resección intestinal, dado que la localización y extensión de la resección determinan las deficiencias
nutricionales específicas y el grado de malabsorción que puede presentarse en el síndrome de intestino
corto.

Alteraciones anatómicas y funcionales tras la resección intestinal.

El SIC se origina como consecuencia de una resección quirúrgica extensa del intestino delgado, como
ocurre en procedimientos como la duodenectomía y la ileostomía. Estas intervenciones comprometen
de forma sustancial la capacidad del tracto gastrointestinal para absorber nutrientes, líquidos y
electrolitos, incrementando el riesgo de complicaciones metabólicas, nutricionales e infecciosas de
carácter crónico.

En el caso de la duodenectomía, la extirpación parcial o total del duodeno altera de manera profunda la
fisiología digestiva. Este segmento cumple un papel esencial al recibir el quimo gástrico y facilitar su
mezcla con bilis y secreciones pancreáticas, necesarias para la correcta emulsión de grasas y la
activación de enzimas digestivas. Su resección, por tanto, reduce drásticamente la absorción de
minerales como hierro, calcio, zinc y magnesio, además de dificultar la absorción de vitaminas
liposolubles (Decher, 2012; Pironi et al., 2020).
pág. 10204
Por su parte, la ileostomía implica la resección del íleon terminal y su exteriorización mediante una
estoma, eliminando una región clave para la absorción de vitamina B12 y sales biliares. Este cambio
anatómico acelera el tránsito intestinal, favorece la diarrea osmótica y esteatorrea, y aumenta
significativamente el riesgo de deshidratación y desequilibrios hidroelectrolíticos. La pérdida de la
válvula ileocecal también facilita el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO), lo que
puede agravar la malabsorción y la inflamación local (Parrish, 2016; Jeppesen, 2014).

De forma conjunta, estas modificaciones estructurales generan un escenario clínico complejo que exige
una valoración integral del intestino remanente, así como estrategias de soporte nutricional
individualizado. Tales intervenciones tienen como objetivo mitigar la malabsorción, optimizar la
adaptación intestinal y mantener la homeostasis metabólica y funcional del paciente (Pironi et al., 2020).

Mecanismos fisiopatológicos de malabsorción

Tras una resección intestinal extensa como en el SIC, se activan múltiples mecanismos fisiopatológicos
que limitan la absorción de nutrientes, agua y electrolitos. La reducción de la longitud intestinal
disminuye proporcionalmente la superficie de absorción y la expresión de transportadores específicos
en la mucosa, afectando tanto la absorción activa como la difusión pasiva de nutrientes.

La pérdida del íleon terminal interrumpe el ciclo enterohepático de los ácidos biliares, reduciendo la
emulsificación de grasas, lo que provoca esteatorrea y déficit de vitaminas liposolubles (A, D, E y K).
Asimismo, la resección de la válvula ileocecal favorece el sobrecrecimiento bacteriano del intestino
delgado, lo que interfiere en la absorción de nutrientes y genera diarrea, gases y malabsorción
secundaria.

En el caso de la duodenectomía, la falta de una adecuada mezcla del quimo con bilis y secreciones
pancreáticas dificulta la digestión inicial de macronutrientes. Además, se altera la solubilidad y
captación de minerales como calcio, hierro y magnesio, debido a los cambios en el pH y al menor
tiempo de exposición a los transportadores específicos presentes en el duodeno y yeyuno proximal.

El tránsito intestinal acelerado, común tras este tipo de cirugías, reduce aún más el tiempo de contacto
del quimo con la mucosa intestinal, agravando la malabsorción global y favoreciendo la diarrea crónica.
pág. 10205
Riesgos de malabsorción y deficiencias nutricionales

El organismo enfrenta serias dificultades para mantener una absorción adecuada de nutrientes esenciales
tras una resección intestinal extensa. La pérdida de segmentos funcionales del intestino delgado se
traduce en una absorción deficiente de macronutrientes como carbohidratos, lípidos y proteínas,
manifestándose clínicamente con diarrea, esteatorrea, pérdida ponderal y deterioro del estado
nutricional (Manual MSD, 2023).

Además, los pacientes con SIC presentan alteraciones importantes en la absorción de micronutrientes
esenciales, cuyas consecuencias clínicas deben considerarse en la planificación nutricional. En el caso
de la ileostomía, la pérdida del íleon terminal compromete la absorción de vitamina B12, al eliminar la
principal zona de captación del complejo B12-factor intrínseco; esto se traduce en riesgo elevado de
anemia megaloblástica a mediano plazo. Asimismo, la resección ileal afecta el reciclaje y absorción de
sales biliares, provocando esteatorrea secundaria que reduce la biodisponibilidad de vitaminas
liposolubles (A, D, E y K).

En pacientes con duodenectomía, la deficiencia de minerales es otra complicación relevante. La
resección del intestino proximal afecta la absorción de hierro, cuya captación ocurre principalmente en
el duodeno y yeyuno proximal, generando riesgo de anemia ferropénica. También se compromete la
absorción de calcio y magnesio, lo cual puede derivar en osteopenia, osteomalacia o hipomagnesemia,
afectando la salud ósea y neuromuscular. De igual manera, la deficiencia de zinc, cuya absorción se
distribuye en todo el intestino delgado, puede provocar alteraciones inmunológicas, retraso en la
cicatrización y diarrea persistente.

