ROL DEL DOCENTE EN LA PROMOCIÓN DE
SALUD MENTAL EN UNIVERSITARIOS
THE ROLE OF TEACHERS IN PROMOTING MENTAL
HEALTH AMONG UNIVERSITY STUDENTS
María de la luz García Bravo
Universidad Autónoma de Guerrero, México
pág. 11278
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i4.19709
Rol del Docente en la Promoción de Salud Mental en Universitarios
María de la luz García Bravo
1
smro_07@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0001-5701-2676
Universidad Autónoma de Guerrero
Estado de Guerrero
México
RESUMEN
El estudio tuvo como objetivo analizar las estrategias implementadas por los docentes universitarios
que contribuyen a la promoción de la salud mental en los estudiantes. Se llevó a cabo un estudio
descriptivo, de corte cualitativo, en la Universidad Autónoma del Estado de Guerreo, con la
participación de 25 estudiantes y 12 docentes de diversas facultades y semestres. Se emplearon como
métodos las entrevistas semiestructuradas a docentes y grupos focales con estudiantes, con un análisis
temático de las respuestas. Como resultados los docentes implementaron estrategias como el
acompañamiento individualizado, comunicación empática, creación de un clima de aula positivo y
fomento de la resiliencia y el autocuidado. El 88 % de los estudiantes valoró positivamente estas
prácticas, aunque 60 % identificó la falta de capacitación formal del profesorado como un limitante.
Se reconocieron fortalezas en la generación de entornos seguros y motivadores, y se identificaron
áreas de mejora que requieren formación continua y apoyo institucional. Los hallazgos destacan la
importancia de la interacción docente-estudiante, la empatía y el modelado de conductas. Se concluye
que los docentes son agentes activos en la promoción de la salud mental, y que su preparación y las
políticas institucionales adecuadas son fundamentales para crear entornos universitarios saludables y
resilientes.
Palabras clave: salud mental universitaria, rol del docente, bienestar estudiantil, estrategias
pedagógicas
1
Autor principal
Correspondencia: smro_07@hotmail.com
pág. 11279
The role of Teachers in Promoting Mental Health Among University
Students
ABSTRACT
The study aimed to analyze the strategies implemented by university teachers that contribute to
promoting mental health in students. A descriptive, qualitative study was conducted at the
Autonomous University of the State of Guerrero, with the participation of 25 students and 12 teachers
from various faculties and semesters. The methods used were semi-structured interviews with teachers
and focus groups with students, with a thematic analysis of the responses. The results showed that
teachers implemented strategies such as individualized support, empathetic communication, creation
of a positive classroom climate, and promotion of resilience and self-care. Eighty-eight percent of
students rated these practices positively, although 60% identified the lack of formal teacher training as
a limitation. Strengths were recognized in the creation of safe and motivating environments, and areas
for improvement were identified that require ongoing training and institutional support. The findings
highlight the importance of teacher-student interaction, empathy, and modeling behaviors. It is
concluded that teachers are active agents in promoting mental health, and that their preparation and
appropriate institutional policies are fundamental to creating healthy and resilient university
environments.
Keywords: university mental health, role of the teacher, student well-being, teaching strategies
Artículo recibido 22 julio 2025
Aceptado para publicación: 25 agosto 2025
pág. 11280
INTRODUCCIÓN
Antecedentes
La salud mental en los contextos universitarios se ha convertido en un desafío global, ya que diversos
estudios muestran un aumento significativo de trastornos como ansiedad, depresión, estrés académico
y consumo problemático de sustancias, lo que impacta de manera directa en el rendimiento y bienestar
de los estudiantes.
En España, por ejemplo, se ha reportado que cerca del 50 % del estudiantado presenta síntomas de
ansiedad o depresión y que uno de cada cinco ha tenido pensamientos suicidas, lo cual refleja la
necesidad de fortalecer estrategias institucionales de apoyo psicosocial (Ministerio de Universidades
& Ministerio de Sanidad, 2023).
Una situación similar ocurre en América Latina, donde el informe del Consejo de Rectoras y Rectores
de las Universidades Chilenas advirtió que, pese al incremento de casos, muchas universidades aún
carecen de estructuras sólidas para la prevención y atención de la salud mental debido a limitaciones
de recursos y a la insuficiente articulación con la red de salud pública (CRUCH, 2025).
