El ABORDAJE DEL SUICIDIO ESTUDIANTIL DESDE
LAS PERSPECTIVAS DE LOS EQUIPOS EDUCATIVOS
PERTENECIENTES A ESTABLECIMIENTOS PÚBLICOS
DE OSORNO, CHILE
ADDRESSING STUDENT SUICIDE FROM THE
PERSPECTIVES OF EDUCATIONAL TEAMS IN
PUBLIC SCHOOLS IN OSORNO, CHILE
Elkin Yesid Martínez Cáceres
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Liz Ruedas Castro
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
Álvaro Salazar Lara
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia

pág. 8383
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i5.20178
El Abordaje del Suicidio Estudiantil desde las Perspectivas de los Equipos
Educativos Pertenecientes a Establecimientos Públicos de Osorno, Chile
María Loreto Pérez Solís1
maria.perez@doctorado.unini.edu.mx
https://orcid.org/0009-0002-7595-0548
Estudiante Doctorado en Educación
Universidad Internacional Iberoamericana
México
Ileana Armas Gordillo de Ronquillo
ileana.arma@unini.edu.mx
Https://orcid.org/0000-0002-0521-8135
Doctora
En psicología clínica y salud mental
Universidad Internacional Iberoamericana
México
RESUMEN
Se trata de un estudio sobre el abordaje del suicidio estudiantil desde las perspectivas de los equipos
educativos de tres establecimientos públicos de la comuna de Osorno. El propósito central fue analizar
los mitos y estereotipos respecto al abordaje del suicidio estudiantil. Para ello, fueron considerados los
aportes de la suicidología y la teoría de los imaginarios sociales. De esta manera, se trató de un estudio
de carácter cualitativo, en donde fueron consideradas entrevistas semiestructuradas y análisis de tipo
documental. Los resultados obtenidos dan cuenta de la existencia de mitos y estereotipos vinculados al
abordaje suicida contextualizados al ámbito escolar. En donde destacan dos aspectos principalmente.
El primero da cuenta de narrativas centradas en la externalización de la problemática prevaleciendo una
comprensión desde el enfoque biomédico y una sobredemanda de funciones en los equipos educativos
basados en un quehacer burocrático que limita un abordaje efectivo en cuanto a las problemáticas de
salud mental siendo el aspecto cultural un elemento catalizador de las prácticas educativas. Por lo que
los resultados obtenidos, pretenden contribuir hacia una mayor comprensión sobre el fenómeno, en
especial al momento de diseñar estrategias educativas situadas posibilitando, mejoramientos continuos
en los establecimientos educacionales.
Palabras claves: abordaje suicida, equipos educativos, educación, imaginarios sociales
1 Autor principal
Correspondencia: maria.perez@doctorado.unini.edu.mx

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Addressing Student Suicide from the Perspectives of Educational Teams in
Public Schools in Osorno, Chile
ABSTRACT
This study examines the approach to student suicide from the perspectives of educational teams at three
public schools in the municipality of Osorno. The central objective was to analyze myths and
stereotypes regarding the approach to student suicide. To this end, contributions from suicidology and
the theory of social imaginaries were considered. Thus, this was a qualitative study, utilizing semi-
structured interviews and documentary analysis. The results obtained reveal the existence of myths and
stereotypes linked to the approach to suicide contextualized in the school setting. Two aspects stand out
primarily. The first describes narratives centered on the externalization of the problem, with a prevailing
understanding from a biomedical perspective, and an over-demand for educational teams based on
bureaucratic tasks that limit an effective approach to mental health issues. Cultural aspects are a catalyst
for educational practices. Therefore, the results obtained aim to contribute to a greater understanding of
the phenomenon, especially when designing situated educational strategies that enable continuous
improvements in educational establishments.
Keywords: suicide approach, educational teams, education, social imaginaries
Artículo recibido 18 setiembre 2025
Aceptado para publicación: 05 octubre 2025

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INTRODUCCIÓN
Se trata de un estudio sobre el abordaje suicida desde las perspectivas de los equipos educativos, donde
fueron incluidos los docentes, personal directivo y los distintos profesionales de apoyo de tres
establecimientos educacionales públicos pertenecientes a las comunas de Osorno, región de los Lagos-
Chile. Esta investigación considero la suicidología como área especializada y la teoría de los
imaginarios sociales, destacándose los mitos y estereotipos en torno a la problemática. En relación a los
objetivos propuestos. El primero, responde a la identificación de imaginarios sociales respecto al
abordaje suicida y el segundo al análisis de cómo ciertos los mitos y estereotipos pueden incidir en el
abordaje suicida estudiantil de los equipos educativos.
El suicidio como objeto de estudio tiene una serie de elementos característicos, uno es la
multidimensionalidad que contiene, lo que conlleva a la existencia de un variopinto de enfoques y
disciplinas que se han dedicado a estudiarlo. Lo cual, sin lugar a dudas, aporta una riqueza indiscutible
y necesaria hacia una mayor comprensión, sin embargo, no le resta dificultades al momento de
estudiarlo y/o intervenirlo. Ante ello, Campillo y Fajardo (2021) refieren que es importante considerar
una perspectiva ecléctica y amplia, destacando “un modelo intervencionista más operativo y adecuado
a un fenómeno conductual tan complejo” (p.568). Puesto que, se trata de un “fenómeno multifactorial,
plural, interactivo, dinámico y contextual-existencial lo que se traduce en que, para cada persona,
existen diversas configuraciones problemáticas que pueden estar en la base de numerosos problemas o
dificultades (Al-halabí, 2021, p.11).
En resumidas cuentas, Cruz y Reyes (2022), indican que se trata de una problemática de salud pública,
multicausal y pluridimensional. Donde el componente social resulta ser fundamental, así, lo ha
reconocido la OMS (2014) “las sociedades muy desiguales e individualistas existe un mayor
predominio de comportamientos suicidas (p.6). En el caso chileno, la salud mental cuenta con el “2,4%
del gasto total en salud, muy lejos de la recomendación mínima de la OMS” (MINSAL, 2017, p.10).
Lo cual se ha transformado en una demanda hacia la obtención de mayores recursos “aumentar los
programas y servicios de empleo, el acceso y la capacidad de los servicios de salud” (Lange et. al, 2023,
p.8).

