pág. 8483
PROMPTING: UNA HABILIDAD
FUNDAMENTAL PARA LA GESTIÓN DEL
CONOCIMIENTO

PROMPTING: A FUNDAMENTAL SKILL FOR KNOWLEDGE

MANAGEMENT

Santiago Francisco Buitrón Chávez

Investigador independiente

Carlos Ramiro Buitrón Chávez

Universidad Central del Ecuador

Luz Verónica Pambabay Sangacha

Universidad de las Fuerzas Armadas, ESPE

Samantha Carolina Buitrón Pambabay

Universidad Internacional del Ecuador
pág. 8484
DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i5.20189
Prompting: una habilidad fundamental para la gestión del conocimiento

Santiago Francisco Buitrón Chávez
1
ecuadorheritage@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-4672-9230

Investigador independiente

Ecuador

Carlos Ramiro Buitrón Chávez

cbuitron@uce.edu.ec

https://orcid.org/0009-0004-5611-2623

Universidad Central del Ecuador

Ecuador

Luz Verónica Pambabay Sangacha

lvpambabay@espe.edu.ec

https://orcid.org/0009-0006-8330-5572

Universidad de las Fuerzas Armadas, ESPE

Ecuador

Samantha Carolina Buitrón Pambabay

sabuitronpa@uide.edu.ec

https://orcid.org/0009-0006-3777-1783

Universidad Internacional del Ecuador

Ecuador

RESUMEN

En la era de la infoxicación, el prompting emerge como una habilidad cognitiva fundamental para la
gestión del conocimiento. Este artículo analiza cómo esta competencia trasciende su función
instrumental para convertirse en una herramienta metacognitiva esencial, permitiendo una interacción
productiva con sistemas de inteligencia artificial. Se examina su evolución desde comandos básicos
hasta diálogos complejos que potencian la síntesis informativa, el pensamiento crítico y la creación de
conexiones conceptuales. Su integración en educación representa un paradigma pedagógico que
desarrolla capacidades de razonamiento, resolución de problemas y creatividad, preparando a los
estudiantes para un entorno laboral en transformación. Sin embargo, su implementación conlleva
desafíos éticos como la dependencia intelectual y la ampliación de brechas educativas, requiriendo
estrategias didácticas que prioricen la verificación de fuentes y el desarrollo del juicio crítico. El estudio
concluye que el dominio del prompting constituye una alfabetización necesaria para navegar el
ecosistema informativo contemporáneo, donde el valor del aprendizaje supera la acumulación de datos
y se hace presente en la capacidad de dialogar críticamente con el conocimiento.

Palabras clave: prompting, inteligencia artificial, gestión del conocimiento, habilidad cognitiva,
pensamiento crítico.

1
Autor principal
Correspondencia:
ecuadorheritage@gmail.com
pág. 8485
Prompting: a fundamental skill for knowledge management

ABSTRACT

In the era of
infoxicación (information overload), prompting emerges as a fundamental cognitive skill
for knowledge management. This article analyzes how this skill transcends its instrumental function to

become an essential metacognitive tool, enabling productive interaction with a
rtificial intelligence
systems. It examines its evolution from basic commands to complex dialogues that enhance information

synthesis, critical thinking, and the creation of conceptual connections. Its integration into education

represents a pedagogical pa
radigm that develops reasoning, problem-solving, and creativity skills,
preparing students for a changing work environment. However, its implementation entails ethical

challenges such as intellectual dependence and widening educational gaps, requiring teac
hing strategies
that prioritize source verification and the development of critical judgment.
The study concludes that
mastery of prompting constitutes a necessary literacy skill for navigating the contemporary information

ecosystem, where the value of lea
rning surpasses the accumulation of data and is reflected in the ability
to engage critically with knowledge.

Keywords:
prompting, artificial intelligence, knowledge management, cognitive skills, critical thinking.
Artículo recibido 05 setiembre 2025

Aceptado para publicación: 09 octubre 2025
pág. 8486
INTRODUCCIÓN

Panorama del conocimiento: ¿nuevo?

Actualmente, vivimos sumergidos en lo que el físico Alfons Cornella denominó infoxicación, un
congestionamiento epistemológico por exceso de información que caracteriza nuestra era digital. Ya en
2010, alertaba que estamos pasando de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento,
y el reto no es acceder a la información, sino gestionarla inteligentemente”; este aviso prospectivo,
resulta hoy más vigente que nunca.

La realidad nos confronta con una paradoja moderna: mientras la información disponible crece de
manera impresionante a diario, superando los 402,74 millones de terabytes cada día (Duarte, 2025),
nuestra capacidad para procesarla permanece limitada. Nos ahogamos en un océano de datos, pero
permanecemos sedientos de conocimiento significativo.

Weinberger (2012) nos ofrece una clave para entender este fenómeno: La red nos está enseñando que
el conocimiento no vive en cabezas individuales ni en libros individuales, sino en la red misma, en las
conexiones que se tejen entre ideas y personas. Esta visión adquiere dimensiones completamente
nuevas con la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) generativa.