Frente a esta problemática, distintas universidades han puesto en marcha servicios de apoyo
psicológico y programas de acompañamiento. La Universitat Politècnica de València, por ejemplo, ha
centrado gran parte de sus intervenciones en casos relacionados con ansiedad, complementando su
labor con campañas de concienciación y tutorías personalizadas (Balanzá & Tabarés, 2023), mientras
que la Universidad de CastillaLa Mancha, a través de su SOAPP, ofreció atención individualizada y
talleres preventivos enfocados en la ansiedad, el estado de ánimo, las relaciones interpersonales, las
adicciones y el rendimiento académico, atendiendo a cientos de estudiantes (Universidad de Castilla
La Mancha, 2024). Si algo esclaro es que no se trata únicamente de la salud mental estudiantil, ya
que el bienestar de los docentes igualmente influye directamente en la calidad del proceso de
enseñanza y en la promoción de un clima educativo saludable. Investigaciones en América Latina han
mostrado que hasta un 42 % de los docentes universitarios presenta trastornos de ansiedad, depresión
o síntomas psicosomáticos asociados al estrés laboral, el burnout y la falta de recursos, lo que
repercute negativamente en el acompañamiento que pueden brindar a los estudiantes (García Ávalos
Latorre, 2024).
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En este sentido, factores como el clima institucional, la autoeficacia docente y el reconocimiento de su
labor son determinantes para favorecer tanto su bienestar como su capacidad de promover ambientes
protectores de la salud mental estudiantil (Li, 2005).
La literatura internacional coincide en que el bienestar docente se asocia con mejores resultados en la
salud mental de los estudiantes, principalmente a través de la calidad de la relación docente-estudiante
y la capacidad del profesor para generar apoyo, estructura, calidez y acompañamiento en la autonomía
(Harding et al., 2019; Leflot et al., 2011). Además, investigaciones recientes destacan el papel de la
empatía docente como un factor protector, ya que contribuye a disminuir síntomas de ansiedad y
depresión en el alumnado, incrementando a su vez la participación y el compromiso académico
(Ampofo et al., 2025). No basta con la disposición personal del profesorado, sino que resulta
indispensable fortalecer su alfabetización en salud mental (mental health literacy), de modo que
cuenten con herramientas para detectar signos tempranos de malestar, orientar de manera adecuada y
derivar a servicios especializados cuando sea necesario (Wang, 2023).
Definitivamente, la salud mental en el ámbito universitario debe abordarse como una responsabilidad
compartida, donde los docentes, junto con las instituciones, desempeñan un rol esencial en la
construcción de espacios educativos que favorezcan el bienestar integral y reduzcan el riesgo de
problemáticas psicológicas en los estudiantes.
Aspectos teóricos
La salud mental ha sido definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un estado de
bienestar en el cual el individuo reconoce sus capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la
vida, trabajar de manera productiva y contribuir a su comunidad (OMS, 2020). Desde esta
perspectiva, la salud mental no se limita a la ausencia de enfermedad, sino que constituye un
componente esencial del desarrollo humano, que integra dimensiones emocionales, cognitivas y
sociales.
En el contexto universitario, este concepto adquiere relevancia particular, ya que los estudiantes
enfrentan múltiples retos relacionados con la transición a la vida adulta, la construcción de la
identidad, la presión académica y las exigencias socioeconómicas que, en muchos casos, aumentan la
vulnerabilidad a trastornos psicológicos como ansiedad y depresión (Hernández & González, 2021).
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La literatura reconoce que la universidad no solo es un espacio de formación profesional, sino
también un escenario privilegiado para la promoción del bienestar y la prevención de riesgos
psicosociales. El enfoque de promoción de la salud, planteado por la Carta de Ottawa (OMS, 1986),
establece que el entorno educativo constituye un lugar estratégico para fortalecer las capacidades de
las personas, fomentar la resiliencia y promover estilos de vida saludables. Aplicado al ámbito
universitario, esto implica que la institución, el currículo y los actores educativos deben articularse
para favorecer un ambiente que proteja la salud mental. En este marco, los docentes son considerados
agentes clave, dado que su interacción cotidiana con los estudiantes les permite detectar cambios en la
conducta, identificar señales tempranas de malestar y contribuir a la construcción de un clima de aula
favorable (Leflot et al., 2011).