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Por otra parte, los estudios sobre el suicidio desde el ámbito escolar, resultan ser muy limitados, más
aún desde las perspectivas de los propios equipos educativos y/o considerando experiencias efectivas.
En este sentido, las “intervenciones en los contextos educativos pueden ser métodos de prevención del
suicidio eficaces, aunque la evidencia científica aún es limitada” (Al-halabí, 2021, p. 12). Y como “no
existe un programa que se ajuste o sea efectivo en todos los escenarios” (Irarrázaval et al., 2017, p.55),
es necesario reconocer las diferentes necesidades y particularidades de cada centro educativo.
Es así reconocido por Santillán y Suárez (2023) “las escuelas son contextos críticos para abordar el
riesgo de suicidio y su prevención, dado que los jóvenes pasan una buena parte de su tiempo en ellas”
(p.5). Pues bien, se trata de “un espacio clave para el desarrollo psicosocial: tiene incidencia tanto sobre
competencias sociales, el plano cognitivo, la configuración de la identidad, el grupo de pares y la red
de apoyo, entre otros” (Maroto, 2017, p.32). De esta manera, “la literatura científica ha puesto de relieve
la importancia de la prevención del suicidio juvenil y la trascendencia de que los adultos que forman
parte de la vida de estos jóvenes conozcan las posibles señales de alarma” (Al-halabí, 2021, p. 12).
En lo que respecta a las formas de abordajes del suicidio han prevalecido las perspectivas las clínicas-
asistenciales producto de la hegemonía del modelo biomédico, el cual ha trascendido diferentes áreas
del conocimiento, y ha condicionado su evolución. De esta manera, “esta conceptualización del suicidio
está basada en el paradigma biologicista de una época en que la psiquiatría pugnaba por equipararse a
otras ciencias “duras”, asimilando el sufrimiento psíquico a una enfermedad somática como las demás”
(Navarrete, et al, 2019, p.196), “Los estudios sobre el fenómeno en su mayoría son de corte
epidemiológico, mostrando las frecuencias de las acciones, las ideaciones suicidas y de los factores de
riesgo o factores que se asocian con ellas” (Cañón y Carmona, 2018, p. 392).
Por lo que resulta imperativo “enfrentar el discurso biomédico tradicional dominante, sostenido por
intereses y agendas de actores con poder económico, simbólico, académico-científico, social y político”
(García Haro et al, 2023, p.65). Y dar paso a hacia nuevas formas de comprensión, puesto que el suicidio
“no es producto de una decisión espontánea, el continuum autodestructivo se va gestando en la
intimidad del sufrimiento de una persona y se manifiesta a través de indicadores” (Martínez, 2017,
p.64).

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De esta forma, existe un componente histórico fuertemente arraigado, donde en cada periodo histórico
el suicidio ha tenido diversos significados. Por lo tanto, “no hay manera, de captar los temas históricos
aislados, sueltos, desconectados, cosificados, detenidos, sino en relación dialéctica con los otros, sus
opuestos” (Freire, 2023, p. 123). Es así como los factores socioculturales influyen en cómo se perciban
fenómenos en torno al suicidio, por lo que han predominado ciertos estigmas sociales basados en mitos
y estereotipos que dificultan el abordaje de ciertos fenómenos que resultan ser sensibles y complejos,
como ocurre con el suicidio. “La muerte tiene un papel residual en el contexto formativo, escondiendo
un fenómeno cuyo vínculo con el miedo, el dolor o la ansiedad complejiza la labor educativa” (Colomo,
et al, 2021, p.228). De esta manera, “en muchas culturas, el suicidio es visto como un tabú y, en
contextos conservadores, como un pecado o una debilidad moral (Seguinot y Ocasio, 2023, p.4)
En cuanto al concepto de imaginarios sociales, existen múltiples definiciones y disciplinas. Cabrera-
Altieri (2023) “refiere a un “conjunto o colección” de “imágenes” formado por sedimentación a lo largo
de la historia de la humanidad, e “imágenes” que son fundamentalmente mitos y símbolos de las
diferentes culturas” (p.8). Además, es posible, destacar “dos categorías de imaginarios sociales (los
nucleares y los periféricos). A partir de estos, como fuente matriz de significación, se cimienta la
intervención del ser humano en la cotidianeidad y, además, fundamenta sus más diversas creaciones”
(Riffo-Pavón, 2022, p.79). Por su parte, Baeza (2008) reconoce el carácter histórico que tienen los
imaginarios sociales, situándose en un espacio-temporal, que les otorga una distinción muy sui generis.
Es así como los mitos van moldeando los imaginarios que pueda tener la sociedad. Por lo que Freire
(2023) los cataloga fundamentales para el orden y el statu quo.
De esta manera, ciertos mitos y estereotipos son posibles encontrarlos en afirmaciones cotidianas como
“solo las personas que están enfermas se suicidan”, “es mejor no hablar de suicidios o de muerte, porque
se les fomenta”, “solo personas expertas pueden intervenir”. Por lo que, “los mitos y prejuicios en torno
al suicidio que operan en el imaginario social y/o profesional funcionan, en muchas ocasiones, como
obstáculos que impiden intervenciones adecuadas” (Bodón, et, al, 2018, p.39). Además, se encuentran
presentes en las narrativas sociales, y ello influye en las formas de comprender y abordar las distintas
problemáticas sociales.

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Es así como Baeza (2008) lo expone como un “relato que incluye generalmente actos y personajes de
un pasado remoto-pareciera implicar otros mecanismos en nuestra actividad psíquica que,
probablemente sirvan para resolver directamente o colaborar a resolver múltiples interrogantes que los
seres humanos no dejan de formularse” (p.277). De esta manera, “no se trata solo de lo que piensa y
cree un grupo docente y de lo que consensua en torno a alguna cosa, sino del impacto que ese imaginario
tiene sobre aquello que finalmente se hace” (Reyes-Rodríguez y Reyes-Rodríguez, 2022, p.87)
Por su parte, los estereotipos, como significaciones compartidas por los colectivos, al estar presentes en
“la cotidianeidad y orden social determinan comportamientos que se creen “normales” como poner
sobrenombres a las personas por su color de piel, su origen, sus creencias o gustos. Cosas como estas
influyen de manera negativa en las interacciones sociales” (Cabrera, et al, 2021, p 77). Es así como, “la
investigación científica sobre la prevención del suicidio en población infanto-juvenil abre un amplio
campo de investigación” (Urrea, 2023, p. 9)
Por otra parte, en la actualidad existen formas de relacionamiento inciertos y efímeros, diferentes a los
tradicionales de antaño, donde las conductas suicidas también se encuentran condicionadas por estos
nuevos contextos. Por lo que “hoy los jóvenes se enfrentan a grandes retos antropológicos para superar
el desarraigo imperante y construir su identidad” (Ibáñez, et al., 2023, p.49). De esta manera, Eco (2016)
refiere al concepto de crisis de comunidad y a un individualismo desenfrenado, donde “nadie es ya
compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse” (p.10). Por lo tanto, al
existir distintas formas de exclusión social, las cuales, resultan ser vías de empujes hacia las conductas
suicidas, las comunidades educativas están demandadas a transformarse en espacios decisivos, donde
“los vínculos de inclusión y exclusión, tanto a niveles familiares como al resto de los niveles sociales,
tienen una relación de influencia mutua con el nacimiento de estas conductas, en un grupo diverso de
adolescentes y adultos jóvenes” (Lozano, et al, 2024, p. 138)
En términos metodológicos se consideró un diseño con una orientación cualitativa. Donde fueron
utilizadas entrevistas semiestructuradas y análisis de tipo documental, basados principalmente en
documentos internos de los tres establecimientos participantes. Los cuales facilitaron una triangulación
de la información, y con ello una mejor comprensión del fenómeno.