Estos déficits justifican el uso temprano de suplementación oral o parenteral y el monitoreo estrecho
mediante biomarcadores, tal como proponen las guías ESPEN (Pironi et al., 2020). Considerar la
localización de la resección intestinal permite diseñar estrategias personalizadas para prevenir
complicaciones a largo plazo.

La combinación de estas alteraciones conduce con frecuencia a un cuadro de desnutrición energético-
proteica caracterizado por fatiga, pérdida de masa muscular y debilidad generalizada. En casos
avanzados, es necesaria la implementación de soporte nutricional especializado, como nutrición enteral
o parenteral, con el fin de preservar la homeostasis metabólica y funcional del paciente (NIDDK, 2023).
pág. 10206
Desequilibrio hidroelectrolítico y complicaciones metabólicas

El SIC genera importantes alteraciones hidroelectrolíticas debido a la pérdida funcional significativa
del intestino delgado, lo cual compromete la capacidad del organismo para absorber agua y electrolitos.
Esta situación se agrava en pacientes con ileostomía proximal o sin colon remanente, donde el tránsito
intestinal acelerado y la pérdida de la función de reabsorción conducen a deshidratación crónica,
hipovolemia e insuficiencia renal prerrenal (Jeppesen et al., 2018).

Cuando el SIC ocurre como consecuencia de una duodenectomía, la afectación se intensifica debido a
las alteraciones en el vaciamiento gástrico y al desequilibrio en la liberación de secreciones biliares y
pancreáticas, lo que limita aún más la absorción adecuada de nutrientes y líquidos (Nightingale &
Woodward, 2006).

Estas condiciones predisponen al desarrollo de complicaciones metabólicas como acidosis metabólica,
hipomagnesemia e hiperoxaluria, las cuales pueden desencadenar nefrolitiasis. Ante este panorama, se
requiere un seguimiento clínico riguroso y un abordaje nutricional e hidroelectrolítico especializado
para prevenir un deterioro sistémico progresivo (Pironi et al., 2020).

Impacto inmunológico y estado general de salud

Cuando el SIC es consecuencia de procedimientos quirúrgicos como la ileostomía y la duodenectomía,
conlleva importantes alteraciones nutricionales que repercuten directamente en el sistema inmunológico
y el estado general de salud del paciente. La pérdida extensa de superficie intestinal funcional limita la
absorción de macro y micronutrientes esenciales, lo que genera deficiencias nutricionales que deterioran
progresivamente las funciones inmunitarias tanto innatas como adaptativas. Elementos clave como el
zinc, el hierro, la vitamina A y las vitaminas del complejo B, fundamentales para la integridad de las
barreras mucosas y la producción de células inmunocompetentes, se ven comprometidos en este
escenario clínico (Tappenden, 2014).

Además, la interrupción de la continuidad anatómica del intestino mediante procedimientos como la
ileostomía contribuye a una alteración del microbioma intestinal, fenómeno conocido como disbiosis.
Esta disbiosis modifica la producción de metabolitos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena
corta, indispensables para la regulación de respuestas inflamatorias y la homeostasis inmunitaria.
pág. 10207
En consecuencia, el paciente con SIC presenta una mayor susceptibilidad a infecciones oportunistas,
sepsis y complicaciones sistémicas derivadas de una respuesta inmunológica deteriorada (O'Keefe et
al., 2016).

Por otro lado, se ha observado que la disminución en la estimulación antigénica del sistema inmune
entérico, resultado del tránsito intestinal reducido, afecta la maduración de células T reguladoras y el
equilibrio entre tolerancia y defensa inmunológica (Woting & Blaut, 2016). Esta interacción entre
nutrición, microbiota intestinal y sistema inmune es particularmente crítica en individuos con
resecciones extensas del intestino delgado, quienes requieren un abordaje médico-nutricional integral
para prevenir deterioro inmunológico y asegurar un mejor pronóstico a largo plazo.

Consideraciones nutricionales y abordaje dietético

Las resecciones intestinales extensas y cirugías pancreáticas como el procedimiento de Whipple
generan alteraciones funcionales significativas en el aparato digestivo, que requieren una intervención
nutricional especializada. Estas intervenciones comprometen la capacidad del organismo para digerir y
absorber nutrientes, provocando malabsorción, pérdida de peso y deficiencias múltiples si no se aborda
adecuadamente el manejo dietético (Decher, 2012).

El objetivo principal del abordaje nutricional es mantener un adecuado estado nutricional y prevenir
complicaciones secundarias. En el caso de pacientes post-Whipple, se observa una disminución
considerable en la producción de enzimas pancreáticas, lo que afecta la digestión de grasas y proteínas.
Esta situación provoca esteatorrea y deficiencia de vitaminas liposolubles (A, D, E y K), por lo que se
recomienda la administración sistemática de enzimas pancreáticas orales y el fraccionamiento de la
dieta para facilitar la absorción (Parrish, 2016).