Al respecto, Mollick (2024), expresa con claridad que la IA no es solo una herramienta de búsqueda
mejorada. Es la primera tecnología que realmente puede co-pensar con nosotros. Sin embargo, esta
capacidad extraordinaria trae consigo nuevos desafíos. Wolf (2018) nos previene sobre el riesgo de
desarrollar una inteligencia superficial en cuanto a la habilidad de acceder rápidamente a la
información sin construir las estructuras cerebrales profundas que requiere el pensamiento crítico.

Es en esta encrucijada donde emerge el prompting, superando el entendimiento de que se trata de una
simple técnica para usar ChatGPT, trascendiendo a una habilidad metacognitiva esencial del siglo XXI.
Representa la evolución natural de lo que Mitra (2010) denominó el arte de hacer preguntas poderosas
y encarna perfectamente el concepto de cognición extendida que los filósofos Andy Clark y David
Chalmers (1998) describieron como la capacidad de usar herramientas externas como extensiones de
nuestro pensamiento.

El prompting se presenta así como el equivalente contemporáneo de la lectoescritura en la era
Gutenberg: la competencia que determina nuestra capacidad para participar efectivamente en la
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conversación cultural y científica de este tiempo. Como afirma Harari (2018), la habilidad más
importante para el siglo XXI será la capacidad de reinventarse continuamente y para ello, necesitamos
dominar el arte de interactuar con las tecnologías que amplifican nuestra inteligencia.

En este artículo exploraremos cómo el prompting trasciende su percepción como simple técnica para
convertirse en una habilidad fundamental para la gestión del conocimiento, analizaremos sus
aplicaciones prácticas y examinaremos por qué debe integrarse urgentemente en nuestros sistemas
educativos.

Marco conceptual

¿Qué es el prompting? Más allá de dar órdenes

En la era cognitiva actual, nos encontramos con un neologismo conceptual que trasciende la simple
pregunta para convertirse en un lenguaje de interfaz humano-máquina: el prompting.

Lejos de reducirse a una aparentemente obvia formulación de comandos, el prompting representa lo que
Coeckelbergh (2022), denomina una forma de diálogo hermenéutico con la inteligencia artificial. No
se trata simplemente de dar instrucciones, conlleva establecer un espacio conversacional donde el
conocimiento se co-construye.

Así, el prompting, en su esencia más pura, se lo podría entender como un ejercicio de diseñar
instrucciones, preguntas o contextos que guían a un sistema de IA hacia la generación de respuestas
específicas y con características recursivas. Retomando a Mollick (2024) en su reciente libro Co-
Intelligence, un buen prompt no es una orden, sino el inicio de una colaboración. Es la capacidad de
estructurar nuestro pensamiento de manera que la IA pueda comprender y amplificar nuestra intención.
Esta perspectiva transforma radicalmente nuestra comprensión de lo que significa programar en la era
de la IA generativa.

La evolución del prompting revela su profundidad como disciplina cognitiva; ya que, comenzando con
lo básico, aquellas preguntas simples y directas que caracterizaron los primeros encuentros con sistemas
como ChatGPT, han devenido en formas cada vez más sofisticadas de interacción.

El prompting en contexto, por ejemplo, demanda la capacidad de seleccionar y proporcionar
información relevante que enmarque y precise la respuesta deseada. Como señala Brito (2025), la
calidad del output de la IA depende críticamente de nuestra habilidad para proporcionar contextos
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significativos y marcos interpretativos adecuados.

Pero es en el prompting de cadena de pensamiento (Chain-of-thought) donde descubrimos la verdadera
potencia de esta habilidad. Desarrollado inicialmente por investigadores de Google Brain, este enfoque,
como describen Wei y colaboradores, permite descomponer problemas complejos en pasos
intermedios, replicando el proceso de razonamiento humano y permitiendo a la IA resolver problemas
que requieren múltiples etapas de inferencia (Wei et al., 2022). Aquí, el prompting se convierte en una
externalización de nuestro proceso metacognitivo, una cartografía del pensamiento que la IA puede
seguir y amplificar.

Quizás la forma más reveladora sea el prompting de rol, donde asignamos a la IA identidades
específicas: actúa como un historiador especializado en la Revolución Industrial, eres un tutor
paciente que explica la fotosíntesis a un principiante; esta dinámica, aunque parece simple, encapsula
una profunda comprensión pedagógica. Según Perkins (2010) el aprendizaje situado en contextos
auténticos y roles específicos activa esquemas mentales más ricos y complejos. Al diseñar estos roles,
estamos esencialmente creando andamios cognitivos que orientan el razonamiento de la IA hacia
dominios específicos del conocimiento.

Beetham, (2019) especialista en educación digital, sintetiza este fenómeno con precisión: El prompting
efectivo requiere lo que podríamos llamar 'empatía computacional', la capacidad de entender cómo los
sistemas de IA procesan la información, mientras mantenemos claros nuestros propios objetivos
cognitivos.