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En relación a los resultados, fueron identificados imaginarios sociales nucleares y periféricos
centrados en mitos y estereotipos respecto al abordaje suicida estudiantil. En lo que respecta a los
imaginarios nucleares destacan los denominados “equipos especializados” de carácter clínico y con ello
una tendencia hacia la externalización. También, los aspectos más bien estructurales que cruzan la
problemática como son la asignación de los recursos, la necesidad de una mayor formación en cuanto
al suicidio, la burocratización y tecnocratización de la labor docente y cómo ello ha inhibido abordajes
efectivos en la práctica asociada a la salud mental, donde existe “escaso reconocimiento y valoración
social de la profesión docente ha contribuido a la tecnificación de este trabajo” (Calvo, et al, 2024,
p.25). Esto unido al “desconocimiento y/ ausencia de protocolos institucionales referentes al tratamiento
directo del tema, dejando el trabajo preventivo en la iniciativa y experiencia de los docentes” (González
y Ferrer-Lozano, 2023, p.174). En cuanto a los imaginarios sociales periféricos, destacan narrativas en
donde las conductas suicidas estudiantiles no son visualizadas ni reconocidas como problemáticas
también educativas, como lo son la deserción escolar, el rendimiento escolar, entre otras.
En relación a los supuestos de investigación, estos permiten afirmar que en la problemática suicida
intervienen una serie de factores, los cuales están interrelacionados. En este sentido, una de las
dificultades por parte de los equipos educativos responde a la coexistencia de ciertos imaginarios
sociales nutridos por mitos, estereotipos asociados a elementos culturales, sociales, simbólicos y
económicos. Los cuales tienen relación con la formación profesional de los participantes, las
experiencias y los diferentes roles que cada uno desempeña. En este sentido, destacar el protagonismo
de la perspectiva biomédica por sobre la educativa en la comprensión del fenómeno, facilitándose la
existencia de ciertas visiones dicotómicas entre ambas perspectivas. Y con ello, existencia de una
cultura escolar tendiente a la externalización de sus problemáticas, mediante el uso de la denominada
derivación, término muy utilizado por los dispositivos de salud y que hoy forman parte también de un
recurso discursivo de los actores educativos.
METODOLOGÍA
Se realizó un estudio con enfoque cualitativo con un diseño fenomenológico. El instrumento principal
fue la entrevista semiestructurada, además, de un análisis de tipo documental utilizado como
complemento, el cual consistió en el análisis de los documentos internos de los tres establecimientos

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participantes, tales como los proyectos educativos institucionales (PEI) y manuales de convivencia
escolar. De esta manera, se trata de un estudio no experimental, donde la selección de la muestra
respondió a criterios de inclusión y exclusión, por lo que fueron considerados cinco profesionales, un
director, dos profesionales de apoyo, y dos docentes. Entre los criterios de inclusión destacan: 1)
profesionales de establecimientos públicos, 2) de procedencia urbana 3) profesionales de los niveles de
enseñanza media modalidad científica humanista y/o técnico profesional. 4) que tengan cinco o más
años de experiencia laboral. 5) que tengan experiencias de abordaje de intentos y/o suicidios
consumados 6) Tener la disposición de participar en el estudio.
En cuanto a la descripción de los perfiles, se trata de profesionales con formación universitaria en el
ámbito educativo y/o ciencias sociales. En el caso de los docentes fueron especialistas en distintas áreas
disciplinares de acuerdo con su formación profesional de base. En cuanto, a los directores, su quehacer
está centrado en la gestión educativa. Por último, se encuentran los profesionales de apoyo en el área
de la convivencia escolar, quienes lideran estrategias socioeducativas en el ámbito escolar.
En el caso de las entrevistas las preguntas fueron nueve en su totalidad y el tiempo de desarrollo fue de
45 minutos aproximadamente por participante. Además, durante el desarrollo de las entrevistas
surgieron otras preguntas, dado las respuestas que entregaban los participantes, esta situación ocurrió
mayormente para clarificar y/o ejemplificar lo que estaban manifestando.
En cuanto al análisis de la información fue utilizado el análisis de contenido, el cual permitió el
establecimiento de categorías y subcategorías. Por lo que se trata de una “metodología sistemática y
objetivada porque utiliza procedimientos, variables y categorías que responden a diseños de estudio y
criterios de análisis, definidos y explícitos” (Bernete, 2013, p.194). Por lo que fue utilizado el esquema
propuesto por Miles y Huberman (1994), para la clasificación de los datos, la codificación y
establecimiento de categorías.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Es importante señalar que cada uno de los discursos analizados registra un número del 1 al 5 entre
paréntesis, correspondiente a cada una de las personas entrevistadas. Además, reconocer que las citas
expuestas corresponden a una selección de extractos para los fines de este trabajo.

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El primer objetivo, que se encuentra representado en tres categorías de análisis denominadas:
conocimiento sobre mitos y estereotipos, las representaciones y las causas del suicidio. Uno de los
aspectos en torno a los mitos y estereotipos se encuentran distintas creencias, ideas, pensamientos y
frases copiadas. “Creencia instalada en la cultura que dan por sentado que los hechos por ser de una
forma van a ser (E2). “Son frases copiadas que la escuchan y simplemente las transmiten a lo mejor
nunca le han tomado el interés porque no han tenido la experiencia y copian y pegan nomas” (E3)
Las distintas definiciones respecto a los mitos y estereotipos “constituyen esquemas interpretativos de
la realidad socialmente legitimados y que tienen su manifestación material en los símbolos, actitudes,
representaciones, discursos, valoraciones culturales y conocimientos históricamente elaborados y
modificables en el tiempo” (Freire, 2017, p.13). De esta forma, “los estereotipos, en cierta manera, se
encuentran normalizados en las escuelas y colegios” (Cabrera, et al 2021, p. 76).
En el aspecto más concreto de ello, y de cómo se manifiestan en lo cotidiano se encuentran “hablar
poco del tema”, lo cual es posible de interpretar como ciertas dificultades para hablar, el “rango etario
generacional”, puesto que se reconocen diferencias en cuanto a las edades. Además, aparece el concepto
de “enfermedad”, lo cual está asociado al predominio de perspectivas más clínicas sobre el suicidio.
Otro de los elementos que figuran es con la “derivación basta”, donde, se deja entrever que la labor
educativa termina cuando se gestiona una derivación, es decir, se externaliza a un tercero.
“Ehh poco se habla, porque no estamos preparados, vuelvo a lo mismo. Nosotros tenemos que hablar
del tema, nosotros no podemos ocultarlo” …(E1). “El rango etario para mí es un gran factor, si alguien
si no ha vivido la experiencia le da lo mismo ya si hablo de personas de 50 años hacia arriba que ha
tenido este tipo de experiencia entre familiares o amigos lo va empatizar pero si hay personas sobre
los 50 años para arriba que no ha vivido la experiencia le va a dar lo mismo comprender o empatizar
con un estudiante y le va a dar lo mismo también que lo capaciten” (E3) “Es un problema, es una
enfermedad, ideas, son antojos que les dan a los chicos, sin entender la otra parte” (E3).“Puede ser
que el mito que existe entre nosotros los profesores es que lo podemos derivar al psicólogo acá y que
con eso es suficiente para resolver el caso del joven, para mí eso es un mito” (E4).