Cuando se resecan segmentos específicos del intestino delgado, como el íleon, pueden presentarse
deficiencias de vitamina B12 y de sales biliares, lo que agrava la malabsorción de grasas y contribuye
a la diarrea crónica.

La ausencia de la válvula ileocecal, además, favorece el sobrecrecimiento bacteriano, lo cual empeora
la absorción intestinal (Parrish, 2016). En estos casos, se requiere una dieta adaptada, baja en grasa y
alta en proteínas, junto con suplementación específica de micronutrientes.
pág. 10208
La hidratación representa otro aspecto crítico, especialmente en pacientes con ileostomías o síndrome
de intestino corto. La pérdida excesiva de líquidos y electrolitos puede conducir a deshidratación severa
e insuficiencia renal. Por ello, se recomienda el uso de soluciones de rehidratación oral con un contenido
adecuado de sodio y glucosa, evitando bebidas hipertónicas o azucaradas que agraven la diarrea
(Jeppesen, 2014).

Finalmente, en casos de malabsorción severa o intestino funcional insuficiente, puede requerir nutrición
enteral o incluso parenteral. Esta decisión debe individualizarse y estar respaldada por un monitoreo
clínico y bioquímico constante. La educación del paciente sobre su dieta, el uso de suplementos y la
identificación de síntomas de alarma es clave para lograr una adaptación exitosa y preservar la calidad
de vida a largo plazo (Decher, 2012).

MATERIALES Y MÉTODOS

Este estudio cualitativo de tipo clínico-descriptivo se centró en analizar los riesgos nutricionales y el
abordaje dietético en pacientes adultos (≥35 años) con diagnóstico de SIC, posterior a procedimientos
quirúrgicos como ileostomía o duodenectomía. Se empleó un diseño de cohorte retrospectiva, mediante
revisión sistemática de literatura científica y análisis de historiales clínicos entre 2015 y 2025. La
población de estudio incluyó pacientes mexicanos, de ambos sexos, con SIC y sin dependencia
permanente de nutrición parenteral, atendidos en hospitales de segundo y tercer nivel con servicios de
nutrición clínica o cirugía digestiva.

Se aplicaron criterios de inclusión a historiales de pacientes con evidencia de adaptación a alimentación
oral o enteral, excluyendo menores de 35 años, pacientes pediátricos, con comorbilidades metabólicas
graves o dependencia total de nutrición parenteral. La recolección de datos se realizó a partir de dos
fuentes: (1) revisión sistemática en bases como PubMed, Scielo, LILACS y Redalyc, la búsqueda se
centró en artículos publicados entre enero de 2015 y mayo de 2025, usando palabras clave y descriptores
como “short bowel syndrome”, “ileostomy”, “duodenectomy”, “nutritional risks”, “probiotics” y
“prebiotics” usando los descriptores relacionados con SIC y abordaje nutricional postquirúrgico, bajo
lineamientos PRISMA; y (2) expedientes clínicos con documentación sobre intervención quirúrgica,
evolución dietética, tolerancia alimentaria y deficiencias nutricionales.
pág. 10209
Para la revisión bibliográfica se priorizaron estudios publicados entre enero de 2015 y mayo de 2025,
incluyendo guías clínicas, revisiones sistemáticas y estudios observacionales con alto rigor
metodológico. Se seleccionaron artículos que abordan específicamente la evolución nutricional de
pacientes con resecciones intestinales mayores, con especial atención a aquellos que incluyeran
población mexicana o latinoamericana, con el objetivo de contextualizar los hallazgos a nuestro entorno
sanitario.

El análisis cualitativo se desarrolló mediante codificación temática abierta, identificando categorías
emergentes en torno a siete variables clave: tipo de cirugía, edad y sexo del paciente, longitud intestinal
remanente, tipo de alimentación (oral o enteral), alimentos recomendados y mal tolerados, y presencia
de deficiencias nutricionales o complicaciones gastrointestinales. Todo el manejo de datos clínicos se
llevó a cabo conforme a los principios éticos de la investigación en salud, con la aprobación de los
comités institucionales correspondientes, resguardo de confidencialidad y anonimización de los
expedientes utilizados para evitar la identificación de los pacientes. Cómo se observa en la figura 1 se
muestra que la enfermedad de Crohn fue la causa más frecuente de resección intestinal, seguida por
insuficiencia intestinal, diverticulosis e infarto mesentérico. Se incluye una categoría “Otra” que agrupa
causas menos frecuentes o no clasificables claramente en las categorías principales.

Figura 1. Razones de cirugía agrupadas por categoría en pacientes con síndrome de intestino corto.

Mientras que en la figura 2 se observa una mayor prevalencia de ileostomías en comparación con
duodenectomías dentro de la cohorte analizada.
pág. 10210
Esta diferencia puede estar relacionada con la alta incidencia de enfermedad de Crohn como indicación
quirúrgica y la tendencia clínica a exteriorizar el íleon en resecciones extensas.

Figura 2. Frecuencia de tipo de intervención quirúrgica en pacientes con síndrome de intestino corto
entre 2015 y 2025.

En la figura 3 se muestra la combinación de nutrición parenteral y enteral fue la modalidad más
utilizada, especialmente en pacientes con ileostomía. Destaca también el uso de teduglutida como
coadyuvante terapéutico en pacientes ileostomizados, lo que refleja su aplicación en la reducción del
soporte nutricional parenteral y en la mejora de la adaptación intestinal.