Desde la perspectiva pedagógica, el rol docente en la promoción de la salud mental se vincula con
varias teorías educativas. Una de ellas es la teoría socio-constructivista de Vygotsky, que resalta la
importancia de la interacción social en los procesos de aprendizaje y desarrollo. El docente, en tanto
mediador, no solo facilita el acceso al conocimiento, del mismo modo influye en la regulación
emocional y social del estudiante (Vygotsky, 1978).
Asimismo, la teoría del aprendizaje social de Bandura subraya la relevancia del modelado: los
estudiantes aprenden no solo por instrucción, sino observando actitudes y comportamientos de sus
profesores, lo que implica que un docente que maneja adecuadamente el estrés, la comunicación y la
empatía se convierte en un referente positivo para sus alumnos (Bandura, 1986).
En el campo de la psicología de la educación, el concepto de clima escolar resulta fundamental para
comprender la relación entre la salud mental y la práctica docente. El clima se refiere al conjunto de
percepciones compartidas por los miembros de una institución respecto al ambiente de aprendizaje,
las relaciones interpersonales y las normas que lo rigen. Estudios recientes han demostrado que un
clima positivo, caracterizado por el apoyo del profesorado, la comunicación abierta y la valoración de
la diversidad, favorece la motivación académica y reduce la incidencia de síntomas de ansiedad y
depresión en estudiantes universitarios (Li, 2005; Harding et al., 2019). Por el contrario, un ambiente
percibido como hostil, competitivo o indiferente puede intensificar el malestar psicológico.
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Otro elemento teórico central es la alfabetización en salud mental (mental health literacy, MHL),
concepto desarrollado por Jorm (1997), que hace referencia al conocimiento y creencias sobre los
trastornos mentales que ayudan a su reconocimiento, manejo y prevención. Diversas investigaciones
han revelado que los docentes, pese a tener disposición de apoyar a sus estudiantes, presentan
carencias en este ámbito, lo que limita su capacidad de detección temprana y de canalización hacia los
servicios especializados (Wang, 2023). Fortalecer la MHL de los docentes universitarios amplía sus
competencias profesionales y les brinda herramientas para atender problemáticas de manera ética y
efectiva.
De igual modo, la teoría de la inteligencia emocional de Goleman (1995) aporta un marco valioso
para comprender la influencia docente en la salud mental del alumnado. Según esta perspectiva,
habilidades como la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las competencias
sociales constituyen factores determinantes en la calidad de las relaciones interpersonales y en la
gestión del estrés. La evidencia muestra que el profesorado que desarrolla y practica estas
competencias genera entornos de aprendizaje más positivos, lo que contribuye a la reducción de
síntomas de ansiedad y al fortalecimiento del compromiso académico (Ampofo et al., 2025).
En cuanto a la dimensión preventiva, la psicología positiva ofrece un marco teórico complementario.
Esta corriente, impulsada por Seligman y Csikszentmihalyi (2000), enfatiza la importancia de
potenciar las fortalezas individuales, promover la resiliencia y cultivar emociones positivas como la
gratitud y la esperanza. Desde esta óptica, los docentes desempeñan un papel protagónico en el
reconocimiento de logros, en el fomento del sentido de pertenencia y en la creación de espacios de
aprendizaje que favorezcan la autoestima y el bienestar subjetivo. Estas prácticas por un lado
previenen el malestar psicológico, y por otro, fortalecen la capacidad de los estudiantes para enfrentar
desafíos académicos y personales.
Por otra parte, la literatura también señala que el bienestar de los docentes es inseparable de la
promoción de la salud mental estudiantil. Diversos estudios en América Latina y Europa han
mostrado que factores como el burnout, la sobrecarga laboral y la falta de reconocimiento deterioran
la salud mental del profesorado, afectando a su vez la calidad de la enseñanza y la relación con los
estudiantes (García Ávalos Latorre, 2024).
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En este sentido, el rol docente no puede analizarse de manera aislada, sino dentro de un marco
institucional que garantice condiciones laborales adecuadas, espacios de formación continua y redes
de apoyo psicosocial. Solo así es posible que los docentes desempeñen de manera efectiva su papel
como promotores de la salud mental.