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Por otra parte, se encuentran “los avisos”, como manifestaciones de advertencias que realizan los
estudiantes para dar cuenta de situaciones de crisis. También, figura el hecho de “llamar la atención”,
donde se reconoce por parte de los equipos que en ciertas ocasiones a los estudiantes que presentan
determinadas conductas suicidas se le confina al hecho de querer únicamente ser reconocidos y
visibilizados. “Dijo que se iba a tirar del puente, pero no lo hizo, es como, ehh entonces aviso por tanto
no lo hizo” (E2).
Además, se encuentra la denominada “juventud de cristal”, asociada principalmente a una condición de
debilidad y, por último, la existencia de ciertas afirmaciones en torno a la problemática suicida. “Hoy
en día la juventud es de cristal y no son capaces de entender que son problemáticas” (E3). “Todavía
uno escucha decir primitivamente a algunas personas que el que pide ayuda está loco, o hasta con uno
mismo adulto, así como no si yo estoy bien yo puedo solo” (E2).
La primera afirmación da cuenta de una paradoja, puesto que por un lado figura el hecho de que poco
se habla sobre el suicido, dándose el argumento de que no están preparados, por lo que se tiende a
ocultar, no obstante, se apela hacia una necesidad de hablar de las conductas suicidas. Por lo que, “hablar
abiertamente puede dar a una persona otras opciones o tiempo para reflexionar sobre su decisión,
previniendo así el suicidio (OMS, 2014, p.65). En otra, se conceptualiza el suicidio como una
enfermedad, dando cuenta por una parte de la hegemonía que ha tenido en enfoque clínico en las formas
de comprender el suicidio. En este sentido destacar, el mito “solo las personas que están enfermas se
suicidan” (Simón, 2021. p. 105). Es así como se ha reconocido que las personas que presentan
enfermedades mentales tienen mayor riesgo de presentar conductas suicidas, lo que no significa que
todas vayan a cometer suicidios. En cuanto a los denominados avisos por parte de quien tiene la
intención de suicidarse, forma parte de uno de los tantos mitos reconocidos “quien dice que se va a
suicidar, no lo hace” (MINSAL, 2019, p.15).
En lo que respecta a las representaciones sobre el suicidio, existen ciertos significados atribuibles al
fenómeno en el contexto escolar. En este sentido, se reconocen, “situaciones terribles”, donde figuran
también el concepto de “crisis”, de “distanciada”, “pérdida de horizonte”, “lo inevitable”, la “muerte”,
“la falta de autocuidado” y los “protocolos”. Todos estos elementos dan cuenta de un común
denominador, que resulta ser lo complejo que es acercarse y vivenciar este tipo de problemáticas desde

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el contexto escolar. “Uno en educación ha vivido situaciones terribles, terribles” (E1). “Se parte con
crisis y pocas veces no recuerdo una crisis suicida sin una historial de atrás” (E3) “Una persona
distanciada, como mal visto, porque nuestra sociedad es muy injusta” (E3) “En el fondo hemos perdido
el horizonte real de lo que es la vida del ser humano” (E1) “Lo inevitable, eh porque el suicidio puede
ser real o retorico también. En el sentido que una persona puede estar viviendo una vida que no le
acomoda y que la actúa por inercia” (E2) “En una palabra, muerte” (E4). “Falta de autocuidado,
porque a muchos nos enseñaron a cumplir objetivos, pero no a cuidar nuestra salud mental” (E5)
“Claro el protocolo nos pide el Ministerio de educación, pero lógicamente el instinto de sobrevivencia
humano, de proteger al otro, apoyarlo” (E5)
Las diferentes citan dan cuenta del contexto del suicidio, en donde uno de los sujetos reconoce que se
trata de situaciones difíciles de manejar por todo lo que conlleva. En este sentido, es “importante
destacar que el impacto de un suicidio se extiende más allá del individuo y afecta a muchas personas en
su entorno” (Seguinot y Ocasio, 2023 p. 3). Además, existen puntos de convergencia que tiene el
suicidio con la muerte misma, puesto que ambos fenómenos comparten ciertas similitudes como por
ejemplo ser considerados temas tabúes, por lo que adquieren una connotación de complejidad para
abordarlos. Es así como, “se trata de que seamos conscientes de nuestra condición mortal, de la
omnipresencia de la muerte, de que es un hecho irrefutable, personal e intransferible y que nos iguala a
todos” (Colomo, et al, 2021, p.229). En otra cita se deja entrever la necesidad de cuidar la salud mental
de los docentes, puesto que “el trabajo de los maestros tienda no solo a lograr un desarrollo cognoscitivo,
sino también a propiciar vivencias, de orientar tanto a través de su propia conducta, como en la dirección
de los ideales y aspiraciones que se plantea” (Perdomo et al, 2017, p.63). De Ahí la necesidad de un
autocuidado que les permita afrontar situaciones complejas y desafiantes como son las conductas
suicidas por parte de los estudiantes.
En este sentido, destacar lo denominado por Maté (2022) quien hace referencia a una “cultura tóxica”
esto con el fin de “caracterizar algo aún más amplio y con raíces más profundas: todo el contexto de las
estructuras sociales, los sistemas de creencias, las suposiciones y los valores que nos rodean y que
necesariamente impregnan todo aspecto de nuestras vidas” (p.16)

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Otras de las subcategorías, son las imágenes sobre el suicidio, en donde los participantes reconocen la
presencia de determinados “símbolos”. “Un estudiante cabizbajo, con capucha, solitario (E5). Aquí se
da cuenta de una serie de símbolos que forman parte de ciertos estereotipos en lo que respecta al
suicidio, “lo que más llama la atención es que no solo se puede observarlos entre los estudiantes, sino
también entre el personal administrativo y desde los mismos docentes hacia los alumnos” (Cabrera, et
al, 2021, p 76).
Por otra parte, en relación a las causas del suicidio escolar, figuran dos subcategorías, una de ellas es el
contexto familiar y el otro el aspecto multifactorial. En cuanto, al contexto familiar, adquiere una
connotación en los discursos, el concepto de familia y su incidencia en la problemática. Es así, como
aparecen “la salida de la mujer del hogar”, “falta de acompañamiento familiar” y también las
“separaciones familiares”. “No sé desde que salieron las mujeres del hogar, empezaron los hijos a
sufrir” (E1) “Entonces al consumir eso y no tener un acompañamiento y orientación por parte de la
familia ehh yo creo que son dos factores fundamentales en la forma de cómo ello contribuye a la idea
del suicidio” (E2). “Pero los problemas se han dado mucho las separaciones, el desapego de los
padres, el rompimiento de las familias” (E3).
Estas citas depositan especial atención al aspecto familiar y cómo ello incide en las conductas suicidas,
donde la falta de acompañamiento y las separaciones familiares resultan ser decidores. En este sentido,
hay un contexto que responde a “factores complejos como la transición hacia modelos familiares más
reducidos, cambios en las expectativas reproductivas y la influencia de condiciones socioeconómicas
(Crespo y Márquez, 2024, p.4). De esta manera, ante la falta de acompañamiento de los padres, las
instituciones educativas se ven presionadas a abordar y hacer frente a la situación. Además, esto da
cuenta sobre el contexto de fragilidad y vulnerabilidad de los vínculos humanos, donde a juicio de
Bauman (2024) destacan las “relaciones de bolsillo”, donde figura el elemento utilitarista y desechable
en las distintas formas de relaciones humanas.
En cuanto a la subcategoría denominada aspecto multifactorial se encuentran, las “redes sociales”, la
“cultura de la inmediatez”, “los factores genéticos”, “la depresión”, “temas de infancia e “identidad de
género” y por último el denominado “vacío emocional”.