Figura 3. Tipo de alimentación según el tipo de intervención quirúrgica en pacientes con síndrome de
intestino corto.
pág. 10211
Recomendaciones nutricionales en pacientes con ileostomía

Tabla 1

Parte del
intestino
resecado

Tipo de dieta
recomendada
Alimentos recomendados Referencia
Íleon
Dieta rica en
hidratos de
carbono.

-
Cereales ( Arroz blanco, papa)
-
Leche y derivados de origen animal
( Clara de huevo, leche sin lactosa, queso
desnatado, yogur)

-
Pescado y mariscos ( Bacalao, dorada, merluza)
-
Carnes y aves ( Carnes magras, pollo sin piel,
conejo y pavo)

-
Aceites (Aceite de oliva)
-
Especies (Sal, canela,perejil)
-
Bebidas (Agua,bebidas isotónicas,infusiones)
-
Fruta y verduras ( Manzana, plátano, zanahoria,
calabaza)

Hospital Clínico
Universitario

( 2017)

íleon
Dieta baja en
grasa y rica en
fibra soluble

-
Verduras y hortalizas ( papa , zanahoria)
-
Fruta ( Plátano,manzana, ciruelas)
-
Huevos, pescado y carnes (Ingesta libre)
-
Cereales ( pan balnco, arroz, maíz, sémola, pasta)
-
Aceite (Aceite de oliva)
Sociedad española
de endocrinología y
nutrición (2018)

íleon
Dieta blanda y
baja en fibra

-
Leche y productos lácteos (Leche descremada,
yogur, queso, helados, sorbetes con baja grasa,
huevo)

-
Carnes y proteínas (Carne sin grasa visible, carnes
de ave sin piel, pollo, pavo,pescado)

-
Granos (pan blanco, pasta, arroz)
-
Verduras (papa, calabacita,tomates)
-
Frutas (Manzana,melón, sandía )
-
Grasas (aceite de oliva , canola)
-
Bebidas (agua,café, té, bebidas deportivas,
bebidas de rehidratación)

Memorial Sloan

Kettering Cancer

Center (2022)

íleon
Dieta baja en
grasas,
suplementación
B12 y sales
biliares; controlar
ácidos biliares

-
Cereales ( arroz blanco, pan blanco, avena cocida,
galletas tipo maria)

-
Verduras (Zanahoria,calabaza, chayote, betabel)
-
Frutas (Plátano maduro, manzana cocida, pera
pelada)

-
Carnes y proteínas (Pollo, pavo, pescado, pavo)
-
Aceites (Mantequilla, aceite vegetal)
-
Bebidas (Suero oral, agua con sal y azúcar (tipo
SRO), bebidas sin gas

IMSS “Síndrome de
intestino corto,
tratamiento médico-
nutricional” (2013)

Elaboración propia.
pág. 10212
Recomendaciones nutricionales en pacientes con duodenectomía

La adaptación nutricional se lleva a cabo en tres fases progresivas: aguda, adaptativa y de
mantenimiento. Cada fase tiene requerimientos específicos, como se observa en el siguiente cuadro:

Tabla 2

Fase de tratamiento
Características clínicas Manejo nutricional
Aguda
Alta pérdida hídrica y diarrea
severa. Requiere hospitalización.

Nutrición parenteral total (NPT),

reposición hidroelectrolítica.

Adaptativa
Reducción progresiva de pérdidas.
Inicia la función del intestino

remanente.

Introducción gradual de nutrición

enteral. Monitoreo de

micronutrientes.

Mantenimiento
Estabilización clínica. Adaptación
intestinal funcional.

Dieta oral individualizada. Retiro

progresivo de NPT.

(Rodríguez Vázquez, 1995).

Tipo de dieta y alimentos recomendados

Tabla 3

Parte del
intestino
resecado

Tipo de dieta
recomendada
Alimentos recomendados Referencia
Duodeno
Dieta líquida
Dieta blanda,
fácil de digerir

Fase postoperatoria inmediata (primeros días)

-
Líquidos claros: caldos, gelatinas, infusiones
suaves, agua.

-
Líquidos completos: leche deslactosada, fórmulas
enterales orales, sopas licuadas.

-
Puré/blanda: papillas, puré de verduras cocidas sin
piel ni fibra, puré de papa, compotas, arroz cocido.

-
Proteínas magras: Pollo, pavo, pescado blanco
cocido, huevo cocido

-
Cereales refinados: Arroz blanco, pan blanco sin
semillas, pastas refinadas, avena cocida

-
Verduras cocidas y sin fibra: Zanahoria,
calabacita, chayote, papa, calabaza, sin piel ni
semillas

-
Frutas cocidas o en compota: Manzana cocida,
pera, plátano maduro, papaya

-
Grasas saludables (en pequeñas cantidades) :
Aceite de oliva crudo, aguacate, crema de
cacahuate natural

-
Lácteos bajos en grasa: Leche sin lactosa, queso
fresco bajo en grasa, yogur sin azúcar

Hospital Clínico
Universitario (2017)
Consenso
SEMICYUC
SENPE
pág. 10213
Duodeno
Dieta
normocalórica
rica en proteína

-
Proteínas magras: pollo, pavo, pescado, huevos,
lácteos bajos en grasa.