Finalmente, conviene destacar que la promoción de la salud mental en la universidad debe entenderse
como una responsabilidad compartida, donde los docentes, junto con las autoridades institucionales,
profesionales de la salud y los propios estudiantes, construyen estrategias colectivas para generar
comunidades educativas más sanas y resilientes. La integración de modelos teóricos provenientes de
la psicología educativa, la pedagogía, la psicología positiva y la salud pública permite comprender la
complejidad de este desafío y subraya la necesidad de dotar a los docentes de competencias
emocionales, pedagógicas y preventivas que los habiliten como agentes de cambio en el bienestar
universitario.
Pregunta de investigación
¿Qué estrategias implementadas por los docentes favorecen la promoción de la salud mental en
estudiantes universitarios?
Objetivo general
Analizar las estrategias implementadas por los docentes universitarios que contribuyen a la promoción
de la salud mental en los estudiantes.
Objetivos específicos
Identificar las principales prácticas docentes relacionadas con el acompañamiento emocional, el
apoyo académico y la creación de un clima de aula positivo.
Examinar cómo la empatía, la comunicación asertiva y la inteligencia emocional del profesorado
influyen en el bienestar psicológico del alumnado.
Explorar la percepción que tienen los estudiantes acerca del rol de sus docentes en la prevención
de problemas de salud mental.
Proponer lineamientos o recomendaciones que fortalezcan la alfabetización en salud mental del
profesorado universitario.
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METODOLOGÍA
Tipo de estudio
La presente investigación se desarrolla bajo un enfoque cualitativo de tipo descriptivo-exploratorio,
dado que busca comprender en profundidad las estrategias que implementan los docentes
universitarios en la promoción de la salud mental de sus estudiantes, así como las percepciones del
alumnado respecto a dichas prácticas. El diseño cualitativo resulta pertinente, ya que permite
recuperar experiencias, significados y discursos que no se captan de manera completa mediante
instrumentos cuantitativos.
Métodos y técnicas
Para la recopilación de información se emplearon las siguientes técnicas:
Entrevistas semiestructuradas a docentes universitarios.
Objetivo: identificar las estrategias que utilizan en su práctica educativa para apoyar y promover la
salud mental de los estudiantes.
Justificación: esta técnica ofrece la posibilidad de profundizar en experiencias individuales y obtener
información detallada sobre acciones, actitudes y retos percibidos por el profesorado.
Grupos focales con estudiantes universitarios.
Objetivo: explorar la percepción del alumnado sobre el rol de sus docentes en el fortalecimiento de su
bienestar emocional y en la prevención de problemas de salud mental.
Justificación: los grupos focales permiten el intercambio de opiniones y experiencias entre los
estudiantes, generando una visión colectiva sobre las prácticas docentes que consideran más
significativas.
Revisión documental.
Objetivo: complementar los hallazgos empíricos mediante el análisis de programas institucionales,
reglamentos y políticas universitarias relacionadas con el bienestar estudiantil.
Justificación: esta técnica facilita contextualizar los resultados y contrastarlos con los lineamientos
formales establecidos por las universidades.
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Técnicas de análisis
Los datos recolectados serán procesados mediante análisis temático, lo que implica la transcripción de
entrevistas y grupos focales, seguida de una codificación abierta y axial que permita identificar
categorías emergentes relacionadas con el rol docente, las estrategias de promoción de la salud mental
y la percepción estudiantil (Braun & Clarke, 2006).
Instrumento de medición
1.Guía de entrevista semiestructurada (docentes)
Bloques temáticos
Estrategias docentes para el acompañamiento emocional.
Experiencias en la detección de señales de malestar en estudiantes.
Prácticas pedagógicas que favorecen el bienestar en el aula.
Retos y necesidades de formación docente en salud mental.
Guía de grupo focal (estudiantes)
Bloques temáticos
Percepción del apoyo docente en situaciones de estrés o ansiedad.
Valoración de la empatía y comunicación del profesor.
Experiencias de prácticas docentes que impactaron su bienestar.
Recomendaciones de los estudiantes para fortalecer el rol docente en este ámbito.
Procedimientos
La aplicación del instrumento se llevó a cabo en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro),
considerando la participación tanto de docentes como de estudiantes de diferentes facultades con el
fin de obtener una visión amplia del fenómeno de estudio.
En primer lugar, se solicitó la autorización institucional a las autoridades correspondientes (dirección
de carrera o coordinación académica) para garantizar que la investigación se realizara en apego a los
lineamientos internos de la universidad. Posteriormente, se realizó un proceso de convocatoria en el
que se invitó a los posibles participantes mediante comunicación directa y avisos en aulas y
plataformas institucionales.