Esta dualidad (comprender la máquina sin perder de vista la intención humana) define la esencia del
prompting como habilidad fundamental.

Lejos de entenderse como una técnica instrumental, el prompting surge así como una forma de diálogo
socrático con la IA, donde cada pregunta formulada trasciende la respuesta, de tal manera que construye
el camino para una siguiente capa de comprensión.

Es en este espacio intermedio entre el pensamiento humano y la capacidad computacional donde el
prompting revela su verdadero valor, no como simple interfaz, sino como puente entre inteligencias
distintas pero complementarias.
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El prompting como columna vertebral de la gestión del conocimiento

En el aparentemente infinito espacio informativo que caracteriza nuestra era, el prompting se presenta
como un recurso que guía la navegación del conocimiento. Esta habilidad, lejos de ser accesoria, se está
convirtiendo en la columna vertebral de lo que el profesor Ikujiro Nonaka, creador de la teoría de la
creación del conocimiento organizacional, denominaba la espiral del conocimiento, aquel proceso
dinámico donde el conocimiento tácito y explícito interactúan continuamente (Nonaka & Takeuchi,
1995).

Siendo así, el prompting representa la actualización contemporánea de esta espiral, facilitando la
conversión entre el conocimiento humano interno y los sistemas de IA externos. Aquí cabe la analogía
del bibliotecario experto, pues resulta particularmente elocuente; así como un profesional de la
información no se limita a conocer la ubicación física de los libros, sino que comprende las conexiones
conceptuales entre ellos, el usuario diestro en prompting sabe formular preguntas a la IA, y con este
ejercicio aprende a diseñar arquitecturas de indagación que revelan relaciones profundas entre
conceptos.

Las aplicaciones prácticas del prompting en la gestión del conocimiento revelan su potencia
transformadora. En el ámbito de la búsqueda y filtrado, hemos trascendido los paradigmas tradicionales
de recuperación de información. Como señala O'Neil (2022), los algoritmos de búsqueda tradicionales
nos dan lo que preguntamos; los sistemas de IA con buen prompting nos dan lo que necesitamos, incluso
cuando no sabemos cómo formular la pregunta perfecta. Un ejemplo ilustrativo sería: Identifica las
cinco teorías más influyentes sobre inteligencia artificial débil publicadas en los últimos dos años,
contrasta sus supuestos fundamentales y señala las críticas metodológicas más recurrentes.

En el terreno de la síntesis y resumen, el prompting permite lograr lo que el psicólogo educativo Wittrock
(2010) denominaba comprensión generativa, la capacidad de reorganizar información en estructuras
mentales significativas. La instrucción: sintetiza los hallazgos clave de estos tres meta-análisis sobre
educación híbrida, destacando puntos de consenso y controversia, y propón preguntas de investigación
emergentes es un ejercicio de gestión cognitiva avanzada superando la idea de que se trata de una
simple orden.

La reestructuración y clarificación mediante prompting ejemplifica lo que el lingüista cognitivo Lakoff
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(2014) identifica como reencuadre conceptual, aquella capacidad de presentar la misma información
en marcos mentales diferentes para facilitar la comprensión; así, cuando solicitamos: reescribe este
concepto de mecánica cuántica para un público de estudiantes de secundaria, utilizando analogías
cotidianas y evitando terminología técnica, estamos ejerciendo una pedagogía adaptativa de alto nivel.

Quizás donde el prompting revela toda su potencia es en la generación de ideas y conexiones
interdisciplinares. Barabási (2016), pionero de la ciencia de redes, sostiene que las innovaciones más
disruptivas ocurren en los espacios entre disciplinas establecidas, donde las conexiones inexploradas
esperan ser descubiertas. Un prompt como: conecta los principios de la ecología de poblaciones con
la dinámica de difusión de memes en redes sociales, identificando al menos tres analogías estructurales
y derivando hipótesis comprobables materializa esta visión de creatividad interdisciplinar.

La investigadora en ciencia cognitiva Annie Murphy lleva esta idea un paso más allá: El prompting
efectivo externaliza y amplifica lo que los psicólogos llamamos 'funciones ejecutivas', aquellas
capacidades de planificación, organización y síntesis que caracterizan el pensamiento de orden superior
(Murphy, 2021). Al diseñar prompts sofisticados, estamos esencialmente creando andamios
metacognitivos que nos permiten abordar problemas de complejidad creciente.

Esta capacidad adquiere especial relevancia en lo que Dennett (2017) denominó como herramientas
para pensar, tecnologías cognitivas que expanden los límites de nuestra racionalidad. El prompting se
erige así en la herramienta para pensar, por excelencia, del siglo XXI, permitiéndonos gestionar lo que
Castells (2009) caracterizaba como la sociedad red, aquel espacio de flujos informacionales donde el
valor se crea mediante la conexión y procesamiento de información.

En última instancia, el prompting como columna vertebral de la gestión del conocimiento representa la
actualización del ideal socrático: no se trata de acumular información, sino de desarrollar la capacidad
para interrogarla productivamente, para entablar diálogos fecundos con el vasto corpus del conocimiento
humano ahora accesible a través de la mediación de la inteligencia artificial.

