JUVENTUD QUE TRANSFORMA:
LIDERAZGO ESTUDIANTIL COMO
MOTOR DEL CAMBIO COMUNITARIO
TRANSFORMATIVE YOUTH:
STUDENT LEADERSHIP AS A CATALYST
FOR COMMUNITY CHANGE
Cindy Yined Rodríguez Giraldo
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Gudy Paola Cardozo Moreno
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Cristian Esteban Higuita Castañeda
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Deisy Lorena Racines Rodríguez
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Johemir Jesús Pérez Pertuz
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia

pág. 5633
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i5.19909
Juventud que Transforma: Liderazgo Estudiantil como Motor del Cambio
Comunitario
Cindy Yined Rodríguez Giraldo1
cindy.rodriguez-g@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0009-0001-9510-8334
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Gudy Paola Cardozo Moreno
Gudy.cardozo@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0009-0009-6758-5844
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Cristian Esteban Higuita Castañeda
cristian.higuita@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0009-0003-7494-5672
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Deisy Lorena Racines Rodríguez
deisy.racines@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0009-0008-7188-5375
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
Johemir Jesús Pérez Pertuz
jperezpertu@uniminuto.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-5094-0530
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Colombia
RESUMEN
Este artículo presenta los hallazgos de una investigación con enfoque cualitativo que analiza las
perspectivas, motivaciones y barreras que enfrentan los estudiantes de básica secundaria en el ejercicio
del liderazgo estudiantil orientado a la transformación comunitaria. El estudio se desarrolló en
instituciones públicas de las regiones Andina y Caribe de Colombia, y recogió las voces de los jóvenes
a través de una entrevista semiestructurada, permitiendo identificar elementos personales, sociales y
formativos que influyen en su participación como líderes juveniles; los resultados muestran, que a pesar
de las dificultades estructurales, los estudiantes manifiestan un alto potencial para liderar procesos de
cambio cuando cuentan con espacios de participación, reconocimiento, formación y apoyo. Se concluye
que el liderazgo estudiantil debe entenderse como una estrategia educativa clave para el fortalecimiento
de la ciudadanía, la inclusión y la transformación social.
Palabras clave: liderazgo juvenil, participación comunitaria, transformación comunitaria, inclusión
educativa
1 Autor principal
Correspondencia: cindy.rodriguez-g@uniminuto.edu.co

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Transformative Youth: Student Leadership as a Catalyst for Community
Change
ABSTRACT
This article shows the insights of a qualitative research study that analyzes the perspectives,
motivations, and barriers faced by middle school and high school students, in engaging student
leadership aimed at community transformation. The study took place in public schools in the Andean
and Caribbean regions of Colombia and captured the voices of young people through semi-structured
interviews, allowing for the identification of personal, social, and educational factors that influence
their participation as youth leaders. The results show that, despite structural difficulties, students
demonstrate a high potential to lead processes of change when they have access to spaces for
participation, recognition, training, and support. The study concludes that student leadership should be
understood as a key educational strategy for strengthening citizenship, inclusion, and social
transformation.
Keywords: student leadership, youth participation, community transformation, inclusive education
Artículo recibido 25 agosto 2025
Aceptado para publicación: 25 setiembre 2025

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INTRODUCCIÓN
La juventud está siendo reconocida como un motor de cambio social, capaz de impulsar
transformaciones significativas en sus comunidades cuando se les otorgan los espacios y las
herramientas necesarias para ejercer el liderazgo, como lo plantea Durán (2018), uno de los principales
retos en la educación, está en reconocer a los jóvenes como agentes de cambio, ya que por medio del
liderazgo juvenil los estudiantes pueden utilizar su creatividad e innovación para hacer frente a las
problemáticas sociales. En el contexto colombiano, marcado por desigualdades sociales y educativas,
este liderazgo adquiere un papel fundamental al convertirse en una vía para fortalecer la inclusión y la
participación comunitaria.
Así mismo, algunos investigadores sobre el liderazgo señalan que la participación de los jóvenes en
proyectos democráticos, colaborativos y comunitarios, les permiten adquirir habilidades de
pensamiento crítico, comunicación asertiva y resolución de los conflictos permitiéndoles de esta manara
pasar a ser actores fundamentales en la transformación y la construcción de cambio en sus comunidades.
De igual manera, manifiestan que la colaboración de ellos en actividades comunitarias donde se les
permiten tomar decisiones fortalece la convivencia y la participación democrática. (UNICEF, 2020).
El propósito de la presente investigación consiste en identificar las barreras y desafíos que enfrentan los
estudiantes de básica secundaria al desarrollar liderazgo juvenil orientado a proyectos comunitarios;
para lograr este objetivo el estudio se fundamenta en un enfoque cualitativo de tipo descriptivo, lo que
posibilita una mirada integral a las percepciones y experiencias juveniles respecto al liderazgo, situando
sus testimonios como la principal fuente de conocimiento.
En este orden de ideas, es importante hacer una trayectoria conceptual que ayuda a comprender las
categorías necesarias que sitúan el estudio. En primer lugar, la juventud como ciclo vital y social, en
segundo lugar, el liderazgo entendido como la influencia de unos sobre otros, para alcanzar objetivos
comunes; de forma específica el liderazgo estudiantil surge como la capacidad de los jóvenes para
liderar en diferentes entornos desde los contextos educativos, por último, se trabaja la juventud como
motor de cambio comunitario, acciones lideradas por esta población para realizar transformación social
y democrática en sus comunidades.