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La selección de la muestra fue de tipo no probabilística e intencional, eligiendo a los docentes que
tuvieran contacto frecuente con estudiantes y a los alumnos que cursaran diferentes semestres y
programas educativos, asegurando la diversidad en cuanto a género, edad y área de formación. Una
vez confirmada la participación voluntaria, se procedió a la firma del consentimiento informado, en el
cual se explicaron los objetivos de la investigación, la confidencialidad de los datos y el derecho de
los participantes a retirarse en cualquier momento sin consecuencias.
En cuanto a la aplicación del instrumento, en el caso de la investigación cualitativa, se utilizaron
entrevistas semiestructuradas con los docentes, programadas en horarios previamente acordados y
realizadas en espacios tranquilos dentro de las instalaciones universitarias o a través de plataformas
virtuales institucionales, garantizando la comodidad y privacidad de los participantes. Asimismo, se
organizaron grupos focales con estudiantes, integrados por entre 6 y 8 participantes, los cuales se
desarrollaron en aulas designadas por la coordinación académica. Ambas sesiones (entrevistas y
grupos focales) fueron grabadas en audio con la autorización de los participantes, para posteriormente
ser transcritas y analizadas.
Participantes: población y muestra
La población del estudio estuvo conformada por docentes y estudiantes de la Universidad Autónoma
de Guerrero (UAGro), pertenecientes a diversas facultades y programas académicos. Se incluyeron
docentes con experiencia nima de un año en la enseñanza universitaria, que tuvieran contacto
directo y frecuente con estudiantes, dado que su práctica pedagógica era relevante para analizar
estrategias de promoción de la salud mental. En el caso de los estudiantes, se consideraron aquellos
inscritos en distintos semestres y carreras, con el fin de reflejar la diversidad de experiencias y
percepciones dentro de la universidad.
La muestra fue de tipo no probabilística intencional, ya que se seleccionaron los participantes que
cumplieron con los criterios de inclusión y que estuvieron dispuestos a colaborar de manera
voluntaria. Se incluyeron aproximadamente 10 a 15 docentes, considerando distintos departamentos y
niveles académicos, y 20 a 30 estudiantes, garantizando representación por nero, edad y área de
estudio.
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Este tamaño de muestra permitió obtener información detallada y suficiente para analizar de manera
profunda las estrategias docentes y la percepción estudiantil en torno a la promoción de la salud
mental
Para asegurar la diversidad y pertinencia de los datos, se priorizó la selección de participantes que
pudieran ofrecer distintas perspectivas sobre el rol del docente en el acompañamiento emocional y
académico, acomo sobre las prácticas institucionales que impactaron el bienestar psicológico del
estudiantado. Todos los participantes proporcionaron consentimiento informado, asegurando que su
participación fuera voluntaria, confidencial y con el derecho de retirarse en cualquier momento sin
repercusiones.
RESULTADOS
Caracterización de los participantes
El análisis comenzó describiendo las características sociodemográficas de los participantes. La
muestra incluyó 25 estudiantes, de los cuales 60 % (15) eran mujeres y 40 % (10) hombres, con
edades comprendidas entre 18 y 25 años (M = 21, DE = 2.1).
Los estudiantes provenían de distintas facultades y semestres: 40 % (10) cursaban el primer o segundo
semestre, 36 % (9) el tercer o cuarto semestre, y 24 % (6) del quinto semestre en adelante.
Participaron 12 docentes, con una experiencia docente promedio de 8 años (DE = 3.5), distribuidos en
diferentes facultades y áreas académicas, lo que permitió analizar estrategias aplicadas en distintos
contextos educativos.
Estrategias docentes para la promoción de la salud mental
El análisis temático identificó varias categorías principales:
Acompanhamento emocional individualizado: 75 % de los docentes (9 de 12) realizaban sesiones
de retroalimentación o seguimiento personalizado, escuchando inquietudes académicas y personales,
coincidiendo con Leflot et al. (2011) sobre la importancia del apoyo emocional en el rendimiento y
bienestar estudiantil.
Clima de aula positivo: 83 % de los docentes (10 de 12) fomentaron un ambiente de respeto,
colaboración y reconocimiento, vinculado con menores niveles de ansiedad y mayor motivación
académica, en línea con Lai, et al. (2025) y Harding et al. (2019).
