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fortificadas y ciertos cereales (9,10). Sin embargo, para la mayoría, los suplementos resultan un método
más confiable para asegurar niveles adecuados de vitamina D, especialmente en regiones con poca
exposición al sol durante el invierno o para quienes pasan gran parte del tiempo en interiores (8,9).
Fuentes Humanas
La vitamina D es fundamental para la mineralización ósea, ya que facilita la absorción de calcio y fósforo
en el intestino, disminuye la excreción de calcio por los riñones y fomenta la producción de proteínas
de la matriz ósea como la fosfatasa alcalina y la osteocalcina (6). Además, se une a los receptores de
vitamina D (VDR) presentes en todo el cuerpo, sugiriendo su papel en múltiples áreas de la salud,
incluyendo la función inmune y la fuerza muscular (6,10). Cuando los niveles de vitamina D son bajos,
el calcio ionizado en sangre disminuye, lo que estimula la secreción de hormona paratiroidea (PTH),
pudiendo causar hiperparatiroidismo secundario y aumentar la resorción ósea (6).
Implicaciones
La investigación ha puesto un creciente interés en la conexión entre la deficiencia de vitamina D y varias
condiciones de salud, como el dolor musculoesquelético, enfermedades autoinmunes y el dolor crónico
generalizado (CWP) (6,10). Aunque se ha establecido un vínculo claro entre la deficiencia grave de
vitamina D y problemas como la osteomalacia, la relación con los síndromes de dolor crónico aún se
explora en estudios actuales. (6,7) Además, se ha señalado que la vitamina D puede mejorar la fuerza
muscular, ayudando a prevenir caídas en adultos mayores (8). En conjunto, la necesidad de mantener
niveles adecuados de vitamina D es reconocida como una prioridad de salud pública mundial, dado que
se estima que afecta al 13% de la población global (9).
Dolor crónico
El dolor crónico se describe como un dolor moderado a severo que persiste durante tres meses o más, y
a menudo surge de problemas musculoesqueléticos como la artritis o el dolor muscular. Su prevalencia
varía ampliamente entre diferentes poblaciones: algunos estudios estiman una prevalencia del 8% al
60%, según el grupo demográfico analizado (1,2). Por ejemplo, se estima que condiciones dolorosas
específicas, como la fibromialgia, afectan entre el 2% y el 8% de la población, (mientras que el dolor
lumbar impacta aproximadamente al 9,4% de las personas a nivel mundial (1). El dolor crónico influye
negativamente en la calidad de vida, generando discapacidad laboral y cargas económicas significativas