-
Hidratos refinados suaves: pan blanco, arroz
blanco, patatas sin piel, pastas refinadas fáciles de
digerir.

-
Evitar: grasas, frituras, bebidas carbonatadas, café,
zumos ácidos.

-
Hidratación: 1,52 L al día, separada de las
comidas .

Sociedad Española
de Endocrinología y
Nutrición (SEEN,
2018)

Duodeno
Dieta normal,
sin alimentos
irritantes

-
Lácteos: leche, yogur, queso (uso de versión sin
lactosa si hay intolerancia).

-
Fuentes calóricas y proteicas líquidas: batidos y
suplementos nutricionales mezclados con leche o
agua.

-
Grasas saludables: aguacate, mantequilla de frutos
secos, aceite de oliva.

-
Evitar: alimentos ricos en fibra cruda (verduras
crudas), grasas saturadas y fritos, bebidas gaseosas

Memorial Sloan

Kettering Cancer

Center (MSKCC,

2022)

Duodeno
Dieta baja en
grasa y fibra

-
Proteínas: pescado, pollo, pavo, carne magra,
huevos, tofu, lácteos, mantequilla de frutos secos .

-
Hidratos refinados de baja fibra: arroz blanco,
patatas sin piel, pan blanco, cereales tipo corn
flakes, pastas blancas .

-
Grasas moderadas saludables: aceites,
mantequilla, margarina, mayonesa, salsas suaves .

-
Líquidos: 68 vasos al día, evitando azúcar
excesiva; preferencia por agua, café, té, jugos
diluidos

IMSS “Síndrome de
intestino corto”
(2013)

Elaboración propia.

DISCUSIÓN
En cuanto a las razones quirúrgicas agrupadas por categoría (Figura 1), la enfermedad de Crohn fue
identificada como la causa más frecuente de resección intestinal. Este hallazgo refuerza el impacto
clínico y epidemiológico de esta patología, caracterizada por inflamación transmural, recidivante y
localizada habitualmente en el íleon, lo que con frecuencia requiere múltiples cirugías a lo largo de la
vida del paciente (SEEN, 2019). La segunda causa en frecuencia fue la insuficiencia intestinal,
generalmente consecuencia de resecciones previas o eventos isquémicos graves que reducen de forma
crítica la longitud del intestino funcional, aumentando el riesgo de malabsorción y desnutrición.
pág. 10214
Otros motivos como diverticulosis, cáncer de colon e infarto intestinal también estuvieron presentes y
reflejan causas menos comunes pero clínicamente relevantes, muchas veces asociadas a factores de
riesgo como la edad avanzada, la aterosclerosis, la dieta baja en fibra y comorbilidades crónicas. Resulta
destacable que, aunque el cáncer de colon fue menos frecuente, representa una indicación importante
de resección intestinal en adultos mayores de 35 años, probablemente asociada a factores dietéticos y
hereditarios.

En el presente estudio, los datos obtenidos reflejan que la ileostomía fue la intervención quirúrgica más
frecuente en la cohorte analizada, mientras que la duodenectomía tuvo menor representación. Esta
diferencia puede explicarse por la alta prevalencia de la enfermedad de Crohn como causa principal de
resección intestinal, que afecta predominantemente el íleon terminal y, por tanto, requiere con mayor
frecuencia la creación de una ileostomía para controlar complicaciones graves como hemorragias,
estenosis o inflamación activa (Pironi et al., 2020). Este hallazgo coincide con lo descrito en otras series
de casos y revisiones internacionales, donde la ileostomía suele superar ampliamente en frecuencia a
las resecciones duodenales debido al patrón de afectación anatómica característico de la enfermedad de
Crohn (Jeppesen et al., 2018). En contraste, las duodenectomías suelen realizarse por indicaciones más
limitadas, como neoplasias, traumatismos, complicaciones vasculares o infartos mesentéricos, lo que
justifica su menor presencia en la cohorte.

El análisis del tipo de alimentación según la intervención quirúrgica (Figura 3) muestra que en los
pacientes ileostomizados predominó la combinación de nutrición parenteral y enteral, muchas veces
complementada con el uso de teduglutida como tratamiento coadyuvante. Esto se debe a que la
resección del íleon distal genera una pérdida significativa de capacidad absortiva de agua, sodio,
vitamina B12 y sales biliares, lo que provoca diarrea crónica y aumenta el riesgo de deshidratación y
malnutrición.

En esta fase, la nutrición parenteral se convierte en un recurso esencial para garantizar el aporte
energético y proteico suficiente, mientras la teduglutida favorece la adaptación intestinal, reduce el
volumen del efluente y contribuye a disminuir progresivamente la dependencia de la vía parenteral
(ESPEN, 2023).
pág. 10215
En los casos de duodenectomía, el mayor uso de nutrición enteral refleja que, aunque la absorción inicial
de hierro, calcio y algunas vitaminas liposolubles puede verse comprometida, la mayor parte del
intestino delgado distal se mantiene funcional, facilitando una transición más rápida hacia la vía enteral
u oral.