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A partir de las diferentes distinciones, destacar el carácter multidimensional que refieren los informantes
respecto a las distintas causas otorgables al suicidio, lo cual denota cierto nivel de conocimiento sobre
la problemática. “Entonces creo que, en ese sentido, las redes sociales en particular tik tok, Facebook
o Instagram ehhh son los elementos más importantes que influyen en condiciones de suicidalidad para
los y las estudiantes” (E2). “La inmediatez, lo desechable, lo que no perdura, es como que lo quiero
ahora porque es la moda, pero mañana ya no me sirve” (E2) “Cuando yo te menciono la parte genética
también, porque tiene que ver con la perspectiva que tiene la persona, en la parte emocional o
psicológica que tiene el joven ante su persona, ante la vida, ante sus desafíos que tiene que enfrentar y
este la parte hereditaria, los caracteres que pueden provenir de su papá o de su mamá que pudiesen
tener algún vicio en el alcohol o en las drogas” (E4). “Hay una tendencia yo no sé qué pasa con la
juventud que es tan depresiva en estos tiempos muy diferente a la época nuestra, muy diferente” (E1).
“Lo que te puedo decir es que todos los temas vienen desde la básica” (E3). “Pero también hay
estudiantes que vienen con otras temáticas como por ejemplo la identidad de género” (E5). “Que el
estudiante viene con un vacío emocional” (E5)
A través de estas afirmaciones destacan las redes sociales como capilares en la vida de los adolescentes,
donde si bien destacan aspectos favorables, también influyen aquellos negativos como es el caso de lo
señalado por el informante, el “uso compulsivo, en el que existen dificultades para controlar su uso,
dependencia extrema, problemas psicológicos, sociales y biológicos, tales como: alienación, ansiedad,
intolerancia, aislamiento, individualismo, depresión y, en casos más extremos, suicidio, provocando
dificultades de concentración y agresividad “(Moreira et al, 2021, p.333). Otro de los aspectos es el
factor genético como una de las causas centrales en el desarrollo de las conductas suicidas, destacando
el carácter hereditario de los padres. En este sentido, la consideración del aspecto podría deberse al
arraigo del enfoque clínico en su comprensión. Entre un “7 a 14% de los casos de intentos suicidas hay
un familiar que murió por suicidio. De un tercio a la mitad del riesgo suicida tiene base genética” (Garza,
2024, p 80). Por otra parte, se les otorga importancia a las situaciones vivenciadas desde la infancia. En
este sentido, destacar los planteamientos Lecannelier (2021) quien a través de sus investigaciones ha
insistido en la importancia que tiene la primera infancia en la salud mental.

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En cuanto, a la identidad de género, viene a reflejar un aspecto que se ha traducido en diversas iniciativas
tendientes a abordarlo, como es la ley del año 2018. La cual, contiene aspectos deficientes, “vacíos
legales que dejan fuera diversas realidades, como las identidades no binarias y la exclusión de niños y
niñas menores de 14 años del procedimiento de cambio de nombre y sexo registral” (Basoalto, 2024,
p.28)
Por otra parte, en lo que respecta al segundo objetivo, destacan tres categorías centrales de análisis. Una
de ella es sobre las percepciones sobre el abordaje suicida, la otra el aspecto estructural y la tercera está
relacionada con las estrategias de abordaje suicida.
En relación a las percepciones sobre el abordaje suicida, destacan como subcategoría, el aspecto
profesional. Existiendo “la formación de los profesores”, el “errar como parte de”, “la parte afectiva y
humana”, “la experiencia”, la “dificultad en los diagnósticos” y la “responsabilidad social de los
docentes”. “Si nosotros no estamos preparados vuelvo a repetir, a nosotros en la universidad nos
preparan para hacer clases, ni siquiera nos están preparando para la orientación ahora” (E1).
“Hemos tenido que estar aprendiendo a porrazos también. Y muchas veces cometiendo errores para
enfrentar este tipo de situaciones (E1). “La parte afectiva, la parte humana, la que está faltando en
este momento en educación” (E1). “A través de la experiencia yo creo uno puede hacer mejor el
trabajo. Porque si no te ha pasado siempre vas hablar desde fuera” (E3) “La dificultad está en el
diagnóstico, en poder detectar, de darte cuenta” (E4). “De la responsabilidad social que tenemos
porque nosotros podemos aniquilar o hacer brillar a un estudiante, esa capacidad tenemos nosotros
los profesores y todavía no hemos asumido esa responsabilidad,” (E1).
A través de los discursos es posible visibilizar una falta de preparación para abordar la problemática
suicida, donde las universidades no estarían respondiendo a esta necesidad. Un estudio (Brito, et al,
2020), en sus conclusiones da cuenta de la incapacidad de identificar señales de alerta, dificultad de
afrontamiento de las crisis, la falta de profesionales del área de la salud mental en las escuelas y de
temas transversales en los planes de estudio. Además, existe un reconocimiento que ante las conductas
suicidas se ha tenido ir aprendiendo a través de los errores. Esto coincide con lo señalado en estudios,
donde parte de sus conclusiones refieren que la intervención de los docentes orientadores es más bien
aprendida desde la experiencia. (Ordoñez, et al, 2019.

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Además, se plantea el hecho de cómo a través de la escuela se busca promover la humanización, “la
autoridad docente reside en el hecho de que el profesor es reconocido como aquella persona, gracias a
la cual el alumno recibe la cultura y la humanización que ello conlleva” (Ibáñez, et al., 2023, p.54).
Finalmente, el rol docente en las trayectorias de los estudiantes, puesto que “a veces ni se imagina lo
que puede llegar a representar en la vida de un alumno un simple gesto del profesor” (Freire, 2002,
p.31)
Otra de las subcategorías, es la cultura institucional, por lo que en torno a ello se encuentran: “lo
tecnocrático de las escuelas”, “lo burocrático de las escuelas”, y “resistencia al cambio” y
“normalización. “Desde el punto de vista tecnocrático, la escuela se ha transformado en el depositario
de todos los males sociales” (E2) “El ministerio nos sobrecarga de cosas, que las planillas, que las
firmas, que el timbre, la evidencia, lo burocrático” (E2). “Me toco la experiencia de estar en
capacitaciones donde colegas levantaban la mano y decían yo quiero ser bien honesto, bien franco, me
quedan cinco años para jubilar, no quiero pasar a llevar a nadie, pero a mí no me van hacer cambiar
mi forma de pensar” (E3). “Era más aislado al principio y luego uno lamentablemente empieza a
normalizar ese tipo de cosas porque van sucediendo con mayor frecuencia” (E3)
Estas afirmaciones dan cuenta, por una parte, de los procesos administrativos exigidos a los equipos
educativos y la sobrecarga laboral. En este sentido, un estudio con docentes da cuenta, de “una visión
tecnocrática de la educación, inspirada en el modelo empresarial neoliberal” (Calvo, et al, 2024, p.21).
Por lo que se “consolida con ello un complejo sistema de disciplinamiento inspirado en la lógica de
funcionamiento de la empresa privada, que parte de la evidencia de que la sola competencia entre los
establecimientos no es suficiente” (Herrera, et al, 2018, p.9). “Chile es emblemático en lo que
corresponde a experiencias de sistemas educativos que le han dado centralidad al mercado, llevado a
cabo por la dictadura a partir de los años ochenta “(Farfán y Oliveira, 2023, p.3). En cuanto a la
resistencia al cambio, este estaría arraigado en la cultura escolar y por ende en las diferentes formas de
operar. Por lo que, ante un escenario cambiante y lleno de desafíos para los establecimientos
educacionales, resulta relevante considerar este aspecto como un limitante en la consecución de
abordajes suicidas efectivos.