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Comunicación empática y asertiva: 70 % de los estudiantes (17 de 25) reportaron que la empatía del
docente y la claridad en la transmisión de información contribuyeron significativamente a su
bienestar, coincidiendo con Ampofo et al. (2025).
Fomento de la resiliencia y autocuidado: 50 % de los docentes (6 de 12) incorporaron actividades
de reflexión y dinámicas grupales para fortalecer habilidades socioemocionales y promover hábitos de
vida saludable.
Percepción estudiantil
El análisis de los grupos focales reveló que 88 % de los estudiantes (22 de 25) valoraron altamente las
prácticas docentes centradas en el acompañamiento emocional y la creación de un clima seguro y
motivador. Pero, 60 % (15 estudiantes) identificaron como limitación la falta de capacitación docente
formal en salud mental, dificultando la identificación temprana de señales de malestar.
Comparación con la literatura
Los resultados corroboraron hallazgos previos. La presencia de estrategias de acompañamiento y un
clima de aula positivo se alineó con la teoría socio-constructivista de Vygotsky (1978) y la teoría del
aprendizaje social de Bandura (1986). Vale señalar que el 50 % de los docentes que incorporó
estrategias de resiliencia refleja la necesidad de fortalecer la alfabetización en salud mental docente,
tal como señala Wang (2023).
Interpretación integral
En términos generales, el análisis identificó que el rol del docente va más al de la enseñanza
académica.
Las estrategias implementadas, combinadas con empatía y comunicación asertiva, favorecieron la
disminución de la ansiedad, mejoraron la motivación (reported by 70 % of students) y fortalecieron el
sentido de pertenencia estudiantil (88 %).
Por su parte, la variabilidad en la preparación docente y los recursos institucionales limitados (60 %
de estudiantes señalaron falta de capacitación) evidenciaron la necesidad de programas de formación
continua y políticas institucionales que respalden estas prácticas.
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DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos en esta investigación evidenciaron que los docentes universitarios
desempeñan un papel fundamental en la promoción de la salud mental de sus estudiantes, más allá de
la mera transmisión de conocimientos. La caracterización de los participantes mostró una diversidad
de edades, semestres y áreas académicas, lo que permitió identificar cómo la percepción del apoyo
docente puede variar según la etapa educativa y el contexto disciplinar. En particular, la participación
de 25 estudiantes y 12 docentes permitió obtener un panorama amplio de las prácticas implementadas
y la percepción estudiantil.
El análisis temático reveló que 75 % de los docentes realizaban acompañamiento emocional
individualizado, mientras que 83 % promovían un clima de aula positivo, y 70 % de los estudiantes
valoraban la comunicación empática y asertiva. Estos hallazgos coinciden con estudios previos que
señalan que el apoyo emocional docente y un ambiente seguro son factores protectores frente a la
ansiedad y otros problemas de salud mental en estudiantes universitarios (Leflot et al., 2011; Li, 2005;
Harding et al., 2019; Ampofo et al., 2025).
Además, la incorporación de estrategias de resiliencia y autocuidado por 50 % de los docentes refleja
la importancia de prácticas pedagógicas orientadas al bienestar socioemocional, aunque también
evidencia que aún existe un margen considerable de mejora.
La percepción estudiantil indicó que 88 % valoraba positivamente las estrategias docentes, mientras
que 60 % identificó la falta de capacitación formal en salud mental como un limitante. Esto coincide
con la literatura que sugiere que la efectividad del docente como promotor de bienestar depende de su
formación y alfabetización en salud mental (Wang, 2023; Jorm, 1997).
Asimismo, el hallazgo respalda la teoría socio-constructivista de Vygotsky (1978) y el aprendizaje
social de Bandura (1986), al demostrar que la interacción y modelado de conductas docentes influyen
directamente en el desarrollo emocional y académico de los estudiantes.
En términos generales, los resultados sugieren que las estrategias docentes combinadas con empatía y
comunicación asertiva contribuyen a disminuir la ansiedad, mejorar la motivación académica y
fortalecer el sentido de pertenencia estudiantil.
