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INTRODUCCIÓN
La planificación familiar constituye un componente esencial en la atención integral de la salud
reproductiva, particularmente durante el puerperio inmediato, etapa en la que las mujeres se encuentran
en contacto estrecho con los servicios de salud y son más receptivas a intervenciones educativas. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda espaciar los embarazos al menos 24 meses
para reducir el riesgo de complicaciones maternas, neonatales e infantiles; los intervalos intergenésicos
cortos se asocian con un incremento en la morbimortalidad materno-fetal, así como con mayor
incidencia de bajo peso al nacer y prematuridad (World Health Organization, 2022).
En México, a pesar de que los programas de salud pública han incorporado estrategias de anticoncepción
posparto, la cobertura efectiva sigue siendo limitada, especialmente en hospitales de segundo nivel y en
poblaciones con menor acceso a educación formal. De acuerdo con reportes nacionales, menos del 60%
de las mujeres reciben consejería estructurada sobre métodos anticonceptivos durante el embarazo o el
puerperio, lo que repercute en una alta tasa de embarazos no planeados y en la perpetuación de riesgos
obstétricos evitables (Secretaría de Salud, 2020; De la Vara et al., 2022).
Diversos estudios internacionales han demostrado que las intervenciones educativas breves y
dirigidas favorecen la aceptación y uso de métodos de planificación familiar. En África subsahariana,
la consejería sistemática en el posparto incrementó de manera significativa la adopción de
anticonceptivos modernos (Yemane et al., 2022; Andualem et al., 2022). En Latinoamérica,
investigaciones realizadas en Perú y Uruguay reportan que factores como la paridad, el estado civil y el
nivel educativo son determinantes en la decisión de utilizar un método anticonceptivo, mientras que la
edad suele tener menor influencia (Mendoza-Bedillo, 2020; Feldman et al., 2021).
En el caso de México, estudios recientes coinciden en que la anticoncepción posparto inmediato
continúa siendo un desafío, pese a la disponibilidad de métodos anticonceptivos gratuitos en el sector
público. La falta de información oportuna, el desconocimiento de riesgos y la ausencia de consejería
sistemática limitan la cobertura real y condicionan riesgos prevenibles (Zaldívar-Peña et al., 2020).
Ante este panorama, se reconoce la necesidad de implementar y evaluar estrategias educativas efectivas
en el contexto hospitalario. Hasta la fecha, existe escasa evidencia sobre el impacto de intervenciones
educativas estructuradas en el puerperio inmediato en hospitales de segundo nivel en México, lo que