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La juventud es conocida como agentes activos capaz de transformar las realidades de sus entornos en
beneficios de todos, según la normativa colombiana, este grupo social tiene la capacidad de asumir
responsabilidades e impulsar cambios sociales que impacten a la comunidad (Congreso de la República
de Colombia, 1997); en esta misma línea, Romero (2022) afirma que los jóvenes son actores claves para
el progreso de sus contextos, estos contribuyen al desarrollo y fortalecimiento de las relaciones sociales
y culturales.
El liderazgo se concibe como el proceso por el cual se puede guiar a un grupo de personas para alcanzar
objetivos comunes, al respecto Ferguson (2023), sostiene que en la actualidad liderar puede adoptar
diversas formas, tamaños, colores y edades, reflejando la diversidad inherente a las sociedades
contemporáneas. Ejemplos de liderazgo se observa en personajes como Greta Thunberg, quien desde
los 16 años se ha destacado como activista en la lucha por alzar la voz de la juventud frente al cambio
climático, también Jacinta Ardern por liderar con la cabeza y el corazón, llamando la atención mundial
durante un discurso en Nueva Zelanda después de un trágico atentado. Estos ejemplos como muchos
otros nos muestran que el liderazgo no está atado a la edad, sino al compromiso que se adquiere para
hacer cambios; de igual manera éste, se puede definir tanto por la autoridad, el poder y la capacidad de
transformar e impactar de manera posita en una comunidad.
Por otro lado, Cifuentes et al. (2020), sostiene que el liderazgo surge de manera natural e instintiva, este
fenómeno es observable en diferentes contextos como la política, las organizaciones, las instituciones
educativas, entre otras, en estos espacios, generalmente, se elige al líder que se percibe como el más
fuerte; en el ámbito educativo se ha experimentado una evolución significativa pasando de
concepciones rígidas, burocráticas y administrativas a modelos más transformacionales y pedagógicos,
puesto que se evidencia un impacto positivo en el aprendizaje de los estudiantes desde el liderazgo
escolar.
Estos avances en la construcción y análisis del liderazgo escolar abren la puerta a reflexionar sobre el
rol que ejercen los jóvenes dentro de este proceso. El liderazgo estudiantil, en efecto, se configura como
el proceso de los jóvenes mediante el cual asumen responsabilidades para influir en otros, ya sea en su
entorno escolar o en actividades sociales, culturales o familiares, Gutiérrez (2020), manifiesta que el
liderazgo juvenil inicia su consolidación a partir de la definición social del ser joven, aspecto que