Metodológicamente, el estudio permitió analizar de forma integrada la relación entre tipo de resección,
indicación quirúrgica y modalidad de alimentación, proporcionando una visión más completa del
manejo clínico del síndrome de intestino corto en pacientes mexicanos atendidos entre 2015 y 2025. La
revisión de expedientes clínicos reveló también que, en los casos de ileostomía, el tránsito intestinal
acelerado obliga a intervenciones nutricionales más agresivas y prolongadas, mientras que en la
duodenectomía suele ser posible avanzar con mayor rapidez hacia la dieta oral o enteral, aunque
persisten riesgos de déficit de hierro, calcio y vitaminas liposolubles.

Estos datos destacan la importancia de diseñar estrategias nutricionales individualizadas. Por ejemplo,
el uso de teduglutida ha demostrado beneficios claros en pacientes con resecciones ileales extensas, al
estimular la hiperplasia mucosa y mejorar la absorción, reduciendo así el requerimiento de nutrición
parenteral (Jeppesen et al., 2018). En cambio, los pacientes con resección duodenal parcial pueden
beneficiarse especialmente de la suplementación específica de minerales y vitaminas, junto a una dieta
controlada en grasas para compensar la pérdida de secreciones biliares y pancreáticas (ESPEN, 2023).

Considerando estos hallazgos, es fundamental analizar los desafíos clínicos en el manejo nutricional del
síndrome de intestino corto y revisar cómo se alinean con las recomendaciones de las guías más
actualizadas. A pesar de los avances terapéuticos, el manejo nutricional del síndrome de intestino corto
continúa representando un desafío clínico significativo. De acuerdo con las guías clínicas de ESPEN
(2023) y ASPEN (2020), la selección del soporte nutricional debe ser individualizada, considerando
factores como la longitud y segmento intestinal remanente, la presencia de válvula ileocecal, y el estado
funcional del colon. Sin embargo, en la práctica clínica, estas recomendaciones pueden verse limitadas
por la disponibilidad de recursos, la experiencia del equipo tratante o las comorbilidades del paciente.

Uno de los retos más relevantes es el equilibrio entre garantizar una nutrición adecuada sin inducir
complicaciones metabólicas, como sobrecarga de líquidos, hipovitaminosis o desequilibrios
electrolíticos.
pág. 10216
En particular, la transición de nutrición parenteral a enteral requiere vigilancia estrecha y ajustes
progresivos, los cuales no siempre son posibles en todos los contextos hospitalarios. Además, la
implementación de terapias farmacológicas como teduglutida, aunque respaldada por la literatura,
puede estar restringida por su alto costo y limitada disponibilidad en algunos sistemas de salud. En este
sentido, los datos del presente estudio subrayan la necesidad de establecer planes de atención
individualizados, con intervenciones que integren no solo criterios clínicos, sino también aspectos
funcionales y sociales. La coordinación entre equipos multidisciplinarios (nutrición, gastroenterología,
cirugía, trabajo social) es esencial para optimizar resultados y reducir la dependencia prolongada de la
nutrición parenteral, mejorando la calidad de vida del paciente a largo plazo.

CONCLUSIONES

Describimos y analizamos los hallazgos obtenidos a partir de una cohorte de pacientes adultos mayores
de 35 años sometidos a intervenciones quirúrgicas mayores, específicamente ileostomía y
duodenectomía, que evolucionaron hacia el SIC. Este trabajo no solo busca caracterizar la frecuencia y
las causas de estas cirugías, sino también explorar las estrategias nutricionales implementadas,
incluyendo el uso de teduglutida, probióticos y fibra soluble, como parte de un abordaje multimodal
basado en las guías ESPEN y literatura científica actualizada.

La enfermedad de Crohn fue la causa más frecuente de resección intestinal en nuestra cohorte, seguida
por insuficiencia intestinal, diverticulosis, cáncer de colon e infarto mesentérico. Este hallazgo coincide
con estudios previos (SEEN, 2019) que describen a la enfermedad de Crohn como una causa habitual
de intervenciones repetidas debido a la inflamación crónica, estenosis y perforaciones. El cáncer de
colon, aunque menos frecuente en esta cohorte, suele asociarse a factores dietéticos y de estilo de vida,
especialmente en mayores de 35 años, como dietas bajas en fibra, consumo elevado de carnes rojas o
procesadas y sedentarismo. La diverticulosis, por su parte, está estrechamente relacionada con el
estreñimiento crónico y dietas bajas en fibra insoluble, lo que favorece la aparición de divertículos y
complicaciones como perforaciones, abscesos o fístulas que pueden requerir resección.

La insuficiencia intestinal, presente en varios pacientes, suele derivarse de resecciones intestinales
previas, inflamación crónica, episodios isquémicos o enfermedades como la enfermedad de Crohn,
donde la pérdida funcional de superficie absortiva lleva al cuadro clínico de SIC (Nightingale &
pág. 10217
Woodward, 2006). Finalmente, otras causas como hernias complicadas, episodios de sepsis u
obstrucción también están presentes, aunque en menor proporción. Con todo esto resaltamos la
importancia del manejo del síndrome de intestino corto exige un abordaje integral y multidisciplinario,
que combina soporte nutricional (parenteral y enteral), farmacoterapia (como teduglutida) y la
modulación dietética mediante prebióticos, probióticos y fibra soluble.