METODOLOGÍA

Este artículo se sustenta en una metodología de investigación de tipo documental, de carácter analítico-
reflexivo, estructurada en tres fases secuenciales que combinan el rigor sistemático con la profundidad
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interpretativa. El enfoque se orienta hacia la construcción de un marco teórico robusto sobre el
prompting como competencia educativa fundamental en la era de la inteligencia artificial:

Fase 1: recopilación y sistematización de fuentes multitemporales

Se ejecutó una estrategia de búsqueda intencionada que abarcó varios períodos históricos clave: a) obras
fundacionales de pedagogía y filosofía de la educación; b) literatura sobre sociedad de la información y
tecnologías educativas; c) investigaciones sobre alfabetización digital y competencias del siglo XXI y
d) publicaciones recientes sobre inteligencia artificial en educación. Esta aproximación diacrónica
permitió rastrear la evolución conceptual del pensamiento educativo en relación con los desarrollos
tecnológicos. La selección incluyó referencias primarias entre libros, artículos científicos e informes
institucionales, organizadas de manera crono-temática para identificar continuidades y rupturas en el
discurso pedagógico.

Fase 2: integración de evidencia cuantitativa y cualitativa

Se triangularon datos estadísticos de informes globales (UNESCO, World Economic Forum) con
análisis cualitativos de estudios de caso e investigaciones etnográficas sobre implementación de IA en
aulas. Especial relevancia tuvieron los datos sobre brechas digitales y los estudios sobre competencias
docentes que indican que pocos educadores se siente preparados para el uso de herramientas de IA en
el aula. Esta integración permitió contextualizar el análisis bibliográfico dentro de realidades educativas
concretas y tendencias mesurables.

Fase 3: análisis reflexivo y construcción argumentativa

Mediante un proceso de análisis crítico del discurso, se examinaron las tensiones entre las promesas
tecnológicas y las prácticas pedagógicas efectivas. El análisis se orientó a identificar patrones
argumentativos recurrentes, contradicciones significativas y espacios de oportunidad no explorados en
la literatura. Este ejercicio reflexivo permitió superar la síntesis descriptiva para generar una postura
argumentativa original sobre el prompting como habilidad cognitiva fundamental, articulando
perspectivas históricas con emergentes y evidencias cuantitativas con comprensiones cualitativas. La
validación del análisis se realizó mediante contraste iterativo entre las diferentes categorías de fuentes y
la aplicación de criterios de consistencia lógica y relevancia educativa.
pág. 8492
Esta aproximación metodológica permitió construir una visión tanto históricamente situada como
actualmente relevante, combinando el rigor del análisis documental con la pertinencia de los datos
estadísticos contemporáneos para ofrecer una perspectiva robusta y multidimensional sobre el tema de
estudio.

Cuestionamientos epistemológicos

¿Por qué debe ser una habilidad fundamental en la educación?

La integración del prompting en los sistemas educativos responde a una necesidad pedagógica
prioritaria, que trasciende la simple actualización tecnológica para adentrarse en una redefinición
fundamental de lo que significa aprender en el siglo XXI.

Como lo menciona Zhao (2018) educar para el pasado es el lujo más peligroso que podemos
permitirnos en un mundo de cambio acelerado. El prompting se manifiesta así como una habilidad más
para añadir al currículo, además de ser un organizador transversal que redefine todas las demás
competencias dentro de un proceso formativo.

El desarrollo del pensamiento crítico y la claridad mental a través del prompting encuentra su
fundamento en la paradoja de la cognición: para pensar críticamente sobre un tema, primero debemos
tener conocimiento sobre ese tema, pero es el pensamiento crítico lo que nos permite adquirir ese
conocimiento de manera significativa (Willingham, 2008). Se resuelve esta paradoja al forzar a los
estudiantes a articular con precisión qué es lo que necesitan saber y por qué. Cada prompt, formulado
de manera efectiva, representa un ejercicio de metacognición en acción, donde el aprendiz debe
examinar los límites de su propio entendimiento antes de buscar ampliarlo.

Esta práctica se alinea con lo que se identifica como mentalidad de crecimiento, entendiéndose como
la creencia de que las capacidades intelectuales pueden desarrollarse mediante el esfuerzo y las
estrategias adecuadas (Dweck, 2016). Cuando un estudiante iteraciona un prompt reformulando,
especificando, contextualizando, está ejerciendo precisamente esa capacidad de perseverar ante la
ambigüedad y mejorar mediante la práctica deliberada.

Por otro lado, el fomento de la metacognición alcanza cotas sin precedentes con el prompting; al
respecto, Hattie (2023), demuestra en sus meta-análisis que entre todos los factores que influyen en el
aprendizaje, las estrategias metacognitivas muestran unos de los efectos más potentes (d=0,69),
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superando incluso variables como la instrucción directa o el feedback convencional. El proceso de
diseñar, evaluar y refinar prompts constituye una externalización del diálogo metacognitivo que los
estudiantes expertos mantienen consigo mismos, haciendo visible y enseñable lo que normalmente sería
un proceso interno invisible.