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trasciende lo biológico. Hoy en día, los jóvenes tienen espacios de participación en procesos de toma
de decisión de manera equitativa, promoviendo el trabajo mutuo y la responsabilidad, lo cual incide
directamente en la comprensión y configuración de su liderazgo.
De igual, manera Misas et al. (2022), sostiene que durante el período de pandemia del COVID-19, la
juventud surgió como motor poderoso para la resiliencia, la innovación y la creatividad, creando
proyectos relacionados con la tecnología y la ciencia, que les permitieran superar los obstáculos que se
presentan en sus contextos tanto educativos como comunitarios; demostrando así, su capacidad y
potencial como agentes de cambio que establecen espacios seguros y equitativos promovidos por el
diálogo y la colaboración mutua. En este orden de ideas, se concibe la juventud como actores
estratégicos para generar soluciones viables y fortalecer el tejido social.
Finalmente, Gutiérrez (2016) argumenta que los jóvenes se abstienen de participar en proyectos
comunitarios porque se les presentan barreras internas como el miedo, la falta de confianza en sí
mismos, la apatía, y la visión mínima sobre sus habilidades para cambiar sus entornos; desafíos externos
como las percepciones tradicionales sobre los jóvenes que aún se visibilizan en las entidades educativas.
En algunos casos como indica Romero (2022), los jóvenes son rechazados a la hora de tomar decisiones
por la falta de madurez, lo que limita aún más la participación activa de éstos en iniciativas comunitarias
o educativas..
METODOLOGÍA
La investigación adoptó un diseño descriptivo con enfoque cualitativo, orientado a comprender en
profundidad las percepciones y experiencias de los jóvenes frente a la temática abordada. Este enfoque
permitió explorar los significados atribuidos por los participantes a sus realidades sociales y educativas,
priorizando la riqueza de sus discursos por encima de la cuantificación estadística. Tal perspectiva
resulta pertinente cuando se busca indagar fenómenos sociales desde la voz de los actores involucrados,
sin pretender establecer relaciones causales universales (Hernández-Sampieri & Mendoza, 2018).
La población objeto de estudio estuvo constituida por jóvenes estudiantes de colegios públicos ubicados
en las regiones Caribe y Andina de Colombia, seleccionados por su relevancia en el contexto educativo
y social.

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La muestra fue no probabilística e intencional, conformada por estudiantes entre los 13 y 17 años,
matriculados en los niveles de básica secundaria y, quienes manifestaron su disposición voluntaria para
participar en el proceso investigativo.
Para la recolección de información se utilizaron entrevistas semiestructurada facilitando un
acercamiento detallado a las experiencias y percepciones de los estudiantes. Los guiones de preguntas
fueron diseñados a partir de la revisión de literatura existente y sometidos a validación por juicio de
expertos, con el fin de garantizar su claridad y pertinencia (Creswell & Poth, 2018). La aplicación de
los instrumentos se llevó a cabo en espacios educativos, con la debida autorización institucional y el
consentimiento informado de los participantes y sus acudientes, resguardando en todo momento la
confidencialidad de los datos.
El análisis de la información se desarrolló mediante el software Atlas.ti, herramienta que permitió
organizar, codificar y categorizar los datos de manera sistemática. Se aplicó un análisis temático que
incluyó fases de codificación abierta, agrupación de categorías y construcción de redes semánticas, lo
que facilitó la identificación de patrones, significados y relaciones conceptuales en los testimonios de
los jóvenes (Miles et al., 2014).
Finalmente, la investigación se enmarcó en los principios éticos de la investigación social y educativa,
respetando la dignidad, la autonomía y los derechos de los participantes. El estudio se ajustó a lo
dispuesto en la Resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia, que regula la
investigación con seres humanos, priorizando la protección de los menores de edad como población
vulnerable.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los hallazgos obtenidos de esta investigación permitieron comprender las diversas formas en que los
estudiantes conciben y viven el liderazgo en sus contextos escolares y comunitarios, la información
recopilada se organizó en dos categorías que reflejan las motivaciones, retos y oportunidades que los
jóvenes identifican para ejercer su rol como líderes, cada una de estas categorías constituyeron una red
semántica, lo que facilito la identificación de patrones, significados , y relaciones conceptuales con los
testimonios de los jóvenes.

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A continuación, se hace el despliegue en forma de gráficos y categorías de análisis, donde cuyas
representaciones permiten no solo identificar tendencias cualitativas, sino también comprender, desde
la voz de los jóvenes, los factores sociales y académicos que inciden en su participación como líderes.
Figura 1
Nota: La figura presenta las principales barreras personales, contextuales y estructurales identificadas a partir del análisis de
las entrevistas semiestructurada aplicadas a estudiantes de básica secundaria. Fuente. Software Atlas.ti, 2025.
La información recopilada en la figura uno, permitió identificar las principales barreras y desafíos de
los estudiantes de básica secundaria para ejercer el liderazgo juvenil, organizadas de manera jerárquica
y relacional. Desde la subcategoría de barreras personales, los jóvenes mencionaron factores como la
poca confianza en sí mismos, el miedo a ser juzgados, las críticas, la desmotivación, dejando en
evidencia la fragilidad que tienen de su autopercepción y en la seguridad necesaria para liderar. Esta
idea se alinea con lo dicho por Gutiérrez (2016), cuando plantea que la baja participación juvenil en
actividades comunitarias se debe a un fenómeno determinado por barreras internas como la apatía, la
inseguridad personal y la percepción limitada de sus capacidades para generar cambios en el entorno,
afectando su compromiso en diferentes iniciativas de la comunidad
En las barreras contextuales, se destacaron obstáculos de tipo familiar y comunitario, como la falta de
apoyo emocional y motivacional en el hogar, las tareas domésticas impuestas, las creencias