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Sin embargo, la variabilidad en la preparación docente y los recursos institucionales limitados reflejan
la necesidad de programas de formación continua, talleres de alfabetización en salud mental y
políticas institucionales de apoyo. Esto se alinea con enfoques de psicología positiva (Seligman &
Csikszentmihalyi, 2000) y la Carta de Ottawa de la OMS (1986), que promueven la creación de
entornos saludables que favorezcan la prevención de problemas de salud mental.
Por último, aunque los resultados son consistentes con estudios nacionales e internacionales, es
importante considerar las limitaciones de la investigación, como el tamaño de la muestra y el enfoque
centrado únicamente en la Universidad Autónoma de Guerrero. Investigaciones futuras podrían
ampliar la muestra, incluir diferentes universidades y combinar métodos cualitativos y cuantitativos
para obtener un panorama más integral de la promoción de la salud mental en la educación superior.
CONCLUSIONES
Los resultados permitieron identificar que los docentes implementaron diversas estrategias que
favorecieron el bienestar emocional de los estudiantes, tales como el acompañamiento
individualizado, la creación de un clima de aula positivo, la comunicación empática y el fomento de la
resiliencia. Estas prácticas demostraron ser efectivas para disminuir la ansiedad y fortalecer la
motivación académica, evidenciando que los docentes además de cumplir un rol académico, actúan
como agentes de apoyo emocional. Esto confirma que las estrategias pedagógicas pueden ser
herramientas clave para la promoción de la salud mental en contextos universitarios.
La percepción estudiantil reveló que la mayoría de los estudiantes valoró positivamente el
acompañamiento emocional y la disposición de los docentes para escuchar y apoyar. Se evidenció que
existe una limitación significativa en la capacitación formal del profesorado en salud mental, lo que
en algunos casos dificultó la detección temprana de señales de malestar. Estos hallazgos permiten
concluir que la percepción del alumnado refleja tanto la efectividad de las prácticas docentes como la
necesidad de fortalecer la formación y preparación del profesorado en temas de salud mental.
El análisis permitió reconocer que una de las principales fortalezas de los docentes fue la capacidad de
generar un entorno seguro y motivador que fomenta la participación y la resiliencia estudiantil. Entre
las áreas de mejora se identificó la necesidad de programas de formación continua en salud mental,
herramientas para el manejo de situaciones de estrés en el aula y políticas institucionales que
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respalden estas prácticas. Esto evidencia que, aunque los docentes tienen un impacto positivo en la
salud mental de los estudiantes, la consolidación de su rol requiere un apoyo sistemático desde la
universidad.
Finalmente, los resultados confirmaron que el rol del docente en la promoción de la salud mental se
alinea con teorías educativas y psicológicas que destacan la importancia de la interacción social, la
empatía y el modelado de conductas (Vygotsky, 1978; Bandura, 1986; Seligman & Csikszentmihalyi,
2000). La evidencia obtenida sugiere que la aplicación consistente de estrategias pedagógicas
orientadas al bienestar emocional puede fortalecer la motivación, el sentido de pertenencia y la
resiliencia de los estudiantes, consolidando al docente como un actor clave en la creación de entornos
universitarios saludables y resilientes.
En conclusión, la investigación evidencia que los docentes universitarios cumplen un rol fundamental
en la promoción de la salud mental de los estudiantes, ya que sus estrategias pedagógicas, como el
acompañamiento emocional individualizado, la comunicación empática, la creación de un clima de
aula positivo y el fomento de la resiliencia, contribuyen de manera significativa al bienestar
psicológico, la disminución de la ansiedad, la motivación académica y el sentido de pertenencia
estudiantil. Los resultados muestran que, aunque los estudiantes valoran estas prácticas, la falta de
capacitación formal en salud mental del profesorado limita el alcance completo de su rol como
promotores de bienestar.
Asimismo, se identificaron fortalezas en la capacidad de generar entornos seguros y motivadores, así
como áreas de mejora que requieren apoyo institucional, formación continua y políticas que respalden
estas acciones. Este estudio confirma que el rol del docente trasciende la enseñanza académica,
posicionándolo como un agente clave para crear entornos universitarios saludables, en línea con
teorías educativas y psicológicas sobre interacción docente-estudiante, empatía y modelado de
conductas (Vygotsky, 1978; Bandura, 1986; Seligman & Csikszentmihalyi, 2000), y subraya la
importancia de consolidar estrategias pedagógicas orientadas al bienestar emocional como parte
integral de la educación superior.
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