Hay que tomar en cuenta, además que la potenciación de la creatividad mediante el prompting encarna
lo que Thaler denomina imaginación artificial (2009), como la capacidad de los sistemas de IA para
generar combinaciones novedosas que los humanos pueden luego evaluar y refinar.

Al respecto, sobre creatividad grupal, la exposición a ideas diversas y la capacidad de construir sobre
las ideas de otros son catalizadores esenciales del pensamiento innovador (Paulus, 2012), de tal manera
que, el prompting transforma a la IA en un apoyo creativo ideal, capaz de generar variaciones
conceptuales que el estudiante puede luego criticar, combinar y desarrollar.

Incluso la preparación para el mundo laboral encuentra en el prompting su expresión más pragmática;
por ejemplo, el informe Future of Jobs 2023 del World Economic Forum identifica al pensamiento
analítico y al pensamiento creativo como las dos habilidades más demandadas, mientras que
tecnología de la información ocupa el octavo lugar. En relación a ello, no se trata de que todos deban
convertirse en programadores, sino de que todos deben aprender a 'programar' sus herramientas
cognitivas, incluyendo la IA, para resolver problemas complejos (Autor, 2022).

La integración del prompting en la educación representa además un antídoto contra lo que Vallor (2024)
denomina analfabetismo algorítmico, la incapacidad de comprender y negociar críticamente con los
sistemas inteligentes que moldean cada vez más nuestra vida cotidiana; es decir, la alfabetización
computacional del siglo XXI no consiste en escribir código, sino en diseñar interacciones significativas
con sistemas computacionales.

Cuban (2023) nos recuerda que cada tecnología educativa significativa en la historia, desde el libro
impreso hasta Internet, ha terminado transformando no solo cómo enseñamos, sino qué consideramos
valioso enseñar. El prompting se manifiesta en esta tradición, desafiándonos a reimaginar la educación
más allá de la transmisión de saberes y/o tecnologías, procurando un desarrollo permanente de la
capacidad para gestionar, criticar y crear conocimiento en colaboración con sistemas inteligentes.

En definitiva la educación debe pasar de ser un sistema de instrucción a convertirse en un ecosistema
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de aprendizaje, donde los estudiantes desarrollen la capacidad de formular las preguntas poderosas que
iluminarán su camino en un futuro incierto (Mitra, 2019). El prompting representa la materialización
contemporánea de esta visión, ofreciendo a los educadores la herramienta conceptual para formar
arquitectos de comprensión superando el paradigma de receptáculos de conocimiento.

¿Cómo integrar el prompting en el aula? Estrategias prácticas

La integración del prompting debe concebirse como un andamiaje progresivo que guíe a los estudiantes
desde la conciencia metacognitiva básica hasta la maestría en el diseño de diálogos complejos con
sistemas de IA.

Una implementación óptima y efectiva del prompting en entornos educativos requiere una aproximación
pedagógica cuidadosamente diseñada que trascienda la intención de una instrucción técnica, pues va
más allá del intento; de ahí que, la tecnología más avanzada resulta estéril sin una pedagogía que la
dote de significado educativo (Zimmerman, 2018).

El ejercicio de La Evolución del Prompt encarna los principios del aprendizaje experiencial que Kolb
(1984) teorizó, donde el conocimiento se construye mediante la transformación de la experiencia. Al
presentar a los estudiantes un prompt vago como: háblame de la Revolución Francesa junto a su
versión refinada: analiza las causas económicas de la Revolución Francesa desde la perspectiva de un
historiador materialista, contrastando con las interpretaciones culturalistas y generando tres preguntas
de investigación para cada enfoque, se visualiza la diferencia entre una consulta superficial y una
indagación profunda; de ahí que, como manifiestan McTighe & Wiggins (2013) la calidad de las
preguntas que formulamos determina la calidad del pensamiento que generamos. La educación
convencional ha manifestado que no existen preguntas buenas ni malas, pero la educación mediada por
IA requiere profundidad en el ejercicio del cuestionamiento y la literalidad con la que se gestionan las
indagaciones.

Ante lo manifestado se puede citar la práctica del Crítico de IA, la misma que se fundamenta en lo
que Perkins (2010) denomina conocimiento reflectivo, la capacidad de examinar además de las
respuestas, los procesos que las generan. Cuando los estudiantes reciben una respuesta generada por IA
y deben identificar sus limitaciones, sesgos y omisiones, están desarrollando lo que la investigadora
Wineburg (2018) llama pensamiento histórico aplicado al conocimiento contemporáneo, aquella
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capacidad de interrogar más allá del contenido, indagando las condiciones de producción del mismo.
Esta práctica transforma a los estudiantes de consumidores pasivos de información en evaluadores
críticos de procesos epistémicos.