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Respecto al concepto de normalización, se reconoce en primera instancia situaciones aisladas, las cuales
fueron ocurriendo con mayor frecuencia. De esta manera, se ha ido instalando una cierta “naturalización
de la problemática” dentro del contexto escolar.
También, se encuentra la subcategoría de sentimientos generados respecto al abordaje suicida
estudiantil. Entre las que destacan un “desgaste”, lo “chocante” y un “camino solo”. “Hay un desgaste
tremendo y no tengo las herramientas profesionales para desocupar mi mochila que me llevó a mi casa,
me voy con la mochila cargada de piedras” (E1). Pero en realidad cada uno va trazando un camino
solo y dispara para el lado que quiere y le da el enfoque que quiere” (E2). “Eh las primeras veces fue
chocante de saber que uno podía ser una persona de confianza para alguien para que te expresen ese
sentimiento” (E3)
A través de las diferentes afirmaciones figuran formas de desgaste o también denominado síndrome de
burnout. Una de las causas es la exposición constante a situaciones de crisis como ocurre con las
conductas suicidas en los estudiantes. Las cuales son coincidentes con resultados de estudios con
docentes chilenos “de acuerdo a la salud mental percibida, los datos muestran que más de la mitad de
los docentes reporta síntomas de depresión, ansiedad y estrés” (Aravena et al, 2025, p.143). En relación,
al camino solo, es posible inferir que no existe una dirección clara y definida respecto a cómo proceder
en estos casos, lo cual resulta ser más allá del conocimiento de protocolos y planes de trabajo. Por lo
que, se deja entrever la necesidad en los aspectos procedimentales, las habilidades blandas, el diálogo,
al igual que el acompañamiento para los propios docentes. Por lo que es importante las sinergias
generadas, “esta búsqueda del ser mas no puede realizarse en el aislamiento, en el individualismo, sino
en la comunión, en la solidaridad de los que existen” (Freire, 2002: 92). En relación al concepto
chocante, el informante devela lo impactante que resulta el hecho de que un estudiante le cuente sobre
sus intenciones respecto a sus ideaciones y/o intentos suicidas. Esto da cuenta que los profesionales no
han perdido la capacidad de asombro frente a este tipo de situaciones.
Otras de las categorías refieren sobre el aspecto estructural, para ello, existen dos subcategorías, la
primera está relacionada con el sistema educativo, y el segundo con el sistema de salud. En lo que
respecta al sistema educativo, destaca la “pérdida de la carrera docente”, el “foco puesto en la
producción”.

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Y en relación al sistema de salud, el “colapso de las atenciones en salud”. Siendo esta última uno de los
aspectos centrales y coincidentes en los discursos de los participantes del estudio. “Se perdió la carrera
profesional en la docencia chilena, y todavía no se dan cuenta las autoridades, se perdió la carrera
con el nuevo estatuto docente, se quebró, no hay una carrera funcionaria” (E1). “Yo concibo al sistema
educativo hoy día como un gran engranaje que produce piezas para una industria que no puede parar
nunca. El foco está puesto en la producción, el incremento, el crecimiento de la economía, la cantidad
de titulados, todo es número, somos número” (E2). “Porque los estudiantes una vez al mes están
teniendo hora psicológica en el policlínico, los COSAM están colapsados eh denante nomas hable con
una apoderada que su hija tuvo un intento suicida y tenía una hora con el psiquiatra en el COSAM y
la llamaron porque su hora la estuvo esperando un mes y le dijeron que lamentablemente la tuvieron
que atrasar porque tuvieron que darle prioridad a otra persona que estaba más complicada que su
hija” (E3)
A través de las afirmaciones, el sistema educativo, es percibido desde la producción, lo cual estaría
inhibiendo el poder atender otras necesidades de los estudiantes como es la salud mental. Por lo que,
“el carácter desesperanzado, fatalista, antiutópico de tal ideología en la que se forja una educación
fríamente tecnicista y que requiere un educador experto en la tarea de adaptación al mundo, y no en la
de su transformación” (Freire, 2002, p. 100). En este sentido, destacar el hecho de la pérdida la carrera
docente generándose repercusiones desfavorables para el gremio profesional. Esto es coincidente con
un estudio realizado por Farfán y Oliveira (2023), en torno a la carrera docente chilena, “correspondería
a una etapa de profundización de la estrategia de desarrollo neoliberal, lo que tiene sentido, a su vez, en
los aspectos presentes en la literatura que abordan nuestra historia reciente. (p.20). De esta forma, los
equipos educativos identifican un problema de índole estructural, como nudos críticos visibilizados en
cuanto al acceso a la salud mental.
Finalmente se encuentra la categoría de estrategias de abordaje suicida de los equipos educativos. Donde
la subcategoría responde al ámbito pedagógico, donde figuran“las herramientas al profesorado”,
“reconocimiento social al rol del profesor”, los “recursos”, el “buen trato”, las “artes”, las “escuelas
para padres” y “otro modelo educativo”. “Prepárennos a nosotros, es el eje clave para que nosotros
tengamos las herramientas para poder detectar cuando un alumno tiene problemas, darnos cuenta”.