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conservadoras que restringen su rol y ambientes de desconfianza hacia la juventud. Estas condiciones
generan un espacio poco propicio para el desarrollo de habilidades de liderazgo, puesto que los jóvenes
no se sienten respaldados o valorados por su entorno más cercano, reforzando la idea de que su
participación no es importante, además de disminuir significativamente su vinculación a proyectos
comunitarios, aplicando lo mencionado por Correa et al. (2020), se hace necesario espacios de
participación juvenil como elemento fundamental para la generación y transformación de
oportunidades, ya que estos espacios no solo permiten visibilizar la voz de los estudiantes , sino que
fortalecen su autonomía y su sentido de pertenencia con el entorno.
Por otro lado, las barreras estructurales recoge algunos elementos claves como: la falta de programas
de liderazgo, escasos espacios institucionales de participación y la deficiencia en la infraestructura,
impidiendo que los jóvenes logren canalizar sus capacidades de liderazgo en escenarios formales,
dejando en evidencia que el liderazgo juvenil no solo depende de la voluntad individual de los
estudiantes, sino de condiciones sociales , culturales e institucionales que deben transformarse para
permitir una participación activa y duradera en el tiempo.
Estas barreras que enfrentan los jóvenes permiten reconocer que el liderazgo estudiantil no puede ser
comprendido únicamente como un ejercicio de motivación personal, sino como el resultado de un
entramado de condiciones sociales, culturales e institucionales que facilitan o limitan su desarrollo. La
falta de programas de liderazgo, los escasos espacios de participación y las deficiencias en
infraestructura revelan vacíos que obstaculizan la consolidación de procesos juveniles sostenibles, en
este sentido, promover un liderazgo estudiantil transformador exige que las instituciones educativas y
comunitarias asuman un compromiso real con la creación de entornos inclusivos y de apoyo, en los
cuales los jóvenes puedan no solo expresarse, sino también incidir de manera efectiva en la construcción
de cambios sociales duraderos, al respecto Sánchez y Gómez (2018), afirma la necesidad de que las
instituciones educativas implementen proyectos y programas enfocados en el liderazgo juvenil, así las
instituciones educativas no solo cumplirían una función académica, sino también social, al formar
lideres comprometidos con sus comunidades.

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Figura 2
Nota: La figura presenta las perspectivas y motivaciones para ejercer liderazgo juvenil: personales, sociales y relacionales,
académicas y formativas a partir del análisis de las entrevistas semiestructurada aplicadas a estudiantes de básica secundaria.
Fuente. Software Atlas.ti, 2025.
Por consiguiente, el análisis de la información presentada en la figura 2 permitió identificar las
principales perspectivas y motivaciones de los jóvenes para ejercer el liderazgo juvenil, agrupadas en
tres subcategorías organizadas de forma jerárquica. La primera, corresponde a la dimensión personal,
donde recoge aspectos vinculados con la motivación intrínseca, como el deseo de ayudar a los demás,
sentirse reconocidos, contar con espacios donde puedan ser escuchados y respetados, y, de manera
especial, recibir la confianza de los adultos, lo cual resulta clave para impulsar su participación como
líderes. En esta línea, Felipez et al. (2022) resaltan la importancia del entorno sociocultural en la
aspiración de los jóvenes para asumir roles de liderazgo, señalando que las condiciones familiares,
escolares y comunitarias no solo determinan las oportunidades de participación, sino también la
autopercepción de sus capacidades y el grado de confianza para asumir responsabilidades colectivas.
Así mismo, la categoría social y relacional destacó la importancia del apoyo familiar, institucional y
comunitario como elementos fundamentales para que los estudiantes ejerzan un liderazgo efectivo, ya
que estos factores les brindan seguridad y confianza para participar en procesos colectivos.