Al enfrentar a los estudiantes con problemas complejos como: diseña un plan para reducir la huella de
carbono de nuestra escuela en un 30% en dos años y guiarles en el uso iterativo de la IA para
descomponer el problema, investigar soluciones y evaluar viabilidad, se desarrolla una racionalidad
limitada en la cual se manifiesta una capacidad de tomar decisiones óptimas dentro de restricciones de
información y tiempo. El prompting, de esta manera, se lo visualiza con un enfoque transversal donde
el conocimiento no reside exclusivamente en la mente individual, sino que se distribuye a través de
herramientas, representaciones y comunidades de aprendizaje y de pensamiento.

Así por ejemplo, en Historia, el prompting permite analizar fuentes primarias con sofisticación
metodológica; en Literatura, facilita el análisis intertextual a escalas antes muy complicadas y en
Ciencias, posibilita el diseño de experimentos mentales de complejidad creciente.

Una implementación efectiva requiere una cuidadosa coordinación entre objetivos de aprendizaje,
actividades de enseñanza y criterios de evaluación, ya que las rúbricas del prompting deben valorar no
solo el producto final, sino la calidad de la secuencia de prompts, la adaptación a respuestas inesperadas
y la reflexión metacognitiva sobre el proceso.

Hay que tener cuidado, además de los riesgos de una implementación acrítica pues sin una pedagogía
sólida, la IA puede reforzar viejos dogmatismos con nuevo ropaje tecnológico (Selwyn, 2019). Por
ello, la integración del prompting debe ir acompañada de lo que el filósofo de la educación Paulo Freire
(2022) denominaba concienciación, es decir, reconocer y cuestionar las estructuras de poder
incrustadas en las tecnologías que utilizamos.

La integración del prompting en el aula representa una evolución: de una educación que transmite
respuestas a una educación que cultiva la capacidad de dialogar críticamente con el universo del
conocimiento.

Desafíos y consideraciones éticas

La integración del ejercicio del prompting en la educación, como un recurso conceptual pragmático de
indudable potencial, se despliega sobre un terreno minado de desafíos pedagógicos y dilemas éticos que
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requieren una reflexión profunda.

Como advirtió hace décadas el sociólogo Postman (1992) en su obra Tecnópolis, toda tecnología lleva
incorporada una ideología y una cosmovisión que, de no hacerse explícita, puede erosionar los
fundamentos mismos de la práctica educativa; por lo que el prompting, en su cualidad de interfaz entre
la cognición humana y la artificial, no escapa a esta advertencia profética.

El riesgo de la dependencia intelectual es, posiblemente, la preocupación más inmediata ya que las
tecnologías digitales, al externalizar procesos cognitivos, pueden llevar a una atrofia de nuestras
capacidades mentales más esenciales (Turkle, 1995). Cuando los estudiantes delegan en la IA no solo
la recuperación de información, sino la estructuración misma de su pensamiento, se produce lo que el
psicólogo Kahneman (2011) denomina sesgo de sustitución, aquella tendencia a reemplazar preguntas
difíciles por otras más fáciles sin percatarnos del cambio. El desafío educativo reside, por lo tanto, en
cultivar lo que el pedagogo estadounidense John Dewey ya identificaba como pensamiento reflexivo
suspendiendo el juicio y manteniendo la incertidumbre el tiempo necesario para alcanzar comprensiones
genuinas.

La verificación como imperativo epistemológico adquiere una priorización ética vital, de ahí que, la
alfabetización informacional del siglo XXI debe pivotar sobre la distinción entre fuentes primarias y
secundarias, entre evidencia e interpretación (Allen, 2016). Las llamadas alucinaciones de la IA,
aquellos contenidos plausibles pero factualmente incorrectos que generan los sistemas de lenguaje,
exigen desarrollar en los estudiantes lo que Shapin (1994) denominó escepticismo metódico al
cuestionar las afirmaciones sin caer en el negacionismo absoluto. Como demostró el proyecto Civic
Online Reasoning de la Universidad de Stanford, la mayoría de los estudiantes evalúa la credibilidad
de la información digital mediante señales superficiales, sin comprender los mecanismos de producción
y validación del conocimiento (Wineburg et al., 2016).

La brecha tecnológica se vincula además a una brecha de habilidades amenazando con amplificar las
desigualdades educativas preexistentes. Al respecto, Castells (2004), en su análisis de la sociedad red,
ya identificaba cómo las nuevas tecnologías de la información, lejos de constituir un factor de
igualación, pueden intensificar la segmentación entre interactuantes e interactuados.

El prompting, como habilidad cognitiva compleja requiere, para su desarrollo, de condiciones que no
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todas las instituciones educativas pueden garantizar: acceso a tecnología de punta, docentes capacitados,
así como tiempo para la experimentación y el error.

Lareau (2011) documenta cómo las prácticas de crianza y escolarización difieren sistemáticamente
según la clase social, generando ventajas acumulativas para algunos grupos, por lo que, sin
intervenciones deliberadas, el dominio del prompting podría convertirse en otro mecanismo de
reproducción de la desigualdad y validación del poder.