La introducción progresiva de fibra soluble, junto con prebióticos (inulina, FOS) y simbióticos
(combinación de prebióticos y probióticos), puede restaurar parcialmente la función de la microbiota,
mejorar la consistencia del tránsito intestinal y estimular la producción de AGCC, claves para la salud
del colon y del intestino remanente (O’Keefe et al., 2016; Woting & Blaut, 2016). Es fundamental,
además, mantener un monitoreo estrecho de micronutrientes. En pacientes con ileostomía, la
suplementación de vitamina B12, zinc, magnesio y ácido fólico es prioritaria (IMSS, 2023). En
duodenectomías, debe vigilarse la absorción de hierro, calcio y vitaminas liposolubles debido a la
resección de la principal zona de absorción. Así, el éxito terapéutico depende de la individualización
del tratamiento, teniendo en cuenta la longitud y funcionalidad del intestino remanente, la presencia o
no de colon, el tipo de resección y el estado clínico del paciente. Los hallazgos de esta investigación
confirman que la enfermedad de Crohn es la principal causa de resección intestinal en esta cohorte,
explicando la mayor frecuencia de ileostomías. La estrategia nutricional se caracteriza por el uso
combinado de nutrición parenteral, enteral y teduglutida, con ajustes individualizados que incluyen fibra
soluble, prebióticos y probióticos. El empleo prudente de estos suplementos dietéticos favorece la
adaptación intestinal, reduce el volumen del efluente y protege frente a complicaciones infecciosas.

La ileostomía fue la intervención quirúrgica más frecuente en la muestra estudiada, representando la
mayoría de los casos, mientras que la duodenectomía se presentó con menor frecuencia. Este hallazgo
se explica principalmente por la alta prevalencia de la enfermedad de Crohn como causa subyacente,
como se aprecia en la Figura 3, dado que esta enfermedad afecta con mayor frecuencia el íleon terminal,
requiriendo resecciones parciales o totales que terminan en ileostomía para controlar complicaciones
graves como hemorragias, inflamación crónica, estenosis o perforación intestinal (Pironi et al., 2020).
La menor frecuencia de duodenectomías se debe a que es un procedimiento técnicamente más complejo,
con indicaciones más específicas, como neoplasias, traumatismos, complicaciones vasculares o
pág. 10218
diverticulosis localizada. Esto limita su aplicación a un número reducido de pacientes y explica por qué
en nuestra cohorte representa una proporción significativamente menor.

Estos resultados coinciden con datos internacionales que sitúan a la enfermedad de Crohn como la
principal indicación quirúrgica de resección intestinal en adultos jóvenes y de mediana edad, mientras
que las duodenectomías continúan siendo intervenciones poco frecuentes y reservadas para patologías
concretas (Nightingale & Woodward, 2006; SEEN, 2019).

El análisis nutricional muestra un patrón diferente según el tipo de intervención quirúrgica. Como es el
caso, en los pacientes sometidos a ileostomía predomina el uso combinado de nutrición parenteral y
enteral, junto con la administración de teduglutida. Esta combinación busca contrarrestar la pérdida de
absorción y líquidos derivada de la resección ileal extensa, disminuir la dependencia de nutrición
parenteral y favorecer la adaptación intestinal (Jeppesen et al., 2018; ESPEN, 2023). En contraste, en
los pacientes sometidos a duodenectomía, el patrón predominante incluye mayor uso de nutrición
enteral, debido a la conservación de mayor longitud intestinal distal que permite una progresión más
temprana hacia la vía oral y enteral, a pesar de que estos pacientes suelen presentar deficiencias
selectivas en minerales como hierro, calcio y vitaminas liposolubles (A, D, E y K) por la pérdida de la
principal zona de absorción.

A partir de las guías ESPEN (Pironi et al., 2020) y las recomendaciones de Nightingale & Woodward
(2006), se destaca la importancia de individualizar el aporte de fibra y prebióticos. Se recomienda iniciar
con dosis bajas de fibra soluble (≈510 g/día), incrementando progresivamente hasta 1520 g/día solo
si se tolera y si existe colon remanente, ya que la fibra soluble (como psyllium, pectinas, goma guar o
inulina) ayuda a aumentar la viscosidad del quimo, retardar el tránsito intestinal, mejorar la consistencia
de las heces y estimular la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butirato, que
nutren los colonocitos y promueven la adaptación intestinal. En pacientes con ileostomía, el uso de fibra
insoluble está desaconsejado porque puede aumentar el volumen fecal y agravar la diarrea (Nightingale
& Woodward, 2006). Sin embargo, diferimos parcialmente con esta posición, considerando que la fibra
soluble, en cantidades controladas y progresivas, puede reducir el volumen del efluente de la estoma y
mejorar la hidratación, siempre que exista una valoración individual.
pág. 10219
En el campo de los probióticos, diversas publicaciones (Bernet et al., 2021) señalan que cepas como
Lactobacillus, Bifidobacterium y Enterococcus aportan beneficios en la modulación de la microbiota,
protección de la barrera intestinal y reducción del riesgo de infecciones. En población general, las dosis
adecuadas suelen oscilar entre 10^9 y 10^10 UFC/día, mientras que en pacientes con SIC se sugiere
iniciar con dosis más bajas (≈10^8 UFC/día), incrementándose según tolerancia para minimizar el
riesgo de translocación bacteriana. El empleo de teduglutida, un análogo del péptido similar al glucagón
tipo 2 (GLP-2), es especialmente relevante en los pacientes con resección ileal extensa, ya que
promueve el crecimiento de la mucosa intestinal, reduce el volumen del efluente y la dependencia de
nutrición parenteral, contribuyendo a una mejor calidad de vida (Jeppesen et al., 2018).