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(E1). “Y lo otro no quitar autoridad a los profesores, el profesor tiene que recuperar ese cariño, ese
afecto, ese respeto que se le tenía al profesorado antiguamente” (E1)“Lo primero que haría inyectar
recursos para que haya profesiones primero para atacar lo emergente” (E3). “O que los
establecimientos educacionales tengan la facultad de pagar un psiquiatra, eh con pro retención sí
podría ser, pero para eso el niño tiene que ser causante de la pro retención” (E3). “Cultura escolar el
buen trato, saber que está pasando con el otro, generar confianza” (E2). “El arte, la música, la pintura,
también son mecanismos de terapia para que el estudiante pueda valorarse, darle sentido a la vida,
sentirte creativo y esto es algo positivo” (E4) “Implementaría leyes, legislación, una escuela para
padres, escuela de familia, donde se aborde la violencia intrafamiliar”(E4) “Mira yo copiaría los
modelos educativos de otros países como Finlandia, sacaría el tema de las notas de primero hasta
cuarto medio, y haría con los estudiantes en esa etapa, por ejemplo, trabajos prácticos, como
excursiones, invernadero, cosas que sean sostenibles” (E5).
Aquí adquiere centralidad los recursos, lo que facilitaría descolapsar el sistema público y atender las
necesidades de los estudiantes, por otro lado, el poder optar a consultas especializadas, las cuales son
de difícil acceso dado el alto costo. Otro elemento es que si bien, existen recursos asignados para los
estudiantes catalogados como “prioritarios” según la ley SEP (Subvención escolar preferencial) y
fondos de pro retención escolar. Estos no son para todos los estudiantes, sino para quienes cumplen
ciertos criterios de vulnerabilidad social. Por lo que, si un estudiante requiere una atención especializada
y no se encuentra adscrito a estos programas, no puede gestionarse su atención, a menos que la familia
pueda costearlo, lo cual constituye, en muchos casos un nudo crítico. Por otra parte, existe una necesidad
de herramientas que permitan pesquisar situaciones de riesgo suicida, lo cual es concordante con varios
estudios “la particularización de estos conocimientos permitió reconocer vacíos y necesidades
formativas, tanto para una mejor identificación de los casos con riesgo suicida como para su gestión
educativa” (Martín-González y Ferrer-Lozano, 2023, p.173).
Por otra parte, se encuentra el generar cambios hacia modelos educativos más inclusivos, que den cuenta
de la gran diversidad presente hoy. En este sentido, destaca el buen trato la cual “se define en las
relaciones con el otro, con el entorno, refiriéndose a las interacciones que promueven un sentimiento
mutuo de reconocimiento y valoración, generando satisfacción y bienestar entre quienes interactúan”

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(Muñoz, 2021, p. 213). Además, indican el “generar confianzas”, siendo un ámbito clave para Maturana
(2003) quien refiere que la confianza es un componente vital para la convivencia entre las personas. En
este sentido, la escuela de padres o familia son concebidos como “espacios de formación familiar
que obedecen a un proyecto común, cuyo objetivo viene marcado por la adquisición
y desarrollo de una serie de propuestas, fundamentalmente de carácter preventivo”
(Cano y Casado, 2015, p.20). Por último, destacar la arteterapia, la cual según Ransanz (2022), ha sido
utilizado mayoritariamente en contextos clínicos, no obstante, su aplicación es igualmente viable en los
ámbitos educativos, esto con la finalidad de promover una gestión emocional y resolución de problemas.
Otras de las subcategorías, está relacionado con la intervención integral, donde aparecen los “equipos
especializados”, “ministerio familiar”, “centro comunitario” y el “nuevo rol docente”. “Un equipo
especializado que pueda atender las necesidades del ámbito educativo, no en el lugar donde se atiendan
todas las personas porque también se requiere de un espacio distinto” (E2). “Necesita atención
psicológica clínica y no escolar. Porque ni siquiera un psicólogo del colegio puede atenderlo en esas
condiciones, ese niño necesita atención clínica, no el psicólogo del colegio” (E4). “Yo buscaría el
ministerio familiar, buscar la parte, de tocar un poquito la familia” (E4). “Ponte tu hacer un centro
comunitario o un espacio estatal y que facilite estos profesionales y les haría muy bien. Entonces, se
podría mejorar mucho (E5). “En este nuevo rol que se nos ha encargado de acuerdo a las necesidades
que están surgiendo en la sociedad” (E1)
Mediante las distintas afirmaciones destaca la necesidad de “especialistas”, de “atención clínica”. De
esta manera, existe en los discursos una demanda hacia una externalización de la problemática, a un
tercero denominado “especialista”. Estos elementos vendrían a ratificar lo que se ha pregonado como
forma de mitos, es decir, que solo los expertos pueden atender las conductas suicidas. En este sentido,
se busca promover espacios comunitarios propios para atender a los estudiantes y darles seguimiento.
En la actualidad existen los denominados Centros de Salud Comunitario (COSAM), los cuales ofrecen
atención especializada de tipo ambulatoria. No obstante, son parte de los usuarios toda la población que
requiere atención y que es derivada de un dispositivo de salud. Por lo tanto, no es de exclusividad para
niños y jóvenes.

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Además, se plantea un nuevo rol docente, esto dado los contextos y nuevas demandas de la sociedad,
las cuales no solo responden a criterios pedagógicos, sino que trascienden a la esfera personal y social
de los estudiantes y sus familias.
Tabla N° 1: Categorías y subcategorías de investigación
Objetivos Categorías
Identificar imaginarios sociales en los
equipos educativos respecto al abordaje
suicida
Categoría 1: Conocimientos sobre Mitos y estereotipos
Subcategorías 1: Definiciones
• Creencias
• Ideas
• Pensamientos arcaicos
• Frases copiadas
Subcategorías 2: Ejemplos de mitos y estereotipos
• Hablar poco del tema
• Rango etario (generacional)
• Una enfermedad
• La derivación basta
• Los avisos
• Llamar la atención
• Juventud de cristal
• Afirmaciones
Categoría 2: Representaciones sobre el suicidio
Subcategorías 1: Significados
• Situaciones terribles
• Crisis
• Distanciadas
• Pérdida de horizonte
• Lo inevitable
• Muerte
• Falta de autocuidado
• Protocolos
Subcategorías 2: Imágenes sobre el suicidio
• Símbolos
Categoría 3: Las causas del suicidio estudiantil
Subcategorías 1: La familia
• La salida de la mujer del hogar
• Falta de acompañamiento
• Separación de los padres
Subcategoría 2: Aspecto Multifactorial
• Redes sociales
• La cultura de la inmediatez
• Factores genéticos
• La depresión
• Temas de infancia
• Identidad de género
• Vacío emocional

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Objetivo: Categorías
Analizar de qué forma los imaginarios
sociales centrados en los mitos y
estereotipos inciden en el abordaje
suicida por parte de los equipos
educativos.
Categorías 1: Percepciones sobre el abordaje suicida estudiantil
Subcategorías 1: Aspecto profesional
• La formación de los profesores
• El errar como parte de
• La parte afectiva y humana
• La experiencia
• La dificultad en los diagnósticos
• Responsabilidad social de los docentes
Subcategoría 2: Cultura institucional
• Lo tecnocrático de las escuelas
• Lo burocrático de las escuelas
• Resistencia al cambio
• Normalización
Subcategorías 3: sentimientos generados
• Desgaste
• Un camino solo
• Chocante
Categoría 2: Aspecto estructural
Subcategoría 1: Sistema educativo
• La pérdida de la carrera docente
• Foco puesto en la producción
Subcategoría 2: Sistema de salud
• Colapso de las atenciones en salud
Categoría 3: Estrategias de abordaje suicida
Subcategoría 1: ámbito pedagógico
• Herramientas al profesorado
• Reconocimiento social al rol del profesor
• Recursos económicos
• Buen trato
• Las artes
• Escuela para padres
• Otro modelo educativo
Subcategoría 2: Intervención integral
• Equipo especializado
• Centros comunitarios
• Nuevo rol docente
CONCLUSIONES
Uno de los aspectos centrales a destacar es el ahínco otorgado al denominado “equipos especializados”
puesto que, es posible establecer, una cierta tendencia a externalizar la problemática de las conductas
suicidas y no asumirla desde los propios espacios educativos, con todo lo que ello implica. Esto podría
suscitarse por dos situaciones, la primera es por la fuerte hegemonía ejercida desde el discurso salubrista
de que solo los “especialistas” pueden intervenir en estas situaciones de crisis.