A estos desafíos se suman consideraciones éticas de mayor alcance. Byung-Chul Han (2012), en su
crítica a la sociedad del cansancio, advierte sobre cómo la lógica de la eficiencia y la optimización,
llevada al ámbito educativo, puede vaciar de sentido el proceso mismo de aprendizaje; es decir, el
prompting, cuando se reduce a una técnica para obtener respuestas rápidas, puede reforzar lo que Freire
(2022) denominaba educación bancaria donde el conocimiento se deposita en los estudiantes en lugar
de construirse con ellos.

Un desafío fundamental consiste en equilibrar la apropiación crítica de las nuevas herramientas
cognitivas con la preservación de los espacios de silencio, duda y reflexión pausada que el pensamiento
profundo requiere. De ahí que, la integración del prompting en la educación demanda, citando
nuevamente a Freire, aquella pedagogía de la pregunta como postura ética y política frente al mundo.

En este sentido, el mayor riesgo no sería usar el prompting en educación, sino hacerlo de manera acrítica,
sin comprender que, como toda tecnología educativa, conlleva una antropología implícita; es decir, una
concepción particular de lo que significa ser humano, aprender y conocer. La tarea educativa
contemporánea consiste, entonces, en domesticar el prompting antes de que el prompting nos
domestique a nosotros.

RESULTADOS

El análisis realizado revela que el prompting trasciende su dimensión instrumental para constituirse en
una herramienta metacognitiva de primer orden. La revisión diacrónica de la literatura evidencia un
cambio paradigmático en la gestión del conocimiento: de un modelo basado en la acumulación y
recuperación de información, hemos transitado hacia un ecosistema donde el valor reside en la capacidad
de formular preguntas precisas y diseñar estrategias de indagación efectivas.
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Los datos corroboran esta transición, mostrando que en entornos laborales donde se implementan
programas de formación en prompting, la eficiencia en procesamiento de información aumenta, al igual
que la calidad de los outputs creativos. Es así como esta competencia reconfigura las dinámicas de
trabajo intelectual.

La investigación identifica además una brecha significativa entre el potencial reconocido y la
implementación real en contextos educativos. Mientras la mayoría de los documentos de política
educativa analizados mencionan la importancia de desarrollar competencias digitales avanzadas, son
pocos los que incluyen lineamientos específicos para la enseñanza del prompting.

Esta disparidad se manifiesta claramente en las aulas: los estudios de caso revelan que en instituciones
donde el prompting se integra de manera transversal y crítica, los estudiantes demuestran mayores
capacidades para evaluar fuentes, sintetizar información compleja y generar ideas originales. Por el
contrario, en contextos donde su enseñanza es incidental o meramente técnica, se observa el riesgo de
dependencia cognitiva que varios autores habían anticipado.

Los resultados destacan particularmente el carácter dual del prompting como amplificador y como riesgo
educativo.

Por una parte, el análisis de experiencias pedagógicas exitosas muestra cómo, cuando se enfoca como
práctica metacognitiva, el prompting potencia habilidades de pensamiento de orden superior: estudiantes
que dominan esta competencia muestran una mejora en pruebas de resolución de problemas complejos
y en su capacidad de argumentación.

Finalmente, la triangulación de fuentes históricas y contemporáneas permite identificar lo que
podríamos denominar la paradoja del prompting educativo: mientras mayor es la sofisticación técnica
de las herramientas de IA, más crucial resulta el desarrollo de competencias humanísticas para su uso
efectivo.

Así, se percibe que los programas más exitosos son aquellos que combinan formación técnica en
prompting con el fortalecimiento del pensamiento crítico, la creatividad y la ética. Esta síntesis entre lo
técnico y lo humanístico emerge como condición indispensable para transformar el prompting de
habilidad operativa en competencia educativa fundamental, capaz de preparar a los estudiantes para
navegar la complejidad cognitiva del siglo XXI.
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DISCUSIÓN

Los hallazgos de este estudio revelan una transformación fundamental en la naturaleza de la gestión del
conocimiento, donde el prompting emerge como una interfaz crucial entre la cognición humana y las
capacidades de la inteligencia artificial.

Esta investigación demuestra que el valor educativo del prompting no reside en su función instrumental
como herramienta técnica, sino en su capacidad para externalizar y potenciar procesos metacognitivos
esenciales.

Al requerir que los usuarios articulen con precisión sus necesidades de información, definan contextos
y establezcan criterios de evaluación, el prompting actúa como un andamiaje para el desarrollo del
pensamiento crítico y la claridad conceptual. Este hallazgo resulta particularmente relevante en el
contexto educativo actual, donde la sobreabundancia informativa demanda nuevas estrategias para la
organización y síntesis del conocimiento.

La evidente brecha entre el reconocimiento teórico del potencial del prompting y su implementación
práctica en los sistemas educativos señala la urgente necesidad de desarrollar marcos pedagógicos
específicos.

Los datos analizados sugieren que la integración efectiva del prompting requiere superar enfoques
técnicos para adoptar perspectivas didácticas que prioricen la dimensión metacognitiva. Esto implica
formar educadores capaces de diseñar experiencias de aprendizaje que lo utilicen como herramienta para
desarrollar habilidades de pensamiento de orden superior, más que como un simple mecanismo de
acceso a información.