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Los jóvenes también resaltaron que la creación de vínculos empáticos y el fortalecimiento del trabajo
en equipo favorecen la asunción de responsabilidades compartidas y la capacidad de enfrentar retos
comunitarios. En esta línea, Correa et al. (2020) señalan que los espacios de participación juvenil
adquieren verdadera relevancia cuando no solo permiten que los jóvenes expresen sus opiniones, sino
cuando sus voces son tenidas en cuenta en la toma de decisiones y reconocidas como agentes capaces
de transformar la realidad social. De ahí que tanto la escuela como la comunidad estén llamadas a
generar escenarios inclusivos y permanentes, donde el liderazgo juvenil pueda ejercerse de manera
auténtica y con impacto en el entorno.
Por su parte, desde el ámbito académico formativo, los estudiantes reconocieron la importancia de
recibir capacitaciones y talleres enfocados en el liderazgo como una condición indispensable para poder
seguir fortaleciendo su capacidad y ejercer un rol transformador dentro de la escuela y su comunidad,
ellos son conscientes que la sola motivación o disposición no es suficiente, por el contrario se debe
acompañar de procesos pedagógicos que promuevan competencias ciudadanas, habilidades
comunicativas y destrezas que les fortalezca su rol de lideres en sus comunidades.
En consecuencia, los hallazgos evidencian que el liderazgo juvenil no puede comprenderse únicamente
desde una perspectiva individual, sino que está profundamente influenciado por factores personales,
sociales, emocionales, formativos y estructurales, tal cual como lo afirma Bass & Avolio (1994), la falta
de espacios de participación, el desconocimiento de sus capacidades, y el débil acompañamiento
institucional limitan el desarrollo de su potencial transformador, por lo que es necesario que las
organizaciones e instituciones educativas asuman un compromiso real en la construcción de espacios
de participación autentica, con acompañamiento pedagógico y comunitario, en este sentido, el diseño
curricular adquiere un papel estratégico, para que además de transmitir contenidos académicos, se logre
integrar de manera intencionada competencias ciudadanas, habilidades socioemocionales y
experiencias prácticas de liderazgo que preparen a los estudiantes para incidir en su contexto. Incorporar
estas dimensiones en el currículo favorece la formación de sujetos críticos, autónomos y comprometidos
con la transformación social, reconociendo a la escuela como un espacio privilegiado para el ejercicio
del liderazgo estudiantil (Blake & Mouton, 2019).

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En definitiva, es importante reconocer el liderazgo juvenil como una fuerza transformadora capaz de
inspirar, movilizar y generar cambios significativos en la vida colectiva, aunque reconocer a la juventud
como motor de cambio implica también superar las barreras existentes y desarrollar políticas escolares
que promuevan la formación de líderes desde una mirada crítica e inclusiva, en ese sentido, la escuela
debe trascender de su papel de transmisor de conocimientos y convertirse en un espacio que geste
proyectos de vida con un verdadero impacto social.
CONCLUSIONES
La investigación permitió identificar que el liderazgo estudiantil constituye una herramienta poderosa
para la transformación de los contextos escolares y comunitarios, siempre y cuando existan las
condiciones necesarias para su ejercicio, los estudiantes participantes expresaron no solo las barreras y
desafíos que enfrentan, sino también las motivaciones que los impulsan a liderar, demostrando un alto
nivel de conciencia crítica y compromiso social.
Cuando los jóvenes se sienten escuchados, valorados y acompañados, emergen como agentes de cambio
capaces de proponer soluciones, movilizar a sus pares y generar impactos positivos en sus comunidades.
Aunque el liderazgo estudiantil se ha visto limitado por barreras personales, contextuales y
estructurales, resulta evidente que los jóvenes necesitan entornos que les brinden reconocimiento,
confianza, oportunidades de trabajo colaborativo y formación en liderazgo.
Esta investigación confirma que el liderazgo estudiantil debe ser promovido como una estrategia de
inclusión, democracia y transformación social, y no solo como una habilidad secundaria, ya que el
liderazgo juvenil ha tenido una incidencia positiva en los entornos escolares y sociales, siempre y
cuando se promuevan desde el acompañamiento institucional y el fortalecimiento de entornos
inclusivos.
Por lo tanto, este estudio aporta elementos claves para repensar las prácticas educativas y comunitarias
que favorecen el liderazgo juvenil, al tiempo que plantea desafíos urgentes en términos de equidad,
reconocimiento y participación democrática. En este sentido, se hace necesario que los entes educativos
fortalezcan este proceso desde el currículo mediante la trazabilidad de las competencias blandas
(liderazgo, innovación, pensamiento crítico, resolución de conflictos, etc.), con el propósito de ofrecer
al educando herramientas básicas y fundamentales para aportar al desarrollo del tejido social.

pág. 5644
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