pág. 8404
Lo que ha generado creencias arraigadas en los individuos y colectivos, lo que ha facilitado una suerte
de división y exclusividad en la atención de ciertas problemáticas del ámbito de salud mental. Un
ejemplo de ello, ocurre justamente con las conductas suicidas de los estudiantes, las cuales sólo le
correspondería al ámbito clínico su intervención, excluyéndose el campo educativo en la generación de
propuestas y formas de abordaje.
Esta suerte de desligamiento del ámbito escolar en la atención de la problemática empobrece la
capacidad de dar respuestas efectivas a los estudiantes y a sus familias. Debido a ello, es preciso aclarar
que efectivamente está la necesidad de intervenciones clínicas para ciertos casos de estudiantes, no se
le resta la importancia que ello tiene. No obstante, el ámbito clínico resulta ser un bastión más de apoyo
importante, donde la educación también lo es, pese a que esa validación aún no está presente en los
discursos de los entrevistados. Y, por otro lado, se encuentra la existencia en algunos casos, de una serie
de carencias formativas en los equipos educativos, lo que genera en la práctica que las conductas
suicidas no sean asumidas como problemáticas también escolares. Lo cual dificulta desarrollar
propuestas que logren integrar y articular la prevención con la postvención suicida desde los centros
escolares y sus equipos.
De esta forma, en la medida que la problemática suicida estudiantil no sea asumida como tal por las
comunidades educativas, como ocurre con la deserción escolar o el bajo rendimiento académico,
violencia escolar, entre otras. Se corre el riesgo de tener una problemática ausente en los planes de
mejora escolar (PME) y por ende que adquiera poca visibilidad para la comunidad. Lo cual debilita la
notoriedad que la problemática requiere para ser comprendida, dado todos los factores que esta conlleva.
Además, está la posibilidad de generar abordajes poco efectivos en la práctica, incidiendo en la
prevalencia y desarrollo de las conductas suicidas por parte de los estudiantes y comunidad educativa
en general.
En este sentido plantear el desafío actual que implica el abordaje de las conductas suicidas como
problemática multifactorial, puesto que son variados los factores asociados a la misma. Por lo que,
resulta de vital importancia el trabajo intersectorial y colaborativo entre diferentes actores y
organizaciones (sociales, educacionales, salud y comunitarias).

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Puesto que las escuelas por sí solas no pueden dar respuestas a situaciones tan complejas como ocurre
con las conductas suicidas, por lo que se requiere de un trabajo interdisciplinario. En este sentido, “una
de las vocaciones esenciales de la educación del futuro será el examen y el estudio de la complejidad
humana que desembocará en un conocimiento, esto es, en una toma de conciencia de la condición
común a todos los humanos” (Morin, 2016, p.82). De esta manera, un trabajo intersectorial tenderá a
generar formas propositivas de atención e inclusivas, donde el sufrimiento de algún integrante, no sea
indiferente para nadie, más bien se transforme en un aliciente y prioridad de acción para toda la
comunidad escolar. Lo que se facilita con la activación de protocolos actualizados y situados para actuar
de manera oportuna y eficaz en la búsqueda de soluciones ad hoc a las necesidades presentadas por
establecimientos.
Por otra parte, reconocer a través de este trabajo la dificultad existente en cuanto a la realización de
entrevistas, en especial, ante quienes han debido enfrentar situaciones de pérdidas de estudiantes a causa
de suicidios. Donde el reflexionar y dar respuestas desde el recuerdo y el dolor resulta ser un desafío
tanto para el entrevistado como también para el investigador que consciente de su rol, humaniza y
empatiza con los distintos testimonios. De esta manera, destacar la importancia que tienen las
habilidades sociales en el desarrollo de este tipo de temáticas investigativas.
En cuanto a las implicaciones es posible plantear dos aspectos centrales como líneas de acción futuras.
Uno de ellos, es la posibilidad de hacer partícipes a los distintos estamentos del proceso educativo.
Puesto que el presente trabajo solo consideró las perspectivas que tienen los equipos educativos respecto
al fenómeno, destacándose los docentes, directivos y profesionales de apoyo. No obstante, destacar la
necesidad de incluir a los propios estudiantes y a sus familias. Puesto que las visiones respecto a la
problemática pueden disímiles, similares e incluso contar con puntos de encuentro, los cuales resultan
ser necesarios de conocer y analizar para una mayor comprensión de las conductas suicidas desde el
ámbito escolar.
Otro punto a considerar es la importancia que tiene las intervenciones de carácter situadas, que
consideran los aspectos locales de los centros y los distintos actores educativos. Puesto que en reiteradas
ocasiones son extrapoladas experiencias foráneas, que en muchas ocasiones no se condicen con las
propias realidades locales y sus particularidades.

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En este sentido, destacar la figura del docente, puesto que su accionar es el motor fundante en las
transformaciones sociales y culturales que se generan en las escuelas. Por lo que se trata de un nicho
prioritario, en el desarrollo de conductas preventivas de salud mental. Dicho sea de paso, el desarrollo
del presente estudio, y a través de las entrevistas realizadas a los docentes, directivos y profesionales de
apoyo, se compartió la necesidad de considerar también, como eje clave la salud mental de aquellos que
se dedican a cuidar, en este caso de los equipos educativos, en donde de igual forma, existen
antecedentes nacionales e internaciones que dan cuentan de suicidios en este tipo de población.
De esta manera, son necesarios las colaboraciones de otros profesionales y la generación de un trabajo
intersectorial. En cuanto a ello, Maturana (2003), plantea la necesidad de generar confianzas entre las
personas y las posibilidades de transformar las convivencias. Esta situación, cobra mayor relevancia
cuando se abordan problemáticas con una fuerte carga de estigmatización social, como sucede con las
conductas suicidas. Donde es posible reconocer diferentes mitos y estereotipos en torno a la misma. Lo
cual es posible de ir avanzando en su erradicación a través de la educación, con gestiones efectivas
mediante planes de acción, protocolos, planes pilotos, programas de estudios actualizados en lo que
respecta al desarrollo emocional, lo que posibilitan, sin lugar a dudas, el camino hacia una cultura
preventiva en materia de salud mental. En definitiva, es necesario extrapolar la problemática suicida
más allá de lo clínico y situarla desde las demandas que tienen hoy las comunidades educativas. Por lo
que se está apelando hacia una mayor apertura en cuanto a las maneras de entender y también a disponer
de distintas herramientas dirigidas hacia las comunidades educativas, esto dado la relevancia que
adquieren los equipos educativos al momento de establecer estrategias de prevención y postvención de
las conductas suicidas de los estudiantes.
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