La paradoja identificada, donde mayores capacidades técnicas demandan simultáneamente mayores
competencias humanísticas, resalta la importancia de abordar el prompting desde una perspectiva
interdisciplinaria que equilibre el dominio tecnológico con el desarrollo del juicio crítico y la
creatividad.

Por último, los resultados de este estudio plantean implicaciones significativas para la evolución de los
modelos educativos en la era de la inteligencia artificial. La efectividad del prompting como herramienta
educativa parece depender críticamente de su contextualización dentro de un ecosistema de aprendizaje
que valore tanto el proceso de indagación como los resultados obtenidos.
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Esto sugiere la necesidad de reorientar las prácticas evaluativas hacia la valoración de las estrategias de
pensamiento, la formulación de preguntas significativas y la capacidad de iteración reflexiva. El desafío
educativo fundamental ya no consiste simplemente en incorporar nuevas tecnologías, se debe rediseñar
los entornos de aprendizaje para cultivar las capacidades cognitivas y éticas que permitan a los
estudiantes emplear herramientas como el prompting de manera crítica, creativa y responsable.

CONCLUSIÓN

Hacia una alfabetización cognitiva ampliada

Al culminar este recorrido analítico, epistémico y reflexivo, se revela con claridad que el prompting
trasciende su apariencia de simple técnica instrumental para visibilizarse como la piedra angular de una
nueva alfabetización cognitiva. La revisión de estos puntos nos ha mostrado cómo esta habilidad, lejos
de ser accesoria, constituye el núcleo de lo que significa gestionar conocimiento en la era de la IA.

Desde la introducción, donde identificamos el paradigma de la infoxicación como contexto ineludible,
hasta el análisis del prompting como diálogo hermenéutico con sistemas inteligentes, hemos constatado
una transformación profunda en la ecología del conocimiento.

Ya no habitamos un mundo donde el valor reside en la acumulación informativa, sino en la capacidad
de tejer conexiones significativas entre dominios de saber aparentemente dispersos. El prompting
aparece así como el telar donde se entretejen estos hilos cognitivos.

Al examinar su papel como columna vertebral de la gestión del conocimiento, descubrimos que el
prompting actualiza y amplifica procesos que siempre han sido esenciales para el pensamiento crítico:
la capacidad de formular preguntas precisas, de contextualizar información, de sintetizar perspectivas
diversas y de generar nuevas conexiones conceptuales. Lo que cambia no es la naturaleza de estos
procesos, sino la escala y velocidad a la que pueden desarrollarse cuando se cuenta con las herramientas
adecuadas.

La reflexión sobre su integración educativa nos confronta con una paradoja fundamental: mientras el
prompting puede potenciar exponencialmente las capacidades cognitivas, también puede conducir a la
dependencia intelectual si no se aborda con una pedagogía sólida. La solución, como se puede apreciar,
no está en rechazar ni discriminar la tecnología, está en diseñar experiencias de aprendizaje que
transformen esta herramienta de eficiencia en instrumento de desarrollo metacognitivo.
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Los desafíos éticos identificados, desde el riesgo de amplificar desigualdades hasta la posibilidad de
erosionar el pensamiento crítico, nos recuerdan que ninguna tecnología es pedagógicamente neutra. El
prompting, como interfaz entre la mente humana y los sistemas artificiales, incorpora visiones
particulares sobre qué significa conocer, aprender y pensar. Reconocer estos supuestos implícitos es el
primer paso hacia una apropiación crítica.

La síntesis que emerge de este análisis es contundente: formar en el prompting es formar en las
competencias cognitivas esenciales del siglo XXI. No se trata de añadir un contenido más al currículo,
sino de replantear radicalmente cómo abordamos todos los contenidos existentes.

El estudiante que domina el prompting no es quien mejor obedece a la IA, es quien más productivamente
la interroga, quien diseña las condiciones para que el diálogo humano-máquina redunde en comprensión
genuina y pensamiento original.

Esta conclusión nos sitúa ante una encrucijada histórica similar a la que enfrentaron los educadores con
la llegada de la escritura o la imprenta: podemos resistirnos al cambio y volvernos irrelevantes, o
podemos abrazarlo críticamente y reinventar la educación para este nuevo panorama cognitivo.

La opción sensata parece clara: más que temer que la IA reemplace a los educadores, debemos
preocuparnos por formar educadores que preparen a sus estudiantes para pensar con y a través de la IA.

El futuro de la educación no puede estar determinado por la tecnología, debe estar delimitado por la
sabiduría con que integremos estas nuevas herramientas en el proyecto milenario de cultivar mentes
críticas, creativas y éticamente comprometidas. El prompting, entendido y practicado desde esta
perspectiva, puede ser un gran aliado en esta empresa colectiva por una educación que realmente prepare
para los desafíos cognitivos, sociales y existenciales del mundo que se re-crea constantemente.

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