Este estudio refuerza la importancia de aportar un abordaje multimodal que combine la intervención
quirúrgica, la nutrición clínica y la terapia farmacológica, adaptándose a las características y
necesidades de cada paciente, para optimizar la evolución clínica, reducir la dependencia de soporte
parenteral y mejorar la calidad de vida de los pacientes con síndrome de intestino corto.

Intereses en competencia

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Decher, N. (2012). Post
-Whipple: A practical approach to nutrition management. Nutrition Issues in
Gastroenterology
, (108). https://med.virginia.edu/ginutrition/wp-
content/uploads/sites/199/2014/06/Decher
-August-2012.pdf
González-Huix, F. (2007). Síndrome de intestino corto: Definición, causas, adaptación intestinal y
sobrecrecimiento bacteriano. Nutrición Hospitalaria, 22(Supl. 2), 1017.

https://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S0212-16112007000500010&script=sci_arttext

Pironi, L., Arends, J., Bozzetti, F., et al. (2020). ESPEN guidelines on chronic intestinal failure in adults.

Clinical Nutrition, 39(3), 685720.
https://doi.org/10.1016/j.clnu.2020.01.002
Jeppesen, P. B., Gabe, S. M., Seidner, D. L., et al.
(2018). Short bowel syndrome: Nutritional and
medical management.
Journal of Clinical Gastroenterology, 52(5), 389398.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29413019/
pág. 10220
Nightingale, J. M., & Woodward, J. M. (2006). Guidelines for management of patients with a short

bowel.
Gut, 55(Suppl 4), iv1iv12. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16837533/
O'Keefe, S. J., Jeppesen, P. B., & Gilroy, R. (2016). Nutritional management of the short bowel

syndrome.
Gastroenterology Clinics of North America, 45(3), 447470.
https://doi.org/10.1016/j.gtc.2016.04.002

Tappenden, K. A. (2014). Pathophysiology of short bowel syndrome: Considerations of resected and

residual anatomy.
JPEN Journal of Parenteral and Enteral Nutrition, 38(1_suppl), 14S22S.
https://doi.org/10.1177/0148607114520990

Woting, A., & Blaut, M. (2016). The intestinal microbiota in metabolic disease.
Nutrients, 8(4), 202.
https://doi.org/10.3390/nu8040202

Gibson, G. R., Hutkins, R., Sanders, M. E., et al. (2017). Expert consensus document: The ISAPP

consensus statement on the definition and scope of prebiotics.
Nature Reviews
Gastroenterology & Hepatology, 14(8), 491502.
https://doi.org/10.1038/nrgastro.2017.75
Mayo Clinic. (2022).
Management of short bowel syndrome in adult patients.
https://www.mayoclinic.org/medical-professionals/digestive-diseases/news/management-of-

short-bowel-syndrome-in-adult-patients/mac-20536579

Manual MSD. (2023).Síndrome del intestino corto.
https://www.merckmanuals.com/es-
us/professional/trastornos-gastrointestinales/s%C3%ADndromes-de-

malabsorci%C3%B3n/s%C3%ADndrome-del-intestino-corto

Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. (2019). Problemas nutricionales tras cirugías
digestivas.

https://www.seen.es/ModulGEX/workspace/publico/modulos/web/docs/apartados/1674/2110

20_052836_5025252375.pdf

Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales. (2023). Definición y hechos sobre
el síndrome del intestino corto.
https://www.niddk.nih.gov/health-information/informacion-
de-la-salud/enfermedades-digestivas/sindrome-intestino-corto/definicion-hechos
pág. 10221
Instituto de Endocrinología y Nutrición Clínica de Valladolid. (s. f.). Dieta: Síndrome de intestino corto
e ileostomía (2000 kcal) [PDF].
https://ienva.org/data/dietas/dietas-enfermedades-
digestivas/dieta-sind-intestino-corto-e-ileostomia-2000-kcal.pdf

Fisterra. (2019, enero 16). Nutrición en pacientes con colostomía e ileostomía.

https://www.fisterra.com/ayuda-en-consulta/dietas/nutricion-pacientes-colostomia-ileostomia/

ESPEN. (2023).
ESPEN practical guideline: Clinical nutrition in chronic intestinal failure.
https://www.espen.org/files/ESPEN-

Guidelines/ESPEN_practical_guideline_Clinical_nutrition_in_chronic_intestinal_failure.pdf